Partida Rol por web

Eón

El Albor

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31/07/2019, 00:35
Cabira #7

Cuanto más veo, menos entiendo. Y cuanto menos entiendo, más intento grabar en mi memoria para intentar comprender más adelante. Cada uno de los presentes parece un universo en sí mismo, y yo... Yo no sé ni qué parezco.

Siento un ligero temor cuando el hombre se acerca a mí. No, no es temor, es... Otra cosa. Una timidez desconocida. Sus palabras son amables, pero no puedo evitar sentirme juzgada. Yo, que estoy tan acostumbrada al juicio de otros que no conozco esa sensación.

Mi primer impulso es responder con mi primer nombre, ese que está tan insertado en las profundidades de mi cerebro que brota con naturalidad en momentos como este. Creía que ya no me pasaba, pero está claro que me equivocaba. Por eso empiezo el gesto de hablar, aunque lo detento cuando me doy cuenta de lo que voy a decir. Antes de que llegue a contestar escucho lo que dice la otra... ¿Persona? Y no sé si me incluye en lo que dice o no, ni sé si quiero que me incluya. Lo que sé es que no quiero estar en su posición. Por querer, sólo quiero estar de vuelta en un lugar seguro. Esto está durando demasiado.

—Jess... —digo en un hilo de voz entonces, respondiendo tarde—. Me llamo Jess. Jessica —aclaro como una idiota, demasiado sobrecogida por el momento.

Los animales naciendo, las personas ayudándoles, otra abrazando el árbol, como si estuvieran en comunión, la autómata diciendo aquello... Esto es demasiado para procesar ahora.

—Jess.

Me gustaría pedir información. Preguntar dónde estamos, cómo se llega aquí... Y sobre todo cómo se vuelve a casa. Pero entiendo que probablemente no sea el momento y me limito a observar. A observar y a intentar comprender. Está claro que estoy ante el principio de algo nuevo y... ¿Alguien había hablado de magia? ¿Lo he oído bien? Ojalá Víctor pudiera ver y oír todo esto. Ojalá estuviera aquí. O mi padre.

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31/07/2019, 09:04
Darya Gevorkian

Saltaba de una bolsa a otra todo lo rápido de que era capaz. Algunas las abrió ella sola, otras con la ayuda de Danny, quien parecía feliz y a quien el pequeño primate no abandonaba en ningún momento. Darya asintió con la cabeza a sus palabras tratando de acompañar el gesto con una sonrisa, pero no podía evitar preguntarse si serían capaces de sobrevivir, si en ausencia de una madre podrían superar siquiera un día o si aquella arcilla sería capaz de nutrirlos de alguna manera. Se dio cuenta entonces que lo mismo valía para todos ellos; al menos en el lugar que alcanzaba su vista no parecía haber agua o comida o nada salvo los árboles, los animales y aquel barro. Pronto iban a tener que buscar más allá.

Las palabras de Forest hicieron que mirara instintivamente en todas direcciones tratando de localizar alguna otra figura que pudiera pertenecer a Adrien. Se le veía demasiado afectado teniendo en cuenta que tal vez simplemente todavía no les había alcanzado y temió que lo que Ryu contaba acerca de él hubiera trastocado su salto hasta allí de alguna manera. Algo en las palabras de Ryu le resultó sorprendente también: el sóter les había animado a hacer suyos los poderes transhumanos y no había advertido en ningún momento que pudieran estar prohibidos.

Adrien podría estar viniendo hacia aquí ahora mismo —contestó a Forest tratando de tranquilizarlo—. Tal vez haya emergido en una zona más lejana. O tal vez haya decidido alejarse de la música —supuso—. En cualquier caso esperemos un poco más por si tardara en alcanzarnos y si no salgamos en su busca —miró hacia Tabitha—. Puede que ella sea capaz de encontrarlo o saber dónde está —añadió pensando que disponía de un asistente cognitivo.

Tal como había pensado, Tabitha volvió a decir a todos que era su madre. Una vez más tenía sentido el hecho de que pudiera estar perturbada y como había supuesto, ser capaz de decirle lo mismo a todos aquellos a quienes se encontrara. Pero en un rincón de su mente no dejaba de reverberar el hecho de que ellos no sólo tenían capacidades transhumanas por descubrir, sino que tenían un “don” del que ni siquiera el sóter había oído hablar: la capacidad de viajar en el espacio y tal vez el tiempo de un cuerpo a otro. No podia dejar de preguntarse si eso era lo que les hacía especiales para Ellos -como los había llamado Tabitha-, los que arrebataban a los hijos de aquella mujer siendo niños. Al mismo tiempo todo su ser le decía que sabía quién era, que recordaba perfectamente a su madre y su infancia y que al menos para ella misma, para el clon que era Darya, aquello no tenía sentido. En todo caso la mujer le causaba una tremenda piedad, más aún sabiendo que sentía una certeza plena al respecto que era incapaz de transmitir.

Alzó la vista y observó los rostros de sus compañeros ante aquellas palabras. Cruzó alguna mirada sin poder evitar que su gesto transmitiera angustia y confusión. Luego buscó si quedaba algún animal por liberar. Quién sabe si habían llegado hasta allí para ser algo más que Testigos: para ayudar a que todas aquellas criaturas nacieran con vida.

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31/07/2019, 20:46
Ryu Akahoshi

Ayudé a nacer a lo que parecía ser una liebre y a una marmota, luego a un cervatillo antes del esfuerzo grupal que exigió la ternerita. Pero entonces la respuesta de la humanoide me dejó paralizado en el lugar, en un primer momento tratando de comprender qué es lo que había dicho, luego tratando de detener la avalancha de pensamientos que había suscitado su confesión. Algo era seguro: ella creía lo que nos estaba diciendo, creía que era nuestra madre, el sufrimiento que se leía en su tono de voz era difícil de fingir... Y lo peor de todo era que no sabía hasta qué punto aquello podría llegar a ser verdad.

Una parte de mí se resistió a darle a la figura de mi madre otro rostro que no fuera ese difuso con el que aprendí a crecer, el que rememoraba en mi soledad mirando las fotografías y tratando de retener al borde de la desesperación a medida que el tiempo pasaba, aquel que acompañaba los pocos recuerdos que me quedaban de cuando era apenas un niño que sabía caminar. Y, sin embargo, a pesar del dolor que esa palabra -madre- evocó en mí y de la afrenta que sentí ante la perspectiva de que otra intentara ocupar ese lugar sagrado, no podía dejar de sentir compasión por aquella criatura que inclusive nos adosó los nombres de sus hijos... El hecho de que fueran justo el mismo número que nosotros me dio cierta mala espina. Teóricamente, faltaría Adrien, a menos que solo se estuviera refiriendo a estos cuerpos que habitábamos ahora.

-Por favor, explícanos cómo nos diste a luz, cómo es que nos formamos en ti -pedí con toda la amabilidad que mi propio dolor y confusión me permitían.

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31/07/2019, 21:41
Erik Du Mont

Lo primero que consiguió sacar Erik fue un ser muy pequeño, tan pequeño que el doctor lo sujetó casi como si fuera de cristal y pudiera quebrarse en cualquier momento. Le recordó a un perro, pero con la cabeza mucho más redondeada y acompañada de largos bigotes, las patas más cortas y con pequeñas manos sin pulgares al final de ellas y una pequeña cola, que parecía menos flexible que la del primate que llevaba Danny en brazos. Si no fuese tan pequeño, Erik seguramente lo habría reconocido como una nutria.

Se quedó contemplando embobado los primeros pasos que intentaba dar esa criatura sobre sus manos, esbozando una pequeña sonrisa de emoción, casi podría decirse que sorprendido ante el nacimiento de algo. Miró a los demás, buscando compartir su alegría y se dio cuenta de que había tardado mucho y Darya y Ryu seguían ejerciendo su labor de abrir sacos. Sin saber muy bien qué hacer, fue ayudando a salir a los recién nacidos y los reunió en un mismo lugar, lejos del peligro a que los pisaran o se chocaran con ellos, mientras intentaba limpiarles los restos de su nacimiento. 

Asintió confundido a lo dicho por Ryu. Egra también había mencionado algo que iba contra la "magia" del sóter, pero no entendía bien a qué se refería. ¿Tal vez sus poderes fueran distintos por haber sido creados por el Gólem? Tal vez sean vistos como algo malo después de la revolución... O por simple seguridad, si son dañinos o peligrosos para nosotros mismos, como en el caso de Adrien.

Escuchó la voz extraña de una de las estatuas y se giró hacia ella, intentando entender lo que decía. No era algo artificial, eso lo tenía claro. ¿Pero es verdad lo que dice? Si no la reconoceríamos ni con su cuerpo "habitual"... ¿Significa que ella existió antes en este lugar? Las incógnitas se agolpaban de nuevo en aquel terrorífico Edén. Erik la observó fijamente, intentando entender si ese dolor era real o... ¿heredado? No dejaban de hablar de Adrien y, si no había entendido mal lo que le había explicado Egra, era posible que aquellas estatuas fuesen parte de él. Pero si lo que dice es real...

- ¿Eres el Gólem? - se encontró preguntando repentinamente. Se sintió tonto por la pregunta, preocupado por haber afectado aún más a aquella mujer de piedra y atemorizado por la pregunta y la posible respuesta. Pero no hizo ademán de retractarse, ni arrepentirse. Por una vez, quería saber.

- Tiradas (1)
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31/07/2019, 23:22
Cabira #14

De nuevo confusión, negación e incredulidad. ¿Qué esperaba? ¿Cómo iba a ser posible que sus hijos volvieran, sin más, y recordasen cualquier cosa que Ellos no quisieran dejar en sus pequeñas cabecitas? No. Había sido una ilusa al emprender aquel viaje. Y ahora no sabía si sentirse dichosa o arrancarse la piel a tiras. 

No soy el Golem. No sé qué hago aquí. Desperté, en este cuerpo, que no suele ser el mio.-indicó, mirando hacia la otra figura ensamblada, sospechando que quizá, también era su caso- No reconozco tus facciones.-admitió, hacia la figura de piedra, pues al fin y al cabo, no estaba segura de qué rostro poseía- Pero las de todos vosotros... Los que estáis hechos de carne... -dijo, interrumpiéndose, observándolos a todos en su incredulidad.

Os parí. Mi cometido en este mundo era llevar en mi vientre los hijos que Ellos nos daban. A mí, y a mis hermanas, las cabiras. Muchos no llegaron a vivir, otros tantos... Vosotros, y otros dos más, sí que lo consiguieron. Pero se os llevaron.-explicó, por segunda vez en poco tiempo, encontrando aquella tarea desgarradora. Desgarradora y necesaria- Érais muy pequeños. 

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31/07/2019, 23:31
Sibyl Hadue

Sibyl se quedó con el árbol, tarareando bajito, mientras éste se hundía en la arcilla, hasta que ya no pudo abrazarlo más y tuvo que dejarlo ir. A su alrededor los otros habían ayudado a muchas criaturas a salir de sus bolsas, algunas pequeñas y otras muy grandes. Se frotó los ojos con el dorso de la mano y se puso en pie. Había tristeza en su mirada, también una leve incertidumbre, pues no estaba segura de hasta qué punto ella había desencadenado ese proceso que había culminado con la muerte del ser. Pero, a pesar de ello, también había cierto brillo de curiosidad y fascinación por aquellos animales. 

No sabía muy bien qué hacer. Dio algunos pasos torpes en una dirección y luego en otra. Al final su mirada se detuvo sobre Darya y se fue hacia ella, como si sólo por tenerla cerca ya se sintiese más segura. Se quedó al lado de la pelirroja y escuchó en silencio la extraña conversación que giraba alrededor de la  aún más extraña mujer de madera. Su ceño se frunció un poquito con incomprensión y buscó las miradas de los demás. A todas luces no sabía qué pensar de aquello y esperaba que las reacciones de Ryu, Erik o Faraz le diesen alguna pista. 

Volvió a pasarse la mano por los ojos y respiró despacio antes de hablar. 

—Es que nosotros somos clones —dijo, con la voz todavía algo frágil—. Yo no soy tu hija, lo lamento. Pero a lo mejor tengo su cara. 

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