Partida Rol por web

Eryn Lasgalen, El bosque de de las Hojas Verdes

Cap. 1: Un autentico festin

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22/11/2015, 02:39
Tülak

Turno 103

Decididamente, la noche acabó apagando los últimos rayos de sol, despertando a su vez a las estrellas salidas de la fragua de Mahal, y a ese viento que había venido con nosotros hasta la tienda del Mariscal de los Ejercitos del contingente de Gondor, recordándonos que la noche sería fría al raso.

Con algún que otro problema, seguí al enano hasta la misma puerta de la tienda, donde un par de guardias bloqueaban el paso al interior, y varias figuras esperaban ya, sin duda, igual que yo, invitados a esa misteriosa cena con el tal Faelginor. Enseguida, un enorme hombre de los bosques, cuya presencia amenazaba con quebrar el cuello de seres de nuestra altura, si le mirabamos a la cara, se presentó, de modo afable, haciendo que, interiormente, notase una relajación que no hubiese tenido de haber tenido que hablar en primer lugar. Tras él, el descendiente de Durin armado hasta los dientes hizo lo propio, empezando por usar la lengua de los enanos, para seguir en la legua del oeste, con una afable sonrisa en su mas que castigado rostro, lo que pudimos comprobar tras quitarse el yelmo. Respondo a su saludo con la misma contundencia, sujetando su antebrazo con fuerza, mientras doy la palmada en la espalda.

Sintiendo que ha llegado nuestro momento, y de cara a pasar rapido ese trago que tan poco me gustaba, miro a mi compañero Kolli, y despues tanto al enano, como al Beornida, como a los humanos que aun no se habían presentado ("Por las sagradas fraguas de Mahal, no me hagais presentarme varias veces!!") digo, en un tono que me sale algo cortante y forzado, en un norteño oeströn- Tuläk, de Forodwaith. Escuché en la Ciudad del Lago Largo que hacía falta gente para luchar contra la nueva amenaza del Este... Esperaba que aquello fuera tomado como una presentación.

Notando el peso de su nutrida mochila, en la que destacaba una enrollada cota de mallas, la dejó sobre el suelo, agregando, mas por impaciencia y curiosidad, que porque pensara seguir hablando: - Bueno, en breve sabremos qué es aquello tan enigmatico que tiene que ofrecernos el Mariscal de Gondor..., acabando con una maldición en Khuzdul que sonó como una amalgama de gruñidos...

Tras eso, tomo asiento en un tocón de madera que por allí había, sin duda, como base para desmembrar la leña con el hacha, mientras, con la mirada baja, me dedico a clavar la punta de la bota en el humedo suelo del campamento.

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23/11/2015, 14:32
Director

RESOLUCION TURNO 103

El noble etheod paso de largo para meterse en la tienda de Faelginor y cuando todos miraron a Freagulf y a Temudyin  buscando saber de quién se trataba, a ellos los habia saludado, llegaron dos mas. Un Umli del norte y otro naugrim. Una nueva ronda de presentaciones casi obligada dio comienzo sin que Freagulf pudiese abrir la boca.

Al poco rato de entrar aquel hombre en la tienda, los soldados de la guardia personal abrieron las cortinas - Pueden entrar - dijo uno de ellos tranquilamente mientras que con la mano que sostenía la lanza los instaba a entrar. No hubo tiempo de mas charla, alguno quedo sin presentarse, aunque daba igual, tiempo tendrían.

Entraron de uno en uno en la tienda. La decoración apenas había cambiado, aunque si que habían sido movidos algunos de los muebles. En el centro había una mesa larga, con capacidad para ocho personas, cuatro a cada lado. Sobre la mesa, habían sido colocados todos los platos, cubiertos y vasos necesarios, además de un par de candelabros que apoyaban la luz que daban las lámparas de aceite que colgaban cerca de las paredes, donde el travesaño horizontal se unían a los pies que sustentaban la lona. El habitáculo estaba bien iluminado.  El mantel era bastante sencillo,  sin decoración alguna, pero a la vez elegantemente blanco. Para la ocasión, incluso se habían dispuesto servilletas del mismo tejido, algo poco habitual fuera de las casas nobles. Las sillas eran muy austeras, hechas de madera sin pulir y mimbre, aunque todas contaban con un mullido cojín que las hacía bastante cómodas. Lo malo era que a los enanos les quedaría un poco alta la mesa.

Faelginor se encontraba sentado junto al hombre que había entrado apenas unos minutos antes. Estaban en el lado contrario de la puerta, mirando hacia ella. Cuando Erik llego, fue el primero en entrar,  ambos hombres se pusieron en pie. Detrás fueron entrando el resto, Faelginor fue acomodándolos. Erik a su lado, Freagulf junto al noble etheod. Frente al ailgratha se sentó Temudyin y el resto ocuparon las sillas restantes. Haelembor estaba junto a Temudyin, seguidos de Tulak y Kolli. Este último estaba frente a Erik.

 

 

Notas de juego

►Anota el próximo turno como “Turno 104”
►La mesa queda así, por orden de derecha a izquierda:
En un lado (contrario a la puerta):  Freagulf, Leanoth, Faelginor y Erik
En el otro lado (De espaldas a la puerta): Temudyin, Haelembor, Tulak y Kolli

► Resolución del próximo turno:  JUEVES 26-05-15

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23/11/2015, 14:33
Faelginor (Mariscal de Gondor)

TURNO 104

- Bienvenidos amigos, tomen asiento - dijo el mariscal mientras iba señalando las sillas según la persona que iba entrando. Asignó el lugar de Freagulf y Erik y el resto se fue sentando en las sillas del lado contrario. - Podéis sentaros - dijo cuando todos estaban en pie delante de sus sitios. Por el contrario, tanto él como el etheod a su lado, quedaron en pie.

- En primer lugar, quiero presentaros a alguien - comenzó a decir una vez los invitados se sentaron - Leanoth, señor de Burh Waldlaes - dijo en un tono cortes y protocolario. Aquel tipo no era ni más ni menos que el señor de la ciudad. Un tipo bastante importante, tanto como lo era aquella ciudad, centro neurálgico del comercio de rhovannion.

- Comenzaremos con la cena enseguida, primero tomaremos algo de vino - dijo haciendo una seña que valió para que de inmediato aparecieran dos sirvientes son jarras de vino y fueran llenando los vasos de barro que había en la mesa. Tanto él como Leanoth, tomaron asiento también.

- Imagino que la mayoría de vosotros os preguntareis sobre el tema que os ha traído hasta mi mesa - Supuso lo obvio el mariscal - Pero primero me gustaría que os presentéis a nuestro invitado - de nuevo, se refería a Leanoth - Después, durante la cena os iré explicando los pormenores de la tarea que pretendo encomendaros y charlaremos tranquilamente sobre ello. - termino diciendo a la espera de las presentaciones.

Todos, uno a uno, fueron presentando sus respetos al señor de Burh Waldlaes, excepto Freagulf y Temudyin, que como ya lo conocían tan solo lo saludaron con las formas correctas.

- Bien, ahora que todos nos conocemos - dijo en cuanto el ultimo termino - Brindaremos por este encuentro - se aclaro la voz, como si fuese a dar un largo discurso y su garganta estuviese llena de arena del camino - Por la unión de los pueblos y el fin del mal que nos acecha, salud - dijo escueto, para luego levantar el vaso y dar un largo trago al vino. Todos lo imitaron al unísono contestando lo propio y dando también un largo trago.

Eran nobles, y como tales parecía que nada podían hacer sin una ceremonia, un brindis o todo un discurso. Por suerte Faelginor prefería lo segundo, y el brindis fue corto.

El mariscal hizo una seña con la cabeza a uno de los sirvientes, y pronto comenzaron a aparecer viandas sobre la amplia mesa. Platos con queso de cabra o de oveja, cecina aromatizada con romero, jamon curado y varios frutos silvestres acompañados de nueces. El pan vino detrás, estaba caliente y recién horneado. Una hogaza de pan de centeno que había sido cortada en buenos pedazos. El vino que ya habían probado era de muy buena calidad, un caldo de Dorwinnion, afrutado pero a la vez seco, un placer para el paladar.

Poco a poco la mesa iba cogiendo colores, texturas y olores muy característicos. Aun en silencio, Faelginor comenzó a comer, seguido de Leanoth. Entonces fue cuando el resto se atrevió a comenzar a probar los platos.

- Bueno, os contare lo que necesito de vosotros - comenzo a decir para luego dar un trago al vino. - He de llevar un mensaje muy importante que ha de ser entregado en Tir Anduin - dijo el mariscal - Pero necesito que ningún gondoriano esté involucrado, es por ello que recurro a vosotros - aclaro el mariscal. Luego tomo otro poco de queso y un nuevo trago de vino. - Hemos sabido gracias a Leanoth, que algunos de los orientales han huido al bosque a esconderse, es por ello que preciso de la protección necesaria para el mensaje, no puede ser interceptado.  - Mientras contaba todo, no dejaba de comer y de beber en pequeñas cantidades - El enemigo ha descubierto que conocemos sus intenciones, que un ejército aun mayor viene por el sur de rohvannion. No tardaran más de un mes en llegar, y hemos de aunar fuerzas. - dijo con cara de preocupación. - En Tir Anduin hay una persona que tiene toda mi confianza y que se ocupara de agrupar un gran número de soldados que nos ayude en esta campaña. - Tenia muchas preocupaciones y eso se notaba en su voz y en su rostro - Como esos salvajes saben que intentaremos contactar con otros bastiones, querrán interceptar a los mensajeros, pero esperaran a uno de nuestro mensajeros, no a un grupo que huye de la guerra - era una treta, aunque no estaba claro que aquellos orientales no fueran a atarlos por ello.

Terminaron de comer, aunque faltaba aun el plato fuerte. Retiraron los platos vacios y comenzaron a dejar bandejas de pato y cerdo asado, patatas cocidas y chuletas de cordero braseadas. Todo olía muy bien. Trajeron varios pequeños cuencos con diferentes salsas a base de aceites y especias, algunas de ellas simples como el perejil, otras desconocidas para la mayoría.
- Saldríais mañana por la mañana, al alba. El mensaje será llevado por Erik, y será protegido por todos vosotros. De mi cuenta corren los viveres que necesiten y cualquier ayuda que pueda ofreceros.

Luego siguió comiendo a la espera de las posibles preguntas por parte de sus interlocutores.

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23/11/2015, 14:41
Leanoth (Señor de Burh Waldlaes)

Turno 104

 

El mandatario Waldlaeli saludo a todos según se iban presentando.

- Asi es - afirmaba el etheod mientras el mariscal contaba la parte sobre la huida de los orientales al bosque

- Un pequeño destacamento, al menos veinte personas, lograron eludir nuestras líneas y se internaron en el bosque - dijo apenado - No logramos dar con ellos, les perdimos el rastro.

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23/11/2015, 18:02
Freagulf

Turno 104

A Freagulf, la verdad, lo que había dicho el Señor de Burh Waldlaes le sonó raro. No llegó a entenderle, pero el Mariscal era todo una eminencia. Le conocía y esperaba que jamás pensase nada sobre si que pudiera enturbiar ese parecer. - Mariscal la "maniobra" Cambiendo el timbre en esta última palabra es interesante y Ulfer estará encantado con el viaje, pero ¿Conocemos a su enlace de Tir Anduin y al que allí ... había dudado el destinatario? Sonba intranquilo poco a poco. Era un muchacho grande y fuerte, pero cuando había información delicada de por medio eran otras herramientas las que predominaban.

No preguntaría nada sobre lo ofrecido ya que la confianza le hacía pensar que su palabra era más que suficiente para cumplir con lo ofrecido. Aún así, sabía que había algo más detrás ... o eso intuía. Su rostro delataba esa incertidumbre, pero no sería expuesta por su voz en público. Ya lo hablarían.

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23/11/2015, 18:55
Erik Frost

Turno 104

El primero en presentarse había sido el norteño. Un medio enano bastante alto, aunque no tanto como yo. No llevaba armas ni armadura, y una larga capa le cubría como un manto, dejando solo a la vista sus huidizos ojos verdes. Se presentó como Tuläk, de Forodwaith. Tal y como había pensado, estaba muy lejos de su hogar, aunque no imaginaba que vendría de tan al Oeste de las Montañas Grises. Cuando soltó la mochila con estruendo, pude finalmente apreciar el brillo de una cota de mallas en su interior. Después de presentarse, pasó de largo murmurando, y fue a sentarse en mi Tocón. Eso probablemente me hubiese irritado bastante, pero no hubo tiempo para ello.

Apenas habían transcurrido un par de minutos desde que el Caballero Etheod, (el de porte distinguido) entró en la tienda, cuando uno de los guardias de Faelguinor nos hizo llamar. Ni siquiera tuve ocasión de conocer el nombre de mi hermano guerrero.

Me apresuré a ser el primero en entrar. Era importante mostrar a los demás cual era mi lugar en aquella reunión... Ya habían puesto la mesa, y todo parecía ordenado como debería. Por supuesto, la mesa y las sillas no estaban pensadas para los de mi raza, pero eso no me sorprendió después de varios días acompañando al Mariscal.

A medida que entrabamos, Faelginor nos iba indicando donde tomar asiento. Meró protocolo, yo sabía muy bien el lugar que me correspondía.

Dejé el Yelmo en el suelo, sobre una mesita que había sido movida a la pared izquierda de la tienda, a un par de metros de la mesa. Me desembaracé del petate, y rebusqué en su interior. Primero retiré mi cantimplora y la colgué de mi cinto. Si conocía bien a Faelginor, pronto me haría falta su compañía. A continuación, saqué mi saco de Dormir, y lo amoldé justo debajo del cojín de mi silla, tal y como ya había hecho en otras ocasiones. -Estos pieslargos no volverán a mirarme por encima del hombro mientras comemos-
Finalmente le hice sitio a la cerveza que llevaba en el cinto dentro del petate, y lo coloqué al lado de la mesita, en el suelo.

La disposición de los comensales, era totalmente de mi agrado. A mi derecha Faelginor y enfrente, mi hermano Enano, y mi medio hermano norteño, Tülak de Forodwaith.
Cuando todos estuvimos dispuestos, Faelginor nos introdujo a su invitado de honor. Nada más y nada menos que Leanoth, señor de Burh Waldlaes. Tras las debidas presentaciones, el Mariscal propuso un brindis, y todos bebimos a su salud con el insípido vino Dorwiniense que había mandado traer. Faelginor se sentía muy complacido por poder contar con aquella cosecha en especial. "Un verdadero placer para el Paladar". Me había espetado en más de una ocasión. No lo dudaba, sin embargo, aquí había un paladar que no podría apreciar, como sin duda lo merecía, el dulzón caldo de los orientales.

Así como empezaron a entrar las viandas, mi estómago empezó a protestar furioso. De modo que no tarde en agenciarme unos buenos pedazos de Queso y de Jamón. Cuando el mariscal empezó a hablar, aproveché para deslizar un poco de hidromiel en mi vaso disimuladamente, para así poder apurar el jamón y la hogaza de pan con un mejor regusto.

En principio no anunció nada que no supiese ya. Pero la parte sobre los orientales huidos, y sobre la estratagema del Mariscal, atrajo nuevamente mi atención a la conversación. Las viandas seguían llegando, y aunque ya había comido una gran cantidad de Jamon queso y moras...todavía tenía apetito para un buen par de costillas de cerdo, y otras tantas chuletas de Cordero. Desde luego, sus vinos no me harían llorar, pero podría estar comiendo aquella carne especiada hasta el día de mi regreso a la roca. Fui probando las distintas especias, y seleccione aquellas más fuertes para acompañar las costillas y las chuletas.

Cuando Faelginor pronunció mi nombre y me designó como portador del importante mensaje que suponía nuestra misión, me encontraba en plena ingesta de costilla. Un pequeño trozo se me había atravesado en el gaznate, y después de apurar un sorbo de hidromiel, me golpeé el pecho con el puño cerrado para ayudar a bajar la comida. Por un momento, el rubor ascendió a mis mejillas mientras todos me miraban. Hice un pequeño gesto con la cabeza y la boca aun llena de carne, y les di a entender que resultaba un honor para mí ser el encargado de tan importante cometido. Por suerte el momento no se prolongó mucho, ya que Leanoth tomó enseguida la palabra.

Al parecer cerca de una veintena de orientales se habían refugiado en el Bosque. Sopesé un momento este último comentario, al tiempo que hacia recuento de los comensales que allí nos encontrábamos. -20 malnacidos orientales contra uno, dos, tres...cuatro...insólitos aventureros... cinco contándome a mí. Solo espero que esa estratagema de Faelginor sea tan buena como pretende, de otro modo, la cosa se va a poner realmente fea por aquí.- En esas estaba, cuando el Rohirrim cogió la palabra. Sus frases eran dubitativas, como si divagase...sonaba muy distinto a como lo había hecho tan solo unos momentos antes, a la entrada de la tienda. Además, su tono de voz, deslizaba una ligera sospecha sobre las ordenes del Mariscal. Eso me contrarió sobremanera. De modo que antes de permitir que Faelginor le diese réplica, me adelanté. -El Destinatario no es te tu incumbencia. Entregar el mensaje es mi cometido, y el tuyo, acompañarme, y proteger lo que guardo con tu vida si fuese necesario... ¿acaso no es un encargo suficientemente sencillo para un señor de los Caballos?- Mi voz era dura, inquisitiva. Quería dejar bien claro que su intervención no me había gustado, y que le había faltado al respeto a mi Mariscal. Entonces caí en la cuenta de algo, y continué en un tono más calmado, pero igualmente hostil. -Ese al que llamáis Ulfer, ¿de quién se trata? ¿Acaso falta alguno de los integrantes de nuestra comitiva?- Aquello me inquietaba en parte, pero por otra la perspectiva de un nuevo compañero parecía acogedora.

Notas de juego

¿Hace falta que añada los cambios en mi equipo?

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23/11/2015, 20:51
Tülak

Turno 104

Fuera de lugar. Por mas que lo intentaba, era una sensación que no lograba quitarme de encima siempre que estaba con mas de 3 o 4 personas. En este caso, con un mando de Gondor, y el Señor de Burh Waldlaes, un rohirrim también importante, a parte de un grupo de gente a la que no conocía de nada, y alrededor de una mesa!!:

- Uff, espero que dure poco...!!, cuando nos hacen pasar dentro de la tienda del Mariscal, y este nos va presentando al descendiente de los antiguos éothéod. Asiento ligeramente cuando toca mi presentación, usando las palabras justas para mi nombre y procedencia, y me quedo sentado en la silla que me han asignado. Espero que desde aquí abajo se me vea poco, y no tenga que intervenir demasiado... Pero, tras el brindis de Lord Faelginor, me queda claro que no tienen pensado despacharnos con excesiva premura, así que suelto el aire contenido lentamente, y vuelvo a tratar de convencerme de que será un rato, y después podremos irnos.

Admiro, sorprendido, la cantidad de viandas que van sacando, probando de todo, pero sin llamar la atención, pues es esa mi prioridad. Con la tripa ya llena, el Mariscal desgrana su plan, y con ello, nuestra misión: - Claro, un estomago lleno y satisfecho, y mas si se riega con vino, es mas propenso a aceptar pedidos..., reconozco su astucia, mirandole brevemente a los ojos, tras los que vuelvo a dirigirlos, ora a mi copa, ora a cada uno de los presentes.

Tras él, interviene de nuevo el Señor Rohirrim, hablando de unos orientales que escaparon a la derrota, y a los que habían perdido el rastro: - Quizá podría proponerle el tratar de localizar ese rastro, pienso, por un momento, aunque enseguida lo desecho: - Es mas que probable que ya lo hayan hecho hasta la saciedad, desdibujando la zona. Además, de lo que se trata, parece ser, es de no encontrarlos... o de que ellos no nos encuentren a nosotros. Desechado.

Tras eso, interviene el otro descendiente de los éothéod, el mas joven, que esperó fuera con nosotros, expresando sus dudas, a lo que el enano que vino a presentarse en primer lugar, cuando llegamos, Erik, responde con un tono cortante: - Diría que ya han trabajado juntos, y por lo que parece, no se deben llevar muy bien. Tomo nota mental, como siempre hago. Ahora no es momento de intervenir...

Pasado un tiempo prudencial, cuando el silencio vuelve a instalarse, y solo el ruido de cubiertos, mordiscos y el masticar llenan el espacio, empiezo con un carraspeo:

- Ejem... Ejem..., a lo que continúo con voz baja, en un oeströn con fuerte acento norteño, mirando a algun punto entre los dos mandatarios: - Vine aquí a alistarme, pensando que mis cualidades serían de utilidad, y pueden ceñirse sin problemas a esta misión que nos encomienda, Lord Faelginor, cuente conmigo. Se que puede parecer un tema trivial lo que voy a preguntar, pero para alguien que suele hacer los caminos en solitario no lo es, pues de lo que consiga depende que pueda conseguir suministros, templar mis armas, arreglar mi armadura, etc... De repente, empecé a sentir un calor que muy probablemente no hacia allí dentro, con todas las miradas en mi: - Que intentas con tantos rodeos!!, pensé, dispuesto a acabar esa intervención eterea de un plumazo: - Así que, cual será la paga que recibiremos?? Cual es la "soldada"??

Tras eso, cojo la copa, y bebo un gran sorbo del tinto de sabor afrutado, pues la sensación de tener arena en la garganta me hacía sentir muy incómodo.

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24/11/2015, 01:19
Haelembor

Turno 104

Entro en la tienda del mariscal y me siento donde se me indica. Empiezan los rituales sociales de los sureños, con los que ni estoy comodo, ni acabo de entender, que si nombres, que si beber, que si otra vez nombres, otra vez beber todos a la vez aunque no tengas sed...

La comida se me hace agradable, dada la diferenca culinaria de la que ya me advirtieron mis mayores antes de salir, escojo algunos trozos de queso y frutos del bosque, acompañados con algo de pan y ligeros sirbos del vino dulce y afrutado que del que el mariscal esta tan orgulloso.

Tras los rituales llega el momento de explicar el porque de todo esto. El mensaje.

-Así que tiene que ver con la guerra que se esta desarrollando y es para detener a los lacayos de la sombra, bien, es hacia mi destino y no supone que me retrase o que me desvie en demasia, ademas, viajar en grupo mejora mis oportunidades si es que encuentro a esos orientales huidos de la batalla.

Me quedo pensando unos momentos mientras algunos de mis compañeros hablan,el enano parece de mal genio permanente, el otro enano quiere saber cuanto van a pagarle y el rubio de la cara cortada no parece fiarse del todo.

-¿Porque desconfia? Si esta entre los suyos, esta claro que conoce al otro lider... No entiendo.

Finalmente me decido a hablar, cuando lo hago mi voz suena deasiado fuerte, poco civilizada para tan noble compañia.

-Por mi esta bien, mañana al alba, solo una cosa, cuando entreguemos el mensaje ¿Habrá terminado nuestra relación?

Notas de juego

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24/11/2015, 11:46
Kolli Gyrdrson

Turno 104

El enano era uno más en la compañia de los extraños, pero era visible que se esforzaba por mantenerse en todo momento en segundo plano, esquivo a las miradas y palabras del resto.
Respondió con fuerza al saludo del otro enano, como se esperaba de un naugrim, mas a la tradicional fórmula de presentación sólo añadió un escueto "mi nombre es Kolli" sin añadir nada más. Sentía algo de verguenza por ello, la carga de su pasado cargada en sus cansados hombros. El otro enano se podía tomar su actitud como un agravio personal, lo cual era una muy mala idea si iban a viajar en compañia, pero que demonios. No había salido de su hogar para hacer amigos.

Kolli se sentó en la mesa, y una mirada rápida a la puerta le recordaba que en su herrería tenía las herramientas necesarias para destrozar aquel engendro del mal de los edain y domar la maldita mesa hasta convertirla en algo recio y cómodo donde festejar. Digna de servir al mismísimo Aulë. A las malas convertiría aquel insulto en mera pulpa de árbol y todos comerían en el suelo.
Pero se contuvo. Se tuvo que recordar que era él mismo el que había elegido andar su camino al lado de los edain, y aguantar sus insultos era su castigo. Paso largo rato rumiando sus pensamientos hasta que por fin trajeron las viandas.

Kolli comió con ansia, la forja consumía mucha energía al enano, y aquellos estúpidos soldados que no sabían cuidar su equipo, cargaban de trabajo al herrero enano. Se deleitó destrozando y mutilando todo aquel alimento que recordase haber tenido un pasado animal, ayudando a bajarlo por la garganta con alguna esporádica tregua traída por los deliciosos frutos o algo de pan. También bebía algo de vino, con mueca de desagrado a cada trago que daba, pero sin dejar de beberlo.

Entretenido como estaba en ser un dios de su microuniverso que era su plato, prestaba poca atención al resto de los comensales. Sólo cuando el Mariscal se dejó de pomposidad y palabras vacías, empezó el enano a atender. Notó con curiosidad que el otro enano paracía estar al tanto de la situación y misión, con lo que era probable que llevase bastante tiempo en aquel ejército. Tiempo suficiente para tener la confianza del mariscal y ser el portador del mensaje. Curioso, se repitió.

Todo aquello le parecía una verdadera estafa. Veía a los invitados y sólo pensaba que parecían más una banda de un circo que soldados respetables. ¿Qué oficial insano confiaría el destino de la próxima batalla a un grupo como el suyo? En su mente sólo encontraba una respuesta, y era que aquel sonriente, blando y rosado edain quería utilizarlos para atraer la atención de todo el ejército enemigo, mientras que el verdadero mensajero viajaba sin ser buscado.
Era lo que él haría, mandar varios mensajeros para asegurarse el éxito de al menos uno de ellos, y si podía engañar al enemigo y atraer su atención con un grupo de desarraigados, sin ninguna pinta de soldados, que sobraban en el campamento, mejor que mejor. Resumiendo, ellos eran la mierda con la que quería atraer a las moscas.

Después intervino el medio-enano, sorprendiendo gratamente al enano. - ¡Al fin alguien habla con criterio! - Exclama el enano dando un fuerte golpe en la mesa mientras reía quedamente. Hacía mucho tiempo que no encontraba algo divertido.- No me gusta la infiltración, no me gusta el bosque y no me gusta corretear por ahí con prisas, como si me persiguiera un troll. - Dijo moviendo el hueso de una chuleta de cordero con la que momentos antes había estado batallando.- En todo ejército hay espías, y encima el camino estará lleno de enemigos que esperan a que aparezcan los mensajeros. Esta misión ya empieza con la mierda hasta las rodillas, ¿por qué debería dejar la paz y el calor de mi fragua y alistarme en esta misión? Estoy con Tulak. - Finaliza cruzándose de hombros.

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24/11/2015, 13:19
Leanoth (Señor de Burh Waldlaes)

Turno 104

 

Leanoth escucho al mariscal, asintiendo cada palabra, incluso luego añadió parte de la información que poseía.

Comio como todos, mas tranquilo y educado, era un noble y tenia ciertos modales que los enanos parecían haber olvidado. Escrutaba los gestos de los presentes, sobre todo se fijo en los enanos, una raza terca y maleducada a sus ojos, que no hacían si no ganarse esa mala fama. Erik contestando de mala manera a Freagulf, Kolli y su verborrea golpeando la mesa... contrastaba con la serenidad del beornida y del etheod. Tulak parecía mas vergonzoso, pero eso no le impidió ir al grano.

Leanoth levanto la mano, pidiendo un breve silencio. - Basta ya - dijo sin alzar la voz - Si no les gusta el vino pueden pedir otra cosa en lugar de andar bebiendo sus propios brebajes - miro a Erik fulminándolo con la mirada - Estan bajo el techo de un mariscal de Gondor, ante la presencia del señor de Burh Waldlaes - dijo algo enfadado - Creo que al menos podrían ofrecer un minimo respeto, no es necesario alzar la voz, ni dar golpes en la mesa - esta vez su mirada se clavo en Kolli.

Después cogio un pedazo de carne que acaba de cortar, lo metio en la boca y comenzó a masticarlo.

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24/11/2015, 13:39
Faelginor (Mariscal de Gondor)

Turno 104

 

- Esta bien - dijo el mariscal cuando Leanoth termino - No es necesario tanto protocolo, pues estas gentes no están acostumbrados a este tipo de encuentros - excuso el mariscal - Ademas han sido invitados como amigos que han de valorar ciertas tareas. - No le había molestado la intervención de Leanoth, no le daba mayor importancia.

- Sin embargo, ruego cuiden sus modales en honor a Leanoth, pues como señor de estas tierras las merece. - dijo en defensa de Leanoth.

- Freagulf, Temudyin, ustedes han sido invitados por sugenrencia de Leanoth - dijo señalándolos - y confio en ustedes como el lo ha hecho antes. Me ha contado vuestra intervención en la batalla y me agradaria contar con vuestra ayuda - dijo amable - Pero sin embargo no os conozco lo suficiente y como ha dicho Erik - lo señalo con un gesto de los ojos - por el momento solo el conocera la identidad del destinatario, espero que lo entiendan. - Se mantenía en secreto el receptor del mensaje.

- Erik, amigo - siguió hablando dirigiéndose al enano - Se mas cortes, pues algunos de estos invitados serán tus compañeros de viaje, se merecen respeto - reprendió al guerrero.

- Como bien dice Tulak, se recibirá una retribución por el servicio prestado, por supuesto. - afirmo Faelginor - Pensaba abordar ese tema mas tarde, cuando todas las dudas hubieran sido resueltas - se justifico - Pero ya que has sacado el tema - miro al medioenano - os dire que pagare tres monedas de plata a cada uno, además de lo que necesitéis para el viaje. Se os pagara cuando el mensaje sea entregado, en el hay ordenes al respecto. - declaro el mariscal. Era un buen pago, el triple de lo percibido por un soldado en todo un año. - Y si, con ello estarán zanjados nuestros asustos si lo estimáis oportuno maese Haelembor. - contesto también al beornida

Después su voz se volvió mas dura, con algo de resentimiento - Kolli, has servido bien a nuestro ejercito, tus conocimientos de forja nos han sido realmente útiles. - comenzó diciendo, aunque el tono no era tan amistoso - Si no deseas abandonar la seguridad de la herrería, no tienes por que hacerlo, lo entenderé - dijo con ironia - No cuestiones las estrategias tomadas, dejalas para gente mas cualificada. - dijo aun con enfado - No es una misión suicida, ni pretendo que seais un señuelo. En adelante, espero que cuides tus modales - exhorto al enano.

- Ahora si teneis alguna otra duda, podeis preguntad cuanto queráis, os eran resueltas. - dijo para volver a calmarse.

El plato principal había terminado, los sirvientes comenzaron a quitar la mesa para dejar paso a tartas, bizcochos, licores, té y membrillo.

 

 

 

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24/11/2015, 15:19
Temudyin

Turno 104

(Turno 103)

Temudyin escuchó la respuesta de su amigo al corpulento Haelenbor y notó en la escueta contestación de Freagulf que el tema tratado no era de su agrado. Recordó entonces que aquella misión que le fue encomendada para ayudar al alcalde de Esgaroth, le hacía al rohirrim sentirse culpable por no haber estado al lado de los suyos.

Ensimismado estaba recordando aquel inicio de aventura y a aquellos compañeros mientras miraba como danzaban las cálidas llamas en un pebetero cercano, cuando un alguien se cruzó y le sacó de sus pensamientos. Rápidamente reconoció esa coraza plateada, con grabados de índole equina por todos lados y que flanqueaban un blasón dorado. Leanoth les saludó a todos y a ellos les hizo un gesto con la cabeza, el cual el bosquimano se apresuró a responder haciendo una gran reverencia con la cabeza. Cuando le vio entrar en la tienda del mariscal, se alegró de que asistiera a la cena. Había compartido batalla con él y le tenía en gran respeto y estima, pues aun siendo el señor de Burh Waldlaes, había estado al frente de sus tropas y se había lanzado el primero a la carga en todas las ocasiones, no como muchos jefes orientales que se ocultaban detrás de sus hombres para después llevarse la gloría sin ningún esfuerzo. Cada vez que recordaba a sus antiguos "compañeros", más asco le daban y más rabia y sed de venganza acumulaba.

La grave voz de Haelenbor saludando y presentándose, hizó girarse al bosquimano para descubrir a dos enanos más. En seguida, Erik Frost, se dirigió a ellos en un idioma totalmente desconocido para Temudyin y después en la lengua común mientras les saludaba efusivamente. Le sorprendió dichos saludos, agarrándose los antebrazos y golpeándose la espalda, era un saludo que denotaba mucha confianza, aunque se veía claramente que no se conocían. El bosquimano pensó que quizás el hecho de ser de la misma raza, llevaba consigo esa confianza.

(Turno 104)

Pensó por un momento saludar, pero antes de poder hacer nada, un soldado los hizo pasar dentro de la tienda. Tranquilamente y siguiendo a Freagulf, entró en la cálida tienda del mariscal, donde se había dispuesto en medio de la estancia una mesa para la cena y donde aguardaban de pie el propio Faelginor y Leanoth. Al acercarse, Temudyin se sorprendió del despliegue que llenaba la mesa. El mantel le parecía algo realmente extraño, que pocas veces había visto y no entendía para que eran aquellos cachos de trapo enrollados. Como tantas veces en los últimos días, siguió a su amigo y le imitó en todo lo que hacía. Al sentarse en su silla, comprobó que desde su posición no podía ver a los dos últimos enanos, pues el tamaño de Haelembor les ocultaba. Tampoco es preocupante. Pensó en un principio.

El protocolo de ese tipo de cenas era totalmente desconocido para el bosquimano, pues en su vida había soñado en estar en una cena parecida y durante todo el tiempo se mantuvo expectante e imitó lo que su amigo, situado enfrente suya, hacía. Realmente le pareció demasiada parafernalia para una cena, así que supuso que lo que les iban a pedir no sería algo fácil.

Cuando sirvieron la comida, intento dominar sus formas y fijándose mucho en sus comensales, fue imitándoles poco a poco. Así comprendió la finalidad del trapo enrollado que tenían todos. Disfruto de los manjares que les sirvieron y se deleito con los olores, sabores y texturas, sobretodo del vino, que le pareció realmente un vino muy sabroso a la par que peligroso, pues al ser tan bueno, se corría el peligro de beber más de la cuenta, por eso se moderó con su consumo.

Poco a poco, mientras cenaban, Faelginor, apoyado por Leanoth, fue explicando la tarea a realizar y por la que se habían reunido. Al mencionar a los orientales, Temudyin estrujó un trozo de pan que tenía en su mano y apretó los dientes. La sed de venganza le aceleraba el pulso e intentó tranquilizarse. Se centró en la misión encomendada y el los detalles e información que les daban. Serían la escolta del enano Erik Frost, quien debía llevar un mensaje a un sitio llamado Tir Anduin, el cual no le sonaba para nada al bosquimano y ni sabía donde se encontraba, pero la misión encomendada le pareció fácil. No entendía algunos detalles y pensaba preguntar por ellos, pero se le adelantaron y esperó a un silencio para hablar. Mientras escuchó con atención a los que hablaban.

Freagulf se ofreció sin pensarlo mucho, como bien sabía el bosquimano que haría y a la par preguntó una duda que fueron contestadas por Erik de una forma algo seca y cortante. Además pregunto por Ulfer quien fue nombrado por su dueño. Una leve sonrisa se asomo en la cara de Temudyin, pues la manía que tenía su amigo de hablar de su montura como si de una persona se tratase, también le había confundido a él en el pasado.

Después hablaron los otros dos enanos, el primero, con un extraño acento, también se ofreció pero quiso saber cuanto dinero recibirían. El otro enano, con menos modales, apoyó esa pregunta y a la vez que dejó claro que la tarea encomendada no le era de su agrado.

Leanoth le cortó en seco sin alzar la voz. Denotaba enfado en sus palabras y en sus miradas. Parecía que no estaba muy conforme con los modales de los enanos. Temudyin no vio nada incorrecto en las formas de los enanos, acostumbrado a como estaba a su anterior vida.

El mariscal habló entonces, contestando a todos con un tono amable pero este tono se endureció cuando contesto al enano llamado Kolli, que por lo que entendió Temudyin, era el herrero de ejercito

Temudyin pensó en la misión, en los posibles peligros. No le gustaba lo raro que sonaban alguna cosas, pero el mariscal aseguró que no había dobles intenciones. El pago era alto, pero eso al bosquimano en parte le traía sin cuidado, pues no pensaba amasar fortuna alguna. Ahora su objetivo en la vida era otro, aunque el bosquimano parecía haberlo olvidado totalmente. La posibilidad de encontrarse con algún oriental y que con suerte fuese Byambyn para poder saciar su sed de venganza, le daba pie a aceptar aquella o cualquier misión.

Vio su momento para hablar y después de dar un pequeño sorbo de vino para aclarar su garganta, así lo hizo con su característico acento oriental. - Lo primero, es daos las gracias, Leanoth y Faelginor, por la confianza puesta en mí hermano y en mi. - Intentaba ser correcto y educado. - Sobre si contáis con nuestra ayuda, ya ha contestado Freagulf por los dos afirmativamente, cosa que sabía antes incluso de entrar en esta tienda. Entiendo que solo Erik conozca la identidad del destinatario, pero también se y pude comprobar no hará mucho, que los secretos entre compañeros, pueden llevar al traste el éxito de las misiones. - Se dio cuenta que esto último se podría mal interpretar y con premura intentó aclarar sus palabras. - No digo que este sea el caso. Y dicho esto, solo espero terminar cuanto antes para preparar los detalles y suministros necesarios. - Iba a dejarlo así, pero se acordó de un último detalle y dirigiendo a Erik, con una sonrisa en la boca intentó aclarar la duda del enano. - Maese Frost, me temo que no falta nadie más en esta comitiva. Ulfer es el caballo de mi hermano y digamos que la relación entre ellos te sorprenderá tanto como a mi lo hizo en su momento y entonces el apodo de señor de los caballos tome más sentido aún.

Una vez terminado de hablar, volvió a coger su vaso de barro y como símbolo de respeto o como para confirmar su aceptación de la misión, lo levantó hacia Faelginor y Leanoth mientras hacia una suave reverencia con la cabeza y después bebió un largo trago, disfrutando del intenso sabor de aquel caldo de Dorwinnion.

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24/11/2015, 17:47
Erik Frost

Turno 104

Al señor de Burh Waldlaes no le gustaron los comentarios de mis hermanos. Ciertamente Kolli el herrero, no había estado muy afortunado…tal vez se le había subido un poco a la cabeza el suave vino Dorwiniense.

De cualquier forma no me gustó nada la mirada que me dedicó cuando hizo el comentario sobre el vino. Mi cara se congestionó por un momento en una mezcla de furia y de vergüenza, como un niño al que acaban de pillar robando el ultimo dulce de la mesa…ni que el mismo lo hubiese elaborado.

Era obvio que estaba molesto por que me había atrevido aponer en su sitio al osado jinete de Rohan…,pero más le valía atar bien en corto a su perro guardián, porque aquí había otro que no pensaba dejar que se pusiera en entredicho la valía de su señor…

Le di un pequeño golpe con mi codo izquierdo a Faelginor, apenas imperceptible, no quería nadie más lo notase, y cuando se giró, le mire a los ojos, como pidiéndole permiso para responder al señor de Burh waldlaes. Parece que me entendió sin necesidad de palabras, pues el mismo se adelantó, y tomo la palabra para mediar y poner un poco de calma en el asunto.

El mariscal era un hombre inteligente, y con cierta mano izquierda, que no dudaba en aplicar para conseguir orientar las cosas hacia la dirección que más le convenía, algo que conseguía con bastante frecuencia.
Eso estaba bien, pero en mi opinión, abusaba en demasía de ese afán conciliador. En ocasiones, uno debía hacer saber a los demás cuál era su lugar. Y el joven Rohirrim se había excedido en sus sospechas…

por otra parte Tûlak había hecho un comentario de los más apropiado sobre la soldada a percibir…y el mariscal le dio cumplida respuesta.
3 monedas de plata, no estaban nada mal. Por supuesto no era el dinero lo que me movía, no al menos en aquellos momentos. Ciertamente esperaba prosperar algún día, y poder volver a mi hogar para retribuir todo aquello que se había perdido. Ofrecerle a los míos aquello que les correspondía por derecho…pues no poco era lo que teníamos, y mucho mas se había perdido a manos de los orientales.

Pero mi atención estaba ahora fiada en un objetivo muy diferente, uno muy alejado del dinero y que me esperaba más allá de las tierras orientales…tal vez al sur, con el resto de mi pueblo.
Me había unido al ejército no en busca de una mísera soldada, sino de una oportunidad. La oportunidad había llegado, y aquella extraña misión no era más que un pequeño obstáculo, que habría que sortear lo más rápido posible para poder seguir avanzando.

Faelginor reprendió sutilmente mi intervención, con gentileza, y sin embargo, sus palabras se clavaron en mi pecho con muchas más fuerza que las del noble Etheod, obligándome a bajar la mirada y agachar la cabeza en signo de vergüenza. No me importaba que el señor de los caballos me tratará de borracho o lo hiciese con desprecio, a eso estaba acostumbrado, pero haber disgustado a mi señor, al que ya casi consideraba un amigo…eso suponía un desencanto muy diferente.

En cualquier caso la peor parte se la llevo Kolli, su brusca comparecencia no fue pasada por alto, ni por el señor delos caballos, ni por el mío propio.

Con gusto hubiese salido en su defensa, para replicar al señor de un pueblo orgulloso y altivo en exceso. Un pueblo que exigía respeto para sí, pero que no dispensaba en igual medida. A menudo los Rohirrim se jactaban de estar por encima de sus congéneres entre los hijos de los hombres, siempre guerreando con sus vecinos…llegando incluso en ocasiones, a convertir en deporte la caza de sus propios hermanos de sangre, los pequeños y astutos bosquimanos que llamamos los hombres Pukel.

Pero no sería esta vez, mi señor me había reprendido, sutilmente pero con firmeza, y con una elocuencia que solo podía estar reforzada por la justicia de sus palabras…de modo que callé, y aunque a regañadientes obedecía al mariscal…a pesar de que me molestó que el joven Rohir fuera el único que se había librado de una reprimenda de su parte…

Estaba claro que el valeroso hombre de Gondor, respetaba y tenía en alta estima a Leanoth, y ese no era trato que Faelginor dispensase con facilidad, de modo que lo deje pasar una vez más.

Llegó el turno de los postres, así que me hice con un pedazo de tarta y la regué en alguno de los licores que habían traído los sirvientes. Mi señor había abierto el turno de dudas y preguntas, y yo tenía algunas que quería plantearle, pero por el momento guardaría silenció. Bastante había tomado ya la palabra, y no siempre el resultado había sido el deseado.

Me centre en el postre y el licor, y empecé a hablar en voz baja con mis compañeros enanos en voz baja como pretendiendo no interferir al resto de comensales que quisieran tomar la palabra, pero en la lengua común. Ya había contrariado al mariscal, y no quería que se tomasen como una afrenta que departiera con mis hermanos en nuestro idioma de natal.

-Contadme más sobre vosotros hermanos… ¿de dónde venís?, ¿Qué os trae a esta guerra, aparte de la soldada y las justicia de los hombres?- ¿qué nuevas podéis contarme de los lugares donde habéis estado, y del resto de nuestros hermanos?, ¿Habéis estado hace poco en Erebor, por casualidad? ¿Tenéis nuevas de los asentamientos en los colmillos de hierro? -Terminé, pensando en mi abuelo Barbablanca. Dirigí mi pregunta a ambos, pero miraba directamente al herrero, pues aunque poco, ya era algo lo que conocía de Tûlak.

Notas de juego

Como habló en bajito solo voy a marcar a los que tengo pegados a la mesa (faelginor a mi izquierda, y enfrente Tulak y Kolli), que además son a los que me dirijo...pero lo hago en Oestron, de modo que si consideras que alguien mas lo oye me dices como tengo que hacer.

Si algo esta mal avisa, que no quiero liarme xD.

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24/11/2015, 18:06
Erik Frost

Turno 104

Cuando apenas había cruzado unas palabras con Kolli y Tulak, al otro lado de la mesa, surgió la delicada pero inequívoca voz del Salvaje con aspecto de oriental, el que decía llamarse Chakka, su acento era fuerte, y desde el principio pude comprobar que se encontraba fuertemente apegado a Freagulf, al que seguía como una sombra por todas partes.
Incluso imitaba al Rohirrim en todo lo que hacia, por momentos daba la impresión de estar viendo su reflejo en un espejo.
Se dirigió muy educadamente a aquellos que presidian la mesa, exponiendo sus dudas y ofreciendo sus servicios. Insistió en el asunto del destinatario, tal y como Freagulf había hecho, pero no se apreciaban segundas intenciones en su discurso.
Y para mi desazón, desveló el misterio sobre el llamado Ulfer, que no era otro sino el caballo del Rohirrim.
Me quede un momento pensativo. Tendría que habérmelo imaginado, después de estos años compartiendo vida con los señores de los caballos, y esa maldita manía de ponerles nombres a sus caballos y hablar con ellos como si fueran sus esposas... y a los pocos segundos le dediqué un gesto de asentimiento al Salvaje, levante mi copa y dije en voz Alta. Brindo pues por Ulfer, séptimo miembro de nuestra comitiva! que lleve a buen puerto a su Jinete... y que aplaste alguna cabeza de oriental en su travesía!!
finalicé al tiempo que prorrumpía una atronadora carcajada

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24/11/2015, 20:13
Tülak

Turno 104 /2

- Ahora si teneis alguna otra duda, podeis preguntad cuanto queráis, os eran resueltas. 

Esa frase del Mariscal resonaba en mi cabeza, una y otra vez, mientras el plato principal era retirado. Había probado todo lo que nos habían puesto. No hacerlo creo que se podría haber malinterpretado, pero tampoco habia comido demasiado, y  tampoco había bebido mucho vino: ese sabor dulce acabaría, a buen seguro, con mas de un dolor de cabeza aquella noche.

Poco a poco, fueron interviniendo mis, al parecer, futuros compañeros. Varios de ellos, sin duda, se conocían, y al parecer, tenían vinculos con los dos nobles, gondoriano y rohirrim. Y me limité a escucharlos, ya preguntaría mas adelante, o lo que era mejor, quizá algún otro hiciese alguna de sus preguntas por él, librándome del mal trago de volver a intervenir. Erik, el poco agraciado enano, se dirigió a nosotros, Kolli y yo, aunque en la lengua del comercio en el oeste, aunque vi que preguntaba directamente a Kolli, ansioso por, quizá, noticias de los suyos, que yo, a buen seguro, no podría contestar... - O sí??, pensé, pues mi camino hacia el sur me había llevado a la sombra del Reino Bajo la Montaña. Aun así, me limité a mirar a Kolli, esperando su intervención. Dependiendo de lo que dijese, quizá lo que yo pudiese aportar sería insustancial.

Llegan los postres, y con ellos, unos licores: - Cuidado, Tuläk, esos sí son peligrosos!!, pienso, tomando un trozo de membrillo, y un licor de endrinas, que bebo a pequeños sorbos. Al acabar el licor, tras interiorizar su calor, pierdo un poco de esa desazón que me invade siempre al hablar con mas de una persona a la vez, y digo:

- Señorías, la ruta hasta Tir Anduin está ya definida?? Si es así, me gustaría estudiarla. Si no, quizá pueda ayudar en su diseño..., tras lo que hago ademán de volver a sentarme, pero freno en mi movimiento, y añado: - Para acabar, supongo que, en cuanto salgamos del campamento, de forma subrepticia, supongo, estaremos solo nosotros seis, hasta que lleguemos al destino, cierto??

Despues, de eso, ya si me siento de nuevo, atacando con el tenedor el ultimo trozo de dulce que quedaba en mi plato.

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24/11/2015, 22:30
Haelembor

Turno 104 /2

El mariscal aclara el punto que más me interesa del asunto, con lo que el resto no me preocupa en demasia, continuo picando los platos que pasan por la mesa, para cualquiera que se haya fijado es facilmente distinguible que no he probado nada de carne, alimentandome con los frutos, pan y unicamente las patatas de lo que parece el plato principal.

El enano de los ojos azules bebe a sorbos un licor rojo cristalino que me llama la atención, creo saber que es, alcanzo uno de los vasos y olisqueo con deleite el dulzon aroma.

-Oh si... Licor de endrinas. Al menos en esto saben lo que es bueno.

Paladeo con satisfaccion el licor en pequeños tragos, muy al estilo del enano y sonrio relajandome y dejando que el resto se preocupen en exceso de las minucias del viaje.

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25/11/2015, 10:13
Freagulf

Turno 104B

Mira de reojo al enano, y con algo de saña, cuando mentra el nombre de su amada montura. - Ulfer es mi montura, y tiene más sesos ... se guardó el comentario que tenía en mente, ya que no quería herir sentimientos ni faltar al respeto de la mesa. ... que cualquier jaca o bestia de monta... aclarando tras esto ...Y también tiene sentimientos. Sus comentarios no son de forma brusa, sino más bien idolatrando a cu caballo. A los comentarios del Mariscar asiente satisfecho ... si, si, entiendo Mariscal ... era por el servicio y no entregar esa información a quién no correspidiera. Su explicación de intenciones sonaban casi a disculpa.

Quedó a la espectativa, antes de que se pudiera interpretar como una falta de respeto a la mesa, a alguien o algo. Además, sabía que los enanos eran bastante susceptibles, y él y su fogosidad eran bastante acaloradas, que podría terminar en una discursión que se malinterpretase. No quería empezar el viaje con enemigos en el grupo. Todo lo contrario. Además, jamás se sabe cuando se va a necesitar su ayuda.

El brindis de Erik fue como un alivio en su situación. Se relajó bastante, pero le llamaba mucho la atención el comentario del trayecto. Se hizo un poco para delante con la intención de no perder detalle. Precisamente es una de las cosas que más le interesaban, el camino hasta su destino. Bueno, el destino del mensaje. Secudó el brindis con alegría, y sin perder detalle.

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25/11/2015, 20:17
Erik Frost
Sólo para el director

Turno 104

No se porque me salió este mensaje, supongo que porque iba a hacer un tirada de influencia, en mi post, pero decidí salir para ponértela a ti solo...
Yo le doy otra vez que antes no tire...y luego pego el post que tenbia previsto

- Tiradas (1)

Motivo: influenciar Faelginor Leanoth

Tirada: 1d100

Resultado: 79

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25/11/2015, 20:22
Erik Frost

Turno 104

El postre y los licores me habían mejorado sensiblemente el ánimo.

Todos fueron participando religiosamente, en una breve, pero ordenada sucesión de ofrecimientos y requerimientos, si bien a mi entender, solo el medio-enano había incidido en alguno de los puntos importantes de lo que yo estimaba debíamos tener en claro.

El último en intervenir fue el Jinete de Rohan. Todavía había sospecha en sus ojos, y resentimiento en sus palabras. Pero ya había decidido pasarlo por alto, de modo que cuando se sumó al brindis que había propuesto para Ulfer, lo tome como una señal de concordia, y me dispuse a preguntar, esperando que los ánimos de Leanoth y Faelginor estuviesen más receptivos a mis palabras.

Antes le di un último trago a una botella de Brandy que había arrebatado directamente de las manos del sirviente, ante la desesperante lentitud con que rellenaban los vasos.
Me aderecé la barba y me incorpore un tanto en la mesa para que el Señor de los Caballos pudiese mirarme al rostro.
Empecé dirigiéndome a toda la mesa.

-Bien, caballeros, arreglado ya el asunto de las provisiones, que supongo cubrirán desde las viandas, hasta nuestras armas, pasando por el resto del equipo...- dejo la propuesta en el aire unos segundos. Entonces me giró hacia Faelginor y Leanoth. -...espero que sus señorías tengan a bien incluir algún ejemplar de este exquisito, pero sin duda necesario Licor...por supuesto para calentarnos en las frías noches de estas agrestes tierras orientales...-
-Partiremos mañana temprano, y todavía hay un par de cuestiones que no hemos hablado sobre el trayecto.-
Vuelvo a mesarme con cuidado la barba, cadenciosamente, dándome un tiempo para componer mis pensamientos.

-Entiendo que siguiendo el plan de mi señor deberemos intentar pasar desapercibidos...veo difícil que le Rohirrim se separe de su compañero equino, y sin duda 6 jinetes a caballo llamarían en demasía la atención...uno, bien ataviado, y con unos cuantos arreglos...podríamos hacerlo pasar por un animal de carga, tal vez escondido entre los restos de una caravana de ermitaños o comerciantes de poca monta. Pero no sería prudente levantar demasiado polvo del camino, si se me entiende...-
Me recuesto hacia atrás en mi silla y señalo levemente a Tulak..-También a mí me gustaría echarle un ojo a ese mapa, y conocer algunos detalles...como a que distancia del bosque nos llevará nuestro camino, y si esta no fuese suficiente, tal vez deberíamos plantearnos guarecernos en él, en lugar de ir marcando nuestros pies en su lindero...- No me gustaba la idea de internarme en ningún bosque, y mucho menos aquel, pero menos aun el poder ser vigilado y emboscado sin saber cuándo y quien se nos echaría encima, sin tiempo a reaccionar.

-En definitiva, ¿Qué tenían en mente mis señores?, ¿Una caravana?, ¿Un grupo de desertores harapientos que huyen despavoridos a través de las dura meseta de Rhovanion...?- sería un grupo pintoresco sin duda...- deslizo dando a entender que desecho esta opción.

_ ¿En qué manera pretenden conciliar a 3 enanos, 1 rohirrim, un enorme descendiente de Beorn y un oriental, en un mismo grupo, armados y bien equipados, y conseguir que su presencia pase inadvertida?_

La idea de una caravana comercial, lo suficientemente pequeña para dejar bien claro que no portábamos nada de gran valor, pero a la vez guardada por 2 o 3 hombres recios, de tal manera que los orientales pensasen que no les compensaba el riesgo atacar, tomaba fuerza en mi mente...pero no podía proponerla sin más, no al menos sin antes saber que tenían pensado los señores. O aquello terminaría en un descarte automático, que solo debilitaría mi posición respecto al grupo, y minaría mi confianza.

Notas de juego

A ver si me dejan llevar muuucho alcohol gratis xD

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25/11/2015, 23:28
Freagulf

Turno 104C

Por supuesto no estaba dispuesto a separarse de su amigo equino, y tenía una idea. - Peregrinos. Pocos serán los que se atrevieran a mancillar a un grupo de religiosos que se mueven en un viaje santo. Estaba satisfecho con lo que acababa de decir. Tras lo que se mira y ve sus pegas. Los enanos son seguidores vastos de su propia fe, y humanos siguiéndolo es extraño, pero no insólito. Sobre todo si son sus aprendices o sus contratados; contratados es raro, pero aprendices humanos .... no se lo creía ni él. Siempre puede ser un viaje de fe y su escolta. Se ve sorprendido a si mismo. Estaba hablando tenue, como si algo le escamase.