Partida Rol por web

 Logró sacarle una media sonrisa al tosco hombre; quizá la mayor expresión de felicidad que Dutch podía mostrar. A Jordan le estaba yendo mejor de lo que había previsto. Era poca la gente con la cual su duro e intimidante exterior producía buenos resultados. Le agradaba que esta fuera una de esas oportunidades.

- Si, la gente jode bastante todo... y lo peor es que hay en todos lados, hehe...

 Se quedó pensando en si hacer algún comentario sobre lo de la "ayuda del Señor". Pero se decantó a no hacerlo. Él no era un hombre muy religioso. Se consideraba cristiano, aunque no recordaba la última vez que pisó una iglesia sin estar en un caso. Y bromear sobre Dios con un sureño era una mala idea de principio a fin. 

 Prefirió, en cambio, sincerarse con la búsqueda que estaban llevando los agentes.

- Realmente, se siente como si estuvieramos escarbando el fondo del barril en este momento. Buscando la más mínima pista que pudiera haber en todo el condado. Yo me incorporé hace poco a la investigación, y lo único que estuve escuchando estos últimos días es "la bruja esto" y "la bruja aquello". Ojala tenga algo interesante para decir esta mujer... ¿realmente crees que es una chiflada?

-Opino...- Habló por fin la agente del FBI. -...que debería dejar de tratarnos como uno de sus clientes, señora... ¿Hay alguna otra forma de llamarla que no sea "Bruja"?- Quería pensar en que aquella mujer realmente estaba deseosa de cooperar, lo había sentido en su piel cuando se lamentó de los niños, pero en su opinión había demasiada dramatización en sus gestos. -Esta vez es el hijo de McKnight el que ha desaparecido. ¿También quiere que le llevemos sus huesos? ¿O prefiere ayudarnos a que podamos dar con él antes que acabe como el resto de los niños?-

La Bruja del Árbol no había reconocido el símbolo, aunque había arrojado algún tipo de teoría que quizá no andase demasiado desencaminada. ¿Podía tratarse simplemente de un símbolo del que Rumsfeld y Mortimer se habían adueñado como propio pero que no tenía un significado mucho más allá de ello?

-¿Conoce a Tim Mortimer y Alan Rumsfeld? -preguntó el ranger, pensando en la posibilidad de que la anciana pudiera darle algún tipo de información sobre ellos. Dudaba mucho que pudiera vincularlos con los crímenes, pero tal vez hubiera escuchado hablar sobre ambos o hubiera tratado con ellos en el pasado.

—"Mercenarios de Rumsfeld" —repitó el sheriff Smith—. ¡Guau! No sé qué nueva teoría ronda por tu pelirroja cabecita, Greenwrim, pero estás acusando al reverendo Rumsfeld ¿de qué exactamente? Han sido los jodidos Blackman los que, según tu versión, han intentado secuestrarte y matarte en su camioneta; aunque yo te veo a ti ahí de pie, tan bonita como siempre y en cambio tenemos a Sarah Blackman en la morgue y a su marido ahí tumbado con morfina hasta las cejas —Skinner comenzó a esbozar su repelente sonrisa—. Y encima quieres cargarle todo esto a Rumsfeld, ¿por qué? ¿Por qué estos dos eran feligreses suyos? ¡Joder, sargento, en ese caso vas a tener que detener a más de un centenar de personas, porque su diminuta iglesia tiene tanto público los domingos que incluso tienen que dejar las puertas abiertas y habilitar una carpa extra para todos los que acuden allí a escuchar la palabra de Nuestro Señor Jesucristo de su boca! —hizo un ademán rápido con la mano—. Y no, antes de que saques los grilletes y trates de arrestarme a mí también, te diré que yo no rezo en la iglesia de Rumsfeld.

—Creo que la sargento Greenwrim se imagina que está en su propia película de cowboys, jefe —agregó con sorna Skinner.

—O es una chiflada o una servidora de Satanás si es que realmente hace brujería —contestó Redbear—. En cualquiera de los dos casos me parece de locos que tres servidores de la Ley pierdan el tiempo aquí con ella —añadió con desdén—. ¿No tienen una pista mejor que seguir? La gente dice que ya saben hasta en qué coche secuestraron al hijo de McKnight.

El indio se quedó mirando fijamente al agente del FBI, esperando una respuesta. Parecía realmente interesado en conocer algún detalle del caso ahora que DeFuss había abierto un poco el grifo de la información. Sacó otro cigarro del paquete arrugado de Lucky Strike y esta vez sí ofreció uno a su acompañante antes de encenderse el suyo.

La Bruja del Árbol dedicó una mirada hosca a la agente especial Lewis antes de dirigirse a Bennet.

—Sí, los conozco a ambos. Al reverendo solamente de oídas. Es un hombre famoso en la región por su carisma y por su forma de predicar el Evangelio. A Tim Mortimer lo conocí hace varios años, cuando le vendí mi negocio, el alojamiento del lago. Yo no podía continuar regentándolo debido a mi estado de salud y él me lo compró. ¿Qué tienen que ver ellos dos con las desapariciones —inquirió con suspicacia—. Porque no creo que me pregunten si no creen que de alguna manera pudieran estar relacionados con su caso.

La mujer adoptó un aire pensativo sin dejar de observar a los agentes. Ambos se dieron cuenta de que aquella "Bruja" no era una vieja chiflada o una simple estafadora.

No se tomó a mal las burlas, en realidad era algo que esperaba teniendo en cuenta el carácter de ambos hombres, pero al menos parecía haber suscitado interés por su palabra.

Si tan seguros estáis, no creo que tengáis problema en pedir el traslado de Seymour a vuestro condado para que pueda interrogarle en privado.- Había leído demasiadas veces los informes que ambos redactaron sobre las desapariciones y conocía sus métodos. No seguían a la ley, no a la ortodoxa con el ideal de justicia, usando a veces métodos “poco convencionales” para lavarse las manos. En este caso Moira quería tener una charla privadas sin miradas, ni siquiera las de sus propios compañeros de equipo, para desgranar la razón de ese intento de asesinato de la pareja.- Tengo motivos más que suficiente para retenerlo y, si realmente no tiene nada que ver, podrá irse.- Les dedicó media sonrisa antes de volver a mirar a Seymour.- Creo que hace falta tu firma para el traslado, Smith.

Bennet estaba dispuesto a sincerarse con la Bruja del Árbol acerca de las sospechas que tenían sobre Rumsfeld y Mortimer. Sin embargo, realmente no tenían ninguna evidencia que los incriminase directamente e ignoraba hasta qué punto podían confiar en la anciana, por lo que dirigió una mirada hacia Lewis por si ella quería exponer lo que sabían.

El ranger, por su parte, decidió permanecer en silencio esperando que fuese la afroamericana quien le respondiese a la anciana.

Smith no daba crédito a lo que estaba oyendo y miró a Skinner para comprobar que no era el único que había escuchado lo que planteaba la ranger. El alguacil mostró una sonrisa lobuna al instante, relamiéndose con la idea de lo que estaba a punto de suceder. El sheriff, por contraste, mantuvo un aspecto sombrío.

—Como quieras. Si crees que eso nos va a ayudar a encontrar al hijo de McKnight... —echó un vistazo a Seymour—. Pero tú te encargas del papeleo, de convencer al hospital de que trasladen a un paciente con heridas serias y de explicarle al hijoputa de Taylor por qué te lo llevas de aquí. Skinner y yo te esperaremos pacientemente en el coche para escoltar a la ambulancia hasta los calabozos de mi comisaría.

 Jordan no se esperaba aquella respuesta por parte del guía. Evidentemente, había más interés por el caso del que debaja entrever. Aunque tampoco esperaba que fuera completamente indiferente a los sucesos que se habían dado en aquellos dos condados durante los últimos años. Era un hombre duro y parco, pero tenía un corazón a bajo de ese chaleco a prueba de caimanes.

 El detective acepta el cigarro que le ofrece Redbear y se inclina para que se lo prenda. El veterano analiza qué cosas decir y qué información dar. Deja salir una gran nube de humo de su negra boca, mirando al cielo con ligereza.

- Vinimos a ver a esta mujer porque algunas de las familias de los niños vinieron a verla. Yo no sé lo que mis compañeros van a encontrar aquí, pero uno nunca termina de sorprenderse en esta línea de trabajo. En cuanto a lo que dice la gente... es verdad, tenemos indicios que apuntan a un vehículo en particular. Un sedán entrado en años de marca... bueno, la misma marca que su pickup... Pero son indicios.

 Jordan le da una calada más a aquel cigarro. Si no fuera porque tenía la garganta destruida por el ardiente cafe negro que tomaba, estaría tosiendo como un niño que pobraba su primer pitillo.

- Por casualidad, Dutch... ¿viste algún auto así por aquí?

Bennet había mirado a Lewis con la esperanza de que ella tomara la iniciativa y hablase sobre los dos principales sospechosos que tenían. Sin embargo, la afroamericana había permanecido silenciosa, por lo que el ranger optó por ser directo.

-Creemos que Alan Rumsfeld y Tim Mortimer pudieran estar tras las desapariciones -reveló Bennet, en tono serio-. Buena parte de los padres de los chicos desaparecidos estaban vinculados de un modo u otro con Tim Mortimer, y en algunos casos incluso los padres se encontraban en compañía de Mortimer mientras el niño resultaba raptado. En cuanto a Rumsfeld, curiosamente se ha encargado de ayudar y mantener cerca a buena parte de los padres de los desaparecidos, incluso cuando no pertenecen a su parroquia.

-Todos los padres de los niños desaparecidos están de algún modo relacionado con el "mal camino": drogas, prostitución, alcoholismo. Una secta que pudiera estar liderada por Rumfeld y Mortimer seguramente elegirían a víctimas a quienes pudieran justificar que las desapariciones de los niños son castigo de Dios.- Continuó Adele. -Sabemos que esconden a los niños en el Bayou, por lo que conocen la zona a profundidad. Y ambos pertenecen a esta zona, se han criado aquí. Rumsfeld era alguien de cuidado antes de hacerse sacerdote. El Bayou es también su hábita, señora. Dudo que lo que ocurra aquí le pase por completo desapercibido.-

La mujer escuchó con atención los argumentos de los dos policías y suspiró profundamente. Libraba una silenciosa batalla interna entre la preocupación sincera por todas aquellas criaturas desaparecidas y su evidente rechazo a hablar con representantes de la Ley. Tenía sus motivos para esto último y no eran banales. No podía evita que su lenguaje corporal y sus palabras delatasen este conflicto de intereses.

Adele Lewis había visto ese tipo de actitud muchas veces antes provocada por diferentes motivos: desconfianza, miedo, suspicacia, rechazo u odio. El resultado siempre era el mismo, una ardua tarea de ir arrancando las capas hasta poder ganarse el respeto y la confianza de esa persona.

—Entiendo todo lo que me dicen y no saben cuánto lamento lo que les ha sucedido a esos pequeños —habló por fin—. Ya les he dicho que oigo sus voces y sus llantos, cada día y cada noche. Pero, aun así, no sé de qué manera podría yo ayudarles en su investigación. No soy más que una vieja impedida y ya les he dicho todo lo que sé sobre Tim Mortimer y el reverendo Rumsfeld. Si son ese tipo de personas que ustedes describen deberían detenerles e interrogarles cuanto antes, ¿no?

Nos vemos en un rato.- Dejó que se marcharan mientras comenzaba a pensar cómo lo haría, todavía mirando a Seymour al creer que él tendría las respuestas. Y de alguna forma sí que la encontró en los cables conectados y la incómoda cama, dedicándole una torcida sonrisa antes de marcharse de la habitación, teniendo mucho que hacer.

Cuando llegaron en el avión con el caso fresco recordaba perfectamente estar leyendo el informe de Taylor, encontrando después severas diferencias con el original. Pensó que ese “error” del Sheriff ahora podía jugarlo a su favor, al fin y al cabo ¿quién era del grupo la única que redactaba informes para sus superiores? Moira.

Sólo tenía que entregar uno al hospital donde se pidiera de manera urgente el traslado del herido al hospital de Marion por orden de los Ranger, aprovechando tal vez la posición que tenía en esos momentos. A veces, con decir que eran asuntos policiales bastaba para que el hospital no hiciera preguntas, aunque podía perfectamente alegar que vendría un policía forense a tomar pruebas, pero debían trasladarlo para ello.

El otro informe iría directamente a Kopelson y el FBI. Una mentira camuflada en faltas de material médico suficiente para atender en condiciones a Seymour, siendo necesario su traslado al condado de Smith al requerir atención especializada por sus heridas. Iría acompañado con un informe clínico de las heridas para que vieran la precaria salud, tal vez viéndolo como algo secundario y necesario. Simple papeleo. Además, al ser un asunto banal pediría discreción a los guardias que pululaban, no queriendo que Taylor descubriera ese segundo informe.

Seymour Blackman comenzó a despertarse de la sedación mientras lo sacaban de la ambulancia y lo metían en el calabozo del oficina del sheriff del condado de Marion, en Jefferson. No había sido muy complicado sacarlo del hospital, más bien parecía que la dirección del mismo deseaba quitárselo de encima cuanto antes. Solamente el sheriff Taylor y los dos agentes del FBI presentes en el lugar torcieron el morro al ver lo que hacía la agente Greenwrim. A Moira no le cabía duda de que Adele Lewis se enteraría de todo tal vez antes de que ella llegara a Jefferson.

Una última bofetada del alguacir Skinner despabiló a Seymour. Se encontraba tumbado en la camilla de la enfermería del calabozo, amarrado a ella, dentro de una sala de interrogatorios. Ante él se hallaban presentes el sheriff Smith, su ayudante y la sargento de los Rangers, parcheada pero en buen estado de salud.

—¿Dónde está mi mujer? —preguntó con voz ronca.

Más tarde podrás verla, pero sólo si me convencen tus respuestas.- Estaba sentada en una silla de hierro con el informe que le habían dado sobre el vehículo y los Blackman en su regazo, habiendo estando leyéndolo mientras despertaba. Sin embargo al escuchar que por fin parecía volver en sí lo cerró, dedicándole una torcida sonrisa.

Empecemos por una sencilla.- No sabía cuánto tiempo tenía hasta que uno de sus compañeros se enterasen, tal vez ya estaban en camino con una orden, por lo que debía de darse prisa.- Domingo 13. Hace dos días. Vuestro vehículo estaba apostado en el prado de la Iglesia, mismo lugar donde desapareció Benjamin McKnight y donde estábamos en esos momentos investigando algunos agentes.- Ladeó el rostro mientras dedicó una mirada a Skinner. Si no le gustaba o no quería cooperar, podía volver a darle otra bofetada, teniendo el permiso de la ranger.- Nos estabais vigilando con unos prismáticos. ¿Por qué?