Partida Rol por web

Escuela de los artistas

Leyendas del Imperio

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06/10/2007, 13:32
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El Hilo rojo:

La leyenda más antigua dice que el abuelito que vive en la luna sale por la noche buscando personas destinadas para ser parejas, cuando las encuentra, las ata con hilo rojo, así nunca se separan.

Ahora la leyenda se aplica también a personas que desean unirse. Quedan atadas con hilo rojo y ya no habrá manera de separarlas.

Un hilo rojo, invisible, conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, a pesar del tiempo, del lugar, a pesar de las circunstancias. El hilo puede tensarse o enredarse, pero nunca podrá romperse. Este "hilo rojo", es el que te une a ti con tu hija.

Hilo de iris: Con siete colores se hace una cuerda finita, atar en la muñeca de vuestras pequeñas la noche anterior de la fiesta de "Qing Ming", que es el día 5 de abril. No se quita antes de la primera lluvia de la primavera en curso. Se corta y se tira al agua de lluvia. Dicen que se convierte en dragoncito que aparta todas las enfermedades de vuestras pequeñas.

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06/10/2007, 13:36
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Le perla del dragon:

Hace muchísimos años, vivía un dragón en la isla de Borneo; tenía su cueva en lo alto del monte Kinabalu. Aquél era un dragón pacífico y no molestaba a los habitantes de la isla.

Tenía una perla de enorme tamaño y todos los días jugaba con ella: lanzaba la perla al aire y luego la recogía con la boca.

Aquella perla era tan hermosa, que muchos habían intentado robarla.

Pero el dragón la guardaba con mucho cuidado; por eso, nadie había podido conseguirlo.

El Emperador de la China decidió enviar a su hijo a la isla de Borneo; llamó al joven Príncipe y le dijo: "Hijo mío, la perla del dragón debe formar parte del tesoro imperial. Estoy seguro de que encontrarás la forma de traérmela." Después de varias semanas de travesía, el Príncipe llegó a las costas de Borneo. A lo lejos se recortaba el monte Kinabalu, y en lo alto del monte el dragón jugaba con la perla.

De pronto, el Príncipe comenzó a sonreír porque había trazado un plan. Llamó a sus hombres y les dijo: "Necesito una linterna redonda de papel y una cometa que pueda sostenerme en el aire." Los hombres comenzaron a trabajar y pronto hicieron una linterna de papel. Después de siete días de trabajo, hicieron una cometa muy hermosa, que podía resistir el peso de un hombre. Al anochecer, comenzó a soplar el viento. El Príncipe montó en la cometa y se elevó por los aires.

La noche era muy oscura cuando el Príncipe bajó de la cometa en lo alto del monte y se deslizó dentro de la cueva. El dragón dormía profundamente. Con todo cuidado, el Príncipe se apoderó de la perla, puso en su lugar la linterna de papel y escapó de la cueva. Entonces, montó en la cometa y encendió una luz. Cuando sus hombres vieron la señal, comenzaron a recoger la cuerda de la cometa. Al cabo de algún tiempo, el Príncipe pisaba la cubierta de su barco. "¡Levad anclas!", gritó. El barco, aprovechando un viento suave, se hizo a la mar.

En cuanto salió el sol, el dragón fue a recoger la perla para jugar, como hacía todas las mañanas. Entonces, descubrió que le habían robado su perla. Comenzó a echar humo y fuego por la boca y se lanzó, monte abajo, en persecución de los ladrones. Recorrió todo el monte, buscó la perla por todas partes, pero no pudo hallarla. Entonces, divisó un junco chino que navegaba rumbo a alta mar. El dragón saltó al agua y nadó velozmente hacia el barco. "¡Ladrones! ¡Devolvedme mi perla!", gritaba el dragón.

Los marineros estaban muy asustados y lanzaban gritos de miedo. La voz del Príncipe se elevó por encima de todos los gritos: "¡Cargad el cañón grande!". Poco después hicieron fuego. El dragón oyó el estampido del disparo; vio una nube de humo y una bala de cañón que iba hacia él. La bala redonda brillaba con las primeras luces de la mañana y el dragón pensó que le devolvían su perla. Por eso, abrió la boca y se tragó la bala. Entonces, el dragón se hundió en el mar y nunca más volvió a aparecer. Desde aquel día, la perla del dragón fue la joya más preciada del tesoro imperial de la China .

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06/10/2007, 13:45
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La leyenda de Zao jun

Cuenta la leyenda que el dios chino Zao Jun, que cuando mortal se llamaba Zhang Lang, se casó con Zao Ma, una mujer muy virtuosa, y fueron felices durante muchos años. Pero sucedió que un día, de esos tontos que a veces se tienen, Zao Jun se enamoró perdidamente de una chica joven, hasta el punto, que abandonó su hogar y se fue a vivir con ella. Desde entonces la vida de Zao Jun fue de mal en peor, perseguido por la mala suerte fue perdiendo todo lo que tenía, hasta quedar finalmente solo, pobre y ciego.

Se encontraba en ese estado tan lamentable, tirado en la calle, cuando se le acercó una mujer que le ofreció algo para comer, un tazón de tallarines. Cuando Zao Jun los probó comenzó a llorar, la mujer le prguntó: ¿Por qué llora? A lo que Zao Jun contestó: "No comía unos tallarines tan buenos desde que vivía con mi mujer" y empezó a contarle su desgraciada vida. Al terminar, fruto del arrepentimiento, se produjo un milagro, pues Zao Jun recuperó la vista y ... ¿a quien vió? ¿Quién era la mujer que le había dado de comer? ... no era otra que Zao Ma, su mujer, que nunca había dejado de quererlo. Y entonces Zao Jun sintió tanta pena por lo que había hecho, que se consumió en llamas. Su mujer quiso evitarlo, pero solamente pudo salvar del fuego una pierna, y es por esto que desde entonces a los atizadores del fuego se les llaman en china Zhang Lang Tûi .

Cuando Zao subió al Da Luo Tian o cielo supremo donde está sentado en su trono el Emperador Jade o Yuhuang Dadi, que es quien administra cielo y tierra, lo convirtió en guardián de los hogares para asegurarles unidad y abundancia, y pasó a llamarse Zao Jun aunque muchos también le llaman Zao Wang, o Zao Wang Ye. El Emperador Jade además le encargó que todos los años regresara al cielo el día 23 de la luna 12, que será el próximo día 1 de febrero de 2005, para informarle de como se habían portado las familias. Una vez pasado el informe al Emperador Jade, Zao vuelve a la tierra montado en su caballo blanco, el día del Año Nuevo Lunar, que será el próximo día 9 de febrero de 2005, con regalos y sobres rojos con dinero, dependiendo de lo bien o mal que se haya portado cada uno durante el año. Es pues Zao Jun como los Reyes Magos, San Nicolas o Papa Noel.

Las familias chinas para acordarse de Zao Ju pegan un dibujo suyo en la cocina y el día de la partida queman palos de incienso y le ofrecen una comida con muchos dulces. Para que Zao hable bien ante el Emperador Jade las familias limpian y ordenan la casa, le untan con miel en los labios y lo rocian de licor, y para acelerar su ascensión al cielo lo terminan quemado en la cocina y tirando tracas para que espantado corra más.

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06/10/2007, 13:48
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El espejo partido en dos vuelve a estar entero

En el reino de Chen, durante la dinastía del Sur (del año 420 al 589), un joven caballero llamado Xu Yande se casó con la princesa Lechang, hermana del rey Chen Shubao. Los dos vivian felices, hasta que, poco después, el ejército de la dinastía Sui invadió su reino y el joven, presintiendo que la guerra podría separarlos, dividió un espejo redondo en dos partes y le entregó la mitad a su esposa. Convinieron en lo siguiente: Si se separaban algun día, saldrían, el día 15 del primer mes lunar, fiesta de los faroles, a las calles a vender sus respectivas mitades del espejo. Si sobrevivían sus sentimientos de amor, se reunirán tarde o temprano. La mitad del espejo que tenía cada cual era una prueba de amor.

Posteriormente,el emperador de la dinastía Sui, Yang Jian desencadenó, una guerra contra el reino de Chen y lo derrotó. El joven Xu Yande se vio obligado a escapar a otro lugar y se separó de su esposa.

Apresada por un cortesano de la dinastía Sui, la joven fascinó al emperador con su belleza y éste la tomo como su concubina favorita.

Luego de unos meses, al oir que su esposa estaba en la capital de la dinastía Sui, el joven Xu Yande se apresuró a ir hasta allá, a donde llegó después de un largo y fatigante viaje. En la plena noche, él sacaba la mitad del espejo y recordaba a su querida esposa; ella, mientras tanto, llevaba una vida lujosa, pero en lo profundo de su corazón recordaba siempre a su marido.

Un año después, llegó por fin el día 15 del primer mes. El joven Xu Yande salió a la calle, según lo convenido, y se encontró con un anciano que vendía un espejo roto igual al suyo. Le preguntó y el anciano le dijo que era el sirviente de su esposa, quien le había encargado buscar a su marido. Así se enteró de la situación de su esposa.

Con lágrimas en los ojos, el joven Xu Yande escribió un poema en el reverso del espejo:
Se fue con el espejo,
y sólo el espejo volvió; ella se quedó.
Desaparecida la sombra de la diosa de la luna
sólo queda la luz.

El anciano regresó con el espejo completo y se lo entregó a la princesa Lichang. Al ver el poema y la otra mitad del espejo de su marido, ella se puso a llorar en forma desconsolada al punto que perdió las ganas de comer. Al enterarse de la situación, el emperador se conmovió y permitió a la princesa reunirse otra vez con su marido. Así, el espejo roto volvió a ser redondo.

En la actualidad, la gente usa este proverbio para referirse a los que se divorcian o separan y luego vuelven a unirse.

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06/10/2007, 13:54
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La rosa azul

Un poderoso emperador de la China, sabio y bondadoso, se sentía muy feliz en su palacio: su pueblo era dichoso bajo su gobierno y su hogar, un paraíso de amor y paz. Pero algo había que le preocupaba en grado sumo. Su única hija, tan bella, como inteligente, permanecía soltera, y no demostraba mayor interés en casarse.

El emperador quiso encontrar un pretendiente digno de ella, para lo cual hizo proclamar su deseo de casar a la princesa. Los aspirantes a la mano de la joven fueron muchos; por lo menos, ciento cincuenta. Pero la inteligente muchacha, encontró un modo de burlar la disposición que había tomado su padre. Dijo que estaba dispuesta a casarse para obedecer al emperador, pero muy sutilmente, pidió una sola condición para aceptar marido: quien hubiera de casarse con ella, debería traerle una rosa azul.

Los pretendientes se desalentaron ante ese pedido. Nadie había visto nunca una rosa azul. ¿En qué jardín del mundo florecería esa maravilla? Y con la seguridad de que hallar la rosa azul era una empresa imposible, la mayoría de ellos renunció a casarse con la bella princesa. Solamente tres persistieron: un rico mercader, un valiente guerrero y un alto jefe de justicia. El mercader no era un soñador, sino un hombre muy sensato. De modo que, muy sensatamente, se dirigió a la mejor florería de la ciudad, donde, con toda seguridad, debía hallar lo que buscaba. Se equivocó. El florista no había visto jamás una rosa azul en todos sus años de comerciante. Pero el rico mercader ofrecía una fortuna a cambio de esa extraña flor, y el florista prometió ocuparse de buscarla. Por su parte, el pretendiente guerrero, que había conocido tierras maravillosas en sus campañas, optó por dirigirse hacia el país del rey de los Cinco Ríos. Sabía que era un soberano riquísimo, en cuyo reino desbordaban los tesoros. El guerrero partió acompañado de cien soldados, y aquella comitiva armada y deslumbrante, causó una profunda impresión en el rey de los Cinco Ríos, que temiendo un ataque, ordenó a sus servidores que corriera a traer la rosa azul para ofrecerla al caballero que la pedía. Volvió el criado trayendo en sus manos un estuche afelpado. Cuando lo abrió, el guerrero quedó deslumbrado. Dentro del estuche había un hermoso zafiro tallado en forma de rosa.

Sin duda era un presente real, y el guerrero, seguro de su triunfo, regresó con la joya a su país. Pero la princesa movió la cabeza al contemplar la joya. El presente del guerrero no era más que eso, una piedra preciosa, no una flor verdadera. Aquel regalo no correspondía a la condición exigida. Poco tardó el mercader en saber que su rival había fracasado, y volvió a urgir a su florista para que le consiguiera la rosa azul. El comerciante se desesperaba sin resultado alguno, hasta que un día, su esposa, mujer llena de astucia, creyó encontrar la solución. Nada más fácil que teñir de azul una rosa blanca, y con ello, el mercader lograría la mano de la princesa y ellos una cuantiosa fortuna. Imposible describir la alegría del rico mercader cuando el comerciante de flores le hizo saber que ya había encontrado lo que necesitaba. Corrió a la florería, tomó la flor de pétalos azules y no demoró un segundo en llegar al palacio. Y cuando todos creían que el mercader había alcanzado su premio, la inteligente princesa movió su bella cabeza y dijo: -Eso no es lo que yo quiero. Esta rosa ha sido teñida con un líquido venenoso que causaría la muerte a la primer mariposa que sobre ella se posara. No acepté la joya del guerrero ni acepto la rosa falsa del mercader.

Yo quiero una rosa azul. A su vez, el alto jefe de Justicia, que había asistido al fracaso de sus dos rivales, vió que el campo quedaba libre para él. Pensó mucho tiempo en la forma de hallar la rosa azul que la princesa quería, y por fin, una idea feliz surgió en su mente. Visitó en su taller a un exquisito artista, y le pidió que hiciera un vaso de porcelana fina, donde debía pintar una rosa azul. El artista se esmeró en su obra, y cuando se la presentó al alto jefe de justicia, no dudó éste ni un momento que el triunfo era ya suyo. Con esta seguridad se presentó ante la princesa. La joven quedó realmente admirada ante aquel trabajo. Nadie había visto nunca un vaso de porcelana tan bello y transparente, y la rosa azul en él pintada, lo convertía en una verdadera obra de arte. Pero aunque admitió el regalo y lo agradeció con gentil gesto, tuvo que confesar que no era una rosa pintada lo que ella quería. Mucho lo lamentaba, pero tampoco el alto jefe de justicia había encontrado lo que ella pedía para conceder su mano. La ingeniosa princesa se había salido con la suya, sin que su padre pudiera hacerle el menor reproche. Y desde entonces ya nadie volvió a hablar del casamiento de la princesa, ni se presentó ningún otro pretendiente a aspirar su mano, con gran regocijo de la joven.

Pero poco después, ocurrió algo que debía hacerle lamentar su ingeniosa treta. Comenzó a hablarse en el palacio de un joven trovador que recorría el país entonando dulces canciones. Y una noche la bella princesa se paseaba con una de las doncellas por el jardín del palacio, llegó a sus oídos una dulce melodía. No dudó que se trataba del trovador de que tanto le habían hablado, y rogó a su doncella que los llamara. El trovador saltó el muro, y aquella noche cantó para ella sus mas hermosas canciones. La princesa y el trovador se enamoraron, y el joven volvió otras noches a cantar bajo sus ventanas. Cada vez mas grande fue su amor, y el trovador quiso presentarse ante el soberano para pedir la mano de la princesa. Entonces fue cuando la hermosa joven advirtió que la astucia que había empleado para alejar a sus pretendientes, impedirían que pudiera casarse con el trovador. Su padre le exigiría también a él que trajera la rosa azul. Y ella sabía que eso era imposible. Pero su enamorado la tranquilizó. Su amor todo lo podría.

Gran revuelo se produjo en la corte cuando se supo que un nuevo pretendiente se sometía a la prueba de hallar la rosa azul y que se presentaría con ella. El trovador atravesó por entre la fila de cortesanos y damas, y llegó hasta la princesa. Tendió la mano, y le ofreció una hermosa rosa blanca que momentos antes arrancara de su jardín. La princesa sonrió feliz, y con el consiguiente asombro de todos, manifestó que esa era exactamente la roza azul que ella quería. Un murmullo de sorpresa y de indignación corrió por el salón, y hasta el mismo emperador miró a su hija, como si creyera que se había vuelto loca. Pero la vio tan dichosa, que comprendió todo, cortó de inmediato las hablillas diciendo que la princesa era quien había exigido tal condición, y que si ella, tan inteligente como todos los sabios de la corte, admitía que la rosa que le presentaban era azul, nadie podía dudarlo. Así triunfó el amor de la princesa china.

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06/10/2007, 13:59
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La flor de la honestidad

Se cuenta que allá para el año 250 A.C., en la China antigua, un príncipe de la región norte del país iba a ser coronado emperador y de acuerdo con la ley, debía casarse. Sabiendo esto, él decidió hacer una competencia entre las muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío.

Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe. Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración. Sin poder creerlo le preguntó: "¿Hija mía, que vas a hacer allí? Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte acudirán. Quítate esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura" Y la hija respondió: "No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos por algunos momentos cerca del príncipe. Esto me hará feliz".

Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más bellas, con las más bellas ropas, las más bellas joyas y las más determinadas intenciones. Entonces, finalmente, el príncipe anunció el desafío: "Daré a cada una de ustedes una semilla. Aquella que me traiga la flor más bella dentro de seis meses será escogida por mí, esposa y futura emperatriz de China". La propuesta del príncipe seguía las tradiciones de aquel pueblo, que valoraba mucho la especialidad de cultivar algo, sean: costumbres, amistades, relaciones, etc.

El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía mucha habilidad en las artes de la jardinería, cuidaba con mucha paciencia y ternura de su semilla, pues sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que preocuparse con el resultado. Pasaron tres meses y nada brotó. La joven intentó todos los métodos que conocía pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más profundo. Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado. Consciente de su esfuerzo y dedicación la muchacha le comunicó a su madre que sin importar las circunstancias ella regresaría al palacio en la fecha y hora acordadas sólo para estar cerca del príncipe por unos momentos.

En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más variadas formas y colores. Ella estaba admirada. Nunca había visto una escena tan bella. Finalmente, llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención. Después de pasar por todas, una a una, anunció su resultado. Aquella bella joven con su vaso vacío sería su futura esposa.

Todos los presentes tuvieron las más inesperadas reacciones. Nadie entendía por qué él había escogido justamente a aquella que no había cultivado nada. Entonces, con calma el príncipe explicó:

Esta fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz: la flor de la honestidad. Todas las semillas que entregué eran estériles".

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06/10/2007, 14:02
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El señor Dongguo y el lobo

Zhao Jianzi, un alto funcionario de la China Imperial, organizó una gran cacería en la montaña. Al divisar a un lobo, se lanzó tras él con su carro.

Mientras el funcionario perseguía al salvaje lobo, el maestro Dongguo, viejo letrado conocido por su buen corazón, se había extraviado en el mismo sendero camino a su nueva escuela en Zhongshan. A pie, acompañado por un asno viejo, el maestro cargaba penosamente con sus libros cuando vio aparecer al lobo que corría atemorizado, el animal se le acercó y le dijo:

_ Buen maestro, ¿no está usted siempre dispuesto para socorrer a su prójimo? ¡Escóndame en su saco y me salvará la vida! Si me saca de este mal paso, yo le quedaré eternamente agradecido.

El maestro Dongguo sacó sus libros del saco y ayudó al lobo a introducirse en él. Cuando el cazador llegó y no vio al animal, volvió sobre sus pasos. Al notar que su perseguidor se había alejado, el lobo gritó desde su saco:

_ ¡Buen maestro, sáqueme de aquí!

Apenas estuvo en libertad, el lobo empezó a chillar:

_ Maestro, usted me salvó hace un rato, cuando los hombres del Reino de Yu me perseguían y yo se lo agradezco, pero ahora, casi estoy muriéndome de hambre. ¿Si su vida puede salvar la mía, no la sacrificaría usted por mí?

Se abalanzó con el hocico abierto y las garras afuera sobre el maestro Dongguo. Éste, transtornado, se estaba defendiendo lo mejor que podía, cuando de repente divisó a un anciano que avanzaba apoyándose en un bastón. Precipintándose hacia el recién llegado, el maestro Dongguo se arrodilló ante él y le dijo llorando:

_ Anciano padre, ¡una palabra de su boca puede salvar mi vida!

El anciano quiso saber de qué se trataba.

_ Este lobo era perseguido por cazadores y me pidió que lo socorriera, le salvé la vida y ahora quiere devorarme. Le suplico que interceda en mi favor y que le explique su error.

El lobo dijo:

_ Hace un rato, cuando le pedí socorro, él me amarró las patas y me metió en su saco, poniendo encima de mí sus libros; aplastado bajo todo ese peso, apenas podía respirar. Después, cuando llegó el cazador, habló largo rato con él; él deseaba que yo muriera axfisiado dentro del saco, de esa manera habría sacado provecho de mi piel. ¿Un traidor semejante no merece acaso que lo devoren?

_ ¡No creo nada!, contestó el anciano. ¡Vuelva a meterse en el saco, para que yo vea con mis propios ojos si usted estaba tan incómodo como dice!

El lobo aceptó con alegría y se metió de nuevo dentro del saco.

_ ¿Tiene usted un puñal?, preguntó el anciano al oído del maestro.

_ Sí, contestó mostrando el objeto solicitado.

Inmediatamente el anciano le hizo señas para que lo clavara en el saco. El maestro Dongguo exclamó:

_ ¡Pero le voy a hacer daño!

El anciano se echó a reir:

_ ¿Usted vacila en matar a una bestia feroz que acaba de demostrarle ingratitud? ¡Usted es bueno, maestro, pero, también es tonto!

Entonces ayudó al maestro Dongguo a degollar al lobo, y dejando el cadáver a la orilla de la senda, los dos hombres siguieron su camino.

El señor Dongguo y el lobo de Zhongshan se han convertido en palabras fijas en el idioma chino. Dongguo se refiere a personas que no hacen distinción entre lo justo y lo erróneo y abusan la simpatía. El lobo de Zhongshan se refiere a las personas desagradecidas.

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06/10/2007, 14:04
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El regalo que no se ve

Hace tiempo, un hombre castigó a su hija de tres años por desperdiciar un rollo de papel dorado para envolver regalos. El dinero venía escaso en esos días, por eso explotó de furia cuando vio a la pequeña tratando de envolver una caja.

A la mañana siguiente, la niña regaló a su padre la cajita envuelta y le dijo: "Esto es para ti, papi". Él se sintió avergonzado, pero cuando abrió el paquete y lo encontró vacío, gritó con ira: "¿Acaso no sabes que cuando se hace un regalo se supone que debe haber algo dentro?".

La pequeña miró hacia arriba y, con lágrimas en los ojos, dijo: "¡Pero, papá, no está vacía!. ¡Yo metí besos para ti!".

El padre se sitió muy mal, abrazó a su hija y le suplicó que le perdonara.

Dicen que el hombre guardó ese regalo dorado cerca de su cama durante muchos años, y que siempre que se derrumbaba, tomaba de ella un beso y recordaba el amor que su hija había depositado dentro.

De alguna forma, cada uno de nosotros hemos recibido algún obsequio de amor incondicional de nuestros hijos, amigos, familia...

Nadie podrá tener jamás una propiedad más grande y hermosa que esa.

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06/10/2007, 14:06
Director

El cielo y el infierno

En aquel tiempo, dice una antigua leyenda china, un discípulo preguntó al Maestro:

¿Cuál es la diferencia entre el cielo y el infierno?. El Maestro le respondió: es muy pequeña, sin embargo tiene grandes consecuencias.

Ven, te mostraré el infierno. Entraron en una habitación donde un grupo de personas estaba sentado alrededor de un gran recipiente con arroz, todos estaban hambrientos y desesperados, cada uno tenía una cuchara tomada fijamente desde su extremo, que llegaba hasta la olla. Pero cada cuchara tenía un mango tan largo que no podían llevársela a la boca. La desesperación y el sufrimiento eran terribles.

Ven, dijo el Maestro después de un rato, ahora te mostraré el cielo. Entraron en otra habitación, idéntica a la primera; con la olla de arroz, el grupo de gente, las mismas cucharas largas pero, allí, todos estaban felices y alimentados.

No comprendo dijo el discípulo ¿Por qué están tan felices aquí, mientras son desgraciados en la otra habitación si todo es lo mismo?

El Maestro sonrió. Ah... ¿no te has dado cuenta? Como las cucharas tienen los mangos largos, no permitiéndoles llevar la comida a su propia boca, aquí han aprendido a alimentarse unos a otros.

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06/10/2007, 14:09
Director

Notas de juego

Hay muchos mas, ya los ire posteando xD