Partida Rol por web

En la ocasión anterior, Sextus lo vivió desde dentro y de una manera muy diferente, pero ahora... ahora sabía lo que iba a ocurrir y tenía que procurar salvarse... por los dos?

Rápidamente se echó a tierra, y sintió como ésta temblaba y un alud de arena lo cubría cuando el avión, el cochambroso avión, tocaba tierra, volvía a subir unos instantes y finalmente, se deslizaba con la misma habilidad que un rinoceronte por una pista de hielo, hasta chocar con las palmeras que rodeaban el claro.

La imagen, le resultaba de lo más familiar.

Al rato, mientras te ponías de pie, oíste con claridad la voz de Carter.

-Podeis ayudarme a salir de aqui!! 

Y también, tu propia voz, que sonaba extraña.

Ali što je, dovraga? Trebali bi biti mrtvi.

Ovo je pravo iznenađenje.

Rápidamente, mientras te situabas a un lado, viste como se movían las figuras en el interior del avión y como el doctor se ponía en marcha junto con la Hermana para ayudar a Carter. 

No valió de mucho el que le diera un bofetón a Carter ni que dijera que era Nazi.

Tampoco cuando, sorprendentemente, la hermana Claire y su pequeño grupito salieron del interior de un trozo de carne. Literalmente. Yo bufaba atada con las manos en la espalda, algunas veces diciendo cosas en Aleman normal y otras.. en Aleman barriobajero.

Encima la lluvia no ayudaba nada de nada, tan solo sentí algo de alivio al pisar la tierra mojada, transformándose en barro, y haciendo que mis desnudos pies dolieran menos. Y encima me sentía culpable y amedrentada de pegar a Carter, que después de ver como se las gastaba con el piloto bien podía hacerme comer una de esas cosas con dientes que...¿ Un momento?

Pero que son esas cosas!

Entre las arenas movedizas y las piedras salieron esos bichos. Genial, babosas con dientes! Y ante la confusión, una mirada furtiva a mis compañeros, fue suficiente para observar que era el momento de escapar.

-Dese prisa, Hermana.. o ni todas los bichos de esta maldita isla nos libraran de las balas de los japoneses.- Animé por lo bajo.

Zenji se sintió aliviado al verse liberado de sus ataduras y no tardó en mirar a su alrededor para intentar comprender la situación que les rodeaba. El lodazal no era lo que aparentaba, y de lo que presuntamente parecían rocas en un inicio, el nipón pudo comprobar que salían una especie de brazos tentaculares con una corona dentada en un extremo, que succionaba y cortaba tratando de devorar a sus presas. Abe entendió que quizá aquel suboficial no había hundiéndose lentamente en arenas movedizas, si montaje puede que hubiese sido atrapado por alguna de aquellas cosas, y viendo al resto de japoneses disparar sin ton ni son y en completa anarquía, se le ocurrió dar órdenes en voz alta para ver si eran capaces de obedecer y ayudarles a salir de allí antes de que todos terminasen muertos.

- ¡Escuchadme bien! ¡Este lodazal es como una tela de araña dónde estás extrañas criaturas con forma de brazos tentaciones se alimenta de sus presas! ¡Hay que salir de aquí de inmediato! - y señalando la ruta màs corta para salir del lugar, gritó en alta voz - Avancemos en aquella dirección y disparad a esas cosas. ¡Es una órden!

Sin embargo, ya fuese por miedo, por no querer desobedecer la última voluntad del suboficial muerto o por mera impotencia, prácticamente ninguno de aquellos nipones parecían querer reaccionar y organizarse para sobrevivir, por lo qur Zenji abandonó todo intento de ayudarles y desistió. Serían el cebo perfecto.

Y entonces viendo que la monja intentaba liberar a Diana sin mucho éxito de sus ataduras, se acercó para tratar de cortar él mismo la soga. Una vez libre no les quedaría otra que correr por sus vidas.

Aprovechando la situación, el descontrol y el miedo, Zenji soltó las cuerdas que ataban a los demás. Diana, Zenji y Vance echaron a correr.

Por su parte, los japoneses, sin líder que los guiase, miraban en todas direcciones, asustados, e iniciaron la desbandada general sin rumbo alguno.

O'Brian ayudó a la Hermana a salir del vientre destrozado de aquel bicho nauseabundo, herida, pero viva, y Carter logró de una patada quitarse de encima a aquella porquería que intentaba atraparla.

Pero por desgracia, otra de aquellas criaturas reptó hacia ella y lanzó de nuevo sus estrafalaria boca contra ella.

La hermana Claire se acercó a donde se encontraba la morena. Pese a que se había liberado, inicialmente de aquel extraño gusano, de nuevo había saltado a por ella. La religiosa trató de agarrar a la mujer de un brazo, una pierna o de cualquier cosa, para tratar de tirar de ella y ayudarla a escapar. Sin embargo, todos los intentos fueron inútiles. No podía ayudarla, así que tendría que ser ella misma la que de nuevo pudiera librarse de aquel monstruo. Sin duda alguna, de no haber estado tan mermada físicamente, habría logrado liberar a aquella joven, pero en las condiciones en las que estaba...

- ¡Venga morena! - Le dio ánimos. - ¡Sácate de encima a esa cosa! 

Y entonces recordó que estaba armada. Agarró su pistola, apuntó y disparó contra aquella cosa. No obstante, los resultados fueron del todo imprevistos...

Claire no estaba recuperada y sus acciones lo demostraban. Se detuvo para ayudar a Carter... pero hubiera sido mejor que no lo hiciera. Al disparar su arma, en lugar de darle a uno de aquellos bichos, le dio a ella en un costado.

La bala penetró tras rebotar en el suelo, cortando los tejidos a su paso y alojándose entre las vísceras. Un intenso dolor abrumó a Carter, que estaba intentando alejarse de la boca de aquella cosa y que al recibir el disparo, dejó de moverse.

Eso fue todo lo que necesitaba aquel bicho para agarrar su pierna y cerrar sus fauces entorno a su ya.

Carter lanzó un grito al sentir los delgados dientes rasgándole la carne.

El medico no me desato y de repente note como si algo intentara tirar de mi; todo lo que oia a mi alrededor eran gritos y la gente que no sabia que hacer, consegui pegarle una patada aquella cosa que lejos de apartarse me agarro con mas fuerza y no contenta con ella la monja me disparo!!!

Estaba claro que haberme subido a aquel avion no era la mejor idea que habia tenido; no contenta con el primer corte que tenia y que se me habia abierto, ahora la sanguijuela mordiendome y desgarrando mi piel y la bala... que mas me podia ocurrir!!

Olvide en un momento toda mi preparacion para gritar de dolor

- Ups... - Dijo la monja al ver el nefasto resultado de su intento por liberar a la morena de las fauces de aquella cosa. - ... perdón. - Se disculpó e inmediatamente se dio media vuelta y comenzó a alejarse del lugar.

Había fallado en su inicial intención por salvar a aquella mujer. Sabía que lo que conocía podía ser valioso para la inteligencia Nazi, pero en las condiciones físicas en las que se encontraba una a ser difíciles llevarla ante las SS. Igual aquel fallo fortuito era una bendición del cielo. Valía más la pena morena muerta que morena suelta...

Cuando todavía estaba intentando no perder a la hermana, va el japo ese y se hunde en las malditas arenas, haciendo qe todo se fuese a la mierda. Los soldados disparando por todas partes, el amarillo liberándose... un desastre.

Y por si aquello no fuera suficiente, unas criaturas que parecían sacadas de la Isla Misteriosa empezaron a salir por todas partes, atacando sobre todo a Carter que ya no sabía qué hacer para librarse de ellas. Cuando la monja salió de mis brazos para intentar salvarla, no me pude contener.

-¡Eh, hermana, que no he terminado por aquí! -le grité. Es lo único que me dio tiempo a hacer, porque antes de que pudiera cogerla para hacerle volver, disparó... e hirió a Carter.

 Ups... perdón.

-Pero qué coño...

La hermana salió corriendo, el japo liberó a Diana y mientras Carter se quitaba de encima a aquellos bichos, se desangraba poco a poco.  Así que eché a correr hacia ella, saltando por encima de todo lo que pareciera peligroso. Cuando llegué hasta Carter, ella, con ayuda de Diana, había conseguida quitarse de encima aquellas cosas, aunque sabía que no duraría mucho.

Sin perder más tiempo, me agaché y examiné la herida.

-Joder, Carter. Me estás dando un montón de trabajo, ¿lo sabes? -le dije, viendo como su rostro parecía ir perdiendo el color a cada segundo que pasaba.

La herida era importante. Si la trataba con mucho esmero, saldría de esta, pero ahora mismo había más cosas que hacer, como por ejemplo, largarse de allí.

-Mierda. Puedo taponarla, servirá por ahora, pero tendré que tratarla más tarde. Eh, qué alguien me ayude con ella para que podamos salir de aquí -pedí mirando al resto del grupo, pero sobre todo a Diana que estaba justo al lado.

Poco a poco todo se fue desarrollando como recordabas. El primero en salir de la estructura... fuiste tú mismo. Resultaba de lo más extraño verte a ti mismo caminando fuera del avión.

Y entonces, volviste a oír aquel rugido... y ahora sabíais muy bien lo que estaba a punto de suceder.

Al poco de sonar, el resto de tus compañeros salieron del aparato, mirando a su alrededor y hablando entre ellos. Tú otro yo tampoco se quedó callado.

No parece que haya nada útil en derredor. Sugiero, localizar una zona alta, y poder orientarnos. No tengo ni idea de en que parte de china estamos. Lo que sé es que hace calor, pero cuando caiga la noche no estoy seguro si seguirá igual.

Tras lo cual, comenzó a caminar hacia... ninguna parte.

Lo que estaba viendo era fascinante, y acojonante a partes iguales. No podía ser que de verdad, estuviera viendo el pasado. Un pasado que si no recordaba mal, hacia que terminara meandose de miedo.

Con el bochorno se dio cuenta de que la morena estaba mirando en su dirección, solo atino a hacer un gesto con el dedo pidiendo silencio. Y luego señalo en dos direcciones.

Por esos lugares aparecerían los reptiles gargantuescos y empezaría la nueva debacle.
Y tras estas rápidas señas, y un guiño de ojo bastante exagerado, se tiro cuerpo a tierra tras una mata algo mas espesa.

Según sus propias cavilaciones, se separarían todos en breve, y no llego a hablar con aquella mujer más que unas pocas palabras. Mientras no tuviera qué hablar consigo mismo, seria suficiente.

De algún modo sentía, que si tenia que tratar con él mismo, descubriría para mal, que no se caía tan bien como quisiera.

O'Brian estaba atendiéndote. Tu cuerpo parecía desvanecerse por momentos, aunque el médico hacía todo lo que podía y en verdad obraba milagros, no como la hermana esa que casi te llevaba al otro mundo.

Pero tu mente te estaba jugando malas pasadas.

De repente recordaste cuando llegasteis aquí y escuchasteis aquel sonido en la selva...

El medico me volvio a poner en el suelo mientras la monja me negaba que se hubiera dedicado a lo mismo que yo y seguia insistiendo en que todo se debia a la fuerza que recibia de Dios.
Creo que a partir de ahora empezare a rezar mas le dije mientras veia como agarraba al piloto y lo volvia a sacar; esta vez lo hacia con la ayuda del nipon pero no creia que le hiciera falta.

Las manos del medico se movias con agilidad por mi abdomen mientras, ahora si, me desinfectaba con mayor premura y apretaba mi herida con un bendaje decente; yo intentaba centrarme en otra cosa mientras "me metia mano" y moria mi labio para soportar el dolor.
Me llamo Samantha le dije al medico gracias! le dije

El rugido habia pasado y parecia que todos nos encontrabamos a salvo.
Coged todo lo que sea necesario del avion les dije al resto de componentes Nos ponemos en marcha rompi los tacones de mis zapatos para poder caminar mejor por la selva y mire por la ventana para ver que no hubiera peligro antes de salir de aquel aparato y mirar donde me encontraba.

En aquella situación, giraste la cabeza para ver algo extraño. Delante de ti estaba Sextus, pero es que entre la vegetación, a unos metros más alejada de ti... ¿también estaba Sextus? Era como si fuesen dos. Y a todo esto, ¿de dónde demonios habían salido esos recuerdos?

- Mierda... - Susurró la hermana.

No podía dejar a aquella mujer en la estacada y tampoco al médico. Al fin y al cabo le había pegado un tiro. Estaba muy mal irse sin más. Aunque realmente ella no era la que estaba en las mejores condiciones, regresó tras sus pasos y miró a O'brian. Eso bastó para que ambos se entendieran y agarraron cada uno de un brazo a la morena tratando de sacarla de allí de la mejor manera posible.

- ¡Vamos morena! - Exclamó. - ¡Te sacaremos de aquí! - Le dio ánimos. - ¡Dios así lo quiere? - Dudó un tanto en aquella última frase. Empezaba a cuestionarse las intenciones para con ellos de aquel ser divino.