Partida Rol por web

Sidoc estuvo atento al proceso de Za para obtener en su mente la respuesta a increíbles preguntas. 

Por todos los Dioses, qué extraordinaria sabiduría y conocimiento albergáis. Ni siquiera mi querido maestro supo decirme nada sobre el orbe. Y vos conocéis hasta su nombre. Arcaniss... Arcaniss... - Repitió más para sí que dentro de la conversación. - Desde luego, si fue creado por los mismos Dioses, ese es el mejor nombre para él. - Y lo miró como si no lo hubiera hecho nunca. Sus ojos se iluminaron de nuevo como cuando pudo conectar intuitivamente con él en sus habitaciones haces semanas. - Claro... Deberíamos averiguar más cosas sobre ellos, Za Harvaya. Si son seis y seis son los Dioses elementales, debería haber siete. Uno por cada elemento y Arcaniss. Eso querría decir que otro orbe existe. Quizá sea el que posee nuestro enemigo. Debemos averiguarlo. Debemos averiguar si hay uno más. Podría hacerlo un terrible contrincante si sabe dominarlo.  

Orbe de Turak:

Su nombre es Ixen creado por el Señor del Fuego y tiene tres formas: como esfera, introducida en un arma o introducida en una armadura. Según su forma tiene unas capacidades.

Ixen como esfera tendrías que hacerme una tirada de sintonización, pero sabes que tiene el poder del fuego.

Ixen como arma hace que un fuego recorra toda el arma quemando todo lo que toque e iluminando como una antorcha. La persona portadora se vuelve más agresiva en el combate. Un humo rodea el arma y los alrededores. El portador se vuelve hiperactivo. Y por último tiene un hechizo.

Ixen como armadura cauteriza las heridas del portador. Incrementa su fuerza. Le proporciona al portador la posibilidad de hacer un mayor daño con sus ataques usando su fuerza. Y tiene un hechizo.

Za Harvaya escuchaba a Sidoc en silencio, haciendo una reverencia invisible ante los halagos. -No soy más que un portador de la antorcha... No más importantes que la hoja del libro en el que fueron escritas las palabras. La sabiduría acerca de esos orbes fue guardado y custodiado durante milenios, entre otros por los de nuestro pueblo, maestre Sidoc. He dedicado mi vida y el don que me han dado para aprender sobre los artefactos, así como de otros saberes. Mis conocimientos de la magia son limitados, pero puedo transmitir la luz y la sabiduría para desvelar el camino. Mas sólo unos pocos elegidos como vos tenéis el verdadero poder de controlar la magia de un objeto como Arcaniss para alcanzar todo su potencial. Es la diferencia entre conocer el camino, y andar el camino.

Se quedó de nuevo en silencio, sujetando ahora la tercera esfera. Finalmente añadió: -Yo también me he preguntado por el séptimo orbe. No había contado con el Arcaniss en mis cálculos. El orbe más poderoso sin duda. Pero falta uno, ya que somos seis en el grupo. El mío es el del Agua, Turak tiene Fuego, Irinade creo que Tierra. A su regreso, deberíamos averiguar el resto para saber a qué nos podemos enfrentar.

Entonces avanzó unos pasos invisibles hacia Turak. -Ojo de Trueno, amigo del desierto. Me has concedido el honor de custodiar durante un breve instante el legado de tu pueblo. Se llama Ixen, y efectivamente es el Orbe del Fuego. Muy apropiado para el desierto del que procedes, y con esta esfera podrás convertir tu arma en una lengua de fuego, capaz de abrasar a tus enemigos. El humo te rodeará y les cegará, y te moverás como el viento entre las rocas, veloz e imprevisible. Pero el fuego no sólo trae destrucción. También podrás incrustar el orbe en tu armadura, y el abrazo cálido de los dioses te cauterizará las hemorragias y te dará una fuerza mayor que la de las bestias de tiro.
 

- Ixen...- dijo esa palabra como si fuese sagrada, sin tener idea de su significado. Se imaginó que la orbe había bajado del sol, en uno de los picos en las montañas mas allá del desierto, se imaginó que pasó de generación en generación con la única finalidad de estar en sus manos en ese momento. Se dio cuenta que el sabio estaba influyendo en él, ahora se imaginaba cosas que antes ni soñaba.

Pensó en los usos de los que hablaba... eran muchos, y ciertamente interesantes, y algo que desconocía se tornó evidente, podía ser parte de un arma... podía fundirse con su espada.

- Nube de Luz, cual es tu consejo... te la he dado como custodio, para que la uses sabiamente, hasta que el día en que deba regresar se acerque, pero... me pregunto si fundir a Ixen con el alma de Yebreth no sería algo apropiado también... como portador, que piensas?-

Miró a Sidoc, con su orbe. Él especulaba con una séptima Orbe, pero no comprendía los motivos, porque habría de haber mas? y porque no había docenas de ellas por todo el continente. No podía seguir sus especulaciones por mas que lo intentaba.

-Así es, Ojo de Trueno. Podrías incrustar el orbe Ixen en tu espada Yebreth. De esta forma, Ixen y Yebreth serían uno. Te ayudaré a hacerlo.

Vos sí que sois un maestre, camarada Za Harvaya. Todavía me queda mucho camino que andar. Apenas he comenzado. - Dijo sonriente. Apreciaba los halagos de un gran sabio como era él, pero había estudiado de la mano de un gran mago y sabía que le faltaba mucho todavía para siquiera igualarse con él. - Pero con compañeros del camino como vosotros, el trayecto se hace más agradable. - Miró también a Turak, incluyéndole. Aunque la mirada distante del bárbaro, quizá incluso despreciativa, desentonaba enormemente. Sidoc no dejaba de darse cuenta, pero no dependía de él. Estuvo tentado de ofrecerse a ayudarle con su orbe, mas Za ya le había explicado lo que necesitaba. Además, estaba claro que rechazaría cualquier ofrecimiento por su parte. 

Abrió sus manos hacia el sabio para que le devolviera a Arcaniss. Cerró los ojos mientras volvía a sentir la fuerza mágica que encerraba. Era abrumadora. 

Los Dioses han creado estos orbes, está claro. Pero qué se haga con tales artefactos sólo corresponde a la limitada consciencia de sus portadores. 

~~Entiendo que una vez incrustado el orbe en la espada, se puede quedar allí todo el tiempo que se quiera, y los poderes se activan al desenfundarla, ¿no?

 Como enfundes el arma rodeada de fuego... Los poderes están activos siempre por lo que destruiría la vaina del arma.

Vais sigilosos e invisibles, siguiendo las huellas, agarrados entre vosotros. Tras dos horas de caminata Edio se para -Escucho algo dice en un susurro. Avanzáis algo más y al dar la vuelta a una montaña lo veis. Veis cientos de hombres rana de piel celeste vestidos con harapos y armados con cimitarras y arcos cortos, encorvados y de una altura de 1,60 metros arrastrando sus brazos por la nieve. Una docena de hombres rana de piel azul armados con espadones y vestidos con corazas destacando no sólo por su color si no también por su altura pues miden unos dos metros y pico. También veis gigantes de la escarcha con grandes trozos de hielo como rocas en sus brazos y troncos de árboles a su espalda, de pelo blanco con una altura de unos 4 metros y pico. Veis algo que no visteis en las huellas, un dragón sin alas de 15 metros de longitud (de los cuales 4,5 metros son cola) es blanco, largo y estilizado, con cuernos, colmillos y zarpas...Y por último véis un humano con pinta de mago, en el centro de todo el ejército junto con lo que parece un dragón en miniatura de 1 metro de largo y 1,20 de envergadura con las alas.

Edio susurra -Hora de volver.

Intento observar si hay rastro de los anteriores exploradores, algún indicio que indique que estén vivos o muertos.

Creo Edio, que tienes razón, es hora de volver.- exclamó-.

Sintiéndose asombrada ante tal despliegue de seres malignos. -como iban a realizar la misión encomendada por Voriig, seguramente sería el mago su objetivo, y estaba muy protegido.-

Su mente cavilaba mientras regresaban junto a sus compañeros.

Tienen que tener vigías - Pienso y los busco mirando a todos lados.

¡Un dragón! Tienen un maldito dragón. Y ese maldito debe ser el jefe del ejército.

Había susurrado para evitar que se les oyese, pero no podía contener su asombro.

Volvamos antes de que nos descubran.

Galand expresó como se sentía Logen, que se limitó a emitir un quedo bufido. - Brujería...- Masculló casi susurrando, para luego escupir.

Prestó toda la atención que pudo al líder humano, esperando recoger toda la información que pudiese antes de salir de allí rápidamente.