Partida Rol por web

Patán Sabio me lleva al Sampan, intentando evitar en lo posible el pueblo. Mi mirada está perdida pues los recuerdos de lo sucedido se agolpan en mi mente, imponiéndose al momento presente. Escucho la voz del Automatón como si fuese un susurro lejano mientras veo a Dulce Loto apuñalando al Yoma:

"Esos Yomas eran muy poderosos y no sé nada de ellos. Yo soy un demonio, mitad humano y mitad demonio. Soy como ellos, pues ellos se fusionan con un humano, por lo que son híbridos igual que yo. Pero ¿Como eran tan poderosos y yo soy tan débil? No puedo permitirlo, no puedo dejar que intenten dañar a las personas y yo nada pueda hacer contra ellos. Soy de sangre más pura que ellos, más que casi todo el Malfeas, debo ser más fuerte. ¿Como consiguieron ese poder? Debo averiguarlo, debo saber como lo hacen y lograr ser mejor que ellos."

Luego miro a Patán Sabio y le hablo:

 - "No creo que podamos llegar los dos al Sampan sin que lo advierta la guardia. Tengo algo que hacer antes de dormir. No te preocupes por mí, estoy bien."

Le dedico una sonrisa y le muestro con la mano el camino hacía la embarcación, antes de alejarme de él de un enorme salto que nada dice de mis heridas. Mientras me encamino al lugar de los hechos voy pensando:

"Debo saber. No puedo quedarme como la extraña criatura que no es capaz de proteger a sus amigos. ¿Que pasará el día que Martillo Blanco no esté para protegernos? Creo que habría vencido a una de las Yomas, pero no podría contra las cuatro. Si no hubiese sido por el Sangre de Dragón, todos estaríamos muertos. Debo encontrar la forma de poder volverme más fuerte y vencer a mis enemigos. No puedo huir para siempre, no ahora que tengo a quienes proteger."

Mantengo mi paso firme para encontrar el camino y acercarme a la granja sin que nadie me detecte. Esto es algo que debo hacer solo y es algo que no puede esperar.

- Riqueza Efímera, Mazo y Dulce Loto emprenden el regreso a los muelles de Quince.

OJOS ROJOS:

- Te escabulles con facilidad de los brazos del automatón y llegas a las inmediaciones de la granja de las mujeres Yoma.

- Riqueza, Martillo y Loto se están marchando ya.

Riqueza había asentido a la petición de Dulce Loto, aunque era consciente igualmente de que los nobles de la aldea deberían ser informados acerca de lo ocurrido. No obstante, muchas cosas rondaban por su mente. Las últimas afirmaciones de Martillo Blanco y Dulce Loto le inquietaban, así como el aura que esta última había desprendio, sumado ya a sus sorprendentes palabras al matar al último de los Yomas. Eran aspectos que no sabía si debía abordar cuando las cosas estuvieran más tranquilas, pero que estaban allí, presentes.

-Apóyate en mí, Martillo Blanco. Estás malherido y el camino de regreso es largo.

- Apoyaré mi mano sobre tu hombro. Riqueza, pero en señal de que somos buenos amigos. - Dijo Mazo con una sonrisa. - Si este acto hace que pueda caminar mejor, yo no lo admitiré. - 

Y el grandullón se apoyó en el hombro de Riqueza, mientras que con su martillo a modo de bastón iba caminando al lado de Dulce Loto.

La pelea había sido tremenda, y cada vez, los Yomas eran más y más fuertes. Aunque no tan fuertes como el Anciano de aquella caverna. Además, al morir todos quieren seguir estando en este mundo, habitar otro cuerpo, al parecer. Y no voy a decir que la idea de tener más poder no es tentadora... ¿pero cuál sería el precio que debería pagar?

Tenía que hablar con Riqueza sobre esto. Tal vez él sepa algo más de las actuaciones de los demonios.

Recorro todo el camino con gran rapidez y sigilo, para llegar finalmente a la zona de la granja. Una vez llego, sobre un árbol, veo como mis compañeros se retiran de la escena, lo que me pone contento y sonrío mientras pienso

"Eso es lo mejor. Lo que haré ahora es mejor que lo haga solo, para no poner a nadie en riesgo. No sé realmente lo que haré ni lo que sucederá, pero estoy seguro de que esto no puede seguir así. Debo destruir a estos demonios y para ello debo averiguar cosas."

Espero pacientemente a que mis compañeros se hayan alejado lo suficiente como para no poder verme ni oírme. Solo entonces cuando mi oído me asegura de que estoy completamente solo, salto hacía el suelo y me acerco al lugar donde la batalla tuvo lugar. El sitio apesta tanto o más que cuando me fui y miro los restos carnales de los Yomas, así como me acerco a la granja a mirar lo que había dentro. Ahora que lo pienso bien, si todos los habitantes de ese lugar están muertos, debería poder ingresar sin invitación, pues es un lugar sin habitantes. Hago la prueba para entrar a examinar lo que allí hay.

Una vez mis ojos han recorrido todo lo que debía verse, me siento sobre mis rodillas y fundo mi poder demoníaco con mis sentidos, para poder ver a los Yomas asesinados, pues estoy seguro que solo acabamos con las formas físicas, pero sus esencias aun deben estar ahí:

"La última vez que maté a una de estas criaturas, sabia que podía absorber su esencia para fusionarla a la mía. Eso es una prueba de que no se acaba con ellos solo destruyendo sus cuerpos, pues sus almas inmateriales aun quedan. Mi poder me hace capaz de ver a los seres inmateriales y mis garras son capaces de alcanzarlos. Debo hacer bien mi trabajo."

Froto mis Garras de Hueso mientras termino de concentrarme y finalmente abro los ojos para ver lo que se esconde a los ojos de los mortales en un sitio como ese, cargado del alma de demonios y del sufrimiento de los difuntos mortales asesinados. Todo esto es terrible, pero nadie más que yo es capaz de tomar este camino. Es mi destino.

OJOS ROJOS:

- Inspeccionas el rastro y llegas a la conclusión de que las almas Yoma han estado aquí hace tan sólo un momento.

- Y no solamente las de las cuatro hermanas que habéis matado, sino también otras esencias infernales Yoma, incluyendo una incluso más poderosa que estas últimas.

- Sin embargo, todas se han ido ya. Percibes la cicatriz insustancial que conduce al Malfeas. Es la marca de un paso de un solo sentido, la marca del exilio al infierno.

- Tiradas ocultas:

* Inteligencia + Ocultismo.

* Percepción + Investigación.

AVANZADA LA MADRUGADA.

SAMPAN DE RIQUEZA EFIMERA:

- Martillo Blanco reposa en el camarote, puesto que es el más herido, parecía lógico que descansara en la mejor cama. Se ha quedado dormido.

- Dulce Loto reposa sentada junto al fuego de la cocina, sumida en un duermevela.

- Patán Sabio le cuenta a Riqueza que Ojos Rojos se fue saltando y no ha regresado.

-Está bien, Patán. Tranquilo, hiciste le que pudiste. Si se ha marchado, es su decisión. Vino libre. Se ha ido del mismo modo. Y ahora, hazme un favor. Prepara una buena tetera. Cargada, por favor. No es momento para dormir y sí para pensar -dijo al automatón en la cocina del sampang, allí donde reposaba Dulce Loto-. Veo que no quieres acostarte, pequeña. Y quizás necesites hablar. Yo sí lo necesito -dijo con seriedad sentándose a su lado-. Hay muchas preguntas y ninguna respuesta. Va siendo hora de despejar incógnitas.

Agradeció poder llegar al sampang sin pasar por el pueblo y en cuanto le fue posible se deshizo de su kimono ensangrentado. Se pasó un buen rato restregando su piel para deshacerse de la sangre reseca, y aún así le pareció poco. Después de vestirse fue a la habitación y se sentó en la cama, pero la estancia estaba fría.

El calor de la cocina fue mejor bálsamo que permanecer en la habitación, y el movimiento de las llamas resultaba tranquilizador. Apenas puso atención a la llegada de Riqueza pero se enteró de que Ojos Rojos se había marchado, sólo cuando se sentó a su lado sus ojos se apartaron del fuego de la cocina.

- Estoy algo desvelada y me vendrá bien hablar un poco –respondió casi distraídamente.

¿Qué incógnitas tenía en la cabeza? ¿Serían las mismas?

Patán preparó y sirvió té como en tantas otras ocasiones. Pero no había una atmósfera de victoria pese a haber limpiado de yomas Arrozal Número Quince.

-Martillo Blanco está durmiendo por fin. Después iré a asegurarme de que sigue descansando bien y sus vendajes aguantan. No creo que nos moleste nadie ahora, así que es un buen momento para hablar de lo ocurrido y de lo que vamos a hacer con la casa de los yomas.

Siento como el poder demoníaco se cierne sobre mí, influyendo mis sentidos y dándoles la capacidad de sentir cualquier energía proveniente del Infierno. Siento como habían unas esencias Yomas y se fueron al Malfeas, pero me llama la atención aquella otra presencia, de un Yoma aun más poderoso:

"¿Será que está buscando un mortal al que poseer? Si ha sido vencida, habría vuelto a Malfeas. La única forma de que esté acá es que aun no se haya fusionado con un mortal. Debo estar atento, pues por su poder es algo mucho más terrible que las cuatro que acabamos de derrotar."

Me siento frustrado y digo en voz alta, incapaz de resistir mi pena:

 - "¿Por que esos sucios Yomas y yo no? ¿Acaso no soy de una sangre más pura? ¿Acaso mi padre no es el demonio más poderoso de todo el Infierno, el mismísimo Sol Verde? ¿Qué ve él en mí que me desea? ¡¿Acaso desea un rastrero y débil híbrido?!"

Me pongo de pie y con los dedos de mis garras recojo un poco de la sangre violeta de la Yoma asesinada por mí y Dulce Loto. Me llevo a la boca aquella sangre, intentando sentir algo más con el gusto ahora que tengo mis sentidos demoníacos activos. Luego miro alrededor, inspeccionando todo lo que hay.

OJOS ROJOS:

- Piensas que si algunos Yomas son tan fuertes es porque se trata de una fusión de almas.

- Pese a su apariencia inocente, esas mujeres tenían que ser unas terribles asesinas incluso antes de fusionarse con las esencias Yoma. Al probar su sangre tienes esa sensación, la de cuatro hermanas dedicadas durante toda una vida al espionaje y al asesinato, que trabajaban para alguien.

- En el interior de la casa no encuentras nada que respalde esa teoría, aunque hay restos de veinte víctimas, todos varones, todos milicianos. Parece que la mayoría fueron horriblemente torturados antes de morir. Los últimos cuatro cuerpos son de esta misma noche, les han devorado las tripas de un modo atroz, probablemente mientras aún permanecían con un hilo de vida.

- Encuentras otra cosa que te atrae y te desconcierta al mismo tiempo: kimonos. En la casa hay varios kimonos en muy buen estado, al menos seis, y otros seis yukatas mucho más sencillas, pero útiles para el día a día.

- Recuerdas que el kimono de Dulce Loto quedó arruinado por la sangre de Yoma (cuyas manchas no se pueden lavar nunca del todo de la ropa). Le deben de quedar muy pocos kimonos. Esta ropa es sencilla y parece en buen estado, y desde luego no huele mal.

- Ninguna de las esencias Yoma permanecen en este lugar, han salido todas de vuelto al Malfea por una fisura de una sola dirección. No volverán en mucho tiempo, con suerte en años. Tanto las débiles como las fuertes.

- Dirías que los espíritus Yoma muertos por Martillo Blanco le han estado siguiendo, y han esperado la oportunidad para pedirle que los absorba, pero el Vástago del Dragón ha tenido que decir no, y por eso se han tenido que marchar finalmente.

-Hablemos entonces -dijo Riqueza amablemente-. Gracias, Patán -señaló levantando la mirada hacia él-. Respecto a la casa, no sé lo que viste aunque imagino que fue a la familia de la granja masacrada. Hay que informar de ello al anciano Zhou, así como de la muerte de los Yoma. Pero habrá de esperar al amanecer.

Bebió el té, dejando que su calor asentara su estómago y caldeara su cuerpo.

-Bueno -musitó-. Nada como el té.

Entonces miró a Dulce Loto, como un padre mira a su hija.

-Bien, mi niña, dime, ¿qué ocurrió en la granja? ¿Qué te ocurrió? Vi... o mejor, vimos aquella luz blanca que te rodeaba, sentí tu furia, tu rabia al matar al último Yoma, escuché tus palabras, tu mención a las Claymore, a su corrupción. No eras tú, Dulce Loto. No lo parecías. Y dijiste que te tentaron. Muchacha, diría que estás en peligro y quisiera poder ayudarte, pero para ello, necesito que hables.

Patán hablaba compungido.

-Oh, Riqueza, me temo que no solo estarían los granjeros, sino también todos los milicianos desaparecidos. Va a ser muy triste y duro para el pueblo, muchos tendrían familia y seguro que albergaban esperanzas de volver a verlos vivos. Pero no podemos dejarlos a las alimañas, claro. Tendrán que hacer una fosa común o una pira. Deberíamos ayudarles de alguna manera.

Después dejó que Riqueza tratara de hacer hablar a Dulce Loto sobre lo que le pasó. Aunque también le preocupaba mucho lo que le ocurrió, Dulce Loto parecía encontrarse bien y ahora estaba con Riqueza, Mazo y él mismo, en el lugar más seguro en el que Patán podía pensar, al menos de los de esta era. Su historia podía esperar hasta que Dulce Loto se sintiera en disposición de hablar de ello, si es que ahora estuviera demasiado cansada o aturdida, no haría falta presionarla. En cualquier caso, Patán confiaba plenamente en Riqueza para llevar la situación.

Las sensaciones siguen llegando a mí, enseñándome más cosas de las que habría imaginado poder aprender por mí mismo, pues todo lo que sé de los demonios me fue enseñado por Svok, el pequeño demonio designado por Ligier para ser mí tutor y mentor durante mi juventud temprana. Pero ahora, que ya sé utilizar parte de mis poderes, puedo aprender muchas más cosas por mi propia cuenta.

Veo los kimonos y los miro con más detención, intentando ver si hay algo de energía demoníaca remanente sobre ellos, intentando ver si tienen alguna conexión con las energías de los Yomas.

Luego pienso acerca de la Fusión de Almas que probablemente crea a los Yomas más poderosos:

"Yo pensaba que cuando un ser absorbe el alma de otro, el alma absorbida se perdía y se volvía energía para el que queda, pero eso de que los Yomas le rogasen a Martillo Blanco que los absorbiera, me dice que ellos desean ser absorbidos, por lo que mi tesis es equivocada. Debo saber lo que realmente le sucede a los Yomas cuando son absorbidos."

Finalmente busco alguna pista, tanto en las cosas como en la sangre de las mujeres o las energías infernales aun presentes que me hablen de quien manda a los Yomas, su objetivo y el motivo de su gran aumento de número últimamente. También algo acerca de quien daba órdenes a las mujeres, tanto como humanas como después.

OJOS ROJOS:

- No encuentras más pistas. Dirías que la ropa no está contaminada.

Nada de lo que hay ahí me dice nada que sea capaz de despejar mis dudas. Me doy vueltas por la zona, incapaz de averiguar algo más:

"Me he demorado mucho. Si hubiese estado antes, habría interrogado a los Yomas inmateriales para que me respondiesen, aunque de seguro nada me dice que lo habría hecho ni menos que sus palabras fueran verdades. Se dice que los demonios hablan solo mentiras. ¿Acaso será verdad? ¿Acaso todo lo que sé, desde Svok hasta Ligier es una mentira? No lo sé y no hay forma que lo sepa en estas condiciones. Debo calmar mi mente y enfocarme en lo que sigue. No puedo permitir que estas criaturas asquerosas pongan en peligro a mis amigos, por lo que debo tener cuidado y tomar un papel más activo. No puedo dejar todo el peso sobre los hombros de Martillo Blanco. ¿Que habría sucedido si, motivado por el dolor de sus heridas, hubiese aceptado al propuesta de los Yomas? Nos habría matado a todos antes de que supiésemos qué ocurría. No puedo permitir algo así, debo ser capaz de defender a Riqueza Efímera, a Patán Sabio y a Dulce Loto de todo cuanto les amenace, aun eso signifique el Sangre de Dragón."

Miro los kimonos dejados en la casa y me acerco a ellos. Mi poder me dice que no están contaminados de manera alguna, pero no confío del todo en ello. Me quito mis Garras de Hueso, las amarro a mi cinturón y los toco con mis manos desnudas, sintiendo a través del tacto demoníaco si poseen mácula. Luego los huelo, intentando encontrar el olor de algún demonio o la energía de uno. Finalmente, cuando estoy seguro de que están limpios, los tomo todos con mis propias manos y los saco de aquella granja.

Doy una última mirada a lo que allí hay antes de cortar mi conexión con el poder infernal. Mis ojos se apagan y el aire a mi alrededor se vuelve normal. Giro sobre mis talones y de un gran salto me devuelvo hacia el sampan. Mientras corro y salto por los árboles, pienso en lo ocurrido y en las preguntas que me asaltan:

"No sé por qué los Yomas están apareciendo. La verdad es que nada sabía hasta que he comenzado a escuchar acerca de ellos. Svok me habló de ellos como una cosa inferior, nada de lo que preocuparse. ¿Acaso algo insignificante para Ligier es capaz de hacer tanto daño en los mortales? ¿Tan superior es él y tan poco le importa lo que ocurra en el mundo? No lo sé. ¿Será acaso que este levantamiento es algo que incluso a él le toma por sorpresa? ¿Como afectará esto los planes del Malfeas sobre la Creación? Probablemente jamás lo sabré, pero mi padre no ha mandado ningún demonio a buscarme, por lo que supongo que debe tener otros problemas más importantes que recuperar a su hijo rebelde. Sea como sea, no puedo bajar la guardia y debo encontrar la manera de volverme más fuerte para estar a la altura de los últimos acontecimientos."

Sigo recorriendo el camino que me separa de la embarcación de Riqueza Efímera, donde lo más probable es que estén todos a esta altura. Probablemente esperándome para brindarles explicaciones acerca de mi huida y el motivo de esta.

FALTA POCO PARA EL ALBA.