Partida Rol por web

Me quedo callado mientras Faraz intenta comunicarse con «ellos». Estoy a punto de decirle que no se moleste, que antes ya lo he intentado y no ha servido para nada, pero llego tarde. De todos modos, tal y como pensaba, los árboles no le contestan. Cuando ya está claro que no van a decir nada, me acerco unos pasos a Faraz.

—Cre-creo que a nosotros no nos oyen —digo, en voz baja. No sé muy bien por qué estoy hablando bajito—. Eh, ¿por qué… por qué no vamos a ver qué ha sido eso? Seguro que los otros también van a verlo.

Me parece que esa sería la manera más fácil de encontrar a los demás. Seguro que ellos también querrán saber qué está pasando.

Habría esperado algo pero no me sorprende el no pillar la atención de esas criaturas. Así que frunciendo el gesto con resignación parto hacia completar las observaciones comenzadas con mas detalle. Mientras escucho e intento asimilar las nuevas acotaciones al cuadro general de lo que sabia, que me traslada Erik.

Tengo que reconocer, que la idea de nuestro lugar de origen como asentamiento real y no simulado tiene mejor consistencia que lo que había imaginado. Quedan cabos sueltos. Muchos quizás. Sobre todo del mecanismo, la redundancia y los tiempos, mas no soy de las que piensan que los misterios de verdad se desbrozan tirando limpiamente de una peladura. Se desvelan arduamente, capa a capa y te hacen sufrir en el curso de cada paso.

La posibilidad de replicar a una persona con la misma genética me perturba, no por el hecho en si, sino por la función que el perpetrador le asignara. Empiezo a temer que una de las vías para abrir la explicación de los acontecimientos resulta en entender como piensa el Golem. Lo había dejado en germen, como una idea seminal, pero alejada de otras capacidades, como entender la propia física o la biologías implicadas empiezo a componer con vistas al futuro, los esbozos del perfil del carácter de la Criatura. 

Son pensamientos paralelos, condimentados mientras fijo mis ojos en los alrededores, tanteo el suelo con los arañazos ligeros de mis dedos de los pies desnudos e intento figurarme que este nuevo paisaje.

Intuyo, recuerdo y reafirmo por donde sonó el recital que al resto de la fauna le pareció tan interesante y lo fijo en mi mirada

- ¿Te atreves a explorar un poco? Entretanto podemos seguir charlando e intercambiando notas.

Me detengo a observar a Faraz en su intento de comunicarse con los plantihumanos, quizás él que sabe mucho más de plantas que yo intuye alguna manera de lograr captar la atención de estos seres... Luego caemos en la cuenta de que el sonido había venido desde otra dirección y me pregunto si no sería algún tipo de animal el que lo ha hecho. Me uno al pedido de Danny pero agrego en el mismo tono bajo de voz -Estoy de acuerdo, acerquémonos, pero con cautela por favor.

Desearía tener a mano algo que pudiera usar de arma en caso de necesitarlo, pero ahora mismo no me veo arrancando un brazo a los seres semihumanos para tener una rama que usar de palo... Me pongo en alerta para intentar captar cualquier cosa amenazadora.

Cuando la música comenzó, el corazón de Darya dio un vuelco. Se incorporó lentamente, como temiendo que un movimiento brusco despertara a todos los seres, dispuesta a salir corriendo si era necesario, aunque no hubiera sabido hacia dónde.

La sinfonía era extrañísima. A medio camino entre el sonido animal y de instrumentos musicales, parecía una especie de diálogo más que una mera canción. Y como respuesta todas las cabezas en que acababan las ramas comenzaron a susurrarse unas a otras, llenando el aire de un siseo perturbador. Y después de aquello el silencio.

Las palabras de Forest y después de Tabitha, unidas a la extrañeza de todo cuanto la rodeaba, hicieron que Darya se sintiera alienígena. Hasta ahora, a pesar de los clones, del cuerpo robótico que habían ocupado en la nave y de los saltos entre planetas, siempre se había sentido ella y siempre se había sentido humana. Ahora mismo ya no sabía si era un fruto de aquellos árboles y de la arcilla de la que había emergido como una semilla que acabara de germinar. Miró a Tabitha perpleja mientras repetía las frases que había escuchado. Algo tenía que haber perturbado a los que emitieron la música, tenía razón.

—Podría haber sido uno de los nuestros —comentó esperanzada en mitad de la confusión—. Tal vez alguno de ellos los haya tocado o cualquier otra cosa haciéndolos reaccionar. O aunque no fuera así, si nuestros compañeros están aquí, otros con fenotipo humano —aclaró dirigiéndose a Tabitha—, tal vez acudan hacia el sonido pensando lo mismo que acabo de decir —se acuclilló al lado de Forest y puso una mano en su hombro. Le dio la impresión de que empezaba a conocerlo y que ponerse en movimiento para buscar a los demás le devolvería la concentración y las fuerzas—. Comandante, creo que deberíamos caminar hacia la fuente del sonido. Con precaución —añadió no sabiendo muy bien qué suponía eso en la situación en que estaban.

Miro a Ryu y a Danny con detenimiento, buscando en sus miradas la más mínima señal de que mi conducta pueda estarles pareciendo extraña. Aquí no tengo forma de saber qué es real y qué un engaño de mi percepción, así que, prestando atención a las expresiones de mis compañeros, tal vez pueda discernir si ellos también han visto lo que yo o si, por el contrario, se trata de una producción de mi mente.

Parece que no soy el único que se ha percatado de que los rostros de los «árboles» se han girado hacia el origen de la extraña música, y ahora, naturalmente, proponen acercarse hacia allí. Tengo la sensación, además, de que en este lugar me ven como una especie de guía o algo parecido... Exactamente el papel que preferiría no tener que asumir. Pero, ¿qué otra cosa podemos hacer sino ir a investigar? A veces, dar palos de ciego es el único modo de llegar a entender algo.

—Bien —digo con un asentimiento de la cabeza—. Averigüemos qué ha perturbado a estas criaturas. —Abro la marcha con paso lento pero decidido. Como dice Ryu, debemos extremar la precaución, y tal vez propiciado por la inevitable sensación de estar metiéndome en una situación potencialmente peligrosa, me asalta una duda que necesito despejar. Está claro que no la resolveré ahora, pero creo que plantearla en voz alta ayudará al menos a pensar sobre el tema—. Danny, has dicho que justo antes de que aparecieses aquí, hubo una explosión. ¿Crees que pudiste morir en ella? Es decir, tu cuerpo. ¿Crees que morir puede resultar en que nuestras consciencias viajen a un nuevo recipiente?

De ser así, correr riesgos se convertiría en algo peligrosamente fácil. Si tienes la seguridad de que tu consciencia no se acabará, de que no se «apagará», es más fácil aceptar la posibilidad de morir ante una situación peligrosa y por tanto tomar decisiones temerarias más a menudo. Todo eso, por supuesto, sin tener en cuenta las implicaciones morales de poner fin a la existencia de la consciencia que cohabita con la nuestra en el recipiente actual, acabando así con cualquier posibilidad de que esta pudiera en algún momento recuperar el control de su cuerpo. Es cruel, es injusto, y es algo que no quiero verme en la obligación de hacer nunca. Pero por el momento todo son conjeturas, de modo que no expreso nada de esto en voz alta.

Con la mente enturbiada por estas preocupaciones, sigo avanzando.

Nos ponemos en marcha hacia el sitio de donde venía esa música rara. Mientras andamos, Faraz me pregunta si puede ser que la explosión del fantasma me matase. Al principio lo miro con el ceño fruncido, muy confundido. ¿Cómo voy a estar muerto? Entonces no podría estar aquí hablando con él… Porque no podría, ¿no? Pero luego empiezo a entender por qué lo pregunta. A lo mejor la muerte podría… ¿no ser el final?

—No, no —respondo un poco atropellado—. Nosotros ya estábamos fuera de la casa. La explosión fue dentro. Además, tampoco fue una explosión-explosión. Más bien una luz. Un fogonazo. —Ladeo la cara al acordarme del humo, el olor, los gritos… Pongo una cara de disgusto—. Estábamos bien. Hablando. —«Discutiendo»—. Y entonces estaba aquí.

Me encojo de hombros. No sé qué más decir. Me doy cuenta de que las cosas por las que han pasado Faraz y Ryu podrían ser muy diferentes a nuestras experiencias. Quizá sea mejor comentarlo cuando estemos todos juntos…

Erik se quedó en silencio, expectante y con la sensación de que ya había pasado todo lo que debía pasar. Los árboles callaban, como si esa algarabía anterior nunca hubiera ocurrido. El doctor les observó unos instantes más, incluso con gesto suplicante, hasta que decidió rendirse. Tal vez no tengan nada que decir. Tal vez quieran oír qué tenemos que decir nosotros.

Se giró hacia Egra, dándose cuenta de que ella también se había quedado en silencio y se preguntó cómo se habría tomado todo aquello que había dicho. Alzó las cejas sorprendido por la proposición, pero no había mucho más que hacer allí en realidad. La desnudez les seguía cubriendo pero a ella no parecía importarle. Supongo que no debemos preocuparnos por eso ahora.

- Me parece bien. - dijo finalmente, avanzando a su lado - La verdad es que no sé qué sabéis que nosotros no y viceversa... Tal vez pueda resultar difícil entre todo lo que hemos descubierto, pero ¿y si intentamos responder a las preguntas que le queden al otro? De esta forma no tendremos tanta información suelta y será más fácil de entender... - repuso Erik - Por ejemplo, respecto a los Transhumanos. Sabemos lo que son y que tienen... poderes especiales o algo parecido, y sabemos que nosotros también los tenemos. Pero no sabemos aún cuáles. ¿Habéis averiguado algo vosotros?

- Que odio pensar que soy un complejo efluvio mental que vaga, de cuerpo en cuerpo afín, sintonizado bien sabrán los Principios en base a que - confieso con la sinceridad catártica incrustada con minuciosidad en cada palabra. Dedicándole un mirada igualmente seria pero despojada de suficiente toque personal le sonrío cómplice para añadir la respuesta mas centrada en lo que verdaderamente ha preguntado - Descubrimos ciertamente un par de ellos. Causata pero con un giro inesperado para Forest - lo aclaro con un gesto de puntualizacion - es capaz de hacer un modelo de una imagen o un recuerdo en la mente pero también de activar el 'polen' de golem que parece inundar el aire alrededor de forma invisible para solidificarlo - suspiro audiblemente mientras empiezo a dar un paso - y entrar en conflicto con la 'magia' Soter - lo subrayo gestualizando una explosión con mis manos en el aire. No estoy de humor para añadir un boom.

- Adrien es un Genata, crea y da vida a sus imaginaciones o a sus estados de animo. Y puede alimentar a las de otros. Con un coste. Todo con su propia carne y energía - sacudo la cabeza lo suficientemente cabreada para llorar - Ha perdido una mano Adrien. Casi se mata. El muy...

Cierro los ojos, aprieto los labios y respiro con la profundidad necesaria como para sentir el aire hasta los hueso. Retiro la voz hasta un hilo de voz monótono. Libre para expresar los pensamientos.

- Luego estamos los dos. Tu y yo. ¿Es esto una manifestación de nuestra habilidad? ¿Entrar en espacios oblicuos? ¿Soñar en un espacio mental? ¿Viajar sin querer? - lo miro con una simpatía triste pero fondeada en la intención de no deprimirse nunca - ¿Que piensas? ¿Estamos en un sueño? ¿Somos los causantes de este encuentro?¿O viene de lo que nos espera en el origen de aquel canto? - Le sonrío todo lo que puedo ser alegre por encima de muchas losas de cansancio.

Lo barro con la mirada y curvo la sonrisa un poquito mas - Ya estas desnudo Erik. Deja de recordártelo en la cabeza y dejara de tener importancia. Asi al menos recuperaras el uso de tus manos - le apostillo con un encogimiento de hombros.

- Vamos. - le apremio - Avancemos hasta alli - señalo la presumible direccion del 'concierto' - Por supuesto con cuidado a cada paso.

Forest entrecierra los ojos y ondula las cejas. acaba bajando la mirada al suelo, casi con vergüenza.

- Yo no soy el comandante, Darya. No estoy cualificado para dar órdenes ni tener ninguna responsabilidad. Aquí no, desde luego. Si aun así quiere que la llame Capitana, no tengo inconveniente. Y estoy de acuerdo, quedándonos aquí no averiguaremos nada.

Forest camina, dejando que su cuerpo se relaje. Era extraño sentirse tranquilo en ese entorno, pero algo en el material que los rodeaba y en ese cielo esmeralda le proporcionaban un lóbrego sosiego. Quizá, lo extraño del entorno contribuía a que Forest se sintiese como en un sueño, una vez más.

De vez en cuando se gira para comprobar que ambas siguen junto a él, como si fuesen a esfumarse a plena vista. Incluso llega a sorprenderse a sí mismo tarareando mentalmente una canción, más bien un conjunto de sonidos, con cierta similitud a lo que han escuchado. Apenas consciente, murmura, casi para sí mismo.

- Espectro Moshen... ¿Cuál es la canción del Mijo?

Asiento lentamente ante la aclaración de Danny. Por cómo había expresado lo de la explosión, lo había malinterpretado. De todos modos, no creo que mi inquietud sobre la muerte de nuestro cuerpo actual haya quedado resuelta, ni mucho menos.

—Entiendo —respondo sencillamente, encogiendo los ojos en una sonrisa.

La forma en la que Faraz pregunta a Danny si cree que podría haber muerto con la explosión me deja perplejo, no por la coherencia, que no está reñida con los eventos fantásticos con los que estamos lidiando, hace lo que pareciera una eternidad pero reducido en dos días, sino por las implicaciones que podría tener para el pobre Danny empezar una línea de pensamiento en esa dirección.

Por suerte, nuestro compañero de aventuras deja en claro que esa no es ni siquiera una posibilidad, no obstante no deja de darme cierta intranquilidad el hecho de que haya abandonado su conciencia estando despierto. Decido que es mejor manifestar mis dudas a mis amigos -Nosotros dos nos hemos quedado dormidos pero tú no, Danny, tú estabas con los otros hablando y de pronto estuviste aquí... -dije recapitulando -No deja de llamarme la atención que lo hayas hecho estando despierto, es como si algo o alguien nos hubiera convocado... En todo caso cuando regreses podrás saber qué pasó con el cuerpo que quedó en ese planeta -solo después de decir esas palabras me di cuenta de lo descabelladas que sonaron, pero qué más daba, estábamos donde estábamos, ¿verdad? -Es decir, si quedó en reposo cuando te ausentaste de él o pasó... otra cosa -ladeo la cabeza inquisitivo.

Proseguí en camino hacia el lugar de donde había venido el alboroto, cuidándome de no pisar nada que pudiera lamentarse.

Me encojo de hombros a lo que dice Ryu, sin dejar de caminar.

—¿Yo qué sé? Primero estaba en el Eón. Luego en la nave. Luego en El Cairo. Ahora estoy aquí. ¿Yo qué sé a dónde iré después? A lo mejor ni siquiera volvemos a donde estábamos, sino que vamos a otro sitio. ¿Y por qué asumimos que esto es un sueño? A lo mejor no lo es. A lo mejor solo es una casualidad que vosotros estuviéseis durmiendo. O a lo mejor yo no me acuerdo de haberme quedado dormido. —Meneo la cabeza a los dos lados—. O sea, podría ser cualquier cosa. Yo solo sé que ahora estoy aquí, con vosotros, y que da igual a dónde vayamos después, porque nos acordaremos. —Me rasco la parte de atrás del cuello—. O sea, da igual. Lo que tenga que ser será. Ahora estamos aquí. Eso es lo que cuenta.

Me doy cuenta de que me he puesto un poco de mal humor. La verdad es que no me quiero parar mucho a pensar en todo lo que está pasando. No es fácil irlo aceptando todo mientras va pasando, pero no nos queda otra. No parece que vaya a dejar de pasar solo porque nosotros queramos. Además, ¿qué lógica tiene? ¿Qué significa que me haya pasado estando despierto? A lo mejor no significa nada. En nuestro primer viaje, en el que fuimos a la nave espacial, todos estábamos despiertos, o eso creo recordar.

Y si significa algo, tenemos que irlo descubriendo paso a paso, juntos.

-No dije que creyera que era un sueño - miré de lado a Danny analizándolo -Solo que me llamó la atención el momento, pero tienes razón al fin y al cabo no sabemos nada -me encojo de hombros. Entonces me doy cuenta de que quizás a Danny le ofusca pensar en las posibilidades, a mí por el contrario me parece divertido. Entretenido. Casi como un ejercicio, no lo puedo evitar.

Y me ayuda a no pensar en otras cosas, en el sinfín de posibilidades que esta telaraña de eventos crea por ejemplo. En que no sé qué ha sido de mi familia o si alguna vez volveré a verlos... En si realmente me importa alguien más que mi hermano.

Odio las casualidades, porque no existen y solo simbolizan la punta del talón de aquello que no logro ver, y si hay algo que molesta más que no saber, es la posibilidad de no saber nunca. Danny se mantiene alineado con los hechos y se deja llevar, en cierta forma le admiro... Yo no puedo, me doy cuenta de que me resisto como un perro al que quieren arrastrar a la perrera.

Tuve que morderme la lengua para no decirle que no daba igual, que cómo sabía que íbamos a acordarnos después y que él también estaba escapándose, pero la verdad es que no le quería tocar los cojones... Otro día quizás sí lo haría, solo para ver qué hacía.

Me quedo callado unos momentos, pensando en la explicación de Ryu. He malinterpretado lo que quería decirme. Para variar.

—Perdón —me disculpo en voz baja, evitándole la mirada—. No te había entendido bien.

Aun así no me apetece seguir hablando de que a lo mejor estoy muerto o nos ha llamado alguna cosa horrible. Esto es lo que me pasa siempre que hablo demasiado tiempo con alguien. Vuelvo a pasarme la mano por la nuca, con insistencia. ¿Cuándo llegaremos a donde sea que vayamos?

Algo parecido a un canto coral se empezó a escuchar a lo lejos. Una voz infantil y otra grave. Enseguida se les unió algo parecido a un instrumento de cuerda pero que bien podría ser el mugido de un animal cantarín. Luego cambiaron a algo que se parecía remotamente a un concierto de tres gaitas que pasaron del estruendo a lo que parecía un duelo virtuoso entre flautas dulces que sonaban rarísimo. Se podría decir que tenían armonía y ritmo pero en general había algo como animal, como si fuera el sonido característico, el graznido de esos seres.

En total la exhibición no duró más que unos pocos minutos y en cuanto terminó comenzó a escucharse un rumor que venía de las parte más alta de las “ramas” de todo el "bosque". Ahora que se movían emitiendo sonidos desde abajo se podía apreciar que casi todas las últimas extremidades, las que ya no se ramificaban más,  en su parte más alta, en su ápice, terminaban con una cabeza. La mayoría tenían pelo, muchas una larga barba. 

Movían la boca y bisbiseaban zarandeándose a un lado y a otro. Hablaban entre ellas con unos fonemas rarísimos que aunque parecían emitidos por una voz humana no daba la sensación de que ningún humano fuera capaz de repetirlos.

Ese rumor sólo duró unos veinte segundos. Tras él todo quedó quieto y volvió el silencio.

Desde distintos puntos del “bosque” llegaron en grupos, casi a la vez. Primero Erik y Egra y luego Ryu, Faraz y Danny se encontraron a Sibyl frente a uno de esos árboles que tenía todas las ramas caídas hasta tocar el suelo.

Tras el “concierto” el ser parecía haber perdido la tensión que lo sostenía hasta el punto de que parecía haberse desmayado o deshinchado. El tronco se había doblado vencido por el peso de la copa y casi todas las cabezas que antes, en lo alto, habían coronado las puntas de las ramas, yacían ahora sobre ese extraño lodo con la boca abierta haciendo esfuerzos como si les faltara el aire. 

Luego llegaron Darya y Forest junto a un ser que parecía un autómata, una estatua animada que se desplazada de una forma mecánicamente desconcertante, como si estuviera hecha a módulos que se movían como las piezas de un cubo de Rubik. 

Luego llegó, solo, otro “androide” que se movía de manera similar pero que en lugar de cincelado en piedra o madera parecía moldeado en marfil o plástico.

Sin tiempo a reaccionar unos a la presencia de los otros, el ser arbóreo abrió todas sus bocas como si fueran cientos de agallas de un pez fuera del agua. Las de las articulaciones y extremidades finas eran pequeñas y las del tronco eran enormes. 

Cada boca correspondía a una cara que abrió a continuación sus ojos. Eran decenas y decenas de pares de ojos que a pesar de la deformidad de su tamaño y de la extraña sensación de su gesto entre la quietud y el pasmo, al ser sus membranas como las de los primates, le confirieron al “árbol” un algo más humano, como si hubiera sido una persona alguna vez, presa del hechizo de una bruja.

Algunas de las bocas vomitaron sangre y del resto -la mayoría- comenzaron a salir, en un estruendo, multitud de animalillos, semillas y frutos, la mayoría de ellos desconocidos. Miles de moscas, avispas, arañas de todo tipo, gusanos, cientos de pequeños anfibios, serpientes, reptiles, incluso peces volaron para llover a los pocos metros cayendo sobre el barro. Y sobre ellos. 

Ninguno sobrepasaba los tres o cuatro centímetros. Incluso habían pequeñas aves que, desorientadas, chocaron con otros árboles o se posaron en sus ramas. 

Tras ese estertor las bocas más grandes fueron vomitando como en arcadas bolsas sanguinolentas con fetos de lo que parecían animales que se movían en su interior.

LEl ser quedó con las bocas muy abiertas y el rictus de un cadáver. A su alrededor el estruendo había acabado pero se oían los aleteos, el zumbido y el golpeteo de los animalillos al caer.

Faraz, Ryu y yo llegamos al sitio de donde venía esa música rara. En lo que parece el medio del bosque hay uno de esos árboles, solo que este es diferente. Todas sus ramas, acabadas en cabezas, están caídas, apoyadas en el suelo. Parece muy cansado, o quizá enfermo. Frente al árbol hay una chica pequeña y delgadita, con la piel de un bonito color tostado. Se parece un poco a Forest, solo que en chica. ¿Sibyl, puede ser? Veo que allí también está Egra, y alguien más, un hombre grande y corpulento aunque de aspecto tierno, de pelo castaño y barba. Estoy seguro de que es Erik, aquel hombre tan amable que se preocupó por mí cuando estábamos en la nave.

Justo después llega Forest, junto a una mujer pelirroja (¡Darya!) y… ¿Qué es eso? Más extrañado que asustado, miro a lo que parece una mujer hecha de piezas de madera, como una especie de estatua, pero que se mueve. ¿Será un hada? Parece un hada. Sintiendo curiosidad, levanto una mano tímidamente para decir hola.

Luego aparece otra mujer extraña, parecida a la de madera, solo que esta es blanca, como de hueso o escayola o algo así. ¿Quiénes son, y qué tienen que ver con todo esto?

Estoy preocupado. No veo a Adrien. ¿En qué lío se habrá metido ahora? Estoy a punto de echar a andar hacia los demás, pero entonces pasa algo. Es como si el árbol volviera a la vida y soltase un grito enorme, solo que sin voz. Un montón de bocas se le abren por todo el cuerpo, algunas grandes, otras pequeñitas. Me quedo pasmado mientras veo que de todas esas bocas, tantas que es imposible contarlas, empieza a salir…

Empieza a salir vida.

Bichos, peces, reptiles y de todo empiezan a salir a montones de dentro del árbol, que parece estar sufriendo mucho. Al principio, cuando todo eso empieza a caer a nuestro alrededor y encima de nosotros, tengo miedo. Me quedo paralizado, boquiabierto, sin ser capaz de hacer o decir nada de nada. Nunca había visto nada parecido, tan grande, tan fuerte, tan… No sé ni cómo decirlo. Pero luego, el miedo se va convirtiendo en impresión. Y es que, cuanto más tiempo pasa, más me parece como si, dentro de la lógica de este sitio, estuviera viendo a una madre pariendo. Una madre de todo. Veo la sangre, veo sus gritos sin voz. Está muriéndose para dar vida.

La sensación me golpea con tanta fuerza que casi me caigo de culo. Lo que estamos viendo da miedo, sí, pero también es algo asombroso. Es como… Me siento afortunado por estar viendo algo así. Entonces me doy cuenta de que también están saliendo bebés de animales más grandes, todavía metidos en sus bolsas. Miro a los demás, preocupado. ¿Cómo van a salir de ahí ellos solos?

Con un nudo en la garganta, empiezo a andar por el barro, con cuidado de no pisar nada vivo, esquivando a todos los bichitos y peces y pájaros, y me pongo en cuclillas delante de una de esas cositas que intentan nacer. Después de unos segundos sin saber qué hacer, vuelvo la cabeza para mirar a mis amigos. Mis ojos reflejan pánico.

—¿Hay algún médico? —pregunto, con la voz aguda por el miedo—. ¡Tenemos que ayudarlos!

Con mucho cuidado, sujeto la placenta con las manos y tiro hacia los lados, intentando liberar al animalito de dentro.

Darya se arrepintió de haber llamado a Forest comandante. Se daba cuenta que lo había utilizado como un apelativo cariñoso, como queriendo demostrarle su confianza, pero comprendió que tenía razón al pedirle que no le llamara así y ella misma negó levemente con la cabeza cuando se ofreció a llamarla capitana. No tenía sentido volver a usar esos rangos y así se lo propuso.

Caminaba detrás de su compañero, mirando de lado, inquieta, el extraño movimiento que acompañaba los pasos de Tabitha. En parte sabía y en parte imaginaba cuál debía ser su angustia por estar allí encerrada, y deseó que pudiera volver pronto a su propio cuerpo, si es que volver era posible. Su asistente cognitivo -como su rescatadora había llamado a las interfaces que mediaban la percepción durante el sistema dataísta-, le había dicho que debía protegerlos, por lo que una vez más parecía demostrarse que eran valiosos para el Gólem. Pero valiosos para aquella cosa o no, lo eran por sí mismos y Tabitha seguro que desearía protegerlos por voluntad propia. No podía dejar de preguntarse qué podría haber de cierto en que de alguna forma fueran sus hijos y sintió una honda pena por aquella mujer. Ojalá que, estuvieran donde estuvieran, pudiera reencontrarse con ellos. Escuchó entonces a Forest murmurar algo acerca del espectro Moshen. Recordó el sónido de Héspere y su luna.

—Tabitha —rompió el silencio—, antes te he comentado que también tuvimos un asistente cognitivo. En nuestro caso no era una voz, sino una información escrita que aparecía en el campo visual y también se nos daba poder escuchar algún espectro Moshen. Cuando querías saber algo acerca de alguna cosa podías preguntarle. Y ni siquiera necesitábamos hablar, parecía responder a nuestros deseos de saber. Quiero decir que tal vez puedas preguntarle de qué debes protegernos. O dónde nos encontramos —sugirió.

—Gracias —le dijo de pronto sin saber muy bien por qué lo hacía. Después continuó la marcha en silencio.

Cuando alcanzaron a los demás, una gran sonrisa de alivio se formó en el rostro de Darya. Podía ver a Ryu y Faraz acompañados de otro hombre -tal vez Danny, Adrien debía ser sólo un muchacho-, a Erik con quien podía ser Egra, y a Sibyl junto a un árbol cuyas cabezas tocaban el suelo a su alrededor. Por un momento pensó que si era ella quien lo había hecho cantar no podía suceder nada malo. Sin embargo vio que las bocas de todas las cabezas parecían luchar por tomar aire.

Al poco una nueva figura similar a Tabitha apareció moviéndose de la misma forma singular. Podía ser que Adrien se hubiera encarnado en un autómata. O podía ser otra cabira, alguien como ella enviada allí para protegerlos.

El hombre que acompañaba a Ryu y Faraz levantó la mano, saludando tímidamente. Darya iba a responderle cuando todas las bocas y ojos de aquellas cabezas se abrieron.

Cuál era la expresión de sus rostros no podía decirlo. Le parecieron asustadas, calmas, sorprendidas, todo a la vez. Y antes de que pudiera dar un solo paso, de sus bocas emergieron decenas, cientos de pequeños animales: insectos, arañas, reptiles, anfibios, pequeñas aves capaces de emprender el vuelo. Algunos de aquellos seres caían sobre ellos, impactando sobre sus cabezas. Darya se protegió con los brazos tratando de no perder un solo detalle. Estaba admirada, aturdida y sobrecogida a partes iguales. Recordó entonces las palabras que Forest había dicho solo unos minutos antes al escuchar la música que provenía de allí:

Quizá los árboles sean todos parte de una misma criatura. Quizá toda esta superficie, este material, sea todo parte de un mismo organismo vivo, un entramado de árboles en el que nosotros somos los frutos.

Y en medio de aquella lluvia de vida, de las cabezas de mayor tamaño comenzaron a caer animales recién nacidos envueltos en sus sacos. El corazón de Darya se aceleró al ver cómo sus miembros se movían en el interior tratando de liberarse. Tuvo miedo de que se lastimaran al caer.

Vio al hombre corpulento reaccionar avanzando hasta uno de ellos. Agachado junto a él trataba de liberarlo pero parecía temer hacerle daño. Darya corrió hacia él intentando no pisar nada. Se arrodilló a su lado y tomó sus manos:

—¡Hazlo con fuerza! —quiso alentarlo. Danny podía sentir cómo temblaban sus manos—. No temas, sólo es un saco amniótico. No le harás daño. ¡Vamos!

Guiando sus movimientos estiró junto a él.

Al principio el trayecto me excitó la curiosidad y, por instantes, el deseo de correr riesgos. Pero después de los eventos con Adrien y Forest, yendo con Erik me lo pensé, muy mucho, el no sobrepasar la raya de la temeridad, consciente que podía ser perdición para los dos.

A veces le eche vistazos inconclusos para ver sus reacciones, con el interés de ir conociéndolo aunque fuera en silencio. Y allá atrás en mi cabeza a ratos modelar los detalles de su imagen retentiva.

De entre la frondosidad, las siluetas primero y, su solida presencia en nuestras retinas después, se anunciaron mostrando grupos convergentes de personas que, al reconocer algunos de los rostros, me hacen sonreír. 

Danny destaca entre una terna completada por un hombre de treinta y tantos, imbuido en lo que me parece una refinada disciplina, y un señor un poco mas mayor, con una base de gentileza en su rostro entre el resto de las emociones a flor de piel. De uno u otro no estoy segura pues, este lugar o las cadenas constantes de imprevistos que vivimos, deben destemplar al mas pintado. 

Por otro lado oteo a Forest, al que acompaña una mujer pelirroja y lo que no se como definir mas que como algo artificial con forma de persona - ¿Lo sera? 

Otro de esos seres, como cortado por el mismo molde pero bajo la necesidad de usar otro material, avanza desde la espesura, en solitario. 

El conteo de rostros y la gente que en ellos espejan su humanidad, se filtra automáticamente sin que lo piense, y el optimismo con que el que empezaba va apretando el gesto en mis labios con la preocupación.

Instintivamente miro a un lado y a otro intentando revisar si no me he equivocado. Que él hubiera estado detrás de uno u otro o se hubiera rezagado o cualquiera de sus ocurrencias lo retuviera fuera de la vista. Veo a la chica de piel oscura junto a uno de los arboles que no lo son, uno que al parecer a sufrido una especie de colapso - ¿Sera este el responsable de aquel concierto lejano?

No tengo tiempo para buscar la respuesta por que por doquier el ser estalla en una mayúscula e increíble derrame de creación o liberación o ambas cosas anegando, cada dirección a su alrededor, de incontables formas de vida. Sin regla de tamaño. Sin limites aparentes. Y sangrienta y no puedo imaginar que no inmensamente doloroso.

Ya estaba a punto de pronunciar su nombre pero, lo que iba a ser una interrogación tranquila y civilizada, se tiñe de desasosiego en mis labios, cruzada la imagen con la que no hace tanto nos alucino, con mucho mas contraste, por lo inesperado.

- ¿Adrien? - pronuncio como con el sentimiento de un desgarro en la garganta, seco y casi sin estridencia. Dudo que alguien lo llege a escuchar pues Danny por un lado y la que debe ser Darya - dijo que era paramedico o algo similar - se están lanzando a la intención de ayudar a los recién nacidos, casi podía decir no natos.

Mis pasos los eluden con prisa firme pero no alocada dirigida hacia la masa de la criatura agotada - ¿Puede ser? - me pregunto - ¿Puede ser? Es capaz de muchas insensateces en su cabeza perfectamente sensatas. 

Interrogo el gesto de la chica que lo estaba acompañando pero es mas una formalidad de comportamiento, un rasgo propio mio, que una acción con un objetivo. Casi que lo que tengo impulsado a hacer esta esculpido en el flujo de las ordenes eléctricas en mis nervios, el cariz y disposición de mis músculos, la intención de mis miembros.

- Él te dio la mano cuando lo necesitabas. ¿Verdad? ¿Vas a dudar ahora? - silencio mental - ¿Y si no es el? ¿Y si metes la pata? - otro silencio para permitir el duelo de mi propia mirada contra su contrapartida en mi cabeza. La respuesta no tiene palabras. Las palabras entorpecerían lo que esta en mis sentimientos.

Mi mano ha titubeado, quizás medio segundo, quizás todo un invierno de pelea entre si es o no sensato, pero al final se posa sobre el lomo del tronco del ser exangüe contenida en una pequeña caricia y una inmensurable convulsión de consuelo. Un aliento formado en mi cabeza con las sensaciones de máxima alegría de tener encima de la piel la luz del sol y el sudor en la frente del esfuerzo y el rumor de la sangre en los oídos y de sentirse por un sencillo instante que con simplicidad se puede perpetuar, total y completamente vivo.