Partida Rol por web

Daebeg olfateó el aire que venía del agujero, disgustado. Luego observó al naugrim con curiosidad. Ahora, no en otro momento, iba a ganarse su puesto en la compañía Karel. Y él y los demás elfos iban a verse reducidos a lo que hasta ahora había sido el otro: gentes con las que había que cargar. No le gustaba. No quería enterrarse en vida. No comprendía porqué hacían estas cosas las criaturas vivientes y creía que jamás comprendería tamaña insensatez.

Llegamos hasta el abandonado campamento orco, tristes por la prematura muerte de Ehodil. Allí nos reunimos con Saelh y le contamos lo sucedido. Este, a su vez, nos llevó a un pozo algo alejado del campamento. Pensaba que podíamos introducirnos en él y llegar a Nargothrond sin ser vistos, siempre y cuando el túnel llegara hasta allí. Ante sus palabras y su pregunta hacia mi persona, me agaché y estuve observando el agujero.

-"Sí Saelh, es una obra de mi pueblo. Seguramente es un respiradero o algo parecido. Como bien dices, puede que nos lleve hasta el interior. Descenderé y echaré un vistazo."

Saqué una pequeña cuerda que fui echando al túnel. Cuando se terminó, le pasé el cabo a Saelh y empecé a descender.

-Cuidado, maese Drum -encomendó Annienor al enano en voz baja, nervioso. No sabían qué podría haber allá abajo, y la pérdida de Ehödil ensombrecía su pensamiento. Miró el terreno circundante, buscando el rastro de cualquier amenaza, como fuera a aparecer alguan de forma inexorable de un momento a otro.

Rebuscó una antorcha en su petate. No iba a encenderla, de momento, pero no estaba de más comprobar que estaba seca y a mano.

Karel descendió cuidadosamente pero con agilidad, Saelh apenas tuvo que sostener la cuerda, y empezó a merodear por la habitación examinando la sala.

El montaraz sostuvo con firmeza la cuerda para ayudar a su compañero a bajar, pero se sorprendió al ver la habilidad del Naugrim. Aunque pequeño y aparentemente muy pesado, debía tener unos brazos fuertes.

Cuando al fin llegó al fondo, Saelh mantuvo la cuerda en sus manos, mientras examinaba los alrededores para ver si cabía la posibilidad de atarla a alguna roca o árbol cercano de modo que pudieran bajar todos si Maese Drûm lo consideraba una buena entrada a Nargothrond.

Cerca de la lumbrera hay un viejo pilar, parecía delimitar algo, pero ahora estaba sucio de guano y quebrado, sin embargo parece un buen lugar para atar una cuerda que os permita bajar.

- Vigilad mientras ato esta cuerda - dijo el montaraz mientras se acercaba al pilar. Aunque lleno de vegetación y quebrado, la base aún parecía firme. Saelh dio un par de vueltas a la cuerda alrededor de la piedra y después la aseguró con un fuerte nudo.

Cuando estuvo satisfecho con el trabajo realizado, volvió hacia el agujero en el suelo por donde había desaparecido Drûm.

Estuve un rato mirando la pequeña estancia y volví al hoyo por donde había bajado. Miré para arriba para hablarles a mis compañeros.

-"Amigos, es una garita de guardia para vigilar el paso del río. Es de construcción enana, no hay duda. Noto un hilillo de aire, así que debe de haber una puerta oculta que de a un pasillo y este nos lleve al interior de Nargothrond. Bajad y descansar mientras busco la puerta oculta... aquí estaremos a salvo de ojos indiscretos."

Me pongo a palpar cuidadosamente las paredes de la sala para encontrar la puerta oculta.

Daebeg asintió para si, satisfecho. Ahora estaban en buenas manos, pensó, aun fuera de lo que habían conocido siempre. Para matar el tiempo de espera haciendo algo constructivo, se entretuvo espiando oculto todo el campo alrededor. Tenía miedo de que les hubieran visto, y buscaba señales de espías de las muchas clases que enviaba el Enemigo.

Examinas detenidamente las paredes, palpando cada muro, hasta descubrir una pequeña gatera, como de medio metro de alto que comunica con un pasillo estrecho, parece profundo, pero te atreverías a decir que puede llevar hacía unas escaleras. 

Después de escuchar las palabras del naugrim, Saelh asintió. Miró a sus compañeros elfos. - La cuerda está bien sujeta, es seguro bajar. - Y, aunque nadie le había pedido que confirmara su afirmación, se sintió obligado a dar ejemplo de confianza y procedió a bajar hasta la estancia subterránea en la que les esperaba Maese Drûm. En cualquier caso, había tratado lo suficiente con elfos en el pasado como para saber que no tendrían dificultad alguna en bajar; la agilidad y gracia de los Primeros Nacidos era muy superior a la que podían mostrar tanto él como el enano.

Saelh desapareció por el agujero, o por la garita de guardia, como la había llamado el enano. Annienor miró a Daebeg con inquietud. Era evidente que no se sentía cómodo con la idea de meterse en un sitio tan ajeno a su medio habitual, y seguramente el de Ossiriand fuera igual de reacio a los espacios oscuros, cercados de gruesos muros de piedra. Parecía buscar en sus ojos la comprensión, la aquiescencia. Echó un vistazo alrededor, ansioso, como si nunca fuera a volver a ver todo aquello. Al final respiró hondo, se aferró a la cuerda y descendió el pequeño espacio que lo separaba de los otros.

En Daebeg el de las falas encontró, si no comprensión, si a un alma gemela. No comprensión porque el joven Daebeg estaba demasiado superado por el disgusto de bajar a semejante agujero oscuro y muerto. Alma gemela por lo evidente. Esperó cuanto pudo antes de decidirse a bajar. Cuando lo hizo, parecía que cualquier cosa que tocara le producía una dentera casi irresistible. Era la imagen de la desdicha, como cuando un gato cae al agua por accidente: tan elegante y seguro antes, tan desastrado después.

Me puse a examinar detenidamente las paredes, mientras mis compañeros iban descendiendo. Iba palpando la piedra de la estancia, dando pequeños golpecillos aquí y allá, hasta que descubrí una pequeña puerta muy bien disimulada. Para los ojos de un enano era un trabajo espléndido, de muy buena factura. La puerta, de medio metro de alto, comunicaba con un pasillo estrecho y profundo. Activé el mecanismo de apertura y con una sencillez impropia, la portezuela se abrió sin apenas esfuerzo y sin hacer un solo ruido. Me introduje por la abertura y avancé un trecho por la oscuridad.

-"Esperad aquí, voy a avanzar un trecho para asegurarme que es seguro y no hay trampas. Enseguida vuelvo."

Tras examinar detenidamente el pasadizo, llegas a la conclusión de que no hay trampas y es seguro acceder al mismo. Respecto a la existencia de puertas ocultas, crees que solo existe esa puerta.

En este estrecho túnel, ni el arco ni la lanza corta de Saelh eran armas muy apropiadas, lo que no contribuía a tranquilizar al Edain. Esperó mientras sus compañeros elfos bajaban (sin ningún problema, como era de esperar) y después escuchó con atención las palabras del Naugrim. Al fin, asintió. - Tened cautela, Maese Drûm, y no os alejéis demasiado solo.

La aprensión de Annienor se incrementó en el reducido espacio en el que se vio con Saelh y Daebeg, esperando el resultado de las pesquisas de Karel. Estimó un momento aprestar el arco, pero sería inútil, así que se limitó a palpar su puñal; apenas le servía para cortar pan, pues no era ducho en la lucha cuerpo a cuerpo. Como era de esperar, aquello no ayudó a tranquilizarlo, y clavó los ojos en el hueco abierto por el enano, intentando penetrar la profunda oscuridad.