Partida Rol por web

Salieron de los establos abandonados como si de unos vulgares allanadores se tratara. Los ánimos en la calle de la ciudad se habían apaciguado tras la revuelta matinal de la Plaza Aria, pero aun así, debían moverse con discreción por aquellas calles. Si toparan con hombres del Barzillai, se verían envueltos en un percal de difícil solución, pues a buen seguro, todavía estaría reciente el recuerdo de personas tan llamativas como Chaffeaux, una tifling pistolera, por poner un ejemplo.

Caminaban amparándose de las sombras de los estrechos y oscuros callejones. A pesar de la tranquilidad, tuvieron que desviarse en un par de ocasiones de su itinerario pues toparon con sendas patrullas de la guardia. Estaban cansados, algo heridos y desprendían un fétido olor debido al estanque de agua ponzoñosa. Sin embargo, no debían desfallecer...

Rexus condujo a sus nuevos compañeros hasta un edificio de curiosa construcción situado en el villorio de la ciudad, la parte ocupada por academias, universidades y comercios. La arquitectura del edificio en el cual pudieron leer: "Cafetería Caminolargo" sobre un letrero de madera con forma de hoja, recordaba a las típicas casas de los medianos. Estructuras redondeadas, con aristas poco pronunciadas y con una fachada de poca altura, contrastaba con las construcciones más engalanadas de la ciudad de Kintargo.

Sin perder un instante, el noble Victocora entró por la puerta principal, tras subir una escalinata de peldaños de madera al comedor interior. Allí, había poca clientela a esas horas de la noche, pero algún estudiante de la universidad, pasaba los últimos momentos del día disfrutando de algún encurtido y una taza caliente de café osiriano.

Justo al entrar, una mediana de pelo rubio ojos almendrados y rostro risueño se acercó hasta el grupo. Cuando llegó hasta Rexus, éste se agachó para estrecharse en un cariñoso abrazo. - ¡¡Rexus!! - exclamó la mediana al tiempo que cogía la mano del noble y tiraba de él. Era adulta para los cánones de su raza y mostraba un cuerpo rechoncho propio de la buena vida.

- ¡Seguidme! ¡¡Iremos a un lugar tranquilo para hablar!! - aclaró la muchacha intentando evitar la indiscreción de hablar en mitad del comedor. - ¡¡Por cierto!! ¡¡Qué mal olor traéis!!- protestó mientras seguía indicando al grupo.

Era una gran alegría haber salido de aquellos establos y dejar atrás esos sucios pasillos y la maloliente estancia llena de agua ponzoñosa. La ninja respiró hondo y aliviada el aire nocturno de la ciudad de Kintargo, una vez en el exterior del edificio y cargados con nuevo,equipo, obra a todas luces de los cuervos plateados.

El camino hacia la cafetería no fue fácil. Tuvieron que sortear y dar varios rodeos, pues las patrullas rondaban en cada rincón. Saeko aprovechó sus artes ninja para guiar al grupo cuando le tocaba actuar, ya que estaba entrenada para moverse sigilosamente y mas aprovechando el manto que les otorgaba la,oscuridad de la noche reinante.

Una vez en la cafetería, la enana dió la bienvenida a Rexus e invitó al grupo a que la siguieran, aunque el comentario sobre el mal olor no le sentó muy bien a la guerrera de wakizashis.

- A saber como le huelen los pies a ella... - Comentó entre dientes a sus compañeros, por lo bajo. Tocaba seguir a Caminolargo y ver si podía arrojar algo más de luz al asunto de los cuervos plateados.

La cafetería es un lugar agradable, y más después de la visita a las pseudoalcantarillas. Nath no puede más que sonreír ante el comentario del olor de la halfling. No en vano, para un vagabundo como él, el aseo no es algo tan al alcance como uno quisiera. Está bien por una vez no ser el único objetivo de una pulla similar.

Cuando la halfling, aunque sin decir nada, posa su mirada unos segundos de más sobre el lobo que sobre el resto, Nath se apresura a tranquilizarla. Buena mujer, creo que hablo en nombre de todos cuando digo que podemos responder por Val, mi lobo. Es uno más. No se preocupe, sabrá comportarse en un lugar tan distinguido como éste, estará a la altura. Como siempre, de forma inconsciente, acaricia el pelaje del lobo a modo tranquilizador.

La mujer se asustó ante la aparición de aquel lobo de pelo blanco salpicado y manchado. Val desprendía un olor tan nauseabundo como la mayoría de integrantes del grupo, pero su aspecto salvaje le confería una visión aterradora. A pesar de eso, la mediana no se arrugó y mantuvo la calma tras las palabras de Nath. Incluso se permitió el gusto de acariciar a tan tremendo animal - Tranquilo guapetón. Ahora te daremos agua y comida, ¿eh?... ¡¡Buen chico!!

Los pocos clientes que todavía permanecían en aquella cafetería, observaban la escena con ojos de sorpresa, pero ante la tranquilidad de Laria, la dueña, nadie osó alzar la voz. Sin perder mucho más tiempo, la veterana mediana condujo al grupo hasta las dependencias superiores. Allí, tras cruzar la puerta de un pasillo entraron en el interior de una habitación con media docena de literas. El lugar era humilde pero muy acogedor. Olía a esencia de flores y plantas aromáticas y sobre todo, era cálido y limpio.

Sobre una mesa, había varias bandejas con panecillos de leche, trigo y centeno recién sacados del horno, algún encurtido de arenque o caballa, pastelitos de cacao de Qadira y multitud de fruta variada. No era un gran manjar, pero no estaba nada mal...

- ¡¡Aseaos y cenad algo!! Luego quizás queráis explicarme alguna cosilla que otra...- dijo con tono intrigante. De siempre era conocida la capacidad que tenían los medianos -al menos los de Kintargo- de almacenar y fluir los chismes que sacudían a la ciudad, con lo que Laria CaminoLargo podía disponer de información valiosa. - Nos vemos luego.- dijo con una sonrisa risueña mientras abandonaba el lugar para continuar controlando su negocio.

Nath es de los últimos en ir a realizar la ardua tarea de asearse. Duda entre si hacerlo en el orden propuesto por la halfling, o si primero comer y luego... pues asearse o lo que se preste... pero más vale pájaro en mano... desechando sus pensamientos de vagabundo, sacude la cabeza y le pide a Val que le acompañe a la habitación.

Luego no se arrepiente de haber podido darse un baño.

La invitación de su anfitriona no fue desdeñable, pues la joven se olía el interior de la ropa, estirando el cuello de sus prendas y comprobando que el olor era nauseabundo. Parecía que las aguas fecales donde estuvieron hace unas horas luchando por sus vidas, se les habían pegado al cuerpo..

Al llegar a la habitación, la ninja cerró la puerta y se desnudó, aunque luego pensó en poner en la misma bañera la ropa y frotarla un poco, para eliminar más, si cabía, el hedor que soltaban. Ya en el agua tibia, comenzó a frotarse fuertemente con una esponja cutre, que más parecía un estropajo para pulir el hierro. Tanto restregarse por su piel pálida le dejó pequeños arañazos y sabañones, a lo largo de su cuerpo.

Cuando hubo acabado de secarse, tanto el pelo, el cuerpo y secado la su ropa, volvió a vestirse y a ocultar su cuerpo y sus facciones del mundo, bajo su capucha oscura. Era el momento de reunirse con los demás y tratar el asunto que les llevó a aquel lugar, propiedad de la amiga de la familia de Rexus.

Tanner sabía perfectamente que no podía permitirse aquel lugar, por barato que fuera. Supuso que pagaría con la parte del botín de grupo, no podía decir que no a una ducha. Siempre había intentado ser digno aunque fuera pobre, por lo que el aseo era algo que hacía cuando podía. Limpió su ropa con fuerza, estaba acostumbrado a hacer aquello, y cualquiera que hubiera pasado cerca de una curtiduría sabía por que. Hambriento bajó a la sala donde les esperaba la dueña del local.

Uno tras otro, los integrantes del grupo fueron aprovechando la posibilidad de llevar a cabo un relajado aseo y cuando se vieron preparados, fueron bajando al comedor principal. Al llegar al primer piso, Laria los esperaba cerca de una mesa con una copa de brandy.

- Sentaos por favor.- pidió educadamente la dueña del negocio. Ya no había nadie más en aquella cafetería. Los últimos clientes habían sido despachados con premura una vez llegaron los Rebeldes de la Plaza Aria, pues se intentaba evitar que fuera mucha la gente que pudiera asociar a aquellos invitados a la revuelta matinal. - Sentaos y tomad algo de este delicioso licor...- añadió con rostro distendido y una sonrisa pícara - Quizás podáis explicarme dónde habéis estado y qué os ha sucedido. Os advierto de que me encantan las buenas historias...- sonrió más si cabe ante este comentario - ... y me ayudan a dormir como un lirón, jajajaja...- concluyó con una risa casi contagiosa.

Tras tomar asientos todos a la mesa de la cafetería, Saeko miró a un lado y a otro, buscando alguna mirada rezagada en el local. Viendo que nadie les observaba, asintió a Laria y le hizo un gesto con la cabeza para que le prestase atención. Al momento, rebuscó en el interior de sus ropas y sacó la figurita del cuervo plateado y la dejó en la mesa frente a la mediana, para que pudiera observarla con sus propios ojos.

- Todos los aquí presentes estamos tras la pista de los cuervos plateados. Por un motivo, más o menos compartido. Ninguno toleramos la opresión que se cierne en Kintargo y a la que se somete a toda la población. En la manifestación nos vimos envueltos por los guardias de Barzillai Thrune. Tuvimos que escapar para salvar la vida. En nuestra huída, encontramos a Rexus en apuros y decidimos ayudarle, mientras unos guardias lo rodeaban. Es gracias a el que supimos de un posible paradero de los cuervos plateados. Así llegamos a los establos y descubrimos un antiguo escondite de los rebeldes y encontramos estas figuritas, no sin pasar apuros con las trampas y seres que allí encontramos...

Tras el breve resumen de la historia que llevaban todos en conjunto, la ninja, sin gesticular, esperó pacientemente y mirando fijamente a la halfling, esperando algún tipo de respuesta por su parte.

Observando la mesa y las sillas, Nath se sienta en una que le permita tener a Val echado en el suelo cerca, sin molestar a los demás. Después, espera a que alguien tome la iniciativa, inseguro. Eso sí, el tema de la comida le impacienta... dónde está?

Entonces Saeko cuenta sus aventuras, sin obviar ninguno de los datos relevantes. Nath mira en silencio a la halfling y a Rexus, alternativamente. Espero que realmente fuera una buena aliada de su madre, de lo contrario durante la noche esta posada estará rodeada de guardias de la casa Thrune...

De todas maneras, admira a Saeko por tener la valentía de contarlo. Cree que es mejor así.

Chaffeaux no había abierto la boca desde que llegaran en presencia de la halfling... no es que desconfiara, no es que estuviese alerta, era que simplemente la muchacha mestiza poseía un carácter introvertido y poco resultón en sociedad... todo lo opuesto que era posible a su forma de actuar ante el combate donde la fogosidad y la ira eran dueñas de la pistolera. Siempre le decían que era como la pólvora, polvo insignificante que se desvanece entre los dedos si no la coges con el recipiente adecuado, pero con el fuego... temedla.

Con las gafas a modo de diadema la muchacha observó y escuchó todo y a todos con su risueña cara infantil e inocente. Su mano se deslizó a uno de sus bolsillos donde halló la misma figurilla que Saeko mostraba a la anfitriona del lugar, jugueteó con ella sin sacarla, no sabía el por qué, pero el cuervo de plata le empezaba a ser muy querido.

A pesar de que llevaba horas sin descansar, aún sucio y cansado no se permitió bajar la guardia. Los tentáculos de la Cuatro Veces Maldita casa Thrune (la cuarta maldición era de su parte) eran largos y sinuosos, nunca se sabía en que oscuro rincón se escondía un sirviente al acecho. Incluso en la calidez de la cafetería Caminolargo y con las mejores atenciones de su anfitriona, Eklerion miraba a diestro y siniestro como si en cualquier momento hubiera de sacar el estoque.

Siempre vigilante, así es como el espadachín había sobrevivido tantos años en aquella profesión suya... y manteniendo la boca cerrada. Así que mantuvo la corrección en todo momento pero no dijo esta boca es mía.

Laria sonrió afablemente a cada uno de los integrantes de aquella curiosa compañía. parecía como si el destino se hubiera encargado de reunir a un grupo de parias en pos de una supina finalidad. La mujer se levantó y se dirigió a la cocina. Después de unos minutos, entró en la sala nuevamente con bandejas repletas de bollos de leche, fruta, raciones de carne ahumada y vino especiado para acompañar la comida.

- Muy bien muchachos...- dijo con complicidad. - Mientras estéis aquí, seréis mis huéspedes y estaréis bajo mi protección.- añadió risueña. - No debéis temer nada. Me une mucho más que cariño a Rexus. Si él confía en vosotros, yo también lo haré. Nadie sospechará de vuestra estancia. Diré que sois emisarios extranjeros o mercaderes de Korvosa. - urdía una excusa en su cabeza -Esta noche podéis pasarla en la habitación de las literas. Descansad.- recomendó la mediana con voz enérgica.

- Mañana seguramente tenga algún encargo para vosotros.- y tras decir estas palabras se despidió retirándose a sus aposentos.

Tras la narración de su breve aventura en los establos de la fortuna justa, la ninja atendió a las leves palabras de su anfitriona. Cuando esta les propuso ir a descansar, sintió que debían hacerlo, pues el dolor de sus músculos era tal que requerían de un sueño reparador.

- Tiene razón, muchachos. No nos vendría mal un descanso después de este día tan agitado. Nos reuniremos aquí mañana y trataremos como continuar con este asunto. Me despido por hoy de vosotros, buenas noches.

Saeko seguía intrigada por el trabajito,que pudiese tener Laria para ellos. Puede que tuviera más información sobre los,cuervos plateados o algo relacionado. Con todo y con eso, ahora lo que se hacía más que necesario era el descanso. Así, la joven se retiró a su habitación a descansar. Mañana seria otro día y seguro,que sería tan fructífero,como el de hoy mismo, pensaba interiormente.

La cena transcurre en un ambiente distendido, donde Nath aprovecha para tratar de aprender cosas de sus nuevos compañeros. A fin de cuentas, si ahora son todos Cuervos Plateados, mejor conocerse. Pero lo cierto es que no son muy dados a contar de sí mismos, y no puede culparles. Él mismo trata de permanecer en un segundo plano la mayor parte del tiempo, dando bocados a Val de vez en cuando. Antes de retirarse cuando ve que Saeko ya se va, sin embargo, se dirige a todos.

Compañeros, ha sido un día extraño, y duro. Quería daros las gracias por todo, hemos luchado codo con codo y al final ha salido bien. Estamos más cerca de los Cuervos. Dice jugueteando con su insignia entre los dedos. Val ha estado al borde de la muerte pero entre todos le habéis cubierto. Así que... lo dicho, gracias. Hasta mañana. Un poco azorado por tener tantos ojos sobre su andrajosa presencia, Nath se retira, seguido por Val.

La muchacha infernal se despidió de Saeko y después de Nath y Val con una risueña sonrisa pero sin decir nada, su timidez le superaba fuera de la batalla. Y sin decir nada se levantó y con un gesto con su mano se despidió también del resto, necesitaba un baño y sobre todo un merecido descanso.

Si, mejor hablar y decidir estando descansado. Daba las gracias por tener otro aliado, uno que parecía conocer aquella zona de la ciudad. No pudo evitar soltar una ahogada carcajada cuando comentó que eran diplomaticos o comerciantes.

La noche transcurrió tranquila y el merecido descanso ahondó en cada uno de los Rebeldes de la Plaza Aria. La jornada había sido realmente intensa comenzando por la manifestación, la huida, el rescate de Rexus y la exploración de aquellos antiguos establos que en su día funcionaran como escondrijo de los añorados Cuervos Plateados.

El día había dado para mucho, no sólo para cohesionarse como un grupo que intentaba luchar contra la tiranía y represión de la Casa Thrune, si no para conocer las virtudes y defectos de cada uno de ellos. El combate contra las criaturas extraplanares les había conferido el hecho de que según contra qué enemigos podían llegar a pasarlo bastante mal, y si ellos querían prender nuevamente la llama de aquellos rebeldes y revolucionarios justicieros conocidos como los Cuervos Plateados, deberían mejorar éste y algún aspecto más.

Se miraron entre ellos, todavía sin tener muy claro cuan fuerte sería el nexo que parecía unirlos, pero dormir era prioritario en ese momento. Al día siguiente ya habría tiempo para elucubrar y pensar en el futuro.

A la mañana siguiente, tras asearse un poco, equiparse con sus wakizashis y todas sus cosas, Saeko salió al pasillo en busca de los demás. Vió a Nat a un lado, saliendo también de su habitación y le llamó la atención, pues sabía de buena tinta que dominaba algo de magia.

- Buenos días, Nat. Ten, los brazales que he llevado puestos. Son los que nos entregó Rexus. ¿Podrías identificar si tienen alguna cualidad que se me escape? - Le acercó los objetos para que pudiera observarlos.