Partida Rol por web

Logen no pudo evitar oir la conversación de la mesa de al lado. ¿Dineval había oido? Recordaba haber oido el nombre del gigantón con el que se había citado en aquella posada, pero después de mes y medio no conseguía ubicarlo en la historia. ¿Era un amigo o un enemigo?
Teniendo las orejas puntiagudas dudaba de lo segundo, pero no estaba de más ser precavido. El gigante le había dicho que estaba reclutando un ejército, pero viendo la desgarbada figura del campesino le entraban ganas de volver por dónde había venido.

Siguió rumiando sus pensamientos mientras atacaba su segunda cerveza, esta con más calma, trago a trago, mientras que la primera había caido d eun tragopara quitarse el polvo del camino.

Miraba sin tapujos a la mesa de la pelirroja y el elfo, sin quitarles ojo de encima.

Za Harvaya, nada llama tu atención, todo parece normal.

Irinade, no recabas ningún tipo de información.

Los Semi-elfos están callados.

Los enanos sí que hablan. Están hablando de un viaje que han hecho a las Montañas de las Minas y de lo guapa que es una enana de allí, que es una pena que esté tan lejos de donde ellos viven en el Glaciar Eterno.

Retomo mi conversación con el elfo, tras tomar un sorbo de  hidromiel. Dime, si no es indescreción, como es que tu señor Sir Galand no te proveyo de mejores atuendos? y en que disciplinas del combate sobresales? Volviendo a dar un sorbo.

¿Combate?

El pobre y humilde campesino mira a un lado y otro temeroso de su propia sombra.

¿Es que nos van a atacar?

No señorita. He debido expresarme mal. Las más de las veces servía a mi señor Galand en las tareas de la hacienda y en otros menesteres que surgiesen y las menos estaba a su lado para lo que se requiriera. Tanto era así que quedó sin escudero y me enseñó a mantener sus armas en buen estado por no entrenar a ningún rapaz descerebrado.

Hizo una pausa para remojar el gaznate.

Yo no conozco el combate ni la guerra. Lo más que hago a veces es cazar perdices con el arco. Y es cierto, tengo mis ropas descuidadas. Pero el viaje fue largo y apenas tengo nada para asearme.

El campesino seguía sin comer nada aunque sin duda su estómago debía estar dando horas.

¿Habéis terminado? A fe mía que de entre los huesos puedo sacar ración suficiente para llenar las tripas y después hacer un buen caldo que la caliente. ¿Os importa?

Y tal como hacían los sirvientes, si Irinade se lo permitiese, el campesino comería las sobras y guardaría los huesos para después hacer un buen caldo.

Za Harvaya recibe el plato de caldo del posadero, y una copa de vino. El vino parece lo más apropiado. A pesar de vivir en la Metrópolis, no estaba acostumbrado a los lujos.

Da un paso hacia las mesas con el plato y la copa en la mano, y se detiene un instante por si alguno de los presentes le ofrece un sitio... Y una confirmación a la idea que estaba rondando en su cabeza.

Me habló de varios aliados. ¿Serán algunos de los presentes? No parecían los más fuertes ni del reino, ni los más astutos. Nada preparados para tan magna tarea. Pero lo mismo se podía decir del sabio. Así que optó por no juzgar el libro por sus tapas.

Tras unos segundos de espera cordial, el erudito se dirige a una mesa libre, y si no hay mesa libre, regresa a la barra para tomar su almuerzo de pie.

Za Harvaya, hay mesas libres.

Veis que el posadero se dirige a Za Harvaya y le murmura unas palabras en voz baja.

-Disculpad señor la tardanza, te murmura, a esta invita la casa. Refiriéndose al caldo y el vino que te acababa de servir.

POSADERO! Por favor sirvale a mi compañero de mesa un buen plato de estofado. 

La paladina ve aun hombre pidiendo mesa para sentarse. -Que  gente más rara entra a esta local- piensa.

Tome asiento aquí en esta mesa, hay espacio de sobra!

Za Harvaya inclina la cabeza para mostrar su agradecimiento al posadero, y deja el plato y la copa en una mesa libre para ajustarse la túnica antes de sentarse, de espaldas al elfo y a la paladina. Entonces la guerrera se dirige a él y le invita a sentarse. Una leve sonrisa se dibuja en el rostro del erudito, y acto seguido se da la vuelta y se sienta en la mesa.

-Gratitud, viajeros. Y saludos. No estoy acostumbrado a visitar posadas, rara vez he vuelto a salir de la ciudad desde que llegué hace ya muchos años.

Bebe un sorbo de vino y prueba el caldo.

-Mi nombre es Za-Harvaya, añade después. -Aunque dudo que eso tenga mucha importancia ahora.

El erudito observa con interés cómo le traen un estofado al campesino elfo.

-Aquí tenéis el estofado, buen provecho. Son dos monedas de cobre mi señora.

El campesino observa asombrado la generosidad de la mujer y se apresura a pagar sacando rápidamente de su mochila dos monedas de cobre.

Soy un campesino pero dado que no me ha aceptado como su sirviente no puedo permitir que me pague la comida.

Y deja claro que no va a permitir ser invitado. ¿Hay un deje de orgullo en su mirada ... ? ¿qué oculta?

Una vez que tiene el plato delante no se molesta en disimular y come acompañándolo todo con los últimos tragos de la cerveza aguada que había pedido.

Siéntese amigo Dice dirigiéndose al recién llegado. ¿Es usted de la ciudad?. No había conocido lugar tan bullicioso como este.

Encantada! Mi nombre es Iridane. Creo que por el bullicio que hay en esta posada, intuyo que mucha gente viajara en la caravana hacía el Glaciar de Hielo.- 

-Cuando llegará Voriig, tengo curiosidad por saber que ocurrirá.- 

-Llevo ya muchos años en la ciudad, le contesta Za-Harvaya a Galand. -Apenas recuerdo otra vida. Con el tiempo te acostumbras al bullicio, y buscas formas de encontrar paz y soledad en medio de todo el ajetreo.

De repente el joven erudito se siente incomodo, observado, consciente de las numerosas imperfecciones de su aspecto, lejos del ideal de los laan. Se siente fuera de lugar lejos de la biblioteca. Mira de nuevo al campesino elfo, y cómo devora el plato de comida... Y se siente extrañamente relajado en su compañía. No parece importarle guardar las apariencias.

Toma otro sorbo de vino, y vuelve su mirada a la guerrera. El silencio se hace un poco largo e incómodo, o eso le parece a él. -¿Así que os dirigís al Glaciar Eterno?

Estáis conversando cuando un joven laan de unos 21 años de edad, con ropas de calidad pero sencillas, de 1,90 m  de altura y esbelto, con un arco y algunas dagas al cinto, entra en la posada (Es Sidoc Laewin).

Sidoc ves lo siguiente, aparte de lo descrito en la escena: en una mesa están sentados un laan de aprox 1,90 m de altura y unos 90 kg, poco agraciado; junto con una mujer pelirroja de ojos verdes, hermosa y con pinta de guerrera; y con un campesino elfo. Los tres están comiendo, bebiendo y charlando. (Za Harvaya, Irinade y Galand).

En otra mesa hay un humano lleno de cicatrices que le hacen tener un aspecto horrendo, también comiendo y bebiendo. (Logen UnOjo).

En otra 3 semi-elfos, en silencio y comiendo. En otra 5 enanos, charlando y comiendo.

Los tres semi elfos le llamaron la atención. Estaban callados. Nadie está callado en una posada. Simplemente no es normal. Los enanos por lo menos conversaban entre ellos.

El resto de personajes le desconcertó un poco. Una guerrera y un mercenario. No sería de extrañar que les hubiesen citado allí. Un parroquiano del lugar y no muy ducho en combates si es que tenía algo que opinar. Volvió a hundir sus manos en el estofado. Su papel de campesino parecía consistente. No podía fiarse de nadie. No sin antes haber hablado con Voriig. Tal vez alguno de aquellos fuese aliado de Baaler.

Y entonces entró un señoritingo. No había otra palabra. ¿Para qué necesitaban uno, si es que era parte del acuerdo? ¿O acaso era un artificio, tal como el suyo?

El parroquiano les pregunta por el motivo de su viaje.

Voy a ponerme al servicio de mi nuevo señor. Mi Señor Galand me escribió una carta de recomendación y debo ir hasta el Señor Dineval y ponerme a su servicio.

Hago una pausa calculada. Es momento de sacar algo de información.

Decidme. ¿Cómo es de peligroso este lugar por las noches?

Pregunto al parroquiano intentando parecer relajado cuando lo cierto es que estoy vigilando las escaleras y la ventana que puede servir de salida improvisada.

Dado que tengo apenas dinero para el pasaje tenía pensado dormir en las calles hasta la salida de la caravana.

Sidoc, el joven mago, entró pertrechado para un viaje. Una mochila con sus escasas pertenencias, unas armas y ropa cómoda y resistente. Todavía faltaba para tomar la caravana, pero quería conocer a los que supuestamente iban a ser sus compañeros. 

Voriig Kye le había descrito a tres de ellos. Era fácil localizarles, pero su disposición le llamó la atención. Al fin y al cabo no estaban solos. Había más personas. Y nunca se sabía quién podía ser amigo o enemigo. 

Logen UnOjo, en una mesa solo, parecía perfectamente camuflado. Za Harvaya, miembro de su raza, alto y llamativo como él, y, en efecto, con pinta de estudioso o erudito, le resultaba familiar. No por su identidad, sino porque se había criado entre gente con su mismo aspecto. Irinade era tal como la había descrito Voriig aunque... no dijo que era tan atractiva y hermosa. Instintivamente pensó en acercarse a su mesa. Pero había alguien más con ellos: un elfo con pinta de campesino o mendigo, originario de algún pueblo agrícola. No sabía nada de alguien como él. Quizá fuera otro de los compañeros o, simplemente, un viajero con el que charlaban para disimular. Nada llamaba más la atención que un grupo variopinto en una posada sin relacionarse con nadie más. Los semielfos también le llamaron la atención. Los enanos no tanto, pues suelen ir en grupo. Pero semielfos... y tres nada menos!

Pasó a la barra y pidió una cerveza. Aprovechó la espera para observar a todo el mundo disimuladamente y pensarse qué hacer a continuación.

El campesino estaba conversando con alguien y nombró al Señor Dineval! Estupendo!

Tomó su bebida y se acercó a la mesa de la mujer hermosa y el laan, aunque, mientras se aproximaba sonriendo, miró a Logen y le hizo un gesto con la barbilla a modo de saludo. 

Señorita, caballero, permitirían a este viajero sentarse con ustedes y compartir una charla? Oculto a los demás de la posada, dándoles la espalda, guiñó un ojo y habló en voz muy baja. Creo que tenemos asuntos pendientes en Las Cinco Villas del Glaciar Eterno. - Ya en su tono de voz habitual. - Entonces, me permitirán tomar asiento?

Por favor, toma asiento. Mi nombre  es Irinade!