Partida Rol por web

En la flor de la vida

Camino a Belmonte

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06/05/2021, 18:19
Martem de Bremervoord

Sería demasiada casualidad, una de esas que se dan una vez en la vida. Algo imposible, como encontrar una aguja enterrada en lo más profundo de un pajar. Y a pesar de ello, cuando fue evidente que uno de los vetustos cadáveres que yacían en el suelo de la cueva pertenecía a una niña, un pensamiento se iluminó en la mente de Martem con la misma intensidad del rojo de aquella capa ajada que colgaba del esqueleto de la muchacha.

Pyrrha.

Sabía que era harto improbable. De hecho, seguramente fuese tan solo una corazonada absurda y sin fundamento, motivada únicamente por lo reciente de su visita a la cabaña de Ysentrud. Y con todo, lo primero que le había pasado al hombre por la cabeza era que habían hallado los restos de la chiquilla de la que les había hablado la anciana. Tratando de sacudirse esos pensamientos oscuros, Martem se agachó con lentitud, casi con reverencia. Ninguno de los objetos que había allí diseminados le llamó especialmente la atención, a excepción tal vez del anillo, que tomó del suelo y, tras mostrarlo en alto a sus compañeros para que vieran que no estaba intentando embolsárselo a escondidas, lo guardó dentro de su morral. A continuación, alargó cuidadosamente la mano hacia la maltrecha cesta de mimbre que había junto al cadáver y la abrió para revelar su contenido.

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08/05/2021, 08:09
Dannar

Nada de lo que allí veían explicaba porque los lobos no se habían acercado a ese pequeño rincón de la guarida, y Dannar, cuya empatía rozaba lo inexistente, estaba más preocupada por eso que por la capa roja que encontraron entre los cadáveres, a pesar de que supo en seguida de quien debía tratarse: Pyrrha; por duro que fuera (y eso que prefería no pensar en los abusos que la chiquilla habría sufrido antes de morir finalmente), ella ya estaba muerta, y nada se podía hacer al respecto. Por ende, su mente no dedicó más de un pensamiento por la joven asesinada, y, mientras Martem rebuscaba un poco más a fondo, si siguió pendiente de los cuerpos, de la guarida y de cualquier cambio que pudiera notar en su medallón. No terminaba de fiarse de la situación.

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08/05/2021, 16:19
Morkam

Los cadáveres momificados de aquellos animales inquietó en gran medida al enano; sin embargo cuando Martem los guió hasta el campamento de aquellos pobres desgraciados, que sin duda habían encontrado su muerte hacía tiempo, un miedo basado en supersticiones comenzó aflorar en su corazón. 

Esto me apeiste a barrba quimada— dijo con voz grave tratando de esconder su miedo—. Sé que dije yo de viner, pero poco ferro encontraremos en estos lares. Será mejor que…

Las palabras del artesano murieron en alguna parte de su garganta cuando Jezal señaló la capa de tonos carmesí. De manera inconsciente tragó saliva y desvió la mirada hacía una de las escarpadas paredes de la cueva. La pena comenzó a surgir en sus entrañas ganando terreno al pavor a pasos agigantados. Una cosa era suponer el destino incierto de la pobre Pyrrha verlo con sus propios ojos. 

Aquella sensación no duró mucho más. Cuando sus ojos se posaron de nuevo en los cadáveres y recordó el estado de los lobos el pavor sacudió sus entrañas, hostigando a su estómago a expulsar su desayuno de manera poco decorosa. A pesar de ello respiró con profundidad hasta serenarse lo suficiente como para examinar los cuerpos. El pensamiento más obvio fue pensar que la pobre niña había sido secuestrada y violada, pero nada explicaba porque ella y los demás estaban en ese estado. Dispuesto a encontrar la verdad comenzó a examinar los cuerpos en busca del motivo de su fallecimiento e incluso se atrevió a olfatear los utensilios de cocina buscando algún tipo de veneno. Eso si, tratando en todo momento de no rozar ninguna parte de los cadáveres, al menos con sus manos. 

- Tiradas (4)

Notas de juego

Hice varías tiradas para agilizar un poco. Toma las tiradas que gustes DM y si no sirven, me dices que tirar ^^

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08/05/2021, 18:05
Director

Era difícil suponer qué era lo que había ocurrido allí y apenas contaban con información suficiente para hacer suposiciones más allá de las que habían puesto ya en común. El enano trató de examinar los huesos y la disposición de los cadáveres pero no encontró nada nuevo, tampoco pudo determinar si había habido algún tipo de veneno que provocara las muertes, pues eran simples huesos lo que tenían allí y del contenido de sus estómagos no quedaba ni el polvo. Todos dieron por sentado que el esqueleto de la niña correspondía a Pyrrha, y suponían que los restantes eran bandidos o cazadores a juzgar por sus objetos, pues poco más podían deducir. Se imaginaron todo tipo de cosas horrendas que le habrían hecho a la pobre muchacha, pero ninguno de ellos acertó a pensar qué habría podido pasar con el resto. ¿De qué habrían muerto ellos? Lo único que estaba claro era que aquellos cadáveres llevaban allí muchos años.

Poco más podían hacer allí. A algunos de ellos el siniestro lugar les producía una incómoda sensación de angustia que deseaban aliviar saliendo de la cueva cuanto antes. De todos modos, debían volver al camino y continuar el viaje antes de que se les hiciera demasiado tarde. Pero antes de marcharse, Martem quiso indagar en el contenido de la cesta de mimbre, que era lo único que les quedaba por mirar. Allí pudo encontrar una damajuana de aguardiente similar a la que tenía Ysentrud en su hogar, un tarro de miel y una nota reseca. En ella podía leerse un pequeño escrito en tinta que había resistido al paso del tiempo y que les hizo confirmar sus suposiciones sobre la identidad del cadáver más pequeño.

Amada Pyrrha.

Debo decirte que esta es la última nota que te escribo al amparo de la noche, la última que te haré llegar con discreción y secretismo. Por fin he reunido el valor de decirle a mi padre lo que siente mi corazón, de enfrentarme a su juicio... ¡y aprueba nuestro amor! Ya no tendremos que escondernos de los demás y podremos disfrutar abiertamente de la alegría que nos da el estar juntos. Mañana mismo lo anunciaremos. ¡Mi madre hasta me ha dado unos anillos para que nos prometamos! Seguro que a tu abuela le hará feliz saberlo. Hasta mañana, mi amor, ya nunca más secreto.

Uli.

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08/05/2021, 22:00
Martem de Bremervoord

Lo que había guardado en el interior de la cesta confirmó lo que ya todos sospechaban, antes incluso de que Martem leyese la nota en alto para que todos conociesen su contenido: el esqueleto de la adolescente pertenecía en efecto a Pyrrha, la nieta de Ysentrud. La misiva, que iba dirigida a ella, había sido escrita por un tal Uli, el joven enamorado de la fallecida, y le anunciaba que los padres de él aprobaban su amor y permitían su compromiso. Al leer aquellas conmovedoras manifestaciones de inocente amor juvenil, Martem sintió como un dolor sordo del que apenas era consciente ascendía desde su pecho, instalándose en algún lugar detrás de su nariz. La carta había removido recuerdos que, por mucho que tratase de enterrarlos, eran aún recientes; nadie pudo advertir, a excepción tal vez de la bruja y sus afilados sentidos, la brillante capa de humedad que cubrió repentinamente el azul de sus ojos.

«El amor es un espejismo fugaz de felicidad que nunca acaba bien».

¿Alguien lo quiere? Otra cosa no sé, pero estará bien envejecido —dijo Martem, mostrando a los demás el frasco de aguardiente, en un tono aparentemente desenfadado; un comentario trivial con el que pretendía soterrar el acceso emocional que la lectura de la carta le había provocado. Sacudiéndose las palmas de las manos, el cidario se irguió de nuevo—. Venga, acabemos de coger lo que merezca la pena y vámonos ya de aquí.

¿Quién sabe? A lo mejor Belmonte aún seguía en pie y el pobre Uli, ya convertido en un hombre, seguía allí, preguntándose qué le habría sucedido a su amada Pyrrha, desaparecida sin dejar rastro tantos años atrás. Pero, a decir verdad, Martem cada vez dudaba más de que alguna cosa de toda aquella triste historia continuase viva todavía.

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09/05/2021, 17:56
Rion Aedryn

El descubrimiento de las pertenencias de uno de los cadáveres le sacudió la mente al bardo durante un momento; una niña tan joven y un final tan horrendo para ella... El mundo, la mayoría de las veces, era una mierda. Pensó en volver sobre sus pasos para personarse en la cabaña del bosque y anunciarle a Ysentrud el hallazgo, mas luego cayó en la cuenta de que sería mejor no regresar a contarle a la anciana el triste destino de su nieta. Para ella lo conveniente sería vivir lo que le restaba de vida con la vana esperanza de que algún día aparecería por la puerta Pyrrah ataviada con su capa roja y su cesta de mimbre. Además, probablemente olvidaría al día siguiente cualquier información que le proporcionasen. 

Rion se masajeó la frente con lentitud, sin querer dirigirle ninguna mirada más a los cadáveres. Él no quería estar ahí. Lo avisó. De haberlo sabido, se hubiese quedado esperando en la entrada mientras los demás desarrollaban sus dotes como exploradores. Y, aunque ahora estaban al tanto de una pista nueva, que les confirmaba que ese pueblo, Belmonte, quizá ya ni estaba habitado, el precio de contemplar los restos de una persona tan frágil... Fue duro. "Nadie merece terminar sus días en un lugar así, siendo maltratada y abandonada de esa manera" —dijo para sus adentros, cerrando los ojos. Los volvió a abrir, segundos después, más calmado.

Yo no quiero una bebida que pertenece a un muerto —concretó, en respuesta a Martem—. Pero sí que se puede sacar un buen pellizco por una botella como esa en algún mercado... —añadió, caminando unos pasos hacia el exterior de la cueva, dejando que la gente se llevara lo que considerara necesario entre los escasos enseres que aún permanecían en un estado decente.

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10/05/2021, 11:20
Dannar

Dannar negó ante el ofrecimiento de Martem, coincidiendo por una vez con Rion, aunque por motivos diferentes; ya poco importaba a quien hubiera pertenecido el alcohol, simplemente no quería beber en ese momento. En cualquier caso, allí no tenían nada que hacer, más que recuperar alguna cosa de valor e irse cuanto antes. Ayudó en el cometido y, tras haber recogido todo aquello que podría venirles bien —incluida la característica capa roja—, salió al exterior tras el bardo.

Será mejor que nos demos prisa. Hemos perdido un buen rato y yo no podré caminar al mismo ritmo que antes —dijo cuando ya estuvieron todos fuera. Ni una mención a lo sucedido en el interior de la cueva. Ni rastro de un leve atisbo de compasión o lástima por la triste historia. Nada. Para ella, solo era otro aciago capítulo en la historia de la humanidad, lamentable como tantos otros, pero que pronto, de un día para otro tal vez, se perdería en la memoria, puede que cuando fuera testigo de otra nueva escena como aquella. Otros protagonistas, pero siempre la misma historia. El mundo estaba demasiado lleno podrido como para darle más vueltas.

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11/05/2021, 07:07
Alberich de Narok

La ausencia de cualquier rastro mágico y la falta de pistas impidieron que el grupo pudiera descubrir que es lo que verdaderamente había sucedido. Aún así, gracias a la nota que llevaba uno de los cadáveres, no tardaron en descubrir la cruda realidad: Uno de los cuerpos era el de Pyrrha.
Teniendo en cuenta el estado de los restos de la joven nieta de Ysentrud, Alberich no pudo evitar pensar cuantos días había vivido la anciana creyendo que era martes, envuelta siempre en un macabro bucle que no hacía más que renovar sus falsas esperanzas…

Al ver como sus compañeros se apresuraron a saquear los cuerpos y prepararse para continuar con el viaje, el kovirano tomó su palabra.

-Dannar dijo que aquí no había magia, pero os aconsejo que no nos desprendamos de las pertenencias de Pyrrha hasta que estemos seguros de que esta historia no oculta nada más. Con o sin magia de por medio, puede que nos sirvan de algo cuando lleguemos al poblado -comentó el mago para luego girarse hacia el enano- Y Morkam, podrías quedarte temporalmente con la daga. Si en el camino volvemos a toparnos con problemas, te será útil contar con un arma más útil que las piedras.

A pesar de que no había detectado ningún rastro mágico y de que las maldiciones no eran su especialidad, a Alberich le inquietaba el estado de los cuerpos y por eso prefería no correr riesgos. Si en todo este asunto la magia estaba involucrada, los objetos de serían útiles para evitar problemas mayores, pero si no lo estaba por lo menos servirían como prueba para aclarar ante las autoridades una desaparición de a saber cuántos años…

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11/05/2021, 17:58
Jezal

Jezal tragó saliva. Qué poco le había preparado la vida para momentos como ese. Qué poco. Y qué poco sabía de lo cruel que era el mundo. Había esquivado los años más sanguinarios en el Imperio Nilfgardiaano, marcados por la caída del usurpador, y había vivido demasiado aislado de la realidad. Ser llamado a la guerra le había ofrecido un trago de verdad, pero había querido pensar que no era más que un sintoma de los tiempos. Pero no era así. El mal existía siempre y en todos los lugares.

No —respondió secamente a Martem, mientras daba un paso atrás, sin hurgar más entre los cadaveres.

Durante un momento, se plantó el sacar fuera los huesos de Pyrrha, enterrarlos bajo un túmulo, un lugar donde con el tiempo creciera la hierba y la vida. Pero no lo hizo. Porque aquello no haría favores a nadie que pudiera agradecerlo, porque no tenían tiempo, y porque no había nada que él quisiera más que marcharse de se lugar. Por eso, en esa ocasión, el soldado no dijo nada. Se limitó a asentir con la cabeza, con los labios ligeramente apretados, y se alejó apresuradamente en dirección a la entrada. Pensó en Ysentrud. Quizá, después de todo, su demencia había sido una bendición tanto como una maldición. Pensó en quien había firmado como Uli. ¿Qué habría sido de él? ¿La habría buscado? ¿Durante cuanto tiempo?

Una vez estuviera fuera, su prioridad no fue otra que comprobar que su caballo seguía cerca de la entrada, acariciando su morro con una mano enguantada. Sin embargo, había otra pregunta que todavía rondaba en su cabeza. Si la pequeña era Pyrrah... ¿qué había pasado con los otros? ¿por qué habían muerto ahí, de esa forma?

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14/05/2021, 19:32
Director

Dejaron la cueva atrás junto con el misterio que rodeaba los esqueletos de su interior. Habían averiguado que el más pequeño correspondía a Pyrrha, algo que habían deducido en un primer momento, pero que las evidencias que encontraron después confirmaron. Por si la capa roja no fuera suficiente para determinar su identidad, la nota no dejaba lugar a dudas. Por sus cabezas pasaron innumerables hipótesis sobre cómo había muerto la muchacha, todas ellas horribles. Suponían que los hombres que se encontraban a su alrededor habían sido los causantes de su muerte y de las desgracias horrendas que se imaginaban que habían precedido a su final. Sin embargo, alguno de ellos se preguntó también cómo habían encontrado la muerte aquellos hombres de los que poco o nada sabían, salvo la conjetura de que debían ser bandidos o cazadores, por las escasas pertenencias que les habían sobrevivido. Los más supersticiosos no quisieron tocar ni el aguardiente, y eso a pesar de que la bruja les había confirmado que no había nada fuera de lo común en el lugar. Quienes no daban crédito a las supercherías cargaron con los objetos que consideraron útiles, como la capa, la nota y el anillo de Pyrrha, que guardó Martem.

Volvieron al desvencijado camino y se pusieron en marcha de nuevo. Habían perdido bastante tiempo con los lobos y la cueva, pero si las indicaciones de Ysentrud eran precisas todavía estarían a tiempo de llegar a Belmonte antes de que anocheciera, incluso con la cojera de Dannar. El sendero descendía ahora hacia las faldas de la boscosa montaña, serpenteó en un tramo, evitando un pronunciado barranco, y después mantuvo una trayectoria bastante fija y directa. Un par de horas de viaje después llegaron a un punto donde un caminucho desembocaba en el sendero por el que ellos viajaban, supusieron que sería el atajo del que les había hablado Ysentrud, y que ambos volvían a unirse. A partir de ahí, en la última hora de viaje, el camino mejoró bastante. Incluso encontraron zonas en las que el camino estaba bastante bien conservado. El bosque que atravesaban presentaba algunos tocones recientes y muestras de actividad humana: había aserraderos, troncos amontonados y una abundante presencia de hachas. Lo cual les devolvió la esperanza de que Belmonte no fuera un pueblo en ruinas después de todo. 

Notas de juego

Fin de escena. Pasamos a Belmonte.