Partida Rol por web

—¿Esto es cierto, Bjorn? ¿Los demáis también lo habéis oído? Vas a tener que dar muchas explicaciones, Renke. Hulda, empieza por cortarle el dedo meñique. Tal vez así se espabile un poco. Y si no, sigue con los demás dedos.

Grigori mira con preocupación y sorpresa a Annalise cuando hace el comentario acerca de la muerte del Capitán, su semblante se relaja cuando Bjorn aclara que el difunto es el pirata. El joven pone una mano en el hombro de su amiga - Tranquila, Fenre nos protege - le dice en voz baja y la invita a acompañarlo hacia dónde están todos.

Hulda deduce que la herida proviene de un cuchillo, Grigori comprende la mirada silenciosa que le dedica a Bjorn, y al igual que ella se mantiene en silencio. Otto, como era previsible, está mas pendiente de las monedas de oro que del verdadero problema, Ludo es uno de dos hermanos, y el heredero acababa de ganarse el odio de uno de los piratas más peligrosos de esos tiempos que buscaría venganza. 

Para su sorpresa, o tal vez no tanta, Evgeni acusa sin remordimientos al borracho que a las claras es incapaz de defenderse. Era casualidad que ese joven asegure haber sido testigo de lo ocurrido justo después de que Otto haya prometido cinco monedas de oro a quién diese testimonio de lo ocurrido, o realmente Bjorn había visto al borracho matar al pirata? Grigori no creía que el asesino fuese Renke y no iba a permitir que perdiese un dedo porque si.

- Estan seguros? - preguntó mirando a Evgeni y a Bjorn - Porque como bien nos explicó Hulda, los soldados usan espadas, no cuchillos... por qué Renke usaría un arma poco eficaz, que maneja mal y que es deshonrosa para él, en lugar de hacerlo con una con la que es hábil? - entonces voltea hacia la mujer acorazada con la que había estado hablando antes - Renke se ha jugado la vida por Otto al defenderlo de Ludo, no es justo que le corten el dedo por una acusación que no puede demostrarse. Al menos concédale a sus hombres el beneficio de la duda - dice tratando de alcanzar el espíritu de honor que Hulda le había mostrado previamente mientras conversaron.

Todo un alboroto sobre alguien malintencionado, Annalise tras escuchar las palabras de sus amigos no dijo nada porque de repente aparecieron todos los demás así que los acompañó hacia el lugar en la cubierta dónde estaban todos reunidos. Pálida como nunca antes se la había visto, simplemente paseó la mirada de color verdosa por cada uno de los que se unieron a la conversación e hizo una mueca de negación cuando Evgeni "confesó" quien era el culpable. 

—No es cierto y van a culpar a alguien inocente—dijo en ese tono muy tranquilo, habitual en ella—. Solo puedo decir que Renke estuvo amable y nos ofreció algo de beber, pero también nos contó sobre Reynald. También como atraparon al pirata. Nada más. 

Y se sumó al silencio, no le había gustado en absoluto que miren así a Bjorn, ni tampoco que intenten castigar a un inocente. Aquello no se veía para nada bien y por ello, intentó contar lo que sabía, pero sin meterse demasiado en el meollo porque la joven alquimista no era ese tipo de persona. 

Eso sí, cogió de la mano a Bjorn y lo miró a los ojos, dejando en claro que ella no estaba mintiendo. Más allá de que el joven de cabello revuelto la conocía en demasía, al igual que Grigori. 

¿Despedidas? De eso Andrei sabía poco. Su padre había muerto ya, y no le quedaba nadie. El espadachín se detuvo frente a la tumba sin nombre donde descansaban los restos de Vlad y suspiró. Tomó un puñado de tierra y lo dejó caer nuevamente.

— Paz a su alma —murmuró.

Ya en la cubierta del galeón, que continuaba siendo bastante imponente a pesar de haber sufrido un ataque recientemente, Andrei aceptó el odre que le ofreció el capitán, más entusiasmado por el hecho de que aquel hombre conoció a su padre que por el licor en sí.

— Vlad era el nombre de mi padre —le respondió el espadachín luego de dar un sorbo al ron—. Murió hace un tiempo ya, en Serena. ¿De dónde lo conociste? ¿Alguna vez te dijo si tenía un hogar, una esposa? —su emoción era palpable, asaltando al capitán con un aluvión de preguntas. Instantes después se quedó en silencio y miró hacia otro lado, apenado. Acto seguido se aclaró la garganta y volvió a mirar a Oleg—. Disculpa, mi padre era... bastante cerrado, por decirlo de una manera delicada. Nunca me contó de dónde venía exactamente, o el nombre de mi madre, o... bueno, prácticamente nada. Sólo que vinimos del Imperio Antoniano luego de su servicio.

Andrei, que estaba tan tranquilo charlando y bebiendo con el capitán (el que si estaba vivo, Oleg, o "Comadreja"), se unió también al barullo, con gesto descolocado. Aquello no parecía la obra de un soldado borracho, que seguramente habría hecho un desastre del cuerpo del pirata, más teniendo en cuenta que Renke iba como una cuba y a duras penas parecía ser capaz de permanecer de pie. El espadachín miró otra vez al guardia. No, ni eso. Negó lentamente con la cabeza.

— Es como dicen Annalise y Grigori —apoyó a los demás—. Renke parece no ser capaz de mantenerse en pie, mucho menos de apuñalar a Van Haas sin que nadie se diera cuenta. Me parece que Evgeni va detrás de la recompensa sin importarle que castiguen a alguien que no tuvo nada que ver —miró al bribón con mala cara—. De todas formas creo que es difícil saber a ciencia cierta quién lo hizo, estoy seguro de que muchos aquí tienen más de una razón para desearlo muerto, ¿no?

- Renke merece un ascenso a "supremo asesino" sí ha logrado vuestra a vuestra bolsa de oro. Estando con más soldados y bebiendo con ellos todo el tiempo.

Girándose hacia Hulda y cogiendo un cabo le pregunta con una sonrisa maliciosa en los labios: - si me permitís, puedo aclarar esto un poco.

Ah, ahí está esa mirada. ¿Es eso desprecio o es directamente odio? Bjorn no se sorprendió en absoluto cuando Hulda lo miró de aquella forma tan evidente, acusándolo en silencio de ser el responsable de aquella afrenta cometida con un arma de cobardes. En otro contexto el joven pícaro se sentiría incluso divertido ante aquella actitud, pero en aquel momento tenían un asesinato entre manos y el noble von Faverstram estaba rabioso, así que no era momento para risas. Y por si todo aquello no fuese suficiente, además Evgeni salió a la palestra para acusar al borracho de Renke, pidiéndole al mismo Bjorn que confirmase sus palabras.

Las reacciones no se hicieron esperar. El noble von Faverstram buscaba confirmación en Bjorn y estaba dispuesto a empezar a cortar dedos del soldado para obtener una confesión en directo, mientras que Annalise y Andrei negaron que aquello fuese posible. Grigori y Valerie fueron más prudentes, simplemente dudando de la veracidad de las palabras de Evgeni. Bjorn suspiró interiormente. Oh, Evgeni...

— No creo que sea preciso cortarle ningún dedo a Renke, Herr Otto. — dijo Bjorn dando un paso hacia adelante. — El bueno de Evgeni se está confundiendo, me temo. Cierto, Renke estaba... está un poco más bebido de la cuenta, y ha estado jactándose de algunas hazañas del pasado que tenían que ver con piratas, pero yo no recuerdo haber escuchado ninguna confesión, realmente. Y como ya han dicho algunos por aquí, dudo que el buen soldado hiciera uso de una daga o un puñal teniendo su espada a mano. Así que lo más probable es que toda esa verborrea de borracho de Renke y los nervios por la situación hayan confundido a Evgeni, ¿no es así? — le preguntó amablemente a su compañero isleño.

Agarró un rollo de cuerda que hay colgada en uno de los palos y agarrando a Evgeni de un hombro por detrás y con un rodillazo en las corvas le derribo.

Antes de que nadie pueda reaccionar está atado por los tobillos y le arrastró hacia la borda.

Chilla como el cerdo que es e intenta agarrarse a todo, pero le resulta imposible. La cubierta resbala, húmeda por las salpicaduras de un mar que se está embravecido por la inminente tormenta y la gente se aparta por la sorpresa de mi reacción.

Lo levanto y con un violento empellón lo siento en la baranda y lo empujo.

Ahora el cuerpo de Evgeni está prácticamente fuera del barco. Apoyado en la baranda y sujeto por la cuerda que es lo único que impide que caiga al mar.

-Sucia rata mentirosa. Seguro que estás mintiendo, como siempre. Como cuando contabas por ahí tus sucias mentiras sobre Shopia...como cuando chismorreabas que nuestro pescado estaba malo...¿ahora no hablas? Esto no es el pueblo y tu familia no va a defenderte. La vida de este hombre y la integridad de Bjorn puede irse a la mierda por tu asquerosa boca. Bjorn será un ladronzuelo pero es persona de más confianza que tú. ¡Confiesa¡

—¿Vlad era el nombre de tu padre? —y vuelve a mirarte de arriba a abajo—. Eres su hijo. Ni puta duda me cabe. Es como estar viendo un fantasma, joder. Incluso tienes el mismo brillo en los ojos. Así que Vlad está muerto... Fenre lo tenga en la gloria. Joder, chaval, ¿cómo que tu padre no te ha contado nada? Serví con él hace más de treinta años en el séptimo regimiento de caballería del ejército imperial. Nadie manejaba la espada tan bien como Vlad. Y cómo cargaba contra el enemigo... huevos le sobraban, eso te lo aseguro.

>>Vlad me contó que nació en Antongrado. Pero no en la buena parte de la ciudad, llena de perfumes y nobles. De la mala parte, la que huele a meados y a putas baratas. Lo recuerdo porque yo nací en la misma parte. Por eso nos hicimos amigo. Pero a tu padre le fue bien como soldado, ¿eh? Hace muchos años el Duque de Sarodrov se rebeló contra el Imperio y secuestró a la esposa del viejo Emperador Sergei. Vlad fue parte del grupo que rescató a la Emperatriz Feodora. Fue condecorado por el mismísimo Emperador. Tu padre era un puto héroe de guerra, eso es lo que era.

>>Y tu madre... sí, Vlad estaba casado con una mujer. ¿Tanya? ¿Tasha? Ya no recuerdo, fue hace muchos años. Vlad siempre la nombraba. Quizás siga viva. No sé, yo abandoné el servicio antes que Vlad. Pero recuerdo que tu padre había comprado una bonita casa en la Calle de los Escudos, en Antongrado. Si pasas por allí quizás encuentres a tu madre. Extraño que nunca te contó nada de esto, ¿eh? Un buen día me enteré que Vlad abandonó el servicio y desapareció de la ciudad. Todo en un santiamén. Habrá tenido sus motivos, supongo. Eh, ¿qué coño está pasando ahí? —y deja el timón para acercarse al escándalo con el pirata muerto.

Hulda se muestra dubitativa. Las palabras de Grigori parecen hacer eco en ella. Evidentemente Hulda no es el tipo de persona que le guste andar mutilando a sus soldados basándose en puro palabrerío y evidencias dudosas. Y, para colmo, Annalise desmiente a Evgeni y ni siquiera Bjorn lo secunda.

—Mi señor —dice a Otto—, creo... creo que una vez en Faverstram podríamos iniciar un juicio. Con pruebas y testigos. Grigori y Andrei tienen razón: Renke es un borracho y no se hubiera cuidado de usar un puñal y de matarlo por la espalda. Lo hubiera hecho de frente y con la espada —os dais cuenta de que adrede no menciona a Bjorn, puesto que lo sigue mirando con sospecha—. Cuando toquemos tierra firme podremos dar con el culpable.

—Grigori —dice muy lentamente—, no vuelvas a decirme qué es justo o injusto. Y Hulda, no vuelvas a negarte a cumplir mis órdenes. Pero... puede que los campesinos tengan razón. Así que Annalise no escuchó nada de eso, y Bjorn, tú no recuerdas haber escuchado la confesión. ¿Evgeni se confundió, dices? ¿Por "nervios"? ¿O por la recompensa, como dice Andrei? Alguien me está mintiendo. Me parece que en vez de pedir los dedos de Renke tendría que pedir la lengua de Evgeni.

Valerie pide permiso a Hulda solucionar esto. Pero el permiso se lo da Otto con un gesto de la mano. En cuestión de instantes Evgeni está colgando por la borda, atado de los pies.

—Confiesa, Evgeni —dice Otto al límite de su paciencia—. ¿Lo mataste tú? ¿Por qué te protege Bjorn?

—¡Eso, dale duro, hermana! ¡Los Lubbert no vendemos pescado podrido! ¡Y suficiente se ha metido con mi, ejem, honor!

—¡Parad, parad, basta! ¡Piedad! ¡Piedad! —grita mientras está cabeza abajo y con las aguas revueltas peligrosamente cerca—. ¡Sólo quería el oro! ¡Era mentira! ¡Bjorn me protege sólo para que no me matéis! ¡No hemos hecho nada! ¡Subidme de vuelta al barco, por favor, por favor, piedad!

Mientras toda la tripulación está viendo cómo Evgeni cuelga y se retuerce patéticamente, un soldado, del lado opuesto, levanta una mano temblorosa.

—¡Ah del barco! ¡Barco a la vista! Esto... Herr Otto... creo... —tiene miedo en la voz—. Creo que son ellos, otra vez. Los piratas.

Y veis una fragata con el viento a favor que se acerca a toda velocidad hacia el galeón, desde el costado que nadie estaba vigilando. Una bandera negra adorna el mástil central. Es grande pero no tanto como vuestro barco, aunque más rápida. Parece estar en mejores condiciones que el Orgullo... y tiene los cañones listos.

Cuando la fragata está lo suficientemente cerca como para que se escuchen los gritos de sus rabiosos piratas, una mujer de unos veintitantos años, de cabellos rubios, mirada peligra y voz estridente empieza a gritar:

—¡Os habla Suzanne Matatigres, segunda de a bordo del Rapaz! ¡Si pensabais que no íbamos a volver por nuestro capitán, estabais muy equivocados! ¡Já! ¡Si cumplís con nuestras exigencias prometo no haceros papilla! ¡Quiero hablar con Ludo y asegurarme de que esté bien! ¡Liberad a Ludo, ponedlo en un barco y enviadlo hasta aquí! ¡Si lo hacéis nos marcharemos sin haceros daño! ¡Y si no hacéis lo que digo, sangre y pólvora! ¡Já!

Está lo suficientemente lejos como para no ver el cadáver, pero la fragata pirata se acerca más y más. Por su parte, Otto se ha quedado paralizado. Los soldados Faverstram están esperando órdenes que no llegan.

A Andrei el espectáculo que estaba dando Evgeni le pareció bastante patético, aunque con aquellos granujas era de esperarse que apenas se les apretara un poco, empezaran a patalear. Sin embargo, pronto su atención se vio dirigida hacia la fragata que se acercaba a toda velocidad al galeón. Al espadachín no le tomó mucho tiempo atar los cabos, y el vozarrón de la tal Suzanne no hizo si no confirmar sus sospechas. Andrei miró a todos los presentes y luego al cadáver de van Haas. Tragó en seco.

— Si se dan cuenta de que Ludo está muerto, nos van a disparar con todo lo que tienen. Hay que llevar el cadáver bajo cubierta y convencerla de que van Haas aún es nuestro prisionero. Nuestra mejor alternativa es que intenten abordarnos, esperando que no se arriesguen a hacerle daño a su capitán, y repeler el ataque. El barco ya está bastante dañado de la última escaramuza y no creo que aguante mucho más —dijo con seguridad, mirando a todos los presentes, en especial a Otto, a Hulda y a Oleg—. También hay que llevar a Herr Otto a su camarote y... —miró a Evgeni con suspicacia—, hay que amordazar a ese, lo veo muy capaz de traicionarnos por una buena bolsa de oro —hizo una pausa—. Hay que prepararse para luchar.

Si nadie se ofrecía, él mismo tomaría el cadáver de van Haas por los pies y empezaría a arrastrarlo hasta las escaleras. No había tiempo que perder.