Partida Rol por web

Por dios, estas malditas comunicaciones. Sonia seguía del otro lado de la línea escuchando una lluvia que le dificultaba la comunicación con Tomás.

Tom, venite directo para el Freddo de la esquinita de los tractores. Yo vivo cerca de ahí vamos de última caminando. ¿Te espero a las 23:00?

Un sonido le da la bienvenida a la respuesta de Tomás.

ok, pues nos vemos a las 23:00, besos cuelgo el telefono y miro a ver que hora es.

voy y miro el messenger a ver quien hay por ahi, y pongo el reloj, para que salte a las 22:45

La ventana se abre como siempre sin problemas.
Ingresas tu contraseña y das al botón conectar.

(...)
(...)

La red debe estar demasiado congestionada porque no parece que vaya a comunicar en ningún momento.

Tras esperar unos cuantos minutos más, la computadora se pone negra y la luz del monitor titila varias veces en color naranja. Signo que, por supuesto, Tomás ya conocía... la PC se estaba reiniciando.

vaya puta mierda a ver si ahorro un poco para comprarme una

No solo que el ordenador no se reinicia, sino que toda la electricidad en el aparato parecía cortada. No había una luz y por consiguiente reacción del aparato.

Al parecer la noche sería aburrida en la casa de Tomás, pero gracias a Dios pudo concretar sus planes antes de que ésta acabara.

22.15Hs

voy hacia el televisor a ver las noticias o algo, maldito ordenador, mañana lo tendre que llevar al reparador

Tomás se encuentra en su casa, aburrido, su ordenador no funciona del todo bien y aún queda mínimo media hora para que se decida a salir.

La casa se encontraba algo desordenada... la luz del baño había quedado prendida, lo cual se notaba ya que desde la mesa de la pequeña sala de estar del monoambiente, se podía ver cómo había quedado abierta la puerta del mismo.

La TV no mostraba nada interesante, no por lo menos F-Tv (Fashion tv)

vaya siempre echan las mismas pamplinas en la TV, bueno que se le va a hacer

La media hora que lo separaban de su partida transcurre tan silenciosa como todas las noches en esa parte de la ciudad.

Lentamente la aguja de su reloj se mueve hasta las 22.30 y luego se detiene completamente. Lo notas justamente porque te encontrabas siguiendo la manecilla larga cuando ésta para en seco.

y ahora que le pasara al reloj, vaya dia que llevo desde luego mejor no haberme, levantado, bueno puesto que el reloj no va a sonar la alarma puesto que se ha quedado sin pilas, pues ire a buscar una a ver si encuentro y si no pues me pongo en marcha y esperare sonia

me levanto y voy a buscar pilas por el piso
a ver si doy con alguna, si no encuentro ninguna pues me tendre que ir no vaya a ser que llegue tarde por culpa de las pilas del reloj

Tomás no encuentra un par de pilas que poner dentro del reloj despertador, pero dado que hace un momento eran las 22.30 era casi evidente que se acercaba la hora del encuentro.
Piensa que no estaría mal llegar un poco temprano a fin de cuentas.
El hombre de apenas 23 años toma un abrigo y decide salir a la calle, no sin antes echar cerrojo a la puerta de metal de su departamento.
La noche estaba estrellada, señal de que al otro día no llovería como anunciaron los medios.
Las primeras tres cuadras se hicieron rápido, luego la pesadez y las ansias de llegar a destino lograron que los 100mts que separaban un bloque del otro se alejaran instintivamente.
Los negocios se encontraban, obviamente, cerrados. No así bares y pubs en la avenida principal.
Tomás toma un camino alternativo al llegar a una conglomeración de personas que, por lo vistió, ya estaban borrachas.
Dos bloques más y llegaría a la esquina acordada.

me asomo a la puerta y observo si hace frio o no, si hace freskillo, me abrigo bien y salgo al encuentro de sonia, a ver como sale hoy la noche.

Natalia se quitó la almohada que le tapaba los ojos y notó que el sol ya había salido por el este Creo que ayer también salió por ese lado Pensó para sí misma mientras se destapaba para buscar sus pantuflas con forma de cerdito.

Adoro mis pantufletas, simplemente las adoro Naty, caminó hacia la cocina desperezándose al menos tres veces.

Buenos días Nilda, ¿cómo has dormido? Se dirigió a su queridísima ama de llaves.
Realmente creo hoy será un gran día. Me dijo Loreley que me pasa a buscar a las once, a propósito ¿qué hora es?

Son las 10 de la mañana Natalia, ¿qué quieres desayunar hoy? Pregunta insistente mientras se acomoda la batita de cocina que llevaba por sobre la cadera de dama antigua.
Nada con muchas grasas como siempre. ¿Me prepararías un jugo de frutas?, nada muy elaborado… sólo algunas naranjas, bananas y mangas.
La mañana transcurrió normalmente entre corridas por llegar al baño antes que su madre y poder tomar la planchita sin que se cumplieran las once de la mañana.
El timbre sonó y Loreley, obviamente la esperaba abajo, le pareció que el día se había puesto un poco más soleado de lo que había estado en las últimas semanas.
Amiga… amiga, amiga… ¡Lo que nos tenemos que contar! La morocha amiga de Natalia apareció debajo del umbral de la puerta. Sus trenzas caían laciamente sobre sus hombros y así se deslizaban siguiendo el contorno de una forma perfecta y casi formando una capa de piel sobre su cuerpo.
Traía lentes oscuros, protección necesaria contra el malvado sol que azotaba Buenos Aires, y un bolso de felpa negra a juego con las botas de tacones altos.
El sol mata Nats, cuidate la cabeza, yo sé lo que te digo… ¿por qué no te llevás una capelina?
Tras consejos de moda y algún que otro comentario sobre cómo había descubierto aquella mañana que el sol había vuelto a salir por el este, ambas se subieron al 206 rosado y condujeron, alternándose para conducir, hacia el Unicenter de Panamericana.
Por Dios Exclamó Natalia cuando notó el congestionamiento que había en la entrada del shopping.
Lore, buscame el rímel azul que dejé en la guantera… me olvidé de maquillarme, ¿qué me estará pasando?
Cuando la afroamericana cool se acerca a la guantera del alucinante 206 lanza una carcajada seguida de una burla hacia su amiga.
Tipo, no me digas que sos supersticiosa, o menos… no me digas que sos religiosa. Mientras decía esto levantaba con la mano un muñequito vodoo con tres manos y dos cabezas.
¿Qué clase de macumba es esa Naty? Mientras seguía agitando el muñequito Natalia la mira desconcertada.
¡¿Qué es eso?! Pregunta haciéndose obvio que no tenía idea de lo que era.
No lo sé, si no sabés vos que es tu auto. Responde Loreley aún entre risas y enjugándose las lágrimas de las risotadas que había largado.
Bueno, no lo sé, deja esa porquería y buscá el rímel.

Una hora y quince minutos después Loreley logra aparcar el auto, tras haber cambiado de mando con Natalia por no haber encontrado un lugar lo suficientemente ancho como para que ésta se sintiera segura al estacionar.
Entremos de una buena vez Leysis.
La mañana fue divertida y muy descontracturada, salvo porque en KSK no había un solo jean que le ajustase bien la cintura a la vez que le hiciera lindas piernas y marcara cola, pero esto era un contratiempo que no volvería a ocurrir, no mientras mantuviera su palabra de no volver a ese local.
Una extraña coincidencia se dio cuando, mirando relojes, le pareció recordar que la mujer que atendía el negocio era la misma que la habría recibido en la perfumería unos quince minutos antes. No dio mucho caso a lo que le habría parecido, o como ella misma pensaba, se había imaginado.