Partida Rol por web

El bullywug del tocado de plumas dejó caer el kukri a las fangosas aguas y alzó sus manos palmeadas en vuestra dirección. Se dejó caer, arrodillándose.

—¡No matar, no matar! —dijo con voz gorgoteante, inflando y deshinchando el saco que tenía en la garganta—. ¡Deja de pegarme!

De fondo se oía los crujidos y chapoteos que provocaba Itzel mientras seguía aporreando al zarcículos.

Fin del combate.

El combate estaba terminado, pero el zarcículo todavía no estaba muerto como denotaban los esfuerzos de Itzel. Tenían que acabar con la bestia por los problemas tanto inmediatos como futuros que les podía ocasionar.

—¡Capitaine! ¡Itzel! Encargaos de...

Esto.

—...el hombre-rana. Sazel, ayúdame a acabar con el montón de algas. Tu martillo y mi arco serán suficientes para que deje de ser un peligro..

Sazel bajó la espada y agarró de la pechera al chamán.

No os haremos daño si vuestra rendición es honesta, le prometió. Si es desnohesta, no habrá piedad.

Cuando Victoire mencionó su martillo, Sazel volvió a levantar su arma para mostrarla a la celestarum: tenía una breve empuñadura, cruz y una hoja larga afilada, y no una empuñadura larga y una cabeza contundente. Es decir, que era una espada, arma sagrada de Celestar, y no un martillo. Y la maza que solía llevar al cinto, por cierto, era la que Itzel estaba empleando para castigar al zarcículo.

Todavía henchido de la fuerza de Celestar, tiró del bullywug, arrastrándolo con facilidad hacia la cámara de las escaleras y cerró la puerta tras de sí.

Capitaine, llamó a Lefebre. Metió la puntera bota bajo el filo del sable con el que le había herido uno de los guerreros bullywug y lo arrojó hacia el lobo de mar. Emplead esta.

Era un arma de filo, pero el encantamiento corrosivo dela hoja haría daño al resistente monstruo.

Hablad, exhortó al cautivo. Contadnos quiénes sois y qué hacéis en este lugar.

Patrice agarró en el aire aquel sable. Al fin y al cabo y aunque parecía ser un arma de muy buena manufactura, seguía siendo un arma cortante y no iba a hacer mucho más daño que su estoque a aquella planta, pero si a monsieur Sazel le apetecía que a utilizara para segar aquel arbusto asesino, no se iba a oponer aunque no acostumbrara a tocar los sables de otros. Ya le bastaba con tocarse el suyo de vez en cuando.

- Bien... - Dijo alzando los hombros y entonces, con sable en la diestra y espada corta en la zurda, comenzó a hacer de jardinero. Aquella planta iba a quedar bien deshojada.

—Buah —dijo de repente una voz, justo después de que Patrice la agitara en el aire para golpear a la planta—. ¿Eso es todo lo que sabes hacer, fantoche escuálido muerto de hambre? No sabes ni pinchar. El filo está por el otro lado. Pero qué vas a saber tú, si no ves ni torta con ese pájaro muerto que tienes en la cabeza...

- ¡Mon Dieu! - Exclamó Patrice sobresaltado al escuchar aquella voz. - ¿Lo habéis oído? - Le preguntó al resto.

Y es que podía ser que sólo el hubiera escuchado aquellas palabras. Podía ser que se estuviera volviendo loco, lo cual no sería raro después de todo lo vivido. No obstante, era algo que casi había descartado sin la necesidad de una respuesta. Había escuchado claramente aquella voy y parecía proceder su su sable. De hecho había escuchado historias sobre espadas encantadas que podían hablar, así como de otras armas y objetos, aunque creía que era un mito. Un mito que estaba a punto de ser demsentido.

- ¿Me lo dices a mi? - Le preguntó al sable. - No creo que esa sea la forma de dirigirse a quien te está empuñando, amigo...

Mientras Patrice hablaba con su nueva espada, Sazel trataba de sonsacarle información al bullywug del tocado.

—¡No matar, no matar! —repitió el bullywug mientras Sazel lo cogía de la armadura de piel de rana gigante. La criatura hedía a pescado podrido—. Semos del géiser-lodoso-del-pantano. Venir aquí a través de túneles-inundados para ayudar a nuevos-amigos —dijo. Se llevó la mano a la garganta y hondeó los dedos—. Más agua mejor, ¿sí?

El bullywug infló y desinfló el saco bajo la garganta y parpadeó varias veces observando a Sazel.

—Necesitar humanos para más agua. Nuevos-amigos dar luego cuerpos para más bullywugs. Amigos muy amables ¿sí?, pero cosa-que-fue-humana-y-repta-por-las-paredes mandar esqueletos-negros que ataquen pobres, pobres bullywugs. Ahora bullywugs no poder ver amigos. Ayudar, ¿sí?

El Zarcículos está muerto.

La espada que blande Patrice está maldita y está obligado a usarla hasta que le lancen un Quitar maldición.

La Espada del Desgraciado. Sable maldito +1 corrosivo inteligente, que se ríe de ti cada vez que fallas o la cagas en algo. Hace comentarios cáusticos sobre lo mierdas que eres todo el tiempo. Funciona como una espada larga con la que puede utilizarse Sutileza con las armas si se tiene.

—¿Ves a alguien más por aquí, mierdaseca, con cara de pánfilo y sombrero de idiota? —respondió la espada con tono acerado—. ¿Y cuál es, según tú, la forma de dirigirse a quien me está agarrando el mango? 

Raven frunció ligeramente el ceño al escuchar al chamán.

—¿Cómo son esos "nuevos amigos"? ¿Dónde están?—dijo—. ¿Y para qué quieren más agua?

Sí más o menos había entendido... ¿querían sacar agua de los túneles inundados del Zigurat porque "más agua, mejor" para esos nuevos amigos suyos? Quería asegurarse; aquella criatura no se expresaba lo que se decía de forma experta. Aunque no dejaba de llamarle la atención para empezar que lo hiciera en Común.

Al final si que había resultado que los hombres rana iban a obtener cuerpos para sus proles aunque no de la forma más tradicional precisamente... Apartó no obstante aquel pensamiento a un lado y se centró en algo menos repugnante. Para lo que habían necesitado entonces a los chardaukanos era para transportar el agua según parecía.

—No me gusta como suena esa "cosa-que-fue-humana-y-repta-por-las-paredes"—dijo girando ligeramente la cabeza para mirar a Itzel—. Si es quien manda a los esqueletos, suena a que a vuestro Señor de los Huesos le ha ocurrido algo espantoso. Por si y queríamos confirmar sospechas.

Una cosa era volverse loco por un demonio como había teorizado Guillaume pero "ya no ser humano" pasaba a ser algo un poco extremo. Y... ¿reptar por las paredes?

«¿Qué está pasando aquí?»

- ¡Será posible! - Exclamó abriendo los ojos de par en par y mirando con incredulidad a su sable. - ¿Y por donde demonios quieres que te agarra? - Le preguntó molesto.

Por pura casualidad escuchó de fondo lo que estaba hablando Raven con aquella rana gorda y húmeda, como todas las ranas realmente. La conversación parecía haber derivado en ese chamán, el Señor de los Huesos y eso les interesaba.

- ¿Crees que es el tipo de los huesos? - Le preguntó a la drow. - Por lo que describe nuestro amigo, es como si... - Frunció el ceño. - Como si estuviera poseído por una entidad infernal, ¿no? 

Entonces trató de enfundar aquella espada parlante entre el cinturón y su pantalón y se percató entonces de que ésta, estaba pegada a su mano.

- ¿Qué demonios? - Trató de lazarla sin éxito. - ¡Está pegada a mi mano!

—No lo puedo saber a ciencia cierta, pueden ser mil cosas—respondió la drow antes de observar los aspavientos de Lefebre. Tras unos segundos de silencio añadió con toda la normalidad del mundo:—. Creo que está maldito, capitaine.

Al principio había dado por sentado que se había topado con un objeto mágico dotado de consciencia un tanto desagradable. Y de hecho lo era. Los objetos mágicos dotados de consciencia no eran algo que le resultara extraño, sin embargo, lo de que no se pudieran soltar ya era algo propio de una sola cosa...

—Una maldición...—repitió Victoire mientras disparaba una flecha tras otra contra el zarcículo—. Sí tiene toda la pinta. No es nada de lo que tengas de preocuparte. Puedo romperla cuando lo necesites.

Con el zarcículo muerto la tiradora centró su atención hacia el hombre-rana.

—¿Cuántos de los tuyos hay por estos túneles? Buscamos a un hombre llamado Guillaume, ¿lo conoces? ¿Lo has visto?

Sazel no se arrugó ante la peste que desprendía el bullywug. Algunos quesos revraínos eran más hediondos, y entre la población, se  consideraban manjares.

Respondedle, ordenó al chamán, cuando Raven preguntó por los amigos y el agua.

Sazel no dejó que sus pensamientos se mostrara en su rostro, pero si le hubieran interrogado, se habría visto obligado a reconocer que no había entendido apenas nada de lo que había dicho el bullywug.

El infortunio de Lefebre hubiera resultado cómico incluso para el serio sacerdote, si no hubiesen estado bajo tierra, rodeados por seres hostiles.

Conservad la espada por el momento, capitaine, por si nos encontramos con otros zarcículos. Era fácil decirlo para el aasimar. Él no tenía que soportar la humillación de ser insultado por su propia espada.

- Es un poco soez, pero es una buena espada. - Le respondió Lefebre a monsieur Sazel. - Pero he tenido tripulaciones peor mal habladas... - Se encogió los hombros. - Y como dices...  Ladeó la cabeza mientras miraba el filo del arma. - Parece efectiva contra esas malditas plantas. - Sonrió. - ¡Al final nos acabaremos llevando bien! - Soltó una carcajada.

—¿Perdona? —respondió la espada con tono acerado—. ¿Soez? ¡Tengo más vocabulario que tú, gaznápiro recalcitrante!

El bullywug volvió a repetir el gesto de antes, ondeando sus dedos a la altura de la mandíbula.

—Nuevos amigos tener tentáculos en la boca —le explicó el chamán a "Raven"—. Muy útil para sujetar comida, ¿sí?

Pareció profundamente confuso por la siguiente pregunta que le dirigió la elfa oscura.

—Más agua siempre mejor para bullywugs. ¿No para humanos y orejas-de-punta? —titubeó, y se encogió de hombros. Señaló a la puerta norte—. Nuevos amigos por allí, por allí. ¿Seguir?

—Guillaume sospechaba de algo así, aunque nunca le dimos mucha importancia —respondió Itzel, asintiendo a vuestros recelos—. Él lo sospechaba de antes de que empezara la lluvia, pero si una criatura infernal lo estuviera poseyendo explicaría por qué los chardarrim están descontrolados. ¿Verdad?

La hija de la matriarca recuperó su alabarda y tendió la maza a Sazel.

—Gracias —le dijo.

—No saber quién ser Gullón —respondió el bullywug, que nada sabía de galletas—. Y no saber cuántos bullywugs quedar. Humanos matar, y esqueletos-negros y cosa-que-fue-humana-y-repta-por-las-paredes matar también. Pobres, pobres bullywugs.

Patrice: 67/84

Itzel: 22/55

Sazel: 27/88

Raven: 33/51 (Armadura de mago 19 horas y 30 minutos)

Victoire: 79/79 (Arma mágica mayor 17 horas 30 minutos, Vestidura mágica 17 horas 30 minutos)

- Guilleme es un sacerdote. - Señaló a Sazel y buscó el símbolo sagrado de Celestar y se lo enseñó al chamán. - Es un tipo como él, aunque menos corpulento. Lleva el mismo símbolo. Un sacerdote. Puede que no lo hallas visto, pero igual te suena haber escuchado de él. - Le tanteó. Agarró la empuñadura de su nuevo y reluciente sable parlante y lo acercó al cuello del sapo. - ¿Te refresca ésto la memoria?

Lo que no le cuadraba era el hecho de que ahora se hiciera la víctima. Sus nuevos amigos sin duda les habían ordenado llevar esclavos humanos al fondo de zigurat. ¿Con qué depravado propósito? No lo sabía, pero era evidente que si ellos raptaban humanos, los humanos irían a por ellos. Eran las reglas de la guerra.

—¿Los esqueletos negros también luchan contra esos seres con tentáculos en la boca?—le preguntó al chamán para luego explicarle a sus compañeros—. Quizás el Señor de los Huesos hizo un pacto con una entidad infernal para enfrentar a esa amenaza. Un pacto que se acabó descontrolando.

Lo cual implica que no hay un enemigo, sino dos.

—Antes has dicho que necesitabáis humanos para más agua y que luego vuestros amigos os daban los cuerpos para más bullywugs. Explícate mejor.