Partida Rol por web

El agradable paseo matutino entre las brumas se tuerce en cuestión de momentos al llegar a la encrucijada. De estar a punto de llegar a casa de Madame Eva sin mayor contratiempo, a encontrarnos con uno de ésos que dan bastante mal agüero, con un cementerio como decorado de fondo y unas figuras fantasmales de protagonistas.

Intentando no dejarme atrapar por el miedo escénico, hago caso a la propuesta de Ely y me muevo junto a ella, en dirección al cadalso. Una vez lleguemos arriba, ya veré si echo mano de la varita, o si pruebo cuán incorpóreas son esas sombras a base de dispararles un buen flechazo.

Ely conocía a estas criaturas un poco mejor que Zack. Eran tinieblas; estas terribles criaturas son muertos vivientes, que no hacen daño físico, pero menguan la energía en cada ataque. Los ataques físicos no mágicos no son efectivos, y los demás tienen un 50% de probabilidades de ser eficaces, excepto la energía positiva, fuerza y el toque fantasmal. Da igual lo grande y fuerte que sea tu armadura, pues sus manos tenebrosas podrán atravesarla para extraerte la vida.

Zack, tras la orden de Elyzabeth, fue el primero en reaccionar y el que avanzó con mayor velocidad hasta el cadalso. Desde allí tenía una perfecta posición para atacar a la sombra, aunque la lástima era que sólo allí había una, y tarde o temprano tendrían que bajar a por las demás o atacar a distancia.

Las sombras no iban a ser más lentas que Zack, y la primera movió la mano hasta tocar el pecho del hombre. Su ataque no era agresivo, de hecho no provocó heridas en él. Pero era como el frío toque de la muerte, y dio un manotazo para apartar esa garra sombría de él.

El cuero que volaba a su alrededor se lanzó con las garras a por una de las sombras... Pero su intento fue en vano, era como tratar de coger aire. Mientras tanto, Reluë se había adelantado, y se detenía para esperar a Ely, para ir juntos hasta el cadalso.

Las otras dos sombras que acechaban al humano hicieron el mismo movimiento que la anterior. El hombre tuvo muy mala suerte, y ambas garras le tocaron. Esta vez su energía disminuía, y su rostro se transformaba lentamente en el color de la ceniza.

Walt, envalentonado, adelantó a Reluë y se abalanzó contra la sombra del cadalso. La sombra parecía reírse de él, pues inicialmente parecía asustadada pero, tras el ataque, sus movimientos eran chulescos, como si se estuviera riendo del de Tepest. Mientras, otra de las sombras se movió sigilosamente para terminar de rodear al hombre, que cada vez le quedaba menos de vida, y la sombra de Walt se acercaba para acariciarle el rostro... con tan mala suerte, que no iba a ser el único que se riera en ese momento. La sombra se cayó a merced de Walt.

El humano cargó contra la primera sombra que le había atacado. De dos eficaces tajos, la sombra se deshizo.

Al final, mientras Ely se reunía con Reluë, Ashlyn se acercaba hacia las sombras. Se detuvo y sacó el símbolo de Pelor, que le llevaba colgando de su cuello.

¡ATRÁS, ALMAS IMPURAS! ¡VOLVER A VUESTRO INFIERNO! ¡ALEJAOS DE NOSOTROS!

Y las sombras entendieron que Ashlyn era la portadora de la Luz del Señor del Sol. Y la luz emitida por el símbolo las quemó, y todas huyeron despavoridas, temerosas de esa Iluminada.

El hombre, débil, miró a la paladina, antes de caer al suelo rendido, sin energía

Zack miró a Ashlyn y le dedicó una sonrisa, guardó su gran hacha y le levantó el pulgar en señal de aprobación hacia su nueva amiga. ¡Buen trabajo! En ese momento salió corriendo para atender al hombre que había caído desmayado. No tenía muy claro si había muerto o no, así que cuando se encontró que lo tenía cogido entre sus brazos, llamó a gritos a Ely. ¡Ven, corre! Seguramente Ashlyn también supiera sanar sus heridas, pero de ella no lo sabía con seguridad. Pinta muy mal. Es como si le hubieran absorbido toda su vida. Dijo mirando su ceniciento rostro. ¿Puedes hacer algo? ¿Esto tiene cura?

Es un placer pasearse entre las sombras acechantes de las lápidas, por muy tenebrosas que éstas sean y por muy temibles que sean las almas en pena que moran y sufren su eterno no-descanso entre los muros del cementerio, mientras tengas a una Iluminadora cerca. Así da gusto, oye. No todos los días se vé algo así.

Mucho más relajado, me acerco hacia donde el hombre de negro palidece en el suelo.

- Bien hecho, Ashlyn. Nos has ahorrado mucha faena.- La congratulo al pasar junto a ella. No es que ahora me vaya a convertir en otro de sus perritos falderos, pero al César, lo que es del César.

Mientras espero a que alguna de las sanadoras se hagan cargo de él -mi cinturón curativo y mis pociones están, desde luego, a su servicio. Ely ya sabe que las tengo, si necesita algo de eso ya me lo pedirá- me acerco hasta el pobre cuervo que, sobre el suelo, da saltitos nerviosos alrededor de quien debe ser su dueño, postrado en un estado lamentable.

- Ven aquí... -me agacho cerca de él y doy palmaditas en el suelo para captar su atención.- Tranquilo, chico. -le ofrezco mi brazo a ver si quiere subirse encima. Es bonito, el animal, con su brillante plumaje, negro como la noche.

Elyzabeth se llevó una mano a la cara para protegerse de la luz de Ashlyn.

-Volverán- Dijo con pesimismo.  -Pero hemos salvado a nuestro barbudo amigo de caer en la locura- Explicó arrodillándose junto al hombre y examinando sus pupilas.

¿Puedes hacer algo? ¿Esto tiene cura?

Ely disimuló su satisfacción por retomar el protagonismo que la paladín le había robado y respondió con evasivas: -Es posible- Quería alargar ese momento.

-Los daños son muy extensos - Explicó pasando la palma de su mano por el pecho helado del hombre -Con descanso podría recuperarse - Dijo poco convencida.

-Puedo devolverle un poco de energía. Pero no será suficiente y este pergamino es todo lo que tengo- Se lamentó.

Extrajo un rollo de su cinturón, ojeó las runas que tenía inscritas para asegurarse de que curarían al hombre y pronunció las palabras mágicas.

Un destello; mucho más discreto que el de Ashlyn, envolvió el pecho del hombre y recuperó un poco de color en el rostro.

La clérigo dejó que el hombre descansara y después volvió a sentarse junto a el. -Eh, ¿cómo te llamas?¿Qué hacías por aquí?¿Que significa ese colgante que llevas al cuello?- Preguntó tentada de tocarlo.

Walterly quedó a los pies del patíbulo, consternado. Había lanzado dos golpes al aire, y era como si cortase humo. No le había hecho nada. ¡Nada! Y ahora aquel espíritu huía, atravesando árboles y rocas en linea recta, que el cuerpo físico del tepestaní tenía que rodear. No podía alcanzarles, pero ellas volverían para hacer daño a otra persona otro día. En Tepest tenían un dicho: no dejes para mañana lo que puedas matar hoy. Y para una vez que no sigue los preceptos de la sabiduría popular tepestaní, había dejado suelto un peligro mortal.

Miró desde la distancia a aquel hombre. Y a Elyzabeth. Y a Ashlyn. Parecía que después de mucho insistir, Elyzabeth había aprendido a no asustar a los no muertos, para poder acabar con ellos en el momento. Y justo ahora, era Ashlyn, su noble y hermosa Ashlyn, la que le traicionaba y dispersaba a sus enemigos permitiéndoles la huída.

Pero qué mona es... logró salvar a ese viajero, no puedo enfadarme con ella. Hizo lo correcto. No como Elyzabeth.

-Saludos Don Urik. Mi nombre es lady Elyzabeth- Respondió con su tono más formal para no quedarse atrás. -Este voluntarioso tepestaní es Walterly Wallace de Linde. Ahí está mi querido amigo Reluë y este es nada menos que Zack el Oscuro.- Presentó a sus compañeros. Tras una pequeña pausa añadió:-Y nos acompaña la dama Ashlyn. Una grandísima... iluminadora.- Dijo enterrando sus celos tras una sonrisa.

-No os toméis muy a pecho que os llamen loco. Debe ser costumbre por estas tierras- Suspiró poniendo los ojos en blanco.

Elizabeth se sintió reacia a revelar todos sus planes a la primera de cambio. Observó detenidamente al hombre y se limitó a contestar :-Supongo que tenemos los mismos fines. Apuesto a que encajaréis bien si nos acompañáis- Una espada mas nunca sobraría para hacer frente a Strahd.

Mirada penetrante de vampiro... pelo largo de vampiro de otra época... bastante lúcido al hablar, teniendo en cuenta que los fantasmas le habían robado una parte del alma, como si fuese inmune, y solo estuviese fingiendo. Pero era de día, y no olía a muerto viviente, así que no era un vampiro. Además, parecía una de esas personas en las que hasta Elyzabeth confiaría.

Mira... pareces amigable, así que te lo contaremos todo sin reservas. Yo estoy viajando por el mundo, buscando a mi padre perdido. Es más o menos de esta altura... con barba... un acento como el mío... Contactó con nosotros el difunto Burgomaestre de Barovia, y pidió que viniésemos, pero me mordió un gusano nada más llegar-dijo señalando la pierna ya curada-. Ahora me encuentro bien. Quizás me pica un poco la pierna de vez en cuando, así que vamos a ver a Madame Eva, la que no tiene un prostíbulo, para asegurarnos de que estoy curado del todo y que el gusano no ha puesto huevos. Elyzabeth ya ha dicho que su magia me ha curado, pero como que no me fío mucho. Quiero una segunda opinión.

Omitió la información que desde su punto de vista no era relevante, como que el párroco Danovich decía que Madame Eva sabía dónde estaba el tomo de Strahd, que contenía el modo de destruír al señor del castillo. Es que para el tepestaní lo importante era lo de su pierna. Es como aquel dicho de su tierra que dice "la vaca se dedica a pastar, y el lamasu a estudiar": a las personas simples como Walt les basta con las ocupaciones simples.

Zack asintió ante las palabras de Elysabeth y tendió la mano al caballero Don Urik. Le sorprendió ver lo apuesto que era y lanzó una mirada de reojo a Ashlyn a ver si él había llamado la atención en ella. Un hombre más, un hombre apuesto, eso implicaba un competidor más al que hacer frente. Negó con la cabeza intentando eliminar esos pensamientos de la cabeza y tras retirar el apretón de manos, le dijo, encantado.

Como dicen mis compañeros, vinimos a Barovia por nuestros motivos personales, dijo sin querer ahondonar en ellos, pero al llegar nos encontramos con que la ciudad estaba atestada de muertos vivientes, y no solo eso, parece que el Señor del Castillo, conocido como Strahd, aterroriza a las gentes de este pueblo. Así que, vamos a investigar, vamos a ver qué podemos hacer y como podemos ayudarles. 

Será que nos aburrimos y no tenemos otra cosa que hacer. Concluyó encogiéndose de hombros.

Simpático este tal Hurrn; ha sido gracioso verle danzar con las alas abiertas, intentando darle un picotazo a mi mano, hasta que ha visto que su amo se incorporaba y ha volado hacia su hombro.

Escucho las presentaciones de todos y las explcaciones que dan mis compañeros. Por mi parte, abundo en la dada por Walt.

- El difunto burgomaestre se llamaba Kolyan Indirovich. ¿Le conocíais, tal vez? -el burgomaestre tenía un amuleto con un cuervo, no sería de extrañar.- Él fue quien mandó emisarios fuera de Barovia en busca de ayuda.

Al escuchar el nombre de Strahd, su mirada se oscureció y su rostro endureció. Strahd... Ese mal nacido, es enemigo de todo ser viviente de Barovia, y es el mal que asola este mundo. Apretó su mano con fuerza Ha de ser destruido, debe ser castigado por sus pecados.

El caballero no os había dicho si os acompañaría o no, pero parecía claro tras esas palabras. Sólo volvió a relajarse cuando Reluë le preguntó por el burgomaestre anterior.

Sí, conocía al anterior burgomaestre. Otro más que me consideraba un loco por luchar contra el mal, pero me lo agradecía, lo se. Era un hombre sabio y justo y, junto con el sacerdote Danovich, parecía que el mal le costaba más entrar en Barovia. Tras su muerte, su hijo Ismark habrá tomado el control... Pero no le veo como líder fuerte para que conduzca al pueblo a nueva era de paz. No, no lo veo

Rápidamente comprobó que tenía todo en su sitio mientras Hurrn alzaba el vuelo.

Amigo, vuela delante de nosotros, avísanos de cualquier enemigo, ayúdanos a despejar todo esto de maldad.

El camino se mostró tranquilo, sin la presencia de más enemigos, quizá por la compañía de Don Urik. Pero, aunque no se viera a ningún enemigo, la sensación de que alguien les vigilaba iba en aumento.

La cúpula de bruma y ramas que les acompañaba se abrió súbitamente al cielo, aunque negras nubes de tormenta lo cubrían por completo. Un círculo de coloridos carromatos y varias tiendas dispersas se apiñaban alrededor de una gran hoguera, mientras un puñado de hombres y mujeres de vestidos llamativos se sentaban en silencio cerca de las carretas. Al otro lado del campamento, un pequeño lago reflejaba el iracundo cielo que se cernía sobre él.

Elyzabeth puso cara de circunstancias al escuchar a Don Urik hablar del sacerdote Danovich.

La joven trató de articular varias veces una explicación antes de soltar la verdad sin ningún tipo de ambages: -Danovich se perdió en la desesperación y reanimó a su hijo como un muerto viviente...Mucho más eficiente que el pobre Marcus- Añadió para sí. -No puedo dejar de sentir lástima por él, pero desató una plaga sobre Barovia que solo acabó con su muerte.-

Tras contemplar el hermoso cuervo se puso en marcha.

-Veis lo útil que es tener un aliado- Dijo con la mirada perdida. La pálida muchacha se podía referir al cuervo, a Urik o al dos veces difunto Marcus.

Al llegar al campamento saludó a las personas que encontraron reunidas junto a las carretas y preguntó por madame Eva.

Para aliado-aliado, el que tengo aquí colgado-pensó para sí Walterly tocando el mango de su espada envainada en el cinto, como rezaba un antiguo proverbio tepestaní.

Parecía que lo que decían de Madame Eva era cierto: no era Madame de prostíbulo. O por lo menos Walt se esperaba un edificio parecido a una posada, y no un puñado de coloridos carromatos. Aunque el "colorido" de los carromatos fuese lo suficientemente frívolo como para presuponer que se dedicaban a tareas de baja catadura moral, como los prostíbulos o el circo.

Walterly se puso a la par de Elyzabeth, y completó cada pregunta de la chica sobre Madame Eva con un...

Miren una cosita... ¿y a un hombre de pelo castaño, con barba, de más o menos esta altura y con un acento como el mío...? ¿A ese lo habéis visto o sabéis dónde está?

- El burgomaestre se enfrentó a Shrad con un amuleto sagrado, 'el amuleto del cuervo', y parece que logró dañarle. -le comento a Urik mientras avanzamos por el camino.- ¿Era Koylan, tal vez, un miembro de vuestra Orden? -le pregunto, intrigado por si ese amuleto sagrado sería el mismo que el que él lleva colgado.- ¿Tendría él uno como el que portáis vos al cuello?

Continuamos el camino, siguiendo la negra estela del cuervo, hasta dar con un campamento nómada donde debe hallarse Madame Eva. Echo un vistazo a mi alrededor, a ver si alguna de las persona que se ven tienen pinta de sabia enigmática, mientras Ely pregunta por su paradero y Walt por el de su padre.

Don Urik agachó con la cabeza y lanzó una plegaria cuando Elyzabeth le contó lo de Danovich.

Amaba a su hijo por encima de todas las cosas. El amor fue la perdición de su cordura. Aunque no debía haber cambiado el orden natural de las cosas. Eso no tiene perdón, pero... ¿cómo condenar a alguien que ha hecho tanto bien y que pierde la cabeza? musitó, sin llegar a responderse.

Las palabras de Reluë le dejaron extrañado. No, no era miembro de nuestra orden. Soy el último Caballero vivo que yo sepa. ¿Qué símbolo llevaba?

Cof, cof, cof, cof...

Walt agitó la mano para alejar de su nariz el apestoso olor a incienso que le bloqueaba su olfato detector de muertos vivientes. Solo le quedaba el consuelo de que no dejaba el regusto dulzón y empalagoso en la pituitaria del perfume de Elyzabeth.

Ya lo del tamaño de la anciana le daba igual. En Tepest también había mujeres voluminosas, de esas de "ordeñar la vaca igual que a la tetaca". Cierto que no podían competir en altura con la anciana, pero tampoco Walt podía compararse con el difunto Broc. Los tepestaníes son más bajitos, es lo que hay, y había que aceptarlo.

Y su modo de hablar... Quizás si no estuviese llenándose los pulmones con todo este humo de incienso, tendría un tono de voz más diáfano.

Mire una cosita... Cof, cof... Buenos días, y eso. Por un casual, a ver si puede aclararme una duda... ¿nos esperaba? Cof, cof... Lo pregunto porque como dijo lo de "por fin habéis llegado", suena raro. Cof, cof, cof...