Partida Rol por web

Las magníficas escalinatas que daban la bienvenida a los visitantes estaban confeccionadas en mármol, al igual que el pórtico de origen grecolatino que daba acceso al museo. Desde su reconocimiento en 1753 por el Parlamento británico como sede Real para las colecciones históricas el museo Británico había ganado una bien merecida reputación mundial. Cerrado únicamente durante las guerras mundiales, en las últimas décadas se había convertido en la sede de los mejores egiptólogos del mundo, los cuales habían traído tesoros de la talla de la piedra roseta.

Existían numerosas leyendas acerca de los secretos guardados bajo llave en los sótanos y almacenes del enorme complejo, pero la realidad era mucho mas mundana. La mayoría de la planta baja del museo estaba constituida por laboratorios y despachos de afanados arqueólogos, científicos e historiadores que trataban de arrancar sus secretos al pasado. Allí era donde se encontraba el despacho del Dr. Pitrie y un par de salas que destinaba para la investigación.

Flinders abrió la puerta de madera maciza del despacho y entró delante de sus acompañantes. - Siéntese Dr. Lowell. Usted también Jackson - dijo mientras señalaba las dos sillas acolchadas que se encontraban frente al escritorio. El despacho no era muy amplio y la sensación de estrechez se acentuaba por la gran cantidad de libros que tapizaba hasta el más mínimo rincón de las paredes. Sobre la mesa, numerosos artículos, anotaciones y borradores esperaban ser revisados por el arqueólogo. Flinders se sentó en un quejumbroso sillón de madera que parecía amoldarse a la perfección a su corpachón. A su espalda se encontraban numerosas estatuillas y vasos Canopo que parecían observar amenazantes a los visitantes. - Bien, por fin nos encontramos a resguardo de oídos ajenos. En breve Daniel le llevará a ver las momias pero antes quiero que me prometa que nada de lo que descubra o vea aquí saldrá de estas paredes- el profesor miró a Daniel para buscar su apoyo y dar mayor énfasis a sus palabras - Hay cosas que aun no ha visto Dr. Lowell, algunas que le sorprenderán- las enigmáticas palabras quedaron suspendidas en el ambiente, como si hubieran logrado un extraño eco entre los pergaminos y el polvo acumulado.

Daniel entró en el ya familiar despacho de su mentor y se sentó junto al Doctor Lowell, la chaqueta de pana en el regazo y la gorra entre las manos. La sensación de inquietud, acentuada por el extraño comportamiento de su jefe se iba diluyendo poco a poco entre el olor del polvo y los libros antiguos. Aquél era su mundo, su territorio, el sitio en el que él, un ratón de biblioteca empedernido, pasaba horas y horas sumido en un completo éxtasis académico. Allí nada podía incomodarlo por él lo conocía todo. O eso creía. Reclinándose cómodamente en el respaldo observó de reojo las últimas adquisiciones del profesor que descansaban sobre la mesa. Unas palabras atrajeron su atención...

Cita:

Daniel frunció el ceño y levantó la vista hacia el profesor Pitrie. ¿De qué está hablando? No entiendo a qué tanto misterio...Quizás se refiera a lo que les está pasando a las momias. De repente un impulso de ir corriendo al laboratorio lo dominó. Ya lo había sentido cuando el profesor lo comentó por primera vez en el café, pero con todo lo que había sucedido después, el joven se había olvidado. Pero ahora volvió más intensamente y Daniel tuvo que echar mano de todo su autocontrol para no murmurar una excusa y salir de la estancia. Eso, y que, muy a su pesar, estaba profundamente intrigado por las palabras de su jefe...

- Ya nada me sorprende Petrie... No obstante, he de reconocer que ha despertado usted mi curiosidad. ¿No tiene interés en ver publicados sus descubrimientos? - Lowell se revolvió inquieto en su silla. Eso daría al traste con el tema de la cátedra..... El doctor alcanzó uno de los pisapapeles del Dr. Petrie y comenzó a juguetear con él.

Flinders dejó vagar su mirada ante la mención de publicar sus descubrimientos. Hacía tiempo que había alcanzado la máxima posición académica que podía lograr en el museo y disfrutaba de una vida tranquila dedicada por completo a su pasión, la investigación arqueológica. - Mi querido amigo, no dude que muchos de nuestros descubrimientos se publicarán, y lógicamente usted estará presente en ellos- Pitrie intentó tranquilizar a su amigo por si pensaba que podía quedarse fuera del mundo científico al no poder publicar - Aún así nos queda mucho trabajo por delante para ello. Si quieren podemos pasar al laboratorio para mostrarle nuestro trabajo, Daniel estará encantado de explicarle lo que necesite- dijo mientras sonreía a su colaborador. Aquí tiene el informe realizado por el último becario de esta semana de trabajo espero que le sirva para resolver todas las dudas del doctor- dijo mientras le tendía una carpeta con varios folios en su interior - Yo, si me disculpan he de salir de nuevo a solucionar un pequeño asunto, así podrán irse conociendo-

Contrariado Daniel abrió la boca para añadir algo pero no muy seguro de por donde empezar se limitó a asentir mientras cogía el portafolios que le tendía. El documento parecía quemar en su mano. Cómo demonios voy a explicarle nada, si ni yo mismo sé de que está hablando últimamente...Debido a otras tareas académicas que le mantenían ocupado, la última semana apenas había pasado por el laboratorio y por lo que parecía se había perdido muchas cosas. A ver cómo hago, para leerme el informe antes de nada...No revelando su inquietud, Daniel se aclaró la garganta.
-Muy bien, doctor Pitrie- se volvió hacia el profesor Lowell sonriendo levemente.- Estaré encantado de ponerle al día, doctor- mientras se incorporaba de la silla comentó a su mentor-¿Debo entender que las momias siguen donde siempre?

- Me tranquiliza usted Petrie. No es que necesite esas publicaciones, claro - dijo agitando su mano derecha - si no más bien que lamentaría que los progresos de la Ciencia quedaran estancados en una carpeta - distraídamente trató de echar un vistazo a la carpeta que sostenía Daniel.

- En cualquier caso, no tiene porqué preocuparse por nosotros. - dijo ante el comentario de Jackson - Estoy seguro de que nuestro solícito Desmond me podrá comentar todos los pormenores de su investigación,o debería decir nuestra - añadió sonriente.

Petrie asintió levemente ante las palabras del Dr. Lowell. No había pensado en las publicaciones pero esperaba que le devolvieran el prestigio de antaño. Se recostó un poco más en su sillón y señaló la carpeta que había entregado a su ayudante. - Tiene los pormenores en el informe que acabo de entregarle a Daniel. No es mucho lo que hemos avanzado pero creo que es algo que deberían ver con sus propios ojos- el eminente arqueólogo sabía que su pupilo no había tenido tiempo de ponerse al día pero era absolutamente necesario que ambos se enfrentaran a aquellos dos misterios sin saber nada concreto, necesitaba aquellas dos inteligencias completamente vírgenes, vacías de cualquier idea preconcebida. Espero que alcancen unas conclusiones similares a las mías, por terribles que puedan parecer. Pero esto solo el tiempo podrá decirlo.- Caballeros no quiero entretenerlos mas, por favor pasen cuando quieran al laboratorio, donde siempre, para observar los especímenes- dijo mientras les invitaba con un ademán a salir del despacho.

Todavía confuso por la impaciencia de su mentor e intranquilo por no poder leer el informe antes de enfrentarse a lo que quiera que pasaba con las momias Daniel se pusó en pie asintiendo.

-Muy bien, profesor, más tarde nos pasaremos para comentarle nuestras impresiones-dijo despidiéndose del hombre con un gesto de la cabeza. Llevaba trabajando el suficiente tiempo con él como para darse cuenta de cúando quería poner fin a una conversación.-Doctor Lowell si tiene la bondad de acompañarme-le invitó rodeando la silla y abriendo la marcha hacia la puerta salió de la habitación. Una vez en el pasillo agarró con fuerza el informe que parecía quemar entre sus manos y reprimiendo el impulso de abrilo para echar una ojeada rápida se volvió hacia el doctor sonriendo amable. Sus ojos, brillaban excitados e impacientes y su pelo corto apuntaba despeinado en todas direcciones de tantas veces que se había pasado la mano por él en gesto nervioso.-Bueno, doctor, veamos que nos deparan esas momias-comentó intentando parecer despreocupado mientras echaba a andar en dirección al laboratorio. Atrás quedaban las puertas cerradas de los numerosos despachos y laboratorios del personal del museo. A esas horas, la mayor parte de la gente se había ido a sus casas dejando atrás un aire de polvorienta erudicción.-No había estado nunca aquí ¿verdad?-hizo un ademán vago señalando las instalaciones. Su voz no sonaba tan natural como intentaba, revelando el esfuerzo que estaba haciendo para ser amable. Su mente, muy lejos de allí, barajaba lo que se podrían encontrar en el laboratorio.

- Vayamos pues. Ya hemos hecho esperar a esas momias demasiado. - dijo Lowell de nuevo despreocupadamente. - No tiene usted por qué inquietarse, Petrie, le tendremos al tanto de todo lo que averigüemos.
Ante la invitación del muchacho, el Dr. se levantó pesadamente de su butaca y se sacudió el polvo del pantalón, tal vez de manera refleja ante la canyidad de vetustas antiguallas que se repartían por doquier.
- ¿Me permite ese informe, hijo? - preguntó mientras extendía la mano hacia los documentos. No fue una decisión consciente ignorar la pregunta de Jackson, simplemente la impaciencia le corroía. Conocía lo suficiente a su colega como para haber notado su intranquilidad y su desasosiego, y también lo bastante como para saber que no era sencillo romper su templanza. Algo había detrás de esos especímenes...

Daniel dudó unos instantes contrariado. Reticente a darle el informe que tanto ansiaba leer el mismo, se lo tendió sin dejar de caminar a paso vivo.

-Tenga usted, Doctor Lowell-en ese momento doblaron una esquina y se encontraron frente a una puerta de madera.-Bien, ya hemos llegado-le informó mientras sacaba las llaves de su bolsillo y abría la cerradura.

Lowell recogió con mano imperceptiblemente temblorosa la carpeta que el joven le tendía. Ansiaba tanto ver justificadas sus penurias en esa carpeta... Mientras Daniel encontraba la llave, el doctor entreabrió la carpeta, fijando su atención en la primera hoja. Pronto podré añadir mis propias páginas pensó Lowell, mientras una tenue sonrisa revelaba su alegría.

Los sótanos del museo eran un enorme complejo que databa de principios del siglo pasado. Se decía que los mayores secretos del conocimiento se encontraban escondidos entre aquellas paredes esperando ser descubiertos de nuevo. Los archivos y depósitos ocupaban la mayor parte de la planta aunque parte de esta se reservaba a algunos despachos y laboratorios. Sus pasillos eran oscuros, húmedos, fríos y solitarios, generando una completa sensación de soledad en las personas que trabajaban entre sus paredes, una soledad perfecta para la labor que desempeñaban.

La puerta de madera emitió un ligero chasquido y comenzó a deslizarse sobre sus goznes entre quejumbrosos chirridos. Ante los dos hombres se abría una gran sala rectangular que se encontraba alicatada desde el suelo hasta el techo. El perímetro estaba constituido por una poyata continua en la que se arracimaban numerosos frascos de contenido apenas visible. En uno de los extremos se encontraban tres mesas de estudio, tan repletas de papeles y libros como el despacho del doctor Petrie. Sin embargo, lo mas llamativo eran las cuatro mesas para autopsias que ocupaban la zona central de la habitación. Sobre ellas se encontraban colocados los restos de dos momias antropomórficas y dos mas de cánidos. Jackson se adelantó unos pasos y se detuvo junto a la puerta, invitando al Dr. Lowell a seguirle. La luz proveniente del único foco encendido era mortecina, generando apenas un ambiente de penumbra que alargaba las sombras de los cadáveres en estudio. Junto a estos se encontraba dispuesta un pequeño carro con objetos de disección dispuestos sobre el mismo para el trabajo arqueológico. Daba la sensación de que los ayudantes del doctor Petrie habían dejado todo preparado para que cualquiera lo suficientemente cualificado pudiera empezar a trabajar sin tener que ocuparse de ningún otro detalle.

Parece que todo sigue igual...Una vez que el doctor Lowell hubo entrado, Daniel se adelantó y accionó un interruptor. Con un destello varios focos a lo largo de la pollata se encendieron iluminando con su luz fría diversos botes etiquedados, frascos y tubos de vidrio pulcramente ordenados y colocados en diversas zonas. Con paso vivo se dirigió hacia las mesas repletas de libros.

-Bien, pase por aquí por favor, doctor. Será mejor que dejemos las cosas antes de ver esas momias-comentó mientras se acercaba a una de las mesas, indistinguible del resto salvo por la figura de la diosa Isis, de ónice negro que hacía las funciones de pisapapeles. Tras colgar la chaqueta y la gorra en el perchero de pie que había al lado, Daniel se volvió para tomar el abrigo del doctor Lowell.

El Doctor permaneció con los ojos fijos en la carpeta hasta que el respandor inesperado de los focos le hizo levantar la vista de los papeles que sujetaba con mano temblorosa. La sala parecía invitarle a comenzar su labor en ese mismo instante, con todo dispuesto a su alrededor. Sin embargo, sólo las figuras postradas atrajeron su atención, desviándola de la carpeta, que apretó contra sí.

En su ensimismamiento, a penas acertó a tender a Daniel el sombrero, mientras continuó con paso vacilante hacia las momias, con la mano ligeramente tendida hacia ellas, mientras que con su otro brazo, acurrucaba fuertemente la carpeta contra su pecho.

Daniel cogió el sombrero del profesor Lowell y lo colgó. Ensimismado alargó la mano para coger su abrigo y entonces se dio cuenta de que se había alejado. Se volvió y sobresaltado se adelantó para interceptar al doctor que en ese momento alargaba la mano peligrosamente hacia las momias.

-¡Doctor Lowell!-exclamó con voz un tanto alarmada-¡Espere! Antes de tocarlas hay que tomar ciertas precauciones-le informó.

Las luces se encendieron parpadeando levemente iluminando el perímetro del laboratorio. La luz que desprendían no era demasiad intensa, a que esta solía facilitar la degradación de los objetos arqueológicos, creando una atmósfera en penumbra que abarcaba a todo el laboratorio. Las momias se hicieron perfectamente visibles sobre cada una de sus mesas. Estaban cubiertas por una leve gasa para protegerlas de cualquier agresión aunque eran perfectamente accesibles desde cualquier ángulo. Junto a una de ellas, se encontraban olvidados algunos objetos punzantes de disección y un block de notas en blanco. La momia se correspondía con un hombre de estatura mediana, de raza desconocida, colocado en cuclillas, aunque de una forma bastante extraña. El rostro, protegido a medias por unas manos casi en forma de garras, tenía la mandíbula inferior extraodinariamete pronunciada, casi asemejando un hocico. Junto a ella, se encontraba un foco de pie que invitaba a ser encendido para el estudio de ella misma y de sus hermanas. El Dr. Lowell asintió levemente al identificar los restos que habia visto en la primera de las fotografías.

Lowell, sobresaltado ante la exclamación de Jakson, retiró rápidamente la mano. Apenas un insitante después, consciente ya de la situación y de su descuido, se volvió hacia el muchacho y malhumorado - por supuesto que no, ¿por quién me ha tomado joven?.

No osbante, el pequeño altercado no interfirió en su propósito incial. Esta vez con as manos tras la espalda, tal vez para eliminar cualquier tentacion de acercar sus manos a la figura, Lowell se inclinó hacia ellas, tratando de aprovechar toda la luz que la tenue iluminación ofrecía, y con ojos penetrantes fijó su vista sobre la primera de las estatuas, la que reconoció de las fotografías.