Partida Rol por web

Érase una vez

La biblioteca

Cargando editor
11/02/2013, 03:19
Director

¡La gran biblioteca real! Los preceptores de la princesa Zelda le solían decir que en aquel lugar se reunía toda la sabiduría del reino: mapas de lejanos lugares, la historia de su propia familia y de las principales casas del reino, densos tratados de alquimia, astronomía y geometría, y hasta novelas de intrépidos caballeros e ingenuas doncellas, que eran los preferidos de su hermana Peach.

Lo cierto era que a Zelda todo aquel "tesoro" nunca le había interesado lo más mínimo. ¿Para qué perder el tiempo entre papelotes viejos pudiendo practicar equitación, esgrima o simplemente disfrutar de las historias que cantaban los juglares? Sin embargo, aquel día la princesa buscaba algo importante en la biblioteca. ¿A qué venía aquel súbito interés por los libros?

Cargando editor
11/02/2013, 12:29
La princesa Zelda

Salí rápidamente del salón, tenía cosas que hacer que no podían esperar. En el pasillo eché un vistazo hacia la puerta que acababa de traspasar, para comprobar con satisfacción que el bardo había captado mi gesto y se proponía a seguirme. Pero Encantador le cortó el paso para hablar de algo que no llegué a oír, pero resultaba realmente sospechosa su sonrisa y el rápido encuentro que mantuvo con la rubia. -Debo darme prisa-. me apremié a mi misma al entrar en la enorme biblioteca de palacio.

Permanecí de pie unos segundos contemplando la grandeza del lugar. Los libros que allí se guardaban no eran de mi interés y nunca lo habían sido, puesto que la mayoría eran obras basura sobre príncipes tontos, princesas rubias y finales super mega felices. Encargados en su mayoría por padre para darle caprichos a Peach. Los pocos libros que yo poseo los adquirí en Hyrule y están guardados a buen recaudo en mi cuarto, lejos de miradas indiscretas y mentes vacías como la de mi hermana.

-¿Dónde puede estar el maldito cofre?-. Suspiré hondo y comencé a revolverlo todo. Saqué libro por libro, esperando encontrar el bendito tesoro. El vestido dificultaba enormemente el trabajo de subir y bajar las pequeñas escalerillas que llevaban a los estantes más altos así pues, me desprendí de él, quedándome en enaguas, para trabajar más cómoda. Quién me viera, pensaría que más que una princesa, era una hormiguita obrera, subiendo y bajando, abriendo libros y mirando por doquier.

Notas de juego

Lo cierto era que a Zelda todo aquel "tesoro" nunca le había interesado lo más mínimo. ¿Para qué perder el tiempo entre papelotes viejos pudiendo practicar equitación, esgrima o simplemente disfrutar de las historias que cantaban los juglares?

 

He de aclarar que la cabeza hueca es la rubia, no yo XD

 

Cargando editor
12/02/2013, 03:52
Director

Mientras la princesa se afana por buscar el cofre del tesoro entre toda aquella montaña de libros, un ruido procedente de detrás de uno de los estantes, como un golpe seco en sobre la madera la alarmó. Acercándose sigilosamente a la estantería de donde procedía pudo escuchar claramente una voz masculina que decía: 

-¿Habéis visto eso? ¡Hoy es nuestro día de suerte! Lástima de cerrojo. Parece difícil de forzar. Ayudadme a cargarlo hasta el puesto de guardia donde tengo unas cizallas y podremos repartir el botín.

¡Ladrones en palacio! 

La princesa Zelda se dio la vuelta sobresaltada dispuesta a dar la voz de alarma a la guardia cuando se encontró de frente con el lobo que había comparecido hacía unas horas en la audiencia. ¿Qué demonios está haciendo aquí? ¿Estará confabulado con los ladrones? Un escalofrío de terror recorrió entonces su cuerpo al sus garras y colmillos afilados.

Cargando editor
12/02/2013, 04:05
Director

Notas de juego

Zelda, cariño, aunque no seas una cabeza hueca tampoco es que seas una intelectual. Lo tuyo son las aventuras, no los viejos tratados de alquimia.

Cargando editor
12/02/2013, 11:21
La princesa Zelda

Al parecer hay ladrones en palacio y los muy condenados han encontrado el cofre antes que yo, -Sabía que esta audiencia llena de chusma y animales roñosos y muertos de hambre, no era buena idea-. Me doy la vuelta para correr a llamar a la guardia real y para mi sorpresa, me doy de narices contra una enorme masa peluda, lo cual provoca que caiga de culo contra el suelo. 

Levanto la mirada y al ver las garras y los enormes dientes puntiagudos del lobo, no puedo más que abrir los ojos como platos y comenzar a gritar como una loca,

-GUAAAAAAAAAAARRRRRRRRRRDDDDDDDDIIIIIIIIIAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAASSSSSSSSSSSSSSSSS-, mientras arrastrando el pandero hacia atrás intento alejarme del animal como puedo, intentando cubrirme con las manos las enaguas. En este punto, estaba claro que quitarme el vestido para investigar más cómodamente no fue una buena idea. Y aunque el lobo se llenaba la boca diciendo que era vegetariano, ¿Qué hace aquí?, ¿Por qué no llamó a la puerta?, ¿Por qué me mira así?.

 

Cargando editor
12/02/2013, 20:24
El lobo feroz

Jo, tía, ¡vaya recibimiento!

Me limpio las babas e intento poner cara de cordero degollado (no por mí, claro).

- Esto, princesa, tranqui, tía, vivirás más... Que soy un lobo vegetariano, pacifista y hippie. Don´t worry, be happy... No grites, que te estropeas la voz y la tienes muy bonita.

¡Jo, cómo mola! Va en bragas...

- Que qué te digo... Que me manda tu padre, el rey, que te busca. No te voy a hacer daño, al contrario, yo te daría mi amor, que es mejor... Va, tía, escucha, que voy de buenas.

Abro los ojos y otra vez las babas. Tanta carne a la vista...

Cargando editor
13/02/2013, 14:59
La princesa Zelda

Al oír las palabras del lobo, cierro la boca y los gritos cesan. Lo observo con el ceño fruncido, mientras me ayudo con el respaldo de una silla para levantarme. -Me importa un pepino si eres vegetariano o hipipi -¿eso qué es?-, estás en palacio plebeyo, deberíais tener un mínimo de delicadeza y llamar antes de entrar-.

A la vez que hablaba enfadada hacia el peludo, cojo el vestido y comienzo a colocármelo rápidamente. -¿Padre me ha llamado... A MI?, ¿Ha dicho por qué?--. Ante la impotencia de atarme el vestido e ignorando sus últimas palabras, me acerco al lobo y me volteo para darle la espalda, -Ajustadme el corsé, y cuidado con las garras, el vestido es de seda y no quiero ningún rasgón-.

 

Cargando editor
13/02/2013, 17:34
Director

A otro lado de la estantería se escuchó una nueva voz vagamente familiar. La princesa y Feroz tan solo pudieron escuchar los fragmentos entrecortados de una conversación:

-Está bien Osvaldo, [...] a ver si evitamos a esos guardias, [...] al salir me gustaría hablar con ese flautista... [...] si tiene algo interesante que decir quiero oírlo.

Y un instante después, el sonido de una puerta o trampilla de madera cerrándose.

Cargando editor
13/02/2013, 17:39
Director

Los primeros en acudir a la carrera a la llamada de Zelda fueron su madre y el bardo. Nada más entrar en la biblioteca se sobresaltaron al contemplar una imagen de lo más sospechosa: la princesa Zelda, vuelta de espaladas y el el corsé bajado, estaba siendo ayudada por aquel fiero animal a vestirse.

Cargando editor
13/02/2013, 19:41
La princesa Zelda

Oí esa extraña pero a la vez conocida voz hablar nuevamente. El ladrón había encontrado el cofre y se disponía a marcharse. No puedo permitirlo. Al ver que el animal duda en abrocharme el maldito vestido, añado con urgencia en la voz, - Vamos, rápido que tengo que salir de aquí cuanto antes-. 

Escucho la puerta cerrarse y veo a madre ahí de pie, junto al bardo. -Genial, el cantamañanas no podía elegir peor momento para aparecer-. Me sujeto el vestido ante la expresión en el rostro de mi madre y añado con rapidez, -Madre, esto no es lo que parece, yo...- Cierro la boca intentando encontrar las palabras, pero no hay tiempo. -Madre creedme, esto no es lo que parece, pero debemos darnos prisa, hay ladrones en palacio y tienen el cofre, los he oído mientras buscaba entre los libros, hay que alertar a la guardia y a todos... dijeron un nombre, Osvaldo...-. -Como consigan el maldito tesoro antes que yo, estoy perdida, y mi cuento con Encantador no se hará realidad-.

Comienzo a caminar hacia mi madre y me pongo espaldas a ella, -Por favor, ajustadme el corsé que se aflojó y yo no soy capaz sola,  pedí al lobo, que acaba de llegar mandado por padre a buscarme, que me ayudara, no... no puedo salir así con todos los invitados. Madre rápido que se roban el tesoro-.

Cargando editor
13/02/2013, 21:29
El lobo feroz

Jo, tío, qué complicado es esto. Y yo con estas zarpas...

Justo cuando estaba intentando colocar la mierda de encaje, entran la Reina y el Bardo.

- Esto... tíos, no es lo que parece, aunque ya me gustaría... Buah, ¡vaya plan! Y esta que no se está quieta y yo que me pongo cada vez más nervioso. Porque han venido, que si no tenemos un susto...

La Princesa se acerca a su madre.

- Perdón, princesa, qué torpe soy, aunque tengo otras habilidades. Luego, si eso, te las enseño, o algo.

Cargando editor
13/02/2013, 21:59
La reina Corazones

Lo primero que piensa la reina al encontrarse tal escena es "¿Qué demonios hace el maldito lobo con mi hija?" Se queda paralizada de horror, y escucha lo mejor que puede las explicaciones de Zelda y del Lobo.

¿Ladrones? Pero si... el Cofre lo tenía ella. Las cosas se complican demasiado, tal vez debería asegurarse de que el cofre continúa en su sitio.

Ajusta con velocidad y destreza el corsé de su hija.

-Id en seguida al salón con todos, yo iré en busca de los guardias.-Es decir, en busca del cofre...-Y tú.-Señala al Lobo.-No pongas tus zarpas encima de mi hija.

Cargando editor
13/02/2013, 22:40
La princesa Zelda

La reina apretó tan fuerte el corsé que juraría que mis dos últimas costillas se desplazaron un poco hacia adentro. Respirando como buenamente podía, asentí a mi madre, esperanzada por el hecho de que ella se haría cargo de los ladrones. Sabía que padre me reclamaba, cosa que de no ser importante o de máxima urgencia no haría, ya que la mayoría de las veces se olvidaba que yo existía. - Si madre, ahora mismo voy.-. Miré al bardo, quién hasta el momento permanecía en silencio. -¿Por qué demonios ha tardado tanto?, debería haberme seguido hasta aquí para poder llegar a un acuerdo, y ahora viene acompañado de mi madre, ¡Genial!, simplemente genial. Yo siempre tengo que ser la última en todo, seguro que la mugrosa de Peach ya ha hablado con él... Y ahora padre... y los ladrones... y...buffff, sólo espero poder hablar con él y convencerlo de que mi cuento es el mejor-.

Tras una breve reverencia, me encaminé hacia la puerta, para volver al salón de baile.

Cargando editor
13/02/2013, 22:53
Asurancetúrix

Asuranceturix no estalló en un ataque de risa porque un "¡¡¡¡QUE LE CORTEN LA CABEZA!!!!" resonaba en su mente. Intentó adelantare para ser él el afortunado que terminara de ajustar el corsé rebelde cuando la reina see adelantó.

-Id en seguida al salón con todos, yo iré en busca de los guardias

Sí claro -Piensa Asuranceturix -Y yo voy y me lo creo. Tu vas por el cofrecito ese que os está haciendo correteaer por todo el castillo. Se cuenta que en el castillo hay un tesoro y yo quiero encontrarlo.

 

Notas de juego

Si el resto de gente sale, salgo con ella, pero me oculto en alguna sombra para seguir a la reina cuando vaya a donde quiera que vaya

Cargando editor
14/02/2013, 01:28
Director

¿Osvaldo? ¿De qué me suena ese nombre? ¿No había un guardia en palacio llamado así? ¡Maldita sea! Tendría que haber prestado más atención, pero cualquiera se aprende los nombres de toda la guardia... En cuanto al cofre, al final iba a resultar que había sido una mala idea guardarlo en la cámara secreta de la biblioteca. Pero quienquiera que fuera el que  hubiera accedido a ella tendría que haber contado con la ayuda de algún sirviente de palacio. ¿Quién podría haberme traicionado? Los únicos que conocíamos que se encontraba aquí éramos Sebastián y yo (de hecho él fue el que me advirtió que debajo de la cama no era un lugar apropiado para guardarlo). ¡Y pensar que lo tenía por un siervo de confianza! ¡Está visto que no puedo confiar en nadie!

Cargando editor
14/02/2013, 01:36
Director

La princesa Zelda regresó a la sala de baile y su madre y el bardo se quedaron pensando sobre aquella explicación. ¿Adónde habrían ido los ladrones de los que hablaba? ¿Y qué pintaba el aquel lobo en toda aquella historia?

Cargando editor
14/02/2013, 16:27
La reina Corazones

La reina sale de la biblioteca, en busca de Sebastián. Esperaba una explicación coherente. Al final resulta que debió esconderlo donde quería hacerlo de primera mano, pero por recomendación de su sirviente lo escondió en otro lugar. Ya no sabía en quién confiar, y en el caso de volver a encontrar el cofre, desde luego lo escondería en un lugar donde NADIE supiera que está. Incluso podría dejar pistas falsas.

Pero ya era tarde, habían robado el cofre y la solución era el sirviente. Que ganas de gritar "¡Que le corten la cabeza!" tiene hoy la reina, más de un pobre desgraciado la habría perdido a estas alturas.

Cargando editor
14/02/2013, 18:56
El lobo feroz

¡Qué gente tan histérica y susceptible! ¡Qué mal rollo! Y yo compuesto y sin collar... ¿Dónde decía Zelda que iba? Ah, sí, al salón de baile. Pues allá que me voy, a ver si pillo cacho o algo...

Hago una reverencia a la Reina (se me caen las babas al suelo) y me voy tras Zelda al salón de baile.

Cargando editor
14/02/2013, 20:38
Asurancetúrix

Me acerco a la reina y le pregunto aprovechando la intención que ha manifestdo Lobo Feroz de ir en busca de Zelda

-¿Qué cofre es aquél que busca tan desesperadamente? Si pudiera ayudarle este humilde bardo estaría encantado -Hago una reverencia intentando parecer mas servil de lo que en verdad era. -Y por cierto, mi reina, le recuerdo que un cuento está en curso y se admiten sugerencias para el "y comieron perdices" ¿Con quien le gustaria que sus hijas comieran perdices o....? ¿Con quién le gustaría a usted?

Espero la contestacion de la reina mirándola fijamente

Cargando editor
14/02/2013, 21:59
La reina Corazones

-Veo que pareces dispuesto a ayudarme.-Comenta la reina, aunque no del todo confiada. Seguro que el bardo tiene muchas propuestas, y dudo que no quiera algo a cambio.-Pero... ¿cuál es el precio de un final feliz?

Se queda quieta, altiva y formal. No quiere que en ningún momento el bardo piense que duda. Su final feliz... desearía que fuera con su verdadero amor, y que sus hijas acabasen con los hombres que aman. Pero Peach... la desgracia se cernía sobre ella, pues su amor era imposible, o al menos eso cree la reina.