Partida Rol por web

Érase una vez

La biblioteca

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24/02/2013, 11:12
El Gato con Botas

¡Allí estaba! Por la sangre no habría problema... seguro que su mad... Mary Rose podría conseguirle alguno de los trapos manchados que se acababan de llevar las criadas... La lágrima ya era otro cantar. ¿Serviría una de ella misma? Al fin y al cabo tenía sangre real y es como si fuese una princesa... aunque no reconocida. Podría empezar por ahí y recoger una de sus propias lágrimas... las de Piruja, bueno, ella misma. De su propio cuerpo. Y ver qué pasaba... Y si no funcionaba... Afortunadamente la Princesa Zelda tenía alergia a los gatos, así que seguramente podría hacer que le llorasen los ojos con facilidad... Y si no fuese el caso, la Princesa Peach tenía fama de ganarse unos berrinches impresionantes.

¡Hora de trabajar!

Piruja en su forma felina corrió al laboratorio para hacerse con dos o tres viales vacíos. Los guardaría en alguno de los bolsillos de la capa de El Gato. (Si el laboratorio estaba cerrado, estaba segura de que una copa de cristal del Salón serviría). Luego iría a pedir a esas dos criadas que habían limpiado la sangre que le dejaran ver uno de los trapos y cuando tuviera las gotas de sangre en los viales... probaría a dejar una de sus propias lágrimas. ¡Sí! ¡En forma felina! Si lo que importa era el alma, funcionaría... Si lo que importaba era el material genético, buscaría a Piruja... al auténtico Gato. ¡Haría que llorase y voilá!

¿Qué podía salir mal de todo eso?

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25/02/2013, 02:07
Director

Y aunque a idea era buena, la magia era una fuerza oscura que no siempre respondía a deducciones racionales. No fue difícil conseguir uno de los trapos con los que Mary Rose estaba limpiando la sangre de Feroz. El recuerdo del que había sido su amante y de las noches que juntos habían pasado en su habitación en las noches más frías del invierno hizo que una lágrima de añoranza cayese sobre sus bigotes antes de depositarla en el frasquito de crital. Ya todo estaba listo: solo faltaba encontrar al gato, así que Piruja regresó a la sala de baile donde ya empezaban a escucharse las primeras notas de un laúd.