Partida Rol por web

"Ahora sí hay menos oscuridad en el asunto. Por lo menos, dijeron sus nombres. ¿Grind, un legionario condecorado? ¿Anton Calará, artista de la espada? Quizás Eduard fuera aún un enigma. Aunque me extrañó que tuteara a Armind, a no ser que ya hubieran trabajado juntos. Como sea, habrá que prepararse bien."

Interrumpió las presentaciones y trató de dejar en claro que ya no había mucho más que discutir.

-¿Hay algo más que debamos saber?-preguntó.

"Debo comenzar a prepararme en cuanto antes. Y no solo por este variado grupo, sino por las aberraciones contra las que, talves , tenga que enfrentarme."

Presentaciones!!! nunca fui muy bueno con recordar los nombres de mis acompañantes de cada trabajo. Debe de ser que duraban poco en mi compañía o los golpes en mi cabeza deterioran mi precaria memoria. Me acuerdo de Gorgo, un tipo petacón con gran afinidad para la comida, su nombre resuena en mi mente a causa de tener que cargarlo peso muerto medio día hasta llegar a nuestro destino. Le habían arrancado un brazo entero en una contienda; ahora que pienso, ¿Por qué cargarlo?, si aun conservaba sus grasosas piernas, tonto Rarkan!! 

Vuelvo a prestar atención a lo que sucede a mi alrededor, desde mi ubicación se ve las características de cada individuo. Su forma de expresarse y actuar da a saber lo que son. Un rebelde joven saca lo mejor de su carácter ante la amenaza del noble,  ¿Qué pasa Armind, tu actitud encantadora de negociador esta perdiendo su toque? Me agrada este Eduard, y me agrada más su nerviosismo a la hora de compartir la habitación con un agente corrector. Me temo que este viaje va a ser más entretenido que otros.

El diminuto artista de la espada se expresa con educación y sutileza, espero que el niño bonito maneje la espada tan bien como sus palabras.   

Relajo mi cuerpo, reacomodo mi postura en la silla y comparto el gesto del veterano con respecto a mi copa vacía.

-Tal vez en alguno de esos dos pueblos haya alguien que los pueda ayudar al respecto, de todas formas, antes habría que confirmar la existencia de estos en Nerdua. No debería haber por lo que creo que han sido exageraciones o directamente informaciones falsas- opinó Armind -Desde el sur está habiendo problemas para comunicarnos...-

Justo en ese momento, la puerta sonó con el toque de alguien sobre la recia madera.

-Milord, necesito hablar con usted- dijo una voz con mucha seguridad.

Armind no pudo ocultar su enojo, ya que había dejado expresas órdenes de que no los interrumpieran, pero al fin y al cabo dio la venia para que entrara.

-Entra, Ernest- dijo para luego dirigirse a los demás como si fueran invitados de honor -Disculpen-

Un hombre anciano ingresó por la puerta con una visible turbación en los ojos. Cuando se encontró con tal grupo reunido con su señor, hizo un gesto de interrogación.

-¿Qué necesitas?- preguntó levantándose de su asiento el noble.

-Es información importante...- estaba diciendo el sirviente cuando Armind le hizo un gesto para que se acercara y él mismo se alejó del grupo.

Luego de unos susurros, el rostro de Armind se puso pálido por un momento y dejó ir al anciano. Cuando se hubo cerrado la puerta se sentó nuevamente y tomó un buen trago.

-Señores, acaba de aparecer una complicación... La nación Eridia ha invadido Dormenia y las levas se están alzando, por lo que deben partir de inmediato para que no los tomen dentro de las tropas regulares- dijo mirando al legionario y luego al gladiador -Eianil ha caído, y por eso no había noticias hace varios días... pero ahora están llegando los refugiados a la ciudad-

Guardó un momento de silencio para ver las reacciones y que procesaran esa nueva información.

-Nerdua no está cerca del frente, pero de todas formas deben tener cuidado- contó el noble -Partan cuanto antes-

La velada no se quedaba corta en sorpresas, desde zombies a conflictos armados. Creo que no recordaba haber estado en una situación tan atípica y absurda en mi vida, pero realmente no tenía interés alguno en terminar en las filas como un soldado marchando a perder mi vida, o peor, una mano, quien sabe dónde. No. La piel prefería venderla a otro precio, y tres coronas era uno bueno.

-El señor Armind tiene razón- dije mirando a Aglazor, y luego me dirigí al grupo -propongo que cada quien se aprovisione rápidamente lo más que pueda y juntarnos nuevamente dentro de una hora para partir-

Por mi parte no tenía mucho más que cargar, a lo sumo provisiones para un par de días, pero prefería ir a ver a Edamir e informarle de la situación, talvez me volvería con algún consejo.

"¡Vhara!¡Los niños! Debo partir cuanto antes si quiero averiguar cómo matar a esos adefesios medio muertos. Sé cómo matar a los vivos."

-Supongo que nadie discutiría tu argumento, Anton. Si no les ofende, partiré ahora mismo a prepararme- dijo Arnad, levantándose de su asiento-. Nos veremos en una hora en la puerta sur.

Una vez dicho esto, saludó a todos con un gesto,  dio media vuelta sobre sus talones y partió a su casa. Debía prepararse.

Arnald partió a su casa a la mayor velocidad que su cuerpo le permitía. Mientras tanto, pensaba:

"Alguno de estos sujetos me es familiar. ¿Dónde los he visto?"

Cuando llegó a su casa, apartó un instante a Vhara de los niños para comentarle todo. Le dijo que debía irse a una misión, y le pidió que lo ayudara a prepararse para el viaje.

Mientras terminanban de preparar todos, le dijo a Vhara:

-Prométeme que si hay algún problema, irás al templo a pedir asilo.

La cara de Arnald había cambiado. Y esto había transformado también la de Vhara. El rostro de la joven era de preocupación y angustia, escondido bajo un semblante de confianza y ternura. Asintió con la cabeza y Arnald le besó la frente.

-Adios- dijo. Y se fue mirando a su esposa apoyada en la puerta.

"Debo ver a Niltsiar urgentemente"

Llegó a la oficina de Niltsiar y golpeó la puerta tan fuertemente que, tras haberlo hecho, reconoció que habría de molestar al Corrector.

Estaba nervioso: el tiempo se agotaba, aún pensaba en los niños y en su esposa, y tendría que enfrentarse a infieles o a muertos vivientes. Trató de serenarse antes que Niltsiar lo viera.

La cara de espanto de Armind me da que pensar. Aparto la comida, termino mi copa de vino de un solo trago e insisto que la llenen de nuevo. La guerra complica las cosas, y más en mi situación, ¿qué ejército no quisiera tener a un campeón en sus lineas?. Terminar con la vida de muchos en el calor de la batalla no es mi problema; ya matar por una nación que me esclavizó si va contra mis principios, si es que aun conservo alguno.

Mi permanencia con Aglazor todavía no se debe interrumpir. Mi dulce Ayra.. 

Me levanto, termino con ese vino recién colocado en su recipiente, ubico la silla en su lugar y me cruzo de brazos en espera que concluya la reunión.            

-Si no tienen más preguntas, pueden salir en este mismo momento... espero noticias suyas- dijo con un gesto de la mano para que se fueran si querían, pero miró a los ojos a Rarkan y agregó -Tú quédate un momento más-

-No te preocupes, lo haré- dijo amorosamente Vhara poniendo una mano sobre la mejilla de Arnald -Cuídate y regresa a nosotros... que Soid te acompañe y aparte todos los peligros de tu camino- dijo fervorosamente para luego darle un beso tierno y lleno de preocupación.

Vhara

Arnald llegó a la puerta de su casa y se frenó antes de entrar.

"Debo serenarme. No importa lo que pase de esta puerta hacia afuera, eso no debe entrar a mi casa. Vhara y los niños se asustarían."

Cuando se hubo calmado, entró a su casa: Vhara cosía en la mesa, Loid junto a la chimenea, Mure y Atael jugaban en el piso, y Tirbe dormía.

-¡Papi! -exclamaron los mellizos.

-¡Papá!- dijo Loid.

Todos corrieron a saludarlo. Sólo cuando Arnald terminó de saludar a cada uno, se percató que Vhara estaba mirándolo, esperando que terminara con los niños, para acercarse a recibirlo. Se acercó y le dió un beso tras decir:

-Hola.

A lo que Arnald correspondió de manera idéntica. Rápidamente los niños regresaron a sus juegos.

-Debo hablarte de algo- dijo Arnald a su esposa, y la condujo a su habitación. Una vez allí, le dijo a Vhara: -Escucha: debo ir a Nerdua por unos días. Un viaje que me encargó el templo.

-¿Ahora? ¿Cuándo regresas?- preguntó Vhara angustiada.

-Aún no lo sé. Pero debo partir ahora si quiero regresar lo más pronto posible.

-De acuerdo- dijo Vhara, con un rostro más triste que hacía unos momentos-. Te esperaremos. Rezaré por ti.

-Vhara, escúchame. Eso no es todo- dijo Arnald con tristeza pero firme, para que quedara claro que no había terminado- : ¡Eridia está atacando el país!

-¡¿Y me dices que te vas?! ¡¿Ahora?!- gritó Vhara, ahora muy exasperada.

-¡Es una tarea del templo! ¡Debo ir! Si es tan urgente, es por ayudar al plan divino. Soid los protegerá. Sólo vayan al templo si hay problemas.

Vhara quiso gritar algo, pero se lo guardó y lo aguantó en su boca. Un grito ahogado. Mientras lo hacía, empezaron a brotar las lágrimas de sus ojos; y apartó la mirada de la de Arnald.

Arnald la abrazó lentamente. Y repitió:

-Sólo prométeme que irás al templo a pedir asilo si algo sucede.

Vhara asintió. Y sólo desarmaron el abrazo para comenzar a prepara el viaje.

Buscando a Niltsiar

Arnald corrió a la plaza mayor. Allí estaba, donde siempre: el niño de los pájaros. Era un niño de la calle, que vendía pájarospara usos domésticos. Excepto un viejo cuervo. Cuando alguien pedía por el cuervo, el niño lo sacaba con cuidado y pedía 10 labregas por usarlo. El cuervo iba sólo a destinos establecidos, o eso entendía Arnald. Las órdenes de Niltsiar siempre llegaban por ese cuervo, que luego era transmitido por el niño.

Arnald pagó las 10 labregas y envió su mensaje a Niltsiar, esperando una pronta respuesta.

El tiempo se escapaba corriendo. Más rápido de lo que la deseperación de Arnald de extendía y acrecentaba. Comenzó a rezar, pidiendo que el ave volara rápido con Niltsiar y éste le respondiera con prontitud. Y lo supo.

"No tiene sentido. He esperado demasiado tiempo."

Agradeció al niño y se fue, lo más pronto que pudo, a la puerta sur.

Asiento con mi cabeza a la ya anticipada propuesta del noble, y espero la partida de los demás.    

-Ya; en una hora entonces.- dije tras vaciar con un gesto de placer el recien llenado contenido de la copa, dejando asi que las nuevas noticias y el brebaje se mezclaran y me dieran un calor en el cuerpo ya conocido por años de combate y bebida.

Me levante haciendo chillar la silla hacia atrás y me dirigí hacia la puerta sin mirar quien más saldría; aunque las últimas palabras del noble llamaron mi atención. "Se conocen de hace tiempo." Al parecer el muchacho silencioso sería los ojos y oídos del noble en esta misión y eso habría que tenerlo en cuenta.

Cuando se hubieron retirado todos, depositó con parsimonia la copa que tenía en la mesa a su lado.

-Rarkan, debes estar atento... Arnald es un agente de la Corrección por lo que no debes divulgar ningún tipo de información sobre mí, ¿entendido? Y de Eduard tengo algunas sospechas y veo que será difícil de controlar... cuando creas conveniente...- su mirada estaba penetrando la del gladiador de una forma que Rarkan siempre se sentía incómodo porque era como si entrara en su alma -Que no sobreviva a la misión, ¿de acuerdo?-

Luego, le hizo un gesto para que se retirara...

Los nuevos agentes de Arnald Aglazor se encontraron con un panorama preocupante. La gente se amontonaba en las calles y se olía el miedo de los refugiados. Soldados recorrían las calles buscando a los adultos que pudieran luchar en las filas del Rey de Dormenia. Niños corriendo entre las piernas de los transeúntes, algunos jugando, otros robando. 

Los animales de la gente del campo obstruía el paso de las carretas y de los jinetes. 

Ya fuera por el azar, por Soid o por quién sabe qué, parecía que justo en el momento en el cual se cruzarían con un pelotón de reclutamiento, éstos giraban hacia otro lugar o debían reducir a algún rebelde.

La ansiedad se había apoderado de ellos pero a la hora estipulada, todos estaban reunidos en un callejón escondido de la puerta. Debían encontrar la forma de salir de la ciudad sin ser reclutados. La puerta Sur era la que más problemas tenía ya que los refugiados entraban por allí. Pocas personas querían salir hacia allí...

Arnald se percató de la presencia de los guardias en la puerta y en el camino. Se enfocó principalmente en el sargento. Sabía que si "se hacía entender", lo dejarían pasar. El costo era alto: hacerlo generaría tal jaleo que podría delatar al grupo y comprometer la misión.

"Habrá que pasar más desapercibido..."

Comenzó a mirar detenidamente las murallas, buscando algún punto ciego por el que escabullirse; o alguna posibilidad de escapar de la mirada de los guardias del portón y del camino. Sin embargo, siempre regresaba al punto del sargento: ¿Y si los veía?

-¿Alguna sugerencia?- dijo a sus compañeros.