Partida Rol por web

Cercanía de Vault City, mañana del 23 de Octubre de 2291

—Tenemos un acuerdo entonces —declaró el trajeado con una sonrisa amplia, satisfecha —. Me alegra que hayan accedido. Pocas veces se encuentra a gente tan colaboradora. No se arrepentirán.

Mientras os repartía a cada uno un Pip-Boy, pudisteis comprobar que se podían poner y sacar sin problemas, ni parecían tener ningún cierre especial que lo pudiera impedir. Mientras Davo echaba cuenta de lo que los saqueadores muertos llevaban, Jeremiah se volvió hacia los miembros de la Hermandad del Acero y alzó la mano.

—¡Bienvenidos! —saludó con el mismo entusiasmo que mostró por vosotros —. Me alegra verles. Como acordamos. Todo permanece de una pieza.

Cercanía de Vault City, mañana del 23 de Octubre de 2291

El que parecía el líder de los caballeros, un robusto soldado con servoarmadura que llevaba un rifle láser dio unas indicaciones a sus compañeros. El que llevaba la ametralladora láser se posicionó en ángulo de modo que, de ser necesario, pudiera alcanzaros a todos con su arma. El otro se acercó al vertibird con cautela, pero sin dejar de vigilaros.

—¿Quién es esta gente? —preguntó inquisitivo con su voz mecanizada por los altavoces del casco —. ¿Te estaban dando problemas?

Jeremiah actuó rápidamente explicando la situación, esto relajó la actitud del caballero, pero bajó la guardia.

—Falta que caiga mierda para que las moscas vengan a por sus restos —espetó con desprecio. Parecía que os iba a despedir, pero entonces se fijó en los Pip-Boy —. Esas piezas de tecnología. Quitároslas. Quedan confiscadas.

A pesar de la autoridad que imprimía el caballero, Jeremiah intervino una vez más. Recordó que los Pip-Boy pertencían a Vault-Tec, y que él los había entregado llegando a un acuerdo con vosotros. Que la Hermandad del Acero no tenia derecho a quedárselos. Esto convenció, previo gruñido, al líder de la patrulla.

—Está bien. Largaos. Aquí no hay nada que ver..

Cercanía de Vault City, mañana del 23 de Octubre de 2291

La felicidad que la envolvió al trastear con el aparato se vió rápidamente truncada por la cercanía de los integrantes de la Hermandad del Acero. Aquellos armatostes la intimidaban más allá de lo racional: era evidente que nadie quería contrariar a unos tipos que de quererlo, podían fusilarte, pero para ella lucían suficientemente inhumanos como para creer que bajo aquellas servoarmaduras no se escondía nada humano.

—Yo... esto... no busco problemas. —retrocedió unos pasos ante sus palabras. Por como había llevado la mano al Pip Boy parecía que de no haber intervenido Jeremiah, lo habría entregado en aquel mismo instante.

Tragó saliva con cierto alivio al ver que atendían a razones y miró de reojo al grupo.

—¿Y si nos vamos...? —sugirió timidamente, aunque sin esperar respuesta echó a andar en dirección contraria a la ubicación de aquellos tipos. 

Cercanía de Vault City, mañana del 23 de Octubre de 2291

Bien... Visto lo visto, era lo mejor que podían conseguir. Davo, quien había aprovechado el viaje para saquear a los dos saqueadores muertos y no parecía especialmente satisfecho, pero tampoco especialmente decepcionado por lo encontrado, recogió esos parcos bienes y se puso el pip-boy, asintiendo a las palabras de Jeremiah. También hizo algo más. Anotar en su mente que la hermandad del acero, esos psicópatas disfrazados de salvadores, parecían tener muy claro que no convenía discutir con el "hombre de Vault-Tec".

Eso, por supuesto, significaba que Jeremiah era un pedazo de cabrón peligroso. Bien. Le parecía bien.

- Tenemos un trato- le dijo a este último antes de mirar a sus compañeros, especialmente a Katya, a la que asintió con gesto grave- Ciertamente, nos largamos. Aquí ya no hay nada de interés para nosotros. Regresemos.

Tras estas palabras me encamino, con un poco de suerte junto al resto, en dirección a casa. Vuelta a casa. Había cosas de las que tratar.

Miró aquel aparato que le ofrecían, observándolo y analizándolo e intentando colocárselo en el brazo de carne con sumo cuidado, pues su brazo mecánico estaba diseñado para disparar y para el combate, no para labores de cierta precisión.

En cuanto lo tuvo puesto comenzó a mover el brazo, tanteando su peso y equilibrándolo.

- No sé si podré acostumbrarme a esta mierda... ¿Seguro que no molestará para disparar?

Entonces vio como se acercaban aquellas figuras enfundadas en aquellas armaduras, contemplándolas como quien observa a un peligroso enemigo y colocándose en una posición más defensiva e incluso quizás amenazante. Aunque, en cuanto vio que aceptaban sin decir mucho más e incluso sin cuestionar al hombre se encogió de hombros y asintió cuando dijeron de irse.

- Si, larguémonos... 

Maddy seguía cada paso de las servoarmaduras con su propia banda sonora, cada vez que un pie despegaba del suelo hacia un “Fffff” y luego cuando volvía a tocar el suelo hacia un “Pom”. Estaba realmente fascinada, tanto, que seguramente vieron el Pip-Boy escondido tras su espalda cuando se situaron para tenerlos a tiro, apuntándolos con un arma de las que usaba en sus partidas de rol. Una jodida ametralladora laser. Sabía que dirían aquello, pero eran tipos enfrascados en armaduras de caballero.

-Fua, ¿y no estáis reclutando? Yo me metería en una de esas armaduras sin dudarlo.- Maddy mostró una sonrisa esperanzada, aunque echo un vistazo a la gente que se marchaba. Ups, es verdad, que los estaban apuntando con esa arma. Aun asi estiró algunos pocos segundos esperando que al menos la dijeran que era una “susia yérmense” o algo así.

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Jay se mantuvo en el papel de viejo curioso del yermo, observando la escena y como aquel bravucón enlatado amenazaba con liquidarlos sin mediar palabra, como todos los que pertenecían a la hermandad del acero, que aparte de la instrucción militar, les daban un máster en "gilipollísmo avanzado para matones".

Ante la amenaza de requisar los Pip-boys, JJ puso especial atención en la escena observando el poder que tenía el vendedor sobre el super soldado, obteniendo la respuesta que buscaba y esperaba encontrar. Jeremiah era el mismo diablo y ni siquiera un niñato con ínfulas de semi-dios por llevar una servo-armadura era capaz de ensuciar el traje de aquel engalanado hombre de antes de la gran guerra.

Con el ordenador portátil en sus manos, le echó un vistazo rápido al interior por donde metería su brazo, imaginando que de ahí saldría alguna aguja que lo ataría al aparato, inyectando alguna especie de liquido controlador de mentes, engrosando las filas de los peones de Vault-tec. En un acto reflejo, mantuvo la respiración unos segundos mientras se colocaba el ordenador en su brazo, esperando sentir un pinchazo. Unos segundos después levantó la mirada al grupo y a Jeremiah. - Bueno, supongo que estaremos en contacto. - Dijo levantando el pip-boy y asintiendo al hombre de negocios.

Tras esto, dio una ojeada a los soldados de reojo, para no ofender a ningún fascista del yermo, saciando su curiosidad por lo que con tanto recelo se cuidaba y custodiaba.

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Emprendiendo la retirada del lugar del siniestro, uno de los caballeros de la Hermandad del Acero, el armado con la ametralladora láser, se quedó vigilante mientras os veía marchar. A la pregunta de Maddy hubo una respuesta breve y concisa, no contenía lo de susia yermense, pero se le acercó como sospechaba.

—Largo —la verdad es que fue bastante parco en palabras, pero activó el generador de la ametralladora un instante pudiéndose escuchar su amenazador zumbido de encendido. Tras los primeros pasos lo apagó, volviendo a la guardia.

A pesar del convencimiento de JJ, no hubo ningún pinchazo ni inyección de nada. Los Pip-Boy se ajustaron a la perfección en los brazos, y aunque era un peso adicional al que acostumbrarse, no era un impedimento terrible como podía sospechar Kath. Jeremiah se despidió de vosotros en un efusivo adiós, y luego volvió su atención a los miembros de la Hermandad del Acero.

Vuestros últimos pasos os permitieron ver como dos de ellos abrían la carcasa del vertibird y sacaban un cuerpo de la cabina, parecía que estaban ahí para recoger a sus muertos, aparte de la tecnología. Hecho esto, os pusisteis de regreso a Vault City.

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Esperó Davo hasta alejarse del lugar, y de hecho, hasta estar cerca de los guardias de Vault City. No es que en realidad desconfiara de las personas que acababa de conocer, pero ponerse a repartir o a conversar en mitad del yermo, sin ninguna zona amiga cerca no era la preferida de sus opciones. Sin embargo, cuando ya veían a los guardias de Vault City, de su ciudad, se detuvo, dejando en el suelo, entre el grupo, el escaso boín obtenido (dejando al margen los pip-boy, por supuesto).

En efecto, delante de ellos había lo poco que llevaban los saqueadores muertos por una mezcla de estupidez y mala suerte. O lo que era igual: una pistola de tubo, un cuchillo con buen filo aparentemente, 5 balas del calibre .38, un paño y una botella de agua con lo suficiente para una ración de la misma, pero con pinta de estar tan irradiada como cualquiera de los presentes podía imaginar.

- Maddy, eso fue tonto e irresponsable- a pesar del tono había cariño y un punto de ironía.- A ver, que ya se que ponerte alta tecnología delante es como poner una nuka cola al alcance de un sediento adicto, pero... No van a darte su tecnología a cambio de nada. Y teme si lo hacen- sonrió, más divertido ante sus propias palabras, y miró al pip-boy que llevaba puesto- lo que nos lleva al siguiente tema... Nos han dado unos pip-boy. Y hemos descubierto algunas cosas. Creo que todos hemos dado nuestros paseos por el yermo antes y, opino, que es probable que los puntos fuertes de cada uno compensen los débiles. Por mi parte quiero avisar a mi gente- hizo un gesto a Vault City- de todo lo que ha pasado. Pero, tras eso, y con este nuevo juguete que presumiblemente me va a costar más caro de lo que tengo pensado, al margen de ser una diana para cualquier desaprensivo, me gustaría explorar y conseguir botín por estas tierras nuestras. Seguro que todos tenemos datos distintos en el pip-boy, por nuestros paseos previos. Y todos sabemos lo peligroso que es todo aquí fuera. El hecho que no nos hayamos apuñalado y hayamos podido funcionar más o menos bien, es alentador para todos, creo yo. ¿Estaríais interesados en compartir los riesgos y beneficios de una exploración en el yermo entre todos, poniendo en común lo que ahora tenemos cada uno en nuestro pip-boy y nuestras habilidades? Eso exigiría algunos detalles, como decidir como repartir cosas, y como tomar decisiones. Mierdas así. Pero creo que los beneficios pueden exceder los perjuicios.

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El humor de Katya se veía en aumento a cada paso que se alejaban de aquellos tipos tan peligrosos. Un suspiro de alivio escapó de sus labios cuando pudo ponerse a trastear con el Pip Boy, siguiendo al grupo por inercia completamente absorbida por aquella pieza de tecnología: desde luego aquello era distinto a haber podido cacharrear con el ventibird, pero el premio de consolación había sido mejor de lo que habría esperado obtener allí.

—¿Explorar en compañía? —inquirió de manera retórica, meditándolo. No estaba muy acostumbrada a establecer ningún tipo de sociedad de ese tipo, pero hasta el momento les había ido bien— Me gustaría. Yo soy Ferroviaria así que os podéis hacer una idea... se me dan bien las puertas, y soy discreta a la hora de moverme si hace falta. Del resto... bueno, tengo nociones básicas como cualquiera que pise el yermo, supongo. —dijo sonriendo de manera escueta.

Luego pasó la vista por el botín y se encogió levemente de hombros.

—El cuchillo me podría ser de utilidad, pero no sé si lo querrá otra persona. —dijo casi en un murmuro.

Ese tipo de gente no eran de los que le gustaban a Kath, por lo que hizo un gesto para que Aztharoth se acercara a ella y regresó junto a Michael para caminar de vuelta junto a su compañero y sus cyberperros. 

El camino no fue largo y aún así Kath no abrió la boca, sino que caminó mirando aquella cosa que ahora se encontraba en su muñeca sin perder de vista cuanto les rodeaba porque algo le decía que aquellas cosas serían como caramelos para mucha de la basura que se movía y habitaba en el yermo.

Nada más llegar uno de ellos comenzó a hablar, algo sobre trabajar en equipo y repartir botines o algo así.

- A ver, lo mío no son los grupos de tanta gente. Yo prefiero ir a mi rollo, con la gente en la que realmente confío. Parecéis buena gente pero no os conozco absolutamente de nada y ahí fuera solamente puedes fiarte de ti mismo y de quienes te importan. 

-¿Tonto e irresponsable?, solo era una pregunta.- Dijo suspirando tras haber tenido que acelerar el paso cuando la amenazaron de tal manera. Joder, esas armaduras eran una pasada.

-Creo que al cuchillo le puedo dar uso, y las balas si teneis casquillos puedo reciclarlas en cualquier otro tipo de munición que os convenga, de hecho también puedo hacer casquillos pero eso lleva mas tiempo…-Tomo aire para seguir, pero preferia no abrumarles con información, asi que hincho los mofletes y luego expulso el aire para no soltar de carrerilla todo lo que se le pasó por la mente.

Ya cerca de Vault City meneo una mano para que le devolvieran su caja de herramientas, aunque pesase lo suyo era suya…No fuera a ser que el tipo ese que husmeaba y lamia platos se la quedase.

-Yo cuando quieras comparto lo que hay en mi pip-boy con el tuyo, Davo.- Le dijo con una sonrisa.- Si no formamos grupo al menos traerme los trastos que encontréis a mi antes que a cualquier mercader, cacharrear es mi hobby, no mi negocio, seguro que sale más rentable.-Y era cierto, porque la tocaba ser camarera a ratos.

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Mientras emprendían el regreso a Vault City, JJ trasteaba el Pip-boy para acostumbrarse a él, había una necesidad innata de rebuscar y trastear con el aparato como si de un mapache del viejo mundo se tratase.

Davo reprendía con razón a Maddy que era una chica más abierta e inocente que el resto, un lujo que pasaba factura en el mundo hostil y egoísta que vivían. Kayla denotaba más precaución pero no le importaba unirse a un grupo de extraños. Por otro lado, JJ compartía opinión con Kath, que era más contemporánea con él.

Jay a lo largo de su estancia en el Yermo había aprendido a no fiarse ni de su propia sombra y a aprovechar todas las oportunidades que cayesen el cielo, así fuese en forma de accidente aeronáutico con ordenador portátil de regalo. - Opino como la cancerbera. - Dijo al grupo con una voz ronca y seca que le caracterizaba al no hablar mucho. - Pero ya le vendimos nuestras almas al diablo de Vault Tec, y mientras tengamos chapas con las que comer y vivamos otro día para contarlo, estoy dispuesto a trabajar con quien sea. Me conozco gran parte de la zona, ya que vengo del este. - Concluyó brindando un poco de información sobre sí mismo para el grupo.

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- Desde luego, no es una obligación- asintió Davo a las palabras de Kath.- Y concuerdo en que cada idea plantea sus pros, y sus contras. A mi, desde luego, ya que llevar esto aumenta las posibilidades de botín, pero también los peligros- dijo tocándose el pip-boy- me parece interesante unir fuerzas. Pero, si no, no hay problema. No nos hemos matado entre nosotros y hemos obtenido beneficios. Y ni siquiera hemos sido heridos. Todo buenas noticias.

Miró entonces a Katya.

- Yo, personalmente, no tengo nada en contra a que reclames el cuchillo. Y encantado si te unes a una nueva "expedición común" tras informar de lo ocurrido en Vault City. También encantado de que te unas, JJ, a pesar de tus reticencias, que comprendo. Maddy, genial lo de compartir informaciones del pip-boy. En cuanto a lo de explorar juntos, y eso va también por Nyx, ¿qué opináis ambas? ¿contamos con vosotras?

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No eran bienvenidos allí, desde el minuto uno. Nyx se lo olía, a leguas, pero la situación los había llamado como gatos llenos de curiosidad... o mas bien, como moscas a la mierda, aunque de aquel pequeño y efímero viaje habían logrado algo, de lo que la Rompe Huesos... realmente no estaba muy convencida.

Se unió al grupo, largándose de allí tal y como les habían sugerido secamente. El perro de la cancerbera caminaba a su lado, mientras ésta, cargando el equipaje de Maddy además del suyo, trasteaba con su pip-boy sin atárselo aún a la muñeca, mientras escuchaba la charla del grupo, y las diferentes posturas que tomaban. Miró a Katya, le seguía pareciendo bastante util su presencia si seguían yendo en grupo.

Alzó la mirada arrugando la nariz y chasqueó la lengua secamente. - Yo estoy con Kath pero también con JJ. Quizá ese cacharro estrellado nos haya unido por alguna razón... además, ya hemos firmado por nuestra alma a cambio de... de esto. - Meneó el Pip-boy, con cierto cuidado, sabía cómo tratarlo pero si se lo ponía en la muñeca era como aceptar un pacto con el diablo que aún no la convencía. Nyx pensó que no era necesario comentar cual era su mejor habilidad, pues su físico hablaba bien de ello. Luego miró a Maddy, con el ceño arrugado y también la nariz, con ese gesto que parecía estar oliendo mal. Su oficio si era ser chatarrera, a cambio del hobby de ella. Davo le había reprendado por su actitud, aunque Nyx estaba más pendiente de otras cosas. A la chiquilla la veía con mucha inocencia y tiempo libre, y quizá eso no era tan malo.

Finalmente, paseó esa mirada ligeramente desagradable a Davo, y asintió con la cabeza a modo de confirmación. - Me apunto. - Y esbozó una sonrisa desenfadada.

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Suspiró mientras miraba a su alrededor y a aquel pintoresco grupo.

- Si no queda más remedio... Alguien debe vigilar vuestros sucios culos en la distancia... 

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La conversación hizo corta la vuelta a Vault City, no es que estuviera lejos, pero la seguridad que ofrecía un grupo iba sumada a un poco de charla. Los caballeros de la Hermandad del Acero os siguieron vigilando, aun cuando estabais a bastante distancia, puede que tan desconfiados con vosotros como vosotros con ellos, pero fuere como fuere al estar ya lo suficientemente lejos ya no supisteis más.

A las puertas de Vault City, Brenda os saludó con la mano.

—¿Qué ha pasado ahí? —preguntó desde el muro, casi de inmediato soltó un grito para que os abrieran las puertas —. Joder.. ¿eso es lo que creo que es? —silbó al fijarse en vuestros Pip-Boys.

Al poco, la mujer estaba en pie delante de vosotros dándoos la bienvenida.

—Me alegra veros de una pieza, sí —comentó con una sonrisa.

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Michael se había dedicado a cuidar de los perros de los cancerberos, dejando que las charlas y las murmuraciones corrieran a cargo de vosotros. Aunque iba cerca de Kath, a quien, en un momento del viaje, le comentó.

—A mi me preocupa más lo que sea que ha disparado al vertibird —razonó echando una mirada a las Rocosas —. Eso venía de la Zona Muerta, ¿no? Eso dijeron, ¿verdad? Me cago en la puta que como haya algo ahí.. 

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Acariciaba a su perro mientras escuchaba las palabras de Michael y se acercaba para estar un poco más a su lado.

- Mi idea era ir a investigar allí... No sé qué cojones ha pasado pero no me gusta nada... Principalmente porque se supone que es el origen de La Frecuencia... Y, casualmente, era lo que se escuchó antes del disparo...