Partida Rol por web

Nath, aún detrás, asiente afirmativamente. Llevaba ese collar, sí. Hemos respetado el cadáver y no hemos mancillado ninguna de sus pertenencias, por lo que podéis cogerlo vosotros mismos si queréis. Está cerca.

Korva asintió realizando una sentida reverencia al mendigo. Aquello había sido un acto de honor difícil de hallar en un mundo como aquel. La tengu dio una serie de indicaciones y una de sus hermanas fue a recoger el preciado collar familiar. Aquel gesto podía parecer una tontería, pero en realidad, había sido el detalle necesario para que el clan Fushi confiara en aquellos extraños.

A excepción del colgante, el grupo pudo disponer del resto de riquezas y tesoros que habían hallado en dicho lugar. Levantaron los restos del malogrado Nan y los llevaron hasta el primer almacén donde se encontraba la trampilla. Debían explicarle a Laria el triste desenlace del contrabandista y de la presencia de nuevos huéspedes en la Colmena.

No tenían dudas de que la mediana acabaría aceptando a los nuevos inquilinos de sus subterráneos, pues había demostrado poseer un carácter abierto y reactivo frente a la represión e injusticia. En el caso de Nan, la cosa sería diferente. Lo tenían claro. Era un amigo y perder amigos, siempre era un golpe duro. Seguramente Desna acogería a su hijo en su seno. Seguramente.

La noticia del fallecimiento de su viejo amigo no trajo la mejor de sus caras a Laria, donde se dibujó un gesto compunjido y los ojos se le llenaron de lágrimas de tristeza. Por otro lado, habían conseguido la inestimable ayuda de aquellas hembras de medio hurracas bípedas que se habían encontrado. La joven ninja pensaba que podían ser gente de fiar. Después de todo, no llegaron a las manos con ellos tras hablar un poco. Saeko no quiso añadir nada más a lo poco que se comentó en el lugar. El momento era agridulce y era mejor descansar aquel día y esperar al día siguiente y ver como continuaban.

La muchacha infernal quedó con un sabor de boca agridulce tras completar aquella peculiar misión que se les había encomendado, por un lado habían encontrado a la persona desaparecida... muerta, cosa que como era de esperar no gustó a nadie, después encontraron al responsable y fue castigado... pero resultó ser familia de unos nuevos aliados que habían reclutado para la causa... de nuevo sentimientos contradictorios. Nada de esto debería afectarle tanto, pero la mestiza sentía más empatía de lo que le gustaba mostrar. Así que se alegró por lo bueno sucedido y soltó una lagrima en su interior por las muertes que no debieron suceder.

Habían conseguido el paradero de Nan, el amigo de su anfitriona. Ahora tocaba darle la nueva. Una pajarraca le había dado muerte en un arrebato de locura y su cadáver estaba a merced de un cocodrilo gigante.... Un cuadro difícil de pintar. Pero así eran las cosas y de nada servía lamentarse.

Por contra habían establecido contacto con un grupo de extranjeros que podrían serles de utilidad en su objetivo de revivir a los Cuervos de Plata. Toda ayuda era poca con tal de acabar con la tiranía de la Cuatro Veces Maldita Casa Thrune (la cuarta maldición era suya).

Volvieron a la cafetería de Caminolargo como mensajeros de malas noticias pero motivados a luchar contra la injusticia que imperaba en Kintargo.

Mick se veia arrastrado por las circunstancias. Era joven, e ignorante, pero eso a los demás no parecía importarle. No tenía madera de lider y siempre había visto la rebelión como una forma de mejorar una sociedad. Le tocaba a él, cada paso que daba se miraba a si mismo y se preguntaba: ¿Que haría Korada en esta situación?. Mientras buscaba respuesta a esa pregunta el momento de tomar decisiones pasaba y se volvía a ver arrastrado.

La misión había sido un exito agridulce, como podía ver en las caras de todos sus compañeros. Tenían a sus primeros reclutas, Tengu, había dicho. Tendría que ver primero si esa gente era de fiar.

Subieron. Habían cumplido su cometido y habían asegurado los pasillos de la Colmena, pero el joven Comerivos halló un trágico desenlace en aquellos subterráneos. Cuando se lo comunicaron a la vital Laria, su luz pareció menguar durante unos segundos. Una lágrima cayó por su redondeada y carnosa mejilla, pero antes de que nadie pudiera emitir la más mínima palabra de consuelo, la mediana frotó sus ojos con la manga de su chaqueta y volvió a sonreír.

No había tiempo para lamentaciones. Kintargo estaba herida de muerte. Era una ciudad de Libre Pensamiento ultrajada por la tiranía Thrune. ¡¿Hasta cuándo vivirían dicha represión?!

Caminolargo no deseaba envejecer en una ciudad donde las ganas de rebelarse hubieran sucumbido en el más precoz de los inicios. Si debía luchar contra el poder fáctico, lo haría aunque ello le costara su negocio o peor aún, su vida.

Miró a los jóvenes que tenía delante. Ellos debían ser los líderes que fomentaran nuevamente el mito de los Cuervos de Plata. Ella, les serviría en su fin hasta la victoria o la derrota. Eso daba igual. No podían permitir que la tiranía se expandiera como un cáncer sin control...

- ¡¿Qué puedo hacer por vosotros, Cuervos de Plata?!- dijo con su tono alegre y optimista de simpre...