Partida Rol por web

Sybill tragó saliva. Desde luego no había tenido demasiada visión colocandose frente a la ventana, pero al menos veía confirmadas sus sospechas.

Centrate...Michael la mantendrá a raya

Michael abrió desmesuradamente los ojos al constatar la verdad. Sin dudarlo sacó el revólver y apuntó con él a la mujer... pero enseguida se dio cuenta de que aquello no iba a ser de mucha utilidad.

- Maldita sea... -susurró.

Los recuerdos de la casa Corbitt le vinieron a la mente al momento. No disparó. Necesitaría cada bala, y el tiempo de recargar el revólver podía costarle muy caro a él o a alguno de los que estaban dentro.

- ¿Cuánto falta, cuánto falta...? -preguntó con los dientes apretados, más para sí mismo que para los demás.

El cristal no tardó en hacerse añicos bajo los golpes de la mujer que empezó a encaramarse a la ventana...

Michael respiró hondo. Ahora ya no había duda, tenía que actuar sin perder tiempo. Se colocó el revólver frente al rostro y apuntó con cuidado a la cabeza de la mujer.

¡BANG!

El disparo resonó en toda la habitación. Tal vez no hiciera mucho daño, pero el policía tenía la esperanza de que al menos el gran calibre del arma retrasara a aquella cosa.

Una bala atravesó la cabeza de la mujer que cayó dentro de la casa como un fardo pesado y húmedo. No se volvió a levantar. La sangre se esparcía entre las tablas y cristales rotos y el viento entraba por la ventana rota. De la boca de la pistola salía un fino hilo de humo...

Alexander abrió los ojos todo lo que pudo cuando escuchó el disparo del agente Parker.

La ha matado.

El sacerdote se levantó como activado por un resorte y se dirigió corriendo hacia donde se encontraba la joven. Cogió su mano en un vano intento de ejercer su deber como sacerdote y realizar la extremaunción sobre la joven. No tenía el óleo sagrado pero no había tiempo, debía preparar a aquella joven ante su final.

¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los...

- ¡¡SIENTESE PADRE!! - le grito exasperado por tanta ñoñería del sacerdote. Lo primero es lo primero.

- Esa mujer no va a moverse de donde está. Cuando terminemos podrá darle la extrema unción si así lo desea.

Tras estas palabras vuelvo a mi tarea mientras observo al Sacerdote. Si se le ocurre acercarse a la ventana habrá que actuar.

Este hombre es imbecil-pensó Sybill mirando al profesor- Solo estamos dos y se pone a gritar a Alexander...

En ese momentó Sybill sintió algo terrible, lo más horroroso que se podía sentir en aquel momento, un presagio de algo que podía acabar con todos los presentes...el característico picor que presagiaba un estornudo. Mientras trataba de controlarlo, seguir con el maldito cantico y evitar los deseos de estrangular a Rogers, este seguía gritandlo al sacerdote.

Milagrosamente, logró reponerse de los deseos de estornudar y Rogers volvió a su posición. Una vez Sybill se aseguró que el profesor estaba enfrascado en el cántico Sybill murmuró lo más rápido que pudo antes de volver a la desagradable tarea

Alexander- dijo utilizando su nombre de pila pensando que si le tuteaba quizas le desbloquearía- Esa mujer no era humana...

La joven volvió rapidamente a los rezos, mirando al sacerdote con pánico en los ojos. De lo que hiciese probablemente dependería el éxito o ell fracaso de aquella empresa

Michael no quiso decirle nada al sacerdote. Sabía que estaría furioso contra él, y a él mismo le daban arcadas por lo que había tenido que hacer... pero sólo Dios sabía si con ese disparo habría evitado que las cosas se les fueran definitivamente de las manos.

Dejó hacer al sacerdote y se volvió fulminando con la mirada al profesor, rogando con todas sus fuerzas que continuaran cantando sin detenerse.

- Vamos... ya falta poco -pensó con desesperación-. Tiene que faltar poco...

Alexander escuchó los gritos de Rogers por evitar que fuera al lado de la chica, pero los desoyó completamente. Aunque cuando comenzaba a iniciar el sacramento le llegaron las palabras de Sybill.
Era cierto, la mano de la chica dejaba caer su peso totalmente, al igual que el resto del cuerpo. Fue entonces cuando se fijó en toda la sangre que había alrededor y cómo un goteo incesante emergía de la cabeza.

Muerta.

Con las manos manchadas de sangre, el sacerdote se levantó. No fue capaz de mirar a Parker mientras volvía a su sitio y con mucho esfuerzo reanudaba la blasfema plegaria.

El Ritual poco a poco se iba completando. El viento entraba por la ventana y Parker se movía nervioso con la pistola en la mano esperando un ataque que no llegaba. Los otros tres seguían el ritual y cada vez se notaban mas cansados, la garganta seca y un punzante dolor de cabeza les acompañaba pero no se detenían. De pronto una voluta de humo descendió formando una espiral desde el desván girando en dirección a la estrella de cinco puntas que había dibujada en el suelo.

La criatura empezó a manifestarse ante los ojos de los investigadores. Solo faltan unos minutos para devolverla al lugar de donde había salido pero, a medida que se condensa dentro de la estrella, se va haciendo visible su horrible y retorcida masa de garras, fauces y largos apéndices...

Mientras el grupo seguía con su espantosa letanía, el viento se filtraba con fuerza por la ventana, revolviendo el cabello de la chica y dando a la escena un aspecto más tétrico. El miedo que había comenzado a sentir Sybill comenzó a tornarse en esperanza...si lograban aguantar unos minutos todo terminaría.

En aquel momento, una terrible figura se materializó y la escritora reconoció las garras que habían roto el cuello de aquel investigador, la criatura que había matado a aquella mujer, el ser que les había llevado hasta allí. Sin embargo, la mujer estaba extrañamente tranquila, incluso desafiante, llegando a cruzar la mirada con la bestia. Tenían que aguantar.

Alexander no podía más. Estaba empezando a llegar a lo que creía su límite. Su mente se desquebrajaba con cada acto que había presenciado.
La criatura del sótano. El libro. La mujer que intentaba pasar. El horror que tenía delante.
Su fe parecía totalmente perdida. La actuación anterior le parecía llevada a cabo más por costumbre que por convicción.

¿Cómo puede haber un dios que haya creado esto?

Un brillo en sus ojos aparece tras aquel pensamiento. Los ojos quedan humedecidos por las lágrimas todavía no derramadas. Intenta ponerse de pie clavando una de las rodillas en el suelo.

¡¿Quién te ha creado?! ¡¿Qué mente destrozada puede haberte imaginado y dado vida?!

Alexander terminó por levantarse completamente mientras tiraba a un lado la hoja que le había dado Sybill para poder leer durante el ritual.

¡¿Y qué es lo que buscas?!

Cogió el crucifijo que siempre llevaba al cuello, lo sacó de dentro de la sotana y tiró de él con todas sus fuerzas. Tras arrancar la cadena que lo sujetaba lo enarboló delante de la criatura.

¡¿Él te envía?! ¡¿Te envía para destruirnos ya que no somos merecedores de su piedad?!

Tras decir aquello no puede evitar que la imagen de la chica muerta llegue a su mente.

¡¿O no es más que otra maldita broma de este mundo!?

Da un paso adelante para lanzarle a la criatura el crucifijo, tirándoselo después con todas sus fuerzas.

Michael observó la voluta de humo que descendía y formaba un engendro de horror indescriptible. Se había preparado mentalmente todo lo que había podido para ese momento, pero no había sido suficiente... nada habría podido serlo.

Alzó temblorosamente los brazos, tratando de apuntar a la criatura, pero todo a su alrededor parecía transcurrir a cámara lenta, incluídos sus propios movimientos. Le pareció que tardaba un siglo en tener en su punto de mira a esa cosa, y fue entonces cuando se dio cuenta de que el sacerdote estaba totalmente fuera de sí, lanzando improperios y finalmente tirándole su crucifijo al ser.

Michael se sorprendió sonriendo. ¿Qué pretendía conseguir con eso...? Quizás todos estaban ya tan locos que nada de lo que pudieran hacer tendría sentido. Ni siquiera que aquello le hiciera gracia tenía sentido... Intentó tragar saliva otra vez, pero no pudo. No era capaz de hacer nada. Sólo podía confiar en que Sybill y el profesor acabaran lo que habían venido a hacer.

- Bien Padre. - pienso cuando veo que Alexander se sienta y vuelve a recitar la letanía.

Poco a poco la criatura va formándose frente a nosotros. En el interior de la estrella.

- Vaya, así que esto es la vil criatura. - pienso mientras sigo recitando la letanía.

- Eres feo pero no me impresionas tanto como pensaba.

- Céntrese Padre. Céntrese. - pienso al ver como el Sacerdote empieza a formular preguntas a la criatura sin parar.

Poco falta para acabar. Tan sólo hace falta que sigamos concentrados un poco más.

Paraste un segundo de gritar tras lanzárle el crucifijo. De pronto te invadió una clama y a la figura le rodeo un aura celestial y blanquecina que la ocultó. Ya no era una horrenda criatura, era una mujer de cabellos rubios como la paja y de mirada bondadosa.

-Ven Alexander-susurro la voz- has superado la prueba. Eres fiel, ven conmigo y abrázame pues yo soy María...

Ahora lo entendías todo. Aquella había sido una prueba de Dios, igual que la que le hizo a Abraham. Pero habías superado la prueba, habías luchado contra el mal y habías vencido. Diste un paso al frente para abrazar a la virgen. Notaste su aliento, la luz inundaba la habitación y ya no veías a tus compañeros. Notaste un sabor dulce en tus labios y cerraste los ojos...

Tras arrojar el crucifijo todos pudisteis ver como el cura miraba fijamente a la criatura con los ojos abiertos y asentía. Dio un paso hacia delante y abrió los brazos como si fuera a abrazarla. La criatura no tardó en hundir sus dientes en el cuello del padre Brandt. Él sonrió una ultima vez y cerró los ojos para siembre mientras la criatura lo devoraba. Pese a vuestros intentos de detenerlo no pudisteis hacer nada, con la cara manchada de sangre seguisteis la letanía... 

Tras unos pocos minutos la criatura se estremeció y dejó caer los restos del cuerpo del cura al suelo. Emitió un largo y agudo gemido desapareciendo por fin, desterrada al otro mundo, dejando solo tras de sí el cuerpo del padre. Ante la atónita mirada de todos la criatura desapareció del todo, Sybill tras el esfuerzo se desmayó y a punto estaba de caer al suelo cuando el agente Parker, que se encontraba a su lado logró cogerla a tiempo.

Allí se encontraban los tres Investigadores, solos en aquella habitación llena de sangre con el cuerpo de una desconocida y el cadáver del que hasta hace tan solo unos minutos era su compañero. El mundo cada vez parecía mas oscuro...

Michael miró fijamente la escena, mientras el padre Brandt era devorado antes de que ninguno de ellos pudiese hacer nada. No sabía si había gritado su nombre en su mente, o si realmente las palabras habían salido de su boca. En cualquier caso, no había servido de nada...

Cuando la criatura desapareció y lo que había sido el sacerdote cayó al suelo como un fardo, los brazos de Michael colgaron a ambos lados de su cuerpo. El revólver cayó al suelo de la casa y rebotó contra el piso de madera. Michael no sabía cómo sus piernas eran capaces de sostenerle en pie. Sentía un sudor frío y una sensación de náuseas opresivas en el estómago.

¿Se había acabado...?

El silencio parecía haberse apoderado del lugar, y nadie decía nada. Finalmente, fue capaz de tragar saliva y dar un paso. Luego otro. Para su sorpresa, se estaba aproximando a Sybill, aunque no sabía muy bien por qué. Llegó justo a tiempo de evitar que se estrellara contra el suelo al desmayarse.

- Ya está... -dijo con un hilo de voz-. Se ha acabado...

Miró el cadáver del padre Brandt. Su mente se había convertido en sus últimos momentos en un montón de ruinas. No había quedado nada del hombre pío y creyente. Quizá hubiera sido mejor así... Quizá él les había protegido a todos mejor de lo que nunca hubiera podido hacerlo Michael.

¿Qué iban a hacer ahora? ¿Cómo seguirían adelante en un mundo en el que semejantes aberraciones eran posibles? El policía se llevó una mano al rostro. Había llegado a creer que cuando todo aquello acabara, se sentiría liberado, se sentiría mejor. Pero se había equivocado; nunca se había sentido tan mal...

Sybill nunca llegó a saber como había conseguido aguantar hasta el final del ritual. El macabro cadaver andante que Michael había abatido, la terrorífica muerte del padre Brandt, la horripilante criatura. La joven nuncá fue capaz de olvidar el gemido de la criatura niel sonido de sus mandibulas arrancando la carne de su compañero. Finalmente sintió como las fuerzas la abandoban y la oscuridad se cernía sobre ella.

Cuando volvió a abrir los ojos, con el delirante deseo de que todo aquello fuese una pesadilla se encontró con la terrible realidad. No la hizo falta mirar el escenario, con ver la expresión de Michael, que al parecer la había agarrado antes de que cayese al suelo fue consciente de la realidad. Sabiendo lo que iba a ver dirigió una mirada al cuerpo inerte del sacerdote y sin poder evitarlo rompió finalmente a llorar incontrolablemente abrazando instintivamente al policia. Brandt había muerto de la forma que ella más temía desde que había leido el diario, y ni siquiera había podido disculparse con él por haberle mentido o por las discusiones que habían tenido durante aquella pesadilla. Finalmente, los temblores cesaron y fue capaz de atinar a decir unas pocas palabras.

¿Y ahora que?

La pregunta sonaba acongojada y encerraba otras muchas preguntas ¿Qué harían con el cadaver del sacerdote? No podían dejarlo como si fuese un montón de basura ¿Y con el de la mujer?¿Y con el vagabundo herido? ¿Traería eso problemas a Michael? Si era así haría lo que fuese por declarar a su favor ¿Cómo haría para vivir a partir de ese día? ¿Qué iba a hacer con su vida? Quizas habían librado al mundo del terror en estado puro, pero seguramente habían entregado su felicidad y jamás serían capaces de vivir sin miedo.

¿Qué haremos? ¿Qué haré?

Mientras terminamos con la letanía intento no mirar a la Criatura. Sin embargo la actuación del Sacerdote me preocupa. ¿Habrá perdido finalmente la chaveta? Espero que no y que todo sea una treta para ganar tiempo y que la Sra. Leefolt y yo terminemos con la letanía y hagamos desaparecer a la criatura.

Mas lo que acontece a continuación me deja patidifuso y a punto estoy de perder nuevamente el hilo de la letanía. El Padre Alexander avanza hacia la Criatura. En ese momento tengo que dejar de mirar pues en caso contrario perdería nuevamente la concentración y eso podría costarnos la vida a todos nosotros.

Cuando terminamos con la dichosa e interminable letanía levanto la vista y observo como la Criatura empieza a tambalearse mas no veo por ningún lado al Padre Alexander. ¿Donde se habrá metido? - me pregunto.

Mi pregunta obtiene rápidamente respuesta cuando al desaparecer la Criatura deja caer el cuerpo inerte del Sacerdote.

- Nooo. - digo abalanzándome sobre él. No, no. Necio. - añado llegando hasta él e intentando cortar sin éxito las múltiples hemorragias de su cuerpo sin vida. ¿Qué has hecho? ¿Por qué lo hiciste?

Unas lágrimas recorren mi mejilla cuando comprendo que no puedo hacer nada por la vida del Sacerdote. Tan sólo puedo cerrarle los ojos. Una Gran Pérdida para la Humanidad y para mí pues sin duda había aprendido a apreciar al Sacerdote.

Observo que la Sra. Leefolt se ha desmayado y que el Agente Parker por fortuna ha llegado a tiempo de cogerla antes de que golpeara contra el suelo. Al despertar la joven comprensiblemente se ha puesto a llorar sobre el Policía.

- No lo sé Sra. Leefolt, no lo sé. - respondo. Supongo que todo se acabó. - añado poniéndome en pie. Váyanse y llévense al mendigo a un Hospital y por lo que más quieran asegurense de que no dice nada que no deba pues de lo contrario tendremos que dar más explicaciones de las que nos gustaría dar y los tres podríamos dar con nuestros huesos en la Cárcel.

- Yo iré al Pueblo y pediré que telefoneen a la Policía para que vengan a llevarse el cuerpo de la mujer y que me permitan llevar el cuerpo del Padre Alexander y darle cumplida sepultura en Suelo Sagrado. Es lo menos que puedo hacer por él.

- Cuando me pregunten diré que estaba durmiendo y que oimos un par de disparos y luego ruido de cristales rotos y que cuando bajamos encontramos el cuerpo sin vida del Sacerdote y a la mujer en la ventana y al otro hombre sangrando en el suelo. Si me preguntan por vosotros diré que os llevasteis al hombre ese al hospital pues estaba gravemente herido. Lo cual es cierto.

- Agente Parker, por favor, ayúdeme con el Mendigo. - le digo apoyando una mano sobre su hombro. Hay que llevarlo al coche. Cuando lo hayan llevado al Hospital desaparezcan. Lárguense. Me pondré en contacto con ustedes para darles los detalles pertinentes y comunicarles día y hora del sepelio del Padre Alexander.