Partida Rol por web

Increiblemente, no se encontraron nada horrible ni peligroso por el camino, y los sistemas de la enfermería parecían funcionar. John temía que dejasen de hacerlo a la mitad del proceso, pero ¿qué otra opción tenían?

Apretó el botón de confirmar y se quedó cuidando que nada con más de 32 dientes se asomara por la puerta sin recibir un poco más de plomo que el necesario.

- ¿Pero qué  dices Rook? - Le preguntó McFadden. - ¡Estamos del jodido mismo lado! - Se quejó. - ¿No crees que si hubiéramos querido matarte, hubiera habido muchos sitios menos peligrosos donde hacerlo? - Negó con la cabeza. A Hate se la había ido la cabeza.

Fuera como fuera, tenían que tratar de poner a tono aquella nave y tratar de sobrevivir en ella. Como bien había dicho Stamets, lo primero era poner en marcha el sistema vital de aquella nave varada y luego reconectar los motores. Él no tenía ni idea de como hacer aquello, pero tenía a Tristán, que aunque había demostrado bastante incompetencia hasta el momento, era lo mejor que tenían y si Hate se dejaba de paranoias, igual también podría ser de utilidad.

- Tristán, ¿dónde cree que tenemos que ir para activar el soporte vital de la nave? ¿Crees que podrás hacerlo? - Le preguntó al ingeniero. Si él no podía, estaban perdidos.

El camino hasta la enfermería fue penoso y difícil. Ya ni me importaba si nos salía una criatura de esas u otra cosa más fea. El estado de la nave era importante, pero tampoco era lo que realmente me preocupaba. Sabía bien que mi querido Tristán arreglaría lo que hiciera falta para que sobreviviéramos; solo esperaba que el peso de ser el único que podía hacerlo no le pesara demasiado y se viniera abajo. Tampoco me preocupaba sobremanera el hecho de que mi traje estuviera destrozado; si Tristán y los demás hacían su trabajo, ya no lo necesitaría. Perder las manos... sí me preocupaba, ¡pero tampoco era lo que centraba mis pensamientos! Seguramente la cápsula médica me las repusiera y mejorara, con unas manos biónicas fuertes y bonitas. Quizá hasta las agregaran algún accesorio chulo, como un bazoca, un lanzallamas, una navaja suiza o una espada láser (guiño a Erica). Lo que realmente me preocupaba era... era... que me había meado encima y el capitán iba a verlo. Nunca pasaría tanta vergüenza como en ese momento, cuando la máquina sajara mi traje para curarme las heridas, aparte de las manos, y viera mis gayumbos favoritos mojados de orín. ¡Tierra trágame! Pensaría. Menos mal que la anestesia estaba haciéndome efecto ya y no lo vería...

-"ZZZZ ZZ ZZZ ZZZZZZ ZZ ZZZZ."

Apretaba con sus manos el trozo de tubería. Tuvo que contenerse para no destrozar el resto de la sala de ingeniería. «Tenía razón, McFadden tenía razón, si quería salir vivo de allí había que activar el sistema de soporte vital de la nave. Así que debía controlar aquel sentimiento que lo dominaba. Por ahora, Tristan era la llave para poder sobrevivir a todo aquello. Tenía que ocuparse de que no le sucediera nada, por lo menos hasta que cumpliera su función. Si, tenía claro quien era prescindible y quien no»

— Apártate de Tristan!! sé qué es lo que quieres hacer y no te dejaré.—Rook miró fijamente al soldado y a su arma—. No intentes nada o te utilizare como carnaza para esos bichos.

Tristán se levantó muy despacio, sujetándose el vientre, hasta encararse con Rook. Su mirada había cambiado. El miedo le había abierto el paso a la rabia. Quizá, por un arreón del instinto de supervivencia. O tal vez por la impresión de ver a Stamets perderse por el pasillo en ese estado, en brazos del capitán. 

- Voy a ir a la sala de motores, así que tranquilízate. Si las baterías auxiliares no están fundidas, puedo intentar un par de trucos o...o tres, según el estado del circuito eléctrico y como se haya diseñado esta nave. Va-vamos. 

Tristán arrancó a correr al trote, lo más rápido que podía. En su cabeza estaba la esperanza de salvarlos a todos, pero en especial a Paul y Gemma. Ellos, humano y androide, habían sido sus verdaderos pilares durante sus años de servicio en el espacio. 

El anestésico hizo su efecto en cuestión de segundos y de repente, el interior de la cápsula se llenó de un gas que ocultó completamente el cuerpo de Paul. Lo único que podía hacer Smith era esperar y preguntarse que eran aquellos sonidos que oía en el interior, algo así como piezas metálicas chocando entre ellas, y el sonido de haces de energía, quizá láseres, actuando.

Mientras tanto, el capitán no le quitaba ojo a la puerta, que permanecía cerrada y sin que apareciese nada, ni con 32 ni con menos dientes, a través de ella o de cualquier otro lugar.

La enfermería parecía un lugar seguro, al menos por el momento.

- Te sigo... - Le dijo McFadden a Tristán.

Armado con su pistola, por lo que pudiera suceder, comenzó a seguir a su compañero. Tenían que reestablecer cuanto antes el soporte vital y Tristán era su única opción. Si el caía, todos estaban perdidos. 

Tristán se dirigió hacia los controles que debían llevar los sistemas de soporte vital, seguido por McFadden y Rook, este último a cierta distancia, algo más tranquilo pero todavía desconfiando de todo y de todos.

El ingeniero, cargando con la responsabilidad de salvar la situación, no tardó en encontrarlo y ponerse para restaurar la energía, pero McFadden no tuvo tanta suerte. Sudando dentro del traje y con los nervios a flor de piel, miraba en todas direcciones, sin darse cuenta de que bajo sus pies, el suelo temblaba... hasta que acabó por desaparecer. 

A causa de la explosión, algunas de las planchas metálicas habían terminado por debilitarse tanto, que al pasar por encima, cedieron, abriéndose un hueco por el que la pierna del soldado se introdujo, quedando atrapada entre el metal, como si se tratara de una trampa mortal.

Roger hizo un gran esfuerzo por tirar de su pierna, desengancharla y regresar arriba junto la resto. Una vez a salvo suspiró. Había estado a punto de tener un problema grave de verdad, otro de hecho...

- Ya está... - Dijo mirando el agujero que había la plancha desprendida. - Andad con ojo. - Les aconsejó a Tristán y Hate. - Sigamos.

Tristán no lo hizo mal del todo. Después de un buen rato peleándose con los sistemas, tras sacar energía de unos cables que parecían congelados y redirigir algunas conexiones menores, consiguió su objetivo y toda la sala volvió a iluminarse como un árbol de navidad, al mismo tiempo que sentíais el aire llenándose de oxígeno.

Algunos fuegos menores volvieron a avivarse debido a la llegada de "combustible", pero no parecían peligrosos, y la temperatura de toda la sala subió de repente unos pocos grados, lo que hizo que vuestros trajes lo registraran en los paneles de control con un mensaje claro y conciso:

"Medio respirable. Desactivación de sistemas presurizados... permitido"

Pero para vuestra desgracia, el aire y el calor no solo arrancó una sonrisa de alivio de cada uno de vosotros.

La sala estaba llena de rejillas de ventilación y conductos de aire, en los que aparecieron unas "cosas" con aspecto de pequeñas pelotas, inmóviles, lisas y de una coloración parecida a la piel humana, quizás algo más rosado. En un principio, daba la sensación de ser como artículos de decoración, pero de cada una de ellas surgieron cuatro patas como por arte de magia y una especie de "boca" con dientes dispuestos de manera irregulares, que emitió una especie de chillido extraño, al tiempo que se lanzaban al suelo.

Una vez en el suelo, empezaron a caminar hacia vosotros. En total, contasteis no menos de media docena de "bichos".

Los sistemas luminosos se activaron sobre vuestras cabezas, y casi a la vez, la cápsula en donde Paul se encontraba, se abrió, dejando ver al ingeniero, que poco a poco fue despertándose.

Al aproximarse, Smith pudo ver el mensaje en el panel de control:

"Atención médica realizada correctamente"

Al examinar a Paul, vio que tenía de nuevo sus manos, pero que no eran suyas, sino dos artefactos hidráulicos ensartados en su hueso y nervios, cuyos dedos se movían como si fuesen los verdaderos.

Gracias a Gemma, Harry logró sobrevivir por encima de lo esperado. El contacto con sus labios fue suficiente para hacer que se despreocupara, pero no tanto como para no notar que algo había golpeado a la nave. El sonido rebotó por todo el casco y volvió a repetirse momentos más tarde, que fue el tiempo que tardasteis en identificarlo.

Algo se estaba acoplando a la nave.

A vuestro entender, existían tantas posibilidades de que fuese un rescate como de que a cualquiera de vosotros os creciese un tercer brazo, por lo que no parecía que se tratara de algo bueno.

- ¿Pero qué? - Se preguntó McFadden justo antes de empezar a gritar y a disparar en todas direcciones sin demasiado éxito o más bien ninguno.

Lo único que estaba haciendo era perder la munición y poner en peligro a sus compañeros y a si mismo, pues un tiro perdido o un rebote, podía hacer blanco en ellos mismos, pues evidentemente, entre un hombre de altura media y una pelotita de color lila, era mucho más fácil acertarle por casualidad al primero.

- ¡Aaaaaaaaah! - Gritó trastornado. - ¡Muereeeeeeee! - Alzó de voz de manera desgarradora. - ¡Es el fiiiiiiin!