Partida Rol por web

En las Sombras

Sueños del pasado

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27/04/2008, 18:23
Director

Aquella noche el mitin había sido un gran éxito y te encontrabas muy satisfecha por ello. La cena había resultado una magnífica oportunidad de conocer a nuevas mujeres dispuestas a compartir sus ideas y su tiempo. Normalmente aquello no era habitual y muchas de las veladas que habías pasado acababan en una aburrida conversación sobre los quehaceres diarios de tus contertulias o en preguntas indiscretas sobre tu propia vida. Aunque tus acompañantes no habían aceptado tu invitación de tomar algo en otro local estabas segura de que el lunes tendrías una magnífica oportunidad para conocerlas más a fondo, tal vez lo suficiente como para intercambiar confidencias y crear vínculos mas profundos. El taxi te devolvió al mundo real al frenar frente a la puerta de tu domicilio y, tras abonar la carrera, se alejó por la calle iluminado por el suave resplandor de las farolas.

Cathelin estaba acostumbrada a volver sola a casa pero aquella noche era diferente. La ligera brisa primaveral envolvía a la mujer, creando un ambiente desapacible y demasiado frío como para caminar por las calles. No sabría decir exactamente que es lo que la hacía sentirse incómoda, pero tenía la sensación de que la noche contenía el aliento, aguardando el momento oportuno de revelar un secreto entre susurros. La atmósfera estaba cargado con el olor a ozono y la electricidad estática que precede a la tormenta. Era una de aquellas noches en las que los ancianos aprovechaban la magia del ambiente para contar oscuras leyendas a sus nietos. Cathelin, rebuscó en su bolso hasta encontrar las llaves de la casa y se dirigió hacia la puerta.

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01/05/2008, 17:05
Cathelin Bennet

Los tacones resonaban en el terrazo del camino que había echo años antes para atravesar el jardín hasta la puerta principal. Todas las luces de la casa estaban apagadas menos las del porche, siempre me gustaba dejarla encendida para alumbrar mi regreso y para que la calle no estuviese a oscuras, ocultando a posibles indeseables. Me arrebujé en el abrigo largo mientras pensaba en mi cama, solitaria y vacía.

Cuando por fin introduje la llave en la cerradura el sonido familiar del giro abriendo mi hogar fue como un bálsamo, parecía que iba a ser una noche tormentosa, quizás mis acompañantes en la cena habían sido mas precavidas que yo e intuían que no era una buena noche para permanecer fuera del refugio que ofrecen las paredes acogedoras de tu casa. Los macizos de rosas se mecían al viento amenazantes con sus espinas, quizás por la mañana los encontrase algo desmejorados si había tormenta.

Cerré la puerta a mi espalda echando el pestillo, en el aparador cercano dejé las llaves y sin prestar mucho cuidado tiré en una silla el abrigo con el bolso y el sombrero. Ya lo recogería por la mañana, o lo mas seguro era que alguien lo recogiese por mi antes de despertarme. Me dirigí al salón donde todavía brillaban unos rescoldos de brasas, las azucé un poco y me senté en uno de los cómodos sofás que había instalado cerca de las llamas. Quitándome los zapatos estiré los pies fríos hacia el poco calor que desprendía la chimenea. Un suspiro escapó de mis labios mientras mi mirada se posaba en el porche. Fue allí donde todo ocurrió esa noche, fue ese lugar el que recibió la caída de su cuerpo y yo no estaba para verlo...

Notas de juego

Lo siento pero me ha llegado hoy el mensaje...no me aparecía en novedades...???

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09/05/2008, 13:48
Director

Poco a poco tus músculos se fueron relajando en el cómodo sofá y un pequeño suspiro de autocomplacencia se escapó entre tus labios. Tus pies, antes ateridos y encogidos por le frío se caldearon lentamente ante las brasas de la chimenea. El salón era uno de tus lugares preferidos de la casa, habías destinado gran parte de tu tiempo a convertirlo en una agradable estancia que te permitiera disfrutar de tus escasos momentos de descanso. Una gran librería tapizaba la mayor parte de las paredes y, además de los sofás y la acogedora chimenea, una gran mesa hacía las veces de escritorio.

El sueño fue adueñándose de ti lentamente mientras recordabas los viejos tiempos vividos con tu marido. Habíais tenido momentos muy felices, si no hubierais decidido aquel viaje por África... tus pensamientos vagaron lentamente a aquella terrible noche en la cabaña en la que tu marido sufrió su primera angina de pecho, la noche estaba cargada de los gritos de los nativos en el exterior, y él estaba en el suelo, junto a la puerta, agarrándose el pecho semiinconsciente. Si al menos te hubieses despertado, si al menos le hubieras oído quejarse, los médicos te aseguraron que aquel primer ataque había sido la clave para debilitar el corazón de tu marido.

El sueño adueñó de tu mente, trasladándote a los vagos recuerdos de aquella noche, recordabas perfectamente el momento en el que te acostaste en la cama y, apoyada sobre el pecho de tu marido, pensabas que nada podía cambiar tu felicidad.

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12/05/2008, 15:39
Cathelin Bennet

Mis parpados cedieron ante el calor y el silencio de la chimenea y el salón. Una pesada fuerza los impelía a parpadear menos cada vez hasta que cayeron para no abrirse mas, para abandonarme al sueño. Una sensación extraña me agito el cuerpo, como una descarga eléctrica que la sintiese por toda la columna vertebral. A los pocos segundos una conciencia flotaba por encima de mi cuerpo, era mi conciencia. Me veía dormida en el sofá, con los pies estirados y calentándose al calor de las brasas. Mis parpados se cerraron para brillar en mi interior como dos espejos que me mostrasen mis recuerdos. Una burda farsa me hacia imaginarme a mi misma dormida en el sofá recordando.

El sonido de la sabana era algo a lo que teníamos que acostumbrarnos, sus continuos ruidos, sus rugidos, espeluznantes chillidos de animales extraños, todo parecía cobrar vida cuando desaparecía el sol abrasador. Al contrario que en las ciudades, en la sabana la vida nocturna era una vorágine en la que te devoraban o devorabas, por suerte para nosotros, pobres excursionistas los días de safari eran tan agotadores bajo ese sol abrasador que por la noche cuando parábamos en el campamento caíamos agotados en las camas cubiertas con frondosas mosquiteras que nos protegían del mayor de los peligros, los mosquitos.
Ese día habíamos estado siguiendo a una madre jirafa y a su cría, me habían parecido magníficos animales, elegantes y frágiles pero de una resistencia insospechada. Normalmente la gente quedaba fascinada por sus enormes cuellos a mi me habían fascinado sus ojos, unos ojos grandes y negros, dotados de una expresividad casi humana y adornados con unas bellas pestañas negras. Mi marido había bromeado conmigo diciéndome que si tanto me gustaban las pestañas de las jirafas era porque las tenia igual que ellas, dos animales altos con pestañas largas. Cuando cometía ese tipo de jocosidades al principio de nuestro matrimonio me enfadaba muchísimo aunque no lo mostrase exteriormente, con el tiempo me había enamorado del hombre que era mi esposo. Dormir en su pecho cálido y amplio era uno de mis pequeños placeres diarios. Dormir..dormir...dormir...como ahora, recordar, ojala no tuviese que dormir nunca, ¿cuantas personas estarían muriendo ahora mismo?

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13/05/2008, 15:37
Director

Tus ojos se entornaron y tu conciencia se desvaneció lentamente. Siempre te había gustado dormir apoyada sobre el fuerte pecho de tu marido. Lo primero que hiciste fue acurrucarte junto a él, pegando tu nariz al arco que formaban el cuello y la clavícula. Aspiraste el perfume que desprendía y te relajaste pensando en los momentos agradables del día. Su respiración, reposada, acalló aquellos sonidos que, lejanos y extraños, llenaban el ambiente con el tacto exótico de la sabana. Su corazón se acompasó al tuyo, invitándote a adentrarte en el mundo de los sueños. Poco a poco te deslizaste al mundo de lo intangible; los sueños, mezcla de recuerdos y eventos imposibles. ¿Puede uno dormir en un sueño?¿Y soñar en él?. El tiempo corrió con su acostumbrada calma, hasta que un extraño eco, un repiqueteo desconocido e inquietante te despertó mientras aún paladeabas el último recuerdo onírico. La llave de plata... la puerta a los sueños inalcanzables, la llave de plata....

Te incorporaste en la cama y miraste a tu alrededor. Todo estaba iluminado por una tenue luz que se filtraba entre las láminas de la cortina de cáñamo que cubrían la ventana. El perfil de la cómoda, confeccionada en madera de caoba, apenas se distinguía de las sombras de la habitación. En la pared adyacente, junto a un armario de dos puertas, se encontraba dos sillas de madera con la ropa del día anterior. Deslizaste una mano entre las sábanas para constatar lo que temías la cama se encontraba. Tras los instantes en los que tu mente volvió a despertar observaste que tan solo faltaban sus pantalones. La puerta golpeteó nuevamente al levantarse algo de brisa, estaba tan solo entornada. Desde el exterior solo se escuchaban unos lejanos tambores y los cánticos de los nativos.

Notas de juego

Espero que te este gustando esta aprte de la historia!

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17/05/2008, 23:49
Cathelin Bennet

Los sueños eran para mi armas traicioneras, ante ellos me sentía indefensa, mi mente se revelaba como un poderoso enemigo contra el que luchar, un enemigo que contaba con todas las armas dejando mis manos desnudas. Un enemigo que se adelantaba a mis reproches porque sabia antes que yo que iba a decir, un enemigo que conocía todos mis miedos e inquietudes mas profundos.

Al inicio me había visto reflejada a mi misma en el salón de mi casa, cansada después de todo un día, una cena encantadora y unos planes de futuro para una de estas tardes. La tormenta me mecía como una nodriza inquieta y desesperada, batiendo fuertemente. Ahora mi alma se había fundido con el sueño real trasladándome a esa cálida noche.

El suave y ligero camisón de seda se me pegaba ligeramente a la espalda, una fina película de sudor me envolvía. La temperatura del lugar no variaba tanto en la sabana como en los desiertos, y si las mañanas eran excesivamente cálidas las noches no dejaban de ser sus hermanas pequeñas. Tambores, batir de tambores y de voces al unisono, creando un ritmo parecido al de la lluvia contra los cristales en esas horas reales que trascurrían en mi salón a miles de kilómetros de allí, en la realidad.

Mis pies tocaron el suelo buscando las sandalias, cuando sentí el tacto de cuero me las puse sin necesidad de ayudarme con las manos, las había usado tanto que tenían mi forma del pie, perfectas como un molde de arcilla. Mi bata continuaba cerca de la cama, en una de las dos sillas, así que me la coloque sobre los hombros y enfilé las mangas, unas mangas de campana que cuando se movían creaban la falsa ilusión de ser una gran mariposa. Miré extrañada la silla, sus pantalones no estaban allí apoyados de forma descuidada como los dejaba siempre, mis ojos se posaron de nuevo en el hueco vacío de la cama, al lado del hueco que acababa de dejar yo. Cuando mi mano busco su cuerpo las sabanas estaban frías, así que debía de haberse levantado hacia rato. Soltando un suspiro y un pequeño bostezo me dirigí a la puerta tranquila inconsciente de lo que me aguardaba al otro lado.

Yo sabia lo que iban a ver mis ojos, lo que sentiría mi piel al verle allí tendido y mi corazón parándose y sonando repiqueante en mis sienes, pero la Cathelin del sueño no quería escuchar a la Cathelin que se escondía en su interior, no escuchaba sus llantos y sus gritos de angustia, no sabia que abrir esa puerta y cruzar el marco como lo estaba haciendo en esos mismos instantes significaba recibir una puñalada en el pecho.

Notas de juego

pd. me preguntabas si me gustaba esta parte, y me esta encantando!! =D

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20/05/2008, 18:14
Director

El aire, como un cálido suspiro, te dio la bienvenida a la estrellada noche. La oscuridad era ahora la reina de todo y dominaba cada uno de los lugares en los que posabas la mirada. En el suelo, junto a una de las tumbonas, una colilla apagada era el único testigo de la salida de tu marido. Él no solía levantarse en medio de la noche a fumar y solía despertarte si se presentaba algún problema. Tus pasos, vacilantes, te llevaron hasta la barandilla del porche, desde donde podías observar el resto del campamento.

A lo lejos, en el centro del claro en el que se erguían las cabañas, una enorme hoguera iluminaba las serpenteantes figuras de los nativos. Hombres y mujeres, con el torso desnudo, bailaban rítmicamente ante el retumbar de los tambores emitiendo gritos primordiales al ritmo de la música. Entre los celebrantes uno destacaba frente a las demás, era tu marido con su camisa blanca.

Notas de juego

Me alegra muchisimo que te este gustando!. Oyes de regalo para mamá se te ocurre algo que pueda comprarla de parte de los dos?

Besitos!

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20/05/2008, 19:19
Cathelin Bennet

Respire ese aire cálido que lo llenaba todo, me gustaba el tacto de sus caricias en mi piel y enredándose en mis largos cabellos. Me había levantado solo para ver que pasaba así que no me había molestado en mas que ponerme la bata por encima del camisón y en calzarme las sandalias. Los pelos de los brazos se me erizaron un poco cuando un ligero viento enredo mi camisón en mis piernas. Aspire de nuevo captando esos olores tan peculiares de la sabana.

Un destello rojizo a la altura del suelo me llamo la atención, era una colilla de cigarrillo, al estar en el porche de mi cabaña solo podía ser de mi marido, ademas era su marca de tabaco. La colilla parecía que cobraba vida por momentos con la ligera brisa, pero como había llegado se desvaneció rápido muriendo con ella. Me acerque y la pise con cuidado, con lo secas que estaban allí las tablas y los recortes de juncos no quería provocar un accidente. Los gritos y los tambores rítmicos atrajeron mi mirada, al principio una sonrisa se formo en mis labios al ver esas largas siluetas fantasmales y oscuras como la mas oscuras de las noches saltando y coreando palabras sin significado para mi. Desde que había llegado a África, sus costumbres aborígenes me habían enamorado atrayéndome con fuerza y curiosidad.

Un destello blanco anaranjado se distinguía entre todos como una estrella en el cielo. Fruncí el ceño unos segundos para agudizar la vista mientras confirmaba que se trataba de mi esposo. Un acceso de celos me recorrió de arriba abajo, allí estaba él, disfrutando de la danza de unas mujeres de tez oscura como la teca mientras yo le esperaba en la cama, me agarre a la barandilla de la cabaña con fuerza dejando que mis nudillos se tornasen blancos. A los pocos segundos seguí observando, lo cierto es que no le había visto hacer nada y era inútil que me dejase engañar yo sola, así que decidí unirme a él en el espectáculo de la danza.

Acorte los pasos que nos separaban mientras mi bata creaba sombras detrás mio. Se hinchaba y se ceñía a mi cuerpo a cada paso, unas veces revelando mi figura a la perfección y otra creando figuras y cuerpos imposibles. Al llegar a su lado entrelace mis dedos con los suyos.

Notas de juego

Humm un regalo para mama...pues no se no se me ocurre ahora nada en especial...a lo mejor un libro bueno o humm... dejame unos dias xa pensar a ver si se me ocurre algo bonito ok?? mas o menos un presupuesto de lo que nos gastamos no?

Por cierto al final no fuiste en el cumple de mami a casa no? entonces para cuando es tu próxima visita?

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27/05/2008, 15:41
Director

La mano de tu marido te dió la bienvenida con su familiar calidez. Le encantaba conger tu mano y caminar a tu lado mientras jugueteaba con sus dedos entre los suyos. Su mirada, alegre y desenfadada, se posó sobre la palidez de tus hombros y se sonrió mientras te daba un pequeño mordisco en el labio inferior. - ¿Te unes a nosotros?- el tono de su voz sonó distante, diferente a tod lo acostumbrado hasta el momento - Hacía mucho tiempo que te esperaba- sus manos te rodearon el talle y te levantó con facilidad mientras besaba tus labios. La música, a tu alrededor, incrementó la cadencia con la que te invitaba a bailar.

Notas de juego

Jopeeee lo que he tardado en contestar, leches!

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02/06/2008, 14:06
Cathelin Bennet

Al entrelazar mis dedos con los suyos un acceso de tranquilidad me cayo por encima como un bálsamo reparador, se notaba por la forma de apretarme la mano y de jugar con mis finos dedos que le agradaba encontrarme a su lado. Cuando posó sus ojos en mis hombros me ruboricé un poco y me cubrí los mismos con la bata mientras me la cerraba bien y miraba a mi al rededor, acababa de besarme en publico y no de forma muy casta que se diga para después cogerme por los aires y volver a besarme de nuevo.

Respondí timadamente a su beso, no estaba bien que nos viesen así en publico así que sin problemas debido a mi estatura baje de nuevo al suelo, ya que solo tenia que ponerme mas o menos de puntillas. Le di un golpecito en el pecho mientras negaba con la cabeza, yo no tengo ni idea de bailar esto, y no creo que se pongan de moda en los salones de Londres. No se para que me había dirigido a su lado si luego lo en lo que estaba pensando era en volver a dormir y disfrutar de un día de safari a la mañana siguiente. Es muy tarde.

Los sonidos de la jungla acallaban mi voz que era uno tímido susurro que no quería romper los chasquidos del fuego cercano. Sus danzantes llamas me caldeaban las mejillas y los dedos de los pies que estaban libres en mis sandalias.

Notas de juego

Bueeeno pues yo tambien me he dado tiempo para responder ^^

Al final le he comprado a mama un libro de zafon el nuevo, que es un escritor que le gusta mucho, también le hemos comprado Mario y yo un juego de sake con su botella y sus chupitos a Alvaro y Belen que es su cumple el viernes, y queríamos preguntaros si queríais participar. Un besito y animo que hoy por fin te completan el sofá!!

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07/06/2008, 08:22
Director

Él te miró a los directamente a los ojos con aquella mirada que tanto te atraía. Sus ojos presentaban un fascinante magnetismo para ti y sabías que era capaz de convencerte de cualquier cosa cuando se lo proponía. -Cat, un poco de baile no le hizo daño a nadie nunca- dijo mientras te cogía de la mano y os metía a ambos entre los nativos que bailaban alrededor del fuego. - Vamos, esto es el verdadero espíritu de África- dijo mientras comenzaba a bailar. Los celebrantes comenzaron a girar sobre si mismos a la vez que lo hacían sobre la propia hoguera, poco a poco se fueron formando parejas de danzarines que jugaban a imitarse el uno al otro. La música lo embargaba todo, llenando con su ritmo cada uno de tus actos. Tu marido volvió a acercarse a ti y te besó con pasión, deteniéndose unos instantes para morderte ligeramente en el cuello. Aquella noche parecía que nada le importaba salvo tu presencia.

-Señora, Señora, ¿Se encuentra bien?- te despertaste sobresaltada mientras alguien te movía ligeramente -Siento despertarla Señora pero estaba gritando y pensé que sería lo mejor- dijo la joven hija de los McArthur, el matrimonio Irlandés que tenías a tu servicio. - Si quiere le traigo algo de té y un pequeño apósito para la pequeña herida que tiene en el cuello. Espero que no se hiciera mucho daño al golpearse anoche- dijo mientras se retiraba un par de pasos y esperaba tu respuesta.

Notas de juego

¿Cómo demonios se llama tu marido?

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09/06/2008, 23:35
Cathelin Bennet

Era un ser perverso cuando quería, esos ojos que reflejaban la luz danzante de las llamas en sus acristaladas pupilas grises no me dejaban pensar con frialdad. Sin duda era alguien que vivía de su trabajo constantemente siendo lo mas persuasivo del mundo solo por salirse con la suya sin importar el discurso ni los medios. Pero eso se suponía que eramos los abogados, entes y almas perversas que pactaban tres veces al día con el diablo para conseguir lo que necesitaban en cada juicio. Eres incorregible. Las palabras salieron de entre mis labios que ya formaban una sonrisa hacia pocos segundos.

Al principio con timidez y luego imitando a los de mi al rededor saltamos al calor de la hoguera sin tapujos ni complejos sociales que te obligasen a colocar el pie de una manera determinada ni a seguir un complejo ritual social. Solo tenias que estar allí y moverte al son del ritmo desenfrenado de los tambores.

Una mano me apretaba el hombro y la voz dulce de una jovencita me llamaba desde algún lugar extraño en mi mente, la taquicardia hizo que me incorporara rápidamente y mirara a mi alrededor confusa. Allí estaban mis muebles, mis zapatos abandonados de la noche anterior, las brasas apagadas y la hija de los McArthur con la mirada un poco asustada. ¿Como?...¿que herida...? mi mano se fue despacio y pesada hacia el lugar que indicaban los ojos de la muchacha, allí se mancharon con una sangre un poco reseca...no recuerdo haberme golpeado con nada....quizás el cuello de la camisa. Con los minutos me fui despejando un poco y me levanté del sofá, mientras recogía los zapatos para subirlos a mi habitación me dirigí hacia la joven con un tono mas habitual, si por favor una taza de te seria estupendo yo bajaré al comedor en unos minutos.

Notas de juego

Por cierto que se me había olvidado, se llama James Arthur Bennet.

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12/06/2008, 18:58
Director

La joven McArhur se retiró de la habitación tras realizar una pequeña inclinación. Mi madre siempre opina que no está bien que piense sobre la señora pero creo que desde la muerte de su marido se ha desviado del camino correcto La jovencita descendió por la escalera de camino a la cocina. ¿Dónde habrá estado esta noche?. Esa marca en el cuello, ese olor a humo prendido en su cabello, casi parece que hubiera escapado a alguna fiesta nocturna en la campiña de los alrededores. Abrió la puerta de madera y acercó la magnífica tetera de hierro colado al fogón de leña de la cocina. Que envidia, me gustaría poder tener una vida tan interesante, con lores y adinerados jóvenes que te invitaran a fiestas y pastelitos con té.

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14/06/2008, 16:58
Cathelin Bennet

Con los zapatos en una mano y el bolso en otra encamine mis descalzos pies hasta la alfombra que cubría la escalera. me gustaba sentir el mullido tacto de las alfombras que me había regalado mi madre por mi boda en los dedos de los pies, y mas después de haber llevado tacones todo el día, su masajeo siempre me relajaba. Los peldaños no crujieron bajo mi peso y me dirigí de forma mecánica a mi habitación.

Las puertas blancas del pasillo eran todas iguales, pero no necesitaba nada mas que llegar a la tercera, sabia de sobra cual era la mía. Giré el pomo dorado de la puerta y mi habitación apareció ante mi, luminosa y ordenada como siempre, como si no hubiese pasado la noche en casa. Resulta patético pensar que estaba a tan solo unos metros de mi cómoda y mullida cama y preferí quedarme en el sofá al calor de las brasas. Tiré los zapatos de forma un poco desordenada junto al armario y dejé el bolso encima de la cama. Detrás de un bonito biombo lacado traído desde japón deje mi ropa con olor a tabaco sobre una silla y me puse una bata cálida sobre los hombros. Al salir de detrás del negro biombo el reflejo del sol contra el espejo de mi tocador me atrajo hasta él. En dos zancadas estaba frente al mismo tocador, solo que mi cuerpo impedía ahora que los rayos del sol bañasen sus numerosas cajas y peines.

Al sentarme frente al espejo este me devolvió la imagen de una mujer demacrada por las ojeras, había estado viajando toda la noche y eso se veía en mi rostro. Me pasé las yemas de los dedos por debajo de las cuencas oculares intentando que el oscuro color desapareciese, como si se tratase de una mancha. No dio ningún resultado, así que un suspiro fue toda la respuesta. Recordé lo que me había dicho la joven chica, así que me acerqué al espejo apartando ligeramente la bata para apreciar la señal.

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16/06/2008, 22:39
Director

El espejo te devolvió una imagen cuanto menos desagradable para tu propia vanidad. Parecía que hubieras pasado una semana sin dormir y poco podías hacer para que esas ojeras desaparecieran. Tras fijarte unos momentos en la piel de tu cuello descubriste lo que bien podía ser la huella de un apasionado mordisco. Quíén te había hecho aquello?.

En ese momento se abrió la puerta y tu joven criada depositó el desayuno sobre la mesita auxiliar. Solía gustarte disfrutar del desayuno, pues te permitía pensar en tus propios problemas antes de comenzar un nuevo día agotador de trabajo. Pero hoy era sabado, hoy era un día reservado exclusivamente para ti misma..

Apenas habías empezado a remover el azúcar del té cuando el teléfono comenzó a sonar y la criada volvió a irrumpir en tu habitación. -Discúlpeme señora Bennet, tiene una llamada al teléfono- dijo mientras se situaba pacientemente junto a la puerta.

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17/06/2008, 16:35
Cathelin Bennet

Escurrí el borde de la cucharilla contra el corte de porcelana de la taza produciendo un suave sonido artesanal. La deposité en el plato y la deje. La servilleta paso en un movimiento lento de mis rodillas a la bandeja de nuevo y después de todas esas acciones que suponían para mi un trabajo costoso en un día como hoy me decidí a levantarme. Señorita McArthur creo que el té va a quedarse frío, ¿seria tan amable de calentarlo un poco para cuando pueda volver a desayunar?

Mis pasos eran cansados y torpes, mi larga figura había perdido toda la elegancia a manos del cansancio y mis pies seguían descalzos cuando cruzaba la puerta de mi dormitorio. Me di la vuelta y fui a por unas zapatillas cómodas de estar por casa. Los dedos de mis pies agradecieron el contacto con las zapatillas ya que la tela era caliente y confortable.

Tras una recua de escalones que dejaba atrás el teléfono apareció ante mis ojos, así que cogí el auricular con cuidado y me lo coloque cansadamente en la oreja. Soy la señora Bennet ¿quien habla?

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18/06/2008, 16:36
Director

El teléfono devolvió un sonido hueco y un pequeño chasquido. -¿Señora Bennet?, tiene una llamada entrante desde un teléfono público de correos- la voz de la telefonista sonó indecisa unos momentos -¿No estaba usted esperando la llamada?. La señorita Hemingway me ha indicado que usted la esperaba a pesar de la hora de la mañana- dijo dubitativamente-¿Acepta usted la llamada?-

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18/06/2008, 18:27
Cathelin Bennet

Me acaricié las sienes mientras esperaba y aparte ligeramente el auricular cuando ese chasquido molesto me indicaba que la telefonista estaba al otro lado. Al mencionar el nombre de la joven que compartió la cena anoche conmigo se me iluminaron las ideas.

¡Oh! si por dios, lo había olvidado...con tanto trabajo. Puede pasarme la llamada gracias. Me senté en una de las sillas que había cerca del teléfono ya que mis piernas no me sostenían por mucho tiempo.

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18/06/2008, 19:08
Rachel Hemingway

Tras un pequeño instante de espera la telefonista dió paso a la llamada entrante. -¡Buenos dias Cathelin!- dijo la alegre voz de Rachel al otro lado del aparato -Se que es un poco pronto, espero no haberla despertado- dijo mientras su tono de voz transmitía una alegría desbordante a aquellas horas de la mañana. -Mi anciana tía me ha informado que llega en unas horas un barco procedente de Egipto y me preguntaba si le apetecía acompañarme. ¡No me perdería por nada del mundo un espectáculo tan poco común como ese!- La jovencita esperó unos instantes esperando la respuesta.

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20/06/2008, 17:13
Cathelin Bennet

Buenos días señorita Hemingway intento que mi tono de voz sea animado y no destape mi cansancio, pero por fortuna para mi escuchar la voz alegre de la joven americana, emocionada con la idea de desembarazarse de su vieja y estricta tía para ir a ver la llegada de un barco hacían que mi interior se calmase y me sintiese mucho mas animada.

Me parece una reunión interesante para una mañana de sábado, dígame ¿a que hora llega el barco? creo que en poco tiempo puedo estar lista para salir de casa e ir a buscarla a algún sitio. Empiezo a pensar en un baño rápido y la ropa que voy a ponerme para asistir a ese evento. Seguramente el ramillete de curiosos sera cuanto menos abundante. Por cierto ¿ha conseguido contactar con Gloria? espero sus respuestas mientras miro a mi alrededor en busca de alguien del servicio al que encargarle agua caliente.