Partida Rol por web

El hombre te mira y luego mira las cajas.

-Como te he dicho no pienso arriesgar mi culo por ti, colega. Lo siento. Ahí tienes lo que te corresponde. Piénsalo de esta manera: lo que no puedas matar con cuatro granadas, no lo vas a matar con diez -menea la cabeza-. y además por lo que me han comentado por ahí, creo que en las minas peligra casi más tu maldita alma que tu pellejo. Solo se muere una vez, pero tu alma puede ser torturada para siempre -adviertes que esto último lo ha dicho muy serio-. Y, ahora, si te apartas de una puta vez, seguiré atendiendo al resto del personal. El cosmos no gira en torno a tu maldito trasero ¿sabes? -y te guiña un ojo, divertido.

Maldito bastardo...

¡Je!-exclama entre dientes. Ishmael dibuja una mueca mientras firma en el papel que le extiende el intendente. Una vez hecho esto, recoge los objetos que les han proporcionado y se dirije a su compañero:

Venga, Mir. Nos vamos. Dejemos que éste "amable" señor-recalca irónicamente-siga atendiendo su apestoso chiringuito.

Da una palmada en el hombro de su colega y se dispone a salir de allí.

Xanthia se mantiene a parte observando el interrogatorio y fumando uno de sus malolientes puros. Ante el comentario del soldado de pelo rubio le mira con cierta cara de asco y piensa:

Este tipo se ha ganado varias papeletas para un juicio sumario. Arrancarle la cara un tipo... va a ser divertido cuando bajemos a las minas.

Una vez terminado el interrogatorio se acerca a sus compañeros.

 Esperad, antes de ir al sello os quiero presentar a mi amigo Schmendt.- dice apagando el puro a la mitad y guardándolo.- Quizás cimbria pueda sacarle algo.

Les dirige hacía la tienda dónde vio al tipo atado al poste.

Levantáis la lona y entráis en la tienda.

Un olor dulzón, cobrizo, inunda el espacio, aunque no sois capaces de identificarlo. En medio de la tienda hay un poste de madera improvisado sujeto al cual hay un hombre sentado que farfulla para sí y que de cuando en cuando profiere una carcajada demente. Es joven, y una mata de pelo grasiento le cae sobre los ojos. No deja de moverse a pesar de su situación. En lo que parece ser su chaqueta, tirada a un lado, se lee en una tira de tela "Schmendt".

Ishmael mira alrededor con una expresión de hastío. Se dirije a su compañero y le dice:

En marcha, hay que estar en el sello dentro de 15 minutos. Y paso de soportar las voces que nos daría Xanthia si llegáramos tarde.

Dicho esto, empieza a andar en dirección al lugar.

"Este es el olor del miedo y de la culpa... de sangre y orina"

"¿De que conoces a este sujeto, Xanthia?"

"Este desecho humano es un ejemplo de en lo que podemos convertirnos si nos descuidamos... si el Emperador quiere podra sernos de utilidad"

"¡Eh! Serenate muchacho... vamos a ayudarte a aliviar tu espiritu... despues de hablar con nosotros, podras descansar y tener paz."

Cimbria se acuclilla frente al quebrantado Guardia Imperial y emplea su tono mas tranquilizador al hablar con el...

"Sabemos que fuisteis leales y valientes... que luchasteis fieramente para proteger a los civiles inocentes de este planeta... queremos que nos detalles como fue vuestra mision y a que os enfrentasteis en las Minas" 

Xantia se sienta en una silla, saca el puro a medio fumar y lo enciende.

Me encontré con él cuando ibamos de paseo con el sargento tuercebotas.- le da una calada al puro.- No quise alarmar a los demás. La verdad que es preocupante que algunos de los soldados terminaran así. Pero lo cierto es que si nos dice algo interesante, podemos pedirle más explicaciones al comisario... no sé, tengo la sensación que nos han contado la mitad de la mitad de la película.

De poco sirven tus palabras.

El hombre apenas balbuce incoherencias y chillidos agónicos. De improviso se agita como un maníaco y luego se queda quieto. Por la comisura de los labios le cae un hilillo de baba, y los ojos miran hacia todas partes y hacia ninguna. La razón ha abandonado para siempre al pobre infeliz. Dudáis con mucho de establecer algo remotamente parecido a una conversación con esta carcasa vacía.

Con un movimiento relampago, Cimbria golpea al soldado con un reves mientras que se levanta...

"¡¡Guardia Schmendt!! ¡Atento a mis ordenes! ¡No vas a descansar todavia! ¡Responde! ¡¿Que viste?!¡¿Que paso?!"

La joven esta totalmente fuera de si, con una agresividad inaudita... mantiene la mirada fija en los ojos extraviados del soldado...

"¡Venga! ¡Rango y número de serie! ¡Hablame!" Vuelve a golpear al soldado cuando termina la frase... 

No hay respuesta.

Cuando le gritas parece recuperar por un momento la lucidez, pero poco después sus ojos se sumen en la locura y la baba vuelve a caer por entre los dientes. Farfulla incoherencias y se agita como poseído. Su mente se ha quebrado por completo. Mantenerlo así constituye prácticamente un castigo.

Eso os hace pensar qué tipo de horrores os esperan allí abajo y... si vosotros acabaréis igual que él.

Praetus sacudió la cabeza ante la imagen del degenerado soldado. Sea lo que fuese que lo hubiese producido, sufriría la furía de la Luz de Terra. A parte, sin duda, de la propia de Praetus, ya que no iba a dejarse matar, corromper o enloquecer tras haber salido de una pieza de aquel infecto agujero en mitad de ninguna parte... Literalmente.

Una vez quedó claro que no habría modo de obtener respuesta coherente, abandonó la tienda y esperó a que saliesen sus compañeras. El tiempo apremiaba.

Xanthia agarra a Cimbria por el hombro.

Déjalo, está más allá de toda recuperación.- dice con cierta pena. En su mente se ha alojado el pensamiento de que ella o cualquiera de sus compañeros puede terminar así.- Que Dios se apiade de su alma

Apaga el puro en el poste y sale de la tienda con Praetus.

En cuanto nota la mano sobre el hombro, Cimbria se revuelve y se encara con Xanthia... la furia relampagea en los ojos carmesi de la Arbites... que cierra los ojos con fuerza en un supremo esfuerzo de autocontrol...

Cuando por fin los abre, su semblante esta impavido como una roca y su respiracion controlada de nuevo...

"Si. Aqui hemos terminado. Tenemos que reunirnos con el resto del equipo y conversar con cierto Comisario Imperial..." 

Un rictus carente de calidez se instala en las facciones palidas de Cimbria, que antes de salir se cubre las fosas nasales con una vuelta de su habito, dejando al descubierto el gastado y ajustado mono de combate...

A medida que recorréis el trecho que os separa de las minas, los signos del combate encarnizado que ha tenido lugar allí se hacen más evidentes: edificios destrozados, tierra removida, equipo echado a perder, sangre... A pesar de las enormes chimeneas, el frío se hace más intenso y el viento corta como una cuchilla. Al menos ha dejado de llover ceniza, pero el olor a goma quemada permanece en el ambiente.

Cerca de la mina se congregan pequeños grupos de mineros en torno a pequeñas fogatas encendidas con madera o incluso plástico, de las que emanan gases hediondos, que se os pegan como lapas a la garganta. Los hombres parecen más bestias que humanos, pues casi todos ellos muestran en sus cuerpos deformidades de todo tipo, así como multitud de lesiones. Sin duda están apartados de la luz del Emperador. A diferencia de los prisioneros encerrados en el campamento de la Guardia, estos ciudadanos solo son testigos de lo sucedido, infelices que han resultado atrapados en un fuego cruzado. A vuestro paso se encogen y apartan la mirada, temerosos de un posible castigo.

El sello es gigantesco; medirá sobre unos treinta metros de diámetro, y está fijado mediante garras que perforan la piedra por todas partas. Encajada en su centro muestra orgulloso el águila bicéfala del Imperio, que da la impresión de estudiaros con detenimiento, como si juzgara vuestra valía. Al lado del sello, una pequeña garita sirve de refugio a un soldado. Suponéis que es el encargado de custodiar el sello.

Desde la distancia veis un grupito de personas delante del sello. ¿El Comisario y su escolta?