Partida Rol por web

Turno 616

El hombre de la Carroca observaba con atención a su alrededor. Sorbía poco a poco de su jarra mientras veía cómo el lugar se llenaba a ritmo frenético y la algarabía pronto se elevaba a un nivel más alto de lo que a él le resultaba agradable. Suspiró y trató de concentrarse en las palabras del enano, que en ese momento continuaba abogando por la cerveza en lugar de las dosis curativas. 

¿Acaso no le había entendido? Haelembor no quería reponer lo que había gastado curándolos, eso lo había puesto de su propio bolsillo sin la menor intención de recibir nada a cambio, de hecho, los había curado de muy buena gana. Por supuesto que ya repondría su propio instrumental él mismo cuando todo aquello terminara... Lo único que decía era que no le quedaba nada si les volvía a suceder algo y no quería tener que curar las heridas de sus compañeros con las manos desnudas. Sería mucho peor para ellos si no llevaba ninguna infusión ni unguento, ni siquiera vendas o gasas. Miró al enano con una expresión poco condescendiente.

Sin embargo, no le interrumpió, lo dejó terminar. Luego apuró los últimos tragos de la bebida y se aclaró la garganta, dirigiéndose hacia Tülak:

-La culpadura cuesta una moneda de plata por dosis. Pero se secan en una semana, así que no cogería mucha. Se trata de un musgo que, si se usa como venda, puede sanar heridas y, si se mastica, restablece el ánimo y la energía. El rewk se infusiona para restablecer las energías también, no es tan eficaz como la culpadura, pero dura mucho más, También cuesta más: nueve monedas de plata. Por último, las arnúminas doblan la velocidad de curación de tejidos cartilaginosos, es decir, las torceduras, distensiones, esguinces, y todo eso. Cuesta seis monedas de bronce cada dosis. Finalmente, el paquete de vendas y gasas que me ha hecho la nieta del herbolario, me lo han dejado en una moneda de plata -tras explicar todo aquello, el beórnida dio un largo sorbo a su nueva bebida y se quedó mirando al pelirrojo-; tú decides. Tenemos en total ahora mismo una moneda de oro, nueve de plata, veintisiete de bronce, veinte de cobre y treinta y cinco de estaño. Sin contar el dinero que le queda a Erik. ¿Qué quieres comprar, maese Tülak?

Turno 616

- Yo tengo algo también - dijo el enano - Pero antes quiero deciros algo... - su rostro se torno serio.

- No ire con vosotros, se que di mi palabra, pero ya lo hable con el mariscal - dijo antes de enjuagarse la garganta con un trago - He de ir al norte, y con su consentimiento, nuestro viaje juntos acaba aquí. - anuncio - Pero os daré parte de mis monedas...

Turno 616A

El rubio dejó las monedas donde las había depositado. No era ni educado, ni coherente recuperarlas. Pensaba que había hecho un buen servicio con el alojamiento, comidas, y viandas para el viaje, pero cualquier aporte, para ayudar, era bueno. Pensaba que era lo correcto.

- No padezca, bien estará. Agradeció al señor posadero la consulta y la información, ya que pensó que estaba todo, y harían el reparto. Sonó amable y agradecido. Lo estaba.

Turno 616

Tras escuchar a Haelembor, me limpié la boca con el dorso de la mano y recogí mis monedas.

Pues yo opino que con el paquete de vendas y una dosis de arnuminas para los achaques de "Mr perfumado"... comenté en clara alusión al ailgratha y a su ya muy recuperadas lesión de espalda ... tenemos mas que suficiente para una travesía en balsa. de todas formas, haced como veáis. Ahora si me disculpáis, debo volver a la zona comercial para canjear algunas cosas. Tengo una deuda pendiente y no pienso dejarla sin pagar.

Antes de levantarme arrastrando la pierna bajo la mesa, el herrero respondón nos sorprendió con una repentina revelación....dejaba el grupo para dirigirse al Norte...
No entendía que demonios tenia que hacer en el Norte y mucho menos porque había esperado hasta el último momento para darnos aquella noticia, y por unos instantes se me paso por la cabeza que quizás el miedo a enfrentar las corrientes del Anduin dominaba la verdadera razón de su abandono.
pero aquello no era propio de un enano, y menos de uno obstinado y orgulloso como Kolli. Al menos en eso somos parecidos...pensé.
De repente empezaron a cobrar sentido ciertas actitudes y su comportamiento de los últimos días. Se había mostrado mas ausente y taciturno de lo que era habitual en su persona y el hecho de que no se hubiera quejado ni una sola vez del viaje en balsa ni se hubiera posicionado a mi lado en tal asunto, dejaba ahora a las claras que nunca había sido su intención continuar con nosotros más allá de Linduin...el enano tenia su propia misión, más allá de nuestro pequeño encargo y nadie podía asegurar que no fuese más importante.

De modo que confiando en las últimas palabras de mi Mariscal cuando le cuestioné sobre la idoneidad del grupo, lo deje ir sin cuestionar su decisión delante del resto.

Condenado Herrero, que calladito te lo tenias. Supongo que estarás decepcionado por no poder acompañarnos en nuestro movidito viaje hasta Tir-Anduin...lo miré de arriba abajo. Habíamos tenido nuestras deferencias, pero demostró ser un bravo guerrero y excelente compañero de armas cuando los orientales nos emboscaron. Lo echaríamos en falta en los difíciles días que nos esperaban después de entregar nuestro mensaje en Tir-Anduin. ...Que Mahal guié tu martillo, quizás algún día volvamos a encontrarnos.

Finalmente me aupé sobre la silla y de un respingo, salte sobre el suelo de madera. Esperé unos segundos por si alguien decidía acompañarme al barrio de mercaderes mientras me ajustaba la correa y acto seguido me encamine anadeando hasta la puerta de la Posada.

El sol todavía no había alcanzado su punto álgido, y en el aire, se respiraba el aroma hogareño de las cocinas. Aspiré profundamente intentando atesorar aquella sensación a paz y seguridad, pronto se disiparía en un remolino de agua y maderos, y su recuerdo me daría fuerzas para afrontarlo sin temores.

Turno 616

Escuché sin mutar una arruga mi expresión, mientras Erik trataba de ganar adeptos para su cruzada por la cerveza: - De veras trata de anteponer la bebida a nuestra propia seguridad...??, pensaba, de pronto preocupado, Uff, si que tiene dependencia por la dorada sustancia..., pensé, allí plantado, cual roca de hielo. La paciencia, en condiciones normales, era un bien con el que los Valar o el propio Eru Iluvatar me habían premiado, y me tomé mi tiempo para rumiar sus palabras, y las preocupadas del gigante de La Carroca. No debía tomarse una decisión a la ligera, sin duda.

El posadero confirmó que nuestras provisiones estarían aseguradas para la mañana siguiente, lo cual me hizo salir de mi mutismo y asentir, complacido, a las gestiones del antiguo eotheod. Después, el atareado humano, empezando a sudar profusamente, debido al acúmulo de trabajo en esas horas del día, nos proveyó de un humeante guiso de liebre con arroz que enseguida provocó un sonoro retortijón en mi estómago, recordandome, como había hecho notar Erik, que en la última semana habíamos comido al borde de lo necesario.

El jolgorio y la algarabía de la sala común de la posada retumbaba en mi cabeza, mas acostumbrada a los ruidos de insectos y al de los pájaros que retozaban al sol, en las tierra salvajes, pero bueno, era un mal menor, y no podía menos que alegrarme por la felicidad que se respiraba en aquella población, aislada de casi todo, donde tan poco sospechaban de la presencia de un ejercito oriental al otro lado del vetusto bosque.

Sumido en esos pensamientos estaba, engullendo una cuchara rebosante del denso manjar, cuando un carraspeo me hizo dirigir la mirada hacia la derecha, donde Kolli había emitido su primer sonido en días. Le miré sorprendido, y mientras desgranaba sus intenciones, enseguida comprendí el por qué de su mutismo: iba a abandonar la compañía.

- No tengo nada que reprocharte, Kolli: luchaste bravamente cuando hubo que hacerlo, pusiste a nuestra disposición tu valioso don con ese martillo que portas, y aportaste la coherencia, muchas veces con tu silencio, en momentos en que la situación de la Compañía era de veras desesperada. Así que, teniendo en cuenta que además nuestro empleador te dio su beneplácito, mañana partirás con mis bendiciones, acabé, asintiéndole, también como agradecimiento de su aportación monetaria, pese a abandonar el grupo. De veras me sorprendió una capacidad para hablar que no sabía que poseía. Pareciese que, de hecho, cada vez me costase menos hacerlo.

Cuando Haelembor hizo recaer en mi la decisión del reparto del gasto de las monedas, y antes de que Erik se ausentara, fruncí el ceño:

- De veras creeis, compañero, que debeis confiar en mi juicio para decidir como utilizar vuestras propias monedas??!! Por las barbas de Malilic: ha de ser esto mucho mas fácil, y si he de ejercer como vuestro capitán en este lance también, mi decisión es la siguiente: cada voto de cada uno de nosotros contará por igual. El mío irá en esta dirección, sentencié mirando a Erik: - Compañero, espera a que terminemos la comida, iré contigo a esa zona de mercaderes, a ver si puedo desprenderme de algo que poder invertir en curación. Despues, respiré hondo una vez mas, y continué: - No creas que no valoro el esfuerzo que supone para tí dejar tu destino en las manos de Ulmo, pero creo que, dado el caso en que nos encontramos, es prioritario que Haelembor, no solo reponga lo enormemente gastado durante el viaje por el bosque, si no que se haga con algunas de esas hierbas y emplasto, por si, dado el caso, alguno sufrimos algún percance. Recuerda el fortuito que acabó con la espalda del ailgratha mas que maltrecha... Además, recuerda que, si no nos convence el ahorro de tiempo en la barcaza desde Tir Limclaro a Tir Anduin, la última parte la haremos a caballo, y las Tierras Pardas no están exentas de peligros, así que quizá necesitemos de esas hierbas para curarnos, despues de todo... Sin embargo, creo que ese esfuerzo extra que supone para tí el viaje en la barcaza ha de premiarse, así que, por mi parte, no veo problema en que compremos una pequeña provision de cerveza también...

Después, me centré en el gigante barbudo, para decir: - Donde no me meteré, amigo, es en como gestionar el gasto en la Botica. Se reconocer una planta de arnúminas, pero carezco del conocimiento de aprovecharla en un beneficio directo sobre la salud, como tu haces, así que la decisión de qué comprar tendrás que hacerla tu, compañero, que eres el que sabes, tras lo que falte por pagar a las Caballerizas donde descansan nuestras bestias, y las pocas monedas de cobre que invertiremos en proveer de cerveza a nuestro amigo... Todos conformes??

Con eso, paré de hablar, la boca seca de pronto, por lo que dí un largo trago a la cerveza. En ese momento, casi echaba de menos a aquellos lobos que nos habían acosado a la salida del bosque: aquello se me antojaba, incluso, mas sencillo que las gestiones que debíamos cumplir allí, en Linduin.

Turno 616

Mientras me arrastraba por el empedrado camino de vuelta al barrio de mercaderes, rumiaba para mi los últimos acontecimientos acaecidos en la Posada. La repentina revelación de Kolli, nos había pillado a todos por sorpresa y la falta de liquidez del grupo, me había obligado a vender mis pertenencias como si fuese un desharrapado cualquiera. Antes de hacer un alto en los establos para recoger algunas de mis cosas hice recuento mentalmente. Había pensado vender alguna de las cosas de menor valor, como los utensilios de acampaje, pero habida cuenta de que lo que nos restaba era un rápido trayecto en balsa, pensé que lo más sencillo seria vender alguna de mis piezas de armadura en la Herrería. Después de todo la cota de Mallas y el resto de piezas no serian más que un lastre en mitad del rió. Flustan nos había avisado que cobrarían un extra por el equipaje y tanta la armadura como las armas se llevaban una buena parte del total. De modo que eso seria lo que haría. Además, como integrante del ejercito, pensaba que no me resultaría difícil conseguir unas nuevas a buen precio en la armería de Tir-Anduin...después de todo, era mi intención regresar cuanto antes al Este, para servir a al lado de Faelginor y seguir la estela del rastro de mi hermano. Partiría con el primer grupo de soldados que se dirigiese hacia allí y el ejercito me proveería de material, como siempre había sucedido.

Turno 616

El tuerto permaneció en silencio escuchando a unos y otros mientras comía con deleite aquel guiso de liebre con arroz que quizás no fuese el mejor que había comido, pero que debido a las penurias pasadas en el camino, le sabía a comida de reyes. Masticaba lentamente disfrutando de todos los sabores e intentando que estos se le quedasen grabados en la memoria.

Mientras, Haelembor explicó cuales serían algunas de las hiervas que el creía que merecía la pena comprar. Algunas le sonaban, pero no todas, así que no añadió ni dijo nada.

Kolli, rompió un silencio que llevaba manteniendo desde hacía tiempo, Temdyin no recordaba desde cuando, desde que entraron en aquel pueblo o incluso algún día antes. Dejaba el grupo y la misión. En ese momento Chaka dejó de comer tragando lo que tenía en la boca. Era una gran perdida para el grupo. Quizás no habían cruzado muchas palabras en ese viaje juntos pero de sobra sabía y había comprobado que eran un gran y valiente guerrero. Le había sacado de problemas y sin él, seguramente el bosquimano ya no seguiría en el mundo de los vivos. No dijo nada. Erik y Tülak dijeron todo lo que había que decir por ahora.

Después la conversación se centró en el tema de en qué gastar el poco dinero que tenían. Tülak dio su parecer y realmente se le notaba alma de líder, pues convenció totalmente al tuerto que en un principio se cerró a la idea de gastar monedas en la cerveza. - Por los dioses que la elección del líder del grupo fue atinada. Estoy con Tülak. Prefiero y veo más importante comprar hierbas y demás para las posibles curas, pero creo que ya que Erik va a dar su brazo a torcer en el tema de la barcaza, en cierto modo se vea recompensado. También iré con vosotros pues creo que tengo algo de que desprenderme sin problema y algún estaño nos darán por ello. - dijo Temudyin reciín acabó con su plato.

RESOLUCION TURNO 616
 

Erik se levantó, tenía las ideas muy claras y una cabeza bastante tozuda. Dejo a sus compañeros allí decidiendo como gastar las monedas que les quedaban mientras el salió por la puerta ante la estupefacción del grupo.

Pero habían terminado de comer y de reposar, y no sin nada mejor que hacer, salieron tras el enano. Kolli no los acompaño, se quedó apurando su cerveza, descansaría el resto del día y la mañana siguiente se despediría de ellos.

Aunque Erik había salido antes, no tardaron en darle alcance. Lo hicieron cuando estaban llegando a la zona donde se agolpaban los artesanos. No estaban seguros de que allí fuese el mejor sitio donde poder vender los objetos de los que querían desprenderse, pero era un buen lugar para empezar.

Los artesanos hacia poco que, tras la comida, habían vuelto a abrir sus talleres. Ahora veían como un grupo trataba de vender algunas de sus pertenencias. Algunos de ellos estaban interesados, pero era más curiosidad que otra cosa. Ellos podrían fabricar casi cualquier cosa de la que les trataban de venderles. Por ello, algunos indicaron al grupo que lo mejor sería ir a la plaza centras. Aunque no había mercado ese día, sí que había varias edificaciones con distintos comercios. Entre ellas armerías, sastrerías, un local que vendía toda clase de suministros e incluso una tienda de arcos llamada “La pluma Gris”, que por lo que les dijeron eran de lo mejor por aquellas tierras.

Visto que entre los artesanos no podrían conseguir un precio decente, pues tampoco disponían de demasiado dinero, se encaminaron hacia la plaza.

Turno 617

Tras un mas que correcto almuerzo, pregunté: - Alguno tiene dotes de comercio?? Freagulf, parece que se te ha dado bien negociar por nuestros viveres, podrías venir con nosotros al mercado, que me dices?? Desde luego, si no es por el salvoconducto del Mariscal, las negociaciones con nuestro "amigo" Amarrador, hubieran sido un completo desastre...

Despues, algunos nos dirigimos, primero a las caballerizas, y despues a la zona donde los mercaderes exponían sus enseres a vender, aunque esperábamos que alguno estuviera dispuesto a comprar. Erik lo tenía claro, había estado aquí, y ya había tanteado el terreno, así que, manteniéndome en segundo plano, le dejé hacer. Sin embargo, cuando vi que iba a vender las piezas de su armadura, dije:

- Espera, compañero!! Creo que es pronto para desprenderte de eso, no crees?? Recuerda que, si no nos convence el viaje, o mejor dicho, la espera, en Tim Limclaro, hasta que la barcaza reposte, quizá vayamos a Tir Anduin a caballo y, como dije, las Tierras Pardas no son sitio para recorrer sin estar protegido... Mejor vender otra serie de enseres de los que sí podamos prescindir. Por mi parte: dejaré mi lámpara de aceite, junto al frasco del volatil líquido. También me puedo desprender del saco de dormir, e incluso de este cuchillo que uso para trabajos menores, pero..., dije, poniendo una mano en el hombro del naugrim, No te prives de aquello que te puede salvar la vida en el camino, compañero, aun nos encontramos muy lejos de nuestro destino...

Sin embargo, en la zona de artesanos nos emplazaron a dirigirnos a la Plaza Central, el sitio en el que parecía que se organizaba el mercado, y si bien no había aquel día, sí parecía que los comercios que jalonaban dicha plaza sí estarían abiertos. Hacia allí nos dirigimos, dispuestos a engrosar el exiguo presupuesto que manejábamos para las hierbas y la cerveza.

Turno 617

Se levantó a la par que Tülak y salió de la posada con la tripa llena y con una pesadez que hacía mucho no sentía. Le hubiese gustado tumbarse a la sombra de algún árbol y dejar la mente en blanco mientras se dejaba caer en un sueño tranquilo, ahora que no había prisa y solo debían esperar al alba. Pero quiso seguir a Erik para ver a los artesanos. Les preguntaría sobre su armadura. Quizás alguno supiese que significaban aquellos símbolos y reconociese su precedencia. También había pensado en deshacerse del hacha y la daga orientales que robó a aquel perro, hace ya tiempo, cuando conoció a Freagulf.

Al llegar donde los artesanos, estos les mandaron a la Plaza central. Esperando su turno para hablar y con la capa echada hacia atrás para mostrar la armadura y sus bellos grabados se acercó a los que parecían trabajar con el cuero y preguntó al que le pareció más anciano, quizás su experiencia acumulada en los años, le haría conocer su significado y su procedencia.

Cuando estos le respondieron les dio las gracias y siguió al grupo hacia la plaza central. Allí había varias tiendas y armerías. Una de ellas, "la pluma Gris", se llamaba, vendía arcos y eso le dio la idea sobre la posible defensa en la barcaza. Se apresuro y llegando junto al umli le preguntó sobre el tema. - Tülak, ¿crees que deberíamos llevar arcos o algo así para defendernos en la barcaza?

Turno 617

Iba ya camino de los establos, cuando el resto del grupo me dio alcance.

Tulak intentó disuadirme de vender mi armadura, ante un poco previsible cambio de planes tras hacer alto en Limclaro. Pero mi decisión era firme.
No había razones para temer un ataque de los Orientales tan al Oeste, y aunque la idea de hacer la ultima etapa del trayecto a caballo resultaba tentadora, ya me había hecho a la idea de subirme al madero. No entendía porque ahora el Umli reculaba en su decisión, pero cambiar de idea solo me haría quedar como un estúpido. De modo que decline su sugerencia con todo el tacto que me fue posible:

¿En serio? Pensaba que la decisión de ir en balsa hasta Tir-Anduin era inamovible...en fin, pienso que sois demasiado cauteloso. No diré que no es una buena cualidad para un líder, pero en verdad no creo que sea necesario. De todas formas no pensaba vestir la armadura mientras estuviésemos subidos a ese trozo de maderas podridas, y de poca ayuda nos seria ante una emboscada río adentro. Así que descuida, estaré bien sin ella.

Antes de que los artesanos nos redirigiesen a la plaza central, Chakka indagó entre los ancianos sobre el origen de su armadura de cuero. Como testigo de su conversación con Faelginor la noche anterior a nuestra partida, la curiosidad me mantuvo atentó a sus averiguaciones, aquello nada tenia que ver conmigo, pero no había muchos pasatiempos en aquel pueblo y la historia del bosquimano me despertaba cierta compasión.

En cuanto llegamos a la pluma Gris, me quede al margen, ojeando la mercancía con curiosidad. No tenia pensado moverme ni un centímetro del centro de la barca una vez que estuviésemos en el agua, y mucho menos ponerme a jugar con palos y cuerdas mientras aguantaba el contenido de mi estomago.

La tarde pasaba presurosa, y las primeras caricias del viento del Oeste empezaban a erizar la piel de la nuca.

Turno 617A

Se puso en pie en cuanto Tülak le comentó que podía aportar algo: - Por supuesto. Y animado le indizó, con el brazo, que avnazara, y se seguía

RESOLUCION TURNO 617
 

El grupo se dirigió hacia la plaza. En ella pudieron ver un canal que cruzaba el pueblo. No era natural, había sido horadado en la tierra, y cubierto de mampostería para dar servicio a una fuente (#8), vacía a esas horas, pero que por la mañana se llenaba de gente que iba a recoger agua, como Haelembor les contó, ya había estado allí.  Dos pequeños puentes cruzaban al otro lado, aunque allí no había más que dos o tres edificaciones (#2 y #3), importantes a juzgar por su hechura. La que estaba más cercana a la fuente (#1) era particularmente grande, con recargados adornos sobre enormes puertas. Las ventanas tenían vidrieras de colores y estaba toda pintada de refulgente blanco. Todas las casas de aquella zona eran de dos plantas, y disponían de mucho terreno alrededor.

En la zona sur había varios edificios de dos plantas, cuyos bajos hacían las veces de tiendas. De hecho, la más próximo a la posada era la casa más grande, resulto ser una tienda llamada “Mercancías del Tinnen” (#9) y que vendía casi cualquier cosa, desde arroz, hasta yugos para los bueyes. A su lado, estaba una sastrería (#10), una casa mucho más modesta y pequeña, con un cartel con un carrete de hilo y una aguja en su fachada. La siguiente edificación (#11), algo más pequeña, era una armería llamada “El Martillo de Hierro”. Era más sofisticada que la herrería que había en el gremio de artesanos, sus armeros elaboraban principalmente armas y armaduras, dejando a los herreros la manufactura de los demás objetos cotidianos. Por ultimo estaba “La pluma Gris” (#12), un taller que hacia arcos, ballestas, y flechas de una calidad superior. Los aventureros se dispusieron a deshacerse de algunos de sus enseres para conseguir algún dinero extra con el que pagar lo que necesitaban.

En “Mercancias del Tinnen” conocieron a Holbin, un hombre de mediana edad que regentaba el local. A él le enseñaron los objetos que deseaban vender. Temudyin tenía un hacha y un cuchillo, pero el dependiente, honestamente, le dijo que sacaría mejor precio en la armería. En igual tesitura estaba Erik, que quería desprenderse de su cota y otras partes de su armadura, además de una maza de combate. El que si tenía algo que le intereso a Holbin fue Tulak. El medio enano le ofreció una linterna, con un frasco de aceite, un saco de dormir, y un pequeño cuchillo, que al no ser un arma propiamente dicha, podría ser vendida en aquel sitio. Pero el tipo no era un novato y sabía bien el precio que podía pagar para seguir ganando lo suficiente.

El siguiente sitio que visitaron fue la armería. Allí trabajaban al menos veinticinco personas, aunque la mayoría eran jóvenes ayudantes. Pudieron hablar con Hamming, el dueño del local. Un maestro armero no muy viejo, deteriorado por el trabajo, pero que tenía la constitución recia del que moldea el acero. Enseguida entraron en materia y se puso a examinar las cosas que le traían. Se interesó sobre todo por la cota de malla enana y las armas del tuerto. El resto, aunque no estaban mal, no atrajeron a su ojo experto. Temudyin, además trato de averiguar algo sobre la armadura de cuero que había pertenecido a su hermano, pero lamentablemente no pudo sacar ninguna información de aquel objeto. Tendría que intentarlo en otro sitio.

Salieron a la calle de nuevo. En la plaza no había demasiada gente pues el frio acuciaba con la caída del sol, que ya empezaba a descender. Anochecía pronto en esa época del año, no faltaría más de una hora para que se hiciera de noche para cuando acabaron sus pesquisas.

Aún no habían entrado en la sastrería, ni en “La pluma Gris”, aunque no estaban seguros de querer hacerlo. Podrían a entrar a echar un vistazo y después a llegar a tiempo de encontrar abierta la herboristería. Haelembor sabía dónde estaba y no les llevaría demasiado tiempo llegar.

Turno 618

Sonreí ligeramente, mientras nos dirigíamos hacia la Plaza de los Artesanos, ante el comentario de Erik a mi ofrecimiento para, según qué condiciones, hacer la última parte del viaje a caballo, desde la población a la ribera del Limclaro, hasta Tir Anduin:

- También lo es escuchar a aquellos que le aconsejan, amigo!! Quizá estoy yo equivocado, y el viaje desde Tir Limclaro a Tir Anduin, a caballo, no es tan largo... Pensé que recibirías el ofrecimiento con alegría, más que con sarcasmo!! Una sonrisa acompañaba mis francas palabras: lo último que quería era al enano de nuevo enfurruñado.

Cuando llegamos a la zona de tiendas, y pese a tener paciencia de sobra para muchos menesteres, apenas conseguí aguantar el regateo con el que aturullaba cada comerciante a Freagulf, nuestro interlocutor. Finalmente, y a poco de anochecer, contábamos las monedas conseguidas con la venta:

- ..., 1 moneda de oro, 24 monedas de plata, 46 monedas de bronce, y 10 monedas de cobre..., dije, encogiéndome de hombros, poco tentado por el brillo de las monedas:

- La verdad, continúe, girando la cabeza hacia Chakka, recordando la pregunta del oriental, es que, si alguno sabéis como utilizarlo, me sentiría más seguro en la gabarra, si alguno tuviese un arma de proyectiles con el que a hacer frente a enemigos que pudieran aparecer por la ribera del Río Grande mientras navegamos por él... Haz cuentas, Haelembor, a ver si, tras tus compras, quedaría algo para comprar un arco, o una ballesta...

El trasiego por la ciudad continuaba cuando abandonamos la plaza dirección a la Botica, mientras el disco solar, cada vez más rojizo, iba ultimando su camino, a punto de dejar paso a la luna que reinaría en la fria noche de finales del invierno suave de las tierras entre las Nubladas y el Bosque de las Hojas Verdes...

Turno 618A

Tres monedas y media, es lo que rondaba su mente, pero algo le atormentaba. El enano vendiendo sus protecciones. Eso era preocupante, ya que esa medida, por desesperada, significaba que algo peor arrastraba. Un enano perdiendo sus defensas, desnudándose, era ... algo preocupante. Sacudió la cabeza, junto a Tülak y se dirigió a este: - ¿Y cual es el objetivo...qué hay que conseguir?

Turno 618

Tras acompañar a Chakka a la tienda para todo de Timmen , donde no pudo conseguir la información que buscaba, nos dirigimos a la armería. Una vez allí, la insistencia de Tûlak por no desechar la opción de llegar a Tir-Anduin a caballo, me obligó a replantearme mi estrategia.

Hamming, el encargado de la armeria, parecía un hombre honrado. No intentó engañarnos al volorar nuestras cosas, y el hecho de que mostrase un acuciado interés por mi cota, me ayudó a tomar mi decisión. Aparte de su manufactura enana, había empleado no poco tiempo en dibujar algunos grabados en ella, algunos no eran mas que garabatos sin sentido, adornos con el emblema del clan y runas de buena suerte. Pero aunque la placa y el escudo de los pelarnuv eran extraibles y no había especial valor en mis artesanías, al menos para el ojo bien entrenado, si que guardaban cierto valor para mi. Me había apegado a ellas, como a un amuleto de la buena suerte. Y ahora que oía sus virtudes en boca de otra gente, no deseaba desprenderme de ella.

Hice un calculo rápido y tras comprobar que con la venta de las grebas y los brazales me alcanzaba para pagar la cerveza, cerré el trato y a la salida me acerqué a Tulak para decirle:

Podéis disponer de la parte que me sobre como convengáis. Pero antes he de pagar mi barril de cerveza. Eso no es negociable. Pues ya he dado mi palabra.

Después de aquello, me dirigí al encuentro del posadero para pagar la cerveza. El resto, discutían si debían
consultar precios en "la pluma gris" para comprar algún arco o ballesta para el viaje. Pero aquello no era asunto mio. Si me daba tiempo visitaría también el puesto de carpinteros para adelantar el pago de mi encargo.

Turno 618

Consiguieron vender unas cuantas cosas y conseguir una suma de dinero aceptable, aunque tenían que quitar el coste del barril de cerveza del enano. Quizás con aquello se podrían conseguir las hierbas y medicinas que necesitaba Haelembor. Eso alegró en un momento al tuerto con aspecto oriental, pero al rato pasó a estar cabizbajo y desanimado, pues no había conseguido saber algo más sobre su hermano. Los grabados de la armadura no decían nada a los artesanos de Linduin.

Solo faltaba la sastrería y la tienda de arcos. - Yo me temo que no soy muy diestro con arcos o armas similares. Por mi parte creo que no deberíamos demorarnos más. - Contestó a Tülak cuando este mencionó la posibilidad de comprar un arma de ese tipo.

El sol ya se estaba poniendo, el día acababa. Debían darse prisa en ir al herborista, antes de que cerrase su negocio.

RESOLUCION TURNO 618
 

Los regateos no tenían cabida entre comerciantes de bien. Aquellos hombres, con muchas tablas en la compra y venta de sus productos, no gustaban de andar discutiendo precios que el mercado ya había establecido. La elocuencia de los vendedores tampoco ayudo en demasía, pues no eran grande oradores, menos aún buenos vendedores. Finalmente, unos y otros llegaron a acuerdos, más o menos producentes, pero acuerdos entre hombres de palabra. Un intercambio de monedas y productos en el que cada uno consiguió su propósito. Todos menos Erik vendieron lo que pretendían. El enano no considero el precio por su cota, ni por su maza, adecuado de modo que rehusó el dinero. Tal vez las palabras de Tülak tuvieron algo que ver, pero el caso es que al final, Erik decidió conservar su armadura y el arma.

Poco después, ya con algunas monedas de más en la bolsa, se pusieron en marcha hacia el herbolario. Haelembor les fue indicando el camino, salieron por la parte contraria de la plaza. Erik fue el único que no les acompaño, pues se dirigió directo de vuelta a la posada. Tenía cerveza y un barril que pagar.

Se hizo de noche con rapidez, y tras sus compras, todos volvieron a la posada. Allí estaba Erik, que había dejado atados sus asuntos. Bebía una cerveza tranquilamente con Kolli, en la misma mesa que antes habían ocupado. De hecho, el herrero estaba en un semiestado de embriaguez. Fuera había oscurecido ya, y de nuevo los parroquianos volvían a reunirse entrono al fuego de aquel local. Al contrario que al mediodía, todos venían con la intención de alargar su estancia allí regando sus corazones con litros de cervezas y vino.

Por primera vez en mucho tiempo, todos disfrutaron de una tranquila noche. No faltaron los cantos, la bebida, las chanzas, la comida y un sentimiento de unidad que se había forjado en un arduo camino. Esa noche durmieron a pierna suelta.