Partida Rol por web

Entre sombra y sombra

El principio del principio

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28/01/2017, 06:11
Desconocido

Y aunque las cosas podrían haber quedado así e incluso mejorar algo volvió a romper la magia. O, más bien, alguien.

Aquel tipo que inicialmente se había acercado a ver bailar a Cosette volvió a acercarse, metiéndose en medio de los otros con malos modos. Parecía creerse con derecho por el simple hecho de haber sido el primero. Sus manos esta vez no fueron a por los pechos de la chica, aunque sus ojos sí. Sin embargo sus dedos agarraron su tobillo y empezó a tirar de ella como si aquel baile ya no le importase nada y sólo quisiera acercarla a él.

Los tipos de alrededor al principio parecieron desconcertados. Sin embargo un segundo más tarde dieron unos pasos atrás. Había algo en la mano libre del hombre que les hacía retroceder. Cosette tardó un instante en comprender de qué se trataba, y cuando al fin lo vio el brillo del acero se mostró con claridad. El tipo tenía una navaja y estaba amenazándola con ella, y a pesar de que no llegaba a decir nada que tuviera sentido estaba bien claro lo que quería. Lo que todos querían, después de todo, siempre.

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05/02/2017, 14:07
Cosette Mercier

Cosette se permitió el lujo de relajarse un poco cuando dejó al tipo atrás. Continuó con su baile en el punto álgido, sabiendo que era el momento en que más propinas lloverían, y prodigó sus sonrisas y miradas seductoras entre todos los hombres que se habían acercado a la tarima. Eso hacía mucho que no provocaba ninguna emoción en ella. Ya ni siquiera se lo tomaba como un juego como había intentado hacer al principio. A esas alturas era, simplemente, trabajo. Y lo hacía lo mejor que sabía, que a juzgar por la cantidad de billetes que solía sacar en cada baile, no debía estar demasiado mal. 

Aunque las insinuaciones del guapito resbalaron sobre su coraza, le dedicó una sonrisa coqueta, una que no decía que no, ni que sí, ni todo lo contrario. Cosette había aprendido mucho de los hombres desde que trabajaba en el club. Sabía que si se sentía rechazado se apartaría, si se sentía aceptado, dejaría de soltar la pasta al tener ya el premio. Pero si se sentía incierto, trataría de ganar lo que podría visualizar como una subasta. Y eso era lo que le convenía a ella.

Tardó un segundo en darse cuenta de que el tipo rudo no se había dado por vencido y se dedicaba a apartar a los demás. Sus ojos brillaron alarmados un instante antes de que esos dedos gruesos aferrasen su tobillo y buscó a Todd inútilmente de nuevo, con una petición de auxilio en la mirada. Echó el peso hacia atrás por puro instinto, intentando liberar su pierna del agarre, pero cuando uno de los focos hizo brillar el filo de la navaja, se quedó inmóvil. 

Intentó forcejear de nuevo, soltar su tobillo para echar a correr hacia los camerinos, pero ella nunca había sido demasiado fuerte y no estaba en la mejor posición para mantener el equilibrio. El tipo podría hacerla caer tan sólo dando un tirón. 

El color abandonó sus mejillas y la sensación de urgencia se hizo ensordecedora. Podía sentir el agua de las duchas cayendo sobre su piel desnuda y manchillada, la sangre entre sus piernas, las lágrimas calientes en sus mejillas.

«No, no no....», era todo lo que su mente era capaz de pensar. Estaba francamente asustada. Una cosa era bajarle los humos a un hombre con las manos largas y otra lidiar con una mano armada estando prácticamente desnuda y sola. Porque en ese momento se hizo plenamente consciente de que Todd no iba ayudarla. Brad no estaba y él probablemente estaría en algún rincón follándose a Trixie. Los camareros no reaccionarían a tiempo y no podía contar con la ayuda de ningún cliente. Estaba sola frente al filo y sentía tanto miedo que su piel comenzó a temblar. 

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12/02/2017, 21:29
Desconocido

En el mismo momento en que Cosette dio aquel tirón los dedos de ese hombre se aferraron aún más a su tobillo. Las pupilas de él estaban tan dilatadas que la chica ni siquiera podía ver sus iris, aunque aquello no era de extrañar: era difícil tener ojos para algo más que para la navaja.

El mundo empezó a fluir como si algo le hubiera pasado, como si alguien hubiera roto una caja de música y la bailarina girase a un tiempo totalmente diferente al que debería. Algunos de los que los rodeaban estaban congelados en su sitio, observando con la boca abierta y expresión de asombro. Otros, con la cabeza aún capaz de funcionar, caminaban hacia la salida. Había un par que se dirigían a la barra en un intento de avisar a unos camareros que ya tenían los ojos sobre la tarima. Uno de ellos incluso se acercó con gesto tenso y palabras que intentaban ser tranquilas, pero aquel tipo no parecía escucharlas. La música se oía más fuerte que nunca, pero había otro sonido que estaba por encima: la respiración jadeante y dificultosa de aquel extraño.

En Cosette el tiempo también era dispar. Por un lado todo parecía haberse congelado, pero por otro todo avanzaba demasiado rápido, como si los recuerdos se pusieran delante de sus ojos y no le permitieran ver la realidad más que a golpes. Apenas se dio cuenta de que había caído al suelo. Lo siguiente que vio fue al hombre encaramándose a la plataforma sin llegar a soltarla. El siguiente lapso llegó cuando notó el frío del acero sobre su piel. Estaba en la cara interior de su muslo, amenazante. Un fuerte olor a grasa y a amoníaco emanaba de aquel hombre, penetrando en el cerebro de la bailarina. Y a cada segundo escuchaba aún más su respiración, como si la tuviera justo en el oído.

Quizá no era la suya. Quizá era la respiración de todos y cada uno de los que la habían manoseado, despreciado o arrinconado. Quizá era la imaginación de ella. Pero fuese como fuese aquel hombre estaba ya encima de ella, intentando cortar la tira de su tanga de una manera tan torpe que al final acabó por dejarlo y simplemente tirar de él con fuerza, marcándolo contra su piel y haciéndole daño. El filo viajó hasta el cuchillo de la chica y el tipo prácticamente se dejó caer sobre ella.

Cosette casi no podía oír más que aquella respiración ahora que la tenía contra el oído. La música seguía, sí, y también se oían algunos gritos. El tipo tras forcejear con la única prenda que llevaba comenzó a forcejear con las propias y ella no tardó en sentir algo frío y duro entre sus piernas.

No llegó a entrar en ella, pero no fue por no intentarlo. Él trataba de embestir sin acertar en el lugar adecuado, y con cada nuevo intento la hoja se marcaba a dos centímetros del lóbulo de la oreja de Cosette. Ella llegó a notar un hilo de sangre deslizándose por su cuello, hacia su nuca. El hombre jadeaba sin ser capaz de contenerse, y cada exhalación estaba acompañada por una nueva dosis de peste a antiséptico, grasa y algo más. Orines.

Sería difícil decir cuántos intentos hizo el hombre antes de encontrar la solución. Su mano torpe dejó de estar apoyada simplemente contra el pecho de Cosette, apretándolo hasta tal punto que en cualquier otra situación habría llorado sólo por eso, para buscar con sus dedos su propia polla. Aún así le costó dar con el lugar que buscaba, pero una vez lo hizo ella lo tuvo claro: faltaba sólo un suspiro para ser penetrada. Aquel hilo de sangre había llegado al pelo de la chica, pero el hombre parecía tan poco consciente de la navaja que probablemente ni siquiera se detuviera ahí.

La sonrisa del hombre antes de ese momento se extendió por su rostro. No había felicidad genuina en ella, sino que era una expresión embrutecida y de superioridad. Sin embargo algo la congeló.

Lo siguiente que Cosette notó fue la sangre cayendo sobre ella desde la boca del tipo. Su peso convirtiéndose en poco más que eso, peso. Todo en él se había vuelto débil de repente, inerte. Unas últimas bocanadas de aire trataron de entrar en su garganta, pero poco a poco la música estaba más alta y la respiración más baja. Hasta que finalmente ella fue consciente de lo que había pasado.

La navaja se había separado de ella justo en el momento de esa sonrisa, eso lo sabía. Y de alguna forma había encontrado otro cuello al que herir de una forma más certera y, sobre todo, más definitiva.

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14/02/2017, 14:19
Cosette Mercier

Los recuerdos eran casi dolorosos al mezclarse con un presente que parecía aferrarse a su piel y a su tiempo, como si las manos de aquel tipo repugnante fuesen las mismas desde el principio, desde las duchas, y las mismas con las que se tendría que enfrentar en el futuro. Los rostros eran diferentes, pero las manos... Las manos eran siempre las mismas. Apremiantes, egoístas, exigentes, imponiendo la necesidad de otro ante las elecciones de Cosette. Hacía años que no la pillaban desprevenida, pero el mismo temor de entonces volvió a deslizarse por las cicatrices de sus brazos, recorriendo su piel hasta llegar a la parte interna de su nuca, inmovilizándola en un terror que sentía antiguo e inevitable, haciendo que un latido pulsara en sus orejas, al mismo ritmo que lo hacía su cuello bajo el filo de la navaja. Siempre habría otras manos y bien sabía que resistirse sólo serviría para salir lastimada. 

La amenaza de ese hilo de sangre deslizándose por su cuello era suficiente para que Cosette no tratase de forcejear. Pero aunque no hubiera existido, tampoco lo habría hecho pues estaba demasiado abrumada como para reaccionar y defenderse. Sus piernas se cerraban por puro instinto, mientras su respiración se agitaba y sus párpados se entornaban. Sabía que debía evadirse, enviar su mente a otra parte, lejos del agua y lejos del humo. Cuánto añoraba la aguja en su brazo en ese instante en que sumergirse en la dulzura de la heroína sería su vehículo para abstraerse del dolor y la humillación. 

Cosette no notó el cambio en la sonrisa del tipo, pues para ese entonces sus ojos ya estaban cerrados, apretados con tanta fuerza como apretaba las manos en dos pequeños puños a ambos lados de su cuerpo. Resignada, pero no entregada. Los abrió al sentir la sangre cayendo sobre su pecho y salpicando su cuello y su rostro y pestañeó confusa, sin comprender en un primer instante lo que estaba sucediendo, que alguien la había salvado. 

Tardó algunos segundos en reaccionar, pero cuando lo hizo se movió rápido, empujando al hombre sobre ella para apartarlo de sí y arrastrándose hacia atrás. Tenía las mejillas húmedas pero no era consciente de cuándo había comenzado a llorar. Miró con los ojos enormes y asustados alrededor, en busca de su salvador o salvadora, de alguien que hubiera subido a la tarima para rescatarla de esa mole, tal vez el camarero que había visto acercándose, o quizá Todd que había aparecido al final. Y mientras su mirada recorría el lugar en busca de una persona a la que dar las gracias, se fue haciendo consciente poco a poco, como si esa idea tuviera que atravesar una espesa capa de melaza en su cerebro, de que el hombre no se movía, de que estaba...

—¿E-está...? —musitó en un balbuceo, sin saber a quién dirigir su pregunta ni ser capaz de terminarla.

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16/02/2017, 01:08
Narrador

Hicieron falta todas las fuerzas de los débiles y agujereados brazos de Cosette para apartar a aquel tipo de encima de sí. La adrenalina ayudó, por supuesto, pero aún así la chica debió esforzarse.

El tipo rodó sobre ella, quedando tendido encima de la tarima boca a arriba y con una postura incómoda y antinatural. De su cuello seguía manando sangre y esta manchaba ahora el suelo de la plataforma. Y como si aquello fuera algún tipo de broma o la propia navaja fuera consciente de que ya había acabado su trabajo se desprendió de la herida y cayó sobre la superficie. Estaba ensangrentada, y más sangre se unió a ella cuando aquello aumentó el flujo de salida.

Fuera el local estaba congelado. Los ojos de todos estaban fijos en la escena y la palidez cubría la mayor parte de los rostros, que con su expresión respondían a la pregunta de la chica. Ella estaba prácticamente levemente herida, manchada de sangre y prácticamente desnuda, pero por una vez las miradas no recaían en ella. Al menos, no la mayoría.

La canción terminó en ese momento. Cerca de Cosette, a la distancia que ella se había apartado arrastrándose, la herida dejaba de sangrar. El mundo parecía de repente un lugar frío. Frío y distante. Y quizá la respuesta estuviera también esta vez en la heroína, pero era imposible saber cuál era la pregunta principal que helaba la sangre de los presentes. O qué iba a pasar después.

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16/02/2017, 01:15
Todd Hudson

Ese fue el momento en que llegó Todd, rompiendo con una carrera acelerada que llegaba desde los camerinos el momento. Su mirada se dirigió directamente hacia la pasarela y sus pasos se fueron deteniendo conforme se acercaba, como si no se atreviese a llegar del todo. Durante un instante el chico miró a Cosette, pero no tardo en centrarse en el hombre muerto. Y desde ahí sus ojos ya no volvieron a separarse de él.

El portero acabó por detener sus pasos y se llevó una mano a la cabeza, impresionado. No parecía saber muy bien qué decir, pero sí tenía pinta de ser dueño de la certeza de que desde ese mismo instante las cosas iban a cambiar. Y mucho.

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16/02/2017, 01:18
Sweet Amie

El rato siguiente pasó rápido. Uno de los camareros pidió a los clientes que se marcharan, pero se aseguró de anotar un par de teléfonos por si la policía pedía contactarlos. Alguien llevó a Cosette a los camerinos. Allí la dejaron sola, sola y con la puerta cerrada, durante casi diez minutos hasta que alguien llamó a la puerta.

—¿Puedo pasar? —preguntó una voz conocida y de tono amable, aunque no esperó la respuesta de la muchacha antes de hacerlo. Cerró de nuevo tras de sí y apoyó la espalda en la puerta, sin llegar a acercarse por el momento más que con su mirada—. ¿Cómo estás?

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16/02/2017, 20:53
Cosette Mercier

Sería difícil para Cosette tiempo después explicar lo que había sucedido desde el momento en que se había escurrido de debajo de aquel peso muerto en que se había convertido el hombre. Su mente cosquilleaba con el deseo profundo de sumergirse en la dulce evasión y ella se movía como una autómata, con las mejillas pálidas y los ojos abiertos como platos. 

A su alrededor la gente se ponía en marcha. Los clientes se iban, los trabajadores cuchicheaban. Sacó fuerzas de algún lugar cercano a su estómago para preguntar en un susurro qué había pasado, pero la única respuesta que obtuvo fueron miradas, algunas de reproche, otras de temor. Se sintió una vez como ese bicho raro que había sido toda su vida, tan pequeña e insignificante como sus orejas hacían que fuese. Se encogió en sí misma y se dejó guiar de un lado a otro, hasta que terminó en el camerino, sola y con la puerta cerrada. Entonces y sólo entonces, terminó de quebrarse. 

No estaba segura de si había sido ella quien se había puesto la bata sobre los hombros, o si había sido alguna de las otras chicas, pero fuese como fuese, allí estaba en una pequeña butaca, con los pies descalzos sobre el asiento, hecha un ovillo y con la mirada perdida en el aire. Había fantaseado en ese rato con la idea de crear nuevas cicatrices en sus muñecas o en sus orejas, pero ni siquiera para eso había tenido ánimos. Sus mejillas se habían humedecido sólo para volver a secarse después, dejando un par de sombras oscuras bajo sus ojos. El maquillaje corrido le daba un aspecto demacrado y desvalido, pero ella no parecía preocuparse lo más mínimo por ello y ni siquiera había llegado a limpiarse la sangre de aquel hombre del pecho, el cuello y la cara. 

Así, con esa misma expresión ida y vestida tan solo con esa bata rosa estampada con flores amarillas, movió su rostro hacia la puerta cuando se abrió y por unos instantes contempló a Sweet Amie como si no la hubiera visto nunca, como si fuese una perfecta desconocida. Pestañeó cuando la segunda pregunta de la chica llenó el espacio en el camerino y sus labios se entreabrieron mucho antes de que el aire fuese capaz de abandonar sus pulmones. ¿Cómo estaba? Se dio cuenta entonces de que no tenía clara la respuesta a esa pregunta. Sencillamente, sentía que ni siquiera estaba. Ni bien, ni mal. No estaba. 

—Y-yo... —musitó, frunciendo un poco el ceño—. ¿Qué ha pasado? —preguntó con aire confuso en lugar de dar respuesta a la pregunta de la otra chica—. ¿Lo sabes? ¿Quién me salvó?

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19/02/2017, 03:56
Sweet Amie

Tras sus preguntas la chica emitió un largo suspiro al ver con más detenimiento a Cosette. No pareció ni por un momento que fuese a insistir en su pregunta, como si ya se diera por contestada a través del tono y el estado aparente de la chica. Sweet Amie apartó la mirada un instante, como si la llevase más allá de la pared, al lugar donde todo había sucedido, y luego volvió a mirar a Cosette, aunque no directamente a los ojos.

—No sé nada más que lo que dicen los camareros —enunció—. Y lo que dicen es que nadie se acercó, que el tipo debió hacérselo solo.

Con un par de pasos se acercó un poco a la stripper, pero en lugar de llegar a su lado se sentó en el suelo, comportándose como si hablara con un animal herido.

—Me gustaría haberlo visto y poder decirte más —dijo abriendo las manos, como si aquello le produjera cierta impotencia, aunque no tardó en forzar un poco una media sonrisa—. Aunque si lo hubiera visto, ni navaja ni hostias, le habría pisado los huevos antes de que te hiciera nada.

La stripper dejó que el silencio creciera durante unos segundos. Por su postura parecía tener algo más que decir, algo concreto. Poco a poco parecía que venía a hablar de más que de lo que había pasado. O, mejor dicho, de lo que iba a pasar.

—Escucha... —empezó, dispuesta a afrontar lo que parecía una conversación difícil—. Han avisado a Brad. Y lo que voy a decirte es una putada, pero está cabreado. Tenemos que cerrar hasta que la poli acabe y, bueno... —Hace una pausa—. Supongo que te dirá que tienes que pagar tú por el dinero que haya perdido. Es una mierda y no tiene derecho, pero precisamente por eso quería ponerte sobre aviso.

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19/02/2017, 04:24
Cosette Mercier

Las palabras de Amie tardaron en calar en la mente de Cosette, que parecía recibirlas un segundo después de que la otra chica las pronunciase. Así, su ceño se frunció con extrañeza por la ausencia de un salvador cuando Amie ya estaba sentándose en el suelo y para cuando habría podido reaccionar a su sonrisa, ella ya pedía su atención para lo siguiente. No llegó a devolverle la sonrisa, sabía en algún lugar de su pecho que eso era lo que se esperaba de ella cuando alguien decía algo así, pero su rostro parecía haber olvidado cómo se sonreía y ella se sentía demasiado ajena como para forzarse a encontrar ese recuerdo.

Tardó en comprender las implicaciones de lo que la stripper había ido a decirle. Primero la contempló con esa misma expresión de muñeca de porcelana rota que se había instalado en su rostro con comodidad y después pestañeó, asimilando despacio. Entonces, le temblaron los labios y las manos, a medida que la necesidad por la aguja crecía en intensidad al mismo ritmo que su temor. 

P-pero yo no puedo pagarlo —consiguió pronunciar a duras penas, con las pupilas dilatadas y las mejillas palideciendo hasta dejarla tan blanca como el papel—. ¿La policía...? —comenzó y se interrumpió para tragar saliva despacio—. ¿La... La policía querrá hablar conmigo? ¿Interrogarme? ¿Cómo voy a pagarlo? Y-yo... El temblor de sus labios pareció extenderse hasta sus ojos, que comenzaron a humedecerse de nuevo mientras la mirada de Cosette volvía a perderse en algún lugar indefinido del aire, como si así pudiera evadirse de todas las nuevas preocupaciones.

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19/02/2017, 13:43
Sweet Amie

Al ver el temblor de Cosette su compañera ladeó un poco la cabeza. No se movió de momento, pero en ella parecía nacer el impulso de acercarse a la chica. Así se quedó en el sitio que estaba todo el tiempo que Cosette habló, y aún entonces tardó algunos segundos en empezar a recortar distancias.

—Como decía mi abuela —enunció entonces—, «las montañas se suben de una en una, no puedes tener una pata en cada sitio». —Acompaña el final de esas palabras con el gesto de poner una mano sobre el pie de Cosette, como si aquello fuera una muestra de apoyo pero sin invadir demasiado su espacio personal.

—Supongo que la policía querrá hablar contigo, sí, pero eso no es malo. No van a juzgarte por otra cosa que no sea lo que ha pasado hoy —dijo hablando con suavidad—, y nadie cree que hayas hecho nada. No creo que te lleven ni a comisaría. —La chica aguardó un instante en que su dedo pulgar empezó a moverse por la piel de Cosette. No parecía haber ningún tipo de segunda intención, sino únicamente las ganas de reconfortarla.

—Puedo estar contigo si quieres —dijo antes de encogerse de hombros, como si pensase que quitarle importancia a aquel gesto sentaría bien a Cosette—. No es que tenga grandes planes para esta noche, ni nada.

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19/02/2017, 20:50
Cosette Mercier

Podía comprender la intención de confortarla que había en las palabras de la chica, pero ciertamente Cosette no entendía a qué se debía. No estaba acostumbrada a esa amabilidad gratuita y mucho menos en aquel momento en que la regresión al orfanato pesaba con tanta fuerza en su pecho. Las palabras de Amie entraban en el cerebro de Cosette a través de su oído, pero tras dar algunas vueltas en su interior terminaban por marcharse sin dejar demasiado poso en ella. Tan sólo se quedó con lo imprescindible. No la culpaban. 

La caricia de Amie no provocó en la pelirroja más que la tensión de sus músculos por puro instinto. Los dedos de su pie se doblaron, rodeando el borde del asiento, y pestañeó sin que sus ojos abandonasen ese punto difuso. No llegó a responder a nada de lo que le había dicho, como si la oferta de acompañarla se hubiera perdido en el aire.

—Me quiero ir a casa —suspiró entonces, como en una confesión. Sus pestañas abanicaron sus mejillas dos veces más y movió un poco el rostro para fijar su mirada en la otra chica—. ¿Puedo irme a casa?

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25/02/2017, 14:48
Sweet Amie

Al ver la tensión que provocaba en Cosette su compañera no debió interpretarla como consecuencia de aquel gesto cercano, sino como algo acumulado que comienza a salir en ese momento. En ese momento liberó un suspiro, que salió casi al mismo tiempo que el de Cosette, y luego le devolvió la mirada.

—Voy a hacer una cosa —propuso entonces, empezando a ponerse en pie—. Voy a averiguar lo de si puedes irte a casa. Supongo que a la policía le resultaría más cómodo que te quedaras, pero que les den. No vives muy lejos, ¿no? Voy a averiguar eso... Y mientras tú puedes darte una ducha caliente. Te sentará bien.

Ya levantada, la chica dejó una caricia en el pelo de Cosette antes de dirigirse a la cabina de ducha y dejar el agua abierta para que se fuese calentando.

—Salgo ya, no creo que tarde —anunció como si no fuera evidente—. Pero si necesitas algo, avísame, ¿vale?

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25/02/2017, 14:57
Cosette Mercier

La cabeza de Cosette negó levemente confirmando que su casa estaba cerca, pero con la mención a la ducha sus ojos la abandonaron para buscar la cabina. El agua se llevaría la suciedad, lo sabía bien. Se llevaría el maquillaje corrido y los restos de sudor. Se llevaría la sangre entre sus piernas y también la de sus orejas. Se llevaría incluso la de las muñecas. Pero nunca sería capaz de llevarse el dolor, ni la vergüenza. Eso lo sabía aún mejor. 

Para cuando quiso asentir, Amie ya estaba saliendo del camerino y lo hizo despacio, sin imprimir demasiado énfasis a su cuello, ni llegar a llevar su mirada hacia ella. Todavía tardó un par de segundos en moverse cuando se quedó a solas, como si meterse en la ducha fuese tan sólo un paso obligatorio en el camino, algo que debía hacer para poder seguir adelante. 

Sus ojos recorrieron la superficie bajo los espejos, buscando inconscientemente algo punzante o afilado, pero sus pies no parecían estar coordinados con ellos, pues continuaron su camino hacia la cabina. 

Una vez dentro, se desprendió de la bata moviéndose como una autómata y la dejó colgada de la puerta. No se molestó en estirar una mano para comprobar la temperatura del agua, simplemente dio un paso más hasta quedar bajo el chorro de la ducha. 

El agua aún no estaba caliente del todo, apenas tibia, pero fue suficiente para que sus músculos comenzasen a relajarse al mismo tiempo que su mente se crispaba. Dejó que las gotas empapasen su rostro y dibujasen surcos que terminaban su recorrido en su barbilla, aunque no tardaron en mezclarse con las lágrimas que ya conocían ese recorrido y aumentaban su caudal. 

El tiempo volvió a desaparecer. Cosette se sentía suspendida en vilo una vez más, colgando de un segundo para estirar los dedos y alcanzar el siguiente, sin que nada más que el simple hecho de existir ocupase sus pensamientos. Sólo quería ir a casa, llenarse las venas con la dulzura de un paseo hacia el infinito y cerrar los ojos. Dejar de existir, al menos durante un rato. 

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28/02/2017, 22:41
Sweet Amie

El tiempo se volvió algo difuso. Bajo el agua era tan difícil pararse a separar cada segundo del siguiente como una gota de otra. Tampoco era como si importase. El agua discurría por la piel de Cosette como lo había hecho siempre. Las cicatrices de sus brazos no eran sino un síntoma de las que guardaba su alma y llegados a ese punto prácticamente había tocado fondo. Una experiencia como la de aquella noche se sumaría a otras tantas de su memoria, pero probablemente ni siquiera la cambiase. Y en el momento en que algo así no te cambia...

Tras una cantidad de minutos difícil de determinar sonaron un par de golpecitos en la puerta similares a los de la vez anterior. La stripper pudo oír las palabras de su compañera, esa que aunque siempre había sido más o menos amable aquella era la primera noche que había cruzado la barrera de hablar directamente a Cosette más de diez segundos seguidos.

—Cosette, la policía ya está aquí —enunció con un tono que parecía pesado, aunque la mujer no tardó en querer mostrar el lado positivo—. Es algo bueno, cuanto antes hables con ellos antes podrás olvidarte de todo. Les he pedido que te den unos minutos para vestirte.

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01/03/2017, 00:12
Jeremy Andrews

Pasados unos minutos entró el hombre que se presentó como inspector Andrews. Era un hombre que ya había pasado de los cincuenta años y olía a humo más que una tabacalera. Su aspecto era el de alguien que quiere únicamente cumplir su trabajo y no dedicaba a las chicas más que una rápida mirada a pesar de lo ligeras que iban de ropa. Llevaba una chaqueta gris que llegaba casi hasta las rodillas y un sombrero del mismo color que, una vez en su mano, revelaba una cabeza totalmente calva. Aquel hombre cumplía con todos los estereotipos clásicos de un detective. Y aunque Cosette supo por voces de otros que sus compañeros —los forenses, concretamente— estaban trabajando en la sala principal del club él entró al camerino solo.

Para entonces Cosette había tenido tiempo de secarse y vestirse. Sweet Amie, su compañera, se había ofrecido una vez más a acompañarla durante el interrogatorio, pero fuese cual fuese la respuesta de la chica no insistió.

El detective no estudió a Cosette más que unos instantes con cierto desinterés. Por su actitud parecía que sólo estuviera cumpliendo con algún tipo de necesario y aburrido protocolo.

—Bien, señorita... —dijo mientras acercaba una silla y se sentaba en ella antes de consultar sus notas. Su voz era grave y cada sílaba parecía rascar su garganta—. Mercier. —Ni siquiera en ese momento se molestó en mirar a Cosette a los ojos—. Cuénteme qué ha pasado. Y por favor, no se deje nada, si ya había visto a ese hombre o las cosas que han pasado. No querría tener que volver sólo para tomarle declaración de nuevo.

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02/03/2017, 21:42
Cosette Mercier

La ducha fue evasión y vacío pero poco a poco la calidez del agua fue calentando también el frío que se había instalado en el pecho de Cosette y la chica terminó por perder la noción del tiempo. 

Para cuando el detective entró en el camerino, ella ya se había secado y vestido con la ropa que llevaba antes de ir a trabajar. El pelo aún mojado caía en mechones a ambos lados de su rostro que aún seguía pálido, y, en un gesto inconsciente, Cosette mordisqueaba un grupo de esos cabellos. 

La chica contempló cómo el tipo se sentaba y tras dudar algunos segundos, ella también se sentó en el borde de una silla, sin ser capaz de apartar la mirada del policía. Con dedos nerviosos llevó la mano hacia su cabeza y la palpó, comprobando que las orejas no asomasen entre el pelo. Ella sólo quería irse a casa, pero había terminado por calar en su mente la certeza de que no podría marcharse hasta hablar con aquel hombre, así que cuanto antes, mejor. Era, por otro lado, un hombre extraño. Ni siquiera la había mirado, no parecía sentir esa fascinación que solía provocar en los tíos y eso la hacía sentir aliviada. Como si aquella conversación pudiera ser un remanso de calma en medio de un mundo que la odiaba.

Tragó saliva cuando el hombre guardó silencio y tardó aún un par de segundos en atreverse a responder, con la voz todavía frágil y los dedos jugando con ese mechón que antes había visitado sus labios.

No recuerdo haberlo visto antes —comenzó por lo más fácil—, aunque podría ser. Aquí viene mucha gente cada noche... —añadió con cierto tono de disculpa, como si tuviera que justificar lo anterior. Luego tomó aire despacio antes de seguir—. Estaba bailando en la tarima y ese hombre estaba en el borde del escenario. Parecía muy interesado en mi baile y como era pronto aún había poco público, así que al principio me quedé cerca de él. Pero entonces... —Cosette bajó la mirada al recordar con claridad la mano del tipo en su pecho, casi podía recrear la sensación en su piel y su voz sonó algo quebrada al continuar su relato—... entonces me tocó así a lo bruto y me aparté de él. Seguí bailando en el otro lado. Pero entonces él vino y apartó a todos de malos modos, me agarró del pie y me tiró al suelo... Sacó una navaja y no dijo nada, simplemente se subió a la tarima y trató de forzarme. 

A esas alturas la voz de la stripper ya era apenas un hilo fino y sus ojos amenazaban con quedarse vidriosos de nuevo, fijos en un punto indefinido del aire. Sus dedos se deslizaron por su cuello, rozando el lugar donde el filo había cortado su piel, y una mueca frunció sus labios. 

—Pensé que iba a violarme y a matarme, porque tenía la navaja en mi cuello y ya me había hecho sangre. Me revolvía debajo, pero era demasiado fuerte para mí. Pero de repente se quedó quieto y le salió sangre a él por la boca. Cuando pude salir de debajo vi que tenía la navaja en el cuello clavada, pero no había nadie cerca. No sé quién lo hizo —dijo, negando con la cabeza, confusa—, no vi a nadie... Me dijeron que se lo hizo él solo, pero no sé, no sé qué pasó, y-yo... —Se detuvo y un jadeo cortó su respiración en dos tiempos—. No lo sé. 

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04/03/2017, 04:54
Jeremy Andrews

El hombre permaneció sin mirar a Cosette directamente durante casi todo su discurso. Su postura era cansada y emitió un suspiro que le dio un aspecto aún más fatigado cuando ella cambió el no recordar haber visto al muerto por la posibilidad de que lo hubiera hecho. Esa segunda opción parecía darle al hombre más trabajo del que quería realizar, pero parecía dispuesto a hacerlo si era lo que el protocolo dictaminaba.

El policía iba tomando notas cuando la chica hablaba. De vez en cuando asentía sin demasiada fuerza, como invitándola a seguir, y no mostró ni la más mínima emoción cunando el tono de ella comenzó a flaquear. Parecía como si el tipo estuviera escuchando la radio, o algún tipo de grabación monocorde.

Para cuando ella concluyó el hombre tardó unos segundos en responder. Seguía tomando notas de una forma precisa, ni siquiera apresurada, y no parecía en absoluto afectado por el relato de Cosette ni por sus caderas. Por un momento el tiempo pareció alargarse, como si los únicos sonidos en la habitación fueran el del bolígrafo sobre el papel y la respiración y los latidos de la chica. Finalmente resumió en una sola palabra su conclusión.

—Correcto —enunció, aunque si uno se paraba a pensarlo aquello en verdad no significaba nada—. Tengo todo lo que necesito, señorita Mercier.

El hombre había dicho aquello aún sin dedicarle más que una mirada rápida a la chica. Entonces se puso en pie y volvió a ponerse el sombrero.

—Esté localizable, no salga de la ciudad y si recuerda algo más llámeme —dijo, aunque no había dicho siquiera adónde debería llamar—. Que pase una buena noche.

Con esas palabras se dirigió hacia la puerta, marchándose tan rápido como había llegado, como si el rato sentado en la silla no hubiera sido más que un inciso hecho sin que nada hubiera cambiado del antes al después.

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04/03/2017, 23:53
Cosette Mercier

Cosette se sintió extraña cuando el policía se marchó. No estaba acostumbrada a sentir esa indiferencia y no estaba segura de si le gustaba o todo lo contrario, ni de a qué podía deberse. Sin embargo, tampoco tenía ánimos como para darle demasiadas vueltas a eso, así que se puso en pie y con los dedos nerviosos se puso la chupa y sacó los guantes del bolsillo. 

Sólo podía pensar con anticipación en el momento en que llegaría a casa y se acomodaría en el sofá, en el olor dulzón que impregnaría el ambiente cuando pusiera el mechero debajo de la cuchara y en el instante en que su mente abandonaría su mierda de vida para evadirse y viajar sin rumbo fijo pero lejos, muy lejos de allí. 

Salió del camerino con toda la intención de marcharse del club, sin molestarse en despedirse de nadie si no era necesario. Poco le importaba a esas alturas lo que pudieran pensar de ella, su cabeza ya estaba fija en su objetivo.

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08/03/2017, 03:52
Narrador

Tras la marcha del policía Cosette no tardó en estar lista para irse también. Abandonó el camerino y unos pasos más allá pudo ver a algunas de las chicas charlando. La repasaron con los ojos, como si a medias estuvieran escupiéndole por aquella noche perdida y a medias prefirieran no tenerla delante. La excepción fue Sweet Amie, que haciendo gala de su nombre artístico empezó una sonrisa al ver a la stripper.

Cosette tuvo que atravesar parte del local para llegar a la salida. En una esquina estaban Trixie y Todd. Ella gritaba y él simplemente permanecía con la cabeza gacha, diciendo de vez en cuando cuatro palabras que no debían oírse a más que un par de pasos de distancia. También había algunos policías, y aunque el cuerpo se lo habían llevado ya la mancha de sangre seguía mojando la tarima. La pelirroja dejó también atrás la puerta con el letrero de gerencia —en lugar del privado habitual, como si así Brad tuviera más clase—, y casi pudo respirar con alivio la primera bocanada de aire de la calle. Casi.