Partida Rol por web

-¿Entonces no tienes contactos fuera de la cárcel? Porque eso de la huelga de silencio es buena idea si hay alguien que escuche tu silencio. Por ejemplo si te hacen una entrevista televisiva y te quedas allí callado haciendo que todos se pongan incómodos. Pero hace falta que alguien de afuera nos mande alguna cámara de televisión o micrófono de radio.

-Mira. Yo conozco a una gente. Son judíos, pero son buenos. Trabajan en el dragón rojo. Quizá si nos pudiéramos contactar con ellos podrían ayudarnos. ¿Qué te parece? Trabajan en el dragón rojo. Hay que intentarlo.

Forbúl se quitó un zapato y con el taco reforzado comenzó a golpear los barrotes.

-¡Guardia, guardia! Guardia, venga ya para aquí. Yo soy el abogado del detenido este de aquí. Y me ha dicho que aún no le han dado permiso de realizar una llamada telefónica. ¡Guardia! Venga, que mi cliente tiene derecho a una llamada y ustedes no se la han dado. ¿Qué pasa? ¿Que no han visto películas para formarse en cuál debe ser el protocolo?

El Negro se apartaba ante los repetitivos intentos de la vieja loca de limpiar su color de piel - QUihTEH SEÑORAHH - y es que no podía ser más infernal mi situación. En prisión rodeado de chinos pálidos. - puehsh su niehtah tenía buehn guhshto!! - me levanté y me aparté, la señora estaba empeñada en salivarme entero. ME HABÍA ESTADO SALIVANDO ENTERO MIENTRAS ESTABA INCONSCIENTE??  me sumé a las peticiones de Forbúl - Y UNA DUHCHAH!! TENEMOS DERECHO A DUHCHARNOSH!! - la garganta quemada por el té hirviendo me dolía y sonaba ronca y áspera.

Por desgracia para Forbúl Tamejiri, Ray Shugi ya se había hecho a la cabeza la idea de la huelga de silencio por lo que simplemente se quedó mirando al rostro del agente con cara de poker a la espera de que su silencio fuera más que suficiente como para transmitir ese mensaje.

-. . . -No dijo absolutamente nada.

Aquella anciana siguió tratando de "limpiar" a El Negro, pero la diferencia de musculatura y fuerza física hizo completamente imposible para ella realizar su cometido, al punto en el que se dio por vencida, al menos de momento, hasta que se volviera a dormir una vez más.

-. . . -Tampoco dijo nada, tan solo asentía con la cabeza a lo dicho por el agente de "ducharse".

Ante los gritos de Forbúl Tamejiri, uno de los policías se acercó al lugar, al parecer habían logrado atraer a uno de ellos para charlar, aunque quizás no fuera de demasiada utilidad. Este era un joven agente bien uniformado y que parecía ser un novato en todo aquello.

-Creo... creo... que el Jefe indicó que no se dejarían llamadas para evitar filtraciones de información... -Indicó el joven hombre dudando un poco de las órdenes- ¿O era ir al baño?...

Sea cual sea la órden directa del Jefe, el caso es que atentaba contra los planes de Forbúl Tamejiri de recibir una llamada de gratis para Ray Shugi, aún así, este hombre parecía ser lo suficientemente manipulable para que las dotes del agente hicieran su magia.

En cuanto le vi pegué mi cara a los barrotes, que apenas encajaba y quedaba apretada en medio de los mismos, mientras los agarraba con las manos con fuerza. En un tono lastimero real de desesperación le dije al guardia - ...necehsito duhsharme...! - Casi me iba a poner a llorar. Cuanto más pensaba que una vieja me había babeado entero, _{ajenamente a cualquier fantasía erótica de cualquier pervertido empobrecido que desease una anciana millonaria con la que casarse}, más asco me daba. Empezaba incluso a sentir el olor de la baba en mi propia piel bajo la nariz. Y es que esa vieja no tenía pintas de millonaria, precisamente.

-Mire joven. ¿No se da cuenta quién soy? -indicó Forbúl señalándose la impresión en la frente- Soy un enviado de la excelentísima señora presidenta para asegurarme de que los prisioneros sean tratados como ella cree que una persona se merece. Sí, aunque usted y yo no estemos de acuerdo, la excelentísimo Peggy, en su infinita magnanimidad, quiere que estos desacatados tengan unos derechos que, en mi opinión, haríamos mejor en cortárselos. Pero no voy a ir yo contra los designios de nuestra amada presidenta. ¿Y usted? Así que hágame el favor de llevarme hasta el teléfono y facilitarme una guía telefónica, que a mi edad la memoria ya no es lo que era. Ah, y ya que está, échele un poco de agua a este que está manchado de negro, que tiene feo olor, y cuando Ella venga a supervisar si hicimos un buen trabajo no querrá que su delicado olfato sea agredido por un tipo así, ¿verdad?

Ignorando por completo a El Negro, Forbúl Tamejiri parecía estar dando unas interesantes impresiones, en particular cuando este se señaló la "impresión" que tenía en la frente con el rostro de Peggy Tsai fuertemente enmarcada y centrada; el único problema sería que esta estaba boca abajo.

-Ehh... -Dijo el soldado dudando sobre lo que hacer y sobre lo que estaba señalando aquel "abogado", teniendo que girar su cabeza para poder reconocer la figura de "Su Ilustrísima".- ¡Oh!. ¡Ya la veo! ¡La veo!. -Exclamó señalando a la Peggy Tsai de la frente del hombre- ¡Enseguida!. ¡Ahora te abro la puerta!.

Era evidente que aquella situación era un tanto complicada, pero gracias a la intervención dialéctica de Forbúl Tamejiri, este hombre logró salir de entre rejas y no solo eso, sino que además era guiado por el soldado hacia la zona donde había al menos un teléfono para que este pudiera hacer una llamada, como le correspondía.

Aquella sala contigua había un único teléfono sobre una mesa de escritorio, probablemente la de este mismo guardia; por lo que tendría cierta protección y confidencialidad a la hora de realizar la llamada; aunque por desgracia este pequeño cuartelillo no tenía ventanas por las que huir u alguna otra puerta que no fuera la que daba a la zona de las celdas.

-En el primer cajón hay una guía de teléfono. -Indicó el guardia mientras se disponía a marcharse del lugar- Voy a llevarle algo con que limpiarse al otro... Todo sea por preservar la Patria... y mi puesto de trabajo. -Dijo con una sonrisa nerviosa antes de marcharse.

Los presos pudieron ver como aquel guardia se llevaba a Forbul Tamejiri por la puerta de la derecha para luego el volver a aquel pasillo frente a las celdas y largarse por la puerta de la izquierda; algo que tras un par de minutos, este soldado volvería cargado con un cubo de agua y un palo sobresaliendo del mismo.

Abriendo nuevamente la celda, este le proporcionó a El Negro el cubo de agua, el cual contenía una gran pastilla de jabón y una esponja atada a un palo para que este pudiera limpiarse y asearse un poco. Eso sí, en el interior de la celda, no fuera a ser que se le ocurriera escapar.

El soldado se detuvo delante de El Negro tras entregarle estos objetos para luego apartarse de la celda cerrándola. Realmente no quería ser regañado por dar un trato inhumano contra ellos, o simplemente, no quería perder el puesto de trabajo con temor a las palabras de Forbúl Tamejiri.

-Límpiate, que quede todo bien limpio. -Le ordenó con firmeza- Si va a venir la Excelentísima Peggy... ¡No puede olerte y quejarse de tu olor!. ¡Así que quiero que huelas a lavanda!. Espera... ¿La Lavanda le gusta a Su Excelentísima?. ¡Aún no uses el jabón!. -El muchacho parecía preocupado por aquello- Voy a preguntarlo... -Y tras esto, salió corriendo por la puerta de la izquierda, dejando atrás y sin supervisión a todos ellos.

Viendo que ahora tenía productos más "efectivos", aquella anciana siguió tratando de "limpiar" a El Negro, armándose esta vez con el palo con la esponja, esta lo mojó en la fría agua, y empezó a rascar el cuerpo del hombre con el mismo objetivo que, a decir verdad, parece ser un poco racista.

-Ahora sí que te limpiaré bien -Dijo mientras asentía con la cabeza y una gran sonrisa en el rostro mientras ayudaba al agente a "ducharse con esponja".- Quítate la ropa, que no tienes nada que no haya visto ya...

EL DEMONIO.

EL DEMONIO CON ESTROPAJO. (y jabón)

La cámara se alejaba lentamente dejando de enfocar a la terrible escena que le deparaba a El Negro, mientras la loca blanca, palo en mano, se acercaba a él con ojos brillantes. Lo último que pudo verse del Negro fue como era arrinconado con expresión de terror intentando escurrirse por los barrotes gritando.

-NOH!! NOHH! NO ME TOHQUE SEÑORAH! - y cual momento de suspense en una película de terror, un grito final resonó por los pasillos de la cárcel. Eso fue lo último que se oyó del negro... 

...por el momento.

continuará

Desde aquel lugar pudo escuchar los gritos de El Negro, el cual presumiblemente seguía en la celda, eso sí, al parecer el compañero agente estaba bastante entretenido a la hora de estar encerrado, o al menos eso era lo que daba a entender aquellos gritos de auxilio.

-NOH!! NOHH! NO ME TOHQUE SEÑORAH! 

Forbúl cogió la guía y se puso a buscar frenéticamente. ¿Cómo se llamaban? Hoffman. Eso... pero mirá que ven a tener teléfono en la casa. En el trabajo. Eso es. Dragón rojo. Eso dijo.

En la guía buscó el teléfono del lugar.

—Hola. Buenas tardes. Necesito que ponga al teléfono a la señora Hoffman. Es algo muy importante para ella. Que alguien la reemplace en lo que esté haciendo y venga que lo que va a oír le parecerá bien interesante.