Partida Rol por web

En busca del Templo del Mono

3~ Pequeña Aldea antes del Hogar

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20/05/2018, 21:06
Rui Wu-San

No podía imaginar lo que a aquel anciano podía estar pasándosele por la cabeza ante mis palabras, pues su rostro poco me decía. El silencio que se hizo cuando terminé de hablar se prolongó algo más, hasta que aquel hombre lo rompió tras dirigir su mirada hacia el techo. No entendía a qué venía aquello de que de la necesidad y la posesión nacían todos los problemas.

Kippei, en cambio, era como un libro abierto; al menos la mayoría de las veces. Mientras el monje aún miraba al techo no me pasó desapercibido cómo el japonés miraba a la puerta con el ceño fruncido, para realizar después un gesto que indicaba que trataba de afinar su oído. Pero aquello no resultó suficiente, pues el anciano continuó hablando, bajando su mirada a la mesa mientras su rostro de tornaba sombrío y continuaba reflexionando sobre aquella idea que había soltado poco antes.

Kippei terminó poniéndose en pie, pareciendo molesto porque el anciano no le permitía escuchar, y comenzó a dirigirse hacia la puerta despacio. Estuve a punto de decirle algo, pero algo me decía que sería inútil, y si realmente pasaba algo en el exterior, lo mejor era que el chico lo averiguara.

Puse nuevamente toda mi atención en el anciano, quien había pasado de hablar en términos generales a hacer referencia directa a Kippei y a mí. Me inquieté al parecer que me miraba, mostrándome aquella sonrisa que no impidió que su gesto transmitiera cierta lástima.

A pesar de que ponía atención a sus palabras, seguía sin comprender. Podía hacerme una idea general de lo que quería decir, pero, ¿qué tenía que ver todo aquello conmigo? Sus últimas palabras contribuyeron a dejarme aún más confundida. Aquel hombre parecía saber lo que yo era, o al menos que no era alguien normal, diciéndome que debía evitar el conflicto, y no generarlo.

¿Generarlo? No estoy generando nada, ¿de qué demonios habla?

- Disculpe, pero no termino de entender sus palabras... Además, no sé si se refiere a que estoy generando algún tipo de conflicto o a que podría hacerlo. – hice una pausa, tratando de calmarme, pues me daba miedo terminar resultando demasiado hosca. – No estoy sucumbiendo ante ningún instinto, ni haciendo daño a nadie por desear algo, no sé cómo podría estar generando ningún problema así. Y tampoco tengo intención de crear problemas en el futuro. – afirmé seria, desviando mi mirada para observar a Kippei, preguntándome qué hacia; volviendo pronto a mirar al monje, a pesar de que este no podía verme. – Sobre lo de que soy especial… ¿Qué quiere decir? – pregunté con suspicacia.

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21/05/2018, 22:09
Ge Lóng Recuerdo-de-Guerra-y-Paz

El anciano esperó pacientemente a que terminases de mostrar tus dudas, sonriendo de forma afable. Sin embargo, su rostro se desvió de ti un instante, en el momento justo en que Kippei apoyó una mano en el marco de la puerta, observando el exterior. Solo fue un gesto, breve y conciso, antes de retomar la palabra.

Ni una cosa ni la otra, jovencita. No eres culpable de lo que acontece, ni está en tu mano generar nada... Aunque sí que podrías evitarlo, ponerle fin. -Comentó mirándote con sus ojos vacíos- Eres joven para comprender que todo en esta vida está conectado, que la muerte de una mariposa no le incumbe sólo a ella, sino que la desaparición de su aleteo puede tener enormes consecuencias en muchos otros. La búsqueda egoísta de la felicidad personal puede hacerte desgraciada, y lo que es peor, hacer desgraciados a muchos otros. -El monje se pasó una mano por la larga perilla, divertido ante tu última pregunta- Aún no lo sabes, ¿verdad? Ese viejo borracho no te lo ha dicho... Eres una hija de la Madre Esmeralda, una humana imbuida de Su espíritu. Eres la encarnación de una diosa, y su suma sacerdotisa. Por eso eres tan apreciada... y deseada. Y por eso negarte a aceptar los deseos de alguien tan poderoso traerá tanta desgracia a estas tierras y sus gentes.

¿Estaba hablando de...?

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21/05/2018, 22:18
Kippei Gennosuke

En ese preciso momento, percibiste cómo Kippei se ponía tenso, junto a la puerta. Se giró bruscamente y te miró, aterrorizado.

¡Rui! -Gritó, desesperado- ¡CORRE!

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22/05/2018, 19:02
Rui Wu-San

El monje mostraba su afable sonrisa mientras yo hablaba, sin dejar de mirar en mi dirección, hasta que al posar Kippei su mano en la puerta y mirar hacia el exterior el anciano miró hacia allí al mismo tiempo. Cada vez tenía menos claro si aquel hombre veía o qué sucedía con él. Si de verdad no era capaz de ver, debía contar con alguna capacidad que le permitía saber qué sucedís a su alrededor. Días atrás aquello era algo que ni me hubiera planteado, pero había presenciado demasiadas cosas imposibles desde que Lu Yan apareció en mi vida.

El anciano retomó la palabra, comenzando por aclarar que ni era culpable de lo que sucedía ni era capaz de generar nada, pero sí que podía evitarlo. Seguía sin comprender a qué se refería, aunque fue desvelándolo poco a poco, comenzando por hablarme de cómo unas cosas afectaban a otras, para terminar diciendo que buscar mi propia felicidad podía hacer desgraciados a otros. Comprendí con ello que al parecer se trataba de mi desgracia o de la de los demás, pero seguía sin entender por qué.

La pregunta sobre lo que era pareció divertir al anciano, quien me dijo qué se suponía que era, ampliándome lo que mi tío me había dicho. No me gustó nada cómo se refirió a este, lo que me hizo fruncir el ceño de inmediato. Era un viejo borracho, sí... Pero ese hombre no tenía derecho a hablar así de él.

Pero el monje no había acabado. Al parecer por aquel motivo era apreciada y deseada, pero aquello no fue todo. Afirmó que negarme a aceptar los deseos de alguien muy poderoso sería lo que traería la desgracia a aquellas tierras y sus gentes. Mis ojos se abrieron como platos, viniéndoseme a la cabeza de inmediato aquel hombre que parecía estar persiguiéndome. El que me buscara por aquello que parecía ser era una posibilidad de la que ya había hablado con mi tío, pero aquel hombre no sólo lo confirmaba, sino que parecía convencido de que debía ceder a los deseos de aquel hombre.

Sin saber qué decir, mis ojos buscaron a Kippei, asustada, dándome cuenta entonces de cómo este se ponía tenso. Entonces se giró hacia mi de forma repentina, dirigiéndome una mirada llena de terror. Tras gritar mi nombre me pidió del mismo modo que corriera, lleno de desesperación, momento en el que me giré bruscamente para entregar el bebé a la mujer que tenía al lado.

Me puse en pie tan rápido como pude, rodeando a la gente sentada en aquella mesa para dirigirme a una de las ventanas que permanecía abierta para iluminar la estancia. Levanté ligeramente mis ropas para tener mejor movilidad y me apoyé en el marco de la ventana, saliendo de aquel lugar tan rápido como pude y dispuesta a echar a correr en cuanto mis pies se posaran en el suelo del exterior.

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24/05/2018, 23:57
Director

No tuviste tiempo para detenerte a pensar. La tensión que había adquirido la conversación con el anciano monje culminó en una explosión violenta ante el grito desesperado de Kippei. Entregaste el recién nacido que sostenías entre tus manos a quien estaba sentada a tu lado, al tiempo que los presentes aguantaban el aliento o chillaban con estupor. Mientras te ponías en pie y echabas a correr, sentiste sin poder ver cómo se formaba un tumulto a tu espalda. Oíste voces gruñendo, quejándose, gritando algo en un lenguaje que no comprendías. También golpes, choques contra la madera de la casa, lo que parecía ser un mueble volcándose...

Al fondo de la primera estancia en que lograste penetrar en tu carrera, viste una amplia ventana abierta. No lo dudaste, y te abalanzaste a través de ella, precipitándote al exterior. Aterrizaste sobre un suelo terroso, justo al lado de una pequeña maceta en que unas pocas florecillas trataban de desarrollarse con paciencia. Te encontrabas en una especie de callejuela estrecha, con diversas salidas entre las casas separadas entre sí, todas de techos bajos, de una única planta, y algunas con escaleras de mano para alcanzar la techumbre, que precisaba de arreglos debido a la modestia que imperaba en la aldea.

No tardaste en vislumbrar una sombra que surgía al callejón desde uno de los laterales de la casa, a tu derecha. Un hombre con ropas de cuero y pieles al hombro, exactamente la misma vestimenta que los hombres que habían tratado de raptarte en tu hogar familiar. De hecho, aunque no estabas segura del todo, existía la posibilidad de que fuera precisamente uno de ellos. Y corría hacia ti.

En tu mano, sin que pudieras comprender cómo ni por qué, estaba el cayado que tu tío te había regalado.

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02/06/2018, 14:32
Rui Wu-San

Mientras trataba de huir, buscando con rapidez una salida, sentí cómo a mi espalda se agitaba la situación. Voces quejándose, gritos, golpes, incluso muebles que abandonaban su lugar habitual… Sólo esperaba que Kippei no saliera mal parado por intentar facilitar mi huida.

Al entrar en otra estancia pronto vi una ventana por la que logré acceder al exterior con rapidez, cayendo sobre un suelo terroso. Las florecillas que vi de pasada me recordaron lo vivido junto a mi tío, cuando había hecho surgir aquellos brotes.

Todo es culpa de eso que yo no he pedido tener.

Me encontraba en una callejuela con diversas salidas que daban a distintas casas, todas ellas similares y de aspecto humilde. Antes de decidir hacia dónde continuar corriendo, una sombra surgió por el lado derecho de la casa, encontrándome pronto con que un hombre vestido como aquellos que habían tratado de capturarme en mi casa corría hacia mí, puede que incluso fuera uno de ellos.

Sin entender cómo, aquel cayado que me había dado mi tío estaba en mi mano, pero no podía detenerme a determinar cuándo lo había cogido. Me di media vuelta y comencé a correr por la callejuela para huir de aquel hombre, girando hacia la primera salida que encontré a la derecha de esta.

- Tiradas (2)
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07/06/2018, 09:29
Director

Apenas alcanzaste a reaccionar, mientras observabas la distribución de aquella aldea. Casi podías asegurar que entendías su configuración, la forma en que las casas y chabolas estaban dispuestas. En función de eso, podías prever las distintas rutas por las que podías huir, al menos si tus primeras suposiciones eran acertadas. Había casas más grandes, formando un núcleo central ordenado en el centro de la aldea, donde te encontrabas. Por tanto, los callejones eran rectos y formaban ángulos de noventa grados, como una cuadrícula. En cambio, algo más allá había casuchas menores, construidas de forma desordenada y entre las que las callejas eran estrechas y, en algunos casos, destinadas a alcanzar un patio de alguna casa, rutas sin salida.

Sin embargo, meditar acerca de la distribución de la aldea te demoró más de la cuenta. Cuando quisiste reaccionar y echar a correr, aquel hombre había echado a correr a gran velocidad en tu dirección, acortando bruscamente la distancia que os separaba. Si no empezabas a correr de verdad, pero de verdad, le tendrías encima mucho antes de abandonar aquella aldea.

Así que corriste, báculo en mano, y te internaste en una callejuela justo a tiempo de observar por el rabillo del ojo cómo otro hombre aparecía por el otro extremo de la calle. No te cabía duda de que ambos convergerían en aquella callejuela para seguir tus pasos, y lo que era peor, no podías descartar que hubiera más.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Seguimos tirando ^^

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07/06/2018, 21:01
Rui Wu-San

Detenerme a pensar en cómo estaba configurada la aldea me hizo perder un valioso tiempo, pero necesitaba saber hacia dónde huir para no verme atrapada en un callejón sin salida. En la zona en la que me encontraba las casas eran más grandes y sus calles rectas y situadas formando ángulos de noventa grados, sin embargo cuando me alejara de aquella zona central me encontraría con casas muchísimo más humildes y desordenadas, donde las callejuelas podían terminar dando a patios sin salida.

Reaccioné tarde, habiendo aquel hombre acortado muchísimo la distancia que le separaba de mí. Me esforcé entonces en aumentar mi velocidad, apretando aquel báculo con fuerza, dándome cuenta al internarme en la callejuela que por el otro lado había aparecido otro de aquellos hombres. Ambos terminarían tratando de darme alcance por aquella calle.

Sin dejar de correr cuanto podía, miré a un lado y otro buscando otra callejuela. Si me daba tiempo, cambiaría de calle en cuanto tuviera ocasión, tratando de que aquellos hombres me perdieran la pista.

- Tiradas (2)
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25/06/2018, 11:24
Director

Estabas segura de que al fondo de aquella calle podrías enfilar el exterior de la aldea, una salida. Al mismo tiempo, te preguntabas si salir a campo abierto era tu mejor opción. Sin un lugar donde esconderte, ni posibilidad de perder a tus perseguidores más allá de la esperanza de ser más rápida que ellos y dejarlos atrás. A lo lejos, un relincho te arrebataba de un tortazo las esperanzas de que eso fuera a ser tan sencillo, pero no podías detenerte, debías seguir corriendo, debías...

Sentiste una sacudida en el brazo, algo que te empujaba y desequilibraba tu carrera. Sin poder evitarlo, desviaste tu carrera creyendo que perderías el pie y caerías al suelo, pero en lugar de ello tropezaste con unas cestas de mimbre que descansaban a la entrada de una de las humildes casas de la aldea. Cuando estabas a punto de darte de bruces contra el suelo, de un modo instintivo, casi como si el báculo se moviera por sí mismo, éste se apoyó en el suelo y logró equilibrarte lo justo para que chocases de espaldas contra la pared del edificio, permaneciendo en pie. Ante tí, sobrepasándote mientras aún frenaba, uno de tus perseguidores se erigía en quien te había desequilibrado de un empujón, habiéndote alcanzado gracias a su gran velocidad. Tras él, el otro mercenario se retrasaba para evitar que dieras la vuelta y pudieras huir, estando rodeada por ambos.

Y entonces lo sentiste, cómo el suelo bajo tus pies temblaba ligeramente, siguiendo el mismo latir de tu acelerado corazón, perfectamente acompasado, como si ambos, la tierra y tu alma, estuvieran unidos en la danza de una melodía primaria, anterior a todas las cosas. Como si fueras capaz de moldearla y doblegarla a tus deseos. Tus ojos se encontraron con el báculo que te había regalado tu tío, donde una figura tallada con la forma de un mono te observaba con expresión ceñuda, como aguardando, como susurrándote algo...

Hazlo...

- Tiradas (2)
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24/09/2018, 02:37
Rui Wu-San

Hay momentos en la vida en que te sientes perdido, sin saber qué hacer, pues ninguna de tus opciones te parece buena. Así me sentía en aquellos momentos, avanzando en pos de dejar aquellas calles atrás, con la expectativa de salir a campo abierto, donde mis posibilidades de escapar tampoco parecían ser grandes.

Aun así, no podía detenerme, y corría cuanto podía hasta que sentí un empujón. Mi carrera se desvió, y a punto estuve de caer al tropezar con unas cestas que reposaban junto a la entrada de una casa, pero de forma instintiva logré apoyarme con el báculo. Este me permitió librarme de la caída, chocando mi espalda contra la pared del edificio, y pudiendo así permanecer en pie.

Vi pasar a mi perseguidor, quien me había empujado y ahora frenaba. Su compañero, que venía detrás, también se detuvo, de manera que tenía uno a cada uno de mis lados; dejándome sin salida.

Fue entonces cuando sentí el suelo temblar ligeramente, un movimiento acompasado con mi corazón y que me hizo estremecer. Aquello no era normal. Algo estaba sucediendo. Había una conexión entre la tierra y yo, podía sentirlo. Era algo difícil de explicar, pero me sentía capaz de que esta hiciera lo que yo quisiera. Aquello no era normal, pero yo tampoco era normal.

Miré el báculo, donde el rostro de aquel simio parecía mirarme, incluso hablarme. Estaba esperando algo, era el momento de actuar. Recordé mi infancia en la herrería, cuando siendo una chiquilla perdida que no sabía qué hacer logré reunir el coraje suficiente para actuar, y me aferré a aquel báculo con fuerza.

Alcé el bastón con ambas manos, cerrando mis ojos antes de bajarlo violentamente y dar así un fuerte golpe contra el suelo con él; esperando que esa tierra que tan unida sentía a mí me ayudara a escapar de aquella.

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25/09/2018, 16:17
Director

Todo a tu alrededor parecía moverse a un compás especial, como una banda musical cuyas notas convergían para unir los sonidos de varios instrumentos en una música que iba creciendo en intensidad. Notabas tu propio corazón, un pequeño temblor en la tierra bajo tus pies, el báculo en tus manos que te observaba, como si pretendiera decirte algo...

Y creíste comprender sus palabras. No tenía el menor sentido, pero nada de lo que habías visto en los últimos días lo tenía. Decidiste dejar el sentido común a un lado y dejarte guiar por el corazón, y tu corazón te decía que alzases el báculo y golpeases la tierra con él.

Así lo hiciste, y el suelo pareció temblar con fuerza al impactar el tallado de madera sobre el suelo de tierra reseca. Cerraste los ojos, y te preparaste para lo que pudiera suceder. ¿Acaso el suelo temblaría, provocando la caída de todos en las cercanías? Temiste ser tú quien cayera al suelo, desequilibrada, pero nada más lejos de la realidad...

Al abrir los ojos, rodeada de los gritos de aquellos hombres, viste que se encontraban enterrados en el suelo, con sus piernas aprisionadas bajo la tierra hasta mitad del muslo, como si unas arenas movedizas les estuvieran engullendo.

Y eso lo habías hecho tú.

Notas de juego

¡Felicidades! Acabas de descubrir el primer poder de Rui ^^

Dominio de la Tierra: El personaje es capaz de obligar a la misma tierra a obedecerlo, esculpiendo nuevas formaciones, tragándose a sus enemigos en pantanos, en arenas movedizas, y demás.
Sistema: Gasta 1 o más puntos de FV. 1 punto creará efectos menores, como pequeñas tormentas de arena en el desierto o un pequeño desprendimiento; 2 o más puntos crearán progresivamente efectos mayores, hasta poderosos terremotos localizados y repentinas avalanchas abrumadoras con 3 puntos. Este poder funciona solamente en tierra natural.

Apúntalo en la ficha ;)

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01/10/2018, 22:58
Rui Wu-San

Había decidió dejarme guiar por mi instinto cuando comencé a sentirme una con la tierra. Sonaba extraño incluso pensar en ello. Una con la tierra… Aquella era una comunión que no había sentido hasta hacía poco, pero que me resultaba tremendamente natural, como si siempre hubiera estado ahí.

Golpeé el suelo con decisión, aunque al sentir el temblor de la tierra temí por un instante que aquello no saliera bien, y es que si aquel movimiento aumentaba podía ser yo quien terminara en el suelo. Pero aquello no sucedió. Al abrir mis ojos, escuchando los gritos de aquellos desgraciados, pude comprobar que la tierra los estaba engullendo; dejándome vía libre para escapar.

Me quedé estupefacta un segundo, casi sin creerme que aquello lo hubiera hecho yo, pero no tenía tiempo que perder. Podrían aparecer más tipos en cualquier momento, con lo que aferrando con fuerza el báculo con una mano eché a correr, dispuesta a salir de aquella aldea.

Puede que salir a campo abierto no fuera una opción ideal, pero no sólo me pareció la mejor de las opciones que tenía, sino que mi intuición me pedía alejarme de aquel lugar cuanto pudiera. Además, la idea de adentrarme en la naturaleza hacía que me sintiera más segura.

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02/10/2018, 11:02
Director

Apenas te pudiste permitir un instante de duda. Lo que había sucedido, lo que habías hecho, era algo increíble. Pero el concepto de esa palabra había cambiado demasiado en muy poco tiempo. La llegada de tu tío Lu Yan a tu vida había puesto patas arriba todo aquello en lo que creías, lo que era real o no, lo que era posible o no. Y te veías obligada a aceptar todo lo irreal que te rodeaba. Así que, sí, tú habías hecho aquello.

Bueno, ¿lo habías hecho tú, o lo había hecho aquel báculo?

Era también una pregunta para otra ocasión. Aquellos hombres semienterrados luchaban por liberarse de la tierra que aprisionaba sus piernas, y tal vez llegasen a lograrlo. Además, podían aparecer más de ellos, y no podías confiar en poder hacer lo mismo con todo hombre que ese desconocido que tan obsesionado parecía con poseerte enviase en tu busca. De modo que saliste corriendo, evitando a aquellos hombres enterrados para tomar una de las callejuelas que te llevasen al exterior de la aldea.

Y lo lograste, sin que más esbirros te salieran al paso. Sin embargo, fue precisamente al salir a campo abierto, mientras comenzabas a recorrer la distancia que te separaba del espeso bosque donde encontrarías refugio, que oíste los cascos de un caballo. Un jinete, ataviado con las mismas ropas, mezcla de protecciones de cuero y pieles de animal, que los demás mercenarios, cabalgaba hacia ti desde uno de los laterales de la aldea, la que parecía haber rodeado al galope. Aceleraste el paso, desesperada, temiendo no poder alcanzar aquella arboleda, y al echar la vista a tu espalda de nuevo viste cómo aquel jinete tensaba un arco apuntándote con él sin dejar de espolear a su montura.

Sin embargo, aquella saeta no llegaría a ser disparada. Con un grito desgarrador, el jinete fue descabalgado brutalmente, mientras una fiera salvaje arrollaba montura y jinete por igual. El caballo cayó al suelo, pero se levantó al instante alejándose velozmente. El jinete, sin embargo, fue destrozado de forma salvaje por aquel inmenso tigre que, entre gruñidos, mordió y rasgó con sus garras aquel cuerpo incluso instantes después de que dejase de respirar.

Entonces la bestia se giró en tu dirección, mirándote mientras de su boca, aún cubierta de sangre, brotaba un sonido a medio camino entre un gruñido y un ronroneo. Era una bestia descomunal, casi tan grande como el propio caballo huido, y cuando mostraba sus fauces, sus colmillos tenían la longitud de impresionantes cuchillos. A pesar de todo, un detalle que llamó tu atención fue su ojo izquierdo, que era de color blanco, como si estuviera cegado. El tigre estaba tuerto.

- Tiradas (1)
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09/10/2018, 20:56
Rui Wu-San

Había logrado salir a campo abierto, pensando que podría ponerme a salvo, pero antes de poder alcanzar la espesura del bosque, escuché cómo un caballo se aproximaba.

Miré hacia atrás viendo que se trataba de otro de aquellos mercenarios a juzgar por su atuendo. Traté entonces de correr con mayor velocidad, cuanto mis piernas dieran de sí, queriendo alcanzar el refugio que suponía el bosque.

Al volver a girar mi cabeza, queriendo averiguar si lograría escapar, comprobé con horror cómo aquel hombre tensaba un arco. Todas mis esperanzas de salir indemne de aquella se esfumaron de pronto, pues no tenía escapatoria ante una flecha si el mercenario era medianamente diestro, lo cual parecía ser así por cómo trataba de disparar sin amimorar la marcha de su montura.

Fue en ese momento cuando una bestia apareció de la nada, arrollando al jinete y al caballo, saliendo el segundo huyendo en cuanto volvió a ponerse en pie. El mercenario, sin embargo, no volvería a hacerlo. Había detenido mi carrera ante semejante escena, y observé con horror cómo aquel tigre destrozaba por completo al jinete.

Me sobresalté cuando el enorme animal se giró hacia mí, emitiendo este una especie de suave rugido. El aspecto de aquella bestia era realmente intimidante. Además de su tamaño y de tener la boca ensangrentada, poseía unos enormes colmillos que desviaron por un momento mi atención de otro de sus característicos rasgos. Uno de sus ojos era completamente blanco, lo que probablemente significara que no podía ver por él.

Por un momento me planteé continuar corriendo, pero aquel tigre me había ayudado y no se mostraba hostil. Aun así, no quise acercarme a él de momento.

- ¿Quién eres? ¿Por qué me has ayudado? - exigí saber, convencida de que debía tratarse de alguien perteneciente al pueblo tigre, aunque sin comprender qué hacía allí.

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10/10/2018, 10:29
Director

El tigre gruñó al ver que comenzabas a hablar, y cuando terminaste de enunciar tus preguntas, dio un paso al frente con sus imponentes patas y rugió con fuerza. Sentiste el aire cálido y poderoso azotar tu rostro, con aquel ensordecedor estruendo, y tus cabellos mecerse por la fuerza de su voz. Sin embargo, de algún modo, supiste que aquella bestia no buscaba hacerte daño.

Entonces sucedió lo que ya habías visto anteriormente. Un animal se tornó en hombre ante tus ojos, una maravilla celestial que, por lo visto, formaba parte de tu legado, estaba en tu sangre, aunque fueras mera portadora de un milagro que no te correspondía. El pelaje amarillo y negro se convirtió en un esplendoroso vestido de gran peso y lujo, negro con bordados dorados representando complejos diseños de vientos, cielos, tormentas y seres que se movían en ellas. El rostro de la bestia se convirtió ante tus ojos en un rostro humano, con una fina perilla y largos cabellos negros recogidos en una tupida melena que caía sobre la espalda como la cola de un hermoso corcel. El hombre, de dura mirada inquisitiva, llevaba uno de sus ojos cubierto por un parche que presentaba una pieza dorada con un símbolo desconocido para ti, aunque al instante se desprendió del parche mostrando un ojo completamente sano.

Yo soy la tierra. -Indicó, a modo de inusitada respuesta. Su voz era firme, dura e inquisitorial- Soy el agua. Soy los árboles y el cielo sobre tu cabeza. Yo soy la fuerza que protege a la Madre Esmeralda en esta tierra, pues esta tierra me pertenece. -Señaló, mostrándote su puño en alto- Ayudarte, Rui Wu-San, es lo que llevo días pretendiendo hacer. Es mi deber velar por las criaturas inferiores, porque todas ellas pertenecen a la Madre Esmeralda. Y tu deber, niña, es permitirme cumplir con el mío, y me lo has estado poniendo muy difícil.

En ese momento, varios de aquellos mercenarios extranjeros surgieron de entre las edificaciones de la aldea, mostrando expresiones de horror al contemplar a su compañero caído. El hombre ante ti les miró de reojo, esperando a que se acercasen antes de girarse y mirarles directamente.

Ocuparos de ese despojo. -Indicó señalando con desprecio el cuerpo del mercenario, ante lo que los hombres se inclinaron en señal de sumisión- Y recordad el destino que os aguarda si incumplís mis instrucciones.

Los hombres tomaron el cuerpo del fallecido por piernas y brazos, cargando con él en dirección a la arboleda, mientras el hombre volvía a mirarte con aire de suficiencia.

Ahora, jovencita, empezarás a comportarte como debes y aceptarás la hospitalidad que te brindo, en mi palacio. -Te indicó, como una especie de orden inapelable, mirándote de arriba a abajo- Necesitas un buen baño, ropa decente, y comer en condiciones...

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14/10/2018, 15:20
Rui Wu-San

A pesar de que sabía que aquel tigre no pretendía dañarme, me vi obligada a dar un paso atrás cuando tras pronunciarme el animal avanzó y emitió aquel poderoso rugido. La fuerza de este fue tal que incluso noté el aire golpear mi rostro y mecer mis cabellos, al mismo tiempo que acaparaba mis oídos, sin ser capaz de oír nada más que no fuera aquel rugido.

Pronto el animal se transformó en un hombre, quedándome paralizada al presenciar aquella magia. Puede que la sangre del pueblo tigre corriera por mis venas, pero para mi aquello era algo nuevo, y no dejaba de sorprenderme.

Dos cosas me llamaron la atención en un primer momento: lo elegante del atuendo de aquel hombre y el parche que llevaba en un ojo. Por su ropa parecía ser un hombre adinerado, con lo que aún entendía menos qué hacía en aquel recóndito lugar, y aquel parche con un símbolo que desconocía parecía ser el motivo por el que el tigre estaba tuerto; aunque no el hombre, como quedó claro al quitárselo.

Fue entonces cuando comenzó a responder a mi pregunta de un modo que se me antojó enigmático en un principio, pero que pronto se tornó arrogante. No sabía mucho sobre la Madre Esmeralda, pero me dio la impresión de que hablaba de sí mismo como si fuera ella, además, ¿qué significaba eso de que aquellas tierras le pertenecían? Se suponía que era mi tío quien era el señor de aquel lugar, y ni siendo eso así, me imaginaba a Lu Yan hablando en aquellos términos de la tierra que la Madre Esmeralda había creado.

Fruncí el ceño cuando se refirió a mí como criatura inferior al responder a por qué me ayudaba. Decía que aquel era su deber, y que llevaba días intentando ayudarme mientras yo complicaba su labor.

No até cabos hasta que varios de aquellos mercenarios que llevaban días siguiéndome hicieron aparición, terminando por acercarse y recibir órdenes de aquel hombre, quien les recordó lo que les pasaría si desobedecían.

No, no, no…

No había terminado de dar un nuevo paso atrás, cuando aquel hombre volvió a mirarme, al mismo tiempo que sus esbirros se llevaban a su compañero caído. Se trataba del hombre del que llevaba huyendo desde el entierro de mi familia, ese Fan Bingbing, no me cabía la menor duda. Como si fuera otro de sus súbditos, me ordenó comportarme como debía, sin saber qué significaba eso exactamente, y aceptar su hospitalidad; terminando por añadir tras mirarme de arriba abajo que necesitaba bañarme, cambiarme de ropa y comer.

¿Pero qué demonios se cree este tipo?

Había terminado de dar aquel paso atrás, pero no seguí retrocediendo. Con mi ceño aún más fruncido, estaba más que dispuesta a decirle un par de cosas a aquel tipo.

- ¿Eres Fan Bingbing, no? Ya le dije a tus empleados que no iba a acudir a tu palacio. No necesito tu ayuda, búscate otros series inferiores a los que ayudar para cumplir tu deber. – dije molesta, apretando mis puños, uno de los cuales se aferraba con fuerza al báculo. – Además, ya hay quien vela por mí, vete de aquí y déjanos en paz. – espeté.

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16/10/2018, 15:18
Fan Zarpa-Dorada Bingbing

Aquel hombre arrogante, que tan poco tiempo antes te había rugido en la forma de un inmenso tigre, apenas pareció molestarse con tus palabras. Lejos de ello, torció su rostro hacia un lado y te miró ladinamente, con los ojos entrecerrados. Al hacerlo, pudiste ver cómo sus párpados estaban maquillados con tonalidades que iban del azul al fucsia. De hecho, ahora que te fijabas mejor, todo su rostro poseía un brillo propio de gozar de una fina capa de maquillaje que le otorgaba un aire refinado y delicado, a pesar de la brutalidad de la que le habías visto hacer gala. Y en ese momento, parecía divertido por la osadía con que le rechazabas.

¿Hay quien vela de ti, jovencita? ¿En serio? -Espetó con condescendencia- ¿El anciano alcohólico, que ni siquiera se ha quedado a tu lado para protegerte? ¿O quizás el cachorro extranjero, incapaz de combatir? ¿Es esa la "protección" con la que ya cuentas, pequeña...? -Su sonrisa se desvaneció durante un instante, al tiempo que su voz ganaba una entonación del todo autoritaria y temible- ¡Yo soy Fan Fauces-de-Jade Bingbing, el señor de la guerra Khan más temido de esta era! ¡¡Si digo que sólo estás a salvo a mi lado, mi palabra es Ley!! -Te gritó, recuperando rápidamente la compostura, uniendo las manos a su espalda con un gesto solemne- Lo que le hayas dicho a mis hombres carece de importancia, jovencita. De hecho, lo que opines al respecto carece de importancia. Todo bajo el cielo posee su lugar en el orden de las cosas. Mi lugar está gobernando y protegiendo a mis súbditos, y el tuyo... dejándote proteger, y obedeciendo a tu señor...

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16/10/2018, 15:32
Ge Lóng Recuerdo-de-Guerra-y-Paz

En ese momento, Fan Bingbing se giró, como percatándose de algo. A lo lejos, viste asomar por una de las callejuelas de la aldea que derivaba en aquel descampado, al anciano monje invidente. Caminaba apresuradamente, apoyándose en su báculo, y era acompañado por dos de los mercenarios del señor tigre. Cada uno de ellos sostenía por debajo del brazo a un inconsciente Kippei, que era arrastrado literalmente en su avance.

¡Mi señor Bingbing! -Llamó el anciano la atención del noble, adoptando una postura respetuosa mientras efectuaba una leve reverencia. Los hombres a su lado dejaron caer de mala manera el cuerpo del joven japonés al suelo, y uno de ellos extrajo de su vaina una pesada espada, situándola sobre Kippei, pero sin dejar de mirar a Bingbing- Tus hombres se muestran partidarios de cortar la cabeza del joven extranjero. Te ruego que les impongas un poco de cordura, dado que el joven es un cachorro poseedor de la sangre del tigre...

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16/10/2018, 15:39
Fan Zarpa-Dorada Bingbing

El señor Bingbing no respondió inmediatamente. En lugar de ello, miró al cielo, atusándose la perilla que decoraba su barbilla mientras parecía estar meditando la decisión que aparentemente debía ser obvia. ¿O no? Volvió a mirarte con aquel gesto ladino, permitiéndote contemplar los colores de sus párpados al entrecerrar los ojos sibilinamente.

¿Tú qué opinas, jovencita...? -Te preguntó, con cierta malicia- Conoces a ese chico mejor que yo... Es de la sangre de mi tribu, un tigre. Sólo por eso, debería respetar su vida. No obstante, se ha opuesto a mis designios. Bien es cierto, también, que no es más que un cachorro, no tendrá ni idea de lo que está haciendo... -Divagó, alzando su mirada al cielo una vez más, apenas un momento, antes de volver a mirarte fijamente- ...aunque también podría haber hecho algo irreparable y haberte deshonrado. Habéis pasado tiempo juntos, ¿no? Él y tú, dos jóvenes en la flor de la vida, sin la debida vigilancia... Sí, tal vez debería hacerle matar por ello...

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21/10/2018, 21:46
Rui Wu-San

La reacción de Bingbing a mis palabras me resultó del todo inesperada, mirándome con lo que parecía ser condescendencia. Me fijé entonces en sus párpados, los cuales había coloreado, dándome también cuenta de que la piel de su rostro parecía estar maquillada; cosa que le daba un aspecto refinado que contrastaba mucho con la forma de tigre que era capaz de adoptar.

Lejos de enfurecerse, mi arranque pareció divertirle, y me habló con la condescendencia que me parecía haber advertido en su rostro. Pero no fue esta la que me molestó, que pensara de mí que era una ilusa me traía sin cuidado, pero me enfureció que hablara así de mi tio y de Kippei. Estaba más que dispuesta a replicar cuando alzó su voz para afirmar que tan sólo a su lado estaría a salvo, pues era el Khan más temido. Me asustaron aquellas palabras, y terminé renunciando a hablar, escuchando cómo decía que daba igual lo que hubiera dicho o lo que opinara. Para él, su obligación era proteger y gobernar a sus súbditos, y el mío aceptar que me protegiera y obedecerle.

- ¿Y-y quién dice que eso tenga que ser así? No tengo ninguna obligación de obedecerte en nada - repliqué hosca, aunque temerosa.

El hombre tigre se giró, y vi que el monje ciego aparecía saliendo de una de las callejuelas de la aldea, aproximándose con rapidez seguido por dos mercenarios. Estos llevaban a alguien a rastras, tan sólo sujetándole por los brazos.

No...

- ¡Kippei! - grité corriendo hacia él, alcanzándole cuando le dejaron tendido en el suelo.

Me agaché con rapidez, pero no pude acercarme a darle la vuelta, pues uno de los mercenarios desenfundó la espada para amenazar la vida de Kippei, mientras el monje pedía a Bingbing que no lo mataran.

- Kippei... - musité, arrodillándome frente a él mientras mis ojos se humedecían, esperando que el hombre tigre entrara en razón ante las palabras del monje.

Me sorprendí cuando Bingbing me pidió opinión, girándome hacia él y escuchando aquella disertación sobre por qué no debía matar a Kippei. Por un momento me pareció que tenía claro que no debía hacerlo, pero entonces volvió a mirarme, hablándome del daño que quizás Kippei había hecho; motivo por el que el hombre creía que debía morir. No comprendía por qué el que hubiera pasado algo entre Kippei yo podía ser un daño irreparable, pero lo más importante en aquel momento era salvar la vida del chico.

- ¡No! No ha pasado nada entre él y yo. Kippei sólo ha cuidado de mí, no se merece morir. Por favor, déjale ir, es un buen chico. - imploré, con mis ojos cada vez más llenos de lágrimas, volviendo a girarme hacia Kippei. - No puede morir, no puede. - musité, comenzando a caer lágrimas de mis ojos, mientras una de mis manos acariciaba con cuidado la cabeza del chico.