Partida Rol por web

Al final me quedé sin saber qué eran aquellas señales extrañas en los árboles tallados con símbolos enigmáticos, piedras colocadas en formaciones peculiares y rastros de algo más grande en juego. Pero al menos habíamos salido de la jungla finalmente llegando al opulente pueblo tradicional. Como en los dibujos animados esos chinos. Pero en modo lujo antiguo asiático.

Me despedí con un -Gracias por todo. Suerte con tu entrega de cartas! - y me quedé ahí con la caja (del conejo?) viendo como se marchaba, dejándome la carga pesada cual mono de carga o albañil de tercera. Pero no iba a quejarme después de tantos favores suyos.

La música, risas y charlas amenas de la mansión me devolvieron la atención a por lo que tenía que estar. Me preparé para cargar con la caja y/o empujarla dirigiéndome a la puerta de entrada, nervioso por si alguien me observaba por los alrededores.

Encima del muro parecía haber algo que lo observaba, cuando este se acercó el agente se percató que simplemente eran unas estatuas doradas de monjes budistas, aunque, algo que también se percató fue el hecho de que los ojos de aquellos monjes lo perseguían allá por donde se movía. En principio uno pudiera pensar que era una simple ilusión óptica o cierta paranoia por parte del agente pero... también notaba la respiración de aquellas estatuas así como ligeros casi imperceptibles, movimientos, por parte de estos. Lo que asumió con cierta sorpresa que eran soldados de vigilancia disfrazados de estatuas para no sobresaltar en aquel apacible pueblo.

Aunque también descubrió que estos parecían no poder moverse demasiado, si bien por la pintura dorada que lo recubría o bien por estar horas en una misma posición que sus músculos se entumedecieron.

Una vez que El Negro tomó la caja del conejo, Elija Hoffman abandonó la estancia perdiéndose por entre las calles empedradas de aquel pueblo tradicional reconvertido a lujo para los extranjeros y re-reconvertido para el lujo para aquellos leales al régimen de Peggy. El Negro se quedó solo.

Cuando El Negro se acerca a la finca, lo primero que captura su atención es la majestuosa puerta de entrada. De pie frente a ella, queda asombrado por su belleza y sofisticación. La puerta se alza imponente, como un guardián silencioso de los tesoros que aguardan en su interior. La madera de teca, pulida hasta alcanzar una perfección lustrosa, emana un resplandor dorado bajo el sol oriental. Su superficie es suave al tacto, invitándole a acariciarla para apreciar la textura de su grano, que parece contar historias milenarias.

El diseño de la puerta es una obra de arte en sí misma. Un arco suave, que se eleva con gracia en el centro, crea una sensación de entrada majestuosa. Los detalles tallados en la madera son un testimonio del virtuosismo de los artesanos que dieron vida a esta obra. Dragones entrelazados se deslizan a lo largo de los paneles, sus escamas y ojos detallados con precisión, simbolizando poder y buena fortuna. Flores de loto, símbolo de pureza y renovación, brotan en rincones estratégicos, sus pétalos delicadamente tallados. A medida que se acerca aún más, nota los detalles dorados que adornan los bordes de la puerta, centelleando bajo la luz. Estos detalles, que parecen estar hechos de oro puro, aportan un toque de opulencia y riqueza a la puerta.

Cuanto ricachón. Lo único que me molestaba de aquellas puertas era su mal diseño, ya que no eran simétricas con esos dos dragones mirando hacia la derecha.

Eso y los agentes dorificados. Como si pudiese dorificarse a alguien en este universo manteniéndolo con vida... pero mientras no me molestasen... eran como cámaras de seguridad. Y me habían enseñado bien a comportarme frente a cámaras de seguridad. Me acerqué a dicha puerta y llamé usando los pomos dorados.

-Entrega especial para el evento!. 

La música cesó repentinamente cuando El Negro llamó a la puerta no simétrica porque el Narrador no pudo encontrar un dragón mirando hacia el sitio correcto y no iba a voltearlo o hacer una imagen conjunta al respecto. Tras unos segundos no se escuchó nada y tras eso unos pasos livianos y rápidos se acercaron a la puerta.

-¿Un paquete?. -Comentó una voz aguda, casi infantil, pero no porque la persona que hablara fuera joven si no porque quería mantener este tono jovial- ¡Menuda sorpresa!. ¡Tenemos un paquete urgente para mi cumpleaños!. ¡Abrid la puerta!. 

La puerta lentamente se abrió, dejando ver a una joven de tez blanquecina y con una corona que ponía "CUM" de "CUMPLEAÑERA" evidentemente. Esta era Amber Lee, la encargada de Cultura.

-¡Adelante! ¡Pasa!. De mientras hablamos: ¿Como te llamas, compañero leal a Peggy?. -Preguntó, como si entrevistara a El Negro en la puerta. Algo que, El Negro comprendió como una entrevista real porque detrás de ella había decenas de focos, cámaras y micrófonos por parte de decenas de empleados cansados- ¡Vamos!. ¡Dime como te llamas!. ¿O acaso un animal salvaje te ha comido la lengua? Jijijiji...

La música paró, y por poco me esperaba un montón de armas apuntándome nada más abrir esa horrenda y asimétrica puerta. Pero en vez de eso me sorprendió una modelísima guapísima y de piel de porcelana que parecía una muñeca. Una muñeca con una corona que ponía "CUM" de "CUMPLEAÑERA" evidentemente. ¿Esta era Amber Lee, la encargada de Cultura?! pues sí que era jovencita... en mi mente era alguien mucho más parecida a la mujer babosa de la prisión.

Cuando me pregunta tan efusivamente por mi nombre me quedo un poco cortado. No sólo por ella, si no por las decenas de focos, cámaras y micrófonos por parte de decenas de empleados cansados que estaban detrás. *mier**! me están grabando! 

-Ehhhh Feliz Cumpleaños Srta Amber Lee! Puedes llamarme Ni-Ga! - dije, recordando mi sobrenombre como Nig G.A. e intentando que sonara igual aunque pudiendo disimular por si hacia falta decir que era un nombre diferente - Espero que te guste, es algo... exótico! - dije con una grande sonrisa. Y no me refería a mi nombre, me refería al conejo de la caja. Esperaba desviar la atención de las cámaras hacia el regalito en sí para dejar de ser grabado el máximo tiempo posible.

De forma un tanto cortés pero a su vez muy descortés, Amber Lee sacaría un pañuelo y este lo usaría para tocar la espalda de "Ni-Ga" y empujarlo levemente al interior de aquella vivienda donde la fiesta se estaba dando lugar, por fortuna las cámaras no captaron este movimiento rápido, pero los ojos de "Ni-Ga" sí.

-Mi buen amigo Ni-Ga. -Comentó con un, ahora, claro falso tono de amistad- Por favor, pase al interior de mi fiesta de cumpleaños. Pues tal y como la Grandiosa Peggy pregona, aquí todos somos hermanos y hermanas, iguales; así que claramente estás invitado.

Aquello distaba bastante con lo que el Agente pudo experimentar en la isla, y aunque este podría tratar de negarse, tanto los empujones de Amber Lee como la presión social impedían aquello. Por lo que tuvo que pasar al interior, quisiera o no.

Sin más remedio, este tuvo que adentrarse en la Fiesta de Cumpleaños. La vivienda, con su arquitectura majestuosa, se alzaba entre jardines exuberantes y un paisaje montañoso que añadía una dosis de belleza natural a la celebración. Al ingresar, quedó maravillado por el interior de la casa. Los techos altos estaban sostenidos por columnas de madera tallada a mano y las paredes estaban decoradas con relieves y grabados que narraban la historia de la región. La sala principal era espaciosa y estaba decorada con muebles de madera finamente trabajada y tapices exquisitos.

En el centro de la sala, una gran mesa estaba cubierta de delicias gastronómicas, desde platos tradicionales hasta exquisiteces modernas. Los aromas tentadores llenaban el aire, y los invitados disfrutaban de la presencia de una variedad de manjares mientras se mantenían estoicos frente a ellos, sin comer, sin charlar, simplemente sonriendo. La música en vivo resonaba una vez más en el ambiente, interpretada por músicos locales que tocaban instrumentos tradicionales con destreza. El sonido envolvente añadía un toque de magia a la atmósfera.

En el jardín trasero, las luces colgantes iluminaban el camino hacia un rincón especial. Allí, una fuente burbujeante y un estanque de peces koi creaban un ambiente tranquilo y sereno. Los invitados podían pasear por los senderos que rodeaban el jardín o simplemente relajarse junto al agua, disfrutando de la brisa suave... pero nadie se movía, como si fueran actores de un papel, cada uno estaba quieto, sonriente en su puesto correspondiente.

La muchacha se colocó detrás de una mesa, esperando que el Agente Ni-Ga pudiera colocar aquella enorme y pesada caja encima de la misma, mientras esta se preparaba para recibir aquella sorpresa de la mejor manera posible, como si esto no fuera más que una obra de teatro, esta se dispuso para la siguiente escena.

-Así que, Señor Ni-Ga... -Habló nuevamente hacia el agente- Dices que este regalo es exótico... ¿También es adorable y completamente achuchable?. ¿Es algo blandito y super-mono?. Dime, Señor Ni-Ga... ¿Si usted abriera la caja me llenaría de felicidad y besitos?.

En efecto, aquel regalo era de todo menos una sorpresa para Amber Lee. Algo que ya a estas alturas no parecía ser demasiado extraño, teniendo en cuenta que aquel cumpleaños estaba pactado, preparado y televisado.

-Abreme la cajita y veamos que hay dentro, Señor Ni-Ga. -Comentó completamente preparada para meter su cabeza en el interior para ser lamida por aquel animal omnívoro que se encontraba dentro de aquella caja- El público está deseando ver qué es lo que en esta caja se esconde.

Parecía que la falsa y asquerosa muchacha, que dejó de parecerme bonita cuando me tocó a través de un pañuelo, sabía perfectamente cual iba a ser su regalo.

-Desde lueeego Sta. Amber Lee - dije con mi sonrisa bien abierta para no desentonar entre el resto de tarados del lugar, y me puse a abrir la caja del conejo lametón.

Atendiendo a las directrices de la Comandante de Cultura, Amber Lee; El Negro abrió la caja de par en par para que aquella mujer pudiera meter la cabeza en el interior y recibir los besos y lametones del conejo que, ciertamente sabía que estaba en su interior, pero... a El Negro una visión aciaga le asaltó cuando, al abrir la caja vio el nombre de lo que contenía en aquella zona de madera que acababa de levantar hacia su cara.

---   OᒋƎNOϽ   ---

Ah, no, que es "CONEJO" al revés... falsa alarma, la caja es la correcta.

A pesar de que la caja era correcta luego de aquel pequeño susto que El Negro tuvo al leer "CONEJO" al revés, Amber Lee no parecía estar del todo convencida una vez que metió la cabeza en el interior para que toda la Nación pudiera ver con asombro como salía con una criatura amorosa dándole besitas. Pues en vez de sacar la cabeza con un adorable conejo en brazos, salió...

-¡AAAAAAAAAAAAHHHH!. -Gritando con toda la fuerza de sus pulmones- ¡AAAAAAAHHHH!

Cuando El Negro echó un vistazo detrás de la madera al motivo de aquellos gritos desgarradores, este agente pudo ver una enorme mancha de color beige tintada con sangre rojiza en vez de la cara de Amber Lee, echando un vistazo algo más generalizado, este pudo ver que la cara de la mujer no se había llenado de pelos, sino que aquella mancha parecía tener cola, brazos y piernas...

-¡HYEEEEK! ¡HYEEEEK! -Gritó el mono pirata mientras con una mano seguía agarrado al pelo de Amber Lee y con la otra arañaba la cara de la Comandante de Cultura en pleno directo- ¡HYEEEEEEEKKK!

Al parecer el Mono seguía dentro de aquella caja y finalmente se hubo hartado de que todo el mundo quisiera jugar con el como si fuera un simple juguete y no lo que en verdad era, un animal salvaje o, en cuyo caso, un pirata. A base de arañazos y mordiscos, el animal estaba destrozando el rostro de la mujer.

Aquella visión horrorizó y aterró a todos los presentes los cuales, quedándose de la sorpresa inicial por los gritos al shock por ver semejante espectáculo, tardaron más de la cuenta a asistir a la mujer que seguía siendo mutilada por aquel animal salvaje. Pero finalmente los guardias saltaron a ayudarla, sacando porras rosadas para tratar de alejar al mono del rostro de la mujer.

Y no solo eso, algunos también se dirigieron hacia El Negro con el claro objetivo de apresarlo por haber traído consigo una trampa -a sabiendas o no- que había atacado y dañado a la Comandante de Cultura.