Partida Rol por web

Poco a poco se fueron reuniendo demás invitados a nuestro alrededor. De pronto vi al lobo que dirigió sus pasos y palabras directamente hacia a mí.
- Claro que te recuerdo querido. - una sonrisa indescifrable y unos ojos misteriosos y profundos se apoderaron de mi semblante. - Cómo podría olvidarte. ¿Has probado la comida? Está exquisita.

Justo cuando terminaba de pronunciar esas palabras la presencia del príncipe Encantador se hizo notable en nuestro grupo.
- ¿Molestarme? - pregunté directamente a su alteza. - ¡No! Para nada, el lobo no es como su nombre indica, más bien es encantador como vos. ¡Ah! - exclamé con fingida sorpresa. - ¿No será su alteza el feroz pues? - no pude contener una risa coqueta. - Por cierto y si no es mucha indiscreción, felicidades por su compromiso. ¿A qué hermana ha escogido? ¿A la melocontoncito o a la pequeña? ¿O más bien fueron ellas quienes gozaron del poder de decisión? - pregunté sin vergüenza - Mis más sinceras congratulaciones. Enhorabuena que también debería ir para nosotros como pobladores, que el reino está tan pobre que ya ni los ratones vienen para ser cazados. - tomé una pausa - pobre gato... - comenté con verdadera tristeza.

Hablando del cual acababa de hacer una pirueta impresionante.

No sabía que le gustara tanto el juego y llamar la atención...

Por un mínimo momento aquel pensamiento resonó en mi cabeza con cierto tono de enfado pero que no tardó en desaparecer. Conocía de muy primera mano lo altivo y desdeñoso que podía ser un felino pero si esa era su forma de disfrutar la noche quién era yo para impedírselo. Si Botas disfrutaba y se desenvolvía con facilidad, yo sería la primera en regocijarme en ello. Rompí una lanza a su favor.

- Jóker, lo siento mucho pero creo que jamás llegará a igualar a mi acompañante. No es un gato cualquiera ¿sabe? es el Gato y jamás he conocido a nadie más talentoso que él. Su dominio del equilibrio es perfecto, casi mágico. - añadí con ternura.

Abrí la puerta del vestíbulo, un poco alterado por la carrera que me había dado para llegar a tiempo a la recepción. ¡Maldito campesino mira que indicarme mal el camino allá en el bosque! ¡Un poco mas y no llego! me apoyo en una columna mientras intento recomponer un poco mis ropas justo en el momento en el que el gato hacía su última pirueta. Sonrío mientras le dedico unos aplausos discretos.

- ¿He llegado a tiempo para la cena? - Pregunté a nadie en concreto rezando para que así fuera, ¡porque me moría de hambre!

El príncipe escuchaba atentamente el discurso de la dama de cabello blanco, sorprendido de darse cuenta de lo poco que sabía de ella en realidad y de lo mucho que la bruja creía saber sobre él.

Debo decirle que el lobo era la menor de mis preocupaciones añadió mientras reprimía un gesto nauseabundo mirando a ese cerdo sin clase. Mientras la dama continuaba su discurso, el príncipe tragó saliva, miró de nuevo a la mujer que le hablaba, considerablemente atractiva, por cierto, y recuperó su brillante sonrisa y su porte radiante, demostrando seguridad y atención.

Vaya, veo que las noticias vuelan, o mejor dicho debería decir rumores. No existe tal compromiso por ahora, comenta devolviéndole otra coqueta sonrisa. Lamento decepcionarla. Pero tenga claro que si en mis manos están los asuntos de este reino en algún momento futuro, jamás permitiría que pasarais hambre.
Creo que no nos han presentado aún, a pesar de lo mucho que parece saber de mí.  Comenta burlón. Acto seguido coge su mano y la besa y tras una breve pausa añade Con quien tengo el placer de hablar?

¿He llegado a tiempo para la cena?

El príncipe gira su cuerpo sin moverse de donde se encuentra y saluda al bardo alzando su mano mientras dice
Buenas noches caballero, bienvenido!. Llega usted bien a tiempo, pues todavía estamos esperando. ¿Quiere unirse a tomar un canapé mientras esperamos?

Al poco de la llegada del esperado bardo, una fanfarria de trompetas sonó detrás de la puerta de la sala de audiencia. ¡Sus majestades estaban ya listos para escuchar a los demandantes! La expectación a cada momento que pasaba, y un corrillo se fue formando frente a la gran puerta de roble para escuchar al estirado lacayo, ataviado con peluca blanca y librea dorada que la abrió para dirigirse a los súbditos que allí se habían reunido.

- ¡Sus altezas reales los príncipes Encantador y Séptimus! Anunció ceremoniosamente.

¡Aquella sí que era buena! ¡Todo un año esperando para exponerle al rey asuntos de vital importancia y a los primeros que llaman son a esos dos forasteros! Algunas cabezas trataron de asomarse a la rendija de la puerta para ver si podían contemplar la afamada belleza de las dos princesas, pero tan pronto como los dos príncipes acabaron de cruzar el umbral, esta se cerró de un fuerte golpe dejando al resto de los allí reunidos con la miel en los labios.

Obervo como los dos príncipes salen del vestibulo para pasar a la zona de audiencias. Sonrio para mi mismo mientras intento averiguar que motivo puede haber hecho que dos ilustres principes de la más pura sangre real pidan audiencia como un subdito más en la reunión de hoy. Como no logro hacerme con una idea del motivo me acerco a la primera bandeja que encuentro, cojo un par de canapés que como con la mayor educación posible. Después de haberme limpiado las manos me acerco al lugar donde se encuentran la Bruja Piruja y su acompañante el Gato Con Botas

- Saludos , gran demostración de agilidad la suya -Comento al Gato con Botas, en seguida, sin esperar contestación de él me vuelvo hacia la bruja y le hago una reverencia al mas puro estilo de la corte local.

-Encantado, señorita. Quizás deberíamos revisar aquellos cuentos que hablan de lo desagradables que parecen las brujas, ya que usted es una prueba viviente de lo equivocados que estan todos ellos.

Justo después de que portal de la sala de audiencias se cerrara provocando un gran estruendo, y justo antes de que el murmullo de los invitados volviera al vestíbulo, estallé con carcajada cínica.

- ¡¿En serio?! - iba recuperando la compostura - ¿Los primeros en pasar ni siquiera pertenecen a este reino? - fue inevitable que volviera a reír. Sin embargo poco duró mi alegría, que no dejaba de ser irónica, ya que al cabo de unos segundos mi tono se volvió muy serio, casi amenazante - Obedecer a tu dueño para que luego, en vez de alimentarte a ti, le dé comida al perro del vecino.

Antes de que la gente pudiera saltar a conclusiones equivocadas preferí aclarar brevemente mis palabras.
- Los príncipes podrán ser tan encantadores y tan asombrosos como nadie haya podido imaginar. Pero estoy segura de que no soy la única en pensar que las ceremonias y festejos deberían ir después de las necesidades del pueblo. Aunque claro, se me olvida que el dinero es al hombre lo que el agua a la planta.

Volví a reírme estando más calmada. La resignación no iba a llevarme a ningún lugar, o al menos a ningún lugar en el que quisiera estar. Mientras cavilaba otro nuevo invitado se acercó hacia nosotros y con mucha educación se incluyó en las charlas.
- Buenas noches caballero, ¿acaba de llegar? Es la primera vez que le veo.

Me acerco al gato con curiosidad. No estaba acostumbrado a hablar con animales... vivos. 

-Impresionante demostracion sin duda, quizás podais enseñarle algun truco nuevo a mi hijo. ¿De donde sois amigo?- sonrio amistoso mientras cojo un par de jarras de cerbeza y le ofrezco una.

Tras la demostración felina, unas trompetas sonaron y me asusté un poco. - ¡Fss! - Hice un ruido como de no gustarme. Todos estaban asombrados por mi agilidad. Incluso uno se me acercó y quería hablar conmigo. - Claro que si señor, cuando usted guste. La verdad es que provengo del Bosque Terrible, y la bruja Piruja me acogió a su bella casa. ¿Y usted? - Le dije aceptando la jarra. 

Una vez los reyes abren la sala de audiencias, me asome haber si ya estaban todos los invitados. Y si ya estaban todos. Me fui rápido  para la cocina para prepara los postres y la tarta nupcial de las princesas. Ya que eligió el postre la Reina que era su madre.
No me hacia mucha gracia la Reina, no les dejaba a la hijas que eligiesen la tarta en este día tan especial con su compromiso. Pero siempre tenía que llevar la voz tonante la Reina.

Estaba decorando la tarta nupcial y estaba quedando muy bonita. Me acorde de decirles a unos de los sirvientes. ¿Tienen vino nuestros invitados, intentar que nos se queden sin suministro de alcohol? Voy al almacén y cojo el vino que le gustaba al rey para cuando llagaba una velada especial como el compromiso de sus hijas.
 

Sonrio al gato y doy un trago.

-De por aqui y de allí. Me gustan los bosques, de echo vivo gracias a ellos y lo que contienen.-Digo riendo.- La verdad es que no esperaba que me invitaran, solo soy un humilde cazador.-Me encojo de hombros.

-¿Y tu? ¿Enchufe? ¿Contactos?- bromeo.- La verdad es que me gustaría hablar contigo un poco mas adelante en privado, si no tienes inconveniente claro.

Con relativa discreción agarro un plato vacío, lo lleno de anacardos, avellanas, cacahuetes, gevuinas y semillas de calabaza. Deposito el plato lleno en el suelo, junto a una pared. Engullo con comodidad y sonora fruición.

Pese a estimar su trabajo y en cierta manera a toda la familia real el deber de un bufón era tanto la risa como la verdad velada , pese a  la distancia que le separaba de la bruja en voz alta contesto a la nada con un chascarrillo
Y la monarquía como  una bicicleta para un pez......eso si es una bicicleta preciosa .

- Buenas noches caballero, ¿acaba de llegar? Es la primera vez que le veo.

- Asurancetúrix el Bardo para servirla, hermosa señora. Creador de historias, ilusionista de sueños, amante de los placeres de la vida y de la vida en general -Recito mi acostumbrada presentación mientras repito una nueva reverencia. -Me hallo en este castillo para, creo que como todos aqui, recibir audiencia con nuestro soberano y de camino distraer a los ilustres invitados con algunas historias y canciones. Mas por poco no llego por culpa de un campesino malhallado que me indicó mal el camino al amanecer y eso me obligó a medio día desandar todo lo andado a velocidad inhumana para mi y mi caballo, todo por lograr llegar a tiempo a esta audiencia. -Digo mientras me incorporo y cojo dos copas de vino de una bandeja que una bella sirvienta ha comenzado a sacar, entrego sonriendole una de ellas a la Bruja Piruja.

-Por cierto, debo decir que estoy totalmente de acuerdo en su comentario sobre el mal gusto que ha tenido su majestad de recibir primero a esos extrangeros antes de sus propios súbditos. ¿Puedo preguntar, si no es demasiado indiscreto por mi parte, que la ha traido aquí esta noche?

Conforme el Bardo se iba presentado y explicando las razones por las cuales había llegado tarde, mis oídos fueron a parar sin querer a la conversación del Cazador con Botas.

Oh, no, no, no; Negaba para mí, estás adentrándote en un terreno fangoso...
Mis razonamientos cobraban forma y se detallaban mejor para explicar por qué mis sentidos, que eran más de cinco, se ponían en alerta. Aunque ahora no era el momento de perderse en teorías, que lentamente nacían en mi subconsciente, sino de centrarse en la persona que se estaba dirigiendo a mí. De todas formas yo no podía permitirme entrar en pánico.

- Perdone mi despiste - me disculpaba mientras cogía la copa - a veces las estrellas me reclaman y me pierdo en mis propios pensamientos. ¿Decía que un campesino le indicó mal el camino? No se lo tenga muy en cuenta, - dije para relajar a aquel buen hombre - habrá tenido un despiste o perdido el sentido de la orientación. ¿Qué iba a ganar a cambio de darle malas instrucciones de cómo llegar? El ser humano no es tan malo - reflexioné un segundo - bueno, sí que lo es, pero no sin razón. Lo importante es que ya está aquí.

De repente me acordé. ¿Me había llamado señora? ¿Tan mayor parecía? No es que me incomodara mucho pero no era del todo un término correcto. Aunque... ¿Qué era en realidad un término correcto? Incluso la propia realidad era relativa. Así que no se lo tuve en cuenta y continué con nuestro diálogo.

- Vengo para hacer a su Majestad el verdadero significado del poder. Dígame Asurancetúrix, usted que conocerá tantos relatos y fábulas, si pudiera elegir entre un puñado de monedas y un buen cuento, ¿cuál escogería? Pero antes de decidir piense que el dinero se marcha, y a veces vuelve y otras no, pero el conocimiento perdura por siempre. ¿No es eso lo que lo hace valioso? ¿No son las cosas imperecederas las más valiosas en la vida? - observé su rostro - El Rey debería saber mejor cómo administrar su tesoro. ¿Cómo es posible que algunos tengan tantos y otros tan poco? Mi casa se cae a pedazos y casi ya no tengo techo, y como yo casi todos habitantes. Es probable que el Rey ni siquiera se haya dado cuenta. Alguien debería hacérselo saber o acabará reinando un lugar de fantasmas porque todos nos habremos ido.

Terminado mi plato de frutos secos regreso a las mesas. Me sirvo ciruelas pasas, higos secos y dátiles. Vuelvo a apartarme un poco del grupo para comer a mis anchas, depositando otra vez el plato en el suelo. Suelto un débil erupto.

- Contestando a su primera pregunta, le diria que siempre es mejor un buen cuento, ya que algunos cuentos, solo el conocerlos y poder relatarlos valen su peso en oro y un par de ellos, me consta, pueden generar dinero por si solos. -Me detuve un segundo a mirar su cara, se la veia afectada de verdad. Parecia sentir aquello que decia y quise interpretar en su mirada un verdadero anelo por mejorar la situacion de aquellos mas desfavorecidos.

-Sin embargo, usted me habla de cosas serias y yo aqui vanalizandolo todo. Ruego que me disculpe pero es deber de un bardo sacar una sonrisa siempre que se pueda a una bella joven o perecer en el intento ¿La casa se le cae a cachos, dice? No comprendo que tiene ver el rey con eso ¿No es mas facil coger un poco de madera y paja y arreglarla, en vez de venir hasta aquí para quejarse?

-Disculpe, quizas, por mi desconocimiento en los ultimos asuntos de la region, pero hay una cosa que no comprendo ¿Dice que se le cae a usted y a muchos el techo a pedazos? ¿Tan mal esta la situacion que no tienen ni siquiera madera para arreglarlo? ¿Como ha podido llegar el pais a esa situacion?

- Mi techo es sólo una excusa para hacerle ver a sus Majestades cómo están las cosas. - intentaba explicarme mejor - Todo tiene solución mientras uno ande vivo, pero a veces resulta agotador buscar un remedio para todo. Si la gente se acaba yendo, si todos desaparecemos... ¿a quiénes van a gobernar? ¿Qué dirán las historias de nosotros? "Érase una vez que se era, el Reino de Macedonia dejó de ser tan fabuloso que todos sus habitantes acabaron yéndose. Tan sólo permanecieron en él los miembros de la familia real y cuatro gatos, cada uno más loco que el de al lado." Ah, no, espere, que como la cosa siga como hasta ahora tendría que ser algo como... "Érase una vez que se era, en el Reino de Macedonia donde no vivía nadie y donde nada pasaba. Fin".

Medité por unos instantes.

- Lo siento señor Asurancetúrix, pero yo no quiero formar parte del cuento más aburrido de la historia. Mi vida no habrá sido muy larga aunque tampoco ha sido fácil. Es cierto que no he sido un héroe pero si algún día fallezco espero que al menos alguien pueda recordarme por algo. Aunque sea por acabar despellejada al intentar hacer ver al Rey la situación de sus tierras. Además... usted se quedaría sin trabajo. - añadí como broma para relajar la intensidad de mis palabras. Le hice un guiño y sonreí relajada. El politiqueo resultaba tan aburrido... Sin embargo parecía muy necesario en los tiempos en que corríamos.

- No le mentiré, tampoco me desagradaría el hecho de que me arreglaran la casa. Es horrible cuando llueve en ese bosque y en el mundo de la magia existen ciertas reglas... No puedo abusar de mi talento. Como el Rey tampoco puede abusar de su poder y del dinero de otros. ¿A dónde habrá ido a parar todo ese tesoro real que poseía?

Miro al cerdito Porky con mala cara. Espero que le llegue pronto su San Martin, pienso para mí. Luego y tras un asentimiento hacia el gato me dirijo hacia la bruja.

-Señores, no quiero pecar de entrometido, pero no e podido evitar oir su conversación y es un tema que me interesa. -sonrio- El techo de una mujer siempre es motivo de preocupación, y sin duda sus majestades y los... extranjeros están reunidos precisamente por un motivo que bien podría acabar con con el problema financiero. Pues segun tengo entendido el reino de donde provienen no está falto de reales.

Sonrio.

-Yo realmente espero siga adelante siempre y cuando ambas partes estén de acuerdo ¿no opinan igual?

Los chismorreos de Elmer se vieron interrumpidos cuando la gran puerta de la sala de audiencias volvió a abrirse por segunda vez. Acompañados del mayoromo Sebastián, los dos príncipes regresaban al vestíbulo con el resto de invitados. Encantador parecía satisfecho por el resultado de la audiencia, pero su hermano Séptimus traía una cara contrariada. ¿A qué se deberían aquellos malos humos?

La voz del mayordomo anunció entonces:

-El cazador real Elmer Gruñón. Y familia.

¡Pero bueno! ¿Es que acaso los sirvientes no podían exponer sus quejas cualquier otro día del año? No, tenían que esperarse al día de las audiencias y aun así los llamaban antes que al resto. ¡Menudo desastre de protocolo!

A la llamada, la jefa de criados Mary Rose acudió apresuradamente desde la cocina atrayendo la mirada de la mayoría de los invitados, y se agarró del brazo de su marido el cazador. La muchacha no estaba nada mal, y el uniforme de criada le venía que ni pintado. 

Algunos se sorprendieron de que detrás de ellos dos entrara también, dando graciosos saltos, el bufón Jóker. Así que su hijo... Las princesitas se encaprichan con tener un bufón y papá y mamá le consiguen un puesto en la corte al niño. ¡Así anda el reino!

Justo cuando termino de comer todo lo contenido en el plato, veo cómo sale aquella familia del vestíbulo. Se cierra la puerta de la sala de audiencias. Vuelvo a la mesa repleta de alimentos dispuesto a comer más frutos secos.

-Damas y caballeros -digo mientras relleno mi plato-, ¿quién hay detrás de la máscara del saltimbanqui Jóker, un hombre o una mujer? Por los movimientos yo diría que se trata de una fémina. ¿Y vos que decís al respecto, Asurancetúrix?