Partida Rol por web

Envenenado

Capítulo 2: ¡Vienen los ingleses!

Cargando editor
31/12/2017, 07:35
Francis "LeDuc" Montsac

Reclutar, esa labor me gustaba, cuando no matas a alguien que tienes con tu filo en su gaznate , acaba pensando que te debe la vida.

Estos militares entrenados nos vendrían muy bien, pero había que vigilar que no nos traicionasen en el primer puerto.

Pasarelas, rápido. En el camarote del Capitan inglés podría haber mapas y cosas interesantes para Matarratas.

Cargando editor
02/01/2018, 12:02
Bulbul

Bulbul cumplió órdenes y removió el bichero por donde flotaba el capitán inglés para trincarlo por la ropa, la carne o por los huevos.

El aparatillo tenía un aspecto bastante bizarro

Y al simplón del negrazo le encantaban los aullidos de los pobres diablos que a veces, como aquella, pescaba tras los abordajes.

Atrapó al capitán por el brazo, cerca de la axila, y se reía como un mono loco al izarlo y escuchar los aullidos de dolor del blanquito, que se aferraba al artilugio ganchudo con su brazo bueno para evitar un mayor desgarro de carne y tendones.

Lo dejó en cubierta como el que pesca un atún, y casi que se removía igual que uno de ellos, debido al dolor. Con aquellas ropas de señorito empapadas parecía un gato mojado.

Bulbul aún no había podido desfogarse con las negras prometidas y al ver aquel despojo en cubierta le entraron ganas de desabrocharse los pantalones y cobrarse su parte en el culito blanco del capitán inglés, pero no sabía si le divertía más dar por culo al capitán o torturarlo colgándolo de la mayor por los pulgares de los pies.

La parte de los grilletes no la había oído, por lo que si nadie tenía huevos de venir a robarle al inglesito se quería divertir un rato con él antes de encadenarlo.

Cargando editor
06/01/2018, 16:47
Reek "Butcher"

"Mapas y cosas interesantes para Matarratas" Un buen perro siempre busca la aprobación del amo. Por eso, cuando el duquesito dijo eso, algo se encendió en la cabeza de Reek. Pasarelas, pasarelas. Ya estaba ansioso de saltar al otro barco y expoliarlo en lo que se pudiera. Pero sobre todo, deseaba volver al Cipote con algo válido para el capitán, para ganarse así una rascada de orejas. 

Es de los primeros en correr a prepara las pasarelas y cruzar al otro lado.

Cargando editor
07/01/2018, 17:03
Jonah Rutherford

Bulbul jugaba a la pesca y cogió el premio gordo. El capitán inglés, Jonah Rutherford, no parecía tan valiente tras haber pasado por agua. Más bien parecía una rata mojada y pomposa, que les miraba con ojos desafiantes aún con todo. Hasta escupe a los pies del Capitán.

-Os han vendido... Si no soy yo, otro vendrá a colgaros putos piratas...

Un par de piratas trataron de hacer como LeDuc pidió, entrar en el camarote del capitán inglés. El problema es que los ingleses no parecían dejarse vencer sin más y algún hijo de puta moribundo inglés había prendido un barril de pólvora. No solo se quemó el interior del camarote, sino que los dos hombres que mandaron a traer mapas y cosas acabaron mal parados. Uno se quemó un brazo entero y perdió el otro por la explosión. El otro… digamos que los peces podrían saborear un poquito de uno de los Alfonsos sobrantes del Cipote de mar.

El barco enemigo empezó a arder, aunque se pudieron salvar algunas viandas y vino de sus bodegas antes de dar el resto por perdido. Una lástima, seguro que los ingleses culo fino tenían algo fino, lujoso y que valiera bien unos oros en el resto de su bodega.

Aún tenían al Capitán Rutherford, ¿no?

Cargando editor
08/01/2018, 11:53
Bulbul

Una explosión se llevo la camareta a tomar por culo y uno de los piratas gritaba agitando un brazo que ya no estaba. Otro se había convertido en poco más que un cubo de cebo. Bulbul miró al capitán inglés, que aún se hacía el gallito.

¡VENGANZA!

Grita el negrito. Su fino intelecto piensa en pillarlo y colgarlo boca abajo, ya que ha hablado de colgar, pero encular a un capitan inglés no es una oportunidad que se tiene todos los días, por lo que le arrea un par de puñetazos en la boca para dejarlo aturdido y luego se dispone a desabrocharse las calzas, bajarle las suyas al inglés y darle mandanga de la buena.

Cargando editor
09/01/2018, 09:52
Jacob Smith

Jacob, desde su asiento, pudo contemplar las operaciones. Al menos habían conseguido algunas viandas. 

—Putos capitanes ingleses, si ni aun perdiendo son nobles. 

Bulbul parecía dispuesto a violarlo salvajemente. Jacob rió —Vaya... tanto tiempo jodiendo* a los pobres marineros y ahora hay alguien que te va a joder a tí. En todos los puertos que vaya contaré la anécdota, holandeses y españoles sabrán también cómo acabó el capitán Rutherford, o más bien Fuckedford. 

Si había algo que Jacob odiara era a los oficiales ingleses. Lo que iba a pasarle al capitán iba a ser música para sus oídos y poesía para sus entrañas. El día de mierda se estaba convirtiendo en uno de los mejores de su vida. 

Notas de juego

*Fucking en el original. 

Cargando editor
09/01/2018, 13:32
Alfonso Duarte «Matarratas»

—¡Jo, jo, jo! ¡Fuckedford! Muy apropiado, señor Smith.

Matarratas había sacado un taburete y sus herramientas de cirujano, una serie de instrumentos de tortura que igual te salvaban la vida que te la acababan, según la habilidad, la sobriedad y las ganas que ese día tuviera el barbero. Ahí afuera estaba mejor, porque podría cortar, aserrar y coser con mejor luz que abajo, entre lámparas de aceite y velas. Además, la sangre se limpiaba mejor en cubierta.

Se rió al ver que Bulbul iba a tomar su parte del botín. ¡Animalito! Tenía necesidades, había que entenderlo, y el tierno culo blanco de un capitán inglés era un pastelito para el gorilón. Este se sacó el cirio y Matarratas casi se lamentó por el inglesito. Grueso, negro y abotargado, sin duda podía ganar el gorrino del concurso a la mejor morcilla que cada año se celebraba en las fiestas de san Pedro y san Pablo en la noble villa de Burgos.

—¡Que no os sorprenda, noble Fuckerford! Soy capitán y soy barbero, la guía, el orgullo y la sanación de esta tripulación que, sin mí, estaría perdida, pardiez. Coso y remiendo, tajo y ejecuto, pero no creáis, noble Fuckedford, que coseré el siete que os hará el buen Bulbul! A buen seguro que nuestro señor negro, el hijo de perra que va a desentrañaros, se ofendería si yo, el humilde capitán Matarratas, quisiera arreglar lo que él mejoró. Espero que os guste la cocina exótica, caballero, pues el cocinero tizón va a serviros la mierda que acostumbran a cocinar en su tierra de salvajes. Bulbul, animal, hacedme el favor de no romperlo del todo, tiene que poder hablar, respirar y esa clase de cosas. Todavía querremos hacerle algunas preguntas. ¿Nos han vendido? ¿Vendrán otros? De eso queremos saber más, ¿no es cierto, caballeros?

Así funcionaba aquello. No se amenazaba con tortura, sino que se torturaba directamente y ya luego se preguntaba con la amenaza de más nabo de negro.

La tripulación saqueaba lo que podía y se escucharon los últimos tiros, explosiones y gritos. No iban a sacar una mierda de aquello, pero podía estar más que satisfecho. ¿Y la tripulación?

—¡Que los tullidos y los suicidas vayan pasando!— Don José, el Pater Putativus, a la sazón maestro carpintero del Cipote, venía quejándose de una astilla de madera que se había clavado en la mano durante la refriega. El puto carpitero quejándose de astillas. Los piratas tienen caprichos muy particulares. Antoñito, el Grumete Eterno, llegó cojeando con su pata de palo destrozada por una bala—. Antonito, yo no trabajo ese género. Espera que cosa a don José y que él te haga otra pierna.

Antes de hacerlo, Matarratas se subió al taburete y habló a todo el que pudiera escucharlo.

—Vuestro capitán está hoy generoso, caballeros, más que estos putos ingleses que no dejan nada para nosotros en su maldito barco. ¿Y a qué nos obliga eso, nobles ratas de mar? ¡A seguir ejerciendo nuestra necesaria labor! Saquear y matar, alguien tiene que hacerlo, ¿no es cierto, pardiez? Pero no os desaniméis, el camino ha sido largo, sí, pero promete mejorar. ¡No quería decíroslo hasta que el Cipote estuviera arreglado! ¡Era una sorpresita del capitán! Pero creo que después de tantos esfuerzos merecéis un regalo y aquí os lo traigo, perros, como todo lo que he hecho por vosotros estos días, cuando me he desvivido por daros cobijo, comida, agua, culos para follar y matanza para divertiros. ¡Ahora también os traigo dinero! Pues el maldito Azufre Jack nos escamoteó cuatro holganzas, y las cuatro están a buen recaudo, así os digo. ¡Sabedlo, bastardos de mierda! El capitán Matarratas podría guardárselo pero, ¿para qué? ¡Cuatro holganzas por cabeza que serán vuestras cuando reparemos el Cipote de Mar! ¡Dadme un barco fuerte y veloz y yo os llevaré a un puerto donde gastar el oro en putas y ron! ¿Qué decís?

Cargando editor
10/01/2018, 09:31
Jacob Smith

El capitán hacía las veces de cirujano. Él si que sabía. Cualquiera que le matara a traición... sabía que la próxima vez que tuviera una muela jodida o necesitara una cura para la sífilis estaba jodido del todo. Del puto todo. 

Se levantó y soltó un discurso de esos que hacen piña. Bien, sabía como unir a los hombres con la promesa de oro y mujeres. Jacob sólo sabía hacer que trabajaran con la amenaza de látigos y sogas. Cosas de venir de donde venía. De la puta Armada Inglesa. Putos. Como les odiaba. Y se odiaba a si mismo. Pero las palabras de Matarratas hasta le emocionaban a él con eso de los coñitos, alcohol y oro futuros. Sólo pudo responder a su última pregunta. La otra no estaba él ni para moverse.

—Digo que sí... y el resto, decid que si u os rajo, putos miserables. —No podía ni moverse, como muchos de ellos, pero todavía podía mover un poco la boca. 

Cargando editor
10/01/2018, 12:12
Alfonso de Talavera "El Azur"

- ¡Ya sabéis lo que dicen, Bulbul, no es lo mismo un metro de encaje negro a que un negro te la encaje un metro! ¡Dale amor pirata al cabrón, que será el primer amor que reciba ese bastardo en toda su miserable vida! - El negrazo se iba a poner a la faena... ¡Quién pudiera! A ese le valía igual un agujero que otro.

Qué hijueputa el capitán! ¡Qué pico tenía! Había que reconocer que se hacía de querer y de respetar, aunque Azur nunca lo reconocería en voz alta. Empezaba a admirar a ese bastardo venido a más, se había hecho con el manto de capitán con tanta naturalidad que empezaba a pensar que incluso le iba bien. O eso, o estaba tan cansado que no tenía fuerzas para oponerse a él. 

- ¡Digo que si! ¡Pero que sea pronto! ¡Tenemos las pelotas como balas de cañón de tenerlas en seco! ¡Y soy un hombre de gustos refinados, me gustan las nalgas que huelen a polvos de talco y no las que huelen al contenido de las tripas de un inglés que se ha ido por las patas al ver como un montón de gañanes malparidos y negros tizones les han hundido su barco y les han jodido pero bien!

Dicho lo cual se puso a limpiar sus estoques con cuidado mientras no le quitaba ojo a las maniobras del Matarratas para tajar, coser, limpiar y arreglar a los desgraciados que habían acabado hechos pedazos. Era un tipo curioso el Azur y le gustaba aprender de todos los palos, que luego nunca se sabía. Que el Matarratas hubiera decidido hacer sus remiendos en cubierta le daba la oportunidad que normalmente no tenía de ver como se desempeñaba un barbero cirujano que sabía lo que hacía. 

Cargando editor
10/01/2018, 14:59
Reek "Butcher"

El detalle del barril de polvora estuvo cerca de dejarle un bonito recuerdo, tal y como a los dos hombres que se adelantaron. El estallido ensordecedor quedó amortiguado por las secuelas de una sesion intensa de cañonazos, así que sus tímpanos no podían aturdirse más. Pero si sintió el olor a sangre y pólvora. Almizcle que, si se añade a un poco de adrenalina, puede cegar de ira a todo guerrero.  Aunque Reek no se consideraba tal.

Pego un grito de rabia, cual ladrido de perro rabioso. Al ver mermadas sus esperanzas de contentar al capitan. Por lo que se dedicó a traer al Cipote lo que pudo, viandas y otros materiales útiles. 

Para cuando el capitan dio el discurso y pidió contemplación, el perro ya está de nuevo a las faldas de su amo. Y asintió, conforme a cualquier cosa que dijera. 

Cargando editor
11/01/2018, 12:19
Alfonso Duarte «Matarratas»

Matarratas se dispuso a trabajar en lo que mejor sabía: hacer daño a los demás. Era gracioso que la posición de barbero le permitía regodearse en el sufrimiento ajeno y, encima, le daban las gracias después. Y cuando  no funcionaba o no podía hacer más, se partía de risa con esos piadosos últimos momentos en los que el paciente, sus familiares o sus amigos hasta se lo agradecián. «Hiciste todo lo que pudiste». «Está en manos de Dios». «El Altísimo así lo quiere».

Sintió la sombra del Azur rondando como ave carroñera, gaviota de mal augurio. Lo miró con sospecha. El Azur era pájaro de mal agüero, eso lo sabían todos. Un vago que hacía lo posible por tocarse los huevos y tocárselos a los demás.

—¿Qué carajo quieres, buitre? Estas pobres almas necesitan las benéficas manos del capitán Matarratas. Mi labor es delicada, no permite curiosones que se regodean en el dolor ajeno. ¡Un poco de piedad por el sufrimiento de los compañeros de la mar, pardiez!—con un gesto de la mano, sus negros se acercaron para formar un cordón sanitario.—¿No eres el intendente segundo, Azur? ¡Pues a intendentar! ¡A contar cosas! ¡Empieza por el recuento de Alfonsos que quedan, no sea que sobre alguno y haya que hacer algo al respecto!

El perro Butcher llegó con el alma compungida por no haber conseguido gran cosa. Un par de afiladísimos y pequeños cuchillos y una de esas cucharas de desmembrar articulaciones, que a todas luces habían pertenecido al cirujano del Perseverante, servirían para completar el maltrecho y oxidado equipo de barbero de Matarratas. Es decir, pura mierda, porque un pirata quiere acabar la jornada con tesoros y alegría, no con un responsable asentimiento de cabeza por conseguir interesantes útiles para equipar a la nave, hacerla más eficaz y trabajar mejor.

—¡Malditos ingleses! Tacaños y ávaros. ¡Señor Smith! ¡Cuando acabe el saqueo y tenga usted a bien dejar de tocarse las pelotas, mande al Cipote de vuelta a la playa! Mañana toca trabajar.

Ahora sí, con la isla vacía de negros y la mar limpia de ingleses, podrían dedicar un par de días a adecentar el Cipote de mar, llenar el barco de comida y agua e irse a tomar por culo a buscar sangre, oro y más ingleses. Porque llegarían más hijos de puta pelirrojos de esos de allá de donde vinieron estos.         

 

Cargando editor
12/01/2018, 06:48
Francis "LeDuc" Montsac

Bien ocultas tenía esas holganzas Matarratas, pero le hizo gracia. Enseguida se centró en el Azur.

Siempre hay cosas que rapiñar, armas, espadas, uniformes de la armada, coge a dos Alfonsos y prepara todo.

Mientras estemos con esto no habrá que reparar una puta tabla.

Cargando editor
12/01/2018, 09:52
Bulbul

Había estado con culos menos finos que el del capitán, y con su peluquita y todo, casi parecía que se la estaba metiendo a una señorita. Después de meterle los dos guantazos lo medio incorporó y trataba de mantenerlo inmovilizado apretando su cabeza contra la barandilla. Follar de cara al mar tenía algo romántico que enternecía a Bulbul.

El cabrón del capitán trataba de escurrirse como una anguila y eso hacía la faena más difícil. Apretó un poco más la cabeza del inglés contra la dura madera.

Si mover ser peor, mzungu.

Pero sería cosa que le hizo caso, o que aflojó el forcejeo para escuchar, que Bulbul aprovechó que se movía menos para afinar y encular al inglesito que soltó un grito quejumbroso.

Había algo poético en eso que el inglés viniera a dar por culo al Cipote de Mar y que fuera el Cipote, personificado en Bulbul, el que diera por culo al inglés.

Se removía el inglés y Bulbul le susurraba un casi cariñoso polepole* acompañado del "plapplap" de los cuerpos dándose amor.

El negro no lo hacía por maldad. Era más bien como cuando uno tiene hambre y tiene un rancho pasado a mano. Come por hambre, pero sin ganas. aquello era un poco lo mismo.

El capitán ya sólo lloriqueaba, impotente y Bulbul pudo ponerse mejor a la labor, hasta que soltó un largo gruñido mientras rellenaba al capitán con su néctar del amor. Lo dejó caer, se aclaró las pelotas en un cubo con agua de mar y se unió al resto, por no se qué coño decían de holganzas. No se preocupó por el capitán. Sabía por experiencia que después de follar con Bulbul necesitaban algo de tiempo para digerir la experiencia.

 

 

Notas de juego

* despacio en swahili

Cargando editor
12/01/2018, 20:41
Reek "Butcher"

No es que fuera la primera vez que había visto al negro romperle el culo a algun pobre desgraciado, o desgracaida. Ni sería la última, eso Reek lo tenía más que claro. Pero eso no hacía que le desagradara menos. El alma se va recrudeciendo e insensibilizando conforme la vida nos obliga a presenciar cosas poco gratas. Pero eso no hace que no nos muevan nada con por dentro, solo crea una costra de "protección". Como un maldito callo, sí. Un callo emocional. Tales conceptos escapan, sin duda, al mermado entendimiento de niño salvaje, por supuesto. Él solo sabes que está deseando que el puto negro acabe de una puta vez. Le recordaba que a la mínima, él también podría acabar con el culo en pompa y recibiendo amor renegrido.

El "botín" no parece satisfacer demasiado al capitán, aunque lo añade a su preciada colección de instrumento de "curación". Eso frustra a Reek, que en mar de inestabilidades como ser humano, necesita de aprobación constante. Por eso es que se acerca a donde yace el maldito capitán inglés, y lo arrastra de los ropajes hasta donde está Matarratas. 

- Es vuestro, Capitan...

Cargando editor
12/01/2018, 20:44
Alfonso de Talavera "El Azur"

Matarratas se había acordado de que era el segundo del intendente. Pues nada, a contar, ordenar y almacenar, el trabajo más tedioso de todo el barco. Incluso la largas jornadas en el nido cuando estaba de vigía eran más entretenidas. Por lo menos podía dormir a pata suelta o trabajar en sus comedias sin que nadie le tocara los huevos. La ventaja de estar en intendencia, por otro lado, era que podía escamotear un poco de esto y un poco de aquello. Y, como había señalado el duquecito, que no tendría que estar calafateando y claveteando como los demás. Atrás quedaban los tiempos en los que solo era un grumete del turno de noche que se pasaba los días durmiendo y las noches actuando y cantando para la canallada. Y los latigazos de Azufre cuando se pasaba de listo, que no habían sido pocos. Pensándolo tranquilamente, Matarratas aún no había mandado curtirle el lomo, así que... Tampoco estaba tan mal. 

- A sus órdenes capitán, a contar Alfonsos que voy - Contestó de forma automática con una amplia sonrisa hueca ensayada mil veces. A contar Alfonsos... Eran cinco, ¿Quedaba alguno vivo a parte de ellos dos? Recordaba haber visto a uno de los Alfonsos atravesado por un cacho de madera al lado de Bulbul. Y otro había volado por los aires cuando explotó el camarote del inglés. ¿No había visto a una gaviota sacarle un ojo al otro Alfonso en la playa después del asalto de los negros? Con la tontería se habían quedado sin Alfonsos de repuesto. Cuando pararan a reclutar en el próximo puerto tendría que ponerle solución a eso. Siempre estaba bien tener uno o dos Alfonsos de más para recibir por él.

Al pasar al lado del capitán inglés, que estaba siendo arrastrado por Reek hasta los pies de su amo, se agachó sobre él, asintiendo.

- Mucho mejor que una de esas frígidas inglesas a las que estáis acostumbrado, ¿eh, Lord capitán? Todo sea que le coja cariño a nuestro Bulbul - Le palmeó el hombro amistosamente y siguió hasta donde LeDuc estaba preparando sus cosas de contar.

- Pues nada, no quedan Alfonsos, así que cogeré a... - Echó un vistazo por cubierta en busca de alguno de los suyos y localizó a dos perlas haciendo sus cosas de después de las batallas - ¡Putero, Mojaenaguas! ¡Dejad lo que sea que os estéis follando y empezad a subir las mierdas del duque a cubierta! ¡La balanza, las cosas de contar, las de escribir y todo eso! Arreando. - Y con eso estaba tocho hecho, por lo menos hasta que empezaran a dejar los montones de trastos delante de la mesa del Duque y le tocara ponerse en faena de verdad.

Cargando editor
21/01/2018, 11:46
Narradora

Los quejidos del capitán y sus gritos fueron oídos por todos los marineros que le quedaban flotando por el agua agarrados a maderos para luchar por su vida. Intentaban no ahogarse, pero oír semejante tortura a su capitán les hacía dudar de sus ganas de vivir. Pensaban que si lo pasaran por la quilla sería incluso menos cruel que oírlo gritar de dolor por las enculadas de aquel negro. Esto es lo que pasaba cuando traías negros de países salvajes a la civilización.

El capitán, que aún tenía el oficio de barbero –aka médico-, se dedicaba a apañar como podía a los lisiados. Algunos tenían poco apaño y morirían desangrados horas después, incluso con la ayuda ofrecida, pero no se podía pedir más al capitán, ¿no?

Del saqueo, que casi cuesta a Reek su otro ojo, sacaron un saco de harina y poco más. El resto estaba carbonizado y tenían poca comida fresca a bordo del barco. LeDuc pedía dos Alfonsos para recoger armas y todo lo aprovechable, el problema vino cuando Azur fue a contar cuántos Alfonsos quedaban: el capitán y él mismo.

Alfonso Pérez había sido apuñalado por un negro en la playa, que deslizó su cuchillo primitivo hasta hacer caer sus tripas a la arena. Alfonso Guerrero fue a socorrerlo y se llevó un tajo muy feo, pero acabó con el negro. Para cuando estaban todos en el barco y se iban a enfrentar a los ingleses, estaba tan agotado por la pérdida de sangre y la fiebre que, no vio el cañonazo que atravesó unos maderos y acabó empalado por uno de ellos. Alfonso Mendoza, que fue a inspeccionar el camarote del capitán inglés, voló por los aires. No sabía nadar. Triste historia sobre los Alfonsos cuyos destinos estaban unidos para sufrir tan trágico final y el mismo día.

El capitán Rutherford fue arrastrado hasta Matarratas, no le quedaba fuerza ni dignidad para resistirse, pero no era para menos. Estando a sus pies ya no se atrevió a escupir de nuevo en su dirección, solo se hizo un ovillo y gimoteó con todo dolorido.

Ante el grito de Azur, los piratas le miraron por pereza. ¿Quién era ese soplagaitas para dar ninguna orden? Si el capitán lo decía, se hacía, si era otro pirata en sus mismas condiciones, seguramente preferirían seguir tocándose los huevos.

Cargando editor
23/01/2018, 19:32
Jacob Smith

Jacob se levantó, ya había descansado un poco, y el capitán le decía que tenía que llevar el cipote de mar a la playa. Y mierda, tenía razón. Y además trabajaba curando (lo que se podía) a los tripulantes. No era como un puto oficial inglés que se quedaba mirando a que sus órdenes se obedecieran y a ver a quién podía colgar o como podía escatimar en las raciones para joder a sus tripulantes. 

—Eh... ¡Los del agua! ¡Ya escuchasteis al capitán! Todos arriba. Aquí solo sodomizamos a los oficiales ingleses. El que no suba lo consideraremos oficial, lo pillaremos con el bichero y se lo daremos al negro. O a uno de los negros, que ahora hay muchos. 

Miró a los pobres diablos. 

—Se que muchos de vosotros sois gente de bien, de Bristol, de Liverpool o de alguna otra ciudad o de campo, que os reclutaron a la fuerza y os trataron como mierda en la armada. Carne podrida para comer y galletas llenas de gorgojos. ¡Aquí comeréis lo mismo que el capitán y los oficiales! Que muchas veces será eso, pero en fin. — ¡Aquí seremos todos hermanos! Aquí podréis labraros una reputación... y tendréis oro y mujeres ¡Todo lo que podáis saquear!

Empezó a tirar cabos. 

—Así que a subir y a trabajar, hay que remendar las velas, hay que tender cabos y hay que acercar el barco a la isla para calafatearlo, y entre todos haremos una tripulación. Vosotros vais a trabajar más ahora, pero en cuanto esté, seréis nuevos Hermanos de la Costa. ¡Vamos!

El capitán había dicho lo que había que hacer con el barco y con los de abajo. Y las órdenes se iban a cumplir sí o sí. Jacob sabía como hacerlo, sería duro, pero menos que una cuchillada entre las costillas. 

Cargando editor
23/01/2018, 22:12
Reek "Butcher"

Reek sintió deseos de hundir la hoja de su hacha en el cuello de Azur. En su mente, la fantasía hecha imagen se desarrolla de noche. Todos dormidos. penumbra profanada por leves rayos de luz de luna que se filtra por los ojos de buey. El bastardo, roncando como un cerdo en un camastro. El destello producido por el reflejo de la luz en la hoja metálica del hacha. Azur con el cuello expuesto, palpitante. Zas. El primer hachazo secciona la mitad del cuello, emitiendo un sonido sordo. El arma es una extensión de su cuerpo y se siente, perfectamente, como el metal atraviesa la carne y el hueso. Una vibración especial. La victima enmudece al momento, solo emergiendo de su garganta abierta en canal, el gorgoteo del aire saliendo de sus pulmones...

... eso piensa Reek mientras Azur se cree de pronto el capitán. Sin duda, era lo que perseguía. Patán rastrero, mal agradecido. Se nota que no había estado presente en los acontecimientos acaecidos en la isla. Se nota que no había sentido el pánico puro. Por eso no temía ahora que Matarratas se enfadase. 

Mira al gimoteante capitán inglés, que se hace un ovillo. Maldito pisaverde... Tantos como esos le miraban por encima del hombro cuando solo era un niño asalvajado en las calles. Es Reek el que escupe ahora sobre el rostro del britanico venido a menos. 

¿Donde está el orgullo ahora? - le sisea.

Cargando editor
23/01/2018, 23:20
Alfonso de Talavera "El Azur"

Alfonso se encogió de hombros ante la negativa de los dos puteros de moverse, solo se acercó hasta ellos con una de sus amplias sonrisas, las manos a las caderas, muy gallardo.

- ¿Cómo llaman a esa mierda en la que el capitán le ordena algo a un oficial, el oficial se lo manda a su segundo y su segundo repite la orden a otros dos tipos si nada mejor que hacer? ¿Cadena de mando? - Se rascó la barbilla, pensativo - Si, debe ser eso.

- Por mi haced lo que os salga de la gaita, pero si luego atracamos en puerto, vais a un burdel a meterla en caliente y lo único que os recibe son putas asustadas diciendo que ni por todo el oro del mundo os meten entre las piernas porque alguien ha ido diciendo por ahí que dos piratas de pintorescos apodos han estado follando con un puñado de salvajes que les han pegado una enfermedad que hace que los chochos se pudran desde dentro... - Se volvió a encoger de hombros y se fue caminando tranquilo hacia las escalerillas de la bodega, para recoger las cosas del duque y subirlas a cubierta para que pudiera ponerse a inventariar las pocas miserias que habían rescatado del barco inglés.

Cargando editor
24/01/2018, 20:52
Narradora
- Tiradas (1)

Notas de juego

Tira ambición para que esos zánganos hagan algo, Azur. Yo tiro tu brutalidad.