Partida Rol por web

Irisa había entrado en estado de gracia. Su arma se movía con maestría en su mano, no era tiempo de florituras, pero ella se estaba gustando. - ¡Snake trae a la presidenta aunque sea a rastras!¡Aguantaremos esta posición! Grito llena de adrenalina.

La Teniente luchada codo con codo con el hombre que le había salvado la vida. Su mirada se dirigió a él en un momento dado. Quería asegurarse que no necesitaba su ayuda. Tenia una deuda con él. No lo dejaría morir sin saldarla.

Vásquez siguió a lo suyo.. tenía que alcanzar las inmediaciones del andén, y echar mano a las armas pesadas; preparar la primera que pillase, y dar cera, pulir cera como una loca; no tenía otra, porque con una pistola, a más de 30 metros.... ¿estamos de guasa?, no es que no acertase, es que probablemente la bala se iría en cualquier dirección: cosas de los cañones cortos, que son graciosos, juguetones, los metes en cualquier parte, pero a la hora de la verdad, quieres uno biuen grande, y cuanto más gordo, mejor...

(... hablo de cañones de armas...)

La pelea estaba convirtiéndose en una auténtica batalla campal. Cada uno de vosotros debía enfrentarse a más de un enemigo y casi siempre, quitárselo de encima en una brutal pelea cuerpo a cuerpo que no aseguraba que algún otro no atacara por la espalda.

La doctora Whitlock fue la primera en caer. Alguno de los "espíritus" que ocupaban el cuerpo de uno de aquellos desgraciados, llegó hasta ella, dejándola en estado catatónico en mitad de la calle. De inmediato, los demás pasaron por su lado sin prestarle atención, como si fuesen capaces de reconocerse a sí mismos.

El siguiente en caer fue Desolación Williams, que recibió el corte de una hoja de sierra circular que le seccionó medio cuerpo en dos mitades laterales.

Mientras tanto, el resto continuaba la lucha, desde puntos diferentes, dirigiéndose, ahora sí, hacia el andén, a donde Vasquez había conseguido, por fin, llegar.

Man se volvió hacia sus "nueve" cuando oyó la voz de Grace, y disfrutó al verla disparando y protegiendo su espalda, e incluso le gustó la referencia a su ojo izquierdo.

A continuación disparó para quitarse de encima a otro y volvió la cabeza hacia la comandante.

-Protege el tuyo también, zorra. No nos servirá de nada si te cogen desprevenida.

Y era cierto. Así era como a menudo, había perdido a sus camaradas, protegiéndose unos a otros, pero olvidándose de mirar en hacia donde venían los ataques, en lugar de preocuparse tanto por sus compañeros. Él mismo había cometido el mismo error en incontables ocasiones... y no quería que Grace cayese también en aquella distracción.

Mientras tanto, el smartgun empezó a dar señales de agotamiento. El humo ascendía desde el cañón y Grace no tardó en recriminarle que lo hiciese sin medir las consecuencias. Cuando la munición se agotó, Man dejó caer la pesada arma e inició el retroceso.

-Demasiado tarde, zorra. Este arma ya no podrá seguir disparando -y entonces, se volvió hacia Grace, a quien ahora, tenía al lado -. Pero yo estoy listo para cualquier batalla.

Tan pronto como dijo eso, sacó dos pistolas de su espalda, como si fuese un maldito vaquero, y empezó a disparar a diestro y siniestro, mientras continuaba la retirada.

Por desgracia para Man, estaba disfrutando tanto de la batalla que olvidó que su velocidad ya no era como antes. Uno de aquellos locos lo noqueó y golpeó en la barbilla, haciéndolo trastabillar, soltando una de las armas de mano. Afortunadamente para él, Grace acabó con aquel malnacido y con su ayuda, volvió a ponerse derecho.

-Creo que ya estoy viejo para esta mierda. Tendré que ir pensando en retirarme -comentó, antes de levantar su arma y disparar al estómago de otro más que había saltado hacia ellos, y que debido al impacto, salió despedido en dirección contraria, como si hubiese chocado contra un muro invisible -. O quizás no.

De reojo pude ver como se movía la teniente y cubría el otro flanco de Man. Nos empezábamos a mover como una unidad donde aquel criminal se había integrado con facilidad. Sólo me faltaba Vásquez con la smartgun cubriendo nuestra retirada y que los demás nos alcanzasen... y que Man dejase de llamarme zorra. Creí que diciéndole mi nombre pararía, pero enseguida quedó claro que no y tampoco me iba poner a discutir con él con aquello. No era el momento ni el lugar.

- Tranquilo Gruñiditos. Estaré bien mientras estemos todos en pie.

Y es que ya había aprendido aquella lección cuando caí en aquella cueva. La inexperiencia, el estar pendiente de tus compañeros, de tu pelotón, hicieron que no viese el hueco tapado por restos de ramas y hojas secas y acabase en aquel lamentable estado. Las maniobras se convirtieron entonces en una operación de búsqueda y rescate, mientras que para mí acabó en una auténtica misión de supervivencia.

El dolor era tan intenso que me costaba hasta respirar. Colocarme el hombro fue el menor de mis problemas. No era la primera vez que me ocurría, aunque siempre fue en otro tipo de circunstancias que no quería recordar en aquel momento. No había actividad en la parte superior del agujero y, aunque no era muy alto, con la pierna rota y el hombro dolorido era inalcanzable para mí. Pero podía sentir una corriente de aire y eso me dio esperanza... y comencé a arrastrarme por la cueva, en busca del lugar por donde venía el aire. Sentía al cuerpo pedirme agua y comida y si no salía de allí, mi muerte sería lenta y agónica...

En ese momento la smargun de Man dejó de cantar y le miré fríamente a su ojo, como si le estuviese regañando con la mirada por no hacerme caso y el tipo sacó dos pistolas de su espalda. - Joder con el minero. - Le dije sorprendida. Gratamente sorprendida, la verdad puesto que yo no tenía munición infinita tampoco y solo llevaba una pistola encima a parte del rifle y las granadas.

Cuando le vi caer, un cúmulo de sensaciones se apoderaron de mí. Pero si no tenía la cabeza fría y actuaba con el corazón, sin duda acabaríamos los dos muertos. Así pues, primero aquel cabrón fuera y luego Man... tendí mi mano a Gruñiditos para ayudarle a levantarse mientras que seguía disparando a ráfagas casi sin mirar. Eran tantos que era difícil fallar.

- No vuelvas a darme un susto como ese, Man. - Si es que hasta a mí me sonaba raro llamarle así. Era la primera vez que lo usaba y sería la última. Man era un criminal y Gruñiditos era... el hombre que estaba en aquel momento a mi lado y por quien estaba empezando a sentir algo.

McSimms abrió la puerta del tren y se asomó al andén, viendo como Vasquez llegaba a toda velocidad.

-Eh, soldado. ¿Qué coño pasa aquí? -preguntó. Entonces miró más allá y vio la batalla campal que se estaba desarrollando en el centro de la colonia -. ¡Me cago en la puta!

No tuvo tiempo de decir nada más. Una lanza lo atravesó de parte a parte por el estómago y con un gesto de incomprensión en su rostro, el cuerpo de McSimms cayó al suelo, muerto, mientras decía sus últimas palabras.

-Odio... Marte.

La lanza podía haberla matado a ella tranquilamente... pero se ha cargado al tío despreciable del tren... La verdad, no lamenta especialmente esa muerte, salvo por el hecho de que habían perdido a alguien más haciendo fuego de cobertura.

Lo más rápido que se lo permiten los brazos, merced a un entrenamiento de años, coge.... hummm.... pinto pinto, cororito, ¿donde vas tu tan bonito? ... el lanzagranadas o la ametralladora gorda... Dilema...

Echa mano al lanzagranadas; por lo menos, para abrir huecos; recordaba las órdenes de la Comandante: A las piernas, o sea, incapacitar más que matar... uf... pero si no les abría huevo, esa horda terminaría con ellos, aunque fuese por acumulación de lanzamiento de escupitajos...

Estábamos ampliamente superados en número y, aunque matábamos a bastantes, otros ocupaban su puesto en un ciclo interminable. Esto no tenía visos de que saliéramos airosos de aquí. Snake retrocedió y arrastró a la Presidenta hacia adelante. Tanto Irina como el hombre que la acompañaba, que reconocí como Man o'War, llegaron a nuestra vera. Su fuego de cobertura nos daría una oportunidad de salir indemnes. Me quedé un momento parado, mirando a los rezagados y disparando por doquier. La científica cayó, presa de una de esas cosas o espíritus, por lo que seguí avanzando y disparando. Cerraba el grupo, junto a uno de los hombres que había en la celda. Por delante, a pocos metros, estaba Snake y la Presidenta. Desolation cayó, partido por la mitad... una muerte horrible. Esperaba que la mía fuera rápida, si caía en sus garras.

Al fondo veía el tren, nuestra salvación. Estaba a unos cuantos metros, pero parecían kilómetros. Ahora mismo los segundos parecían horas y los minutos días. Este combate no se podía ganar; aparte de luchar contra los advenedizos de los KISS, teníamos que lidiar con sus chungos espíritus, enloquecidos por verter sangre humana.

-"¡Vamos, vamos, más rápido!"

Vásquez logró llegar hasta las armas, coger un lanzagranadas y disparar. En esos momentos, Jericho se había unido a Grace y Man, y vieron pasar la granada por delante de sus ojos e impactar no demasiado lejos, haciendo saltar por los aires a un buen grupo de chalados.

Eso os dio a todos un espacio extra para moveros y avanzar (todos avanzáis un cuadro más gracias a Vásquez.

Sin daros cuenta, el líder de todos ellos, había bajado del tejado de la cárcel y corría a toda velocidad hacia vosotros. Por desgracia, el número de "fantasmas" sobrevolando por encima de vuestras cabezas era poco más o menos que gigantesco. Los últimos dos miembros de la cárcel se quedaron de repente inmóviles en mitad del campo de batalla, mientras los demás os batíais en retirada.

Man se puso en pie, miró a Grace y entonces, aquella zorra le soltó una frase del estilo de las que no suelen decirse en mitad de una batalla. Eso lo dejó algo desconcertado.

Estaba claro que en el escaso tiempo que llevaban juntos, no juntos, pero sí luchando por las mismas cosas, aquella zorra se había acercado lo suficiente a él como para comprender que sus motivaciones no eran las de un criminal que no respetaba la autoridad, sino alguien más.

Era evidente que no contaba con eso. También él había empezado a apreciarla.

Seguramente por esa razón, cuando oyó cómo le interpelaba como "Man", decidió que había llegado el momento. Solo dos personas vivas conocían cómo se llamaba, y no tenía ningunas ganas de ampliar aquel registro o al menos, no demasiado.

-Marion. Me llamo Marion. Mis padres querían una niña. Por eso escogí este nombre. Pero si se lo cuentas a alguien, juro que te mato.

Tras decírselo, continuó retrocediendo.

Los enloquecidos tipos de la mina saltaban sobre vosotros desde todas partes. Man reconoció a un par de sus hombres antes de librarse de ellos, uno de un disparo y otro, golpeándole en la cabeza con la culata de su arma, pero no se inmutó. No tenía tiempo para eso. Como siempre decía, correr primero, lamentarse después, aunque el tiempo de las lamentaciones hacía ya mucho que había pasado.

Retrocediendo sin perder de vista todos los ángulos, a la par que también lo hacía Grace y, ahora, también ese sargento que había conseguido llegar hasta ellos, aquel enorme tuerto estaba haciendo más de lo que hubiese pensado que haría cuando decidió capturar a la Presidenta. Ya estaban muy cerca del andén, aunque por lo que era capaz de ver, la cosa empezaba a ponerse más que mala, peor, y tuvo claro que no iban a poder conseguirlo, o al menos, quizás no todos. Claro que todavía no quería pensar demasiado en eso. Debía tener confianza en la rapidez y puntería de todos los que estaban allí, corriendo, luchando por sus vidas y las de los demás.

Solo cuando no hubiese otra solución... sería el final.

Directora, un pequeño inciso, puse que Jericho cerraba el grupo junto a uno de los de la cárcel. Si ha caído, yo soy el que va el último.

Ah! Ok, naaa, me da igual. Déjelo ahí ya, gracias.

La Presidenta parecía en estado de shock. Se encontraba rígida como una roca y se resistía a avanzar. Aquello le había sobrepasado y sin duda alguna, de no haber sido alguien tan imprescindible, ya habría muerto. Pero el destino de Snake estaba ligado al de la Presidenta y no podía dejarla allí. No podía permitir que muriera, pues su muerte significaba la suya propia y aunque Grace y los demás, opinaran de él que era un vejestorio sin futuro, el sabía que todavía le quedaban muchas cosas por vivir.

Snake disparaba, pero su puntería, aunque buena, no era suficiente como para quitarse de encima a aquellos bastardos salvajes. Cada demente que abatía, era sustituido por otro dos y pronto, muy pronto se vio rodeado por un sinfín de ellos. No obstante, el principal problema no era su puntería, sino el tener que cargar con el peso muerto de la señora Adrienne Forsyth, quien se había convertido en un verdadero grano en el culo.

Snake tuvo que detenerse y plantarse frente a Forsyth. Le miró directamente a los ojos. Su mirada estaba vacía y por un momento pensó en lo peor. Había sido poseída por aquellas cosas. Eso hubiera dado al traste con la misión y de la misma forma con sus vagas ilusiones de futuro. No obstante, quedaba la esperanza de que su estado de catatonia, se debiera únicamente al estrés que estaba viviendo y no a la posesión de uno de aquellos espíritus marcianos.

- ¡Míreme, mujer! - Le dijo antes de arrearle un guantazo que le giró la cara. - ¡Vamos a salir de esta! ¿Me entiende? - La zarandeó por los hombros. - ¡Como me llamo Robert Plissken, que lo haremos! ¡Reacciones, joder! - Y le volvió a girar la cara con la palma abierta esperando una reacción.

Tenía curiosidad por saber cual era el número total de habitantes de aquella colonia, puesto que se me antojaban interminables. Jamás me había visto en una situación así. Superados en número sí, pero no con tanta diferencia ni con tanta agresividad en sus rostros y acciones. Era como si la muerte no les importase y al mirar al cielo entendí el motivo. No éramos más que huéspedes para ellos.

Y entonces escuché a Man hacerme aquella confesión. No sabía porqué habia elegido aquel momento para decirme su nombre real pero le sonreí agradecida.  - No tendrás que hacerlo, para mí eres Gruñiditos y lo seguiras siendo. - Le sonreí al tiempo que le volaba la cabeza a un cabrón que quiso pillarme desprevenida. Ahora entendía porque bromeó en la mina sobre su nombre. Pero enseguida borré la sonrisa al darme cuenta de que... ¿estaba tonteando con él?

Comencé a retroceder junto a Man, dándole cobertura al tiempo que le acompañaba. La smartgun ya no estaba en sus manos y una pistola no era suficiente para todo aquello. Por fortuna para ambos, sentí como pisaba algo duro y encontraba en mis pies su otra pistola.

- ¡Cúbreme! - No le dije nada más, me agaché tan deprisa como pude y recogí su pistola, lanzándosela a continuación. - Deja de perder las cosas, ¿un ojo no fue bastante?. - Me permití bromear con él al tiempo que el sargento se unía a nosotros. Estaba segura que le había reconocido del vídeo y fue un alivio ver que el sargento no le disparaba, al menos por el momento.

Mi corazón bombeaba con fuerza viendo como cada vez parecían ser más y más. - Vásquez... ¿dónde estás? - Entonces aquella fuerte explosión al fondo me hizo ver que estaba detrás nuestra, con uno de los juguetes en sus manos y eso me dió esperanza y una sonrisa se dibujó de nuevo en mi rostro. Retrocedimos bastante rápido mientras que los fogonazos salían de nuestras armas. Al fondo vi a Snake con problemas con la puta de la presidenta y que la teniente les había dado alcance. - Joder... - Susurré para mí quitándome a otro cabrón del medio.

- ¡Gruñiditos! ¡Sabes donde guardo el arsenal! ¡Sírvete tu mismo! - Le grité entre el sonido de nuestros disparos, refiriéndome a las granadas que estaban en mi cinturón. A pesar de que ahora tuviese sus dos pistolas de gran calibre, pronto podrían dejar de serle útiles. Además, él podía lanzar las granadas más lejos que yo... y mientras el rifle no me fallase, no daría uso de ellas.

Volví a mirar a Snake, quien se había detenido por algo. Jericho estaba más cerca de ellos. - ¡Sargento! ¡De fuego de cobertura a Snake y la presidenta! ¡Nosotros le cubriremos por aquí! - Éramos dos, podíamos protegernos entre nosotros y a Jericho. - ¡Confío en él! - Le dije refiriéndome a Man. Ahora quedaba que el sargento confiase en nosotros o al menos en mí.

Con Snake parado y pendiente de aquella furcia lo más fácil era que le rodeasen y podíamos abrir un pasillo si nos organizábamos. Esperaba que los demás viesen la idea, puesto que dudaba que me escuchasen gritarles. Luego miré a Man. - No va a ser tan fácil como pensábamos. ¿Hace una cerveza cuando terminemos, Gru? - Le propuse sin borrar aquella sonrisa que Vásquez había logrado ponerme en la cara. Debía mantener la esperanza y el optimismo en pie o no saldríamos de esta.

Y la verdad era que me apetecía esa cerveza, pero más su compañía.

Irisa parecía estar poseída, pero no por uno de esos espíritus venidos de solo dios sabia donde. Ella estaba poseída por el frenesí del combate. Cargador tras cargador la Teniente iba descargado plomo contra los psicópatas con rostros desencajado que les rodeaban.

Explosiones, balas volando por todos lados... El caos de la guerra. En ella era habitual ver morir gente así que apenas se inmuta al ver caer a varios prisioneros, si le afecto que alguno volvía a levantarse con una actitud claramente hostil.

- Vamos Presidenta mueva el culo. Va a hacer que nos maten. Su mano izquierda en contra de su voluntad siempre parecía ir un paso más. En esa ocasión agarro a la Presidenta de los pelos para hacer que se moviera. Irisa fue la primera sorprendida, pero ya puestos se movió hacia el tren con ella agarrada. - ¡Snake al tren! El arma de Irisa vomitaba fuego mientras ayudaba a Snake con la Presidenta.

Fría, preparó el siguiente proyectil,  apuntó, y disparó.

En esta ocasión, el disparo no fué tan certero como el anterior; los proyectiles propulsados por cohete, a veces, tienen comporamientoe erráticos,... y este era una de esas ocasiones...

Soltó una retalina de juramentos soldadescos, hacia el Todo en general, y hacia esos capullos en particular, y se preparó para el siguiente disparo.... iba a gastar todo lo que pudiese...