Partida Rol por web

Ale, me quedo inconsciente xD. Hasta la tarde no puedo postear, sorry

Mientras el medico me dijo que practicamente no conocia a nadie del avion y que el japones era clave pues poseia informacion relevante para aquella guerra, unos aviones aparecieron en nuestra vision indicandonos que no venian con buenas intenciones pues comenzaron a dispararnos; el medico y la monja se pusieron a las armas y el piloto volvio a intentar hacer su trabajo sin mucho exito.

Despues de apartar a aquel maldito japones de intentar quitarme el sitio, ya me encargaria despues de él, de conseguir la informacion que necesitabamos y de hacerlo desaparecer volvi a coger los mandos ya que el piloto afirmo que se le daria mucho mejor disparar que manejar a aquel trasto.
Deja de intentar pilotar y dedicate a algo que se te de mejor dije quitandole los mandos y realizando una pirueta maestra para colocarme en una posicion mejor para que los que se encontraban en las ametralladoras aprovecharan aquella buena posicion estrategica y que no nos dieran.

Realmente la monja tenia razon ... aquel hombre no debia estar a los mandos de aquel pajaro.

El nuevo ataque provocó otro movimiento, pero esta vez de manos de la recién llegada, que hizo que el maltrecho aparato girase hacia un lado para evitar las ráfagas de las ametralladoras. 

Por desgracia, eso también tuvo muchas más consecuencias. El disparo de la Hermana Claire no consiguió dar en el blanco, no solo por la enorme habilidad del piloto japonés, que efectuó un giro rapidísimo para esquivarlo, sino también porque perdió el blanco justo en el momento en el cual iba a disparar.

También ocurrieron más cosas. Diana, que no se esperaba un movimiento tan brusco, no consiguió agarrarse a tiempo, por lo que su cabeza fue a dar contra uno de los paneles metálicos y cayó inconsciente en el suelo. El japo sí que se agarró a tiempo, puesto que ya se lo esperaba.

Pero lo importante era que los dos aviones japoneses habían fallado... y habían vuelto a escapar, con lo que estaba claro que volverían a atacar. 

Debajo de vosotros, la niebla estaba más cerca y visteis que estaba muy localizada, pero en aquellos instantes, no fue eso lo que más os preocupó, sino algo más importante.

El motor izquierdo se detuvo. A partir de entonces, teníais solo un motor.

De mierda. Así podía definirse todo lo que estaba pasando.

Era una día de mierda, por que estábamos escapando de una mierda de hospital para acabar en un avión de mierda, con un piloto de mierda, siendo atacados por unos aviones para hacernos mierda y con una mierda de suerte, al parecer. Pero no diré palabrotas, ya que soy una señorita. Criada en las calles de mierda, pero una señorita.

Por eso cuando estábamos en el aire, salí de la torreta de las ametralladoras, esperando algún tipo de agradecimiento o algo así por cargarme el mortero que nos habría dejado hecho...mierda. Pero no. La monja parecía que se había criado entre borrachos de bar por sus blasfemias y su habilidad  para cargarse a amarillos fuera donde fueran.

- No me lo puedo creer... - dije algo malhumorada mientras intentaba anudar la falda rasgada para que no se mostraran demasiado mis gracias.- Y que las mujeres tengamos que sacar del apuro a unos soldados...

En la cabina el piloto aún perjuraba como si estuviera estreñido, el japones quería los mandos y el médico intentaba remendar los rasguños que nos salían. Si hubiera sido mecánico supongo que habría sido mejor, porque nos estaban agujereando Zeros. Y en el puesto de copiloto estaba una Matahari morena que al parecer era la que mandaba el cotarro a falta de testosterona útil.

- H-hola...- dije por lo bajo-... Diana Hoffman.- Dije desde atrás con cierta verguenza señalando con el pulgar a mi espalda, de la torreta de donde había salido- Estaba... ahí atrás. P-por si... a alguien... le interesaba.- intentaba disimular que estaba abrumada por gente tan violenta y capaz. Mejores que yo, sin duda ¿Como iba a llevar a cabo la misión con lo pava que era? Suerte había tenido a los mandos de la metralleta esa.

Poco mas pude decir pues los Zero atacaban con fiereza desde el exterior y un par de movimientos hicieron que me golpeara con las turbulencias en la cabeza. Cai como una piedra al fondo, en un rincón del la cola del avión.

Lo dicho, un dia de mierda.

El pamplinas del proyecto piloto la acababa de cagar. Con su inútil maniobra de quinto de preescolar acababa de desviar el punto de mira de su ametralladora y había conseguido de esa forma salvar a un amarillo de una muerte segura a manos de la ira de Dios.

- ¡Será inútil! - Pensó enfadada. - Si ya odiaba a los beodos, este alfeñique me acaba de recordar el proque. ¡Ni una sola a derechas!

Sin duda alguna había errado el tiro por culpa del piloto y lo más grave era que había sido causa de una maniobra que si bien pretendía esquivar las ráfagas japonesas, había sido del todo improductivo, pues la chatarra en la que viajaban se estaba llevando de plomo.

Volvió a intentarlo. Alinear los elementos de puntería buscar un blanco y fuego. Disparó de nuevo cuando tuvo de frente a uno de los aviones nipones. Pero no sucedió nada. La ametralladora no disparó una sola bala.

- ¿Y ahora qué? - Se preguntó malhumorada.

Para completar la desesperada situación en la que se encontraban, la Hermana Claire había terminado por encasquillar sus ametralladoras. A partir de ese momento, ya no podría usarla más. Una cosa era disparar; otra, reparar ocho ametralladoras obstruidas a cientos de pies de altura mientras el avión se movía y a duras penas se sostenía en el aire.

Mientras observaba con desesperación, vio en la superficie la misteriosa niebla... y un pico que asomaba a través de ella.

¡Tierra!

La había cagado pero bien... Sin armas y sin piloto, proque aquel borracho británico no podía considerarse que supiera pilotar, tenían escasas posibilidades de llegar a un lugar seguro y civilizado. No obstante, aquella isla podía ser una buena forma de vivir un día más.

La religiosa dejó su puesto de artillera y se dirigió a la cabina. Al los mandos del avión se encontraba aquel gruñón e insoportable alcohólico y junto a él de copilota, la atractiva mujer que les había salvado el culo.

- Sabe tan bien como yo que no dudaremos demasiados tiempo en el aire... - Le dijo a la joven. - ¿Cree posible un amerizaje junto a esa isla? - Señaló a través del cristal de la cabina.

Había ignorado deliberadamente al borracho. El alcohol era un demonio que convertía al mejor de los hombres en un ente inservible para la sociedad. Si se descuidaban, podía ser que el alcohol ganase la guerra a favor del Führer.

Aquellos cazas japos eran peor que las moscas cojoneras, desde luego pensaban derribarnos a toda costa, desde luego si se quedaban sin munición la opción kamikaze sería la siguiente, así que volví a apuntar con la ametralladora y apreté el gatillo, ésta vez parecía haberlo hecho mejor, pero no sabía si le habría causado suficientes daños-¡Hahaha! Chúpate esa maldito- grité exaltado por los impactos, pero la alegría duró poco, pues noté una falta de empuje y como el avión escoraba había un lado ¿Acaso habían perdido un motor? Si era así la situación estaba más que jodida.

Entonces oí a la monja gritar que veía tierra..¿Una isla?-¡Encanto, será mejor que aterrices éste pájaro ahí abajo o no lo contamos, aún quedan amarillos en el aire!- me desgañité esperando que la enigmática morena me oyese porque había perdido toda la esperanza en aquel piloto inglés, desde luego se le debía dar mucho mejor empinar el codo porque lo que era pilotar, daba vergüenza ajena...

La situación era de lo más absurda y el nipón no podía creer que pudiese haber gente tan incompetente reunida en un mismo lugar. Mientras él había registrado algunos compartimentos, logrando hacerse con una pequeña brújula que con total seguridad le sería útil para orientarse allá a donde fuere, había recogido una bala que rodaba de lado a lado por el suelo, y finalmente intentado buscar asiento en el "supuestamente vacío" lugar del copiloto, al parecer sin mucho éxito, dado que la pelinegra era capaz de estar en "dos lugares" a la vez,  por un lado permaneciendo sentada al lado del copiloto fumándose un pitillo, y por otro, aceptando acercarse a darle un pitillo e intercambiar un trago con el matasanos, que estaba aún terminando de atender a la monja de sus heridas, lejos del puesto de mandos,... el resto de tripulación seguía a lo suyo.

El piloto era incapaz de mantener el avión en el aire y pilotar como es debido, haciendo errar los disparos de todos y provocando que todo aquel que no estuviese sujeto se estampase contra las paredes de aquel armatoste.. La monja, que hasta entonces había sido la ira de Dios en persona, había terminando inutilizando la ametralladora para alivio de Zenji, que no quería ver más heridos o muertos entre sus camaradas. La atractiva rubia había acabado inconsciente de un fuerte golpe, y el intérprete y el matasanos...pues eso, en su línea, dejando que fuesen las mujeres las que hiciesen algo útil.

Zenji creyó que con el actual caos podría tratar de acercarse en sigilo y dejar inconsciente al piloto, forzando el  poder situarse él mismo a los mandos del aparato, teniendo a toda la tripulación en sus manos si querían vivir, o logrando que la pelinegra tomase los controles, con lo que tendría libertad para tomar el arma del piloto y amenazar seguir sus instrucciones... No era un mal plan y se sentía tentado a ejecutarlo con más o menos éxito, pero al torcer la mirada a un lado, el rostro angelical de la rubia inconsciente le dejó anonadado. No se había fijado hasta entonces de su increible atractivo físico, puede que por todo lo acontecido hasta entonces, corriendo, esquivando bombas, y rápidamente ella ocupando un lugar en las ametralladoras. 

Maldita sea Zenji, ¿En qué estás pensando? Déjala ahí tirada y mientras traten de ayudarla a que no siga dándose golpes por ahí, hazte con el control de la situación...

Pero no, no pudo hacer más que tomarla en brazos en un suave y cálido abrazo, incorporarla con sumo cuidado hasta sentar a su lado en uno de los asientos laterales, y volarle, tanto a ella como a si si mi el cinturón. No iban a permanecer mucho más ennel aire, de eso estaba seguro, y esperaba que su acción les salvase la vida. En ningún momento se apartó de ella, y aguardó a ver si se recuperaba de su estado de inconsciencia.

Esto es absurdo. ¡Me están ninguneando! A mí, Vance McCoy, piloto de la armada británica, y que he currado durante toda mi vida en un jodido taller. No tienen remedio, esta gente no tiene remedio. Con sujetos así, lo que mejor funciona es la mano dura. Una buena hostia a cada uno de ellos los pondría en su sitio. Es una verdadera lástima que ahora mismo tenga asuntos más importantes que atender.

-¡Monja de mierda! El piloto soy yo. ¿No me ves? ¡Yo estoy pilotando! La chica está en el asiento del copiloto. Co-pi-lo-to. Aunque ya me imaginaba que tú más allá de Dios ibas a saber pocas cosas. Me cago en la puta...

¡Pero decía la verdad! Los ojos me brillaron al vislumbrar tierra firme en medio del océano. ¿Qué jodida isla es esa? No recuerdo haberla visto en los mapas... Aunque tampoco tenemos una alternativa mejor, cojones. Qué asco.

-¡TÚ! ¡MÉDICO DE PACOTILLA! ¡Sigue disparando o el aterrizaje se va a convertir en amerizaje! ¡Estoy al mando del puto avión! ¡Esa es vuestra mejor baza!

Ahora sí que no podía cagarla. Puta mierda. Esto era casi inmanejable, y más aún teniendo en cuenta que uno de los motores se ha cascado. El sonido de antes ha sido inconfundible. Si consigo salvarnos el pellejo, todos estos energúmenos me van a deber una buena...