Partida Rol por web

Desde el caballo, Galvan lanzaba tajos hacia la derecha, intentando liberar el flanco del caballo. Con suerte conseguirían una vía de escape segura. Con un tajo doble cercenó la cabeza de dos orcos. Poco a poco conseguían ganar terreno, pero aún estaban en peligro. 

-¡Rápido, a por el troll!-grita a su compañero de montura-.

Dredoc negó con la cabeza y gritó para que Galvan pudiera oírle por encima de la refriega

Deja al troll tranquilo!! La caballería ha pillado a los orcos completamente por sorpresa, hay que evitar que se organicen!! A estas alturas los altos mandos deben estar intentando organizar a sus capitanes, hay que buscar a los oficiales de mayor grado y dejarles sin una cohesión decente para mantener el ímpetu del efecto sorpresa!!!

Espoleó el caballo hacia donde deberían estar los oficiales orcos.
Si matamos al troll salvaremos jinetes, pero si dejamos sin mando a los orcos, cada capitán hará con sus bandas lo que crea conveniente, sin cohesión, y cuando llegue la infantería humana los harán pìcadillo... Ya nos encargaremos del grandullón después!!!

HIA!! Gritó al caballo, y echó a correr lejos de la meleé para poder encontrar desde un punto menos abarrotado estandartes de señales para transmitir órdenes, o algún signo de dónde se encontraban los oficiales o sus cornetas, tambores, etcétera.
Matar a los portaestandartes sería una opción a corto plazo: Otro orco cogería el estandarte y continuaría enviando órdenes a los capitanes. Había que eliminar al que daba las órdenes.

El advenimiento del fin

En mitad del caos, espadas, sangre y gritos de batalla llega un imprevisto jamás esperado por todos. El cielo se oscurece llenándose de nubarrones y ceniza. El hedor a azufre impregna el campo de batalla al momento que una gran sombra surca los cielos tan veloz como un relámpago arrojando su lluvia ardiente…

Entonces un océano de llamas desciende en torbellinos sobre todas las criaturas trabadas en combate consumiéndolas al instante. Hombres, caballos, orcos y trolls sucumben bajo el abrazador destino de la tormenta de fuego.

Solo una infinidad de cuerpos calcinados cubren el pasaje secreto hacia la Nímaeth Amoediad.

Sin mucho tiempo para reaccionar un temible Balrog se posa lentamente para desplegar sus enormes alas, con una altura de cuatro metros, envuelto en llamas y rodeado de bruma ardiente lentamente se acerca a ustedes en plena confianza de sus habilidades. Esta terrible creación de Morgoth es ni más ni menos que Gothmog, el Balrog que venció varias veces a los Noldor, asesino de Feanor y gran guerrero antes que hechicero. Detiene su marcha a varios metros de los héroes y se dirige a Galvan:

- Quick022 esperaba verte por aquí, siempre secundando a otros, siempre tan patético. ¿Nunca dejaras de ser mi sombra, verdad? Es momento de terminar nuestro encuentro pendiente y estas pieles son las adecuadas para la última batalla. Una vez que te derrote permanentemente finalmente proclamare el trono como el autentico Lord de los MMORPGs. ¡Ahora te toca morir! - La voz atronadora del Balrog cubre todo el valle. Incluso las rocas tiemblan ante tal sonido inhumano.

- PEQUEÑAS CRIATURAS MISERABLES, SIRVIENTES DE FALSOS DIOSES. ¡AHORA DEVORARE VUESTRAS ALMAS! - Gothmog despliega sus alas y parece ser mas alto de lo previsto. Las llamas cobran vida y saltan alrededor de él. Todo el lugar oscurece súbitamente. Los pocos humanos y orcos sobrevivientes huyen despavoridos de la escena.

Una oportunidad, un nuevo despertar surge a través de Estado Alfa gracias a una propuesta tentadora para cualquier persona capaz de arriesgar incluso su vida por esa buena suma de dinero. Fuiste un candidato fidedigno, tu maravillosa historia conmovió incluso a la Ceo de Mobius Corporation, Louise Ravenworth, incluyéndote en la primera cepa de participantes cuando el proyecto era netamente experimental. 

Todo sucedió de una forma inesperada, exámenes médicos, pruebas de todo tipo hasta que finalmente te sumerges en el más profundo de tus sueños dejando de lado tu verdadero presente con el fin de encontrarse con esta nueva realidad paralela, conocida como el "mundo onírico". 

Una vez que has despertado de aquel lugar impregnado de tecnología avanzada comienzas un recorrido siniestro y perturbador por diferentes escenarios de los cuales muchos de tus compañeros llamados por Mobius "Avatares" se pierden en la mitad del camino a través de horrendas situaciones de las cuales hoy por hoy no quisieras recordar.

Aunque posees una gran ventaja que te regala el beneficio de sentirte una persona completa a nivel físico, ya que para Estado Alfa no existe tu discapacidad por lo tanto te aferras a ello recordando que fuera de todo esto vuelves a ser el mismo William de siempre, pero llevas en tus espaldas el peso de la duda sobre las muertes ocurridas bajo este proyecto. 

Ya cansado de este largo viaje en donde la salida parece ser siempre la equivocada, descubres que este maravilloso experimento te regala un don: Los sueños premonitorios, solo mediante ellos puedes encontrar la salida en cada uno de los escenarios y es lo que  de forma sorpresiva te ha mantenido a salvo durante tanto tiempo siempre huyendo del destino cruel creado por Louise Ravensworth.

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De repente y luego de atravesar el limbo una vez mas apareces en un escenario que ya conoces, sabes lo que sucede en este lugar porque una batalla mortal acontece y la mayoría de los avatares se pierden en los juegos siniestros de Estado Alfa. Ahora eres un Edain, pero también un cambia pieles, tienes tu propia historia en este lugar y eres consciente de ello.

Te has convertido en el emisario de Maedhros y llevas contigo una información vital para el grupo. Conoces la salida de este escenario y también eres consciente que a pesar de los diversos cambios de personalidades nunca dejaste de ser Williams, algo que en este momento aquellos avatares si lo olvidaron, por la inexperiencia y porque este experimento lo hace tan real al punto del escalofrío. 

Una misión te espera y es salvarlos de su propia muerte, ahora es el momento de ayudarlos a salir de este escenario y reencontrarse con su verdadero yo. Pero hay una complicación importante, la única forma de guiarlos es manteniendo esta nueva personalidad para ganarte su confianza y llevar esta batalla por el cauce indicado. 

De ti depende su salvación... ¿Sueñas con un mundo mejor? ¿La salida de estado alfa vendrá en el siguiente escenario? - Solo queda una posibilidad, saltar al vació y que Estado Alfa te sorprenda con sus vicisitudes. 

Soy William.

De nuevo cuando despierto en este nuevo mundo, siento una punzada de temor, la misma que he sentido en los otros...¿y si mis piernas me fallan ahora?, cuando mas las necesito. Tomo aire profundamente, tratando de conseguir el valor necesario para alzarme. Vamos allá, aprieto los labios al alzarme y cuando me veo de pie, la emoción humedece mis ojos, exhalo el aire aliviado, bien, ya esta.

Miro a los lados, reconociendo el terreno, ahondando en los recuerdos de Vâlgarður, en mis recuerdos. ¿Dónde están?, frunzo el ceño tratando de recordar, me siento como si tuviese algo de resaca, ¿dónde estaba yo cuando me encontré con Maedhros? ...si, eso es, vine de allí, y mis pasos debían conducirme en aquella dirección.

La salida, debo encontrarlos, este lugar no es seguro, sonrío por la ocurrencia, ni ninguno que podamos soñar en este lugar, recojo apresuradamente mis escasas pertenencias y comienzo a correr rápidamente, la Batalla, debo llegar antes de que sea tarde.

Por un momento, cuando el nombre de Quick0 22 suena en boca del Balrog, el altivo e impasible elfo noldor que es Galvan desaparece, como si solo quedase la carcasa. 

-¿Pero qué mierda es esto?¿Quién cojones...?-

Antes siquiera de que pueda terminar su pregunta, una gran ola de fuego parece barrerlo todo. Quico se echa al suelo rodando para evitarla. Pero tan horrible o peor aún que el fuego, es el aura que deprende aquel horrible ser. La mente de Quico se concentra en pensar "no es real, no es real...no hay cuchara...no hay ninguna jodida cuchara" pero a pesar de saber que aquello no son más que ceros y unos no es capaz de resistirse a la sensación de pánico que le embarga mientras aquel gigantesco ser que parece salido del mismísmo infierno se yergue sobre él. 
 

Ross logra reaccionar al ultimo momento y tenderse en el suelo de la casamata, la cual queda hecha cenizas pero afortunadamente logra proteger a la elfa, levantándose aturdida Ross comienza a gritar.

-¡KIARA! KIARA - miró a todos lados sin lograr entender lo sucedido, buscó con la mirada a su compañera. La casa mata calló del olifante y yacía en pedazos junto a unas rocas.

Al mirar y escuchar a la inmensa criatura Ross no pudo permanecer a la vista, corrió despavorida en busca de refugio y termino ocultándose de nuevo entre los escombros de la chamuscada casamata y las rocas, no pudo prestar atención a lo que dijo la criatura pues solo pensaba en huir.

La salida, debo encontrarlos, este lugar no es seguro, sonrío por la ocurrencia, ni ninguno que podamos soñar en este lugar,recojo apresuradamente mis escasas pertenencias y comienzo a correr rápidamente, la Batalla, debo llegar antes de que sea tarde.

No es tarea difícil para el Beornida encontrar los indicios de batalla que rodean a los demás Avatares. Posiblemente ellos continúen impregnados del sueño actual y no puedan diferencias sus actuales roles de su Yo real. Aquellas llamas y oscuridad predominante en el horizonte es el indicio que el hombre oso busca, a tan solo un par de kilómetros a la carrera.

La infernal criatura sonríe diabólicamente ante la reacción de algunos de los “valientes” héroes. Su presencia pavorosa surgía efecto lentamente en sus oponentes. A este paso ni siquiera necesitaría usar sus habilidades superiores para derrotarlos pero únicamente le importaba una persona; su archienemigo Quick022 era el motivo de todo.

- Hasta la memoria has perdido, ni hablar de tus convicciones. ¿Acaso no me recuerdas, o el miedo te nubla la mente? Soy el gran “ShadowJDCR”. ¡Ahora recordaras por las malas! – Entonces el Balrog comienza a agitar su látigo de fuego con intenciones de abatir a su eterno oponente.

Cuando la tormenta de fuego cae sobre nosotros consigo apartar al olifante lo justo como para que tan solo sea destruida la casa mata del mismo.

No obstante no estaba preparada para lo que mis ojos iban a ver.

- ¿Que es eso? - pregunto presa del pánico mientras tiro de las riendas del olifante de forma casi incontrolada.

Hasta ahora he conseguido conservar la cordura a través de los distintos sueños, he podido mantener mi integridad eludiendo y escapando, este escenario me preocupa, me asusta... y si no lo hiciese estaría loco.

Cuando comienzo a correr, me doy cuenta de que cuando llegue, quizás sea demasiado tarde, necesito llegar mas rápido, correr mas veloz. Cambia. La respuesta aparece clara en mi mente, el pensamiento es suficiente para desencadenar en mi el cambio, entonces tengo que detenerme un instante para evitar perder el equilibrio, veo como la mano se convierte en garra, la nariz en hocico, soy William, y como el suelo comienza a alejarse. Escucho entonces de manera mas nítida el clamor de la batalla, el olor a humo y fuego me obliga a arrugar el belfo.

Una vez completado el cambio doy un par de pasos inseguro, pero no me cuesta acostumbrarme, es mas sencillo caminar a cuatro patas que con dos piernas, y poco a poco voy acelerando el paso, hasta convertirlo en una carrera. Conforme me voy acercando nuevos olores inundan mi hocico, caballos, orcos... pienso antes de poder verlos, y poco a poco la adrenalina y la carrera, se encargan de hacer el resto, preparando mis músculos para el combate, poniendo mis sentidos alerta.

El calor se va haciendo mas intenso conforme voy acercándome. Durante mi carrera golpeo combatientes al abrirme paso, sin reparar en si son aliados, o enemigos, pues en mi mente hay un solo objetivo, los demás Avatares, ¿dónde están?.

Y entonces lo veo, erguido sobre dos patas, ¿qué diablos es eso?, trato de pensar, de recordar, ¿qué dijo Maedhros?... VALARAUKO... me veo obligado a mantener los ojos entornados, demasiado humo, el calor es sofocante, demasiado pelo... no podemos ganar esta batalla... hay que salir de aquí, pero cómo. Tras unos breves segundos en los que el tiempo parece congelado, recupero la consciencia, dándome cuenta de donde me encuentro, la batalla.

Me alzo entonces sobre los cuartos traseros y gruño con toda la potencia que me permite mi actual forma - GGGRRRRR. Para dejarme caer sobre el suelo nuevamente a cuatro patas mostrando mis colmillos.

Galvan había rodado por el suelo para evitar la llamarada de fuego, esquivándola milagrosamente. Desde allí miró al terrible monstruo. 

-"¡Shadow JDRC!"...¿cómo...cómo es posible? Sabía que el sistema se podía hackear pero tú..., tú nunca habrías sido capaz. Y Estado Alfa nunca habría aceptado a un inútil como tú"

Claro que se acordaba de Shadow JDRC, ese troll de poca monta que estaba metido en todo  MMPORG habido y por haber, pero no creerse que aquel petimetre hubiese sido capaz de reventar Estado Alfa. ¿Alguien había explorado su cabeza para buscar en él algún enemigo que recrear en Estado Alfa para darle problemas? Demasiado retorcido...por eso tenía sentido.

¿Y si fuese yo el que te hubiese metido dentro?...¿Quico, ¿qué has hecho?

Su cuerpo temblaba de miedo. Sabía que aquello no era real, pero estaba paralizado por aquella aura de terror que emanaba de él. No podía pensar con claridad. Cogió aire y se levantó.

-Sea pues, inútil de mierda. Vas a morder el polvo, así sea lo último que haga en la vida. 

De un salto Galvan se levantó recuperando la compostura y de otro, se deslizó hasta estar debajo del vientre del Balrog, desde donde lanzó un tajo hacia arriba, intentando alcanzarle en la ingle. 
 

Ross tiembla desde su escondite y comienza a buscar en su mochila algo que le ayude a enfrentar la situación, encuentra el cubo entre sus pertenencias, pero no entiende que hace ese objeto entre sus cosas, lo deja en su mochila y piensa que lo mejor que les queda por hacer es huir de ahí. Se asoma de su escondite y busca con la mirada su arco entre los escombros, lo encuentra a unos pocos metros de donde esta. Se prepara para correr y desenfunda dos flechas bendecidas por Varda y les coloca en la punta savia del árbol sagrado de las tierras imperecederas que llevaba en un pequeño vial atado al cincho.

Ross tiembla desde su escondite y comienza a buscar en su mochila algo que le ayude a enfrentar la situación, encuentra el cubo entre sus pertenencias, pero no entiende que hace ese objeto entre sus cosas, lo deja en su mochila y piensa que lo mejor que les queda por hacer es huir de ahí.

Aquel objeto con forma de cubo es una ola de agua fría para Ross. Es un torrente de agua congelada que despierta sus sentidos más allá de la realidad, un torrente que arrastra su conciencia lejos durante un latido de su corazón. Su mente viaja por todas sus vivencias pasadas y fragmentos de su futuro. Aquel edificio monstruoso de Mobius corp, la ciudad postapocaliptica de Langley, las ruinas de Marte y la excavación en Fobos, hasta el cuarto oscuro ahora son el todo con ella. Rain toma el mando de la situación asumiendo el papel de Ross pero sin perder su identidad, tal vez fusionando el tiempo mismo en una sola persona.

Aquel objeto con forma de cubo ahora adopta la forma de sus necesidades inminentes. Una gota de Varda ahora yace en sus manos. Un fragmento de luz dentro de un cristal. El arma definitiva contra la oscuridad.

Rain/Ross ahora es inmune al Aura del Balrog al sostener la esencia de luz de Varda.

El Maiar conocido como Gothmog, el azote del Pacto de Maedrhos y capitán de los ejércitos de Morghot tiene miedo. Por primera vez siente el temor por aquel pequeño frasco que contiene todo el resplandor del cielo en tan solo una pequeña gota. Pero su miedo es controlado ya que nadie es capaz de controlar ese fragmento de los Valar. Su victoria es consolidada pero su oponente presenta lucha y el Balrog se confía demasiado en sus dotes al punto de recibir una pequeña herida por Galvan. Ahora la furia toma rienda de sus acciones…

Por un instante se quedó paralizado. Aquella lluvia ígnea le pilló por sorpresa. Hombres y orcos caían calcinados mientras el desconcierto le invadía. Miró hacia arriba, observando como las llamas caían sobre él, quemándole parte de la espalda.

Se echó a tierra buscando apagar el fuego y cuando levantó la vista vio como una sombra, salida de la más horrenda de las pesadillas, tomaba forma ante sus ojos entre humo y vapores de azufre.

Un demonio, el temible balrog, azote de los noldor.

El daño de Feanor.

Se vio incapaz de moverse. De huír. Incapaz de quitarle los ojos de encima a pesar de que hubiera preferido arrancárselos antes que seguir en presencia de aquella criatura.

De pronto se vio a sí mismo pequeño e insignificante. No era un guerrero. No tenía ninguna espada en las manos. Se vio a sí mismo como un chico joven, un muchacho del que sería imposible esperar nada frente a aquel ser. Aquel pensamiento apenas duró unos segundos pero fueron suficientes para que su ánimo decayera y su mano temblase, incapaz de sostener la espada.