Partida Rol por web

En busca del Templo del Mono

3~ Pequeña Aldea antes del Hogar

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02/12/2017, 10:34
Lu Yan Garra-del-Tigre-en-el-Ojo-del-Ciempiés

La puerta se abrió entonces, rápidamente tras recibir permiso. Tan rápidamente, que daba la impresión de que se habría abierto incluso sin recibirlo. El anciano Lu Yan asomó su rostro, sonriente y bonachón, buscándoos con la mirada, y ampliando su sonrisa al veros. 

Ah, aquí estáis... -Dijo, complacido, mientras accedía a la estancia, entornando la puerta a su espalda- Veo que el chico ya se encuentra mucho mejor... -Anotó mientras se acercaba, torciendo la cabeza para observar aquel vendaje desde varios ángulos, antes de mirarte- Buena idea y buen trabajo, sobrina. El niño ha nacido y está bien, y la señora de la casa va a poner la mesa para que comáis algo. Yo me voy a ausentar un rato, así que descansad y comedor, cuando vuelva pondremos rumbo a mi casa, ¿de acuerdo?

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02/12/2017, 15:59
Rui Wu-San

Kippei comprendió mis palabras en seguida, y así me lo hizo saber con un asentimiento de cabeza, dirigiendo entonces su mirada hacia la puerta. Así lo hice yo también, dando paso a quien se encontrara al otro lado, viendo cómo la puerta se abría con una inmediatez sorprendente. Fruncí el ceño, molesta por la sensación de que esta se hubiera abierto igualmente aun sin dar mi consentimiento, pero al ver que se trataba de mi tío me relajé un poco. Primero porque de haber sido él quien sorprendiera a Kippei en una situación difícilmente explicable no traería consecuencias, y segundo porque el peculiar carácter de mi tío estaba provocando que tuviera cierta manga ancha con algunas cosas.

Al entrar, fue cauteloso, entornando la puerta tras de sí; para acto seguido observar que Kippei se encontraba mejor, acercándose y señalando que había hecho un buen trabajo. Nos informó entonces de cómo estaba la situación, lo que incluía que la señora que allí vivía iba a poner la mesa para que pudiéramos comer algo.

- ¿Tienes hambre? – pregunté a Kippei, antes de volver a mirar a mi tío, quien decía ir a ausentarse mientras comíamos; para continuar rumbo a su casa cuando volviera. – Pero tío… ¿Se va? ¿A dónde? – protesté, molesta, pues no entendía a qué se debía su decisión; aunque no se trataba sólo de eso. – ¿Y sí pasa “algo”? Algo que yo no sepa manejar, ya me entiende… - le dije, haciendo alusión a la naturaleza de Kippei, siendo aún mucho lo que desconocía sobre nuestro pueblo.

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03/12/2017, 11:04
Lu Yan Garra-del-Tigre-en-el-Ojo-del-Ciempiés

Al preguntar a Kippei si tenía hambre, el chico dio muestras de encontrarse algo fuera de lugar. Quizás no había entendido bien a Lu Yan, o tal vez no comprendiera lo que estaba sucediendo. El caso es que la pregunta le sorprendió, y tardó un par de segundos en responder, con un asentimiento silencioso. 

El que sí respondió fue tu tío, agitando una mano mientras sonreía restando importancia a tus palabras, así como a las dudas y temores que las acompañaban. 

Nada, nada, sobrina. ¿Qué puede pasar en mi ausencia que no seáis capaces de manejar? ¿Eh? -Preguntó con cierta picardía, intercalando miradas hacia Kippei y hacia ti, antes de girarse y daros la espalda de camino a la puerta- Tengo que hacer un par de visitas cortas en la aldea. No tardaré demasiado. Sed respetuosos con vuestros anfitriones, no hagáis nada que me avergüence. Les he dicho que sois muy buenos chicos... -Indicó, girándose bajo el marco de la puerta para guiñaros un ojo- Y limpiad un poco todo eso, habéis dejado su cocina hecha unos zorros. -Añadió señalando la mesa sobre la que se había atendido a Kippei, sobre cuya superficie y a su alrededor en el suelo había manchas de sangre. 

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03/12/2017, 22:54
Rui Wu-San

No me quedó muy claro si Kippei había comprendido mi pregunta, aunque no me parecía una pregunta complicada para alguien que tuviera unas mínimas nociones de chino, como parecía ser su caso. No insistí, pues el chico asintió y mi tío salió con aquello de irse, pero esperaba que Kippei de veras me hubiera entendido.

A veces esto del idioma es un fastidio.

Mi ceño se había fruncido sin darme cuenta apenas, marcándose aún más cuando Lu Yan se preguntó qué podría pasar que no fuéramos capaces de manejar con aquella picardía. A punto habían estado de descubrir a Kippei y él se lo tomaba a broma. Encima nos mirada de un modo con el que no sabía si trataba de decir algo, pero preferí dejarlo estar antes de soltar algo inadecuado.

Pensaba que ahí quedaría todo, pero mi mal humor aumentó cuando explicó su marcha y dijo que fuéramos respetuosos y no le avergonzáramos. ¿Avergonzarle yo a él? ¿El viejo pegado a una calabaza? Apreté mis puños, conteniéndome otra vez. Mi boca se abrió dispuesta a hablar al verle girarse antes de salir, pensando que terminaría por soltar la gota que colmaría el vaso de mi paciencia, pero lo que tenía que decir me llenó de vergüenza.

- C-claro tío, ahora mismo. – acepté con la cabeza gacha, sumida en una profunda vergüenza, dirigiéndome después al barreño con agua.

Cogí uno de aquellos trapos y me agaché para limpiar la sangre del suelo, haciendo después lo mismo con la mesa. Aclarado el trapo, terminé de dejar la mesa impoluta, para repetir el proceso y arrodillarme en el suelo para limpiar este con mis dos manos moviendo aquel trozo de lino.

Al acabar, volví a limpiar el trapo y lo dejé en la palangana, suspirando antes de mirar a Kippei.

- ¿Vamos? – le pregunté, secando mis manos antes de salir del lugar.

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16/12/2017, 19:23
Director

Te apresurarte a tratar de limpiar aquella cocina, todos los restos de sangre que habían causado las heridas de Kippei. Éste, a su vez, se mostró muy apurado por la situación, tomando conciencia del estado de aquella estancia por culpa de las atenciones recibidas. También trató de unirse a ti en la tarea, pero ambos tuvisteis que detenernos.

¿Eh? ¡Oh! Noooooo, no, no, no, no, no... -La voz que así negaba era la de la mujer de la casa, quien entraba en su cocina apresuradamente, agitando las manos en vuestra dirección- ¡No limpiéis! Esto es cosa mía, vosotros sois mis invitados. Me alegro muchísimo de que estés mejor, joven. Ahora salid los dos de aquí, en la sala he preparado algo de comida y bebida para que repongáis fuerzas. ¡Vamos, salid!

La insistencia de la mujer era fuera de lo común. No aceptó réplica alguna, y casi os llevó a empujones fuera dela cocina, donde pretendía quedarse a recoger. Fuera, en la sala, en efecto se abona desplegado una amplia mesa situando una gran plancha de madera sobre dos mesitas menores. Sobre ella había bastante comida poco elaborada, casi con toda seguridad conservas que se guardaban en los armarios o colgaban secas de las vías en alguna despensa. Había también agua y vino. Alrededor de la mesa descansaban algunas de las mujeres que habían ayudado en el parto, hombres que habían transportado a Kippei al interior de la casa, y la reciente madre acunando entre sus brazos al retoño envuelto en una manta. Las sonrisas de todos se ampliaron desmesuradamente al veros, invitándoos a tomar asiento, a excepción de la madre, quien se mostraba visiblemente emocionada y al borde de las lágrimas. Era justo a su lado donde aguardaban dos asientos libres.

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09/01/2018, 00:10
Rui Wu-San

Trataba de limpiar la estancia cuando la que debía ser la dueña de la casa entró haciendo aspavientos, negándose a que limpiáramos y pidiéndonos que saliéramos de allí, pues según decía éramos sus invitados y había preparado comida y bebida para que repusiéramos fuerzas. Nos sacó de la cocina casi a empujones, lamentando no poder continuar limpiando el lugar, pero alegrándome por Kippei. Puede que sus heridas se hubieras curado, pero se merecía un poco de descanso después de lo que había hecho y padecido.

En la sala se había dispuesto una mesa con bastante comida, aunque poco elaborada, en su mayoría seguramente fueran conservas o alimentos secos; habiendo también sobre la mensa agua y vino para acompañarlos. Varias personas se sentaban ya alrededor de esta: algunas de las mujeres que habrían asistido en el parto, los hombres que habían cargado a un malherido Kippei, y la emocionada madre; siendo esta la única que no sonreía, pues la emoción que la embargaba la mantenía al borde de las lágrimas.

- Siéntate junto a ella. – le pedí a Kippei en voz baja, convencida de que la mujer querría agradecerle al chico lo que había hecho, señalándole el lugar en el que debía tomar asiento por si no me había entendido.

Al hacerlo, me senté junto a él, en el otro lugar libre.

- Muchas gracias por todo. – dije a los presentes, inclinando la cabeza, antes de tomar una de las jarras de agua y servir un poco en un vaso; el cual terminé colocando frente a Kippei. – Enhorabuena. – dije a la mujer que acunaba al bebé con una sonrisa muy tenue, consciente de la complicada situación en la que se encontraba, con aquel malnacido que la había pegado como padre de su hijo.

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10/01/2018, 15:11
Kippei Gennosuke

La forma en que Kippei reaccionó a la impulsividad de la señora de la casa no podría catalogarse sino como estupefacción. No parecía estar acostumbrado a que le hablasen con tantos aspavientos y expresividad, y bien era posible que, con la velocidad con que hablaba la mujer, hubiera perdido parte del mensaje. Al parecer superado por la situación, te buscaba constantemente con la mirada, siguiéndote de cerca en cada movimiento hasta ser expulsados de la cocina.

Aquello no varió al alcanzar el salón, donde la sorpresa por tan abundante festín, a pesar de la humildad de la casa, dieron paso a una intensa vergüenza que se reflejó en sus mejillas y en la forma en que bajó la mirada al suelo.

Hai, ehm... S-sí. -Aceptó tu indicación, acercándose a la mujer con cuidado de no dejarte atrás. Al alcanzarla, le dedicó una exagerada reverencia, tomando asiento entonces cuando tú lo hiciste.

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10/01/2018, 15:19
Director

Las sonrisas y la amabilidad eran la nota dominante alrededor de aquella mesa. Las miradas se clavaban en vosotros dos de un modo persistente, a veces incluso incómodo. Había algo de reverencia en aquellos ojos, como si os creyeran gente importante y no una aldeana como ellos y un extranjero desarrapado y errante. Incluso los más cercanos os ofrecían de los platos de la mesa, tendiéndooslos con efusividad y entusiasmo. Dos mujeres distintas se pusieron en pie al mismo tiempo, quedándose mirando la una a la otra hasta que una de ella decidió tomar asiento de nuevo, tomando la otra vuestros vasos para llenarlos con lo que gustáseis, ya fuera agua o algún licor. Ninguno dijo nada al agradecerles sus gestos, sino que se limitaron a sonreír aún más.

Gracias... -Respondió la reciente madre ante tu felicitación, inclinando su cabeza como pudo en una reverencia- Por todo. Creía que ya no quedaban héroes en estas tierras... -Afirmó, y te percatarse del gesto que una de las mujeres mayores le dedicó, instándola a no continuar- ¿Q-quieres cogerlo? -Te preguntó, cambiando bruscamente de tema, mostrándote a su pequeño churumbel, envuelto en una mantita. Kippei, que se encontraba entre vosotras, pareció ponerse tenso, echándose hacia atrás en su asiento.

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14/01/2018, 00:58
Rui Wu-San

Me sentía abrumada con tantas atenciones, y en el caso de Kippei no parecía ser menos, quien se mostraba mucho más apocado de la habitual. Incluso buscaba mi mirada con frecuencia, como si tratara de asegurarse de que estaba actuando correctamente.

En la sala, a pesar de su notable vergüenza, aceptó sentarse junto a la mujer como le pedí, aunque no lo hizo hasta que yo me hube sentado. Un amago de sonrisa se dibujó entonces en mi rostro, ante la humildad que mostraba el japonés. Todos los presentes se encontraban admirándole en aquellos momentos, ofreciéndole todo lo que tenían, pero aun así, él continuaba comportándose como el mismo chico atento de siempre.

También yo era objetivo de las miradas y atenciones de los presentes, a pesar de que no había hecho realmente nada por aquellas personas, y comenzaba a sentirme algo incómoda por ello. Además, al querer mostrar mi agradecimiento, los presentes se limitaron a sonreír, aparentemente fascinados con nuestra presencia.

Al felicitar a la reciente madre, esta agradeció lo que Kippei había hecho por ella, haciendo mención a la presencia de héroes; como si antaño hubieran sido algo habitual en aquellos lares. No me pasó desapercibido el gesto de una de las ancianas, pero la mujer en seguida volvió a hablarme, invitándome a coger al bebé.

- Pues… - Durante un momento no supe que hacer. Hacía mucho que no cogía un bebé en brazos, demasiado, desde que mi hermana era pequeña; y temía no hacerlo bien. – Bueno, pero ayúdeme, por favor. – accedí finalmente, por educación, pero dejando claro que no estaba segura de cómo hacer aquello. – No hace falta que te vayas tan lejos. – dije en voz baja a Kippei, con complicidad, al ver cómo se echaba hacia atrás; todavía más tenso de lo que ya estaba.

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18/01/2018, 11:59
Director

Ante el ofrecimiento por parte de la reciente madre, hubo algunas sonrisas compartidas entre los comensales. Reinaba alrededor de aquella mesa una cierta sensación de alegría que no terminabas de comprender, como si algo se te escapase. Tal vez era el nuevo nacimiento, pues la llegada de una nueva vida al mundo siempre era motivo de celebración y regocijo, más aún en las aldeas pequeñas donde todo el mundo se conocía. Sin embargo, por momentos te dio la impresión de que había algo más.

Al notar tu inseguridad acerca de cómo proceder con el recién nacido, una de las mujeres se puso en pie y acudió junto a la madre, pidiéndole que se lo dejase coger. Lo hizo con cariño y mimo, con sumo cuidado, pero con la gran soltura que ofrecía la experiencia. Era sencillo dejarse arrastrar por la sensación de fragilidad de un bebé, pero quien había sostenido muchos y durante mucho tiempo lograba tratarlo como si no fuera de fino cristal a punto de romperse. La mujer lo meció en sus brazos durante unos breves instantes, mientras caminaba por detrás de Kippei, quien ante tu comentario había abierto mucho los ojos por la sorpresa, para después agachar la mirada claramente avergonzado, con las manos cerradas en sendos puños sobre sus muslos. La mujer depositó al bebé entre tus brazos, indicándote cómo sostenerlo adecuadamente, y tras asegurarse de que estuviera bien abrigado con la mantita, te dedicó una entrañable sonrisa antes de regresar a su asiento.

Perdona que te pregunte, chiquilla... -Comenzó a decir la mujer más anciana de la mesa, bastante mayor incluso que el propio Lu Yan. Aún llevaba su sombrero de bambú cubriendo su cabeza cana, y sus ojos vidriosos te observaban con una desdentada sonrisa llena de expectación- ¿Es verdad que eres la sobrina del Señor? -Preguntó abiertamente, mientras los demás comensales dejaban cuanto tenían en las manos y bocas, aguardando la respuesta a esa y la siguiente pregunta- ¿Vais a vivir con él?

¿El Señor? ¿Acaso se refería a tu tío, Lu Yan? ¿Era acaso Señor de aquellas tierras?

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20/01/2018, 21:18
Rui Wu-San

No sabía explicar qué era, pero continuaba pareciéndome extraño el comportamiento de aquella gente, quien parecía realmente contenta a pesar de lo que había sucedido. Traté de no darle más vueltas al tema, viendo cómo una de las mujeres tomaba el bebé con una gran soltura, seguramente la que la experiencia te daba. Pasó por detrás de Kippei mientras mecía al bebé, fijándome en cómo el japonés abría sus ojos ante mis palabras para después volver a bajar su mirada avergonzado. Lo observé con ternura ante ello, aunque en seguida desvié mi mirada, avergonzándome yo también; pues era posible que aquella gente que no nos quitaba la vista de encima se diera cuenta.

Cuando la mujer se acercó a mí, coloqué los brazos como me indicó, sujetando al pequeño entre mis brazos. La señora lo tapó bien y volvió a su asiento, mientras que yo me quedaba prendada de la criaturita que ahora se encontraba en mi regazo, separando mis ojos de él sólo cuando la que parecía ser la mujer más anciana de la mesa me habló.

Parecía querer preguntarme algo, pero nunca hubiera imaginado de qué se trataba. Mis ojos se abrieron más, sorprendida, cuando formuló su primera pregunta. No fui capaz de responder de inmediato, escuchando entonces la segunda.

El Señor… ¡Lu Yan! ¡Maldito seas!

Mi ceño de frunció un momento, aunque en seguida traté de borrar aquel gesto, para lo que me ayudé volviendo a mirar al pequeño que sostenía entre mis brazos.

- Si se refiere a Lu Yan, sí, es mi tío. – respondí meciendo al bebé, levantando entonces mi rostro y mirando a los presentes. – Lo de vivir con él… Como las cosas continúen así, me parece que no. – dije algo malhumorada, mirando entonces a Kippei. – De echo, quizás deberíamos irnos ya.

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25/01/2018, 04:02
Director

La confusión se adueñó de los rostros de los presentes, tras un breve atisbo de alivio y expectación al confirmar lo que, por lo visto, ya debían saber. Pero ¿qué importancia tenía para esa humilde gente que fueras la sobrina de Lu Yan, o que pudiera vivir con él? No lograbas entenderlo, como tampoco el modo en que sus expresiones parecían mostrarte cómo tu negativa a vivir con tu tío pareció caer sobre ellos como un jarro de agua helada en pleno invierno. Hombres y mujeres se miraban entre sí, con una mezcla de preocupación, desilusión y tristeza, e incluso la amable anciana pareció encogerse ante tu respuesta.

Kippei, al oírte hablar de marchar, alzó su rostro confuso. Parecía creer que se había perdido algo en la conversación, y que era por eso que no entendía lo que estaba pasando.

¿I-ir? ¿Ahora? -Preguntó, con sus ojos rasgados tan abiertos como le era posible- ¿No espera maestro? Lu Yan dice esperar...

¿Pero por qué dice eso? -Le interrumpió una mujer, algo menos mayor que la anciana pero que igualmente había visto pasar muchas estaciones, una y otra vez- ¿Ha hecho algo el señor para desairarla, a usted o a su esposo? El señor ha sufrido mucho, pero tiene buen corazón... Si alguien cuidase de él...

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29/01/2018, 00:26
Rui Wu-San

No entendía la actitud de aquella gente. Podía comprender que admiraran a Lu Yan porque hubiera hecho algo por ellos en el pasado, pues mi tío ocultaba una historia como guerrero de la que poco sabía, ¿pero qué importaba a aquellas personas que fuera su sobrina y el que fuera a vivir o no con él?

No acertaba a adivinar de qué se trataba, pero mi insinuación de que posiblemente no me quedaría pareció generar un tremendo disgusto en los presentes, tornándome aún más confusa.

Pero yo no era la única en aquella situación, y es que Kippei me miró de aquel modo, preguntándome por aquello de marcharnos y recordándome que me tío había dicho que le esperáramos.

- No sé por qué debería hacer lo que dice mi tío. – repliqué al chico, aún molesta porque Lu Yan me hubiera ocultado que era el señor de aquel lugar.

Entonces una de las mujeres puso voz a sus inquietudes, esas que seguramente compartirían el resto de lo presentes. Fue con sus palabras cuando comencé a comprender qué estaba pasando.

- Algo así… - dije agachando la cabeza con timidez, cuando la mujer preguntó si acaso mi tío nos había ofendido de algún modo, aunque mi vergüenza venía del hecho de referirse a Kippei como mi esposo.

Había dejado que creyeran que así era cuando lo dieron por hecho al llevar a Kippei a la casa, pues temía que no me dejaran pasar de saber que no era su mujer, y ahora no sabía cómo resolver aquel entuerto. Así que simplemente obvié el comentario, esperando que Kippei no se hubiera enterado de lo que decía la mujer.

- ¿Cuidar de él? – pregunté levantando mi rostro al terminar de escuchar a la mujer. - ¿Por eso esperaban que me quedara? – añadí, aunque aquel tenía que ser el motivo casi con total seguridad. – Mi tío se desenvuelve muy bien él sólo… ¿Por qué creen que necesita que alguien le cuide? – pregunté inquieta, pues puede que hubiera algo más que Lu Yan me estuviera ocultando.

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29/01/2018, 16:38
Director

Porque son gente sencilla. -Dijo de pronto una voz, junto a la puerta abierta de entrada, sobresaltando a los presentes. Incluso Kippei, que habitualmente parecía percatarse de cuánto acontecía alrededor, dio un respingo. Y por lo visto, haber sido sorprendido no le sentó demasiado bien, pues pudiste notar su tensión- Y por tanto, buscan soluciones sencillas a problemas complejos.

Quien asi hablaba era un hombre mayor, con la vestimenta de un monje, la cabeza rapada y una larga perilla de chivo completamente cana. Sostenía un collar de cuentas negras en su mano, y sus dedos arrugados pero firmes iban pasando de una cuenta a la siguiente como si estuviera contando. Sin embargo, lo que más llamaba la atención eran sus ojos, de iris blanco y sin vida. Era un hombre ciego.

Lo que el muy honorable maestro Lu Yan precisa no es a nadie que cuide de él, sino una razón para cuidar de sí mismo. Un motivo para vivir. -Afirmó con total convencimiento, mientras los comensales agachaba sus rostros en señal de respeto. Un par de mujeres se levantaron y prepararon un sitio más en la mesa, pero nadie se le acercó para acompañarle a la misma- No es algo que debiera reposar en los hombros de nadie... salvo de él mismo.

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14/02/2018, 23:42
Rui Wu-San

La respuesta a mi pregunta no vino de ninguno de los presentes, sino de un inquietante hombre que apareció de pronto junto a la puerta de entrada. Todos nos sobresaltamos ante sus presencia, incluido Kippei, quien pareció ponerse tenso.

Quizás en otra situación mi pensamiento se hubiera dirigido hacia la respuesta en sí misma, la cual afirmaba que la gente sencilla buscaba soluciones sencillas ante problemas complejos, pero el aspecto de aquel hombre llamó demasiado mi atención.

Su iris blanco, como de otro mundo, era sin duda lo que más me impresionó; pero poseía varias peculiaridades más. Su atuendo parecía ser el de un monje, y sostenía una especie de collar negro con cuentas, por las cuales pasaban sus ancianos dedos como si las contara.

Sin dejar de mecer al bebé, salí de mi ensimismamiento al ver que el hombre tenía aún algo más que decir. Daba entonces respuesta a lo que verdaderamente sucedía con mi tío, ante lo que los presentes agachaban la cabeza en señal de respeto, mientras que yo me quedaba pensativa; volviendo a observar la pequeña criatura que tenía entre mis brazos.

Un motivo para vivir…

Pronto le prepararon un sitio en la mesa, aunque nadie pareció dispuesto a ayudarle a tomar asiento, a pesar de que el hombre parecía ciego. Porque con esos ojos… Tenía que serlo, ¿no?

- Disculpe, pero… Parece conocer muy bien a mi tío. ¿Sabe si él es consciente de eso? ¿Si acaso está tratando de encontrar ese motivo? – pregunté confusa, pues era muy poco lo que sabía sobre Lu Yan, e informaciones muy distintas sobre él se mezclaban en mi cabeza. - ¿Cómo…? ¿Cómo podría yo ayudarle? – terminé por preguntar a aquel peculiar hombre, sin entender yo misma muy bien el motivo.

Puede que se debiera a que parecía tratarse de un hombre sabio, a que parecía conocer mejor a mi tío que yo, o quizás a que el deseo de ayudar a mi tío me llevaba a buscar la respuesta a aquella pregunta donde fuera.

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11/04/2018, 12:42
Ge Lóng Recuerdo-de-Guerra-y-Paz

El anciano reaccionó lentamente, al oír tu voz. Inclinó su cabeza hacia un costado, pero su rostro no miró en tu dirección, sino hacia un costado. Cuando terminaste de preguntar, dio un par de pasos hacia la mesa antes de detenerse y girarse a recuperar un sencillo y largo bastón de madera que había dejado apoyado junto al marco de la puerta. Apoyándose en él, caminó hacia la mesa, tomando asiento en el sitio que los comensales habían preparado para él. Todo el recorrido lo hizo sin el menor titubeo, como si fuera perfectamente capaz de ver, pro su rostro miraba hacia arriba, y sus ojos estaban muertos... ¿no?

Conozco a tu tío, pequeña. En otro tiempo, éramos amigos, y acudíamos el uno al otro en busca de ayuda. Él buscaba mi consejo, y yo buscaba su fuerza. Tu eres la sobrina, desde luego, su último nexo de unión con su familia entre los hombres. -Una de las mujeres a la mesa se acercó a servirle un poco de licor en el vaso que el hombre tenía delante. Sin embargo, su anciana y arrugada mano se posó sobre el vaso, cubriéndolo, mientras el anciano husmeaba el aire un par de veces- Agua, por favor. -Solicitó, apartando la mano al retroceder la mujer, que cambió la botella de licor por un jarro de agua fresca para servirle- ¿Si es consciente de todo ello? Es difícil aventurarlo, aunque es probable que sí. Más bien el problema es si le importa o no. Hace demasiado tiempo que nada le importa lo suficiente. Es posible que esté buscando un motivo para vivir, sí. Pero también que esté buscando una forma de dejar todo atado, para dejar de hacerlo. -Afirmó con absoluta frialdad, pese a que aquella afirmación dejó boquiabiertos a varios de los presentes, algunos de los cuales unieron sus manos en una muda oración ante semejante fatalidad- ¿Ayudarle? ¿Es eso lo que realmente deseas? Hace poco estabas planteándote marcharte de aquí sin esperar a su regreso siquiera...

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20/04/2018, 18:08
Rui Wu-San

El anciano resultaba tan enigmático como inquietante. A pesar de que no parecía ver, no le costó nada acercarse a la mesa, recuperando antes su bastón, terminando por sentarse en aquel lugar que habían dispuesto para él y que por aglún motivo el hombre lo sabía libre.

Una vez se hubo acomodado, comenzó a responder a mis preguntas. Respuestas que dieron lugar a más preguntas. El anciano conocía a mi tío, y parecía conocerle muy bien, pues había hecho referencia a acudir a él en busca de su fuerza. Aquello me llevó a pensar que debía conocer lo que mi tío realmente era, aunque, puede que no fuera así, después de todo Lu Yan también parecía haber ayudado a aquella aldea sin que estos conocieran que pertenecía al pueblo tigre.

Al mencionar que yo era la única unión de mi tío con su familia entre los hombres, aquella sensación aumentó, aunque puede que simplemente estuviera hablando desde un punto de vista religioso; y es que el misticismo de aquel hombre era evidente.

Volví a quedarme anonadada cuando el anciano pareció ver que iban a servirle licor, colocando su mano incluso sobre el vaso. Puede que hubiera percibido la bebida alcohólica sólo con su olfato, pero… ¿Cómo sabía dónde estaba el vaso exactamente? Retiró su mano y solicitó agua, antes de continuar respondiendo a las cuestiones que le había formulado.

Las palabras del hombre dejaron claro que lo importante no era si Lu Yan era consciente de que necesitaba un motivo para vivir, sino si realmente le importaba encontrarlo, podría estar buscándolo, por eso había ido en mi busca, queriendo reunirse con el último miembro de su familia que le quedaba. O puede que como decía el anciano, sólo tratara de atar los cabos sueltos antes de pasar a la otra vida; de hecho, mi tío ya había mencionado algo al respecto, queriendo dejarme sus bienes.

Apretaba mis dientes, impotente, casi sin darme cuenta; cuando el anciano que parecía carecer de vista me preguntó si ayudarle era realmente lo que quería, pues había estado a punto de marcharme. Agaché mi rostro de inmediato, avergonzada, observando la pequeña criatura que sujetaba entre mis brazos.

- Me saca de quicio… A veces parece estar tomándome el pelo, y me cuenta las cosas a medias. - dije algo seca, pero mi voz se fue quebrando. – No sé lo que quiere de mí… Pero él… Me cuida. aguante un suspiro, llevando mi mano hacia el rostro del bebé, acariciando su mejilla delicadamente con uno de mis dedos. – No necesito a nadie. – añadí cortante, deteniendo la caricia, para alzar después mi rostro y mirar al hombre. - No necesito a nadie, pero me gusta saber que tengo a alguien... - reconocí, suavizando mi manera de hablar, terminando por dejar escapar un suave suspiro mientras bajaba la mirada otra vez.

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16/05/2018, 18:20
Ge Lóng Recuerdo-de-Guerra-y-Paz

El anciano ciego atendió a tus palabras con parsimonia, mostrando una tenue sonrisa que parecía más propia de la costumbre que de desvelar su verdadero estado de ánimo. Guardó silencio incluso cuando callaste, alzando su rostro hacia el techo de aquella estancia durante un breve instante.

La necesidad... la posesión... De ahí nacen todos los problemas. -Comentó entonces, enigmáticamente. Su rostro se tiñó de un aire sombrío cuando volvió a bajar su rostro, como si estuviera mirando la mesa que no podía ver- Todo sería mucho más sencillo si todos aceptásemos las cosas tal como son, y no como quisiéramos que fueran. Pero para alcanzar ese estado, hace falta iluminación... -Meditó en voz alta, sin que comprendieras a qué se refería exactamente.

- Tiradas (1)
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16/05/2018, 18:27
Kippei Gennosuke

Mientras el anciano observaba sin ver aquel techo, percibiste un gesto inusual a tu lado. Kippei había dejado de prestar atención al monje, y mantenía la vista fija en la puerta de la casa, con el ceño fruncido. Justo cuando te fijaste en ese hecho, le descubriste agachando la mirada y ladeando su rostro hacia un costado, como si tratase de escuchar algo. Fue entonces cuando el anciano retomó la palabra, y ese hecho pareció incomodar al joven japonés, que se puso en pie lentamente, volviendo a fijarse en la puerta, hacia donde comenzó a dirigirse paso a paso, lentamente.

- Tiradas (1)
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16/05/2018, 18:34
Ge Lóng Recuerdo-de-Guerra-y-Paz

Te dio la impresión de que el movimiento de Kippei no le pasó desapercibido al anciano, aunque no hizo gesto alguno hacia el japonés. En lugar de ello, continuó mirando la mesa con sus ojos sin vida, mostrándote aquella perpetua sonrisa comedida, y cuando el japonés pasó tras él retomó sus reflexiones.

Aún eres muy joven para comprender el orden natural de las cosas, el modo en que todo encaja y fluye con naturalidad. Ambos lo sois,  pero a pesar de que algunos no alcanzan la iluminación tras toda una vida de aprendizaje, vosotros estáis a tiempo de aprender y alcanzar la felicidad a través del desprendimiento del deseo. -Afirmó, girando su rostro hacia ti, como si aquellos ojos pudieran verte claramente. Su sonrisa se ensanchó un poco más, aunque su expresión se tiñó de cierta lástima- No importa lo que nosotros queremos del mundo, tan sólo lo que el mundo demanda de nosotros. Una vez lo comprendemos, nuestras fuerzas negativas y positivas logran un equilibrio. Formar parte del orden natural de las cosas, ejercer un papel dentro del equilibrio que traiga prosperidad a nuestro alrededor, nos ofrece una mayor y más pura felicidad que el cumplimiento de nuestros bajos instintos.

¿De qué diablos estaba hablando aquel hombre? ¿Qué tenía que ver con lo que estabais hablando? ¿Qué tenía que ver contigo?

Eres una hija de la Madre Esmeralda, un ser muy especial. -Añadió de pronto- Tu lugar está evitando el conflicto, y no generándolo...