Partida Rol por web

Aquella puta selva era toda igual. Cada árbol, cada rama, cada hoja que veías, era exactamente igual que la que acababas de apartar de tu boca. Estabas más tiempo quitándote restos verdes de la cara que pensando hacia dónde te dirigías.

¡Jodida selva! ¡Jodida isla! ¡Jodida semana!

Pero por fin, en un momento determinado, apartaste una rama... y lo que encontraste delante era un claro, ni más ni menos... pero para nada desconocido. Era el mismo en el que habíais aterrizado, y el avión estaba justo a unos metros. ¡Habías estado caminando en círculos!

Pero no estabas solo. Rodeando el avión había unas extrañas criaturas, pequeñas, como dinosaurios en miniatura, y eran no menos de treinta y cuarenta.

Y además, todos giraron la cabeza hacia ti, centrando su atención completamente.

Antes de que pudieras hacer o decir nada, los malditos bichejos se movieron hacia ti dando pequeños saltitos, hasta rodearte casi completamente. No te atacaban, pero te miraban... con mucha curiosidad.

- ¿Mi vestido?- Ya estaba hecho jirones así que... ¿qué mas daba? -Un momento.

La solté del brazo solo un segundo para tirar de un rasguño de mi falta y hacer con ella una tira, no demasiado larga. El resto del vestido dejaba poca cosa para la imaginación. Gracias a dios el japones no estaba cerca. Y ningún hombre, al menos, esperaba. Aunque me sonrojé con la morena cuando até nuestras manos con el jirón de tela.

- Así no nos separaremos...e-espero.- La miré de arriba abajo. Era una de esa mujeres que en los libros solían ser buscadoras de tesoros o algo así, así que me picó la curiosidad, aún con la niebla envolviéndonos.- ¿Y tu... a que te dedicas?

- Creo que todavía no nos hemos presentado... Soy la hermana Claire y ellos son.... - ...el caso es que hemos venido con más personas. Espero que no se los hayan comido esos bichejos suyos... ¿Qué pasa en este lugar? ¿Qué son todas esas monstruosidades que campan a sus anchas por la isla?

Mientras la hermana Claire hablaba, todos seguíais a aquel hombre. El interior de la roca era mucho más que eso. En cuanto estuvisteis dentro, empujó un punto de la pared y la puerta volvió a cerrarse, quedandoos a oscuras. Pero no duró más que uno segundo, porque rápidamente se encendió una luz, una bombilla dispuesta en la pared de la roca.

-Soy el Doctor Brolin, pero está equivocada. Esos monstruos no son míos en absoluto y precisamente para descubrir lo que sucede es para lo que estamos aquí. Síganme, por favor.

No tardasteis en llegar a unas escaleras que descendían. Eran metálicas, nada de roca o madera, sino algo muy elaborado. Seguisteis bajando durante bastante tiempo hasta que por fin, llegasteis al final, un pequeño pasillo, que terminaba en otra pared, en este caso, metálica, con un símbolo similar en la puerta, justo en la mitad.

Junto a la pared, había un panel numérico. El doctor pulsó una secuencia de números y las puertas se abrieron, partiendo el símbolo en dos mitades exactamente iguales, y dando paso a algo muy diferente.

-Bienvenidos. Supongo que les apetecerá tomar algo -os dijo, aunque no tuvisteis tiempo de responder. Alguien más apareció de repente.

-Has tardado mucho, qué...

La mujer dejó de hablar al veros y os miró sorprendida. El doctor corrió a explicárselo.

-Estaban en la selva. Por lo visto, han hecho un aterrizaje forzoso y les han atacado varias criaturas. Y hay más.

La niebla se hizo más densa, y de repente, ambas sentisteis que os separabais. O más bien, era Carter quien se había quedado en alguna parte porque Diana sí que había logrado mantenerse en el mismo lugar.

Sin daros tiempo a reaccionar, visteis una sombra interponiéndose entre ambas... y desapareciendo segundos más tarde en medio de un temblor. Era como si alguna de aquellas criaturas gigantescas hubiera pasado por allí.

Pero la niebla era un problema, eso y el rugido que estabais escuchando a vuestro alrededor.

Nos adentramos en aquel lugar sin rechistar, aquel hombre nos había salvado literalmente la vida, era bastante posible que no nos hubiese llegado a encontrar nos habríamos convertido en la merienda de alguno de esos monstruos-Doctor O'brian, un placer conocer a alguien del gremio, aunque por lo que dice deduzco que no pertenecemos a la misma especialidad-contesté con una pequeña sonrisa mientras abría aquella puerta con aquel dibujo con la palabra DHARMA escrita en él ¿qué coño sería?.

Al atravesar aquella puerta nos topamos con una mujer, muy guapa a decir verdad, pero su rostro serio y contrariado al vernos, oscurecía sus facciones. Brolin acudió rápidamente a explicarle la situación-Señora o señorita...sino llega a ser por su colega, ahora seguramente estaríamos muertos, así que gracias de todo corazón. Ahora ¿qué demonios hacen aquí? ¿y esos monstruos? ¡parecen sacados de una novela de Julio Verne!-dije exaltado-¡y nuestras amigas! estaban al otro lado del precipicio, estarán en peligro ¿pueden ayudarnos?-

- Como han dicho los doctores... - Tomó aire. - Hay más... - La religiosa parecía cansada. - Dos mujeres, una rubia y una morena y dos hombres, un borracho y un amarillo. Los dos. Cubiertos de estiércol. - Dijo aquello con resignación. - Las mujeres han demostrado coraje y los otros dos... - Posó los ojos sobre el suelo. - También son criaturas del señor manque me pese... - Bufó. Era como si decir aquello le hubiera quemado la boca a medida que salían las palabras por ella. - ¿Podemos hacer algo por ellos? - Preguntó finalmente.

Sextus no había prestado mucha atencion a la mujer, ni se preocupaba por las intenciones de sus anfitriones en la isla.

Lo que percibía eran los acabados. Calor, ambiente seco. Todo muy confortable. Estaba claro que en aquel lugar habría cocina. Y seguramente ropa limpia.

Yo por mi parte, me gustaría solicitar ropa limpia. Me temo que a todos nos hace más o menos falta a todos nosotros.

Hizo un pequeño gesto con los brazos nada grandilocuente. Su ropa estaba sucia, y se podía adivinar o no, que se había orinado encima, pero había barro y trozos de hojas por aquí y por allí.

En el caso del doctor, tenia diversas manchas de sangre por aquí y por allí. Unas más secas, y otras decididamente frescas.

Y bueno, la mujer. Porque no se atrevía a pensar en ella como una monja. Estaba completamente desnuda. Y aunque pareciera importarle poco. Le turbaba que fuera enseñando sus secretos al mundo.

Puso la cara de corderillo que mejor sabia poner, porque con un poco de suerte, sus anfitriones decidieran atenderles. Y no quería que los echaran sin haberse cambiado.

La mujer de dentro de la extraña casa en la roca, sin duda no estaba muy satisfecha de tener visita.

Tus intentos por cerrar la compuerta e impedir la entrada al avión sirvieron más bien de poco, y aquellas criaturas comenzaron a entrar igual que lo haría el agua en una tormenta de verano. Uno por uno empezaron a caer dentro y a darte pequeños mordiscos, nada grave por el momento, como si fuesen pellizcos a través de la ropa, pero o mucho te equivocabas, o aquello era solo el comienzo.

En un momento determinado, notaste como el flujo disminuía ligeramente y algunas de las criaturas pasaban por encima del avión, cruzando hacia el otro lado.

Pero el problema lo seguías teniendo dentro.

Diana parecia que habia entendido a la perfeccion lo que queria hacer pues estiro de su vestido para hacer un corto lazo que nos uniera a ambas, por lo menos era inteligente cosa que seguro que con aquellos hombres no hubiera sucedido y les hubiera tenido que hacer un croquis para que supieran que queria; nos mire a ambas y ahora estabamos las dos con un vestido, si se le podia llamar asi, que tapaba lo justo y necesario de nuestra anatomia.
Sabes.. si nos vieran ahora todos esos seguro que se nos tiraban a la yugular intente bromear mientras estiraba de la muñeca para comprobar que ella notaba el tiron, Esta muy bien y volvi a caminar

Cita:

Cuando estaba a punto de contestarle lo mismo que le decia a todo el mundo note que comenzaba a separarme de Diana, cosa que era complicada porque estabamos unidas por su "vestido"; algo se habia interpuesto entre ambas, era como una sombra y a pesar de mi numeroso entrenamiento me habia pillado completamente desprevenida; aquella sombra desaparecio en un temblor y ahora ya no veia a Diana; tire de nuevo del lazo para comprobar que aun estuviera alli.
Diana!! grite Diana!! ya solo me faltaba eso...

Vuestra llegada dejó sin palabras un instante a la mujer, pero se recuperó con rapidez. Había mucho que decir, mucho que preguntar. 

 Ahora ¿qué demonios hacen aquí? ¿y esos monstruos? ¡parecen sacados de una novela de Julio Verne!

La exaltación de O'Brian no dejó indiferente a los dos ocupantes de aquel misterioso lugar, pero el doctor no perdió las formas.

-Cada cosa a su tiempo, Doctor. Ahora mismo, como ha pedido su compañero, les daremos si quiere ropa limpia y unos instantes para que se aseen -os dijo el Dr. Brolin, dirigiéndose hacia algún lugar en el fondo, y dejando a solas a la Doctora.

-Yo... soy la Doctora Bain. Dicen ustedes que tienen algunos compañeros allí fuera. Deberían ir a buscarlos. Corren un grave peligro. ¿Están muy lejos de aquí?

Manteniéndome alerta en todo momento, decidí adoptar una posición defensiva a la vez que desenfundaba la pistola de señales que guardaba en mi pantalón. Traté de divisar si había alguien en el fuselaje del avión, pero era ciertamente complicado a esta distancia y con todas estas extrañas criaturas rodeándome.

El hecho de que no me hayan atacado todavía ni hayan dado muestras de hostilidad me aliviaba en cierta medida, pero a la vez pensaba que si había crías, la madre debía de andar cerca. Necesitaba trazar algún tipo de plan de escape o distracción, así que en guardia y pistola en mano, traté de caminar tranquila y lentamente hacia los restos del aeroplano.

En el interior del aeroplano había bastante movimiento, no sabías por qué, y esa tranquilidad que pensabas ibas a tener, no fue tal, porque empezaron a surgir más y más bichos de todas partes, pasando por encima de los restos del avión, rodeándolo y después, lanzándose contra ti.

Era como una avalancha de garrapatas, o al menos, eso pensabas mientras sentían los mordiscos como si fuesen pellizcos, atravesando tu ropa y llegando hasta tu piel.

La visión que obtuve solo me hizo imaginar lo peor: esos jodidos bichos estarían devorando muy probablemente a alguno de los que vino conmigo. Atemorizado ante tal amenaza, traté de salir corriendo tan pronto como pude reaccionar, pero las bestias fueron más rápido y se abalanzaron sobre mí antes de que pudiera comenzar el trote.

Ante esta situación, no se me ocurría nada mejor que tratar de estirar el brazo tan alto como pudiera y disparar mi pistola de señales hacia el cielo.

Una bengala se ilumina en lo alto del cielo. Alguien ha disparado una pistola de señales. No está muy lejos, pero sí en la dirección de la cual venís.

A través de los huecos de la cabina comenzaron a entrar más de esos bichos (te habías olvidado de eso, eeeeh), pero también viste y escuchaste como alguien disparaba una pistola de señales desde bastante cerca.

La situación empezaba a complicarse, y los vanos esfuerzos de Zenji por contener a aquellos animalitos salvajes parecían infructuosos. Lentamente iban colándose más y más de esos pequeños, y lo que en un principio parecía nada más que algún pellizquito, iba poco a poco siendo más doloroso. El nipón tuvo claro que permanecer allí iba a ser un suicidio, y que si empezaban a cortar su piel y hacerle sangrar, indudablemente se verían con más confianza y dejarían de dudar. 

- ¡Malditas bestias! ¡Apartaos! ¡APARTAOS! - gritó con fuerza, empezando a abrirse camino hacia el exterior para salir de allí y corriendo como nunca había hecho en su vida. Su intención era buscar algún árbol o similar donde escalar y evitar ser la merienda. Entonces escuchó el ruido de lo que intuía era la pistola de señales. ¿El piloto inepto? Dadas las circunstancias, mejor dos que uno, por lo que intentaría acercarse a su posición...

Miré a la mujer con respeto y alargué mi mano para estrechársela si ella tenía bien a hacer lo mismo.

-Encantado doctora Bain, si, aún tenemos amigos fuera, como dije la hermana, son cuatro y la última vez que los vimos estaban al otro lado del precipicio, nos separamos y fué el último sitio donde les vimos, lo único que sabemos es que se internaron de nuevo en la jungla como nosotros hicimos, pero desconocemos totalmente su estado...¿hay manera de econtrarlos y salvarles?-pregunté realmente preocupado, el amarillo me daba exactamente igual, de hecho si se lo comína alguno de esos bichos no sufriría ni un ápice por él, pero los demás...por ahí si que no pasaba, había que salvarlos fuese como fuese.