Partida Rol por web

Chasqueo la lengua mirando al constructo. Me temo que la única que tiene un arma así es Ely digo antes de lanzarme hacia la construcción mágica con la espada solar en la mano.

Por mucha resistencia que tenga, quizá la espada solar sea capaz de vencerla. Tampoco es que tenga muchas más opciones respecto a armas.

Lo siento, pero en esta ocasión no voy a ceder. Todo lo que soy se basa en destruir a estas criaturas.

   -¡Pues yo tampoco!- respondió altiva, pero al hacerlo desde el túnel, en lugar de protegiendo con su cuerpo al del vampiro, dejaba a Ash la posibilidad de cumplir su amenaza. Para empeorarlo aún más, la joven continuó bufando improperios mientras colocaba a Ulrika sobre el altar. –Si eso es todo lo que sabes hacer ¡Me cambio de bando!- Amenazó retirando la máscara de cuero del zombi. En lugar del horrible rostro de Babá-Zelena apareció una maraña de greñas apelmazadas. Beth se apresuró a peinarlas, como si aquello pudiera facilitar que el zombi pudiera ver o respirar mejor. Para horror de los paladines, se trataba de Walterly. Los ojos del tepestaní eran un fulgor titilante al fondo de unas cuencas oscuras y su fuerte mentón ahora se descolgaba de lado. – Podré ser muchas cosas, doña Ashlyn-de-todos-los-santos, pero no soy una asesina. Mi motivación vá mas allá de arrebatar vidas, y ahora vas a comprobar lo hermoso que puede ser recuperar una que creíamos perdida- Ely se subió con Walt en el altar, tomando su mano mientras miraba a Ashlyn con una sonrisa triunfal. La clériga estaba a punto de poder restregarle su superioridad moral cuando el espíritu del difunto quedó seccionado de su cuerpo.

-¡Noo!¡No me hagas esto Waly!¡Vive!¡VIVEEEE!- Aulló hincándose de rodillas con los ojos anegados de lágrimas. Todo le empezó a dar vueltas, las piernas flaqueaban, pero no le ocurría a ella sola. La sala temblaba realmente zarandeándolos a todos. Beth saltó a un lado en cuanto se dio cuenta de que el altar era otra maldita trampa. Deseaba morir, pero si se rendía, jamás recuperaría a Walt, perdería a Reluë y Ash acabaría con Jander, desatando un cisma con los paladines, a los que consideraba sus mejores amigos, aunque no pudiera explicar el motivo.

Es un Eidolón, un tipo de constructo.

-¿Un Heliodón has dicho? Ya había oído ese nombre*- Balbuceó intentando salir del shock.

¡Luchad con él! Es resistente a nuestros hechizos y es mejor golpearlo con armas mágicas contundentes.

Elyzabeth se interpuso entre el constructo y Walt para proteger al zombi. Ahora cobraba sentido el cambio de actitud desde que salieron de la mansión, sobre todo en combate. O porqué la musculatura del cuello había reventado las costuras del ajustado traje de cuero, por no mencionar el grimoso incidente de perder un pecho que obviamente no podía pertenecer a ese cuerpo.

-Hora de trinchar el pavo.- Dijo empuñando su lanza con ambas manos -Luego hablaremos tú y yo- Bufó a la cazadora de muertos vivientes sin apartar los ojos del constructo. Pero la coraza emocional de Elyzabeth flaqueó. Incluso si sobrevivían al combate podría ser el final de su aventura. Las manos le temblaban y al tomar impulso para lancear al constructo impactó con el extremo del astil al zombi, que ni siquiera parpadeó. Su siguiente ataque fue tan débil que no hirió al monstruo, pero Beth no cedió terreno, sino que se movió en diagonal para facilitar a sus compañeros que flaneasen a su enemigo.

 ¿Has zombificado a Walt? ¿En serio? ¿A Walt? ¿Quién va a ser el siguiente, yo? Sed todos testigos de mi testamento vital: si muero, que mi cuerpo no sea convertido en muerto viviente por Elyzabeth. Prometédmelo-la runa de la cara del Eidolón se iluminó disparando un rayo sobre Reluë que perturbó su mente-. Yo... no... ¿Y si mato a Elyzabeth? ¿Y si os mato a todos? Así no me convertiréis en zombi. Yo... no... sal de mi mente... ¡No les haré daño!

Reluë lanzó una bola de fuego contra el constructo, pero otra de sus runas se iluminó absorbiendo toda su magia y evitando la explosión. El constructo dio dos bofetones a Elyzabeth que la dejaron medio lela.

Entonces acudieron los refuerzos: Lobo por la izquierda, Urik por la derecha. Ambos hundieron sus espadas en el Eidolón. Solo se quedaron atrás Ulrika (por órden de Elyzabeth) y Van Richten, pero incluso el viejo ayudó. Rodolfo sacó de su zurrón un frasco de fuego de alquimista y lo lanzó a la cabeza de la criatura. Las llamas prendieron el torso y la cabeza del constructo, y las salpicaduras no dañaron los rostros de los aventureros gracias al sello del Pantano.

Aprieto con fuerza la espada solar. Dijiste que solo malignos digo entre dientes.

Pero ahora se confirma aquello que me dijeron mis maestros: no confíes en quiénes utiliza magia nigromántica, pues terminan invariablemente corrompidos.

Incluso llegué a pensar que podíamos ser amigas, imaginando que daba a los malvados una oportunidad para servir al bien y redimir sus pecados. ¿Pero qué pecado había cometido Walt?

Con un rugido de rabia me lanzo a por el Eidolón. Una vez acabemos con él no sé qué pasará, pero desde luego no será agradable.

-¡Ya está el mago-angustias poniéndose dramático!- Fingió molestarse Beth, aunque el tierno elfo taciturno era incapaz de incomodarla realmente.  -Tu no vas a morir…Y yo no tengo ninguna intención.- Respondió sin tomar en serio sus protestas -La Nigromancia tiene más de arte que de magia y lo de Walt es…- La sacerdotisa se distrajo del combate para mirar a Walt una vez más. Su zombi carecía de la chispa del tepestaní, y su mandíbula desencajada no volvería a recitar los divertidos refranes de su tierra, desmadejando su ánimo para burlarse de nada. –...Lo de Walt es una gran cagada- Admitió con pesar. –No fui capaz de dejarlo marchar, necesitaba mantenerlo a mi lado…Acariaciarle, olerle, besarle…Estaba convencida de poder resucitarlo, pero esa mierda de altar…- Ely descargó un lanzado contra el Eidolón como si tuviera la culpa de todos sus errores. Su ataque vehemente empaló al ser, pero la dejó sin guardia y el constructo le arreó dos guantazos como dos soles que estuvieron a punto de sentarla de culo. La joven se mantuvo en pie por pura voluntad mientras la nariz le sangraba a borbotones. Medio muerta, recuperó su posición entre el constructo y Walt…o lo que quedaba de el y desafió a su enemigo:

  -¡No te acerques a mi chico!- Gruño preparándose para el contraataque.

- No, beth, no...¿que has hecho? - dijo mientras contemplaba el recién descubierto cadáver de Walt. No sabía que le dolía más, si la palabra obviamente rota, como Ashlyn se encargó de remarcar, o el evidente sentimiento que la clérigo sentía por el difunto. Era lícito que ella le amara, pero nunca que condenara su alma como había hecho. 

Reluë expresó en voz alta algo que llevaba rondando por su cabeza un tiempo. - No pasará amigo, ni a tí ni a nadie más. - prometió. 

Atacó con furia, y concentró todo su ser en acabar con aquella cosa. 

De pronto todas las runas del Eidolón se encendieron a la vez. Se acuclilló y se hizo un ovillo, recobrando su forma de altar. Y entonces el fulgor de las runas se volvió a apagar haciendo que todo recobrase su normalidad.

La opinión de un anciano no pesa nada, así que parece que el único consenso está en destruir las reliquias.

Pusieron una de ellas en el altar. Una llama azul envolvió a la reliquia. Estuvo ardiendo hasta que se consumió por completo y la llama se apagó.

¿Queréis dejar la otra reliquia para negociar o también la destruimos?

Y el otro tema a tratar... Tan solo Elyzabeth se opone a que matemos a Jander, pero después de lo que le ha hecho Walt, su credibilidad ha sufrido un serio revés. Yo me ayudo de Lyssa para mis fines, así que no soy quién para hablar. Como ya dije, el peso de la opinión de un viejo no cuenta. Si queréis matad al vampiro...

Rodolfo sacó de su zurrón una estaca de madera y dos ajos, y los tendió a los paladines.

Primero clavad su espada en el corazón. Después llenad la boca de ajos. Por último cortadle la cabeza. Esta vez tómate el tiempo que necesites, Ashlyn.

La espada atravesó al constructo dos fulgurantes veces y éste se retrotrajo sobre sí mismo como si nunca se hubiera transformado. 

Con un golpe seco envainó la espada y se giró hacia Beth. - Liberalo de su sufrimiento. - le dijo, señalando a Walt. - Quizá si lo liberas de tu magia nigromantica aún se le pueda salvar. - el paladín no tenía ni idea, pero había que poner las cosas en su sitio. 

Contempló como se destruía la primera de las reliquias y negó con la cabeza ante la sugerencia de negociar engañando a la diablesa. - Mi orden perdió a uno de sus más grandes paladines sacrificándose contra ése demonio. No pienso negociar. Destruye la segunda reliquia y acabemos con esa malnacida. - 

Luego se giró hacia el vampiro. Sus palabras entre murmullos le habían hecho dudar. - ¿si lo acostamos en el altar quizá sane? Deberíamos probar antes. - le dijo a Ash. - No creo que sea intrínsecamente malvado, pero no deja de ser un no-muerto condenado a alimentarse de sangre por toda la eternidad. Si hay forma de sanarlo me gustaría intentarlo, pero si no, creo sinceramente que debemos acabar con su maldición. Antes o después perderá el control, ¿y con qué cara nos justificaremos ante las familias de sus víctimas? - razonó. 

- Si estuviera en condiciones de luchar, le ofrecería ayudar a acabar con todo éste mal junto a nosotros. - 

- ¿si lo acostamos en el altar quizá sane? Deberíamos probar antes. –

-Sí…¡Eso es!- Jadeó taponándose las fosas nasales y levantando la cabeza para que le dejase de sangrar la nariz. La joven invocó sus escasos poderes curativos para detener la hemorragia, y aunque distaba mucho de haberse recuperado, logró hablar sin la voz de duende que se te pone cuando te tapas la nariz.

- Jander no nos ha hecho nada, se merece al menos una oportunidad - Imploró a los paladines.

– Guarda esa porquería de ajos hasta que aparezca Strhad - Bufó a Rodolfo.

Ely se volvió hacia Walt. Acarició sus mejillas con ambas manos y susurró: -Yo tampoco quiero verlo así Urik. Confieso que he disfrutado con otros títeres, pero vosotros sois diferentes. Me gusta que estéis pendientes de mí y esto no se le parece -. dijo besando al tepestaní en la frente. –Mi intención siempre fue devolverle la vida y si no encuentro el modo, tendré que encontrar las fuerzas para “dejarlo marchar” como dices. Pero aún no he tirado la toalla- Terminó con un hilillo de voz apenas audible. Beth volvió a ajustar la máscara de cuero sobre la cabeza del zombi. –… Me será más fácil seguir llamándote Ulrika mientras tanto-  Murmuró tras aclararse la garganta.

Antes de que el paladín pudiera protestar, Elyzabeth le cortó desatando su fuego interior: -He sido yo quien ha confesado lo que hice, pero si ya lo sospechabas…- Los ojos de la sacerdotisa se entrecerraron como los de un felino. Su dedo índice quedó congelado en el aire. Con Strhad detrás de cualquier puerta no era el momento de cruzar acusaciones. La joven terminó con un aspaviento y se colgó la lanza a la espalda. Sacó a Jander de su ataúd con una fuerza impropia de alguien tan delgado y lo plantó sobre el altar como un saco de patatas. –¡Hacer lo que os salga de las narices con la otra reliquia!- Gruño a los presentes. Luego suavizó el tono hasta volverse tierno como sólo la nigromante era capaz. –Tendrás que disculparme Jander- Susurró al vampiro. –Es posible que este altar te arrebate la mitad de tu encanto, pero lo hago para salvar tu otra mitad…O al menos tu cabeza- Dijo retirándose un paso con la esperanza de que el artefacto obrase su magia mejor que con el tepestaní.

En el momento que el constructo cae, mi mano se aprieta fuertemente en la empuñadura de la espada solar. Me doy la vuelta lentamente sin guardarla mirando con frialdad a Elyzabeth, intentando no dejar ver el dolor que siento por dentro.

Escucho a Urik y realmente no me creo lo que dice. ¿Cuántas veces tienen que explicaros que los no muertos no tienen alma que resucitar? Su alma termina en el infierno o en algún sitio todavía peor, y a eso es a lo que has condenado a nuestro compañero. ¿Y ahora queréis probar con el vampiro?

Lanzo un suspiro y niego. Miro a Urik directamente. ¿Entonces estás dispuesto a perdonar lo que le ha hecho a nuestro compañero y amigo? ¿A seguir como si nada pasara? Lo siento mucho, pero cuando abandonemos el castillo buscaré el modo de acabar con Stradh por mi cuenta. Tendrás que elegir con cuál irte, Urik, porque no pienso seguir junto a ella. Si no la cosa acabará mal para una de las dos.

Don Urik miró  a los ojos a Beth, apretando la mandíbula mientras esta hablaba y buscaba justificaciones. Cuando ella terminó, Ash le empezó a recriminar por otro lado, y al caballero del cuervo se le estaba acabando la paciencia. 

- Elizabeth, he dicho que lo liberes. Ahora. Deshaz el conjuro sobre su cuerpo, libera su alma. Yo mismo lo pondré sobre el altar y rezaré para que resucite. Si no lo hace, le daremos el último adiós. Sobre Jander, si el altar lo vuelve elfo vivo de nuevo, perfecto, si no, le ahorraremos más sufrimientos. Y por último, no, no le perdono a Beth lo que ha hecho. Por eso le voy a prohibir que vuelva a levantar a nadie. A nadie más, nunca más. No estoy tan loco como para ignorar que su magia es una buena aliada, pero no pienso permitir que siga realizando su magia a su antojo. - se encaró con la clérigo. 

- Elizabeth, si quieres continuar con nosotros, tendrás que jurar sólo emplear tu magia para la consecución de nuestro objetivo, sin desvíos, sin trampas. No podrás volver a re-animar a nadie, bajo ninguna excusa. Y cuando todo esto termine, tendrás que aceptar el castigo que Ash y yo decidamos por ésta transgresión a nuestro amigo y a su alma inmortal y tu mentira. Por mi parte sólo bajo esas condiciones permitiré que sigas a nuestro lado, y obviamente, Ash también tiene que aceptar. En cualquier caso, mi camino está con ella, con Ashlyn. No tengo nada que decidir. - 

Beth había cometido su último error con ellos, ya no habrían más oportunidades, ésta era la última. 

Ahora ella tendría que decidir si tragar y cumplir o acabar. 

Pusieron la segunda reliquia, y también se destruyó, se hizo polvo.

 ¿Castigar a Elyzabeth? Creo que los ánimos se han caldeado un poco... No sé si es este sumidero del mal o si se trata del dominio mental del Eidolón, pero no deberíamos tratar este tipo de reproches hasta salir de aquí.

Mi querida Anna...-dijo.

Cuando Elyzabeth colocó al elfo vampiro sobre el altar, se volvió a repetir la misma historia que con Walt: un hilo espiritual emergió de su torso. Si el de Walt era de color azul, el de Jander era dorado como sus cabellos. La otra diferencia era que el hilo de Walt estaba cortado, incapaz de establecer un vínculo con el Más Allá. Por contra, el hilo de Jander se alargó y entró en el túnel por el que habían entrado, en dirección al zaguán en el que combatieron al trol invisible.

Hicieron la prueba de quitar a Jander del altar, y el hilo se desvaneció. Volvieron a colocarlo, y de nuevo el hilo dorado partió en dirección a quién sabe qué parte del castillo.

Lo siento mucho, pero cuando abandonemos el castillo buscaré el modo de acabar con Stradh por mi cuenta. Tendrás que elegir con cuál irte, Urik

     Elyzabeth obvió el modo en que Ash apretaba la empuñadura de su espada y puso los ojos en planco como si lidiara con la rabieta de una adolescente: –Si te separas del grupo Strhad se pondrá muy contento de escudriñarnos y acabar con nosotros uno por uno…Te recuerdo que fue así como murió Walt y sería más útil encauzar toda esa rabia contra él. Ya he explicado los motivos para hacer lo que he hecho. ¿Por qué os parece bien que el doctor traiga a una vampiresa y yo no pueda traer un zombi?

Elizabeth, he dicho que lo liberes. Ahora. Deshaz el conjuro sobre su cuerpo, libera su alma. Yo mismo lo pondré sobre el altar y rezaré para que resucite.

La nigromante se volvió hacia Urik. – Tener un poco de fe en mí. No puedo deshacer este conjuro. Hay maneras de recuperar a nuestro Walt, pero dejar su cuerpo mutilado en esta mazmorra no es una de ellas.-

tendrás que jurar sólo emplear tu magia para la consecución de nuestro objetivo, sin desvíos, sin trampas. No podrás volver a re-animar a nadie

-No he hecho otra cosa que usar mi magia para derrotar a Sthad, pero si vas a castigarme de todas formas, hazlo ahora y me ahorro el tormento de ver como vuelve a morir un amigo – Dijo quitándose el yelmo y sujetándolo sobre su pecho. Sus palabras no eran desafiantes, sino de tristeza y en su mirada no había rencor sino decepción.

¿Castigar a Elyzabeth? …no deberíamos tratar este tipo de reproches hasta salir de aquí.

-Por fin alguien dice algo sensato- Bufó volviéndose a poner el casco. –Si no vais a quemar a la bruja, será mejor que la curéis para que os pueda seguir ayudando- Dijo recuperando su tono irónico habitual. Urik y Ash mantenían sus miradas aceradas sobre ella de modo que cedió a sus condiciones con desgana: -Vale, nada de zombis. Lo juro por los ajos de Barovia- prometió levantando la mano.

Mi querida Anna...

-¿Anna?¿Qué Anna?-

Ely centró su atención en el elfo-vampiro. En su lecho de muerte solo tenía palabras para su amor. Al colocarlo en el altar dedujo que su alma debía estar en dirección al zaguán y propuso encontrarla. – Jander, vamos a dejarte en el altar para que tu hilillo plateado pueda guiarnos. Será mejor que no hagas ruido hasta que volvamos. – Luego levantó la vista hacia sus compañeros y añadió: - Si no lo hacéis por compasión, pensar que ganamos un aliado contra Sthad y con mucha suerte, quizás aprendamos algo que nos ayude a resucitar a Walt. –

Beth recogió su equipo para volver hacia el zaguán pero tuvo que detenerse. No podía alejarse de la paladina. Al volverse y ver a Ulrika cargando con el espejo de poder mental, tuvo una idea. La joven remangó el saco de dormir para ver su superficie y se concentró en las almas de Jander y Walt. Sabía que funcionaba en otros planos, pero no estaba familiarizado con la mayoría de ellos, más allá de lo que le había instruido Morrigan.

En mi favor, diré que Lyssa Von Zarovich ya era una vampiresa cuando la encontré. Ni tenía un vínculo emocional con ella, ni la convertí yo en muerta viviente-dijo Van Richten.

 Anna era el nombre por el que llamó Jander a Irina cuando se la encontró por primera vez-recordó el semielfo con su mente enciclopédica-. Según nos contó, tanto Irina como Anna eran reencarnaciones de la Tatyana original por la que Strahd perdió la cabeza. Y dos cosas más... Primero, que yo veo el hilo de Jander dorado, pero que sea dorado o azul es el eterno debate. Segundo, recuerda que el espejo muestra lugares, no personas. ¿Qué lugar pretendes ver exactamente?

El espejo mostraba el reflejo de la propia Elyzabeth. Cuando la mujer dejó de pensar en "el alma de Jander" y pensó en "el lugar más alejado al que llega el hilo espiritual de Jander", el espejo mostró un gran salón con dos tronos, y a Strahd e Irina, solo que la hija (adoptiva) del Burgomaestre estaba algo cambiada...

El hilo dorado cruzaba el salón y se hundía en la coraza de Irina, a la altura del corazón. Ella estaba sentada en uno de los tronos, pero Strahd estaba en pie ante ella, investigando el hilo, tratando de atraparlo con los dedos, pero su mano atravesaba el hilo fantasmal e intangible.

Si el hilo une a los dos enamorados-dijo Van Richten sobre Irina y Jander-, significa que Irina aún tiene una pizca de humanidad. Su transformación en vampiresa no ha sido completa. Y también nos dice que los sentimientos de Jander son sinceros, amor puro: está más apegado al alma de Anna que a su propio espíritu-Jander nunca corresponderá a Elyzabeth-. Si nosotros podemos seguir el hilo hasta Strahd, él también puede usarlo para llegar hasta nosotros. Quitad a Jander del altar, ¡rápido!

Don Urik contempló a Elyzabeth largamente mientras ésta le rebatía con sus razones y la fuerza de su personalidad. Ash permanecía callada, probablemente rumiando sus pensamientos y demasiado exasperada para hablar. Casi podía imaginar el chirrido de los dientes de la paladina y cómo trataba de serenar su pulso. 

- Beth tiene razón con respecto a si te separas del grupo y lo que Stradh puede llegar a hacer, creo que eso tendríamos que descartarlo hasta terminar de cumplir nuestra misión. Con respecto a que te confíe en ti, Beth. Voy a darte algo más de margen por todo lo que hemos pasado hasta ahora juntos. Quiero, y recalco, quiero...quiero creer que te gusta caminar por ésa difusa línea entre lo que estamos dispuestos a aguantar y lo que no, pero te puedo asegurar que por lo que ha mí respecta no me gusta esa ambivalencia, no me siento nada cómodo. Estoy realmente enfadado porque aunque pides que confiemos en ti, debes darte cuenta que tú no has confiado en nosotros, nos podrías haber contado tu plan de no abandonar al Señor W. y buscar una forma de resucitarlo, quizá podríamos haber pensado algo entre todos, o al menos, tendríamos razones para creer en tu palabra, pues al menos te habrías arriesgado a nuestra negativa. De ésta forma has decidido tú por nosotros, y eso personalmente no me gusta. - 

Beth se ofreció a ser castigada, y Reluë intercedió por ella. - Tranquilo, por mi parte no va a haber castigo. Es absurdo en ésta situación, más tras todo lo que hemos hecho unos por otros, y necesitando aliados como necesitamos, pelear entre nosotros sólo beneficia a un bando. Ash, cuando todo termine podremos tomar nuestras decisiones finales, pero creo que debemos seguir juntos, pues Stradh aprovechará cada oportunidad y duda para separarnos. Debemos perserverar y derrotarlo. Juntos. - 

Al escuchar la promesa de Beth, asintió. - Con eso bastará por ahora. - 

Mientras la mujer trasteaba con el espejo, el Doctor aportó su grano de arena a la situación. 

La aparición de Irina, o en lo que se estaba convirtiendo, espeluznó a Don Urik. La abrupta explicación del Doctor tenía todo el sentido del mundo y Don Urik se apresuró en quitar a Jander del Altar. 

Con un golpe, el vampiro golpeó el suelo. Don Urik tenía la amarga sensación de que aún no estaban del todo listos para derrotar a Stradh y que Jander, por ahora, no les iba a servir de nada, aún. - Hagamos lo que hagamos, tenemos que hacerlo cuanto antes. - dijo el caballero, urgiendo al resto a decidir qué hacer a continuación. 

Con un gesto, le entregó la poción de esplendor de águila a Beth. - Si tus poderes son más fuertes, nos beneficia como grupo. Toma. - 

El eterno debate entre lo que se debe hacer y lo que puedo asumir se vuelve a despertar en mi interior. Constantemente Elyzabeth lo está provocando, pero esta vez lo ha llevado demasiado al límite y no creo ser capaz de perdonarlo. Los muertos vivientes no tienen alma, su alma queda encerrada en un infierno eterno. Entonces esencialmente Elyzabeth ha mandado a Walter al infierno, y aunque lo recuperemos nunca volvería a ser el mismo.

Sin embargo las palabras de Urik son las que logran romper el debate en mi interior. Tenéis razón en que no conviene separarnos ahora mismo, y también en que necesitamos aliados para enfrentar a Stradh. Pero eso... va contra mí directamente, contra mi esencia, contra todo lo que soy.

Lanzo un suspiro y niego agachando la cabeza. Supongo que no tenemos más alternativa que aceptar tu presencia, pero cuando acabemos con Stradh y si sigo con vida, nos separaremos.

Ahora deberíamos hacer algo con Jander. Pienso que nos puede ser útil ya que su hilo mostrará siempre dónde está Irina. Pero no podemos dejarlo libre.

…De ésta forma has decidido tú por nosotros, y eso personalmente no me gusta. – 

Ely jugó la baza de hacerse la ofendida solo para decir la última palabra: -Tú tampoco compartiste conmigo lo de Rodolfo, así que estamos en paz. Muchas gracias.- Dijo guardando la redoma de poción que le había dado Urik con una sonrisilla. Pero Ashlyn, como buena mujer, marcaba distancias. Se sintió tentada de regalarle su frasquito de perfume para suavizar la situación, pero temiendo que se lo estampara en la cara se limitó a refranear: –El tepestaní habría dicho que los escrúpulos son como el estiércol. Hay que respirar hondo para acostumbrarse –

Ayudó a apartar al Jander del Altar y asintió a la propuesta de la paladina: -Si. Hemos visto la curiosidad de Strhad. Además podríamos utilizar ese hilillo para atraerlo a una trampa, pero antes debemos debilitarlo destruyendo el corazón de Día. De momento os propongo meter a Jander en su ataúd para que pueda ayudarnos más adelante. Podríamos usar el espejo para mandarlo al sótano del herrero. Es un lugar tranquilo que no nos compromete. Ahora reagrupémonos y terminemos la misión que nos hemos propuesto para hoy.-

- No es lo mismo y lo sabes, no juegues conmigo, Beth. - le contestó para zanjar aquello. No iba a permitir que la bruja pensara que era similar una cosa con otra, pues ni mucho menos lo era, y no quería que pensara que estaba justificada, pues no lo estaba. 

Se giró a Ash y le asintió cogiéndola de los hombros y marcando una ligera sonrisa de aprecio en su, de normal, serio rostro. - Gracias Ash, nos necesitamos juntos, unidos, vamos a acabar con ésto y luego decidiremos, pero no permitamos que Stradh nos venza. Siempre podrás contar conmigo, no lo dudes nunca. - 

Ante la propuesta de Beth, el caballero asintió. - Bien, hagámoslo cuanto antes. Mandemos a Jander a lugar seguro y vayamos a por ése corazón, y luego al siguiente paso. - 

Repasó su equipo y se preparó para lo que venía. 

Pero recordad que Jander sin el altar no nos sirve. Aunque ahora que sabemos dónde está supongo que podemos regresar aquí con el espejo...[/b]

Venga, vamos por el corazón ese. Me temo que, si Irina está junto a Stradh, intentar un rescate ahora es imposible. Solo rezo porque sea capaz de aguantar, realmente lamento de corazón su situación.