Partida Rol por web

El pequeño Bilbo sacó su uzi y desde donde estaba apuntó a la torreta, pero no llegó a disparar.

- ¿BUM? - le preguntó a los demás con una sonrisa de deseo en su rostro.

Adalverto olisqueo el aire en busca de una pista, sintiendo restos de pelo de duende esclavo chamuscado. 

- Já, ese laser parece sensible, permítanme destruirlo para poder continuar. El conejo saco su bola disco de la mochila se posiciono para dar pequeños y rápidos saltitos hacia la torre - Este truco me lo enseño el Sr Traboltta mientras comíamos estofado jamaiquino en la casa quinta de Chuck. ¡Nunca falla! 

¡Caminata lunar! - aulló, pero muy bajito para no ser descubierto y no ser cargado por el resto de sus compañeros. Para luego avanzar cuidadosamente con su bola disco cubriendo la visión de la torreta.

Adalverto sintió un cosquilleo en su tobillo, al dar un par de pasos. Primero pensó en una pulga, pero él había sido desinfectado la semana pasada. Luego pensó en la tierna hierba... pero mierda! Qué estaban en un túnel de piedra en el polo norte!

Miró hacia abajo y vio, claro, que lo que le hacía cosquillas era un láser. Un laser de esos rojos, invisibles pero rojos. Y que la torreta ahora volvía sus cañones para observar cual era el problema... 

El conejito estaba a punto de levantar la pata para rascarse el puntito rojo ese que se movia, mientras tanto, acariciaba, desde la seguridad de mi escondite (Que recordemos que con estar por detras de Adalverto de momento era bastante) mi corbata...

Entonces, reflejandose en la brillante bola disco, vi el mismo punto rojo...

-Puede que...

Habra que pagar con la misma moneda!!

Velozmente por el pasillo, avance hasta la esfera, mientras deshacia el elegante nudo windsor de mi cuello...
Entonces, aprovechando que la torreta estaba a otras cosas, anude ambas cosas...

Jejejeje... Que yo-yo mas majo...

Entonces, aprovechando la elasticidad de mi complemento (Que simpaticas las de vestuario al elegirme esa corbata) lanze la bola de espejos en direccion a la torre esa... Mientras avanzaba por el oscuro pasillo, el laser se reflejaba innumerables veces, iluminando el lugar como una discoteca de los 70...

-Toma, cogelo!!!

Hubiera sido imposible fallar ese lanzamiento...

Horacio no pudo más que quedarse en su lugar y mirar que hacian estos dos en esta oportunidad, Bilbo y él ya habian tenido su momento de gloria, en este caso le tocaba al conejin y el pequeño perro o lo que sea, hacer algo por el grupo

-: mmmnnn...a ver como trabajan estos dos, CHuck los debe haber entrenado igual de sabiamente que a nosotros...

Bilbo sonrió todavía más hasta que su boca se asemejó a un buzón. A un buzón grande. Adalverto tenía ciertos problemas de sigilo, eso estaba claro, pero Sdahí ya estaba intentando apañar el incidente. Casi destrozó la torre en su ataque pero el cañón todavía resistía.

El pequeño duende apuntó a la torreta con su uzi y confirmó:

- PUM.

La ráfaga alcanzó la torre e hizo el trabajo de un bisturí de cirujano, reventando solo la pieza que quedaba operativa. Bilbo asintió satisfecho antes de avanzar por el pasillo.

El golpe de la Mega-Disco-Bola-YoYo hendió la torreta, dejando un enorme boquete en ella. Con pesar el pedazo de equipamiento destructivo comenzó a rotar buscando hacer blanco en los intrusos, cuando un disparo de Bilbo destrozó el chip de raciocinio Made in USA que llevaba.

Con un chisporroteo, la máquina se quedó quieta, murmurando azucar... azucar..., lo cual tenía perfecto sentido para un niño abandonado en las calles de Viena. Como ni Horacio, ni Sdahi, ni Adalverto ni Bilbo eran niños abandonados (ni se encontraban en Viena, recordemos), para ellos no fue más que una idea de pinza del Universo.

Prosiguieron camino cautelosamente. Si solo fuera por esas molestas luces rojas parpadeantes que no dejaban de chillar Auuuu!! Auuuuu!

- Si solo hace falta que nos encontremos un puto cond-- dijo el enano, al tiempo que chocaba con una enorme rejilla de drenaje en el suelo. Claro. Tiene perfecto sentido, se dijo Horacio mirando con desconfianza a sus compañeros, como si ellos tuvieran la culpa.

La decisión era obvia: continuar por el pasillo, viendo si los guardias en alerta los esperaban, o arriesgarse a colarse por los drenajes de la fortaleza de Santa... sin saber lo que había allí debajo.

Su preciada bola de espejos había cumplido su cometido una vez más, posiblemente no había sido su habilidad la que los había salvado, pero igual estaba contento y la adrenalina lo motivaba a continuar. El conejito, suave y peludito conejito, aún le quería demostrar a sus compañeros que les era de utilidad y que no solo metía la pata en lugares incorrectos.

 - Tanto aullido hace mella en mis largas orejas guerreras - le gustaba decir amorosas, pero en este momento no era el indicado, la chica de largas piernas ya los había abandonado.

- Mis instintos han fallado, pero yo opino... Si, si, estemm, yo creo que sería lo más adecuado... No puedo equivocarme nuevamente, ¿no? - el conejo se retorcía las orejas pensativo y dubitativo, no quería quedar mal con sus compañeros nuevamente, pero las sirenas no lo dejaban pensar claramente.

 - ¿Drenajes?

Bilbo miró los túneles de drenaje y sonrió satisfecho. En realidad huelga decir que Bilbo siempre sonreía más que nada porque su raza estaba hecha para sonreír en todo momento, así de dura era la vida de un Duende de la Suerte. Asintió ante la propuesta del Chef:

- Los guardias no me preocupan pero me gusta la variedad. Prefiero los drenajes a ver que nos encontramos... igual tienen cocodrilos. Nunca he matado a un cocodrilo...

Dicho lo cual se tiró de un salto en el interior de los túneles.

¡Co.. coCo...cocodrilos? Bien - las botas de Chuk eran de cocodrilo, no deberían ser tan malos.

El drenaje era maloliente, con un pequeño correr de líquido verdoso (y viscozo) por su centro. Por más que se intentara adornarlo, no era más que un tubo de alrededor de 1,20 metros de diámetro.

Era una suerte que nuestros valientes héroes fueran todos pequeñajos, pues podían entrar perfectamente en su interior!

A lo largo de las paredes, se podían leer inscripciones hechas con marcadores (seguramente robados de Kits Didácticos de las navidades), algunas muy inspiradoras, como "Aquí me golpié el dedo gordo, pero me ayudó el Sordo.*"

Bilbo y Adalverto observaron a sus compañeros, que aún no habían descendido, con signos de interrogación en sus caras...

Horario bajo y lo primero que hizo fue maldecir, el lugar (que novedad,el enano maldiciendo), luego mientras esperaba a que los demás bajaran mantuvo su oído y olfato alerta, no quería ser sorprendido por "ninguna rata de alcantarilla".

-: sucio desague, menudo estupido al que se le ocurrio venir por acá....

De repente se calla bruscamente, "cierto, él habia sido el estupido de la idea..." y así en silencio por primera vez el enano se maldijo en su interior.

Bilbo abría la marcha con su katana dispuesta a rebanar cocodrilos, pingüinos, monstruos mutantes de color fosforita pasión o lo que infiernos pudiera encontrar en su camino. De pasada se fijó en una pintada de la pared:

Jiji, jiji... ji... jijijijijiji... juaaaa jajajaj juaaaaaaaaaa juaa jauzz ja - El conejito no pude dejar de reír después de que Bilbo leyera tan creativa anotación en la pared del túnel, no sabía si era por el significado o porque los rasgos del dibujo le recordaban a su suegra. Pero lo que si era cierto era que si había gente tan creativa en la zona no debía ser peligroso el camino que habían elegido - ¡Miren! una advertencia de seguridad - el conejo señalo una placa en la pared - ¡Vamos por Santa!

Pues estaba decidido... Por los conductos de drenaje esos...

Mientras bajaba la escalerilla, pensaba...

Coco... Drilos?? Que es eso??

Tras alcanzar el suelo, mire alrededor... Todo lleno de carteles!! Parecia un concurso...

No puede ser... Esto es serio!! No se el que es, pero serio es, desde luego ...

Inmerso en mis cosas, avanzaba, hasta que encontre uno que me hizo mostrar un gesto de incertidumbre...

Por suerte, tras contarlos un par de veces, aun los conservaba todos...

Espero que antes de comerselos pidan permiso...

Continuaron camino abajo por el apestoso túnel. Podía ser un recurso literario, pero literalmente el camino descendía.

La temperatura también.

Tiritando, tiritando, llegan a un recodo. Tras el recodo se oyen unos gimoteos, bajito... Sdahi es ofrecido por los compañeros como voluntario explorador, y asoma el hocico.

Un viejo gnomo se encuentra sentado delante de una bifurcación, ensuciando sus pantalones con el apestoso líquido. Las lágrimas caen de sus ojillos negros, mientras se hamaca delante y atrás, el cuerpecito sacudido por el llanto. Encierra algo entre ambas manos, que sostiene apretadas contra el pecho.

La bifurcación es oscura, y no se ve mucho más que cañería en cada sentido.

Sdahi se vuelve para informar lo que ha visto, pero ya todos tienen la cabeza asomando por la esquina, cada uno a su altura. En la oscuridad, y con la distracción del Gnomo, podrían pasar desapercibidos y avanzar camino delante, por la izquierda o la derecha. O pueden preguntarle que le aqueja. O... bueno, supongo que pueden ponerle una bala en la cabeza. Sí, también es una opción. Claro.

Vuestro turno!

Bilbo miró su katana y luego al enano. Le parecía un desperdicio reducirlo a rodajas: no parecía ni peligroso. Pero claro: él tampoco parecía peligroso. Se quedó a la espera de lo que decidieran las cabezas pensantes que iban con él.

 No esperaba encontrarse con nadie en aquel drenaje sucio y apestoso, por lo que la presencia del gnomo le sorprendió bastante. La  primera reacción hubiese sido cortarle la cabeza de un golpe de su katana o pedir al maestro aniquilador de Bilbo que le dé un tiro, pero Chuk no era así. Mataba cuando era necesario, y este gnomito parecía triste, como para no estarlo en un lugar así, sería mejor preguntar por donde seguir.

-Bilbo, pega el ojo en la cerradura - El duende de la suerte lo miraba con su eterna sonrisa y un gran signo de interrogación en sus ojos - ¡Que estés atento hombre!

El conejo se acerco cautelosamente al viejo gnomo para ver que le aquejaba y tratar de sacar algo de información.

- Hola amigo, hermano de pesares - eso lo había escuchado en una telenovela y le gustaba el término - No te asustes, seguramente podemos ayudarte y tú puedes ayudarnos a nosotros. Pues, estamos algo perdidos aquí adentro y este lugar apesta. Soy Adalverto, mucho gusto - dijo extendiendo su mano para estrechar la del gnomo o hacerle una toma asesina en caso de que este intente algo extraño.

Mientras los demas se maravillaban con el gnomo ese, yo olisqueaba el "agua" que por alli pasaba, llegando incluso a tocarla con la lengua...

-Ahhhhjjj...

Despues, frotandome la lengua convulsivamente, me acerque hasta Adalverto, que estaba junto al gnomo...

-Je ejta paja'do??