Partida Rol por web

Después de una semana de viaje mi cuerpo estaba dolorido, pero la resistencia de mi raza me proporcionaba una fuerza extra. Los primeros días me costó un poco seguirles el paso, pero poco a poco lo fuí cogiendo.

Me fascinaba el mundo exterior, su exuberancia, su colorido, su diversidad... En Nogrod, no había extensos bosques ni mares interminables, solo piedra y más piedra. Largos corredores se adentraban en las raíces de la montaña horadándola como gusanos. Construíamos grandes ciudades bajo las más altas cumbres, pero esto también era hermoso.

El grupo casi no había hablado y sólo para decidir caminos o para parar o seguir la marcha. El ánimo de los cinco era hosco y seco. Intentábamos avanzar lo más rápido posible sin ser vistos.

Al observar las granjas y los campamentos nos dimos cuenta de que el trayecto, a partir de ahora, iba a resultar más difícil. Estábamos en territorio enemigo...

Tras una primera semana de marcha sin contratiempos, el terreno comenzó a volverse más hostil. Las heridas de la guerra y la crueldad del enemigo se dejaban ver en la tierra.
El cielo estaba nublado y fuertes ráfagas de viento llegaban de levante. Annienor miraba con frecuencia al este, pues de todas las amenazas que los rodeaban, la de los orientales que venían de las tierras de Daebeg cruzando todo Beleriand se le antojaba la más cierta. El laiquendi, que descubría los flancos de la marcha yendo de acá para allá, fue el primero en notar las alteraciones que sufría la región, como era de esperar en un miembro de su pueblo. Annienor intentaba reconfortarlo sin palabras. En ocasiones daba el relevo a Saelh como oteador del grupo; el resto del tiempo recogía bayas y cualquier otra planta comestible que encontraba. De vez en cuando empuñaba el arco, como buscando algo de seguridad. Ehödil marchaba el último, y el enano Drûm, en el centro, era algo así como el punto de referencia para los demás. Mantenía el ritmo admirablemente, habida cuenta la cortedad de su zancada.
Las ominosas advertencias de Daebeg parecen hacer mella en el carpintero de barcos, que ya está fuera de las tierras que conoce. Abandonar los caminos parece apropiado, pero viajar de noche... El enemigo cuenta con criaturas nocturnas, como los orcos, si bien nada indica que merodeen en esta Ribera del río. Mira el cercano torreón en ruinas con desconfianza. Parece más una amenaza que un posible refugio.
Isil asomaba su bauprés por el este, y sólo las estrellas más brillantes se atrevían a desafiar las nubes.

No os habíais fijado antes, pero ahora la cercanía revela la proximidad de patrullas de orcos, en principio no parecen haberos visto, pero cuando os fijáis, uno de los orcos mira hacía vosotros, está parado mirando fijamente hacía vosotros, como incrédulo. Cuando giráis la cabeza, veis lo que está mirando, un enano puesto de pie tras de un árbol oteando los campamentos en la otra dirección. Claramente vuestro compañero Naugrim no se ha escondido precisamente bien y es claramente, aún más que si se hubiera quedado donde estaba.

El orco corre hacía el Naugrim, preparándose para arrojar su lanza contra él. Tenéis pocos segundos para decidir.

Gruñidos en la oscuridad y el rítmico sonido de una carrera alertan a Annienor. Apenas tiene tiempo de advertir qué pasa cuando un orco carga hacia Karel. Ehödil también lo ha visto. Otros tres, algo más lejos, parecen no haberlo advertido, o sí? Sea como sea, lo harán en seguida, y no deben salir con vida para dar la alarma. Annienor carga el arco, tensa y dispara con celeridad sobre el grupo, dejando al orco que se cierne sobre el enano Drûm en manos del veterano guerrero sinda, que a buen seguro se hará cargo del temerario trasgo. Recarga todo lo rápido que puede, buscando a bulto a otro de esos asquerosos orcos. Ni se preocupa de avisar a los demás; sin duda entenderán lo que ocurre y sabrán cómo actuar en un instante...

esa iniciativa está mal

Ah, entonces lo que hice mal fue la hoja de personaje. Recuerdas que te pregunté en "Creación de personajes" (13/07/2019, 23:53) por la segunda tirada: creí que la 103d10, que explotó, era digamos la base, y ahora entiendo que es la tirada que se hace cuando toca.

Por cierto, ha sido 11 (1+2+8), no 12, creo.

Ahora, respecto a la distancia. En el "Resumen de reglas" leo:

Distancia Dificultad

Bocajarro 10

Corta 15

Media 20

Larga 25

¿Eso quiere decir Larga=Difícil=20+paraéxito?

Por otra parte, en "La Armería" veo el alcance de arco largo: 25m/50m/100m; ¿quiere decir que 45m entraría en la segunda categoría (hasta 50m), y sería dificultad... media (15+éxito)?

Resumiendo, lo he hecho todo medio regular XD. Si quieres, por no cambiar la tirada ni las acciones, Annienor sigue tirando sobre uno de los orcos del grupo (45m), una sola acción (no sé si tensar el arco gasta acción; entiendo que no porque no lo pone en ninguna parte en las reglas, pero por lo que decias en tu post, dudo); y que sea lo que Ilúvatar quiera.

En el momento que veis los campamentos, el instinto os hace agacharos. Todos corréis a esconderos de forma precisa, salvo el Enano que decide colocarse tras un fino arbusto resultando aún más visible. Vuestro impulso parece correcto, pues en ese momento escucháis los pasos atropellados de un orco, corriendo jabalina en mano, dispuesto a lanzarla contra vuestro compañero. 

En ese momento, Ehödil surge de su escondite y golpea las piernas del orco, que lanza su jabalina hacía el enano, impactándole al naugrim en el costado, haciendo saltar algunas anillas de su cota. Una flecha vuela desde el escondite de Annienor, perforando la garganta del Yrch! que cae muerto. Sin embargo, sus gritos parecen haber alertado a una patrulla cercana que se dirige hacía vosotros

Al parecer mis compañeros tenían mucho mejor oído que yo, ya que cuando me enteré de que algo venía hacia nosotros ya me encontraba solo en derredor. No veía a mis compañeros así que me intenté esconder en el primer sitio que vi, un raquítico helecho que se encontraba próximo a mí. Los ruidos de unas pisadas y ese olor eran inconfundibles... orcos... ¡los odiaba a muerte!

Una jabalina vibró por el aire hasta chocar con mi cota de malla, haciendo un ruido metálico. Esta vez había tenido suerte, la cota desvió el impacto y solo me hizo un pequeño rasguño. Entonces le vi, corriendo hacia mí antes de ser abatido por una flecha de mis compañeros. Oigo y huelo que vienen más, así que me pongo en formación defensiva y espero a que se acerquen. Mi hacha quiere probar la sangre de estos malnacidos y ver su fin.

No habían sido lo suficientemente rápidos al esconderse, y una patrulla de despreciables yrch les había detectado. Si querían tener alguna posibilidad de escapar, debían terminar con ellos lo antes posible. Saelh preparó su arco, dispuesto a acabar con sus enemigos antes de que llegaran hasta su posición.

Agachado como estaba, sin variar la postura más que lo necesario, Daebeg sacó un arco largo primero, y después una flecha. Los tensó con cuidado, contuvo la respiración...

Una impulso ajeno a él mismo obliga a Annienor a cambiar la dirección de su disparo en el último instante, y el temerario orco cae al suelo. De inmediato, el elfo vuelve su atención al resto de la patrulla enemiga; no parecen huir, como temió en un principio. Mejor, no debían dar aviso de la presencia del grupo en aquellos parajes. Están a unos cincuenta pasos. Recarga, tensa y dispara.