Partida Rol por web

Lea se despertó por el dolor que le producía el sol en la cara. Se levantó de la cama sin saber muy bien donde se encontraba y como había llegado hasta allí. Abrió un poco los ojos como pudo y vio que se encontraba aún vestida, con los zapatos puestos y todo el maquillaje lo había dejado en la almohada.  

Anduvo hasta la ducha mientras iba dejando toda la ropa por el camino. La hora que pasó debajo del grifo le hizo renacer. Se vistió con lo primero que encontró y miró la hora mientras marcaba el número del restaurante en el móvil para ver que tal iba todo y para avisar de que hoy tampoco podría pasar por allí.

No tenía nada de comer en el piso así que decidió salir a ver si alguno de sus vecinos se apuntaba para ir a desayunar a algún sitio cerca. Tenía la sensación de que se había perdido muchas cosas de la noche anterior y tenía que ponerse al día con los demás. 

John parecía emocionado al ver que el resto de sus compañeros habían acompañado a Kantor en el rescate. Desde donde estaba, arrodillado en la jaula, podía ver a Blanca en primer lugar, aportando una nota de sensatez a la conversación. La idea de caerse en aquel abismo no le resultaba nada grata. Parecía que de momento la situación estaba controlada,...un momento. ¿Cómo le había llamado Kantor?,¿Proctor?...¿de dónde había sacado eso de Proctor? Aquel nombre tan solo le evocaba a aquel granjero de Salem...no entendía nada, salvo que lo mejor era continuar en silencio.

Estoy de acuerdo con lo que dice Blanca. Hasta ahora nos hemos manejado (bueno, lo he manejado yo, quién sino), pero tal vez sean demasiados, incluso con Kantor de nuestro lado. Sin embargo, no puedo evitar sentir satisfacción cuando un enano medio enterrado en mierda se refiere a mí como "fiero roble". Envalentonado, hablo a Kantor por lo bajo.

- Vamos, Kantor. Podemos con ellos. Tú sólo da la orden y yo te ayudaré a acabar con ellos, mientras las chicas se encargan de John. ¿Qué me dices?

Cuando Samuel cortó aquella vida con un certero espadazo, algo se rompió dentro del pintor.

La sensación que sentía ahora era la misma que había notado en aquel despacho de la universidad. A aterradora certeza de que conocer del mundo mágico, lo que ocurría entre bastidores era peligroso. Realmente, ver una muerte violenta no tenía mucho que ver con la magia. Podías asistir a algunas si te metías en asuntos de droga o mafias, o si eras policía o un militar. Pero Nathan era un niño pijo hasta hacia cuatro días. Se había criado en un ambiente protector y seguro. Y ahora había hombres que se creían champiñones intentando matarles, y Kantor había realizado una traqueotomía letal a uno como quien se calienta unos macarrones en el microondas. La otra muerte habia sido más terrible, pero solo intuida por manchas de sangre, esta habia sido vista en riguroso directo.

Y, hablando de comida, su desayuno quería abandonarle. “gracias por medio digerirme, pero si esto va de ver muertes yo no quiero estar en este cuerpo” No vomitó por no quedar como la nenaza oficial del faro, que una cosa es serlo y otra confirmarlo. Y mucho menos darle munición al surfero para meterse con él en el futuro. Así que abolió la constitución, disolvió el parlamento de las neuronas y, con su fuerza de voluntad gobernándole en modo dictador, le dijo al desayuno que las fronteras estaban cerradas y a su cara que mantuviera una expresión de poker.

El interrogatorio a la seta humana, la llegada de Blanca y Carmen, el guía largándose con su carrito fueron como ver una peli extranjera sin subtitular, algo que pasaba ante tus narices pero que te quedaba como a una galaxia de tu capacidad de entendimiento. Hasta cuando intervino para mantener la fachada de normalidad lo hizo como un zombie…

…El siguiente invitado estrella no ayudó a normalizar las cosas: Cinco. Un ángel, ¿un puto ángel? ¿Qué era lo siguiente? ¿Alaska caracterizada de la bruja Avería llegando en paracaídas al lago? ¿El ratoncito Pérez conduciendo un tanque? Solo señaló en la misma dirección que Carmen.

-"Es justo que haya angeles, ya que hay demonios"- Pensó Demonios y "diablillos" que es como le habia bautizado el rey loco de la corte.

Cinco entonces vuela hasta la fosa y se coloca en frente de la cascada. 

Carmen está tentada de gritarle por dónde se entra a la cueva, bordeando el risco que sirve de soporte a la caída del agua, pero algo en la mirada del ángel, lo mismo que ha hecho que Nathan no se atreva más que a señalar, hace que se abstenga de volver a hablar de nuevo: Hay una tristeza honda en su mirada... tan profunda que se confunde con la compasión, el desprecio y el odio... O tal vez es un odio tan profundo que parece triste. Jamás Carmen, que es una experta leyendo emociones, había visto algo así. 

Cinco contempla la cascada como un animal observaría el goteo de un grifo. Y queda ahí inmóvil durante unos minutos. 

Eso ya puede con la paciencia de Carmen. Sus vecinos pueden estar en peligro. Tiene que decirle cómo se entra y...

Entonces el ángel alza los brazos y un enorme estruendo se oye... el agua de la cascada se desborda a medida, que con un poder invisible, Cinco arranca las rocas del risco sin tocarlas. Quedan suspendidas en el aire. Trozos de montaña que podrían pesar toneladas... Abriéndose camino hasta el interior de la gruta de los Hongos desde fuera... 

Samuel se dirige entonces a Anayansi y le dice: 

- Anayansi, preséntate a ti y a tus compañeros ante el Doctor Hongo... Vamos, tranquila... eres la más locuaz y la que mejor puede hacerlo... 

No necesita siquiera guiñar un ojo, para que la coach, experta en el disimulo y el subterfugio, entienda que Samuel Kantor esté buscando una distracción. 

Cuando Anayansi comienza a hablar con voz alta y aguda,  les dice a Erik y a Blanca en un susurro. 

- No tenemos tiempo. Y él parece que tiene todo el del mundo. Debemos sacar a John ya. Está gravemente herido. Necesitamos acercanos a la jaula antes de que... 

Y entonces escuchan pasos, decenas de ellos, toda una multitud que se acerca por la misma entrada que vinieron ellos. Son Hongos. Muchos. Una horda enorme. Les rodean. 

- Ahora sí estamos todos. Estos son los Hongos. Los que duermen en los túneles. Los que se alimentaban del fango para estar fuertes para el combate. ¿Mataste a algunos de los nuestros y creíste poder amenazarme?

Los Hongos se acercan. Deben ser unos cincuenta. Ni siquiera Samuel Kantor puede con tantos. 

Ahora vas a entender el verdadero poder de la comunión. Somos un ejército de fieles. Y vais a ser fagocitados. 

Los Hongos empiezan a gritar y a acercarse. John grita desde su jaula, impotente, recordando cómo a él le destrozaron el cráneo y el rostro un grupo mucho menos numeroso que ese. 

Y entonces un enorme temblor hace que suelo y paredes se resquebrajen. 

Blanca y Anayansi caen al suelo con el terror de que en el siguiente instante se tirarán sobre ellas mientras Erik y Samuel tratan de mantenerse en pie. Pero los Hongos también han caído y no entienden qué ocurre. 

El Doctor Hongo apenas puede girarse en su charco de lodo. Pero algo está sucediendo en la pared que tiene en la espalda, la que da a la cascada. Las rocas que la conforman empiezan a desaparecer, arrancadas de cuajo, creándose un enorme boquete mientras toda la gruta tiembla. 

Y al otro lado, flotando sobre la poza, manteniéndose en el aire y de alguna manera sobrenatural a todas las rocas que se han arrancado, un ser alado. Un Ángel. 

Hache corre ahora más que Spear hacia el destino. Tal vez motivado porque están ya muy cerca de la Cascada de Fuego. Tal vez ante la responsabilidad que acaba de tomar de mandar a un ser alado todopoderoso en la dirección en que están sus amigos. Pero finalmente ve la cascada y la poza. O lo que queda de ella. Ya que el llamado Cinco está destrozándola telekinéticamente, suspendiendo las rocas en el aire. 

- ¡Hache! 

Quien le grita es Carmen. Ella está en un borde del camino, medio oculta por la vegetación. Junto a ella está Nathan y un hombre atado a un árbol con un aspecto de lo más extraño. Luego sabrá que el hombre es un Hongo, uno de los muchos sectarios que viven dentro de la gruta de la Cascada y que creen estar chupando magia a la Madre Tierra. Y en el camino han capturado a John y Samuel fue a por él. Pero como no volvía, Erik, Blanca y Anayansi fueron detrás por una entrada secreta a las grutas. 

A su vez, Nathan y Carmen ve que tras el fatigado y sudoroso Hache, ha venido una mujer con semi armadura y una enorme lanza a su espalda. Ella no les mira siquiera. Su vista solo permanece fija, absorta, en el ángel que está abriéndose camino a través de la cascada sin necesidad de entrada secreta que valga. 

- ¡Por Uno y su infinita misericordia, que ese poder nunca nos condene!- grita la que luego sabrán que se llama Spear, de la Casa Zeon,  y que sigue a Blanca allá dónde va. 

Mientras la montaña cruje ante el poder de ese ser alado, y Erik, Anayans y Blanca sufren el inminente derrumbamiento de la gruta sobre sus cabezas, Samuel Kantor solo tiene una cosa en la cabeza: Corre ignorando a los Hongos y a su loco líder, esquivando los escombros que empiezan a caer del techo. Corre hacia la jaula de madera. La jaula en cuyo interior está un malherido John y que colgaba del techo de una fina cuerda que los Hongos amenazaban constantemente con cortar. Una jaula que no podrá aguantar mucho tiempo si la cueva sigue desmoronándose. 

- ¡Noooooo! Samuel grita cuando la cuerda se rompe. Uno de los Hongos que estaba encima de ella cae hacia el vacío y luego lo hace la jaula entera con John dentro. 

Pero la jaula se para en el aire.

Congelada.

Detenida por una fuerza invisible. La misma que desmonta los barrotes y deja ahora a John suspendido en el aire. La misma que ahora le propulsa a toda velocidad hacia los brazos del Ángel. 

Carmen, Nathan, Hache y una mujer guerrera que solo Blanca sabe que se llama Spear, han corrido al borde de la poza a ver qué ocurre y cuando el Ángel llamado Cinco toma en sus brazos a John, ven lo malherido que está. Tiene el cráneo casi hundido a golpes y la cara totalmente desfigurada. No saben cómo sigue con vida. 

En el interior de la gruta Samuel respira aliviado al ver que John está a salvo y entonces se encarga de reunir de nuevo a Erik, quien está pateando a un Hongo que rodaba por allí y a Blanca quien, valiente, ha vuelto a blandir su cuchillo para protegerse a ella y a Anayansi. Todos observan el enorme agujero que ha creado el ángel en la pared y a través de él, al borde de la poza, al resto de sus vecinos. Pero el peligro no ha pasado cuando la cueva sigue desmoronándose. 

El líder de los Hongos, un hombre cubierto de fango, medio hundido en un charco de lodo, es el único que se atreve a reaccionar

- ¡No puedes hacer esto! ¡No puedes! ¡Tenemos pruebas ahora de que somos mágicos! ¡No volverás a amenazarnos! ¡Vete! ¡Vete o con mi inmenso poder...! 

El Ángel mira al Doctor Hongo durante un breve segundo. Es el que tarda la cabeza del hombre cubierto de lodo en explotar. Su monóculo de oro cae al fango donde hasta hace casi un instante había un loco gritando. 

Y luego mira con una melancolía infinita hacia el grupo de Samuel y los suyos mientras sostiene en sus brazos el maltrecho cuerpo de John... 

Lea recuerda que en el Faro no hay cobertura. Son las seis y media de la tarde pero parece que ya anda algo mejor. Baja las escaleras, percántandose previamente de que los niños sí parecen estar en su piso. No así el resto de vecinos. Coge la nota de Anayansi donde le avisaba de que iba a salir con John a hacer una excursión a la Reserva. ¿Y el resto dónde están? 

Cuando está a punto de cruzar la verja del jardín para comer algo ve aparecer a Ochi y a Rob. Parece que vienen de la playa, a juzgar por sus pintas. 

Lea saluda sonriente 

- Unos de excursión, otros a la playa... ¿soy la única que por culpa del alcohol se ha perdido un día estupendo de descanso? *

John no puede dar crédito a lo que ve a su alrededor. Cuando todo parecía perdido, cuando todos sus amigos estaban a punto de morir por su causa, algo...algo extraordinario estaba sucediendo. La cueva empezó a temblar. Un extraordinario poder acudía en su ayuda. Pudo sentirlo. La cueva se desmoronaba, pero en el corazón de John, la desesperación se tornaba en esperanza.

Entonces la parez desapareció, arrancada por una fuerza superior, un incomensurable poder que la desgajó hasta hacerla desaparecer y en su lugar aparecio...¿un...angel?

Desde que habían sabido sobre las casas, se había preguntado si el nombre de cada una de ellas se correspondía con algún concepto o con algún ser. Y allí tenía la respuesta; Altair...El aura que emanaba de él le reconfortaba. Sin poder hacer otra cosa, se quedó extasiado contemplándolo. Tan solo una palabra salió de sus labios, como un leve susurro, apenas distinguible para los demás, pero que retumbaba en su cabeza con fuerza.

-Altair...Altair...Altair.

El grito de Kantor y la sensación de vértigo cuando comenzó a caer lo hicierion volver en sí. Pero tan solo fue un segundo. Apenas eso, antes de que la jaula se parase en el aire y reventase en pedazos dejándolo suspendido sobre el vacío lo que extranamente, no le provocaba ningún temor. De pronto, una fuerza terrible pero firme lo arrastró hasta los mismos brazos del ángel. Agotado por el dolor y el cansancio, desfalleció allí mismo sin saber si volvería a abrir los ojos,pero no le importaba. Se sentía como un recién nacido en brazos de su madre...o al menos, como suponía que debía ser estar en ellos. El contacto con aquel ser le producía sosiego, paz y la sensación de estar en un refugio que lo hacía completamente invulnerable a cualquier cosa. Ni que decir que aquella experiencia había acabado con todo su excepticismo y que desde ya, su compromiso para con su casa sería absoluto.
 

¿Qué he hecho? ¿He invocado a un Ángel? Sabía que mis palabras son convincentes, poderosas e incluso celestiales pero no sabía que tenía el don de atraer a los seres más bellos del universo. El apuesto Ángel salva a John, como no, Santa Lupita ya me lo dijo, vendrá de los cielos y traerá felicidad a tu vida. Y es que esa prostituta además de cobrar lo que quiere es un poco bruja y ya sabía que mi casa sería los Altair y como ya deduje en su día mi casa es celestial, en ella somos ángeles. ME ENCANTA, mejor incluso que ser un hongo.

-¡¡¡Gracias!!!- exclamo al ver al buenorro que se alza en el aire. -¡¡Soy Anayansi!! De la casa Altair y ese que está en tus brazos se llama John y también es de mi casa. Nos encanta pertenercer a los Altair.- quiero sonar agradecida de todo lo que está haciendo por nosotros y si consigo que nos saque levitando de la gruta mejor que mejor.

Pero por si acaso tengo que pensar un segundo plan.

-¿Kantor saltamos al agua? Lo he visto en películas y creo que somos capaces, eso sí, nada de hacerse los chulos y saltar haciendo piruetas o de cabeza. Mano a la Nariz y saltamos tipo espárrago ¿entendido?- aún así espero, no voy a ser la primera en saltar, la segunda si por si los hongos hacen algo y nos cogen, como mucho la tercera por si mi amado Ángel de la Guarda decide hacerme levitar a mí también, NUNCA LA CUARTA.

Busco de un último vistazo a los niños hongo y les digo. -ID A LA ESCUELA, ESTO NO ES VIDA. YO ANAYANSI MÉNDEZ VOLVERÉ A RESCATAROS. LO JURO.- ah y mientras digo esto si veo que puedo cojo el monóculo de oro, es decir, seguro que puedo venderlo a buen precio y si los hongos están asustados y entretenidos seguro que me dejan jejeje.

Y aquí ya lo que sea que tenga que ser, saltar al agua cual Pocahontas o levitar como la diosa que soy junto a John y mi Ángel de la Guarda.

- Carmen!!!

Contesto al grito de Carmen mientras no paro de mirar la que está liando el ángel.

- Pues va a ser que sí que tenías razón Spear. Creo que ya no estamos en Aquilea...

Soy incapaz de quitar los ojos del ángel, pero aún así, a base de empujoncitos, voy arrastrando a Spear donde está Carmen, para quedarnos al lado del camino semiocultos por la vegetación. Por si al ángel se le pira la pinza y tal...

¿Y dónde está Blanca?

Desde aquí no oigo nada, tendré que acercarme un poco, sólo un poco, ¿qué buscarán esos hombres?. Miro a mi alrededor por si hubiese alguien a quién pedir ayuda si llegase el caso, y mando un whatsapp con mi posición. De esta no salgo, pienso mientras cierro los ojos tratando de aislar el resto de mis sentidos  y escuchar algún retazo dela conversación que mantienen, antes de acercarme un par de pasos (siempre escondida).

- Buenas tardes Lea, Salude mecánicamente, de forma escueta y con un punto tímido, contenido de solemne seriedad y educación. Ella parecía estar de buen humor, la hubiera imaginado resacosa y somnolienta pero en cambio ahí estaba frente a nosotros bastante animada. Era una chica  atractiva, con cierto encanto, por algún motivo que desconocía algo en lo que antes no me había fijado demasiado.

- Bueno, no tan estupendo...me tocó trabajar y fué un dia algo estresante. Calcular las bases algoritmicas de varias CQs pero sin tener todos los datos contrastados es algo casi inmoral. Sonreí hasta el punto de la risa con mi ingeniosa ocurrencia pero me aguanté de hacerlo al ver que no les había hecho demasiada gracia. Así que callé y esperé que Rob llevara el peso de la conversación rompiendo así ese silencio incómodo que había podido crear.

Luego pensé en el día que había tenido en la oficina, pues aguantar a mi jefe, el señor Sanchez-Puentes era insoportable cuando se lo proponía, y hoy precisamente había tenido uno de sus dias en los que disfrutaba desbordando de trabajo a quien tenía a su alrededor. 

Omití mención alguna de la visita guiada en el taxi de Reno, no era el momento ni me correspondía a mi sacar el tema.

- Si, el paseo por la playa de lo mejor de hoy. Una verdad a medias no era una mentira después de todo.

Supuse que se refería al resto de vecinos que habían ido a la Reserva  con aquello de la excursión.

- ¿Sabes algo nuevo de ellos?. Hemos intentado llamar varias veces pero parece que no hay demasiada cobertura en ese lugar.

Comer, tomar algo...Nunca rechazaba algo así, aunque me moría de ganas por llegar a mi piso y pasar así unas horas pegado a la pantalla, tratando de recopilar nueva información. - - ¿Nos apuntamos?. Miré a Rob, quizás abandonar en ese momento la seguridad del Faro no fuera ni lo mas inteligente ni lo mas sensato, pero tampoco era cuestión de esconderse y hacer vida de ermitaño.

La aparición de LEA me recordó que le tenía que insistir en lo de montar un concierto en el FOOD; ese pensamiento me trasladó al concierto con ODOM en el Hamster Damned. Y de repente...¡BINGO! El show había sido grabado y seguramente publicado en redes sociales, incluso puede que saliese una reseña en el periódico local. Los mafiosos debieron de verme allí, por eso había uno de ellos a la entrada del cementerio, justo al lado del Hamster Damned, ahí me estaban esperando. Todo esto lo iba pensando mientras nos acercábamos a LEA, a la cual sin mediar saludo siquiera le dije:

- LEA, ¿estás bien? ¿Ha venido alguien extraño a la Torre? ¿Alguien...con pinta de mafioso? ¿Has hablado con tu familia, con los del restaurante? ¿Están todos bien? 

Aquella mujer le resultaba muy familiar. No le costó mucho reconocerla:

23/06/2015, 11:21:

…Es una lanza rústica pero cuya punta ha penetrado el mismo suelo donde están. 

Entonces ven a esa mujer un piso más arriba de Blanca decirles. 

- Alejaos, Deprecati, vuestra trampa ha sido futil. Los Zeon cuidan de los suyos y hoy no lograréis culminar vuestras atrocidades. Es mi última advertencia. Equilibrio de Antaño o no, si os acercáis os cogeré y clavaré en esa lanza. 

No obstante, decidió no hacer ningun comentario al respecto de su anterior encuentro. Ni a que, de haberle temblado el pulso, la muy zorra (con cariño) le habría atravesado el pie como una banderilla de pepinillo cebolleta y anchoa.

Parecía que una vez más se veían envueltos en un asunto sobrenatural, en el que no pintaban nada realmente, como hojas en una guerra entre varios vientos. Sus compañeros estaban allí solo para jugarse el tipo bajo el inminente derrumbe o luchando a patadas o con cuchillos contra aquella horda (Nathan aun no había visto el estado de John, estaba encabronado pero aun no como para subirse por las paredes) La puta magia había truncado la vida de toda esta gente que ahora reclamaba para sí el apelativo de hongos. ¡Había hasta niños allí dentro! ¿Iban a dejarlos morir en un derrumbe? Por no hablar de que todo esto se habría evitado dándoles una lista de lugares a los que no debía ir. Pero antes que soltar una gota de información preferían dejar que todo se fuera a la mierda y arreglarlo con la sutileza de una retroexcavadora en una tienda de porcelana fina.

Apretó los puños y esperó en tensión, pendiente de cómo se desarrollaban los acontecimientos.  

La aparición del ángel deja a todos atónitos... no es que hayan visto pocas cosas, pero es que cada día parece haber más y más locura en lo que antes fuera la aburrida realidad de todos los días.

Tratando de que las piedras no les caigan encima y protegiéndose de los hongos que quedan, Erik, Anayansi y Blanca se encuentran en el meollo del asunto... y eso no es bueno. Durante un momento levanta la mirada y ve a Spear, Hache, Nathan y Carmen, y la cara se le ilumina. Los refuerzos han llegado... y ahora no pueden morir aplastados. Desesperada, mira hacia todos lados, buscando una salida que les permita sobrevivir.

Y es entonces cuando ve a John. Oh Dios, John... tenemos que salir de aquí ahora ya, piensa, en imperativo.

Hey! Hola!... Erik, Anayansi, tenemos que salir ahora mismo de aquí. Después nos quedamos pegados en el puto hecho de que hay un puto ángel salvándonos el puto culo, si?... - toma la mano de Anayansi, totalmente perdida en su discurso de salvadora de niñitos hongos descarriados, y la tira hacia el grupo - Samuel!!... ¿por dónde?... si no nos vamos AHORA YA, John no va a ser el único hecho pulpa.

A pesar de que le pregunta a Kantor, Blanca ya se encuentra buscando por todos lados la salida más rápida...

- ¡Sí: Saltad, por el agujero que ha abierto el Altair, saltad al agua! 

Samuel coge a Blanca y a Anayansi, mientras grita a Eric que le siga,  pero esta última se escabulle un instante al charco de lodo para coger el monóculo de oro caído. Y para decir algo "a los niños" que en su disparatada imaginación viven en esa colonia sectaria. 

Así que aunque ella mismo lo propuso es la cuarta en saltar al agua desde unos diez metros de altura. Rocas también caen desprendidas, así que aparte del salto hay que tener cuidado y suerte en que ningún pedrusco les alcance. 

Anayansi grita algo mientras cae y se zambulle en el agua. Cuando sale ve que están nadando hasta los bordes de la poza y que ella también puede hacerlo con facilidad. 

No es necesario que Carmen, Nathan, Hache o esa mujer extraña que va con él, se lancen a por ellos, ya que todos consiguen salir de allí por sus propios medios. 

El derrumbamiento va cesando y el Ángel, que ni siquiera dice nada cuando ve a todos saltar o cuando Anayansi se dirigió a él, hace otro importante gesto y las rocas más grandes, suspendidas en el aire desde su aparición, vuelven a taponar la entrada de la cueva. 

Con un imponente crujido la montaña vuelve a cerrarse y el agua de la cascada vuelve a caer. Solo los expertos o los que contrasten las fotos verían que el relieve de la montaña es ahora diferente. 

Después desciende y todos pueden contemplarle a menos de tres metros de distancia. 

Spear, la mujer guerrera agarra la lanza de su espalda casi instintivamente. Samuel Kantor le hace un gesto con la mano, pidiéndole calma. Pero hasta en la mirada del experimentado protector de los niños hay un cierto respeto hacia la figura del hombre alado. 

Deposita a John en el suelo y su aspecto es agonizante, aunque está vivo y murmura algunas palabras: 

- Altair... Altair... Altair... 

Entonces, el ángel llamado crípticamente "Cinco" toca la cabeza partida de John. Y llora. Dos lágrimas de sangre recorren su rostro mientras todas las heridas de John se borran inmediatamente. Cabeza, rostro, dientes, costillas... todo su cuerpo es sanado en cuestión de segundos sin que exista la mínima señal de daño en el cuerpo del hombre pelirrojo. Las lágrimas caen al suelo y hacen un pequeño charco oscuro y negro a los pies de los dos. 

- Que nadie toque eso- dice Samuel silencioso- Esperemos que él nos hable si queremos que... 

Entonces el Ángel toca el charco y mira al prisionero atado. De nuevo sin la menor expresión emocional, el charco desaparece y todas las heridas que tuvo John se materializan en el Hongo prisionero. Todas a la vez. El hombre chilla de dolor mientras su cara se deforma a toda velocidad hasta que sus dientes se parten, su ojo se hunde y su cabeza se parte. Empapado en sangre queda inconsciente. 

Luego se queda mirando a Anayansi. 

Nadie dice nada. Pero Carmen, Nathan y hasta la pequeña coach que habló con el prisionero sienten compasión por el hombre atado al árbol. 

Spear traga saliva mientras se posiciona cerca de Blanca. Algunos Hongos que cayeron a la poza y siguen con vida salen corriendo despavoridos. Hasta que no se oye ningún silencio en aquel claro al lado de la Cascada de Fuego.