Partida Rol por web

Fernando asiente y se dirige hacia Luís se pasa si brazo por encima y ayuda a Jose a llevarlo.

-Tranquilo, que dentro de poco podrás unirte a la lucha-le murmura al herido

Salis todos y veis el camión....

Esta blindado de forma artesanal, José le indica a Elena que saque las llaves de su bolsillo para abrir el camión, y os meteis todos dentro, excepto Eduardo, Jordi, Emilia, Mercedes y Carolina...

José y Fernando colocan a Luis en la parte de atras, y luego José se pone al volante del Camión, arrancando a los pocos segundos.

El viaje no dura mucho, pues estais cerca, no hay trafico y José conduce rapido esquivando escombros.

Llegais a la sede de la CNT.

José os lleva dentro, esta bien mantenido, veis a gente con fusiles y pañuelos y gorros de la CNT pululando de un sitio a otro, se nota el movimiento, se estan preparando igual que vosotros.

Salgo del camión, y les guio por el edificio hasta la enfermeria, dejando a Luis alli. -Camarada enfermera. Tenemos un herido por los bombardeos, le cayó un trozo de techo y se ha desmayado.-

-Descuida José, si veo mejoria se os unirá, antes de iros, pasate por aqui...- Contesta la enfermera, luego llevo a los camaradas al almacen, armeria.

Gorros CNT

Pañuelo CNT

Mientras eligen ropa, si quieren, me enciendo un cigarro, enseñandoles tambien la armeria...

Fusil

Subfusil

Pistola

Trinchas

Una vez en la sede, siento algo mas de tranquilidad, seguro que esa mujer puede cuidar de Luisin. Sigo a Jose y a los demas cuando nos enseña y da los monos etc. Estare reidicula con esos monos, seguro que me quedaban enormes, per dudo que alguien se fijara en ese tipo de cosas en un momento asi. Cuando vi las armas las manos me temblaron, ¿como iba a usar ua de esas?

Fernando se queda boquiabierto al ver el arsenal.

-Si en el pueblo le dimos guerra a la guardia civil con un par de pistolas  y escopetas de caza, que no podremos hacer con esto- y al mirar a sus compañeros entiende sobradamente sus reacciones-Chica-le dice a Ana María-No sé que motivos te han traido hasta aquí, pero si quieres ser valiosa para la causa luchando en el frente este es el momento de demostrarlo-le pone una mano en el hombro y la mira a los ojos-Muchas mujeres que conozco se creían incapaces de disparar uno de estos y luegon han tenío más cojones que algunos hombres, ya te harás a la guerra.

Luego se acerca a una estantería y coge un fusil Mauser para ponérselo al hombro y tres cargadores, luego recoge varias balas para su pistola Star. Se gira hacia Jose.

-Compañero, yo traía algunos petardos pero se los dí a otro que partía directo al frente,¿No hay granadas en el arsenal?

Ese chico tenia razón, seria cuestión de acostumbrarse. Oculte las manos temblorosas tras mi espalda y me acerque a las armas. ¿Que podria coger? algunas parecian muy grandes y pesadas para mi ... eso solo me inutilizaria mas - ¿Que puedo usar yo? - pregunte a Jose y al chico que parecian mas entendidos en el tema, seguro que ellos me aconsejarian mejor que mis locas decisiones

Me despierto en una cama de una especie de hospital, donde veo una enfermera que me pregunta como estoy. Me siento bien, pero noto que en la cara una parte parece corcho. Cuaando me la toco, siento q desde la frente hasta el pómulo tengo una herida.

-Enfermera,¿me puede decir donde estan mis compañeros?

Tras unas breves indicaciones, me encuentro con ellos en un almacén, donde hay armas y ropa. Los saludo y cojo un gorro y un fusil, una mochila y munición. Reviso una pistola y la guardo en mi pistolera, que tengo en el lado derecho.

.Con esto creo que los fascistas van a ir apañados- Sonrio para mi mismo.

Gravemente, aunque aliviada, se pone en pie para dejar a los dos hombres coger al desmayado. Sube al camión junto a las otras dos mujeres y, en cuanto tiene ocasión se acerca a José y le tiende la mano. Me llamo Julia Hernández. Para lo que necesitéis. Sonríe, amable, y desliza su mirada por todas las cosas que hay allí. Sonríe al comentario de Fernando y asiente con la cabeza, Menudo arsenal, ¿verdad? Guiña un ojo a la jovencita y, con cuidado, elige un par de prendas de ropa. Con rapidez busca un buen rincón donde ocultarse y cambiarse y al segundo reaparece junto a los demás vestida de miliciana y con un pañuelo sujetándole la cabeza. Con cariño le da uno a la más pequeña, Toma, agradecerás no tener un mechón en la cara cuando tengas que ver dónde disparar.

Pasea entre las armas con algo de nerviosismo. Tiende la mano hacia uno de los fusiles y la retira, mirando a su alrededor. Después, coge una pistola y un poco de munición y se lo mete en los bolsillos. Luego, viendo la determinación de Fernando, coge un fusil y se lo cuelga a la espalda, para luego ir en busca de más munición. Por el camino, le sonríe y le saluda con un gesto de cabeza.

Coji agradecida el pañuelo que me ofrecia la mujer. Yo no tenia el cabello muy largo pero si era cierto que podia molestarme en un momento dado. Tome un mono y tambien me cambie a escondidas. Me quedaba bastante grande, sonrei a mi misma al ver que tenia pinta de payaso de circo, con esas ropas tan grandes, pero mi sonrisa se enfrio al recordar a mi familia. Me ate el pañuelo al pelo y endureci mi mirada, esos fascistas iban a sufrir todo lo que pudieran.

Al volver junto a los demas vi llegar a Luisin - ¿Estas bien? - pregunte corriendo hacia el

Una leve sonrisa aparece en mi rostro ante la ropa... Pantalones, como en la sierra... ¡estupendo!. Tomo uno de los monos, y una escopeta, del tipo que me enseñó Alberto a usar. Un pañuelo para recoger el cabello y apartarlo de la cara.

Ana María parece perdida:

- No te apures, son muy cómodos de llevar- le digo señalándole los monos- Toma una de las escopetas, permiten disparar desde más distancia, la pistola es para acercarse y eso no nos conviene....al menos a nosotras.

Lusín se ha recobrado, y Julia, la mujer que le atendía, le ha dado otro pañuelo a Ana María... Las miro con afecto a las dos. Nadie sabe qué ha traido a este lado a nadie, pero estamos en el mismo bando.

 Sigo a Elena en la elección de ropa y armas asintiendo a lo que aconseja a Ana.

- E' cierto, amiga. Ni ziquiera a lo' hombre' no' conviene enfrentarno' a lo' facha'. Dicen por ahí que mucho' zon zolda'o' profezionale' y zeguro que pelean mejo' que nozotro' en el cuerpo a cuerpo. Yo zólo zé pega' puñetazo'. Lo que ze reirían lo' facha' cuando me vieran pegarle torta' a la' bayoneta'. Yo zé dizpara' algo con la ezcopeta. Zi queréi' vamo' junto' y o' digo cómo apunta' y dizpara'. Y uztede' me podéi' enzeña' a lee' y la' cuenta' zi zabéi'. Y zi vei' que me cago de mie'o me dai' una torta pa' dezatazcarme. Eztamo' de acuerdo?.-

Sonrio al andaluz por su entusiasmo, mientras nos ponemos en marcha:

- Sé disparar, me enseñó mi hermano. Pero no te preocupes, también te puedo enseñar a leer y a sumar. Vamos a ayudar a Ana María, y no te preocupes, algo me dice que no eres de los que se acobardan. ¿Has dejado familia en tu tierra o los pillaron a todos?

Miro a Fernando y sonrio. -Si tenemos granadas, mira en ése cajón...- Le comento señalando un arcón.

-Estais listos? Alguna duda o pregunta más?- Comento cogiendo munición para mis armas y un Subfusil.

-Ah Maria del Carmen, ahora te llevo a la sala de Radio para que hables con Pedro, él te comentará mejor el tema de tú campo....- La comento con una sonrisa.

Fernando agarra una granada y la observa con atención, había usado armas más precarias así que sonríe al verla. Coge 4 y se las coloca en el cinturón.Luego se dirige a sus compañeros.

-Creo que deberíamos aprovisionarnos de más munición, solo que la que llevemos de más podríamos guardarla en un macuto que llevaríamos por turnos ¿Que os parece?

Luego se gira hacia un montón de bayonetas y agarra una, se gira hacia una Maria del Carmen.

-¿Y cuál es tu campo compañera? Por cierto me llamo Fernando -dice tendiéndole la mano- y soy de Alquife, antes de la guerra trabajaba en la mina- en ese momento se pone a revisar todas sus armas mientras sigue hablando con los demás- Siento no haberme presentado antes, pero con las prisas... En fin, vine aquí para acompañar al delegado de la comarcal de Guadix a un pleno y de camino me he quedado en Madrid porque pensé que aquí mi ayuda sería más útil- mientras habla los va mirando uno a uno- Y esa es mi historia, creo que debemos saber junto a quién luchamos mientras vamos de camino.

Tras coger más munición, vais con José, recorriendo el edificio, hasta la puerta de una habitación, José indica a Maria del Carmen, que dentro esta la sala de radio, y Pedro. Luego salis para el camión y José os lleva hasta una zona de barricadas, dónde veis a algunos milicianos más....

Miro como todos se van armando. Me gustaría ir con ellos a la sierra, para hacer un trabajo más activo, pero se que mi sitio está aquí. Todo el mundo se prepara, cambiándose de ropa, mientras yo estoy un tanto abstraída.

-Si la ciudad cae, yo caeré con ella. No se si podré volver a Paris si perdemos.-pienso inquieta.

Un hombre que se dirije a mi, me saca de mi ensimismamiento.

-Oh, disculpe. Encantada de conocerlo. He llegado de Paris hace unos meses. Ahora me dedico a intentar mantener a salvo a toda la gente que pueda.- respondo con acento parisino. -Espero que esta guerra fraticida acabe pronto, ya hemos sufrido demasiado.-

-Hola camarada. Pues si, la verdad eso esperamos todos. Desde Paris? vaya. Encantado. Aqui, hacemos propaganda, contrainformación y mandamos al pueblo los mensajes que vienen de Barcelona...- Te explica éste por encima esperando tús dudas o preguntas.

Asiento recordando varios de esos carteles colgados en los bares de París.

-He visto los carteles. Dicen que las guerras acucian la mente humana. La publicidad es una de las grandes beneficiadas de estos desgraciados acontecimientos.-contesto.

Miro a mi alrededor, con la sensación de que no soy útil en este campo.

-Verá, ahora que se han calmado los bombardeos, es prudente que salga. Debo solucionar un par de asuntos. Si el parece bien, enviaré mañana a alguien con toda la información que consiga reunir. Cuando más sepamos de ellos, menos tendremos que temer. Además, al estar cercados, me temo que sólo dejan que lleguen a nuestros oídos las malas noticias. Necesitamos algo que aumente la moral de los nuestros.- digo con una sonrisa.

-Me hago cargo, no te preocupes. Si necesitas cualquier cosa, ya sabes dónde estamos....- Te comenta antes de que te vayas.

-Gracias por sus amables palabras. Nos veremos pronto.- me despido.

Salgo del edificio por la puerta trasera, con la pañueleta envolviéndome la peluca. Miro con tristeza las desastradas calles heridas por las bombas enemigas. Se me llenan los ojos de lágrimas, pero las contengo. Rezo al señor.

-Mi señor, se que he cometido mucho errores, que no soy más que una oveja descarriada, pero necesito vivir para enmendar mis errores y ayudar a esta pobre gente.-

Con paso vacilante, moviéndome con cuidado, me acerco hasta mi casa. Una vez allí, tras asearme y cambiarme de ropa, me dirijo al despacho. Me siento en la silla, apoyando los codos en la mesa, y las manos bajo la barbilla, con la espalda muy recta.

-Vamos Marica*, no has llegado hasta aquí porque seas estúpida. Sabes donde conseguir información, siempre lo has hecho.- pienso intentando calmarme.

Por fin, decidida, cojo los guantes, un sombrero y salgo de casa. Me dirijo hacia la casa de una de mis "amigas". Es hija de un sublevado. Las mujeres con el cerebro pequeño y la lengua larga siempre son útiles en estos tiempo. Con suerte, estará mirando por la ventana los bombardeos, y contando los civiles muertos que ve desde su alcoba. Con paso firme y decidido, camino hasta su casa.