Partida Rol por web

La muchacha abre muy sorprendida los ojos y se queda boquiabierta con el hechizo del arqueólogo. Comienza entonces a temblar y a musitar extrañas palabras, aparentemente agitada, hasta que Nysa, la enfermera, le susurra algo y le acerca uno de los cuencos, animándola a comer. Maeve parece serenarse un poco tras su arrebato, aunque mira desconfiada a Richard al tiempo que se ufana en la comida. 

Nysa levanta la mirada poco después y estudia fijamente a Holloc mientras termina de masticar uno de los escasos tropezones de buey del guiso.

—Yo… Bueno, no es que esté muy al tanto de los ingresos… eso lo lleva —tuerce el gesto y adopta una expresión de preocupación—… lo llevaba Mytle, de administración. Pero fue algo llamativo. Cinco pacientes ingresaron a la vez con la misma sintomatología. Un nuevo tipo de amnesia muy severa, se rumoreaba.   

Mientras el resto de los pacientes se encuentran absortos con la degustación del plato de Constanza y la conversación entre Holloc y el guerrero, Richard aprovecha para alejarse discretamente del corrillo, en dirección hacia la salida de la capilla. Parece que el arqueólogo quiere pasar desapercibido, pues ha elegido justo el momento más adecuado para hacer mutis por el foro... 

Mientras el resto de los pacientes se encuentran absortos con la degustación del plato de Constanza y la conversación entre Holloc y el guerrero, Richard aprovecha para alejarse discretamente del corrillo, en dirección hacia la salida de la capilla.

Cruza una mirada de reojo con Theo, quien parece haberse percatado de su salida. Con un poco de suerte no se entrometerá en los asuntos del arqueólogo.

- ¿Mytle, eh? - Resopló. - Y ahora Mytle está... - Parecía que la respuesta era obvia. Con todo lo que había sucedido en el sanatorio, fuera lo que fuera que había sucedido, si hablaba en pasado sobre esa tal Mytle, es que había fallecido. - Pues cuando has sabido de nuestra dolencia, bien que has alzado la voz, como si algo pasara... - Hizo una pausa incómoda para ver la reacción de aquella mujer. - ...parece que para no saber nada, te ha impresionado bastante el descubrimiento... - Se sentó junto a ella. - Venga, ayúdame a ayudarme. Dame alguna pista sobre quien soy y que pasó... - Le susurró.

Amnesia muy severa.

"..."  

No pudo esconder su desencanto frente a aquello, ¡eso ya lo sabían! Sin embargo, cualquier persona que supiera trabajar archivos, legajos y papeles debería ser capaz de encontrar algo de información sobre los pacientes... y él era capaz. La única cuestión era si en realidad arriesgarse por esos retazos de información merecería la pena el riesgo.

-Gracias.

Tomó el cuenco y disfrutó del calor que desprendía. En aquellas circunstancias era una maravilla.

-¿La señora Winter? -preguntó, mientras miraba de recelo sin poder impedirlo a la enfermera y la pobre chica a la que custodiaba- Y, ¿enfermera Nysa? ¿Hay algo en lo que podamos ayudar con... -hizo un gesto vago, refiriéndose a la chica- ¿Se encuentra bien?

Amensia, eso explicaba su situación actual y servía de alivio. Al menos no estaba loca.

—Sin duda somos esos pacientes. Una amnesia muy severa... y extraña. Nada de recuerdos... pero si conocimientos. Curioso cuánto menos y molesto, muy molesto—de nada servía ocultarlo y quizás la enfermera se apidara para darles más información—. ¿Por qué seguís en el sanatorio? ¿Por qué no os habéis marchado de aquí?

Aura cogió uno de los cuencos del guiso mientras esperaba respuestas.

Richard se escabulle discretamente de la capilla y cierra la puerta con sigilo. Se encuentra ahora en el pasillo por el que les condujeron. A su izquierda queda la barricada, visible desde su posición. Parece que hay varios supervivientes allí congregados, custodiando la sección del pasillo que dejaron atrás hace unas cuantas horas. Frente a él, el corredor continúa unos cuantos metros en penumbra, hasta una especie de cortina o tapiz que impide ver más allá. Hay también dos puertas un poco más adelante a su derecha. Y lo más importante… no parece haber nadie por los alrededores.   

—Este es un sitio tranquilo y no suelen ingresar tantos pacientes a la vez… fue un evento muy sonado —responde Nysa al guerrero. Desvía la mirada hacia Theo—. Siempre hay algo que hacer por aquí… Podéis ayudar al capitán con las guardias, cortar leña, o si disponéis de conocimientos médicos, hay pacientes a los que podríais atender. Si queréis ayudar hablad con lady Winter, ella es quien lleva las cosas desde… —mira a Maeve, quien se remueve inquieta— Shhh… tranquila, ya pasó, ahora estamos todos a salvo. Aplícate bien el cuenco.    

Aura interviene entonces. La enfermera tuerce el gesto, preocupada.

—No es seguro salir fuera… —baja la voz—. Hay... seres… Mejor no hablemos de esto ahora…

Pero Holloc no parece dispuesto a ceder ante las respuestas de la enfermera. Se levanta y se aproxima rudamente junto a ella. Nysa parece malinterpretar las intenciones del guerrero, adoptando una expresión escandalizada.

—¡Aparta pedazo de animal! —esgrime con fuerza la cuchara y trata de ganar unos centímetros de distancia—. No pienses que puedes aprovecharte de mí porque esté asustada. No te tocaría ni en tus más pecaminosas fantasías. ¡Aparta!

Holloc no se se esperaba para nada aquella reacción. ¿Qué demonios decía aquella pirada? El guerrero se quedó un tanto shockado ante las palabras de aquella mujer y tardó unos momentos en reaccionar. Miró de lado a lado buscando cierta complicidad en los rostros de las personas que le rodeaban. Esperaba que alguien saliera en su defensa, pues al fin y al cabo no había hecho nada malo. Tan solo pedía información y si la enfermera le había malinterpretado... ¿Qué culpa tenía él? - ¡Disculpe señora! - Exclamó malhumorado. - ¿Por quién demonios me toma? - Le preguntó enfadado. - ¡Deje de inventar historias! ¡Tiene usted una imaginación purulenta! - Hizo una pequeña pausa. - Nadie tiene fantasías con usted. No yo al menos... - Se dio media vuelta y a punto estuvo de marcharse a otro rincón, pero antes giró la cabeza y le dedicó unas últimas palabras. - Únicamente quiero descubrir quién soy y cómo irme a casa... - Cerró los ojos pensativo. - Sea cual sea mi casa...

El arqueólogo se encuentr en su salsa pudiendo explorar sin gnomos charlatanes y latas con patas a su alrededor así que en silencio se acerca al tapiz para echar un vistazo rápido y después a las puertas para comprobar si están cerradas con llave o magia,  buscando investigar sin "entrar donde no es invitado", por lo menos de momento. 

Sentía cierta inquietud por estar solo en estas circunstancias pero la soledad era también una vieja amiga, estaba seguro de ello. 

¿Estamos encerrados aquí dentro con los monstruos ahí fuera? A ojos del mestizo aquella no era la mejor de las noticias. ¿Los monstruos que no son los gules o los cambiaformas dementados? Sin embargo tampoco era de las más... inesperadas. Por horrible que sonase. Encajaba en todo aquello, y por qué toda la gente se portaba de forma tan horrible, como si no fuera sola cuestión de atrincherarse hasta llegar el rescate.

-No, señora, Holloc no es... un atrevido, sólo está confundido, como todos nosotros. Desde la última noche todo lo que hemos visto son. Uhm. Cosas -explicó- Ir a traer muebles para hacer leña puede ser una buena idea, pero, errr, ¿dónde puedo encontrar a la señora Winter?

No creía que sus brazos fueran especialmente aptos para destrozar escritorios y camastros con un hacha, ¿y si podía evitarlo? Iba a evitar TODO lo que tuviese que ver con el capitán de la guardia.

El corredor termina justo detrás de una cortina. Richard se dirige hasta allí primero, retirando la tela lentamente para no hacer ningún ruido. Pero nada ha preparado al arqueólogo en toda su vida para lo que allí aguarda…

A tan sólo unos pasos de distancia, allí donde se intuye una pared, se encuentra un ojo enromes proporciones. Una sustancia orgánica de aspecto purulento y quitinoso recubre la superficie recordando a la forma de un párpado, y de ella emerge este horrible órgano visual. La pupila fija inmediatamente su atención sobre Richard, y unos colmillos de aspecto francamente amenazante brotan de la parte inferior.

El arqueólogo se queda en shock durante unos instantes… ¿qué diablos es aquello?

No tenía intención de investigar esa "cosa". Porque... ¿Que era? 

El arqueólogo hizo memoria mientras le recordaba a su estómago que se tranquilizase, que el estofado estaba perfectamente asentado y expulsarlo sería mala idea. En vez de eso se alejó soltando el tapiz y decidió que después de todo las puertas eran más invitantes. 

Algo en la actitud de la mujer llamó la atención de Aura. Tras una semana de locura nada le extrañaba que lo que hubiera acabado siendo un intento por mantener el orden hubiese acabado degenerando en abusos desproporcionados. La desesperanza arrojaba a los hombres a cometer actos deleznables, actos que de haber sido cometidos debían ser castigados. 

—Nysa—dijo con el tono más comprensivo que fue capaz de poner—. ¿Hay alguien que haya intentado aprovecharse de ti desde que empezaron los ataques?

El arqueólogo retrocede y desliza la cortina, tapando aquel horror que no le quita el ojo de encima. Nada en su maltrecha memoria parece relacionarse con lo que acaba de descubrir. ¿Qué demonios era esa cosa?

Agitado, Richard se dirige hacia la puerta más cercana, deslizándose sigilosamente hacia su interior. La pequeña estancia se encuentra en penumbra y deshabitada. El arqueólogo todavía puede sentir las aceleradas palpitaciones de su anterior encuentro. ¿Estarán los supervivientes al tanto de aquel horror?

Poco a poco sus ojos se acostumbran a la oscuridad y el arqueólogo va serenando. Lo suficiente para examinar lo que se encuentra a su alrededor. La habitación está presidida por un amplio escritorio de madera, flanqueado por dos candelabros de plata, uno en cada esquina. Tras la mesa, un fresco adorna la pared con un cometa enorme en espiral sobre un fondo violeta, una de las representaciones más comunes de la Dama Gris. En la pared de la derecha hay un camastro con un arcón a sus pies. A la siniestra del arqueólogo se encuentra un armario protegido por una malla metálica repleto de rollos de pergamino, legajos y volúmenes sin distintivos en el lomo. Un enorme candado cierra el armario, impidiendo retirar la malla metálica.

Tapado con un tapiz le extrañaba que esa cosa no fuese conocida por algunos por lo menos. Era imposible que no se hubiesen pasado, alguien de hecho habría puesto ese tapiz, es lo que él hubiese hecho.

No obstante su corazón no atendía a razonamientos ni lógica, aunque si logró calmarse poco a poco cuando vio que la habitación era normal. Observó todo con curiosidad sin llegar a entrar en la habitación y después cerró la puerta con cautela antes de dirigirse a la próxima; una vez hubiese visto todas decidiría como proceder, además con ese fresco seguramente sería la habitación de la sacerdotisa Winter; prefería meterse en esa habitación invitada por la propia mujer salvo que no le quedase más remedio.

Poco a poco la enfermera comienza a tranquilizarse. Maeve no deja de mirar con una expresión bobalicona al guerrero, completamente ajena a lo que acaba de suceder. Brenton, el muchacho de mirada ausente, sigue ensimismado sin prestar mucha atención ni a su comida ni a lo que sucede frente a él. Solo DaNae, la única superviviente del grupo armada con una daga al cinto, estudia los movimientos de los recién llegados.

—Ya estás con tus neuras, Nysa, mejor tranquilzarse. No ves que el chico sólo quería información —dice DaNae vehemente. Su voz es extrañamente aflautada para alguien de su edad.

—¡Pero ha intentado agredirme! ¡Todos lo habéis visto! —Nysa sigue en guardia, apuntando con la cuchara a Holloc.

—Escuchar todos al semielfo. Han pasado por muchas cosas y tienen los nervios a flor de piel. Como todos nosotros. Baja la cuchara y déjalo estar. Seguro que no dan más problemas, ¿verdad que no? —DaNae se vuelve hacia el grupo—. Permitirme un consejo: respetar el espacio personal de cada paciente y nos llevaremos bien. Lady Winter debe de estar en sus aposentos, en la habitación de al lado si queréis ir a verla…  

Nysa tuerce el gesto y agacha la mirada hacia su cuenco. La capilla se queda en silencio durante unos instantes. Hasta que Aura interviene.

—Desde que empezaron los ataques… no. Este burro ha sido el único desde entonces… Bueno, eso si no contamos el incidente de Denman.

DaNae pone los ojos en blanco.

—¿Y qué paso al final? Nada, ¿no? —la corta tajante—. Pues ya está. No empieces Nysa… no empieces. Y tú mejor no le des bola —le espeta a Aura—, que para unas horas que tengo de descanso del servicio en la barricada no quiero pasármelas discutiendo sobre Denman. Otra vez.