Partida Rol por web

A pesar de que los adoquines de la Argent Avenue y la vegetación de Aria Park siguen húmedos tras la breve lluvia matinal, docenas de Kintarganos se han reunido a lo largo de la fachada de la casa de la opera para protestar contra el nuevo Señor Alcalde, el Inquisidor Barzillai Thrune. El nuevo líder de la ciudad fue determinado por su Majestad Infernal, la Reina Abrogail II, tras la rápida huida de la ciudad del anterior Señor Alcalde. Este evento aun tiene a los chismosos locales como locos. En escasos siete dias, el Inquisidor Thrune ha instaurado la Ley Marcial, un toque de queda y siete alienantes proclamaciones. Estas y otras acciones del gobierno de similar índole, han provocado que muchos de los ciudadanos insatisfechos de Kintargo se hallen reunidos aquí en este día nublado. Aun no ha habido señal alguna de Barzillai Thrune y las puertas de la casa de la opera siguen cerradas firmemente, como llevan estando desde que el Inquisidor eligió el edificio como su lugar de residencia. Pero juzgando por el creciente ruido que estan montando los protestantes, no podrá seguir ignorándolos por mucho mas tiempo.

Embozado en la capa, con el sombrero bien calado y emsombreciendo parte de su rostro, Eklerion se movía entre los protestantes como si fuera uno más. Buscaba un rostro entre la multitud. El mismo rostro que el día anterior había visto en un establecimiento propiedad del objetivo. Era un vendedor de telas, al menos para el público en general. En la intimidad era un esclavista despiadado, su negocio se centraba en el contrabando de niños. Repugnante. Se movía con andar ligero y grácil, la mano presta para dar la cuchillada que mandaría a aquel malnacido al infierno, donde seguramente estaría la mar de a gusto. El mundo sería un lugar mejor sin su presencia.

Tenía que hacer su trabajo, y pronto. Los ánimos estaban muy caldeados y en cualquier momento podía estallar la revuelta. Las protestas estaban entrando en una dinámica in crescendo, y ahora estaban manifestándose ante la residencia del alcalde Barzillai Thrune, un auténtico tirano que en el poco tiempo que llevaba en el cargo ya había conseguido levantar al pueblo.

Tras desayunar algo y tomarse un té de hierbas, Saeko realizó una serie de estiramientos aprendidos como disciplina de sus artes. Tras asearse y vestirse, la joven se dirigió a las proximidades de la ópera, donde, según las habladurías, habría otra nueva manifestación contra el alcalde y sus leyes.

Fueron los últimos rumores, los que hablaban sobre unos rebeldes llamados "Los cuervos plateados", los que la habían llevado a dirigirse a la concentración del gentío. Esperaba poder encontrarse con algunos de esos rebeldes, que, desde su humilde punto de vista, no hacían más que tratar de luchar contra la opresión de un líder sin escrúpulos, el alcalde Barzillai Thrune. La joven ninja estaba harta de ver como los habitantes de la ciudad malvivían a causa de sus injustas leyes, que incluso estaban empezando a afectarla a ella misma.

Saeko se empezó a mover entre el gentío, observando a un lado y a otro, en busca de cualquier "extrañeza" que pudiera llamarle la atención. También tendría que estar atenta, pues si la cosa se pasaba de escandalosa, la guardia podría intervenir...

   Aquel día, Chaffeaux, se levantó nerviosa. Tras limpiar su arma y cargarla, asearse y recoger sus pertenencias, se sentía lista para abandonar la posada donde se hospedaba. Sentía que era un gran día, al fin había llegado el momento de la protesta! El momento de reconocerse entre las demandas de la mayoría y organizarse para cambiar las cosas.

   Llegada a la plaza, se interna entre el grupo de gente, mirando a su alrededor, curiosa, a ver si los guardias de la ciudad se encontraban ya movilizados y cercando el lugar, y atenta a si distinguía algún lema o reivindicación de los protestantes.

Ah, ahí están. Los descontentos, los inconformistas. Los parásitos, desde el punto de vista de la casta noble de Kintargo. Los impulsores del cambio, de valores más altos, desde el punto de vista de los rebeldes. Hablando de rebeldes, quiénes de esas personas reunidas en el parque, serán Cuervos Plateados? Podría ser divertido tratar de adivinarlo.

Todo eso pasa por la cabeza de Nath, mientras el desharrapado vagabundo se mantiene en segundo plano, apoyado en el tronco de un árbol casi en el límite del parque. Cobijado bajo la copa del árbol, está estratégicamente situado para que cueste verle a él o a su acompañante desde las cristaleras de la Casa de la Ópera. Han pasado varios años, pero nunca está de más tomar precauciones. De todas maneras, duda que a estas alturas nadie le reconoza. Todo ha cambiado. Incluso Val, a quien mira para rascarle detrás de las orejas mientras le sonríe. El otrora cachorro impecablemente blanco, es ahora un lobo adulto, de largo pelaje grisáceo por la suciedad y el accidente que sufrieron de jóvenes.

Los dos pares de ojos azules vuelven al parque. En fin, a ver qué ocurre hoy. Quizá haya suerte, y sea el primer día del cambio. Depende de con qué pie se haya levantado hoy el alcalde Thrune. Con el malo... o con el más malo.

Mick se había acercado aquella mañana por dos motivos, primero, ver si podía encontrar a los cuervos plateados, y segundo, intentar mediar para que aquél conflicto no acabara en derramamiento de sangre. Se internó en la multitud buscando a un posible alborotador u organizador, pero apenas podía avanzar, viendose atrapado entre la gente salió a un lado sintiendose muy agobiado por tal cantidad de gente. Además notó un tirón de su arco, tal vez no era muy buena idea haber venido armado. Por supuesto no era el unico, pero si no quería problemas tendría que haberlo pensado antes.

Se tomó unos instantes para pensar que hacer exactamente, no veía manera de parar aquella multitud que ya había llegado a su objetivo y empezaba a vociferar.

Según pasan las horas, mas y mas ciudadanos se unen a la protesta. La docena de guardias apostados delante de la puerta os miran con cara de pocos amigos, aunque no parecen nerviosos ante la creciente marea de personas. 
A la vez que crece la cantidad de gente, podéis apreciar distintos motivos de protesta entre la gente. Desde los que solamente piden una elecciones legales para elegir al Señor Alcalde, pasando por los que quieren que desaparezca todo rastro de la Casa Thrune de Kintargo. Preocupantemente, algunos parecen apoyar al Inquisidor discutiendo acaloradamente con los demás. Como no es de extrañar, un grupo cada vez mayor de gente no quiere nada mas que la protesta acabe en un altercado violento.

Menuda se va a montar aquí, eh Val? Dice el taciturno hombre, espalda apoyada en el árbol.

La plaza era un hervidero. La gente no dejaba de acudir en masa. Además, descubrió que había diferentes posturas entre los manifestantes, incluso partidarios de la casa Thrune.... Aquello no acabaría bien. En algún momento alguien diría una palabra más gruesa que otra, la respuesta física no se haría esperar, y ya se armó la marimorena.

Siguió buscando un rostro entre la multitud....

Desde el borde de la multitud el curtidor mira la ya inebitable explosión de violencia y busca tal vez a algún alborotador e intenta pasar desapercibido.

Vais a hacer algo esta hora o paso a la siguiente?

Me muevo alrededor del gentío, mirando a un lado y a otro, revisando a la gente y oyendo sus protestas. Sigo sin dar con ninguna pista que me lleve a dar con esos rebeldes: Los cuervos plateados.

Observando entre la multitud, ves como las consignas de los distintos grupos van tomando cada vez mas y mas fuerza. El ambiente esta empezando a caldearse pero nada mas alla de una protesta normal. Los guardias, tranquilos a pesar de la multitud que abarrota la plaza, estan atentos a cualquier movimiento extraño o a alguna orden que pueda darles su Capitana.
Entre todo el caos ves como una joven elfa corta cautelosamente la bolsa de uno de los protestantes, recogiendo con deliberada lentitud las pocas monedas que salen de ella.

Observando entre la multitud, ves como las consignas de los distintos grupos van tomando cada vez mas y mas fuerza. El ambiente esta empezando a caldearse pero nada mas alla de una protesta normal. Los guardias, tranquilos a pesar de la multitud que abarrota la plaza, estan atentos a cualquier movimiento extraño o a alguna orden que pueda darles su Capitana.
Entre todo el caos ves como una joven elfa corta cautelosamente la bolsa de uno de los protestantes, recogiendo con deliberada lentitud las pocas monedas que salen de ella.

Observando entre la multitud, ves como las consignas de los distintos grupos van tomando cada vez mas y mas fuerza. El ambiente esta empezando a caldearse pero nada mas alla de una protesta normal. Los guardias, tranquilos a pesar de la multitud que abarrota la plaza, estan atentos a cualquier movimiento extraño o a alguna orden que pueda darles su Capitana.
Te paras un momento a observar mejor tras ver algo que parece una seña. Tras unos momentos ves otra seña en otra persona. Ambas llevan holgadas capas con capucha que les permiten ocultar su rostro y ropaje. Algo extraño pasa y parece que varias personas en la multitud trabajan segun un plan.

Observando entre la multitud, ves como las consignas de los distintos grupos van tomando cada vez mas y mas fuerza. El ambiente esta empezando a caldearse pero nada mas alla de una protesta normal. Los guardias, tranquilos a pesar de la multitud que abarrota la plaza, estan atentos a cualquier movimiento extraño o a alguna orden que pueda darles su Capitana.
 

Ya han pasado un par de horas desde que comenzo la protesta. Las cosas empezaron con calma pero a cada hora que pasa la gente empieza a enfadarse. ¿Donde esta el Inquisidor? ¿Por que no da la cara?

Siempre que hay una multitud, hay quien intenta sacar provecho de ella. La joven elfa ha robado a un incauto, usando el pretexto de la manifestación para su propio beneficio. Estaría bien poder hablar con ella al respecto.

Con las manos en los bolsillos (uno de ellos agujereado por dentro, en realidad), Nath camina para encontrarse con la carterista, Val husmeando dos pasos por detrás. Al cruzarse, se para y se dirige a ella.

Buenos días tenga usted, señorita. No he podido evitar fijarme en que unas monedas han cambiado de dueño durante la protesta. Eso no es malo en sí mismo, si no fuera porque el dueño original todavía no lo sabe. Continúa hablando, intentando que la elfa no diga nada todavía. Estoy seguro que necesita esas monedas igual o más que su anterior propietario. Pero debería usted darse cuenta de que haciendo eso un día como hoy, se arriesga a crear un tumulto mayor. Y si la hubieran visto otras personas? Habría podido usted sola en una pelea contra varios? Y la guardia de la ciudad, que intervendría al momento? Quiere usted acabar con sus huesos en los calabozos de Kintargo? Seguro que son muy acogedores, no me cabe duda, pero sinceramente, vale la pena? Además, se habría llevado con usted a unos cuantos manifestantes más, cuando su único delito sería airear un hurto. O quizá, en el peor de los casos, esta reyerta habría sido la gota que colma el vaso para la guardia, y hubieran cargado contra la multitud. Usted incluida. De verdad cree que era el mejor momento para hacer esto? Otro día, piense mejor las cosas, señorita...