Partida Rol por web

RESOLUCION TURNO 610
 

El etheod salió de la posada con una idea fija en la cabeza. Quería hacer algo para recordar a su gran amigo Ulfer. El caballo había estado a su lado desde hacía muchísimo tiempo, pero ahora había muerto, y en parte se sentía culpable por ello. La verdad, y él lo sabía, es que había usado a Ulfer como escudo en la lucha contra los orientales y eso lo había empujado a la muerte. El remordimiento era un sentimiento que se aferraba en Freagulf.

Una vez fuera, el ailgratha siguió el camino hasta los establos, lo hizo tranquilo, sin prisa, en un agradable paseo. Cuando llego vio a los mozos de cuadra terminar de limpiar uno de los caballos y al verle, lo saludaron antes de desaparecer por una puerta con todos los bártulos.

Freagulf estaba solo, justo lo que deseaba. Con paciencia comenzó un ritual, no era algo asiduo entre los jinetes, pero pensaba que aquel acto pacificaría sus remordimientos a la vez de servir para honrar la memoria del equino.

Tras terminar con toda la parafernalia de las manzanas, salió a toda prisa del establo, cerradnos tras de so las puertas. Sorprendió a los dos muchachos mirando desde un escondite todo lo que hacía, salieron corriendo al ser descubiertos entre risitas. Era algo que sus inocentes mentes aun no comprendían.

Volvió a la posada con paso decidido, dispuesto a recibir ese baño acordado con Percigal. Sus ropas serian lavadas y tanto el ailgratha como las prendas se desharían del barro acumulado. Cuando entro pregunto a al posadero por sus habitaciones y este le indico como llegar a ellas mientras le daba todas las llaves. Pero tendría que esperar un poco antes de tomar ese baño, pues no había previsto que fuese a ser tan pronto. De todos modos no fue demasiado, lo que tardaron en calentar el agua. Apenas veinte minutos después, lo llamaron a la habitación, un muchacho de unos quince años le acompaño hasta el baño común. Allí otro chico, más joven, terminaba de llenar una bañera de cobre que había al fondo de la habitación. El baño estaba listo y Freagulf se dispuso a tomarlo. Una vez dentro de la bañera los chicos tomaron las ropas y lo dejaron solo.

Turno 611A.

El etheod rasca y rasca, frota y frota, hasta que en algunos puntos la piel enrojece. Parecía que no había desaparecido toda la pena. O tal vez esta se hubiera transformado en parte en ira. No se podía tumbar del todo a relajarse, pero ya no sentía un profundo pesar. Ese vacío que no se llena ni con nada ni con nadie. Que sólo desea y puede ser cubierto con aquello que se echa en falta. Ahora, parte era odio.

Pobre del próximo oriental que se muestre como enemigo. No haría prisioneros así como así, hasta que el pozo de su alma se llenara ... con sangre. De todas maneras estaba calmado. No los masacraría....solo ejecutaría la sentencia, cual verdugo.

Tras rehacerse. Tras descubrir que necesitaba un caballo en su camino, y que tenía una venganza en su mente se sintió satisfecho. Tanto que se secó con parsimonia. Sin prisa, como si no hubiera nada más que hacer. Nadie más con quién tratar. Actuaba frio. Distante si cabe.

Tras estar satisfecho con el baño, se marchó a dormir, que por primera vez desde que salieron tras aquella maldita cena/reunión donde comenzó este viaje, pudo hacerlo plácidamente.

Turno 611

El hombre, pese a haber esperado que se liberase ligeramente de sus obligaciones para tratar con él, resultó ser un hueso duro de roer para mi mas que limitada capacidad para la negociación, y me despachó de modo educado, aunque se notaba que la interrupción no había sido los jugosa que él esperaba. Mi inoperancia con la palabra le había dado a entender que no teniamos recursos para pagar el pasaje, lo cual finalmente resulto ser cierto, cuando nos desgranó las tarifas. Sin mas, volvió a sus quehaceres controlando el trasvase de bienes de la barcaza al carro.

Me encontraba ofuscado, pensando que quizá, despues de todo, tendriamos que ir a caballo, tal y como anhelaban Erik y Kolli, siguiendo el curso del Rio Grande hacia el sur, atravesando las Tierras Pardas: - Pero eso, con el tiempo perdido en el Bosque de las Hojas Verdes, seguramente suponga que lleguemos tarde con la misiva..., me encontraba pensando, ofuscado, cuando Chakka me llevó a un "a parte":

- Bien, bien, condenado tuerto!!, le susurré, ensanchando una sonrisa bajo mi pelirroja barba, pues su casi enfermiza cualidad de fijarse en todo le habian permitido recordar el salvoconducto que nos había dado el Señor de Burh Waldlaes, y del cual yo no tenia ni un solo recuerdo: Ese unico ojo que te queda vale todo el peso del condenado Gigante de las Verduras en oro!!, agregué, dandole un golpecito amistoso en el brazo.

- Erik, Kolli, por favor, venid aquí!!, dije mirando a los dos naugrim, que se mantenian a unos metros de distancia, quizá saboreando una no tan clara victoria: - Chakka, que Malilic conceda sabiduría por mucho tiempo, ha recordado el condenado salvoconducto que Leanoth, el Señor de Burh Waldlaes nos dió para hacer mas llevadera nuestra mision. Quien lo tiene??, pregunté, Cuando nuestro "amigo" Flustan se libere de sus obligaciones, nos reuniremos con él, seguro que con el salvoconducto no verá con tan malos ojos bajarnos el condenado rio hasta Tir Anduin!!, agregué, sin alzar la voz, mientras me acercaba al embarcadero y contemplaba el lento fluir del Gran Rio en su camino al Mar, a incontables leguas al sur...

... Cuando el Anciano Amarrador acabó de contabilizar el enorme cargamento, me volví a acercar, con el salvoconducto en un bolsillo:

- Mi señor, quizá deberiamos reunirnos en un lugar mas privado, tenemos asuntos importantes que tratar..., le dije, en un tono que no pretendía ser amenazador, pero sí lo suficientemente seguro.

Turno 611

Flustan miro de nuevo al umli, sin dejar de estar atento a cuanto hacían sus hombres. Estos eran rudos porteadores, de fuertes brazos y anchas espaldas que, una vez vacío el carro, seguían las ordenes del amarrador para volver a cargarlo con otra carga.

- Si, claro... - dijo receloso - Podéis esperarme allí - dijo señalando una pequeña mesa que hacia las veces de oficina. Estaba separada por una barra de madera, como si de una posada se tratase, solo que en lugar de vasos y jarras, estaba llena de documentos, tinteros y plumas para escribir. No había donde sentarse, pues en la mesa que había tras la barra, solo había tres sillas. La de Flustan y otras dos en el lado contrario.

Tardo al menos quince minutos en terminar de organizar todo, tiempo que el grupo paso cerca del escritorio mirando como los hombres hacían y deshacían los mandados del amarrador. - Vale, cargadlo en el Madero, y volved a por mas - dijo antes de volverse e ir hacia Tülak y los suyos.

- Vale, decidme, ¿ya sabéis hasta donde queréis ir? Os diré el precio - dijo yendo a sentarse a su silla e invitando a sentarse a sus "invitados" en las otras dos. Ni se molestó en ofrecer mas asientos a los que no tenían. Tülak no era el mejor conversador, y Flustan se mostraba bastante desidioso.

Turno 611

Cuando el amarrador desveló sus tarifas, supe que aquella puerta se había cerrado para nosotros.
Aunque contra todo pronóstico el Umli consiguiese convencerlo de retrasar el pago hasta nuestro destino en el embarcadero de Tir Anduin, la soldada prometida por el mariscal no era más que de 3 platas por cabeza. Por supuesto, el destinatario del mensaje podría estar dispuesto a hacerse cargo del coste de la travesía en consideración al valor de la información que portábamos, pero la importancia de la misma no estaba clara todavía...la urgencia del mismo, nunca fue declarada abiertamente y aunque efectivamente las circunstancias que rodearon nuestra partida asi lo hacían sospechar, en ningún momento se dieron indicaciones precisas en ese sentido...
Por otra parte el precio acordado por completar la tarea, no hacia presagiar que pudiéramos necesitar tal cantidad...y en caso de equivocarnos, tendríamos un serio problema, los nobles podían ser muy caprichosos y delegar la responsabilidad de tal decisión en unos cuantos soldados a sueldo para evadir el pago de unas cuantas monedas...

Ya me disponía a levantarme para dejar el lugar cuando el medioenano tras compartir confidencias al oído con el tuerto nos llamó a reunión.
Nos habló de un salvoconducto...uno firmado por el propio Señor de la Marca, Leanoth.
Mi gesto se torció de nuevo...al principio no podía recordar de qué diablos nos hablaba, pero a medida que se explicaba fui recordando...efectivamente, creía haber escuchado hablar de ello a Leanoth durante la reunión previa a nuestra partida, sin embargo, no recordaba haber recibido aquel documento. El Umli insistía en que el permiso debía estar en mi poder, así que tras realizar un breve esfuerzo de memoria llegué a una conclusión. Solo existía una explicación para aquello.

Un momento...respondí, eché un rápido vistazo sobre las cabezas de mis compañeros, para comprobar que nadie nos miraba y empecé a andar hacia un árbol de tronco ancho que se encontraba en las inmediaciones. ...seguidme, debo comprobar algo.

Cuando llegamos al árbol me situé en la parte que quedaba oculta al embarcadero y tras asegurarme nuevamente que nadie nos observaba saqué una cajita del interior de mi faldriquera y estiré la tela que lo envolvía.
En efecto, alli estaba. Un pergamino doblado en 4 pliegues, en una esquina se distinguía el sello de la Marca y su contenido estaba al descubierto, se trataba del salvoconducto.
Aquí esta. Dije y chasqueé la lengua en una muestra de mi decepción.
Cuando la extraje quedo al descubierto la tapa de la caja, mi vista se perdió en una imaginaria vision de su interior...
Por un momento me asaltó la idea de escudriñar a través de las paredes de la caja...conocer el motivo por el que habíamos arriesgado nuestra vidas en el bosque verde y por el que debía subirme a las condenadas balsas de Flustan para navegar el rio grande. Tal vez si supiéramos el contenido del mensaje, pudiésemos evitar aquel mal trago...
Pero Sentí las miradas de todos clavadas sobre mí y la sensación desapareció, movía la cabeza en una pequeña negación y tape la caja de nuevo delante de todos mientras los observaba con recelo.
No hay nada más que ver aquí. Toma, llevaos el condenado permiso e id a reservar sitio para el traicionero viaje que nos espera. Giré mis rostro y me quede allí mientras regresaban al embarcadero, para seguirlos a una distancia prudencial.

Turno 611

Temudyin no estaba equivocado. Él no se acordaba si el salvoconducto lo habían llegado a recibir o no, pero lógicamente, se lo habían dado al portador del mensaje. Sonrió al medioenano ante la ocurrencia de su valor y no le dio más importancia. Si no se hubiese acordado él, seguramente lo hubiese hecho otro, o así pensaba.

Tülak llamó a los enanos y le pidió a Erik aquel papel. Este lo tenía, pero no era consciente de ello. Con gran misterio, se acercaron a un árbol para esconderse y el enano sacó una cajita que estaba envuelta en un pañuelo. ¿Eso es el mensaje? Pensó el tuerto. No quiso decir nada, solo miró a los alrededores por si alguien estaba husmeando. Junto a la caja, había un papel doblado con un sello. Según Erik, eso era el salvoconducto y se lo dio con desgana al barbudo pelirrojo. Cuando se acercaban de nuevo al amarrador, con una sonrisa en la cara, le dio unas palmaditas en la espalda a Erik y Kolli, quienes se veían realmente alterados por bajar por el río. - Es necesario, si hubiese otra forma, haríamos uso de ella, pero no hay otra más rápida.

El umli, quedó con Flustan en una especie de oficina para hablar con él sobre el precio para bajar por el rió o esto se creía el amarrador. Los viajeros esperaron en aquella barra llena de documentos y tinta a que el atareado encargado del embarcadero terminase lo que tenía entre manos. Cuando por fin fue así, Chaka dejó las sillas para quien iba tratar con Flustan y el permaneció de pie, mirando al exterior, vigilando, como si allí se fuese ha hacer una secreta transacción.

Turno 611 Bis (Solo Temudyin)

El instinto oriental se manifestó cuando Erik sacó aquella misteriosa caja. ¿Un mensaje en una caja? Temudyin no pudo evitar mirar con con detenimiento aquel pequeño contenedor mientras Erik lo tenía a la vista. Cuando esté hizo amago de volverlo a esconder, el tuerto disimuló mirando hacia otro lado, como si lo que allí se enseñaba no fuese con él.

Turno 611

El beórnida carraspeó al darse cuenta del realmente poco dinero que llevaba en el bolsillo, sin embargo, aquel desliz no se reflejó en su pétreo rostro, inmutable. 

-No os preocupéis por el dinero -aclaró entonces, esbozando la misma sonrisa bonachona que ponía siempre-; veamos lo que cuestan las cosas que necesito y, si hace falta y no da suficiente con lo que llevo encima para pagar un precio justo, volveré más tarde con el resto. Mis compañeros de viaje guardan el resto, como es obvio, no lo llevo todo encima yo solo -explicó, con una sonrisa paciente. 

Luego miró a la joven nieta del herborista y continuó:

-Como le he dicho antes a vuestra nieta, noble señor, hemos tenido un viaje algo ajetreado y ando escaso de vendas, paños y material quirúrgico... Además, me he quedado sin ningún tipo de hierba. ¿Tendríais a bien mostrarme las plantas que tengáis para sanar heridas, analgésicas, sedantes...? Decidme cuáles son y cuánto estimáis que costaría todo, después veré si puedo pagarlo o necesito ir a buscar más dinero -terminó, de nuevo con una sonrisa. 

Turno 611

- Veamos... - dijo antes de comenzar a enumerar todo un listado de hierbas de las que tenia en su poder. Algunas las señalaba, otras solo las decía en voz alta. Iba diciendo cual era su función, daba nombres y nombres,  de los que Haelembor no conocía la mayoría, y los precios de cada dosis.

​- Como veras tenemos un buen surtido, y hay mas, si sabes lo que buscas - dijo sabiendo que había abrumado con información al beornida..

Turno 611

​- Yo puedo ofrecerte gasas limpias, agujas de hueso, hilo de calidad, y cuanto necesites para reponer tus cosas - ofreció la muchacha, que parecía llevar mas el tema de las curaciones que de la propia botica.

​- Por una plata tengo preparado un estuche que podría servirte para varias curaciones - dijo amablemente.

Turno 611
Percepción

​El tuerto espió a Erik, tratando de disimular. Lo único que consiguió ver fue una muy sencilla caja de madera, con una pequeña cerradura y el escudo de Burh Waldlaes en su tapa. Era de pequeño tamaño, algo mas grande que un puño, de madera tintada, pero sin pulir.

Turno 611 / 2

Cuando Tûlak termino de hablar con el balsero, me acerqué a el en un momento que se encontraba algo más apartado del resto y le pregunté entre susurros si contaban con algún medio que permitiese recuperar del agua el cuerpo de un hombre a la deriva... ...sería posible cargar algún barril y atarlo a la balsa con una cuerda...o algo a lo que pueda agarrarse alguien como yo en caso de necesidad, si me entiende... pregunté desde la ignorancia, convencido de que el balsero sabría apreciar mis inquietudes

Turno 611 / 2

A punto estuve de agarrar a Erik por los tobillos y zarandearle boca abajo hasta que cayese el condenado documento pero, respirando profudamente varias veces, mientras entornaba los ojos, seguí, junto al resto, al enano, tras un arbol de tronco grueso tras el que se escondió:

- Por las barbas de Malilic, Erik, se puede saber que demonios te ha picado??!!, susurré, casi escupiendo en cada sílaba, pero El Herrero mediante, el salvoconducto apareció, pulcramente doblado junto a una cajita de madera: - El mensaje..., pensé. Agarrando el preciado trozo de papel, nos dirigimos hacia donde el, a esas alturas desconfiado Amarrador, nos había emplazado para "hablar". Tras quince minutos, una minucia en el crecimiento de un milenario roble del Eryn Nasgalen, pero una vida para algunas de las ruidosas especies de insectos que inundaban los pantanos durante el verano, el anciano humano se acercó hasta el otro lado del atestado escritorio donde le esperábamos. Durante todo ese tiempo procuré no manosear el preciado documento, como si mi solo contacto pudiera volatilizarlo sin remisión.

- Vale, decidme, ¿ya sabéis hasta donde queréis ir? Os diré el precio -

Su tono dejaba claro que su paciencia para con nosotros (bueno, siendo sinceros, conmigo) estaba mas que agotada, si no soltábamos esa despilfarrante cantidad de monedas. Me levanté de la silla, mirando en derredor, asintiendo a Chakka que, como siempre, mantenía a raya a cualquier hipotético enemigo, escudriñando los alrededores con su único ojo, para acabar acercándome a la mesa, mirando seriamente a Flustan:

- Espero que esto sea lo suficientemente privado, mi señor Flustan. Me temo que nos ha confundido con un grupo de caraduras que vienen a hacerle perder el tiempo, pero pronto podrá ver su error..., dije, sin pestañear, con ese acento norteño que teñía mi oestron en momentos de tensión, sin apartar los ojos de los desconfiados del encargado del embarcadero, a la vez que levantaba la enguantada mano, cediendole el documento lentamente mientras, acercandome a él, le dije, en bajo:

- Vamos a Tir Amduin, mi señor, y si no está de acuerdo, mas le vale saber que nuestro señor no estará muy contento con su decisión, pues nos esperan allí a la mayor premura..., momento en que le cedí el documento, y, sin dejar de mirarle a los ojos, volví andando hacia atrás hasta sentarme en la silla, quedando como un trozo de hielo, esperando la reaccion del hombre.

Turno 611

​El amarrador veía la escena. El enano se levantaba y se marchaba para volver poco después. La paciencia del hombre comenzaba a agotarse, realmente tenia mucho trabajo. Pero la curiosidad le podía. Tülak le entregó un documento, junto a unas palabras poco afortunadas. el hombre lo abrió, lo examino y volvió la vista al umli.

- Bien, valdrá, por supuesto. - dijo asintiendo mientras colocaba el documento en la mesa, y preparaba otro papel y tinta a su lado. - Redactare un contrato, el viaje será costeado por Faelginor, me firmaran y hablaremos de vuestra partida - le dijo, estaba contento por un lado, aquel documento le garantizaba el pago, pero por otro las maneras de Tülak no le gustaban.

- Han de decirme cuantos viajaran y si llevabaran carga, de que se trata, he de registrarla pues también se paga - dijo con la cabeza gacha. Comenzó a redactar.

RESOLUCION TURNO 611
 

Tülak había comenzado con mal pie. Sus dotes para negociar no eran demasiado buenas y eso se notaba en la predisposición tan mala que Flustan tenía para con el grupo. Tras intercambiar algunas palabras con el amarrador, este los invito al grupo a esperarle en la oficina improvisada que tenía dentro del almacén. Una pequeña barra de madera, a modo de separación, servía para delimitar esa oficina, si podía llamarse así. En realidad, era una simple mesa con tres sillas alrededor y montones de papeles sobre ella. El hombre llevaba registros de todo cuanto entraba y salía de su local.

Flustan esperaba a saber el destino para establecer un precio. Fue entonces cuando Erik, muy a su pesar, saco el salvoconducto que Faelginor les había dado. Por suerte Temudyin se había acordado de él, de lo contrario el viaje hubiera salido caro. El amarrador cogió el documento y tras leerlo con detenimiento dio el visto bueno. Tenía que hacer un documento paralelo, una especie de contrato que el grupo debía firmar. Una vez redactado se lo tendió a Tülak. En el documento, que todos pudieron ver, no era sino una declaración de las personas y material a transportar, junto a los precios detallados que el amarrador después cobraría. También había una referencia a la fecha y firmante del salvoconducto, al parecer ese tipo de pagos era algo común, aunque nunca estaban firmados por un mariscal de Gondor, en particular, ese era bastante valioso. Según el documento, la mañana siguiente, al alba, partirían en una gabarra llamada Madero, un nombre que no inspiraba demasiada seguridad.

RESOLUCION TURNO 611
 

El beornida había conocido al herbolario. Un poco afable señor, entrado en años, que tenia grandes conocimientos de su trabajo. Fue capaz de decir de carrerilla y sin perderse, el nombre de muchas hierbas. Su cabeza regia a la perfección. Señalaba con las manos sacos, botes y cajas diciendo el nombre de la hierba que contenía, tras el nombre recitaba sus propiedades, como si las hubiera aprendido de memoria, algo que le salía de manera automática.

Junto al herbolario estaba Ercis, su nieta. La bella joven era, al parecer, la encargada de llevar lo relacionado con la curación en sí, que del tratamiento con hierbas. Ambos le ofrecieron al beornida lo que pedía, y quedaron a la espera de que tomara una decisión.

No tenía demasiado dinero, y las hierbas no eran nada baratas. Siempre podía ir el a buscarlas, aunque seria difícil que cerca del poblado quedase alguna que no hubiera sido ya recolectada.

RESOLUCION TURNO 611
 

El ailgratha disfrutaba de un agradable baño. Sumergido en una gran tinaja en la que un agua, ya algo sucia, le cubría hasta el cuello. En dos ocasiones ambos jóvenes regresaron con nuevos baldes de agua bien caliente, que al mezclarla con la que había dentro, templaban el conjunto agradablemente. Se habían llevado sus ropas, seguramente en esos momentos, alguien se estaría esforzando en quitar todo el barro acumulado. El lino estaba acartonado ya, el sudor, la lluvia y la tierra, lo habían tornado rígido, áspero.

Era una habitación grande, donde había un gran lavabo corrido, a modo de abrevadero, hecho de madera. La gente se lavaba, pocos eran los que lo hacían, en ellos por medio de varias jarras llenas de agua que había en el suelo. Algunas toallas de felpa se amontonaban en la parte de atrás, en unas estanterías hechas de madera basta. Poco mas había, salvo un espejo, la propia bañera y una gran palancana que algunos usaban a modo de ducha, a su lado había varios grandes cazos para facilitar esa tarea.

Tumbado y relajado, Freagulf urdía su propia venganza, pobre del siguiente oriental que osara cruzarse en su camino, pues en el seria descargada toda la furia que acumulaba en su interior. La pérdida de Ulfer había hecho una gran mella en su alma, culpaba a los sagath de su muerte, y no le faltaba razón para ello. Había dejado de castigarse, usar al animal como escudo lo había atormentado, para focalizar la culpa en el pueblo del este.

Termino de asearse y salió de la bañera, el agua estaba ya prácticamente fría y sus manos demasiado arrugadas, era la hora de marcharse. Se secó concienzudamente con un par de toallas y se marchó en dirección a su habitación. Tan solo tenía la toalla para tapar esa desnudez, pero tampoco le importaba. Una vez en el cuarto, cerro por dentro y rebusco en su mochila algo de ropa de recambio. Se la puso y se tumbó en la cama. Tenía que esperar a sus amigos, sin saber lo que tardarían aun, se dejó vencer por el cansancio, dispuesto a recuperarse del esfuerzo del camino

Turno 612

No le caía bien a ese hombre, lo podía ver claramente. Pero yo no estaba allí para hacer amigos, así que no me importó. El Amarrador solo entendía el idioma del dinero, era completamente distinto a mi, y solo suavizó un poco su gesto cuando leyó quien respaldaba el escrito:

- Seis personas, seis monturas, y material de viaje. Podrá anotarlo mañana, antes de partir..., dije, escueto, agarrando el escrito, dispuesto a leerlo, despacio, como siempre hacia, pues pese a que podía hacerlo, no estaba acostumbrado al uso de la escritura, más ligado a mensajes no escritos en la naturaleza. Colocándolo sobre las mesa, y siguiendo las frases con el dedo índice, me tomé mi tiempo para leerlo de principio a fin. Toda la paciencia que me faltaba en otras ocasiones parecía brotar de tanto en cuanto, haciendome parecer que el tiempo apenas fluía.

Parecía estar correcto. Levanté la mirada, y lo pasé a mis compañeros para que lo leyeran. Habría de firmarlo yo, como representante del grupo, pero quería que todos estuviesen de acuerdo, antes de hacerlo.

Podía ver en los ojos del anciano humano el hastío ante aquella espera, un retraso para, sin duda, su ajetreado día de trabajo, ahora que una gabarra había llegado a Tir Linduin, pero de nuevo, evitaba esas connotaciones que a otros podían llevar a a actuar de uno u otro modo, yo era así, seco, directo, y sabía que a no muchos agradaba esa forma de ser, pero había aprendido a ser quien era, y no me importaban demasiado esas cosas.

Cuando todos lo leyeron, agarré una pluma, y lo firmé: una firma acorde a mi lectura, estaba convencido que había muchachos nobles que apenas habían cambiado los dientes, en las grandes urbes, que escribían mil veces mejor que yo:- Hemos de preparnos para la partida de mañana, maese Flustan, así que, si nos disculpa, dije, a punto de sonreir ante lo irónico de la frase, pues al hombre solo le faltaba darnos un puntapie en el trasero para sacarnos de allí, iremos a preparar nuestro viaje... Aunque, una última pregunta: que tiempo tardará ese transporte, "Madero", en alcanzar Tir Anduin??, le hice, levantando un dedo hacia mi cara para acabar apoyandolo en el labio.

Esperé a que el hombre contestara y nos despidiera, mientras doblaba el salvoconducto, y lo guardaba en un bolsillo interior de mi túnica. - Señores, tenemos mucho que preparar, antes de la partida, no perdamos tiempo!!, fuí diciendo mientras a mis compañeros, frotandome las manos: por fín parecía que podríamos recuperar el tiempo perdido en el bosque, y la misión se hacía algo menos cuesta arriba en mi mente.

Turno 612

​El hombre se levanto en cuanto verifico la firma. En el documento había apuntado todo lo que debía de cargar, torció el gesto al oír que debería de llevar caballos en la barcaza, pero era un problema logístico mas que otra cosa. En realidad por el precio que cobraba por ellos le era rentable hacerlo, pese al sitio que ocupaban.

- Se tarda unos tres o cuatro días en llegar, pero hay que atracar en Tir Limclaro casi un día entero para entregar mercancía y cargar otra - dijo sin preocuparse demasiado por la demora - El quinto día llegareis para la hora de la comida a vuestro destino -​ añadió antes de marcharse.

Ya se había alejado, tenia que hacer nuevas modificaciones en la lista de carga para hacer hueco a los caballos y al nuevo pasaje..

- Traed a los caballos temprano, al menos una hora antes de partir - dijo justo antes de desaparecer por el porton en dirección al muelle.

Turno 612

Tras quedar todo dispuesto para nuestra partida en el embarcadero, me dirigí al amarrador.

Quería saber si aquella balsa llamada "madero" disponía de algún sistema de seguridad en caso de que un viajero se precipitase a las aguas.

En un momento de la conversación el Umli pregunto a Flustan por los días de travesía y este le respondió que antes de llegar a Tir-Anduin debían realizar una parada en el emplazamiento ribereño de Tir-Limclaro...aquel aparte en el camino nos haría perder un día entero...no era una cuestión menor dadas las circunstancias.
No pretendía permanecer sobre aquella tumba flotante más tiempo del estrictamente necesario y tal vez ese detalle no fuese del todo una mala noticia.

Cuando Tûlak se despidió, tomé la palabra y salí al paso de las ultimas consideraciones del amarrador.

Y esa parada...en Limclaro...en que momento sería? tal vez deberíamos plantearnos desembarcar allí y continuar el resto del trayecto a pie... dije convencido, mientras me acariciaba las trenzas de la barba ¿puede decirnos cuantos días de travesía hay de Limclaro a Tir-Anduin?

Cuando terminásemos nuestros asuntos en el embarcadero, le pediría al herrero que revisase mis armas. La pelea contra los Orientales había sido corta, pero no debía descuidar el estado de mis herramientas de trabajo.