Partida Rol por web

Los jinetes orcos encuentran el rastro de los héroes y se dirigen a ellos por detrás. Planean atacar por sorpresa.

Los cinco orcos avanzan temerosos por el sendero hasta que logran ver algo en las alturas. Uno planea regresar corriendo mientras los demás disparan sus flechas.

Tan solo cinco orcos avanzan temerosos por el sendero prestando atención al cielo y a los sitios altos hasta que se detienen a observar en dirección a ustedes. Uno regresa corriendo mientras los demás disparan sus flechas en dirección a Evereth quién llama la atención.

Dredoc estaba emboscado, preparado con la ballesta. Su arma era tremendamente útil contra armaduras pesadas, por lo que se quedó mirando al espacio por donde llegarían los orcos, apuntando, quieto como parte de la roca.

Aparecieron los orcos detrás de Evereth. Esperó pacientemente a que estuvieran cerca, cuando se dio cuenta de que no 'picaban' del todo el anzuelo, apuntó con cuidado al que regresaba por el camino, y disparó.

No voceó ni avisó a sus compañeros, porque quería permanecer escondido para poder seguir disparando a placer a los orcos que disparaban a su compañera.

Permanezco agazapada con la Flecha preparada en el Arco pero sin siquiera apuntar. Todavía no es el momento.

Observo como uno de los Orcos retrocede en busca del resto pero antes de que recorra mucha distancia es abatido.

Al mirar al otro lado de la garganta observo que Dredoc ha disparado su arco.

- Maldito imbécil. - pienso. Acaba de descubrir nuestra posición.

Le miro fijamente y cuando me aseguro de que está prestandome atención le hago una señal de que no dispare hasta que no de la orden.

Suerte tendremos si los Orcos no deciden ir por otro camino.

Dredoc niega.

¿Qué quiere...?

Solo son cinco orcos, una vez caigan, se ocultan los cuerpos y que el grupo grande que va más atrasado pase y caiga en la trampa sin sospechar nada, esa es la mejor idea. Si el explorador hubiera regresado, habrían llegado todos alertas, y posiblemente divididos o por varios sitios, aplastando la frágil emboscada.

Lo mejor era eliminar esa pequeña vanguardia, y rápido.

Anduin, entre los arbustos, observa como cinco de las bestias siguen a la valiente Evereth. Algo se huelen y uno de ellos corre en dirección retaguardia presumiblemente a avisar a los demás, pero a duras penas consigue dar dos pasos sin ser atravesado por un veloz virote.

-¡Ballesta! ¿De quien?  Mira rápidamente en dirección contraria al tiro, y observa como vuelve a ocultarse tras la roca el hombre de la cota de malla. Menudo disparo. Rápido y certero. 

Luego Kiara le hace señas, insatisfecha. -Menos mal. Si no llega a ser por el caballero, hubiera tenido que gastar una flecha. Seguiré vigilando la dirección de donde proceden. Si los demás orcos han visto lo que ha pasado, no pueden volver vivos. 

Anduin saca una flecha del carcaj, ya cogerá las del suelo cuando sea necesario. Apunta en dirección a los orcos sin disparar a ninguno.

-La bella Edain tiene que hacer su trabajo, que es atraerlos a todos. Y de momento lo hace bien. Si alguno de ellos se percata de la emboscada y corre a avisar, será abatido al instante. No creo que avisen al resto por una sola presa. Son 4.

Se oculta mejor entre los arbustos, respira hondo y apunta atento por si alguno de los orcos se percata de la emboscada y corre. 

-Por Ilúvatar, el cuerpo del orco muerto... Susurra el cazador. 

Galvan asiente a la sugerencia de Kiara. ¡Claro! tenía razón.

Buscó una rama recia; quizá de tejo o de algún árbol parecido. Aprovechó el poco tiempo  que les quedaba para aplanar uno de los extremos con ayuda de una daga. Buscó una piedra más pequeña para que le sirviese de punto de apoyo y pivotando sobre ella, esperó el momento adecuado para arrojar la enorme piedra al vacío. Del mismo modo, preparó otros puntos de apoyo para otras piedras.

Solo faltaba esperar el momento adecuado, cuando el ejército enemigo comenzase a pasar por debajo.

Los cinco orcos, probablemente una avanzadilla de exploradores llegaron hasta su posición. Que no nos vean, maldita sea. Pero las flechas comenzaron a volar. Su posición había sido descubierta. ¡Mierda!

Esperó. No merecía desperdiciar una de aquellas piedras intentando torpemente alcanzar a alguno de aquellos orcos. Ese ataque tan solo tendría sentido contra el grueso del grupo, pero ahora que habían sido descubiertos, se preguntaba qué harían.
 

Ross se coloca la capucha de la capa elfica y se agazapa junto a una roca. Con tales precauciones, jamas sabrían su ubicación ni estando a un lado de ella. No hace nada mas que esperar, sera hasta que estén mas cerca que comenzara a disparar. Tan solo le quedaba esperar que Evereth pudiese cambiar la situación, luego el orco que regresaba a dar aviso cae abatido por un virote -esperad, esperad- se decía a si misma.

Tareth asintió a lo dicho por Dredoc cuando éste le enseñó la ballesta.

- Perfecto - dijo, - no te preocupes. Yo te cubriré mientras si se acercan demasiado.

Observó la disposición del resto del grupo. Parecían algo descoordinados pero esperaba que lo compensaran con buenas ideas y mejores habilidades en combate.

Mientras tanto permaneció oculto ya que, al parecer, era el único que sólo luchaba cuerpo a cuerpo.

Nada mas divisar la primera columna de esa marea de pieles verdes me detuve haciendome la sorprendida. Viré en redondo para que pareciera que huía de ellos, cosa que realmente deseaba hacer para atraerlos hacia la trampa. Y mientras lo hacia, moviéndome rápida sorteando las piedras de ese camino abrupto fui consciente que apenas era una pequeña comitiva de cinco orcos los que se habían acercado.

Maldición, esperaba que fueran mas, muchos mas...Para colmo se habían detenido y oteaban las alturas con desconfianza. No delataría la posición de mis camaradas así que evité mirar hacia arriba. Con ese pensamiento casí me sorprendió la flecha lanzada que pude desviar levantando el escudo en el último segundo.

Si me detenía o flaqueaba con la impresión de hacerles frente caerian en la cuenta que era una emboscado. Así, siguiendo con mi papel miré una última vez hacia atrás antes de seguir huyendo.

No había tenido tiempo de reaccionar, parecía que el vuelo de las águilas me despistaron bastante. Con cierto enfado y desenfreno busco un lugar en donde esconderme mientras un pequeño grupo de orcos se acercaba. -Exploradores.. - Uno de ellos muere por una viruta. Eso no me daba buena espina, descubrirían nuestra ubicación. 

Sin hablar espero agazapada hasta que se aproximen mas y hacer un ataque furtivo. En el lugar donde me encontraba era invisible no sólo para mi enemigo, sino también para mis compañeros.

El grupo de orcos exploradores avanza a pasos decididos pero desconfiando del territorio, la calma reinaba en el lugar y no era para nada una buena señal. Ante el primer avistamiento de Evereth por parte del enemigo, Dedroc se encarga de disparar al orco más próximo matándolo al instante lo cual generó cierta señal de alarma en el resto del grupo tomando como decisión dispersarse en diferentes direcciones mientras que uno de ellos correría a informar a su jefe. 

De repente un sonido estruendoso surge en el silencio de las montañas, uno de los orcos intenta llamar al resto a través de un cuerno lo cual significa que vendrán más... 

-Suelta el maldito cuerno, bestia inmunda. 

Susurra Anduin a la vez que en un rápido e intuitivo vistazo, mira el trocito de fina tela atada al extremo de su arco. Se agita ligeramente hacia la derecha. El cazador gira ligeramente a la izquierda para compensar el viento, toma aire y dispara la flecha sobre el orco del cuerno. 

Una vez abatido, expulsa el aire de sus pulmones y saca otra flecha. La coloca y apunta hacia el resto de orcos, recuperando su posición inicial. 

- Idiotas. - pienso. Eso pasa por dejar pensar y actuar a los Humanos. Me incorporo levemente para poder tener ángulo de visión sobre el orco que huye en dirección al grueso de su ejército. En ese momento oigo un cuerno y al instante veo una flecha clavada en su cuerpo.

El orco salva su vida de milagro en el último segundo gracias a su escudo para luego desaparecer camino arriba. Medio minuto después una veintena de orcos bajan a toda prisa con sus escudos en lo alto hasta lograr la distancia optima, entonces diez de ellos comienzan a disparar con grandes arcos largos mientras el resto carga en dirección a ustedes por el sendero cuesta abajo. Los disparos de los orcos son imprecisos pero sus flechas son mortales al mínimo roce. Todos saben el porqué. 

Luego de la ráfaga de as de los orcos del sendero rocoso más sorpresas aguardan por los héroes de Beleriand. Media docena de jinetes orcos montando temibles lobos Huargos se lanzan a la carga desde la retaguardia aprovechando los escarpados riscos. Atacan con lanzas y enormes espadas con intención de exponerlos ante los próximos ataques de los arqueros.

Las tácticas de las criaturas de Morgoth sorprenden a todos. Alguna inteligencia maligna parece comandar sus acciones. La situación empeora por momentos.

Cuando Galvan vió lo que sucedía, comprendió que no tendría ocasión de optimizar el uso de las piedras. Pero lo fundamental era cortar el camino, así que utilizando su improvisada palanca, tiró cuantas piedras pudo abajo.

A la llegada del enemigo, sacó su espada y se dispuso para el combate. 

Tareth se adelantó un par de metros para intentar contener a los orcos que cargaban sendero abajo e impedir que llegaran así a sus compañeros que portaban arcos. Mientras el enemigo se aproximaba rápida y peligrosamente el medio elfo murmuró unas palabras.

Aia Elbereth quanta Eruanno. Na care indómelya¹.

Son muchos, maldita sea.

El primer encontronazo no fue para nada positivo ya que su espada resbaló en el escudo de la criatura, deslizándole sin causarle nada de daño. El orco continuó sendero abajo y Tareth no tuvo más remedio que concentrarse en el resto que venía.

Si voy a pararles así estamos apañados.