Partida Rol por web

A la mañana siguiente un buen grupo de enanos se reunió en el salón principal de Erebor, en donde Thorin III los esperaba con un enorme martillo de guerra en las manos.

Hijos de Durin, el día ha llegado, los salones de Moria deben volver a manos de nuestro pueblo y sé que muchos de ustedes desean embarcarse en esta gran aventura, pero este viaje no es para todos. Sólo unos cuantos de ustedes serán los elegidos.

Sin embargo, no seré yo quien elija a los llamados a recuperar Moria, sino el propio Durin. Este martillo de guerra que cargo en las manos fue forjado por el propio Durin y me fue confiado a mis ancestros por el propio Durin V.

Anoche recibí un mensaje de las estrellas. - dice el Rey mientras deja caer el martillo al suelo. - Sólo aquellos que sean capaces de levantar el martillo serán los elegidos para viajar a Moria.

Uno a uno, los enanos van tomando turnos para inetntar levantar el pesado martillo, muchos de ellos fracasando en el intento.

El salón tenía muchos aspirantes. La aventura sería ardua; al parecer, pocos tendrían el honor de participar en la Liberación de Moria.

Avancé entonces, lentamente, entre la multitud. Abriéndome paso entre enanos, viejos y jóvenes, curtidos y novatos, guerreros y artesanos, hasta donde se encontraba el Martillo de Durin.

Hacía muchos años que mi cansado corazón no latía tan fuerte, me sentía joven de nuevo, en cuerpo y alma. Un cosquilleo me subió por la espalda, un dragón rugió en mi estómago, un terremoto asaltaba mi mano izquierda... ¡Por Durin! Estaba nervioso.

Tomé con ambas manos el mítico artefacto. El escalofrío provocado por el frío acero, a pesar el mango de piel, se me metió por los huesos y subió como una tormenta eléctrica hasta mis hombros. Mis piernas se tensaron y mi espalda se irguió, esperando un gran peso. Apreté los dientes.

La euforia me embargó cuando el arma se levantó del suelo, aunque apenas un par de centímetros, por la fuerza de mis músculos. Algo me decía que no habían sido mis brazos los culpables de la hazaña, sino la voluntad de Durin. Le dediqué una amplia sonrisa a Thorin III, mi rey, aunque esta quedó ocultada por mi espesa barba y solo los gestos de mis ojos podían indicar mi estado de ánimo. Le proferí una honda reverencia y regresé junto al resto, quienes aguardábamos la orden para partir.

Gwalin estaba en primera línea escuchando primero a su rey y luego mirando a sus hermanos de sangre. Pero cada vez se estab poniendo más nervioso. Parecía que muchos de sus congéneres no se atrevían a intentar levantar el martillo de Durin el Inmortal. No sabía si era por vergüenza por si no podían lenvatarlo, si era por que no querían ir a Moria, o si era por que se sentían demasiado inexpertos. Cualquiera de las tres excusas era una bagatela para él y así lo profirió.

- ¡Que demonios os pasa! ¡Vuestro Rey os ha propuesto uçparticipar en una hazaña sin igual! ¡Tendríamos que estar peleándonos por participar! ¡Y él tirándose de la barba por si Erebor se queda sin enanos! ¡Pero, lo que me molesta no es que no podáis levantar tan digna arma, lo que me molesta es que ni siquiera lo intetéis! ¡¡¿Qué sois, orcos?!! ¡¡no señor!!¡¡SOMOS NAUGRIM¡¡ ¡¡SOMOS ENANOS!!

- Observad a un verdadero enano- dijo señalando a Khazdor-. El tiene el derecho, el honor y la obligación moral de su raza. ¡Él es un verdadero enano! 

- ¡¡Vamos enanos!!

Y el viejo guerrero se quedó al aldo del arma esperando a que sus congéneres pasaran a levantar el martillo que Thorin había dejado ahí.

La escena termina en la llegada del mago.... es sólo para encender motores, no puedo decirte más porque te arruino la sorpresa.

Lee el título de la escena y saca conclusiones.

Ya te entendí, en unas horas lo soluciono. Palabra.

La Cámara de Thrór

Un prodigio de la arquitectura enana, devuelto a su esplendor tras la caída de Smaug. Aquel día los salones estaban a reventar, el linaje de Durin se reunía para la que tal vez sería la empresa más grande de toda la Cuarta Edad.Los intrépidos enanos, liderados por su rey Thorin III pretendían recuperar Moria, su antiguo hogar ancestral. Habían llegado naugrims desde todos los confines de la Tierra Media

En la cima de los salones se hallaba el trono real, a su derecha los representantes de Gwaith-I-Mírnethryn y los gremios de Erebor, junto con los dignatarios y embajadores de otros reinos; todos bajo el amparo de la Guardia Real. A la izquierda del todo en una pasarela inferior, se hallaba Tolgur, el mírnethron ajeno al linaje encargado del custodio de la casa real, un cargo de confianza y recelo a la vez entre los codiciosos enanos. El viejo enano miraba con atención como los jóvenes impetuosos se arremolinaban y competían con brabatadas para ser los primeros en alzar el martillo. Los pobres no escuchaban la canción de la roca, ni entendían el simbolismo del martillo de Durin ¿acaso Thorin III les iba a acompañar pues el mismo había levantado el martillo?Era obvio que no, ademas el rey sabía que harían falta muchos enanos y mucho apoyo económica para conseguir dicha empresa, pero no podía arriesgarlos a todos y mucho menos a los importantes para la estabilidad del reino.

Entre esos pensamiento Tolgur alzó su mirada hacia los infinitos techos, donde pudo ver a su compañero junto a muchos de de los cuervos de la montaña pendientes de la reunión, sin duda aquel sería un gran momento para ambos pueblos. Dejó sus pensamientos y se fijo en el primer enano que había conseguido alzar el martillo, Khazdor "Maza del Rey", un guerrero curtido en la batalla de los cinco ejércitos, sería un buen enano junto al que luchar.

El siguiente fue curioso, nadie se fijo en que fue el séptimo, él y los miembros de Gwaith-I-Mírnethryn se miraron de soslayo ahogando una pequeña sonrisa por el obvio simbolismo referido a los siete padres. Sin embargo las palabras de ese enano no fueron las adecuadas, de no ser por que levantó el martillo con éxito habría recibido una merecida paliza por parte de sus ofendidos congéneres al tratarles como a sucios orcos. Gwalin Battleaxe, descendiente de un noble linaje pero aún viviendo a la sombra de su abuela, esta sería para él su prueba definitiva.

Tolgur era consciente de su posición en todo aquello, pero poseedor de la paciencia de la vejez decidió seguir observando y ser el último en intentarlo. Estaba escrito en la piedra que él cerraría el circulo, pero deseaba ver que sorpresas de deparaba el futuro y quienes serían los escogidos por Durin para devolverle su lugar sagrado. 

Madrugando en la forja después de la fiesta de anoche, comienzo a escuchar el carbón chispotear, el acero silbar y los martillos resonar. Un ultimo pedido antes de partir.

Al llegar al salón principal veo que ya comenzó la selección, nada fácil como era de esperarse. El material de ese martillo es el mas ligero y el mas pesado. Un joya entre las armas de los enanos, su manufactura es imposible en la actualidad. Poder estar frente a esa joya y poder acercarme y tocarla es todo aquello un enano herrero podría desear.

Me acerco embelesado por el martillo y tomo mi turno ante el. Lo tomo entre mis manos y pienso en todo lo que mis ancestros me han enseñado, mi abuelo y mi padre vieron este martillo en acción y lo tengo en mis manos, si voy a Moria o no depende de esto, el roce de mis dedos al tomarlo me lleva a otra época, una época en la cual nuestro trabajo de forja superaba a la elfica, en que los materiales eran nuevos y extraños, al tratar de levantar el martillo siento como si tratara de levantar la tierra misma, no se mueve de donde esta, no seré lo que Durin necesita?. -Durin tal vez no sea el enano con mayor experiencia en las batallas pero soy uno de tus mejores herreros, permite me acompañarte en esta cruzada a Moria y te juro que haré armas de las que te sientas orgullosas por hasta el fin del mundo. Al terminar mi pensamiento la masa con la que luche ya no existe ahora siento una pluma en mis manos, levanto el martillo por sobre mi cabeza y una lagrima sale de mi ojo, veo al rey y coloco el mazo en su lugar. y me alejo a observar el resto de la selección.

El viejo bajo el muro intrigó a Garamil, por una vez en mucho tiempo. Había algo extraño en ese hombre... Pero se perdió en la niebla antes de que Garamil y su hermano llegaran a pie de la muralla para buscarlo. De mala gana, entonces, accedió a seguir a Frarim al interior...

Pero su vigilia en el muro como el Ojo de Erebor le hizo olvidar de los pasillos infinitos y los techos insondables de la obra enana. Había olvidado los pilares como pinos pétreos, y la música de los picos y el calor de las forjas. Allá en el muro, se había vuelto una piedra viviente, no un enano fuerte. 

La armadura le hacía sentirse vivo de nuevo, y vivo se sentía por su martillo de guerra. Sentía la brasa de las serpientes del norte y la nieve en su barba, y el oro tintineando entre sus dedos y en la bolsa en el cinturón. 

Mas allá de las Montañas Azules, a de mazmorras profundas y cavernas antiguas... Recordó la letra y heridas antiguas y pasiones vetustas ardieron en su pecho con fuerza milenaria y estelar. Recordó los cielos norteños y sus montañas natales, con cada pico, cada roca, cada copo de nieve...

Llegó junto a Frarim y sus ojos ya brillaban con fuerza. Rotó su martillo en una mano y se acercó estoico al martillo, después de que fuera dejado de nuevo en el suelo. Miró a Tolgur, el que lo había levantado el último. Y saludó respetuoso, antes de arrodillarse ante el artefacto. Alzó su arma en paralelo a la maza. Lágrimas de añoranza humedecieron las canas entrelazadas con su barba.

¡Sentía! ¡Sentía de nuevo! ¡Y tan sólo había necesitado pisar en Erebor!

Y ante el arma de Durin no podía sino temblar de emoción. Se levantó. El martillo suyo de guerra yacía en la mano derecha. La izquierda rodeó el mango del mazo, enroscando los dedos como aludes de nieve deslizándose por el monte. Cuando sintió la fuerza del arma recorrer la palma de su mano, y cuando se sintió fuerte y vigoroso, lo levantó. Con un martillo en cada mano, los dos apuntando hacia abajo, se dio la vuelta hacia la audiencia. 

Mudo, pero sus ojos decían mucho. 

Alzó los dos martillos por encima de su cabeza hasta que se cruzaran en el aire, y, envalentonado, rugió:

-¡M’imnu Durin!* 

Tras el ímpetu original, bajó el arma de Durin y lo dejó en el suelo con gracia insólita, como si fuera una joya frágil. Se llevó su propio martillo al corazón a modo de saludo, y se arrodilló una vez más. 

Volvió con Frarim, y le dio una palmada en la espalda para que fuera él también a alzarlo.

Veterano de muchas guerras; mi cuerpo conocía muchas cicatrices, heridas y el cansancio de toda una vida de combates. Súbitamente, y gracias a un poder divino que aquel viejo parecía ejercer, mis fuerzas fueron restauradas. No como una jarra de cerveza y una buena noche de sueño, sino como si hubiese vuelto los años atrás, y el fantasma del tiempo hubiese dejado en paz mis huesos y músculos.

¿Quién era aquel anciano? Las historias no lo conocían, y tampoco era uno de los grandes magos de otrora. Estaba arrepentido por algo que había pasado; la culpa que cargaba en sus hombros y en su mirada era abrumadora y se podía palpar.

Dirigí mi mirada primero a Thorin III y luego a Gimli, los líderes indiscutidos de la misión. Recaía, lógicamente, sobre ellos, la decisión de dejar o no al viejo participar de la hazaña. 

En este día cosas muy raras han pasado. Enanos luchando por levantar un martillo, enanos levantando dos martillos y ahora un mago.

Mientras esto sucedió un historia triste, trágica y peligrosa. El culpable de la muerte de Dain?

Thorin y Gimli no se inmutan ante lo sucedido, sabían que esto ocurriría?

Siento como mi cuerpo se fortalece y el peso de mi armadura y mi mazo se pierden. Puedo forjar para todo un ejercito, este es el poder de la magia? es sorprendente, esta aventura tal vez sea mas interesante de lo que llegue a pensar. Ahora que debemos hacer?

El mago sale del salón y todos se observan la cara, los elegidos mas fuerte que nunca, unidos por su rey y su honor.

Era una mañana soleada, hacía media hora desde que nuestro amigo se levantó de su cama, la luz penetraba intensamente por los ventanales de la muralla, nuestro enano, tomó una gran bucanada de aire y sintió la necesidad de salir fuera de la comodidad de la montaña, por lo que cogió lo necesario y salió a respirar.

Se alejó lo suficiente como para ver Érebor en todo su explendor, las grandes estatuas enanas se fusionaban con la dura roca, haciendo un espectáculo visual para el deleite de la vista; Se subió a una pequeña roca, se sentó y sacó de sus bolsillos una pipa de roble, y del otro su hierba preferida.."Hoja Valle Largo" empezó a fumar como si de su última pipa se tratase, tenía la impresión de que iba a ser un gran día, pero aún no lo sabía...

Con su última calada, divisó no muy lejos de allí a unos enanos que trotaban, con prisa, en dirección la Fortaleza....Dôlill extrañado por la prisa repentina de sus hermanos, no había visto al viejo Thûrin correr tanto en si vida, no dudó en preguntar lo que pasaba....

-"¿QUEEEE OCUUURREE THÛRIIIIN? gritó con curiosidad

el enano se paró en seco, jadeando, volvió la vista y respondió con fuerza para contestarle

-"EL REEEY NOS  COONVOCAAAAA EN EL SAAALÓN, CREO QUE ESTAAAÁ RECLUUUTANDO A ENAAAANOS PARA IR A MORIAAAAA" Gritó de vuelta Thûrin

(La reacción de Merry es la que el enano hace cuando termina de escuchar la frase)

Dôlill, se levantó de un bote, conmocionado, guardó su pipa y sólo tardo dos segundos en empezar a correr.

Durante el camino de vuelta sólo pensaba en que no podía ser verdad, vió a la multitud yendo en sólo una dirección, nuestro enano llevaba unos ropajes ligeros, casi como si fuese el pijama, había dejado sus ropajes de batalla en su habitación, por lo que no pudo ir a por ellos, abriéndose paso entre enano y enano, mientras escuchaba a compañeros hablar y a la gente vitorear, consiguió llegar a la escena, donde también había aparecido un mago, el mago azul al que muchos hermanos odiaban...pidiendo redención.

Sólo tenía que levantar el martillo, y podría volver a casa...

Tenía miedo, era de los pocos que no llevaba armadura en aquel momento, no iba adecuado para presentarse ante Thorin, pero aún así, dio el primer paso y los demás siguieron solos....

Con la mirada expectante de la multitud, una gota de sudor bajó por la frente de Dôlill, había visto a muchos enanos no conseguirlo. Estrujó una mano en la empuñadura y con la otra debajo del cabezal del martillo, lo que le separaba de su sueño eran unos centímetros....en ese momento, Dôlill sacudió la cabeza y se dijo en voz baja "Llevas esperando toda tu vida éste momento, ¿como vas a dejarlo pasar idiota....?" . Todo su cuerpo se contrajo, y gritó con una fiereza que ni el mismo sabía que tenía, el martillo se levantó y la gente gritaba ansiosa.... se giró ante su Rey y gritó..

"LUCHARÉ POR MORIA O MORIRÉ EN ELLA" 

-------------------------------------

Sus sospechas se confirmaron, era un gran día.

Aquel era el salón ancestral de Erebor, ese maldito extranjero había profanado con su presencia el corazón de la nación. No había sido invitado y se atrevía a entrometerse en los asuntos de Thorin III y nada menos que en las visiones de Durin, maldito fuera él y todo su linaje. Se formó un buen revuelo en el salón y no era para menos, la guardia real había sido ultrajada con esta intrusión y ciertas miradas de desaprobación ya circulaban entre las altas esferas. El ambiente se estaba caldeando en los atrios y relajandose en la plaza, donde los naugrim habían dejado de pugnar por el martillo y parecían confusos por todo lo acontecido.

El mírnethron decidió actuar para serenar los ánimos, poco a poco empezó a bajar la larga escalinata de piedra que conducía al atril que contenía el martillo de Durin. El rítmico repiqueteo del bastón atrajo la atención del publico hacía Tolgur a medida que se situaba junto al pedestal- ¡Hermanos!Durin ha hablado y ha señalado a los elegidos que portaran de vuelta la gloria a su reino ancestral. ¿Nadie más desea probar?¿Nadie más quiere unirse a los elegidos?- el viejo enano dejo pasar un tiempo prudencial, durante el cual algunos lo intentaron sin éxito. 

Un último joven se presentó a todo correr con el aliento entrecortado y vestido de forma totalmente indecorosa, solo dudo unos segundos y luego se dispuso a alzarlo gritando -"LUCHARÉ POR MORIA O MORIRÉ EN ELLA"- el grito ayudó a afianzar la intención del viejo mírnethron, quien sonrió complacido ante el arrojo del muchacho volviéndose así a centrar la atención en las cuestiones importantes del pueblo de Durin. Mientras Dôlill bajaba el martillo, Tolgur le ofreció un paño donde depositarlo, una vez colocado con sumo cuidado el viejo enano emprendió la lenta subida de la escalinata hasta llegar ante su señor, Thorin III.

Todo aquello no había sido más que teatralidad para serenar los ánimos y volver a centrar la atención de los naugrim, El mírnethron vio la mirada de complicidad en los ojos de su rey y en la de los viejos sabios de Gwaith-I-Mírnethryn quienes entendieron la argucia de Tolgur. Una vez en lo alto del salón hincó una rodilla en el suelo inclinandose ante su rey y ofreciendole el martillo con total reverencia para que este volviera a ocupar su sagrado lugar. Hecho esto se retiro con una reverencia y bajo dos escalones, colocandose a la derecha de las escaleras para dirigirse a su pueblo: "Hoy es un día de gozo, Durin se ha mostrado ante nosotros para pedirnos que emprendamos un viaje en su nombre. Y él mismo en su sabiduría ha elegido a los encargados de realizar dicha tarea, pero no hemos de olvidar que los naugrim somos una gran comunidad de hermanos. Estoy seguro de que los corazones de muchos viajaran con nosotros, así como sus recuerdos y por que no su ayuda. Hoy os pido a aquellos que no partiréis que viváis vuestro viaje a través de nosotros, ayudad con vuestros granos de arena para que juntos los naugrim tomemos una montaña, una montaña llamada Moria. ¡Todos!¡Juntos!Cómo uno solo¡¡Cómo el pueblo unido que siempre hemos sido!¡Hagamos que Durin se sienta orgulloso de su linaje! Aquellos que traigan provisiones serán bien recibidas, armas para nuestros guerreros serán bienvenidas, botas para el camino ¡Adelante!. No habrá ofrenda pequeña a los ojos de Durin, por que estaremos dando los mejor de nosotros mismos en su nombre. Haced lo que mejor sepáis hacer hijos de Durin, pues sabed que él os observa y os lo agradece.Tal es su grandeza y tal es el legado de su linaje.¡M’imnu Durin!,¡M’imnu Durin!¡Baruk Khazâd!"- y en ese momento en los salones de Erebor resonó como una sola voz ¡Khazâd ai-mênu!. La voz de un pueblo orgulloso de si mismo, orgulloso de su linaje y orgulloso tanto de servir a su señor como a sus hermanos. Tal era la devoción y el espíritu de los naugrim que nunca jamas ningún extranjero podría llegar a entenderlo, ni siquiera aquel hechicero azul que había osado profanar una reunión sagrada, cerrandose las puertas así mismo por tal afrenta. Todo el poder de su magia no le serviría de nada para convencer al viejo mírnethron de que sus disculpas eran sinceras, pues en su intento de suplica había vuelto a ultrajar a los hijos de Durin.