Partida Rol por web

Ya comenzaba a enojarme de verdad, y no podía controlar el volumen de mi voz.

-Claro, porque los Guneares seguramente aceptarían dichosos la presencia de más domenios invasores... ¿crees que los recibirían con los brazos abiertos? Y en todo caso, ojalá todos se rebelaran como deberían hacer...- no podía creerlo, tan ciego era Arnald -¿Realmente crees que el Rey podría hacer algo contra el control de los nobles y la Corrección? Es tan títere como tú lo eres. Dices que luchas contra el mal, pero sólo ves el mal que te ponen delante, no el que tienes detrás dándote las órdenes.

Miré a los demás también, que habían escuchado la acalorada discusión. Intentaba tranquilizarme para no llegar a desenvainar aceros.

-¿Alguno sabe qué sucede con las personas que son tomadas prisioneras por la Corrección? ¿Alguno lo sabe?- pregunté mirando a cada uno, pero terminando de posar la mía en la de Arnald -Pareciera que tienes buenas intenciones, pero te recomendaría que te replantearas las órdenes que recibes de tus superiores, probablemente te encuentres con alguna que otra sorpresa...-

No valía la pena responderle al agente... ¿qué iba a decir? ¿Que organizaba revueltas, robos y sabotajes a la Corrección y a los Nobles que se aprovechaban del pueblo? No, no podía decirlo frente a él, por más que seguramente se lo imaginaría. Pero tenía esperanzas de que recapacitara... verdaderamente las tenía.

Arnald notó que el resto miraba esa conversación. Con la misma frialdad con la que le había respondido hace instantes apenas le dijo:

-Supongo que hemos tomado caminos diferentes.

Volvió a mirar al frente, con la mirada altiva que le era característica. Dio por finalizada aquella conversación.

"Quien quiera conocer, preguntará. Y quien pregunte, tendrá respuesta..."

Con la misma frialdad con la que le había respondido hace instantes apenas le dijo:

-Supongo que hemos tomado caminos diferentes.

Volvió a mirar al frente, con la mirada altiva que le era característica. Dio por finalizada aquella conversación.

"No continuaré una conversación con alguien que no desea responder a mis preguntas; ni me excusaré ante quien no pregunte. Quien quiera conocer, preguntará. Y quien pregunte, tendrá respuesta..."

Arnald comprendió que Eduard se había distanciado a un extremo opuesto al suyo. Hablaba desde la anarquía y el pecado. Era un sujeto peligroso. Y con la mayor frialdad que Soid le había otorgado, comenzó a urdir un ardid; como la araña ponzoñosa, que teje una telaraña vasta e imperceptible donde caen las alimañas y sabandijas más repugnantes para ser comidas.

"Por supuesto que me replantearé mi deber en la Corrección... Y mi titubeo será tu ruina y final donde yo, por Soid, saldré glorioso y triunfante..."

La enclaustrada y retorcida mente de Arnald, su implacable juicio y su fervoroso sentido del deber, donde todo tiene sentido y razón, habían cambiado las reglas del juego. La duda, que no tenía lugar en la mente y alma de Arnald, sería su arma contra Eduard.

"Y cuando su confianza me escude de sus armas e ideales pecaminosos, la trampa se cerrará sobre él..."

-Eso parece...- respondí con la misma frialdad con la que él me había respondido.

Aceleré el paso para no tener que ver a ese ciego... "porque no hay mayor ciego que el que no quiere ver".

Luego de aquella nefasta conversación con el agente de la Corrección, sentía la necesidad de hablar con los demás, por lo que me acerqué al que creía que sería más abierto.

-Rarkan, ¿no es cierto?- pregunté acercándome amistosamente -¿Eres el Inmortal? ¿El Gladiador?

-Grind, ¿no es cierto?- le pregunté al legionario en uno de esos momentos donde cada uno está en la suya -Siempre tuve una duda con respecto a la Legión, puedes responder o no, como tú quieras... ¿cómo es dejarla luego de haber derramado sangre por un Rey que ni apareció en el combate?

-Quería hablar contigo luego de la salida que lograste planear- comencé a decirle al espadachín.

Me había quedado con eso en la cabeza y quería decírselo.

-Te tengo que agradecer por lo que hiciste, aunque no me haya gustado que lo hicieras arriesgando vidas inocentes. Pero se ve que los conoces bien a los muchachos de la calle. ¿Te criaste con ellos o algo así?

El camino iba a ser entretenido, ya que encerrado semanas por mi lesión estuve. La cháchara no iba conmigo, pero sabría que era parte del trabajo. No me incomodaba la idea de caminar al lado del legionario ya que compartíamos la belleza del silencio. 

Era de esperarse que el conflicto tocaría la puerta para quedarse por un tiempo, ya que los distintos puntos de vista era demasiados visibles.

Solo espero no tener que cargar a otro acompañante por discusiones fuera de tono, ya que Gorgo me dejo un dolor de espalda por semanas!     

El corrector intentaba conocer a los integrantes de la partida, uno a uno hablaba sin que los otros estemos presentes, no lo culpo es de su naturaleza las interrogaciones.  

Mi turno había llegado, y responder debía..

-Si señor Arnald, pero si no se ofende a mi atrevimiento, prefiero que me llamen solo Rarkan- Lo miraba a los ojos cuando le contestaba sus preguntas, solo por cortesía sin intención de ofender lo. Pero volvía mi vista al horizonte cuando concluía mi respuesta.

Los puntos de vista más opuestos del grupo coaccionaron en una discusión abierta, en los que todos fuimos testigos. Los aceros piden sangre, solo espero que no sacien su sed...

Asiento golpeando con mi puño en mi pecho, -El mismo joven Eduard, pido disculpas si lo he hecho perder alguna apuesta. Pero me temo que fue su culpa, ya que mi sobrenombre me precede-   

-No te preocupes, no apuesto con la vida de las personas- respondí seguro con una sonrisa -En realidad te conocía porque el pueblo te nombra... y cuando el pueblo te nombra tienes un gran poder. ¿Eres esclavo del Aglazor o sirviente o mercenario?

Miro fijo al rebelde al mencionar los penosos títulos, y luego largo una mueca de risa. -Todos somos esclavos de algo joven Eduard, o sirvientes a la hora de hacer algo cuando nos dicen que hacer y no menos mercenarios cuando la paga es jugosa- 

Ya, no podía evitar reírme en voz baja ante la pregunta. -Eduard, estas errando en algo. Solo los nobles se unen al ejercito para servir al Rey, los hombres comunes nos enlistamos para tener algo que comer, por el buen entrenamiento que da o para huir de algo más.- Mire al hombre, que había estado muy callado todo el viaje hasta la visita del noble y me pregunte que lo haría preguntar eso ahora. -Pero la verdad es que nadie de la legión derramo sangre por el Rey, sino que lo hicimos para sobrevivir otro día y para que nuestros hermanos legionarios que combatían a nuestro lado también sobrevivieran; nada más.-

Yo también reí ante la respuesta de Grind.

-Tienes razón, no me expresé bien. Qué buenos valores son aquellos... ¿crees que se podrían llevar al pueblo como conjunto?

Sería una buena forma. Infiltrarse en la Legión y conseguir aliados de esa forma... aliados fuertes y entrenados. Se podrían cambiar muchas cosas.

-Es decir, esa lealtad llevarla a que el pueblo no se traicione como bloque, sino que luchen para sobrevivir todos juntos. Como tú y tus compañeros de armas.

Sus preguntas despertaban mi curiosidad porque no eran comunes, pero no tenía idea de a donde podría querer llegar con esa clase de preguntas. Lo mire algo extrañado pero termine respondiendo entre un encogimiento de hombros.

-Pues, se parece mucho a como se vive en los pueblos pequeños como mi pueblo natal, donde todos, o casi todos, se ayudan aunque sea un poco para pasar bien el invierno, pero a los legionarios nos une algo más grande, un código, una historia de invulnerabilidad y victorias...- toque el tabardo verde de la legión que usaba sobre la cota de mallas por puro instinto, recordando mejores épocas, donde todo era más fácil. "Matar o morir." -No se si algo asi pueda sentirlo el campesino común y mucho menos la gente de las ciudades.-

-Ya veo... ¿es decir que el uniforme y el entrenamiento es lo que los hace tan unidos?

Tenía que saber qué era... era muy necesario.

-Todo eso y la sangre derramada... por más que suene como algo horrible, la guerra une a los hombres como nada más puede hacerlo. Forma verdaderos lazos de hermandad.- Lazos que nunca se disuelven, pero la guerra también deja otras marcas permanentes; marcas mucho más dolorosas y terribles. En un acto reflejo busque uno de mis odres de licor, pero reuní algo de voluntad y lo deje estar. A la noche habría más tiempo para embriagarse.

-Me imagino que no eres ningún militar retirado ni nada por el estilo. ¿Por que aceptaste un trabajo como este? Estoy seguro que hay formas menos peligrosas para ganarse la vida.-

Noté su experiencia reflotando, por lo que no seguí indagando en ese aspecto, ya suficiente información tenía. 

Hace falta una guerra... una guerra civil.

-No, nunca tuve entrenamiento militar, aunque me crié con mucha violencia- comencé a contarle, después de todo él había respondido a mis preguntas con sinceridad, o eso percibía yo -Y no te creas que me dedico a tareas mucho menos peligrosas... el mar hace que uno esté en peligro constante.

Un poco de verdad, un poco de omisión...

Miré hacia todos lados, observando un poco a los demás, un poco el paisaje, un poco a los pocos granjeros que aún se habían quedado en sus hogares.

-Los nobles y la Iglesia podría ayudar a estas personas... pero no, sólo las dejan hacinarse en las ciudades para que mueran en las calles por frío o por hambre.

No sé si era algo expresamente para él o para mí o para el universo... simplemente era algo que había cruzado por mi cabeza.

La vida de mar debía ser dura como pocas. Imagine la vastedad azul, sin nada más que agua alrededor y de repente me deprimí, fuera Soid a saber porque. Termine solo asintiendo a las palabras del hombre de sal. 

"Me estoy haciendo viejo."

Mire a las granjas y de repente sus palabras flotaron en mi mente. Seguro que podrían, pero no era muy posible, por no decir imposible, que ello fuera a pasar. -He conocido hombres de fe y nobles que están a la altura de sus títulos, pero la verdad es que si, la gente esta a su suerte en este mundo.-

-Podríamos hacer algo... gente como tú y yo, gente que ha vivido cosas más allá de sólo arar un campo... tú que has derramado sangre por otros, podríamos ser un cambio para estas personas, ¿no lo crees?.

En esos momentos siempre me excito, porque veo que es más realizable de lo que parece...