Partida Rol por web

-Hola, jóvenes, si no me equivoco debéis ser el grupo de la escapada..., me alegro de veros. Siento el no haber estado para recibiros, tenía asuntos que arreglar. -comentó dulcemente, aunque sin quitar su facción seria.

Al mismo tiempo, la figura masculina de un hombre engominado se postraba al lado de la recepcionista, se trataba nada más, ni nada menos que del dueño del hotel.

-¿Os ocurre algo, jóvenes?

Gabrielle había sacado una bufanda del bolso y estaba ocupada acomodandosela cuando llego a recepción, tenía una expresión de incomodidad. 

¿Deberían haber llamado al servicio de habitaciones en vez de bajar? no, Robert le había dicho que salieran y el olor había sido insoportable, así que... estaba seguro de que él tenía buenas razones. 

-Buenas tardes, señora... señor -saludo a ambos y dio un asentimiento al resto, que al parecer también debían haber bajado por problemas en sus habitaciones ... juro para sí que nunca volvería a contratar a aquella agencia de vacaciones -hay un problema en nuestra habitación, huele mal - sacudio una mano en el aire para dar peso a sus palabras, aunque no parecía molesta, no realmente, sino preocupada -  y... en nuestro armario - en ese instante su voz perdió el tono y miro a Robert confundida, esperando que él lo explicara mejor, no sabía que había habido en su armario, pero la habitación no era buena y no iban a quedarse allí, de hecho ... sospechaba que no iban a quedarse en el hotel si la furia de Robert tenía algo que decir. 

-¿Dices que huele mal la habitación? -preguntó limpiando las monturas de su gafas-, hum... el servicio de limpieza pasó a primera hora de la mañana. Anotaré la incidencia. ¿Algo más que les preocupe?

- Les tendría que preocupar a ustedes - me adelanto ante la pregunta de la recepcionista. - Tienen a una cría paseando por la cornisa de la fachada en la planta de nuestra habitación. Casi me mato por intentar sacar a esa niña de ahí. - miro con rostro serio al tipo del pelo engominado. - Se muy bien que fue culpa mía eso de salir por la ventana, pero también sé que las ventanas de las habitaciones de un hotel, por normativa, deberían de tener más seguridad, ¿Me equivoco señor?. 

Sin esperar una contestación de ese hombre, me coloco bien la americana y busco en el bolsillo interior. - Y ahora sí es tan amable señora, mi mujer y yo queremos la mejor habitación que tengan. ¡Ah! y que lleven una botella de champagne y fresas esta noche. - coloco mi visa en el mostrador abrazando a mi mujer por la cintura.

La recepcionista cogió la tarjeta con incredulidad. ¿Qué le pasaba a este tipo?.

Antes de que pudiera decir algo, el director del hotel la frenó:

-Señor, es la mejor habitación de todo el hotel. Veo que tenéis problemas, si no me equivoco, todos con las habitaciones. Pero, la verdad, es que no debe haber ningún problema. Creo que estáis cansados del viaje, ¿por qué no os despejáis un poco y salís al bosque? Nos ocuparemos de revisarlas.

Un tanto ofuscada por la situación, escucho a la mujer que habla sobre su habitación y el mal olor, al menos esa no nos ha tocado porque se liaba terriblemente. No obstante siento la necesidad de recriminar por lo nuestro, más aún cuando aquel hombre interviene no dándose por aludido. 

- Disculpe, el servicio es pésimo y se ha pagado bastante bien. Así que puede encargarse del asunto y no ofrezca excusas... es deplorable esto. - respondo indignada. 

Ahora nos ofrece una escapada al bosque, como si aquello fuera algo para compensar lo cutre que es el lugar con toda la pasta que hemos soltado. Me alteran estas cosas, así que desvío la mirada hacia mi esposo, buscando alguna respuesta o reacción. Es evidente que nos tocará dar un paseo por ahí, resignación siento. 

- Amor... ¿Qué hacemos? - pregunto al mirar sus ojos. 

Observo a la pareja que se queja de su habitación y parece que varios hemos tenido problemas. Si bien los nuestros eran menores, como que no estaba nada ordenado y el agua de la ducha era verdosa, que a mí me da igual si me he duchado en charcas, parece que el hotel es una estafa.

- El agua de nuestra habitación era verdosa, estábamos ambos en la ducha y joder, mi esposa no tiene que aguantar un trato así por la dirección de este hotel, maldita sea. - si estoy enfadado no se nota, tengo la cara tan nuetra como siempre.

Al bajar a recepción, no puedo dar crédito a lo que escuchan mis oídos. Quejas y reclamaciones de todas las demás parejas, pero de momento ninguna parece haber visto lo que hemos visto William y yo.

- No... no puede ser cierto... -

Está claro que al mantenernos aún detrás del resto, nuestra tez blanca pasa desapercibida a los demás. Y es que la experiencia que acabamos de vivir ha hecho huir a todo atisbo de melanina en nuestra piel.

- No puede ser, nonononononono... -

Pero lo es. Y el vídeo de mi móvil lo atestigua.

- ¿So... -

Comienzo a decir en un murmullo casi inaudible.

- ¿So... somos... -

Trastabilleo y aspiro haciendo acopio de toda mi fuerza y voluntad.

- ¿Somos lo únicos que la hemos visto? - 

Pregunto en voz alta y temiendo que nadie más sepa a qué estoy haciendo referencia añado.

- La... - sólo el recuerdo me hiere por dentro - La chica... la que se ha caído y se ha estampado contra el asfalto esparciendo todos sus... - no puedo expresarlo - por el suelo... ¿ninguno más la habéis visto? -

Alzo el móvil como si de una prueba en un juicio se tratase.

Me perdí un momento en la mirada de mi mujer, obviando la propuesta de aquel tipo. Me encantaban sus ojos, tan expresivos, siempre sabía lo que quería o su estado de ánimo con una simple mirada. Sonrío y le susurro tiernamente:

- Tranquila cielo, vamos a pasar la noche, vamos a que nos de el aire, y mañana a primera hora nos cambiamos de hotel, ¿o prefieres marchar ya? Juntos sabemos pasarlo bien, lo de antes ha sido sencillamente maravilloso y … - al escuchar lo que comenta el chico del fondo me quedo callado dejando la frase inacabada.

¿Y si la chica que comentan es en realidad esa cría que vimos pasearse por la cornisa?

¿Y si había caído al vacío y no nos habíamos dado ni cuenta?

Joder... podría haber quedado igual si llego a caer...

- ¿Estás seguro que no era una niña? – me acerco para ver más de cerca el teléfono que alza dejando espacio a mis compañeros de grupo, deseando que fuera una broma macabra

Escucho todas las malditas mierdas que habia en el hotel ¿Pero esto que era?. Habian acabado con mi paciencia. Doy un golpe en el mostrador de la recepción y grito.

- Vamos a ver, no se que ha pasado con la niña esa, no la vi, pero en mi armario hay un PUTO CADÁVER, ME OYE UN PUTO CADÁVER. SE PUEDE SABER QUE ES ESTO. QUIERO EXPLICACIONES Y LAS QUIERO AHORA.

Mi paciencia se habia acabado y salió la rabia que tenía contenida dentro de mi. Necesitaba saber que demonios estaba pasando.

Me sentía mareado, me dolía la cabeza y probablemente necesitaba con urgencia algo de agua para despejarme un poco. 

Realmente me había costado levantarme del suelo y salir de mi habitación, pero no había linea y... observe a Mike, de lado, y admire que parecía estarse ubicando mejor que yo... le estaba preguntando a los demás si habían visto a la chica, y era difícil pensar que no la hubiesen visto si... aquel horrible ruido. 

-No -sacudí la cabeza ante la pregunta del hombre que se acerca a ver el vídeo del teléfono de Mike -era una joven, seguro -digo, con la voz plana y preguntándome si mi terapeuta podría atenderme ahora mismo por vía virtual o si conoce a alguien aquí, cierro los ojos y me llevo una mano a la cabeza. 

Antes de fijar una mirada a los encargados, no tengo ni idea, pero la mujer debería ser capaz de darnos una respuesta y necesito, necesito... Necesito que alguien deje de hablar de cadáveres. 

Me pongo aun más pálido ante los gritos del tipo que acompaña a Gabrielle, un cadáver en un armario, mis ojos se abren de par en par y retrocedo... no, esto no esta pasando, no... La observo con sorpresa.

-¡¿un cádaver?! - preguntó, con un tono que se parece mucho a mi padre cuando esta molesto pero no quiere demostrarlo, no espero a que la rubia me conteste antes de volverme a mi esposo  -Mike, nos cambiamos de hotel ahora -digo, con la poca calma que puedo reunir en ese mismo instante, me encantaría desmayarme, o no haber escuchado todo esto... y realmente no quiero discutir con Mike acerca del costo de un nuevo hotel, pero no he venido aquí a pasar mis vacaciones en una comisaria por dos cadáveres.

Con una mezcla de molestia y miedo contenidos, me acerco a mi esposo y paso una mano por su hombro en un abrazo solo para fijarme en su pantalla.

Y la sangre en mis venas se hiela... no estoy seguro porque. 

-¿Mike? -  Preguntó, titubeante ante su pantalla vacía. 

Ante las acusaciones, la viejecita cogió las llaves de repuesto de cada habitación y comenzó a andar. 

-Seguidme.

No le gustaba que le acusasen de mentirosa y más aún, teniendo un hotel tan prestigioso como aquel. Así pues, por orden, primero, el grupo al completo, subió en el ascensor.

-Si no me equivoco... la primera habitación corresponde a la señorita Elena y su esposo, ¿correcto?

Al llegar a la habitación, la recepcionista encajó la llave en su correspondiente cerradura ante la mirada de los ocho curiosos.

Todo estaba limpio y en perfecto orden. Como aquella pareja tenía problemas de la ducha, la recepcionista fue a abrir el grifo. En un principio, el agua salía clara, pero, luego, se volvió un poco oscura. Problemas de las cañerías. Ante la situación, la recepcionista apuntó la incidencia.

-Se os puede devolver el dinero o cambiaros de habitación.  -comentó.

Con pasos firmes, no se detuvo en la respuesta, pues bien sabía que tenía trabajo por delante. Subieron otra vez en el ascensor hasta llegar a la planta número dos. Procedió al mismo proceso. Nuevamente, había una habitación correctamente limpia y ordenada. 

La recepcionista observó por el balcón. No había indicios de cadáver, porque así mataba dos pájaros de un tiro, ni tampoco de una cría por la cornisa. Estos ricos estaban majara.

-Señores huéspedes -les comentó en el umbral de la puerta a ambas pareja-, me temo que el viaje les ha pasado factura, pues no se observa ninguna mancha de sangre, ningún cadáver, y, por lo que me consta, sólo hay una pareja con un crío, ya mayorcito, que se hospedan en la planta de arriba. -Empezaba a enfadarse.- Prosigamos con la inspección.

Esta vez, fueron directamente a la planta donde se alojaban Robert García y Gabrielle Hunt. 

La recepcionista fue derecha al armario. 

Pero, lamentablemente, no había nada más que huecos vacíos. La recepcionista se giró:

-¿Y bien? Sigo comentando que, señores huéspedes, el viaje les ha agotado. Como podéis haber observado sólo ha habido una incidencia y es en la primera planta. Son las... -miró su reloj-, dos de la tarde. Podéis almorzar aquí o en el bosque, pues hace muy buen día. Señorita Elena, esperaré su respuesta abajo en recepción. Muchas gracias.

Acto seguido, se marchó decepcionada.

Estaba enfadada, podríamos estar de lo más bien divirtiéndonos con Steve en este minuto, pero ese olor apestoso y lo amarillenta del agua eran horribles. Me había cambiado y estaba con el pelo mojado y estaba vistiendo un vestido corto floreado. Me sorprendió volver a ver a todo el grupo con diversos reclamos, los escuché atenta a cada uno de ellos, ¿crías en cornisas? ¿cadáveres? ¿Qué está pasando aquí? Realmente parecía que no teníamos el peor de los problemas. Pero no hay ni un cadáver en esa foto...

Steve respondió por mi y preferí no interferir. La recepcionista nos llevó uno por uno a todos los cuartos comenzando por el nuestro. -Correcto, esta es nuestra habitación- Le comenté a la señora cuando llegamos. Quedé algo boquiabierta al ver la habitación más limpia y resplandeciente de lo que la habíamos visto anteriormente con Steve. Ante el ofrecimiento de cambiarnos de habitación o devolver el dinero, le comenté a mi amor en voz baja -Lo hablaremos después-.

Por curiosidad y ante las graves demandas del resto, no me quedaba sino seguir con el grupo, tomé del brazo a Steve y no me aparté de él, no sabía qué creer, en especial después de la foto que no mostraba nada excepto asfalto. ¿Es que se han vuelto locos?

La recepcionista desarmó cada reclamo por irreverente que fuera rápidamente con cada visita. No podía sino quedarme mirando al resto, ¿realmente el cansancio puede hacer tanto? Una vez terminado el paseíto. Tomé del brazo a Steve para que volviéramos a la habitación otra vez, teníamos que hablar al respecto.

Gabrielle sacudió la cabeza en confusión cuando escucho que tenía un cadaver en su habitación y más tarde William se lo preguntó, no había llegado a mirar el armario, pero Robert no era del tipo que mentía o inventaba esas cosas, por lo que solo podía esperar que se llamar a la policía o algo.

En cambio, fueron a cada habitación de la que se habían tenido quejas en el grupo, es decir, cuatro habitaciones.

Ella empezó a tener un mal presentimiento desde que ingreso a la habitación de la primera pareja, y tenía razón, las cosas no habían empezado cuando todos y cada uno de ellos empezaba a parecer un atajo de locos, aunque la mujer fue lo suficientemente amable como para anotar cansados por el viaje en sus palabras. 

Ella por su parte estaba demasiado sonrojada, no sabía si por la ira o la verguenza, tal vez una combinación de ambas, al ingresar en su habitación aspiro todo, aire limpio, parte del desinfectante, incluso su propio perfume que se habia quedado dentro de la habitación como un fantasma, pero no aquel maldito olor putrefacto que había dominado la habitación cuando Robert había abierto el armario.

Le habría encantado decir que no lo había imaginado, pero visto lo visto, ¿tal vez realmente estaba agotada? no había dormido bien en los últimos días, era cierto tal vez, ¿tal vez realmente lo había imaginado? Pero Robert...

Lo miró confundida y le tomo la mano, inquieta. 

-¿Tal vez deberíamos dejarlo pasar? No hay nada, convendría descansar -insinuó, su poca ira desapareciendo en una mezcla de incomodidad y vergüenza, aunque, bueno no había sido la única con quejas falsas ¿no? 

Ante el comentario de mi esposo, sonrío impregnada de un halo travieso, es que pese a todo lo que hicimos tras el mal momento de la niña, ha sido memorable. Al menos no me puedo quejar de ello, ambos sabemos cómo dar vuelta una situación bajo el influjo de nuestro amor. 

- Mañana mi amor nos vamos. - respondo a mi esposo. 

Pero cuando estoy por decir algo más, surgen estos comentarios sobre lo que han vivido en la habitación y la verdad nosotros hemos tenido suerte dentro de todo. No obstante me preocupa en demasía el tipo de lugar donde hemos ido a parar. 

Después aparece la recepcionista, una mujer muy creepy en apariencia, lo cual nos lleva de recorrida y yo me mantengo cerca de mi esposo, tomados de las manos. Vamos a la primer habitación y tras revisar, abre el grifo y se comprueba lo del agua. Mi cara de asco es epica. 

Luego vamos a la nuestra, lo cual parece que ha habido una batalla campal, y solo fue un momento pasional con mi pareja, así que aprovecho aquel instante para besar sus labios y sonreír pícara. Después cuando terminamos todas las habitaciones, la mujer niega todo. No me agrada eso. 

- ¿Que quieres hacer? - pregunto a mi esposo. 

Fuimos pasando por todas y cada una de las habitaciones y parecia que todo estaba en orden. Pero yo se lo que habia visto, pero tambien se que no les habia dado tiempo a retirarlo y limpiar todo. Gabrielle me agarra la mano, lo cuál me tranquiliza. Parece ser que el resto de parejas también están mas tranquilas. Igual es cierto lo del cansancio, pero no quiero creer que me estaba volviendo loco.

- Gabrielle, descansemos hoy. Mañana con la calma tomaremos una decisión. Quizá es estrés esté pudiendo conmigo. 

Todo es por el cansancio, seguro, pero pondría la mano en el fuego de que esa niña era real... 

La recepcionista, uno a uno, fue desmontando todas las "malas experiencias" que habíamos vivido en las habitaciones. Pero los veía tan convencidos... Tan convencidos como nosotros... 

¿Y sí nos habían drogado?

- Cariño, comamos algo. Salgamos, necesitamos aire fresco, lo del bosque me parece buena idea. Podríamos buscar un rinconcito y dar rienda suelta a nuestra imaginación. Y después de todo eso, pensamos en que hacer ¿té parece?. - beso a mi mujer y al retirar mis labios de los suyos le muerdo el labio sutilmente, intentando borrar esos pensamientos, ella era la única que podría alegrarme este viaje.

- ¿Alguien más se anima? - lanzo una fugaz mirada al resto del grupo.

"¿Qué diablos?"

Estaba seguro de lo que había visto, y el simple hecho de que insinuaran que había tenido alucinaciones cuando en mi vida las había tenido solo provoco que frunciera el ceño, prefería pensar que había sido una broma de mal gusto o que había sido inducido con alguna droga alucinogena, aunque estuviese seguro de que no había aspirado nada ni por error. 

Sacudí la cabeza y procure calmarme, no servía de nada discutir, solo pude pasar las mano en caricias consoladoras por los brazos de Mike, mientras observaba a la mujer irse indignada, por lo visto... no habíamos sido los únicos que habían ido con quejas y podría pensar que todo un error, pero habíamos sido la cuatro parejas y de las cuatro...

Entonces recordé a la pareja tan rara que nos había traído y ese coche de olor insoportable, apenas habían abierto las ventanas en el viaje y... 

"la verdad es que podría haber sido..." 

Suspire y sonreí a la oferta que hacían los de la segunda habitación al resto, recordando que nos habían preguntado si queriamos comer en la habitación o fuera. 

-Creo que tomaremos la comida en el bosque también, ¿no lo crees, cariño? -pregunté a Mike, estaba seguro de que tenía tan pocos deseos como yo de volver a la habitación, habíamos dejado las maletas allí y realmente... estaba pensando en el mejor modo de calmar a Mike antes de convencerlo de cambiar de hotel, solo por seguridad, y preguntándome si me dejaría cambiar el paquete vacacional, tal vez si usaba suficiente persuación... 

¿Que no hay foto ni vídeo del cuerpo en el móvil?

- WHAT? -

¿Que no hay cadáver en el afalto?

- THE? - 

¿Que aquí no ha pasado nada?

- FUCK? -

No puedo dar crédito ni a lo que ven mis ojos ni a lo que escucho decir a la recepcionista. Por suerte no soy el único, y el resto de parejas parecen igual de atónitos que yo. Incluso William, más inquisitivo y mordaz, aunque también más escéptico por naturaleza, parece haber asumido que todo ha sido una mala jugada que nos ha pasado la cabeza, tal vez provocada por el mini submarino en el que nos vimos obligados a viajar desde el aeropuerto hasta aquí.

Pero está claro que hay que ir pasando página y de momento aparcar la imagen mental de la chica muerta y todo pensamiento al relacionado. 

Así que desde luego mejor salir a tomar un poco el aire a ver si así conseguimos despejar un poco la cabeza.

- Claro. - Respondo a William con una sonrisa más circunstancial que sentida - Vamos a que nos de un poco el aire, igual así evito la migraña que empieza a asomar con todo lo que está pasando. -

Viendo lo visto (la pareja de chóferes, el estado del coche, la falta de recpcionista al entrar, la recepcionista en sí misma cuando se ha dignado a aparecer y todo lo ocurrido en el hotel), no tengo ninguna esperanza de que el brunch en el bosque sea de cinco estrellas... ni de una, la verdad, pero mejor salir de estas cuatro paredes por un rato y disfrutar del aire libre.